Capítulo 1

No podía creerlo. Otra vez se lo había hecho. Su tía le había pedido de nuevo que hiciera de caravina de su prima.No podía creer que su tía se lo pidiera a ella porque simplemente no se fíaba de su hija.

Se dirigió con paso resuelto hacia donde se encontraba Marion, rodeada, como no, de sus admiradores. Llegó resuelta y se dispuso a entablar conversación.

-Disculpen señores, pero me siento en la obligación de robarles a mi prima unos momentos.- Se fijó como ella fruncía imperceptiblemente los labios. Cualquiera que no la conociera no se habría dado cuenta, pero Meredith sabía que más tarde se lo haría pagar con su afilada lengua.

-No puedo creer que porque no te presten atención a ti, siempre tengas que venir a molestarme cuando me estoy divirtiendo..- Sus ojos grises se clavaron en los de su prima.

No iba a demostrarle a esa arpía el daño que le hacía cada vez que le decía que estaba sola y así se quedaría. Se recompuso y con una deslumbrante sonrisa le contesto: Tu madre me manda para que no sufras daño alguno y te lleve con ella.

-Cuando dejará que tome mis propias decisiones.- Dejó a su prima detrás y se encaminó hacia su progenitora.

Siempre que hablaba con Marion terminaban de la misma manera. No había entre ellas ningún tipo de cariño a pesar del tiempo que llevaban viviendo juntas. Por su parte lo había intentado todo pero parecía que eso no era bastante. Con un suspiro decidió que aunque su tía dijera lo contrario se retiraría a su habitación. En el momento de girarse para marcharse chocó con algo y sintió como la sujetaban para evitar que cayera.Comenzó a formar una sonrisa, pero cuando levantó la cabeza para disculparse por el choque y agradecer el apoyo las palabras no salieron con la fluidez que debieran. Sus ojos se quedaron atrapados en otros negros. ¡Dios! ¿Eran posibles unos ojos como aquellos? Continuo con su viaje por aquella tez morena, nariz recta, labios carnosos.....

Nick soltó la copa que tenía en la mano. Se disculpó con las personas que hablaba y se dirigío hacia la puerta para marcharse. Era un baile muy concurrido, parecía que toda la ciudad se había dado cita esa noche en el salón de Lady Remington. Ya había cumplido con presentarse allí. Así que sorteó a los grupos que se formaban para charlar, iba tan enfrascado en sus propios pensamientos que notó demasiado tarde el choque.

Instintivamente sus brazos sujetaron para evitar la caída. Miró hacia abajo y vió una nube de pelo cobrizo con muchos matices de rojo. Nunca en su vida había visto un color igual. Cuando ella lo miró le pareció que el tiempo discurría más despacio. Eran unos ojos a los que podría mirar toda la vida. Audaces, vivarachos.....¡Pero que estaba pensando! Se estaba comportando como un completo idiota, pero jamás en la vida le había sucedido eso....el quedarse sin habla. No ayudo en absoluto cuando miró un poco más abajo descubrió una piel de porcelana allí donde terminaba el escote de su vestido. Tenía unos turgentes pechos y notó un leve tirón en su entrepierna. ¡Maldición!. Entonces escucho que ella hablaba y se obligó a centrarse en lo que decía.

-......por eso me disculpo de nuevo con usted Milord. Ha sido totalmente culpa mía y no se hable más.- Notaba como sus mejillas ardían, pero no iba a permitir de ningún modo que se diera cuenta de su turbación. Era una necia. Se le había quedado mirando como una estúpida. Así que optó por callar de una vez y permitir que él se disculpara a su vez.

-En absoluto la culpa ha sido de usted. Yo iba distraído, lo siento.-una sonrisa dibujo sus labios, la única sincera en toda la noche.- Le pido mil perdones. Mi nombre es Nicholas Starling, Conde de Laughton..

Meredith, vio como él se inclinaba al final de su presentación. Dios, era el hombre más atractivo que había visto en su vida. Le vió sonreír y supo que le encantaría que esos labios la besaran, le.....¡BASTA! Desde que había visto a ese hombre no hacía otra cosa que acalorarse y pensar en cosas...ummm...como lo llamaría...¡Ardientes! Sí, esa era la palabra. Se recompuso y sabiendo que estaba tardando demasiado en contestar lo miró a los ojos.

-Encantada Milord, mi nombre es Meredith Carrington. Aunque los dos sabemos que las presentaciones las debiera hacer otra persona, ¿verdad?.- Notó como una chispa de diversíón brillaba en sus ojos. ¡Se estaba riendo de ella!. Se puso nerviosa y con un tono más bajo añadió.- Es lo correcto.

El iba a replicar pero en ese momento aparecio su amigo Damon Ibree, Conde de Arlington.

.-Nick, amigo, veo que ya conoce a la encantadora señorita Carrington.-dijo con amabilidad.

Meredith se ruborizó, pero Damon siempre le había caído muy bien. Así que le dirigió una sincera sonrisa. Nick, se dió cuenta del cambio operado en ella. Con él era cuidadosa pero en cuanto había aparecido su amigo su rostro cambio, se transformó. Quiso que aquella mirada, aquella sonrisa fueran para él.....¡Que demonios le estaba pasando! Cuando se había convertido en un jovencito en su primera cita. Notó que le sudaban las manos.

- En este momento estábamos haciendo las presentaciones y ya que has venido, la señorita Carrington se sentirá mejor al ser un tercero el que las haga.

Meredith, sentía que el sonrojo iba en aumento. Con una disculpa los dejó allí plantados. Se dirigió presurosa a la mesa de los refrigerios a tomar un ponche.. o algo más fuerte.

Nick la vió alejarse y sonrió para sí. Tuvo que estar mirándola más de lo necesario porque su amigo carraspeo a su lado. El se giró y vio una sonrisa socarrona en su rostro.

-¿Ocurre algo Damon?.- Le dijó alzando una ceja.

-Cuéntamelo tú. Parece que ha llamado tu atención, ¿no?.- Lo miró con más seriedad.- Es una jovencita Nick, y le tengo en gran estima además. No me gustaría que jugaras con ella. No sé si me entiendes.

-.Te aseguro que no pretendo jugar con ella, Damon. Y sí, sé que no es una mujer con la que puedo mantener...¿digamos una amistad?. Por eso mismo está fuera de toda discusión. Con ella seria el matrimonio y no estoy dispuesto a perder mi libertad.- Dicho esto sonrió y miro a su amigo.- ¿Te apetece una copa?.- Y se alejo.

Damon, se rió por lo bajo. Conocía a su amigo mejor que él mismo. Había notado como su mirada se había fijado en ella, con posesividad. Y conocía demasiado bien ese tipo de mirada. Nick la utilizaba cada vez que quería algo, aunque él no se diera cuenta de ello. Volvió a reir. Pobre señorita Carrington...Sentía compasión por ella, pero de todas formas, su amigo era un buen partido.

Conforme transcurría la velada Meredith se sentía más nerviosa.

El no había dejado de mirarla. Allí a donde fuera se encontraba con aquellos ojos puestos en ella. Parecía como si estuviera haciendo algún tipo de ejercicio de memoria en el que luego iba a tener que recordar hasta el último detalle del objeto a estudiar.

Se lo encontró cuando fue al buffet que se había dispuesto para los invitados. Más tarde cuando hablaba con una conocida. Después junto a los músicos. Lo sentía, podía casi palparlo. No entendía porque él se comportaba así. ¿Lo habría insultado de alguna manera mirándolo como un pasmarote?. Por muchas vueltas que le diera, no encontraba explicación alguna para su comportamiento. Se sentía cada vez más nerviosa y como consecuencia de ello no dejaba de apartarse un mechón de pelo y acomodárselo detrás de la oreja. Intentó con todo su empeño concentrarse en lo que le estaba contando Lady Abbot, aunque el continuo cotorreo de la anciana señora no la ayudaba en absoluto.

- .....y entonces le dije que no le daría más de lo que habíamos estipulado.- La miró de forma escrutadora.- ¿Se encuentra usted bien querida?. La veo un poco alterada. Necesita usted que le de un poco el aire.- Sentenció.

Meredith afimó con un movimiento de cabeza y miró por encima de su hombro para comprobar que ese hombre no seguía allí. Sin perderla de vista. A cualquiera que lo viera le parecería que él estaba disfrutando de la velada como otros muchos. Pero ella sentía como controlaba sus movimientos.

-Querida niña, veo que usted también se ha dado cuenta de que el Conde no deja de mirarla.- y soltó un risilla.

¡Oh, no! Si Lady Abbot se había dado cuenta, otros también podían haberlo hecho. Se empezó a sentir mal. No estaba acostumbrada a ese tipo de atenciones, aunque más valdría que alguien le hubiera enseñado al señor Conde un poco de etiqueta. ¿No se daba cuenta que su forma de no quitarle el ojo de encima podía levantar habladurías sin razón alguna?. Se excusó con la dama y se dispuso a buscar un sitio donde serenarse un poco..

Nick no podía apartar la vista de ella. No entendía como una y otra vez la buscaba entre los invitados y cuando la localizaba.....tenía que recurrir a su fuerza de voluntad para desviar la mirada. Había notado que ella se percataba de su insistencia y hasta se había divertido en algunos momentos al ver como su nerviosismo la traicionaba al apoyarse continuamente en un pie y luego en otro. Le parecía encantadora su manera de retirarse los mechones que continuamente se le escapaban de su recogido y la forma en la que se mordía el labio. Esa boca lo tenía como hipnotizado. No podía entender como los petrimetres que allí se encontraban no la estuvieran rodeando, pero en el momento en que lo pensó sabía que no quería que aquello pudiera ocurrir. Claro estaba que él no tenía el mínimo interés en ella, por supuesto. No pretendía cortejarla. Pero al pensar en aquellos labios.....En ese momento vio como Meredith se dirigía hacia una de las puertas de salida.

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