Capítulo 37: La huida.

Capítulo 37: La huida.

ADALIA

Había que ser sigiloso e invisible, nadie podía vernos escapar y a la vez, debíamos hacerlo cuanto antes. El caos por esta batalla nos venía bien, aunque sabíamos que el destino de los habitantes era muy negro al marcharnos, no tendrían a los elementos para acabar la batalla en unos minutos, ahora estaban solos.

Andábamos buscando las sombras, la noche era oscura y las nubes impedían la luz de la luna, pero no podían impedir la luz de las farolas y luces de emergencia que indicaba que estábamos en batalla. Necesitábamos algo para poder salir de aquí, a pie sería bastante fácil, pero tendríamos que pelear y eso implicaría la posibilidad de ser visto, por no mencionar que Canadá estaba muy lejos para ir andando.

- Tengo una idea. – dijo Kai mientras nos obligaba a meternos en una de las casas vacías que había en la comunidad. Fuimos directamente al garaje, lo cual nos extrañó a todos. Pero cuando encontramos una moto de aspecto caro, ahí ya no supimos que esperar. – Sé donde guardan los vehículos, Ralph me llevó el día que me dio la moto.

- ¿Propones que robemos un coche? – preguntó Isaura con un tono de voz de censura.

- Sí. – no se ando con rodeos, se notaba que Kai tenía muchas ganas de ponerse en marcha. – Vosotros esperáis aquí, Adalia y yo vamos en la moto y volvemos con un coche.

- ¿Cómo vais a ir en moto sin ser vistos? – preguntó Dayan.

- Nos las apañaremos.

Kai se subió en la moto y la encendió metiendo una llave en el contacto. Esta empezó a vibrar bajo sus piernas, ni siquiera se puso un casco o me dio uno a mí.

- ¡Genial! Una moto y una escasez de planes, combinación perfecta. – dije sarcásticamente mientras pasaba una de mis piernas por encima de la moto y me agarraba a la cintura de Kai.

Kai ni siquiera esperó, dio gas a la moto y salimos del garaje. De estar yo en su lugar, creo que actuaría exactamente igual, no perdería ni un segundo en recuperar a Matt.

- No pienso parar por nada, ¿lo entiendes? – su voz se oía por encima del rugir de la moto y aunque la pregunta me había pillado desprevenida, entendía perfectamente lo que quería decir.

Quería decir que no pararía ni aunque el mismísimo Matt se pusiera delante y que debía estar preparada por si el que se ponía delante era algún maloliente brujo.

Al principio las calles estaban desiertas, ni siquiera parecíamos estar en batalla ya que lo gritos y explosiones quedaban en un segundo plan con el rugir de la moto. Pero según nos acercábamos a la sede, los gritos, la gente corriendo y los estruendo, llenaron tanto nuestra vista como nuestros oídos. Todo el mundo corría, algunos lo hacían en mejor estado que otros, pero todos corrían.  Alguien lanzó una bola de fuego desde algún lugar y esta calló a escasos centímetros de nosotros.

- ¡Adalia! – me riñó Kai por no estar atenta.

No era mi culpa, ni siquiera estaba preparada para volver a la lucha. Pero su toque de atención hizo palpitar mi corazón a causa de los nervios. Una segunda bola se acercaba a  nosotros y calculaba que iba a caer a un par de metros de nuestra posición, justo donde un herido intentaba refugiarse en cualquier lado. Lancé una bola mía y ambas chocaron en el cielo provocando unas chispas en forma de fuegos artificiales.

- Esto parece ponerse feo. – dije mientras intentaba colocarme en la moto en una posición que ayudara a nuestra defensa, es decir, poner mi espalda junto a la de Kai. – Intenta que no me caiga, ¿quieres?

- Veré que puedo hacer. – dijo en broma, o al menos yo me lo tomé como tal.

Fui haciendo explotar en el aire cada objeto volador con intención de caer en nuestro bando. La velocidad de la moto impedía que los brujos supiesen de donde venían las bolas de fuego que les estaban salvando la vida, por lo que yo seguí lanzando fuego para proteger la comunidad mientras que Kai conducía a toda velocidad por las caóticas calles.

- ADALIA, DELANTE. – gritó Kai llamando mi atención.

Miré donde él me decía y a unos cincuenta o sesenta metros, los cuales se reducían muy rápido, apareció un sombra enorme. Debía de medir dos metros de alto, sus espaldas ocupaban la mitad de la calle y su mirada parecía estar encendida a causa de toda la destrucción que había a su alrededor. Había prendido cada casa que tenía cerca, cada árbol o arbusto, parecía que entrábamos en la boca del infierno.

- ¡FRENA! – grité.

- No. Estamos muy cerca.  

- No podremos pasar por su lado, ni cubriéndole en llamas. ¡FRENA!

Al final, en los últimos metros, la moto frenó de golpe haciendo que culera hacia los lados, lo cual casi hace que me caiga. Bajé de ella de un salto y Kai pareció tomárselo con más calma, pero a pesar de todo, había algo que si estaba muy claro, a este sombra no le quedaba mucho de vida.

- ¿Intentando huir, lucecillas? – dijo el grandullón con una sonrisa cruel en sus labios.

Estaba claro que no nos había reconocido, de ser así, no tendría esa sonrisa ni se atrevería a enfrentarse el solo a nosotros.

- Pues sí. – contestó Kai con la misma sonrisa cruel en sus labios, él no iba a tener piedad. – Pero te has puesto en nuestro camino, así que tendremos que ocuparnos de ti  antes.

El grandullón empezó a reírse sonoramente, como si le acabásemos de contar el mejor chiste del mundo. Ni Kai ni yo cambiamos nuestra expresión ni un ápice, pero los segundos pasaban y ese memo seguía con sus sonora risa, así que Kai, en un acto impresionante aunque poco comedido, arrojó dos chorros de agua hacia las casas ardiendo.

El sombra redujo su risa en cuestión de un micro segundo y cuando comprendió lo que tenía delante, empezó a separarse de nosotros, como si intentara huir. Su cara ya no mostraba ninguna burla, su sonrisa cruel había sido sustituida por una expresión de terror y todo él parecía una enorme culebra intentando huir.

Decidió dejar las sutilezas y empezar a correr, apenas avanzó un metro cuando lancé una bola de fuego a sus pies.

- ¿Listo? – le pregunté a Kai.

- Cuando quieras.

Y como si de una sincronización perfecta se tratase, ambos mandamos nuestro poder hacía el estomago de aquel memo. Al principio nuestros chorros de fuego y agua parecían competir entre sí, apagándose y evaporándose mutuamente, pero entonces pasó algo que hasta ahora no habíamos visto, el fuego se compaginó con el agua en un chorro de dos colores, los cuales envolvieron a nuestro enemigo y lo cubrieron en un manto de fuego y agua.

Ambos detuvimos nuestro ataque al mismo tiempo. Miré a Kai con la esperanza que él me dijera lo que pasaba, pero su rostro mostraba la misma incomprensión que el mío. Mientras, el sombra corría de un lado a otro intentando quitarse el manto, pero no pasaron ni cinco segundos cuando se detuvo bruscamente y explotó, convirtiéndose en miles de partículas negras, como si fuese papel quemado.

- Marchémonos. – conseguí decir.

Nos subimos a la moto y Kai aceleró, aunque esta vez más despacio.

Él tenía razón, ya estábamos muy cerca de nuestro destino. Justo en el lado contrario de la comunidad, no muy lejos de la zona del hospital, había dos naves industriales, una enfrente de otra y de tan solo un piso de altura, me recordaban a los trasteros de alquiler, cada uno con una puerta metálica y con números en la puerta.

- Hay un todo terreno en cada una de esas puertas. – dijo señalando las naves colocadas en el lado derecho.

Suponía que los coches a los que se refería eran exactamente iguales que los coches que nos habían traído a la comunidad o con los que hicimos el viaje a Minnesota. Pero aunque eran buenos coches, dudaba mucho que pudiésemos salir por el camino tal y como estaba la cosa, debíamos atravesar el bosque.

- No creo que esos coches tan grandes puedan ir bosque a través…

- Muy cierto. Por eso vamos a ir hacia los vehículos de este otro lado. – ahora señaló los trasteros del lado izquierdo y nos dirigimos hacia ellos. De una patada, Kai partió el pequeño candado que impedía que el cierre se abriera. – Vamos a ir en Jeep.

Levantó el cierre y mi boca no podía abrirse más. De cabina no era muy grande, apenas cuatro asientos y los dos de atrás parecían casi decorativos. Pero sus ruedas me llegaban casi a la cintura, las puertas de acero pintadas en verde daban la sensación de parar balas, el tubo de escape subía por un lateral del cristal delantero, dejando entre ver que sería capaz hasta de cruzar un río. Con esto si cruzábamos un bosque, eso sin dudarlo.

Kai entró en el garaje y se subió de un salto al Jeep. Yo dudé algo más, acababa de perder el miedo de los sombras, o a una batalla, pero a esto… no quería morir en un accidente de tráfico. Aunque reconocía que era la mejor opción posible, así que me subí al Jeep en el mismo momento que Kai encontraba las llaves metidas en la guantera.

- ¿Lista? – dijo mirando el cinturón de seguridad.

- Lista. – y me lo puse corriendo.

La conducción de Kai era de todo menos lenta. Daba bandazos de un lado a otro esquivando los objetos que caían del cielo, ahora todo parecía arder por todos lados, la gente seguía corriendo de un lado a otro y ya empezaban a verse cuerpos terriblemente inmóviles en el suelo. Aún así, conseguimos llegar a la casa donde habíamos dejado a Isa y a Dayan sin ningún percance.

- ¿Cómo está la cosa fuera? – dijo Isa con preocupación en la voz.

- Regular. – dijimos Kai y yo a la vez.

La cosa estaba mucho peor que regular, pero si le contábamos la verdad a Isa, nos intentaría convencer de luchar junto al resto y luego partir hacia Eve. Pero no lo podíamos hacer así, Alexa había pedido que viniésemos solos y si aguantábamos hasta ser vistos, sabíamos que no nos dejarían ir a ningún lado, al menos solos.

Kai agarró el GPS que habíamos cogido de la casa y se puso a calcular la mejor ruta para salir de la comunidad.

- Lo mejor sería salir por el oeste. Parece que el terreno es más seco y la carretera queda mucho más cerca.

- También puede que haya más sombras. – protesté casi en un susurro.

- Podemos ir con la capota bajada y mientras yo conduzco, vosotros atacáis a todo lo que se mueva. – otra idea descabellada.

- Pues en marcha. – no se me ocurría nada mejor y la verdad, el no plan de la moto había salido bastante bien, quizás esto sea igual.

Hasta llegar a los límites de la comunidad el camino era de asfalto, pero una vez la calle se acabó, vinieron los baches, los zarandeos y la imposibilidad de ir de pie en el coche para proteger mejor. La oscuridad también era un factor muy importante, ya que una vez dejamos la comunidad atrás, la luz era más bien nula, tan solo los faros del Jeep iluminaban nuestro camino.

- Ve más despacio, Kai. – protestó Isaura, la cual parecía un pelele en el asiento trasero del coche, no paraba de dar tumbos de un lado para otro.

- Debemos salir de esta zona cuanto antes. – alegó Kai.

- No llegaremos a ningún lado si un sombra nos mata. Soy incapaz de ver nada con tanto ajetreo y en el caso de ser atacados, dudo que pueda levantarme para defender el vehículo.

Tardó varios segundos en asimilar mis palabras, pero al final vio lo mismo que yo y aminoró la marcha. Los zarandeos se redujeron considerablemente y la vista conseguía adaptarse al exterior, ahora ya podíamos ver con claridad entre las sombras.

- KAI, FRENA – gritó Dayan mientras señalaba lo que había delante.

Kai frenó y quedó a tan solo unos metros de lo que Dayan había señalado, no había ni un segundo de respiro. Delante de nosotros nos encontrábamos una batalla desigualada entre un pequeño grupo de luces y un gran grupo de sombras. Los sombras parecían estar tomándoselo con calma, como si sus presas fuesen animales a los que poder torear y torturar antes de la muerte. Entre ellos, solo podía reconocer un rostro, Ralph.

- Tenemos que ayudarles. – dije en un susurro, no quería alertar a los sombras de nuestra presencia, al menos no antes de tiempo.

- No. – protestó Kai tajante.

- Eso, encuentra a Eve y explícale como dejaste que mataran a su mentor, a su padre en muchos aspectos. – Kai me fulminó con la mirada, esto era chantaje en toda regla y ambos lo sabíamos.

Abrió la puerta de mala gana y bajó del vehículo enfadado, enfadado porque sabía que llevaba razón y le fastidiaba admitirlo. No estaba afrontando bien este tema y aunque sabía que debía de ser muy difícil estar en su situación, alguien debía abrirle los ojos, aunque fuera con chantaje.

- Vaya, mira lo que tenemos aquí, más perritos con los que jugar. Y al parecer, estos intentaban huir. – dijo una voz a nuestra espalda, justo al mismo tiempo que nos cogían por detrás y nos inmovilizaban.

Todos empezamos a resistirnos, al principio usando solo la fuerza física para conseguir soltarnos, pero sabía que pronto cada uno haría uso de su poder. Y de repente, como ya había pasado en otras ocasiones, se me ocurrió un plan.

- ¡Quietos! No os resistáis. – fue una orden y ellos parecieron aceptarla sin discutir.

El sombra que me había cogido a mí era grande y corpulento, a pesar de que le tenía a mi espalda, veía sus musculados brazos que apretaban con fuerza contra mi espalda.

- Sí, hacer caso a la pelirroja, solo así saldréis con vida de esto. – eso último fue sarcasmo y todos se rieron del comentario.

Miré a mis hermanos y les pedí paciencia con la mirada, ellos no eran nada para nosotros y todos lo sabíamos, todos menos ellos al parecer. Nuestra fragancia debe de estar confundiéndoles, eso seguro, pero también estaban en territorio enemigo, aquí todo debía de oler a nosotros, seguro que eso es lo que más les despistaba.

Los cuatro sombras nos llevaron hasta el otro grupito, el que toreaba y torturaba a Ralph y sus hombres. Apenas quedaban cinco brujos en pie, el resto estaban tirados por el suelo, en posturas que no indicaban que siguieran vivos.

Un especie de ataque de ansiedad parecía estar floreciendo en mi interior. Aquí la muerte estaba a la orden del día, desde que había cumplido dieciocho años había visto más cadáveres que personas vivas, y podré ser mayor de edad a cara del gobierno, pero desde luego no fui criada para ver todo esto.

Kai apareció a mi lado y rozó mi brazo, su contacto me trajo a la realidad, lo que supuse que era lo que pretendía. Ralph nos miraba con desconcierto y algo de alegría, éramos su salvación y lo sabía.

- Así que intentando escapar. No sabía que había lucecitas cobardes. – dijo uno de los sombras que, hasta hace unos segundos, torturaban a Ralph y sus hombres.

Ralph volvió a mirarnos ante las palabras de aquel sombra, sus cejas estaban juntas por la incomprensión.

- Es curioso que menciones la palabra cobardes. – dije con una gran sonrisa en la boca. – Veo muchos cobardes por aquí y todos apestan. ¿Acaso no sabéis lo que es la ducha?

Mis hermanos ahogaron las risas, pero el grupo de Ralph no fue tan discreto. Eso enfureció un poco al jefecillo, el que se había dirigido antes a nosotros.

- Lo reconozco, eres estúpidamente valiente. ¿Sabes qué vais a morir, verdad? – su sonrisa era tan ancha como la mía.

- Sí, me costó asumirlo, pero lo sé. – Este había sido mi sí, sí a destruir la cueva aunque eso acabe con mi vida, sí a dejar a Matt, sí a no ver más muertes como las de hoy. No viviré sabiendo que soy la responsable de más guerras como esta. – Pero te diré una cosa que no sabes. El que va a morir ahora mismo, eres tú.

Kai se movió hacia un lado del grupo, mientras que Isa y Dayan se quedaron en el otro, dejando a Ralph y sus hombres protegidos en el centro. Estábamos listos, ni siquiera me había hecho falta decir mi plan, era el momento.

La risa de los sombras era terroríficamente alta, pero aún así, mi sonrisa no desapareció de mi rostro ni un segundo, cosa que no le pasó desapercibido al jefecillo.

- ¿No te enseñaron a contar, pelirroja? – dijo entre risas.

- ¿Y a ti? ¿te enseñaron a sobrevivir bajo las llamas? – y tras eso, lancé mi poder hacia su estomago y en medio segundo, chillaba y corría de un lado a otro intentando que alguien le apagase. - ¡AHORA!

Todos nos pusimos manos a la obra. Yo me encargué de los dos que había al lado del jefe, mientras veía de reojo como las ramas de los árboles se movían al son de Dayan, agarrando a sombras y lanzándolos por los aires. De vez en cuando miraba al cielo y veía a uno volando, entonces lanzaba una bola de fuego en su dirección y así me aseguraba de que no sobreviviría a la caída.

Isaura se había asociado a Dayan, mientras ella impedía que se acercaran, Dayan los atravesaba con ramas o los golpeaba con rocas.

Era Kai el que parecía tener más problemas, un gran grupo de sombras le habían rodeado al mismo momento en el que tres sombras venían hacia mí con cuchillos en la mano. Él necesitaba mi ayuda y yo ni siquiera iba a ser capaz de llegar a tiempo.

- ¡KAI! – grité desesperada.

Un sombra me atacó y le esquivé por los pelos. A la que pasó por mi lado, toqué su nuca y mandé todo el calor hacia esa zona, era demasiado calor para estar tan cerca del cerebro, así que calló en el acto.

Pero mi concentración fallaba, Kai empezaba a actuar a la desesperada, mandaba agua hacia todos los lados, consiguió aplacar a uno ahogándolo desde dentro, pero otro aprovechó para tirarlo al suelo. Al menos diez sombras le rodeaban.

Un segundo sombra llegó a mí, tuve que girarme para no clavarme su puñal, pero eso consiguió que perdiera el equilibrio y el tercer sombra me tiró al suelo. Kai estaba perdido y yo ni siquiera podía ayudarle, para cuando acabara con estos dos, ya sería demasiado tarde…

KAI

Ni siquiera lo vi venir, salieron como de la nada y cada vez se acercaban más. Estaba rodeado.

Busqué ayuda con la mirada, pero todos estaban ocupados con los suyos, ahora estaba solo y debía salir de aquí, debía conseguirlo por Eve, ella confiaba en que la rescatara, yo confiaba en rescatarla. Pero ¿cómo…?

Se acercaban a mí y estrechaban el círculo que habían creado. Iba eliminado uno a uno con chorros de agua, pero eran demasiados y avanzaban deprisa. Apenas había reducido a una tercera parte, cuando ya los tenía encima de mí. ¡Mierda!

Mi mente parecía estar bloqueada, era como si ni siquiera supiese que hacer. Entonces oí como Adalia gritaba mi nombre con desesperación y frustración, ella estaba mirándome, viendo como era rodeado y no podía llegar hasta mí. Sentí un impulso de fuerza y agarré a uno del pecho. Le llené el interior de agua, más agua de la que su cuerpo podía asimilar. Pero eso solo consiguió que uno golpeara brutalmente mi espalda y cayera al suelo. De aquí sí que no tenía salida, mataré a Adalia por obligarme a parar.

Pensé que estaba muerto, solo el dolor de mi espalda me recordaba que aún no lo estaba. Me sentía derrotado y solo podía pensar en cómo le había fallado a Eve.

En un último intento, llamé a esa gota que había en mi interior y le pedí que se multiplicara más de lo que lo había hecho nunca, sabía que aunque consiguiera quitármelos, esa agua acabaría cayéndome encima, pero aún así, debía intentarlo.

Ya notaba sus patadas en mi costado cuando lancé el agua, algunos salieron disparados hacia arriba, otros hacia los lados y alguno se la tragó entera. Pero sí había algo claro, me había librado de todos, ahora mi enemigo era mi propio poder.

- KAI – volvieron a gritar mi nombre, esta vez era una voz masculina que gritaba en mi espalda.

Esa voz me agarró de los brazos y tiró de mí para atrás. El agua que había mandado hacia arriba, empezaba a caer como si fuese una potente cascada, convirtiendo todo el suelo en un enorme charco que nos cubría a todos por las rodillas. Si no llega a ser por Ralph, abría muerto por el aplastamiento de esa agua.

- ¿En qué pensabas? – me riñó.

- En quitármelos de encima, nada más.

Pero a pesar de mi gran ataque, aún sobrevivían muchos sombras. Ralph se colocó a mi lado y no pude evitar sentir las similitudes de la pelea en el aeropuerto de Londres, cuando le atravesaron el estomago con un cuchillo por salvar a Eve.

Ahora mi mente estaba más despejada, aunque también ayudaba el hecho de que me enfrentaba a muchos menos sombras que antes… Así que Ralph y yo luchamos mano a mano hasta acabar con todos los que había a nuestro alrededor. Cuando ya no quedó ninguno, fuimos a ayudar a nuestros compañeros de batalla, Adalia era la que estaba peor, pero el grupo que había traído Ralph también lo estaba pasando bastante mal.

- Yo con Ada, tú con ellos. – dije como si fuese una orden.

Él aceptó sin decir nada y yo no tardé ni un segundo en acercarme a Adalia. Lo que habíamos hecho antes con aquel sombra grandote, me había recordado a Minnesota, pero como ya me había pasado en muchas ocasiones, la conexión que había entre ella y yo era extremadamente fuerte, era como si nuestros poderes se buscaran a la vez que se repelían.

Adalia había mandado un gran chorro de fuego hacia varios sombras y yo quise volver a sentir esa conexión entre los dos, así que mandé mi poder en las mismas direcciones que ella lo había hecho y tal como pasó antes, los dos poderes entraron en una especie de fusión y todos los sombras acabaron convirtiéndose en ceniza.

- No detengas el ataque. – dije mientras una idea descabellada pasaba por mi cabeza.

Ella siguió lanzando el fuego al vacío y yo mi agua. Entonces ambos giramos en la misma dirección y buscamos nuestro siguiente sombra, uno que luchaba contra Isa y Dayan, desapareció en segundos. Y así cayeron todos, ninguno quedó en pie para contarlo y ninguno de nosotros sufrió heridas importantes.

- Eso ha sido… alucinante. – dijo uno de los soldados de Ralph.

Pero nadie dijo nada, Ralph había recordado el primer momento en que nos había visto y ahora nos miraba con furia.

- ¿Dónde ibais? – dijo con las cejas juntas y cruzando sus brazos delante de su pecho.

- A por Eve. – contesté sin pensármelo. – Y vamos solos.

- No puedo permitir que cometáis esa locura.

- No puedes detenernos. – rebatí.

Eso le dejó desconcertado, no se esperaba una agresión verbal, una amenaza implícita en mis palabras. Pero todos sabíamos que el que Ralph nos hubiese pillado escapándonos, solo echaba por tierra el plan de salir e irnos sin decir a donde, pero para eso siempre teníamos la sinceridad de Isa:

- No solo vamos a rescatar a Eve. Esto va a acabar en este viaje.

Esa última frase dejó una mirada de miedo en todos los presentes, muchas cosas iban a acabar en este viaje, o al menos eso pensábamos… Pero Ralph no necesitaba saber todos los detalles, si la cosa salía como esperábamos, creo que todos sentirán el sacrifico que hacemos y si no, tenía la esperanza de que Eve sobreviviera para contarlo.

- Pero no…no entiendo. ¿Qué quieres decir con que se acaba? ¿el qué se acaba? ¿cómo va a acabarse? – no teníamos tiempo para todas estas preguntas.

- Ralph, solo tienes que confiar y dejarnos ir. Sabes que es algo que solo podemos hacer nosotros, es una tontería que más gente tenga que morir para guiarnos. Es nuestro destino.

Todos quedamos unos minutos en silencio, yo ya volvía a impacientarme por salir de aquí, pero entendía que debía darle un tiempo para meditar que hacer.

- Sabes que volví a la vida, lo hice para guiarte en tu destino, me dieron una segunda oportunidad para estar al lado de los elementos. No puedes pedirme que me quede al margen.

- No lo hago. – dije con toda convicción. – Te pido que te quedes a proteger la comunidad, te pido que nos des tiempo para hacer lo que por destino nos corresponde. Acabas de salvarme la vida hace unos minutos, ya has cumplido con tu propósito.

Volvió a quedarse callado un tiempo más. Ahora era Adalia la que se impacientaba, miraba hacia atrás y al reloj cada pocos segundos. Supuse que no quería ser pillada por Matt, ella le había dejado una nota de despedida y si él la veía antes de que salieran de aquí, no tardaría en dar con ella.

- Ralph, debemos ir solos. – insistí. – Quédate y protege la comunidad. Y sobre todo, no dejes que nos sigan.

- ¡Está bien! – dijo con actitud derrotista. – Pero prométeme que la traerás de vuelta.

- Eve estará contigo tan pronto como me sea posible, te lo prometo. 

- Bien, pues no perdáis más tiempo, debemos ir a luchar. – eso último lo dijo más para sus soldados que para nosotros, pero a pesar de eso, me dio un fuerte abrazo tras esa frase.

Yo le había prometido el regreso de Eve, pero no había podido prometer que regresaría conmigo, lo que quería decir que esto era una despedida. Ralph había sido como un mentor para mí en este mundo, tras Eve, era el que había dado respuestas a mis preguntas, el que había dado su vida por salvar lo que más amo, él era quien había dado sentido a toda mi penosa infancia.

- Adiós Ralph.

- Hasta pronto. – dijo él.

Ahora ya no había nada que nos frenara, tan solo teníamos kilómetros y kilómetros de carretera hasta llegar nuestro destino y mi salvación.

MATT

~ Al mismo tiempo que la pelea en el bosque ~

Ni siquiera llegamos a la casa de mi madre, ahí no iba a estar segura, todo estaba muy caótico y parecían que los sombras estaban ganando terreno. Decidí llevarla junto con Paul y Alyson a la sede, suponíamos que ahí la seguridad iba a ser mayor y no quería preocuparme por ella cuando estuviese protegiendo la comunidad.

- Hijo, puedo defenderme. – discutió cuando la obligué a quedarse con ellos.

- No discutas y quédate. – fui algo seco, pero lo solucioné con un cariñoso beso antes de marcharme.

Nada más salir de la sede, Malak y Leia discutían en la puerta. Desde que habíamos vuelto de la trágica batalla, ambos estaban demasiado agresivos el uno con el otro, parecía haber ciertas tiranteces entre ellos, pero este no me parecía el mejor momento para discutirlo.

- ¿Vais a estar así toda la noche? – pregunté sarcásticamente.

Ambos se sorprendieron de que estuviese ahí y Malak aprovechó la oportunidad para intentar ganar terreno en esta discusión.

- Mira, preguntémosle a él. – eso se lo dijo a Leia, la cual negaba con la cabeza sin atreverse a decirlo en voz alta. – Ella opina en que no debemos llamar a los elementos por una frase que nos dijo Alyson. Pero yo opino que sin ellos, sería muy difícil vencerlos a todos y mucho más difícil, salir inmune.

Les miré con un verdadero enfado. Mientras ellos discutían sobre qué hacer, amigos, familia, aliados, morían por evitar que los sombras entraran en la comunidad. Pero de repente fui consciente de algo que había dicho Malak.

- ¿Qué es eso de “una frase que nos dijo Alyson”?

- Nos dijo que los elementos no estaban destinados a luchar en batalla, que esa lucha la debíamos hacer si ellos. – Leia parecía estar desahogándose, como si este gran secreto la estuviese consumiendo por dentro.

Pero para mí su declaración significaba mucho más. No podía creerme que lo hubiesen mantenido en secreto, esto nos afectaba a todos y ahora la comunidad estaba en peligro y, al parecer, el camino de Adalia se separaba del mío, eso no podía soportarlo. 

Me separé de ellos y me encaminé hacia la casa, de repente se había posado un vacío en mi interior que hacía mucho que no sentía y que no creía que volvería a sentir. Era como si Adalia estuviese lejos de mí y no lejos físicamente, era una separación diferente.

- ¿Dónde vas? – preguntó Malak a mi espalda, ambos me seguían.

- A la casa, necesito ver a Adalia. – ni siquiera había notado lo mal que estaba hasta que mi voz sonó agotada.

- Aún no hemos decidido si debemos contárselo.

- No lo has decidido tú. – dije parándome en seco y señalándole con el dedo. Estaba enfadado. – Ellos dan su vida por salvar la de todos nosotros y ni siquiera le deben nada a este mundo. No se merecen una mentira así.

Eso le mantuvo callado y yo hiperventilé hasta llegar a la casa. No sé qué es lo que me pasa, siento como si me estuviesen arrancando algo, pero que ese algo no se iba del todo, se quedaba a mitad de camino, esperando…

Llegué a la casa y la abrí de golpe, el pomo de la puerta chocó contra la pared y dejó una marca, pero me dio igual.

- ¿ADALIA? ¿ADALIA? – grité una y otra vez mientras corría por toda la casa buscándola.

La hiperventilación aumentó cuando empecé a comprender que no estaba en la casa, ni ella, ni ninguno de sus hermanos. La sensación en mi estomago me indicaba algo que no era capaz de aceptar, algo que ni siquiera quería oír ni pensar.

- Habrán oído gritos y estarán fuera. – dijo Leia al ver que volvía de mi búsqueda con las manos vacías.

Y de repente lo vi. Solo era una servilleta con un par de líneas escritas y aún así, no pude ni siquiera acercarme a ella, de alguna manera sabía que eso era para mí. Mi cabeza parecía saber lo que esas líneas tenían que decirme, pero mi corazón no quería escucharlas.

Leia siguió mi colérica y triste mirada hasta esa servilleta y se dispuso a cogerla.

- ¡NO! – chillé. – Yo la cojo.

Yo no quería leerlo, pero menos quería que lo leyesen los demás. Así que me agaché hasta la mesa y cogí la maldita nota. Mis manos temblaban antes leerla y cuando lo hice, se convirtieron en puños.

“Tú me has dado la vida y el amor. Yo te entrego ahora mi corazón, siempre será tuyo.

Te amo. Adalia.”

¿Qué…qué significaba esto? ¿Se había marchado? ¿Me había abandonado? ¿Y… y por qué parecía una despedida definitiva? No lo entiendo.

Mi mente me bombardeó a imágenes que no quería ver, en todas ellas tanto Adalia como yo sufríamos más de lo que podíamos aguantar y en todas ellas, Adalia moría.

Era eso, se despedía porque no pensaba regresar, ninguno de ellos pensaba regresar. La hiperventilación estaba mareándome y la rabia me hacía destrozar todos los muebles de la casa, empezando por la mesa donde me habían dejado la nota, la cual había sido estampada contra la pared de una patada. Continué con algunas sillas, estanterías y así hasta que me acerqué a la zona del comedor, donde todo el material de estudio de Isaura estaba intacto, incluido el ordenador.

- ¡Para ya, Matt! – me rogó Malak mientras me abrazaba enganchándome los brazos. Más que un abrazo, parecía una camisa de fuerza.

- Se ha ido, Malak. – la presión de Malak, la impotencia de mi corazón y esa sensación de abandono en el estomago, hizo que me rindiera en mi intento de destruir la casa. – Se ha ido y no piensa regresar.

- Relájate, no pueden estar muy lejos. – siguió calmándome Malak, convirtiendo su camisa de fuerza en un abrazo fraternal.

- Ni siquiera sabríamos por donde buscar. – dijo Leia a nuestra espalda.

¡Eso es! Si ella había decidido terminar su vida de alguna forma, yo estaba dispuesto a pasar el resto de mis días buscándola, nada detendrá mi búsqueda hasta volver a tenerla conmigo.

Malak me soltó y se plantó delante de mí, obligándome a mirarle, como si eso me fuese a relajar. Pero yo ya no estaba frustrado, ahora tenía un propósito y lo perseguiría hasta encontrarla o hasta mi muerte.

- Pensemos con cabeza. – dijo Malak al cabo de unos segundos. - ¿Dónde han podido ir? Está claro que deben haber encontrado la manera de acabar con todo, de cumplir su propósito.

- Sí. – dijo Leia afirmando las palabras de Malak. – Pero Kai nunca les dejaría cumplirlo hasta no haber puesto a salvo a Eve. No iría a morir sin salvarla antes.

- Entonces… Irán primero a por Eve y luego… a lo que sea que hayan descubierto.

Pero mientras Malak decía sus frases confusas, yo no podía dejar de mirar la mesa del comedor, esa en la que Isaura había convertido en despacho y en la que Kai había dejado un ordenador a la espera de más noticias de la sombra. ¿Y si habían recibido noticias?

Me acerqué al ordenador lentamente, controlando cada paso que daba por miedo a derrumbarme, por miedo a que la frustración volviese a ganar a mi cordura. La pantalla estaba apagada, pero en cuanto toqué una tecla, la “bandeja de entrada” del correo de Kai apareció como si fuese mi salvación.

- ¿Y si las noticias que han recibido están relacionadas con el final de los elementos? – dije intentando no asociar “elementos” con Adalia.

- ¿A qué te refieres? – preguntó Leia.

- A esto… - y les enseñé la foto de Eve delante de una cueva.

- ¿Esa es la cueva del libro? – volvió ha preguntar Leia

- Eso parece. Y tenemos las coordenadas. – dije con una sonrisa.

- Pues no perdamos más tiempo. – dijo Malak.

Y tras eso, cogimos todo lo imprescindible y encaminamos en salir tras ellos. De alguna manera mi corazón había interpretado esto como esperanza, esperanza de volverla a besar, de cumplir mi promesa de volverla a ver, esperanza de un futuro a su lado. 

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Quería hacer una especial dedicación a mi caballero de brillante armadura, un gaditano que alegra mis días con un buenos días y que a veces me vuelve algo loca jejejeje!! sí alondecai, hablo de ti :D

También quisiera agradecer a todas las personas que me han apoyado con el tema de la denuncia de fuego e informaros que ya está todo perfectamente arreglado, como si no hubiese pasado nada...jejejeje!! Y también agradecer a los más de 1.800 seguidores ¡¡woow!! GRACIAS.

Y sin más que añadir, espero que les haya gustado este capi tan movidito y no se olviden de comentar y darle a la estrellita. Abrazoss!! 

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