Capítulo 36: En cabeza de carrera.

Capítulo 36: En cabeza de carrera.

ALEXA

Esto empezaba a ser divertido. Podía torturar a la putita cuanto quisiera, manejarla a mi antojo y desahogarme con ella si era preciso. Pero esta cueva… sin duda esta cueva superaba cualquier cosa que hubiese visto nunca. Y era mía.

Al entrar fue algo decepcionante, no nos pasaba nada a ninguno ni sentía nada especial. Hasta que miré a la inconsciente rubita, ella sudaba o parecía quedarse sin respiración en lugares en los que nadie más sentía nada, de hecho, me arrepentía enormemente de haberla dormido, me hubiese gustado que sintiera esas cosas estando consciente. Pero cuando llegamos a la sala, mi sonrisa fue tal que no pude evitar reírme a carcajadas, había sufrido una gran derrota hacía días, pero esto me volvía a poner en cabeza de carrera.

Todo aquí era grandioso, me acerqué a cada objeto con la intención de sentirlo. Coloqué mi mano a escasos milímetros del árbol muerto, no me atrevía a tocarlo, pero podía sentir como a pesar de estar muerto, un hilo de oscuridad recorría cada rama, de alguna manera, parecía estar esperando a que alguien lo despertara.

Igual le pasaba al resto de los objetos, todos tenían esa energía oscura que parecía estar esperando a ser despertado, pero sin duda, el pozo era lo que más energía tenía, o más que energía, era el que estaba más activo de los cuatro, como si hubiese sido despertado hace poco…

Ver a Billie también había supuesto un plus en mi estado de ánimo, me lancé a sus brazos nada más terminé mi examen de la sala y juntos nos reímos de todo lo que poseíamos, ni siquiera me importó las caras de Jhona al vernos así, Billie y yo nos convertiríamos en los reyes de los sombras, después de esto, todo el mundo, tanto los sombras como los de la luz, nos recordarán por ser los que encontraron el origen del mal, porque sin duda, era eso lo que significaba la cueva.

- Es magnífica. – dije una vez nos serenamos y mirábamos todo con mucha atención.

- Sí que lo es. Aunque también es algo desconcertante. – dijo Billie. - ¿Qué es exactamente esto?

- Creo que es la manera de equilibrar la balanza. Ellos tienen a los elementos y nosotros tenemos esto.

Los dos nos quedamos pensativos y con la mirada perdida. Casi podía oír sus pensamientos ya que estos se parecían a los míos: ¿cómo iba esta cueva a ayudarnos a ganar la guerra? Miré a la rubita, la cual aún seguía inconsciente, y ella me dio la respuesta a mi pregunta, estaba agonizando.

- Billie… - dije en voz alta para llamar su atención.

Enseguida supo lo que le pedía y tanto él como yo, nos acercamos a la rubia y observamos como su respiración era cada vez más lenta y como su tono de piel clara, empezaba a ponerse de color morado.  

- Está muriéndose. – dijo Billie mientras ponía el dedo índice y el corazón en su garganta. – Apenas tiene pulso.

Tuve un momento de alegría cuando Billie empezó la frase, al fin la rubia moría, al fin tenía mi venganza. Pero entonces recordé el porqué aún estaba viva, la necesitaba para un objetivo mayor, la necesitaba para matar a un elemento, es más, la necesitaba para atraer a los elementos a esta cueva y con un poco de suerte, matarlos a todos.

- No puede morir. Hay que sacarla. – volví a decir casi gritando.

La cogí de los brazos y la arrastré hacia fuera. No me importaba que se arañara o que resultase herida con mi brusquedad, pero Billie no fue tan desconsiderado y la cogió de los pies para que no arrastrara.

Acabamos el tramo corriendo ya que su piel estaba totalmente morada, su pecho no se movía y la cabeza le caía de lado. ¿Y si era demasiado tarde? No tenía buen aspecto y por primera vez en mi vida, me preocupaba lo que pudiese pasarle a un brujo de la luz.

- Billie, no puede morir. – dije desesperada mientras la tumbábamos entre las malezas de las afueras de la cueva.

De repente Billie se colocó a su lado, echó la cabeza de la rubia hacia atrás y empezó a practicarle un masaje cardiaco. Apretaba tanto el pecho de la rubia, que me sorprendía no escuchar el típico “crack” de costilla rota. Tras varios empujones a su pecho, llenaba sus pulmones de aire para pasárselo a la rubia.

Aparté la vista de aquella imagen, no podía seguir mirando mi error ¿cómo podía haberla cagado tanto? Sin ella, no tenía nada…

Pasaron los minutos y aún no me atrevía a mirar, solo escuchaba como Billie seguía en su intento de salvarle la vida a quien había arruinado la mía. Pero tras esos minutos agónicos, empecé a  oír los clásicos tosidos de alguien que volvía a meter aire en sus pulmones. Billie lo había conseguido.

- Tranquila, ya estás aquí de nuevo. – dijo Billie con voz tranquilizadora.

- Pero… ¿qué coño me habéis hecho? – dijo la rubia alterada una vez dejó de toser.

Se puso a arrastrarse hacia atrás, alejándose del hombre que le había salvado la vida y mirando de reojo cualquier ruta para escapar. No sé sí me había visto o no, pero desde luego me iba a ver ahora. Me coloqué en su trayectoria de huida y cuando su espalda chocó contra mis rodillas, noté como sus brazos empezaron a temblar de temor.

- ¿A dónde ibas putita? ¿Qué clase de agradecimiento es este para alguien que te ha salvado la vida?

Intentó levantarse para encararse a mí, pero sus rodillas le fallaron y tambaleó dos veces antes de volver al suelo.

- No hubiese necesitado ser salvada, si tú hubieras muerto en Londres, zorra. – había que reconocerlo, era valiente, pero también estúpida.

Estampé mi mano contra su cara y si no llega a ser por Billie, su cabeza hubiese golpeado contra una roca. Tenía que controlar mi ira, al menos hasta que matara a William.

- Se supone que no hay que matarla, ¿recuerdas? – me riñó, a lo que yo contesté con un movimiento de hombros y una sonrisa traviesa.

Cogí las cuerdas que rodeaban sus muñecas y la até a un árbol, alguien debía quedarse controlándola mientras Billie y yo decidíamos como íbamos a plantear este tema. Había que idear alguna manera de que los elementos aparecieran en la cueva, pero teníamos que conseguir que viniesen solos, no quería que un ejército de luces apareciese por aquí para volver a masacrarnos.

- ¿En qué has pensado? – dijo Billie una vez dejamos a la rubia con Jhona y otro de los soldados, el tercero se quedó con el humano que había traído Billie. 

- Hace unos días le mandé un e-mail a Will con una foto de su preciosa amada, aunque en la foto no salía muy preciosa que se diga… - todavía me reía al imaginar la cara que habría puesto al verlo, seguro que se volvió colérico y empezó a inundar las cosas…

- Podría funcionar. – dijo Billie sin necesidad de que le dijese nada más. – Ya tenemos las coordenadas y sabemos que son correctas, puesto que has llegado.

- Pero ¿cómo asegurarnos de que vienen solos? – el problema era ese, atraerles hasta aquí sería fácil con la ayuda de la rubia, ¿pero qué vinieran solos? Ese era el gran problema.

Ambos nos quedamos pensativos, el bosque era demasiado grande y nosotros demasiado pocos, sería imposible controlar que no se escondieran tras la maleza o tras los árboles, esperando el momento para reducir nuestro pequeño grupo. Aunque quizás ahí estuviese la clave, que éramos pocos.

- ¿Y si les decimos nuestra situación?

- ¿A qué te refieres? – preguntó Billie con las cejas juntas.

- Pues exactamente a eso. Les decimos que somos cinco, que tenemos a su chica y que si quieren recuperarla, tendrán que venir ellos solos. – era casi como si me emocionase.

- ¿Y acaso esperas que te hagan caso?

- No. Pero quizás sean demasiado confiados, podrían pensar que es una misión tan fácil que ellos solos la resolverían.  – iba a seguir exponiendo mi idea si no llega a ser por una risa descontrolada que llegaba de varios metros de nuestra posición.

Eve nos miraba y se retorcía de risa dando a entender que había contado un chiste o algo así.

- No sigas, por favor, me matas… - consiguió decir entre risas.

Quise acercarme para quitarle la risa de un puñetazo en el estomago, pero Billie me retuvo con fuerza e intentaba calmarme.

- No juegues con fuego, putita. – dije escupiendo las palabras, ya que no me dejaban pegarla, al menos la asesinaría con la mirada.

- Es difícil que ellos caigan en una trampa así ya que no pecan de soberbia, no como tú al menos. – dijo con una sonrisa de suficiencia. - Pero no cuentas con una cosa zorra, ellos tienen amigos, amigos que no se separan de ellos ni un segundo. Por no hablar de los amores, claro… cada elemento se ha enamorado, embrujado más bien, - rectificó. - de un brujo de la luz ¿acaso crees que ellos les dejarían ir solos?

¿Embrujados? Apenas había escuchado ese término en un par de ocasiones, mi maestro me lo comentó de pasada. Es algo fuerte, el mayor sentimiento que hay, eso explica porque todos los elementos han salido tan iluminados, porque era diferente esta vez.

Pero lo peor de todo lo que había dicho la rubia, era la veracidad de sus palabras. Ella tenía razón, dejaba muchas cosas al azar, esperaba que alguien puro de corazón, fuese tan creído como para venir solo. Por no hablar de que esto no era un juego, no jugaba a matar brujitos en Londres, aquí debía matar a un elemento, por mucho que llevase ventaja con la cueva y la rehén, ellos siempre tendrían algo que ni siquiera yo podría tener jamás.

- La cueva no es la única ventaja que tenemos. – dije en voz alta como si fuese una revelación. – Sé dónde se esconde el ejército de brujos y ¿sabes qué? A estas alturas, ya han debido de llegar muchos sombras de diferentes puntos del mundo.

- ¿Estás sugiriendo atacar la comunidad a la vez que les envías el mensaje? – preguntó Jhona.

- Dime putita. Si inicio una guerra contra vuestra base a la vez que le informo a William de tu ubicación, ¿qué crees que pasará? – mi pregunta era retorica e iba con toda la malicia que podía echarla.

De repente la rubita empezó a revolverse en su sitio, las rocas de alrededor empezaron a elevarse y ahora Billie sí me dejó acercarme a ella. Había dado con la solución y ella lo sabía, pero ahora que sabía lo que tramábamos, no podía dejar que siguiese despierta e intentara escapar.

Entre algunos golpes y un poquito más de cloroformo, conseguí dormir a la rubia, inconsciente no practicaría magia ni intentaría escapar. Ordené que se lo suministraran cada dos horas, la tendría dormida hasta el final.

- Jhona, necesito que llames a los de la base y que te informen de cuantos son. – él aceptó con la cabeza y sacó el teléfono que llevaba en el bolsillo. – Si son un gran número, les indicaré donde pueden vengarse de lo del otro día.

- ¿Por qué supones que van a querer volver a enfrentarse a los elementos? – a veces Jhona parecía no enterarse de nada…

- Porque ellos no estarán, estúpido. Al menos eso deben saber… - aunque sabía que William correría para encontrar a su chica, no podía decir lo mismo de los otros tres. Pero no me importaba, solo necesitaba matarle a él. – Diles de mi parte: “Esta vez atacaremos primero.”

ALYSON

“¡MADREEEE….! ¡Madre contesta, por lo que más quieras! – la desesperación se notaba hasta en mis pensamientos.

Llevaba días gritándola, pero desde aquella noche en la que yo regresé del trance al que ella me había sometido, no había vuelto a escuchar su voz, ni siquiera notaba una presencia que me vigilara, nada.

Y toda esta falta de noticias solo me llevaban a la desesperación, a veces hasta me sorprendía llorando por la soledad de mi mente. ¿Cómo podía hacerme esto? ni siquiera era algo que entrase en mi cabeza, llevábamos siglos deseando una oportunidad como esta ¿y de repente desaparece?

- Quizás tenga un plan que nosotros no sepamos… - dijo una vez el optimista de Paul tras contarle mis penas.

La verdad era, que si aún no había llegado a tirarme de los pelos, es por él. Siempre me consolaba y me tranquilizaba cuando lo necesitaba, parecía entender mi desesperación más que nadie y eso me gustaba, me gustaba más de lo que debería. Aún así, intentaba no pensar mucho en eso, bastantes problemas tenía ya, como para liar mi mente con cosas humanas.

Aunque él podría llevar razón, quizás esto formase parte de un plan de Madre, uno de tantos que no me cuenta y que solo me usa como su marioneta.

“Es eso ¿verdad? Otro plan que no puedes confiarme por si termino fastidiándola ¿Eh madre? – mis pensamientos eran cada vez más cenizos y aunque sabía que no me escuchaba, yo estaba dispuesta a desahogarme. - ¿Cuántos siglos hace que estamos juntas, luchando por un error que tú cometiste y por el que yo debo sufrir todos los días? ¿ves la injusticia, Madre? tú cometes un error y yo soy la que está aquí abajo intentando arreglarlo. Y mientras ¿tú qué haces? Pues sentarte a idear planes que solos puedes saber tú y que me obligas a acatar. – las lágrimas caían por mis ojos descontroladamente, menos mal que estaba sola, escondida entre los árboles que bordeaban la comunidad, no quería que nadie me viese débil en un momento como este.”

Entonces lo vi claro, todo lo que deseaba decirle desde hace años, todo lo que nunca me he atrevido por miedo a unas represarías que ahora nunca vendrían. Ella me había apartado de su lado, así que ya no era mi dueña, ahora era libre.

- Desde este momento, voy a dejar de pensar en que volverás. Desde este momento ya no te pertenezco. Desde este momento haré lo que me plazca, cuando me plazca y con quien me plazca. Y si lo que hago no está dentro de tus planes o no es lo que tenías pensado que debía suceder, será solo culpa tuya… ¿LO HAS ENTENDIDO? – justo cuando grité eso, me di cuenta que hablaba en voz alta, pero no fue hasta que oí unas palmas a mi espalda, cuando sentí vergüenza de mis palabras.

- Has estado increíble. – dijo la voz del entusiasta Paul, mientras aplaudía un par de veces.

Tardé unos segundos en recuperarme y en limpiarme las lágrimas que se habían quedado pegadas a mi mejilla. Era sorprendente como mis últimas palabras habían frenado el flujo de mis lágrimas, como si de verdad me hubiese despojado de todo lo que me tenía retenida.

- Estoy harta, Paul. Sé que ella me creó para ser su marioneta, pero se equivocó al ponerme sentimientos y a partir de ahora va a sufrir las consecuencias.

- Me parece bien. – dijo dando un paso hacia mí.

- Es que no sabes lo que he tenido que pasar en todos estos años, ni siquiera he vivido una vida normal, ni siquiera unos años. Merezco vivir.

- Estoy de acuerdo. – dijo dando otro paso y quedando a tan solo un par de metros de mí.

- Una vez se lo propuse, habíamos tenido una época larga sin elementos en la tierra y mis misiones eran muy esporádicas. Le propuse que me dejara ir al instituto, vivir lo que vive cualquier adolescente. Y ¿sabes lo que hizo? Me mandó a matar sombras. – todos los recuerdos me enfurecían a la vez que me aliviaban de haberme librado de todo eso de una vez por todas. - ¿PUES SABES QUE, MADRE? PIENSO IR A CLASES. – volví a gritar al cielo.

Pero Paul apenas cambiaba su expresión de la cara, siempre con una sonrisa torcida y con su misma actitud de conformidad.

- También me parece bien. – y volvió a dar otro paso.

Ahora solo estaba a un metro de mí, pero apenas era consciente de esa distancia, seguía con mi necesidad de desahogarme y mi boca parecía no querer callar.

- Siempre he querido enamorarme. Ir al instituto era la escusa para encontrar a alguien que me quisiera.

- No necesitas ir al instituto para eso. – y con un último paso más, se puso a escasos centímetros de mi rostro y susurró sus siguientes palabras, haciendo que su cálido aliento rozara mis labios y me provocaran sensaciones nuevas para mí. – Solo has necesitado encontrarme para que alguien te quiera.

Y tras eso, giró su cabeza ligeramente y rozó sus labios con los míos. Al principio fue tímido y cauteloso, supongo que esperaba una reacción por mi parte, pero yo ni siquiera era capaz de moverme y respirar a la vez, me sentía en shock. Y tras esos primeros segundos, él consiguió sacarme de ese estado rodeándome el cuerpo con sus brazos, entonces me sentí protegida y querida de verdad, por primera vez en mi vida, sentía lo que era sentirse querida. Y a partir de ahí, ya nada me detuvo a darle lo que tanto él como yo deseábamos.

ADALIA

Otro día más que pasaba y aún no había noticias de Eve. La desesperación de saber como estaba, se única a la incógnita de que estaría tramando Alexa. En todos los sombras que había visto en el tiempo que llevábamos en esta extraña vida, la paciencia no era algo que poseyeran, más bien solían ser imprudentes y temerarios. Pero Alexa, ella había demostrado paciencia y sabiduría en sus movimientos y eso era lo que le hacía ir por delante en esta batalla. Nosotros seremos los elementos, pero ella tiene a Eve.

Las emociones de los habitantes de la casa no habían variado mucho, solo Isa parecía estar pasando una extraña base, era como si no fuese capaz de estarse quieta, la espera le estaba pasando factura junto con su tristeza por la pérdida de su amigo. Así que, como consecuencia de ese estado de ánimo, había cogido todos los alimentos que había en la cocina y había cocinado sin cesar, ni siquiera calculaba la cantidad de comida que echaba a cada plato, ella solo cocinaba.

Hoy en la comida, Maura intentó concienciarla de la escasez de alimentos, del hambre en el mundo y de que no íbamos a ser capaces de comernos toda esa comida ni en una semana, pero ella ni siquiera parecía escucharla. Así que, ya que teníamos comida para al menos veinte personas, me había pasado la tarde invitando a gente a cenar, entre ellos estaba Ralph, Gadreel, Derek, Malak, Leia, Maura, Paul y Alyson, los cuales habían aparecido juntos y muy sonrientes, un par de generales y la chica que nos acompañó en la batalla, Dafne.

Empezaba a darme cuenta que había algo bueno en todo esto, el día se me había pasado más rápido con la espontánea cena. Al principio me preocupaba la reacción de Kai ante mi plan, pero tanto él como yo veíamos la cantidad de comida que había por todas partes, así que cuando le informé de mis planes, él tan solo dijo:

- No estaría bien tirar toda la comida.

Pero no mostró más interés en el tema, volvió a largarse durante todo el día y ni siquiera apareció hasta la hora de la cena. Esperaba, que de alguna forma, esas escapadas le estuviesen ayudando a sobrellevar todo esto y de continuar en esta situación, hasta yo me proponía hacer lo mismo. La casa no era un buen lugar para quedarse, ni la comunidad tampoco. Aquí todo el mundo parecía relajado, los entrenamientos continuaban, pero ya no se mascaba la tensión que había antes de la batalla. Y esa relajación también se notaba en nuestros invitados de esta noche.

Había puesto platos de comida por todo el salón, al no tener suficientes sillas para todos, había decidido hacerlo en plan picoteo, que cada uno cogiera de donde quisiera y se lo llevara a una silla o al sofá o se lo comiera de pie. Los invitados solo se encargaban de traer las bebidas, cosa que hicieron sin rechistar y con lo que se pasaron tres pueblos. Más nos valdría no ser atacados esta noche, ya que si se beben todo lo que han traído, van a ver el doble de contrincantes de los que hay…

La comida de Isa estaba bastante buena, las conversaciones eran amenas y en grandes grupos, todos bebían y se divertían, tan solo Kai y yo nos manteníamos al margen de tanta sonrisa.

- Sé que no te apetecía nada esto. – le dije a Kai.

Ambos estábamos apalancados en uno de los sofás, lo suficientemente retirados como para que nadie oyera nuestra conversación y nosotros no oyéramos las suyas.

- A Isa y a Dayan parecía hacerles falta. – me contestó mirando a los nombrados.

Tenía razón, por primera vez en días, ambos estaban sonriendo. Quizás no fuese mala idea después de todo…

- ¿Y tú cómo estás? – me atreví a preguntarle.

Al principio no me contestó, hasta dudé que me hubiese oído. Intenté ser paciente, la situación era difícil y la respuesta a mi pregunta debía serlo también.

- La echo de menos, Ada. – dijo en un suspiro. – Pero lo peor es mi mente, no deja de imaginarse todo lo que le estará haciendo y siento que voy a explotar.

- No dejaremos que eso suceda. – dijo cogiendo su mano en señal de apoyo.

El contacto entre ambos siempre era una sensación especial debido a nuestra conexión, podía sentir una milésima parte de su dolor, de su enfado, de su crispación… Así que se me ocurrió la idea de intentar mandarle algo de mi estado de ánimo, si yo podía sentirle a él, él debía sentirme a mí. Busque dentro de mí, recuerdos felices que pudiesen alterar a mi estado de ánimo, pensé en Matt, en mis amigos de casa, en mis padres.

- ¡Hey Ada! – dijo Derek en voz alta desde el otro lado del salón, lo que me hizo desconcentrarme de mis buenas emociones. - ¿Recuerdas el baile de tu instituto? Les estoy contando el show que montó tu novio para comprarse el traje…

Todos parecían muy animados con la historia, estaba segura que había grandes anécdotas entre Matt y Derek, pero en este momento no podía prestarles atención. Kai apretó mi mano fuertemente, obligándome a mirarle y ver unos ojos de suplica dirigidos a mí.

- No pares. – susurró.

Lo había estado consiguiendo, él me pedía que no parara de mandarle mi energía positiva.

Pero mientras todos reían en el salón, mientras se divertían, comían y bebían, y mientras yo mandaba mi energía a Kai, no éramos conscientes de lo que pasaba fuera. Las risas y el bullicio nos aislaban del exterior y no fue hasta que sentí un temblor de tierra, cuando llamé la atención de todos.

- SILENCIO. – grité dando un salto para levantarme del sofá.

Kai se levantó conmigo, debió de sentir el temblor, igual que yo. Pero a pesar de nuestra brusquedad, todos callaron y escucharon el exterior.  Hubo un segundo de silencio en el que pensé que habían sido imaginaciones mías, pero tras ese segundo, volví a sentir otro temblor seguido de gritos.

- Algo pasa fuera. – dijo Isa con voz asustada.

- Vosotros cuatro os quedáis aquí hasta que sepamos lo que pasa. – dijo Gadreel refiriéndose a Isa, Dayan, Kai y a mí. – Matt, lleva a tu madre a su casa. Malak y Leia os llevaréis a Paul y a Alyson a la Sede, ahí estarán seguros. El resto, veamos a ver qué pasa.

Iba haber protestado, pero Kai me frenó con un tirón de mi brazo. Las risas y el buen ambiente, había sido sustituido por los nervios y el caos. Todos empezaron a desfilar hacia la puerta, pero fui lo suficientemente rápida como para llegar hasta Matt y juntar mis labios con los suyos. No quería que se fuera sin despedirse, sin sentirle una vez más, no después de lo de Eve.

- Pienso volver, ¿lo sabes, no? – me dijo con una sonrisa y separándose solo un centímetro de mí.

- Pues cuando vuelvas, te esperará un beso mucho más largo. – dije guiñándole un ojo.

Hubo un par de besos más y se marchó. No me gustaba quedarme sin hacer nada y aunque entendía porque Gadreel había tomado esa decisión, nosotros estábamos aquí apara protegerlos a ellos y no al revés.

- ¿Creéis que debemos salir de todas formas? – sugirió Dayan.

Iba a contestar un sí enorme, pero Kai salió corriendo hacia la zona del comedor, lugar donde se encontraban los libros de Isa y un ordenador portátil continuamente conectado a Internet.

- Hay un mensaje. – anunció con un tono sombrío. – Es de ella.

- ¿Cómo lo has sabido? – pregunté confusa.

- He escuchado el sonido de mensaje nuevo cuando Gadreel daba las órdenes. Por eso te he frenado. – me contestó sin apenas apartar la mirada de la pantalla.

De repente algo se activó en mi cabeza, no podía ser casualidad que ella mandara un mensaje, después de todos estos días sin noticias, en el mismo momento en que parecíamos ser atacados.

- Déjame abrirlo a mí, no quiero que te cargues otro portátil. – dijo Isa arrancándoselo de las manos. – Es como el de la otra vez, un mensaje con una fotografía. “Si la quieres, ven a por ella.” – leyó.

- ¿Solo pone eso? – pregunté confusa.

- No, hay varios números también. – y tras decir eso, giró la pantalla y nos la mostró.

Ni siquiera sabía lo que era, los números no llevaban ningún orden ni coherencia, parecían puestos al azar. Los tres nos quedamos mirando la pantalla, esperando que la solución brotase sola mientras que a fuera, las voces y los gritos aumentaban de volumen.

- Son coordenadas. – dijo de repente Dayan. Entonces cogió el ordenador y buscó en Internet las coordenadas que nos había mandado Alexa. – Según esto, nos está llevando al interior de los montes Tridam, en Canadá.

Noté el nerviosismo de Kai en cuanto Dayan dijo el paradero de su novia. Esto no iba a ser algo que discutir, él ya había tomado la decisión de ir y no le importaba si le acompañábamos o no.

- Has dicho que había una foto también. Debemos verla. – dije en tono autoritario, tenía la esperanza que la foto no fuese igual de dura que la anterior, algo que hiciese a Kai pensar en lugar de actuar.

Isaura abrió la foto y ahí estaba ella, apenas mantenía los ojos abiertos y estaba tan magullada que costaba reconocerla, pero era ella, era Eve y ahora era yo, motivada por la rabia, la que quería salir cuanto antes en su busca.

- Bien, pues ya tenemos una misión. – dije con el mismo tono autoritario de antes.

- Espera un momento. – me frenó Dayan. - ¿No os suena de algo ese lugar?

Ni siquiera me había percatado del lugar, justo detrás de Eve se extendía una pared de roca sin apenas hierbajos, todo marrón y con una abertura que empezaba a ras del suelo y que continuaba hacia arriba y hacia los lados. Sí me parecía familiar, pero al igual que a mis hermanos, no éramos capaces de recordar porque. La abertura era bastante grande para ser de una montaña de esas dimensiones, cabría perfectamente una persona por ella.

- Es el dibujo del libro, el de la cueva. – dijo Isaura.

En cuanto lo dijo lo vi claro, Alexa había vuelto a ir un paso por delante de nosotros, no le valía con la ventaja de tener a Eve, ella quería asegurarse su victoria y para ello, había encontrado la cueva que acabó con la vida de los elementos.

El silencio fue escalofriante, Kai seguía pareciendo ansioso por salir hacia esos montes, pero también se le veía algo asustado por la imagen que tenía delante.  

- Debemos ir. – dijo Isa.

- Salvaremos a Eve y acabaremos con esa cueva. – dijo Dayan.

Ninguno de nosotros necesitaba saber la opinión de Kai en este asunto. Si el otro día eran dos “sí” contra uno y medio, ahora el medio se había decido y me dejaba a mi sola como única oposición.

No habría mejor oportunidad que esta. Yo ya había pensado que no quería que Matt me acompañase en ese viaje y si salíamos ahora, él ya llegaría tarde para impedírmelo, ni siquiera sabría por donde buscar. Pero el solo hecho de pensar que acabo de besarle por última vez, que iba a incumplir mi promesa de un beso mayor a su regreso, me mataba de pena.

- Bien, hagámoslo rápido. – dije sin mucho entusiasmo.

Los tres se dirigieron a recoger los objetos que creían necesarios llevar y yo rebusqué entre las cosas que se habían dejado los invitados. Necesitaba algo que nos sacara de este lugar con rapidez. Y como si la suerte nos sonriera por primera vez, encontré las llaves de un Jeep en el bolsillo de la chaqueta de uno de los generales.

Lo dejamos todo tal cual, la comida, las bebidas, los libros, el ordenador,… tan solo llevábamos un GPS con las coordenadas y un buen arsenal de armas. Solo algo de la casa era diferente, una pequeña servilleta con un par de frases escritas:

“Tú me has dado la vida y el amor. Yo te entrego ahora mi corazón, siempre será tuyo.

Te amo. Adalia.”

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Dedicado a Alvin Soto por todo su apoyo desde casi los inicios. Espero que te esté gustando y sobretodo, espero acertar con la cuenta a la que vincular el capi jajajajajaja!! . :D (ya te queda menos para cogerme o quizás ya lo hayas hecho....jajajaja!!)

Parece que el momento elementos-cueva está llegando...que nervios!! jajaja!! Y Paul?? que parecía una mosquita muerta y mirale...se llevó a la profeta...jajajaja!!! 

Espero que este capi os haya gustado y ya saben, pulsen la estrellita y comenten lo que les apetezca... Besos y abrazos!! :D 

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