Capítulo 30: El duende de la histeria.
Capítulo 30: El duende de la histeria.
ISAURA
Nunca pensé que ciertas palabras iban a provocar estos efectos en mí, que algo tan simple como: “iros a descansar, mañana salimos de viaje”, fuera a despertar al pequeño duende histérico que habita en cada ser humano y en concreto, en mí.
- ¿Y qué ropa me pongo? Espero que no haga mucho calor, no estoy acostumbrada a las altas temperaturas. ¿Será mejor llevar manga larga? Lo digo por el fuego, la ropa puede prenderse con más facilidad que la piel…
- ¡Dios, para YA! – dijo Dayan sujetándome para que dejara de correr por la habitación. - ¿Estás escuchando lo que dices?
La respuesta era no, no podía escuchar las trivialidades que salían de mi boca porque mi cerebro me chillaba las verdaderas preguntas, las que me dejaban sin respiración y conseguían que dijera estupideces.
- ¿Por qué no te das un baño relajante? Quizás te calme. – propuso al ver que mi estado de ánimo empeoraba por segundos.
¿Un baño? Mañana salimos hacia nuestra primera batalla y quizás la última ¿y él quiere que me dé un baño relajante? ¿acaso él no estaba nervioso?
- Un baño no evitará lo de mañana. – dije con un tono oscuro en mi voz.
- Todo saldrá bien, Isa. Estaremos juntos, los cuatro, no hay nadie que pueda con nosotros. – tras decir eso, me abrazó e intentó calmarme.
Él no parecía nada nervioso, solo parecía estar preocupado por mí y mi actitud. Y si me ponía a pensarlo, ninguno de mis hermanos parecía estarlo, todos estaban algo deseosos de acción y con ganas de partir mañana. ¿Acaso era yo la rara? O puede que esté exagerando, puede que todo pase tal y como lo han planteado Oliver y Dafne, como fácil y sin bajas.
Pero ¿cuándo un plan ha salido tal y como esperábamos? Dana dijo de ir al bosque para la activación y fue una emboscada que acabó con su vida. Cuando decidimos venir a la comunidad, decenas de sombras aparecieron de la nada. Volvemos a Minnesota, solo para hablar con los padres de Dayan, y nos vemos en una persecución de la sombra que intenta acabar con nuestra vida. Había que admitirlo, nuestros planes están gafados.
- Isa, reacciona. – dijo al ver que me había quedado totalmente inmóvil.
Solo había una cosa que podía hacer sin ponerme a gritar, pero sabía que a él no iba a apetecerle, aunque casi prefería hacerlo sola.
- Creo que necesito tomar el aire. – dije saliendo de la habitación.
Escuché las protestas de Dayan conforme bajaba las escaleras corriendo, pero no podía parar, necesitaba poder respirar.
Fuera la temperatura era fresca, perfecta para no sentirme aún más agobiada. La noche cerrada apenas te dejaba ver y era tan tarde, que habían apagado las farolas, la única luz procedía del cielo, de una luna entre cuarto creciente y llena, que te permitía ver donde pisabas.
Correr por el bosque sería arriesgado, este estaba lleno de grandes campamentos provisionales, de brujos esperando cualquier señal para atacar, por no hablar de la oscuridad que proporcionaban los árboles. Así que prefería correr por las calles de la comunidad, llegar a lugares donde no había llegado antes, pero sobretodo, volver a sentir esa sensación de libertad que solo me la producía correr.
No tarde en darme cuenta que no funcionaba, que lo que yo necesitaba era no pensar y este deporte siempre lo había utilizado para despejar mi mente de muchos pensamientos, para ordenar mis ideas y tomar decisiones, pero nunca para aislar mi mente de mi misma. Aún así seguí corriendo, al menos me cansaría y no me costaría tanto dormir esta noche.
Me recorría las calles prestando la máxima atención en cada cosa que veía, mi cerebro las enumeraba y las definía, cualquier cosa con tal de no seguir con mis macabras preguntas y mi actitud pesimista. Pero de vez en cuando sufría recaídas y no podía evitar que mi mente preguntara cosas como ¿qué pasará mañana? ¿habrá bajas? ¿quiénes?... Son preguntas que no debía hacerme, eso sí lo sabía, pero no podía evitar que mi cerebro pensara y mi duende histérico empezaba a abordarme.
- ¿Isa? – preguntó una voz femenina que salía de ninguna parte.
Miré a mí alrededor en busca de esa mujer, pero no fue hasta que ella salió de las sombras cuando la reconocí. Era Leia.
- Hola, ¿qué haces por aquí? – sabía que era una pregunta estúpida, ella podría preguntar lo mismo de mí, dado que se suponía que debía estar en casa descansando y no agotándome con carreras nocturnas.
- Ya, puedo preguntarte lo mismo, pero supongo que las dos hemos salido para evadirnos un poco, ¿me equivoco?
- No, no te equivocas. – contesté derrotada.
Me faltaba el aliento de la carrera y me sentía más cansada que nunca, no solo físicamente, sino mentalmente también, harta de tanto pensar y de tanto preocuparme. Quería ser como mis hermanos, sentir excitación ante una batalla fácil, desear querer usar mis poderes para matar a los malos. Pero no, yo tenía que preocuparme por todo, incluso por lo que me aseguraban que no pasaría…
- ¿Damos un paseo hasta la casa grande? – la casa grande era la nuestra y la pregunta era una manera de querer llevarme de vuelta a la seguridad.
Acepté con la cabeza, no tenía ganas de discutir con ella, ni de intentar huir, aunque dudaba que lo llegara a conseguir.
- Está bien, te contaré algo para que dejes de pensar en lo que no debes. – dijo ella mirándome con suspicacia. No le había dicho lo que me pasaba, pero debía de conocerme mejor de lo que creía. – Malak y yo nos estamos acostándonos.
Me paré en seco y la miré con los ojos tan abiertos que pensaba que se me caerían. No era una información que me pillase de sorpresa, he de reconocer que siempre había tenido la esperanza de que eso ocurriera, pero no esperaba que me lo soltara así.
- ¿Desde cuándo? – pregunté sin ser capaz de pestañear ni una sola vez.
- Desde que salí del hospital al regresar de Minnesota.
Intenté recordar lo que había hecho desde entonces, averiguar porque no me di cuenta del cambio entre ellos, pero desde que regresamos del viaje, habíamos estados centrados en la búsqueda del libro, en intentar descifrarlo y en la profeta.
- Y… ¿qué tal? – no sabía muy bien como preguntarla sobre el tema, no quería que me contara que tal era en la cama, pero necesitaba más detalles.
- Es solo sexo, Isa, no te hagas ilusiones. – dijo rápidamente. - Ambos hemos perdido a nuestro gran amor y somos, por decirlo de alguna manera, almas pisoteadas por el destino.
- Muy profundo. – dije intentando no reírme, solo que no lo conseguí y Leia acabó uniéndose a mí. – Mientras los dos sepáis lo que queréis, todo estará bien. – dije una vez me serené.
Era sorprendente como la presencia de Leia o de su noticia, podía hacerme olvidar todas mis preocupaciones e incluso conseguía que riera hasta llorar.
Seguimos paseando en dirección a la casa y una vez allí, nos sentamos en las escaleras de la entrada y estuvimos un rato más con la conversación sobre Malak y con la confesión de todas las manías que tenía. Por ejemplo, no podía salir de casa sin mirarse tres veces en el espejo, dice Leia que ni se arregla ni se retoca nada, solo se mira.
Pero tras media hora de risas y chismorreos, al final se despidió e insistió que no saliera de la casa.
- Vete a descansar, por favor. – dijo tras besarme dulcemente en la mejilla.
- Duerme bien. – le contesté con un guiño de ojos y buscando la doble intención en la frase.
Entré a la casa a regañadientes, sabía que Dayan iba a estar preocupado por mí y que me iba a tocar hablarle sobre mi estado de ánimo, cosa que no me apetecía mucho.
- ¿¡Alan!? – pregunté sorprendida nada más abrir la puerta. - ¿Qué haces aquí a estas horas?
- No quiero que vayas mañana, podrías quedarte aquí conmigo, vigilaremos la comunidad, podrías decirles que tienes una corazonada de que algo va a pasar aquí y que debes quedarte…
- ¡BASTA! – grité para conseguir que me oyera. – Sabías cuales eran mis obligaciones antes de venir.
- Eso no significa que lo acepte. – dijo sin dejarme hablar más. – Vine para protegerte y ahora resulta que te vas a una batalla y que yo me quedó aquí junto con un chico con complejo de organizador de eventos.
No pude evitar reírme de la exacta descripción de Paul y su obsesión con ayudar a Gadreel con la organización de todos los recién llegados. Pero aún así, él había decidido quedarse para ayudar y a sabiendas que yo era parte de todo esto y que mi presencia iba a ser requerida en las batallas.
- No me quedaré Alan, lo siento.
- ¿Pero por qué no? Tú tampoco quieres ir. – su actitud empezaba a ser algo infantil, pero le entendía perfectamente, yo en su situación estaría haciendo exactamente lo mismo.
- Porque no me quedaré sabiendo que esa decisión puede costar la vida a mucha gente, entre ellos Dayan y mis hermanos. – eso hizo que esta discusión se terminara.
Él sabía que era el único motivo por el que iba y que era un motivo lo suficiente importante como para no echarme atrás, él sabía que era una decisión irrevocable. Pero claro, lo que no me esperaba era su reacción y la conclusión a la que llegó.
- Pues ya que no puedo evitar que vayas, iré contigo. – la risa volvió a mí de forma escandalosa.
Era la mejor broma que me habían contado, eso desde luego. Pero su cara de seriedad y su mirada intensa, esa que antes me volvía loca, hizo que fuese parando la risa poco a poco hasta convertirla en un enfado tan grande que me hizo contestarle chillando.
- TÚ NO VENDRÁS A NINGÚN LADO, ¿LO HAS ENTENDIDO? – ese duende que creí olvidado tras la conversación con Leia, volvía a posarse en mis nervios, atacándolos con toda su artillería y haciéndome hiperventilar.
- Buenas noches Isa. – dijo mientras recibía otro beso en mi mejilla.
Mi cuerpo temblaba de pura ira, pero era tanta mi frustración, que los músculos de mi cuerpo estaban completamente paralizados y para cuando estos se movieron, Alan ya se había marchado de la casa.
Ahora seguro que no podía dormir, tenía tanta rabia acumulada, que estaba segura que partiría la cama a base de patadas.
Volví a salir de la casa, esta vez iría oculta entre las sombras y los árboles, no quería que Leia o cualquier miembro de esta comunidad, me viese vagabundear por las calles. Pero al menos ahora tenía un destino fijo, un plan para liberar toda la tensión que tenía acumulada, provocaría tal ventisca, que no quedará nada a mí alrededor. Y solo había un sitio donde poder hacerlo, el campo de entrenamiento.
ADALIA
Matt se había quedado dormido como un tronco, los entrenamientos de hoy habían sido agotadores, ¿pero acaso no sentía algo de nervios por lo de mañana? Yo creía estar a punto de estallar, mi cerebro no hacía otra cosa que crear posibles escenarios e intentar ganarlos.
Al final y tras dar unas quince vueltas en la cama, me levanté y bajé a la cocina. Hacía rato había escuchado la puerta, pero no me había molestado en ver quien sería. Aún así, lo que menos esperaba era encontrarme la cocina llena de gente.
- ¿Tú tampoco puedes dormir? – preguntó Kai mientras daba vueltas a un vaso de tubo, el cual supuse que tendría de todo menos agua y miraba a su compañero de bebidas, Dayan.
- Al parecer vosotros tampoco, ¿o acaso hay una fiesta privada? – la pregunta era irónica y enfocada al vaso de alcohol que tenía delante.
- El alcohol ayuda a dormir, ¿lo sabías? – tanto Dayan, que aún no había abierto la boca, como yo, nos empezamos a reír a carcajadas.
Era eso lo que necesitábamos, un momento de normalidad, risas y conversaciones cotidianas. Así que me senté en el taburete que había a su lado, cogí otro vaso, eché unos hielos y vertí la misma bebida que estaba tomando él, si se trata de desconectar, pues desconectemos.
- ¿Dónde está Isa? – pregunté antes de hacer el brindis.
- Empezó a agobiarse y salió corriendo, supongo que iría a buscar un poco de aire para despejar las ideas. – dijo Dayan, a lo que yo le devolví una mirada envenenada por dejarla sola. – Créeme, es mejor que lo solucione ella misma, sino no se le irá de la cabeza y no tendrá la mente despejada para mañana.
Eso último fue lo que acabó de convencerme, necesitaba que estuviese cien por cien activa y sin pensamientos que pudiesen distraerla, lo necesitaba para poder estar tranquila, no estaría cien por cien alerta si ella no lo está.
Bebimos un poco más e intentamos que las risas no se escucharan en la planta de arriba, ya que según Kai, Eve dormía a pierna suelta, como Matt.
- Se me ha ocurrido una idea, - dijo Kai al ver que una risa se subía de tono y temíamos haber despertado a alguien. – vayamos al campo de entrenamiento, usemos nuestro poder sin reservas.
- ¡Uuhh! ¿Propones una batalla entre elementos? – dijo Dayan mientras daba saltitos en su taburete.
- Os dejaré tan destrozados, que me suplicaréis piedad. – dije yo sintiendo la misma excitación que Dayan.
No hizo falta decir nada más, el alcohol parecía haberse apoderado de nuestra cordura y los nervios por lo de mañana, habían conseguido que los tres saliésemos corriendo de la casa en dirección al campo de entrenamiento.
Dayan ganó la carrera, la cual no había sido para nada silenciosa y tras nuestro paso, se escuchaban siseos y se veían luces que se encendían. Pero Dayan, a pesar de su tamaño, era incluso más veloz que Kai y así se lo estuvo recordando durante un buen rato.
- Bien, norma número uno. – dije una vez ellos terminaron de vacilar sobre lo machos que son. – Está prohibido matarnos entre nosotros, los golpes o los poderes, no podrán ser dirigidos a traición o por la espalda, debemos llegar a mañana al menos. – esa última parte de la frase, aunque mi intención era decirlo en broma, quedó algo más siniestro de lo que pretendía y tanto Kai como Dayan lo notaron.
- Está bien, nada de muerte ni de golpes a traición. Suena lógico. – dijo Dayan mientras se alejaba de nosotros unos cinco o seis metros. - ¿Preparados?
- Espera, - dijo Kai con las manos en alto. - ¿No hay norma número dos?
- Sí, un golpe por vez, así no nos saturamos. – dije retrocediendo la misma distancia que Dayan. – Y me toca a mí.
Y sin avisar más, le lancé bolas de fuego, del tamaño de pelotas de baloncesto y a intervalos de un segundo. La primera no iba a su cuerpo, no quería ser la primera en incumplir la norma número uno, pero la segunda sí y él la paró lanzando una gran muralla de agua que apagó a esa bola y a cinco más que llegaban tras ella.
- Me toca. – dijo Dayan.
Y tras decirlo, el suelo empezó a temblar a mi espalda. Al principio el temblor estaba al final del campo, pero sentía como algo se acercaba por debajo de la tierra. No sabía qué hacer puesto que no veía que era lo que me iba a atacar, el temblor cada vez era más fuerte y no pude evitar dar dos pasos hacia atrás y sentir algo de angustia por no ver a mi enemigo. Y a tan solo medio metro de mí, el suelo se rompió y de él salió una fina rama que se envolvió en mi tobillo y me elevó tan rápido, que ni siquiera mi cabeza chocó contra el suelo al ponerme boca abajo.
Seguía algo paralizada por la impresión, me encontraba a tres metros del suelo y con la cabeza apuntando a él. Y si eso era malo, la siguiente frase fue aún peor.
- Me toca. – dijo Kai.
Y un chorro de agua salió de sus manos en dirección a mí. Ahora tenía dos cosas de las que preocuparme, la rama que me tenía en volandas y el agua que venía hacía mí.
Paré el chorro de agua con uno similar de fuego, sentí la conexión con mi hermano casi al instante y dado que Dayan también participaba de alguna manera en esta asociación de poderes, él también estaba dentro de mí cabeza.
- ¡Vaya, mira lo que hemos descubierto! – dijo Kai con alegría.
Su estado de ánimo más la sensación de extrañeza por parte de Dayan, empezaba a saturar el ambiente de mi mente.
Aunque no duró mucho tiempo, empezamos a notar como algo tiraba de nosotros, como si fuese un fuerte viento que intentaba desgarrar el fuego que salía de mis manos. Y no fui la única que lo sintió, Kai sentía que movían el agua hacia un lugar que él no había ordenado y Dayan luchaba por mantener la rama en su sitio, aunque para él su mayor preocupación era yo y mi caía de tres metros hasta el suelo.
- Isaura. – pensamos los tres a la vez.
No me dio ni tiempo a preocuparme por mi cabeza contra el suelo, Isa consiguió apagar mi fuego y mover el agua de Kai, lo que nos sacó de nuestra conexión. Un segundo después, escuché el “crack” característico de una rama rota y sentí como mi cuerpo caía en consecuencia. No llegué a estrellarme por centímetros, Isa había creado una bolsa de aire ente el suelo y yo y eso había frenado el golpe.
- ¿Acaso estáis todos locos? – preguntó con una voz de completa indignación.
Fue Dayan quien se acercó a ella lentamente, su postura era tan tensa, que de no ver que se trataba de la mujer más dulce que conocía, hubiese jurado que se liaría a golpes con él.
- Estábamos jugando, Isa. – dijo en un susurro. Pero aunque la mirada pasó a ser de incomprensión, no relajó la postura ni un milímetro. – No podíamos dormir y decidimos venir a entrenar.
Era una explicación muy light de lo que había pasado, había suprimido la parte del alcohol, de la competición sobre quien era más rápido o sobre quién era más fuerte a nivel de poder.
- Podríais haberos hecho daño. – dijo ahora algo más calmada, lo que nos animó a Kai y a mí a acercarnos.
Tuvimos varios minutos de silencio, Isa nos miraba a los tres sin terminar de comprender el motivo que nos había llevado a esta locura y nosotros mirábamos al suelo avergonzados por nuestros actos. Ahora que lo pensabas, había sido una imprudencia, era demasiado probable que esto hubiese salido mal de no llegar a aparecer Isa.
Pero tras ese rato de incomodo silencio, Isa nos volvió a sorprender con sus palabras:
- ¿Entrenamos? Pero sin pelear, ¡eh! – todos levantamos la cabeza y la sonreímos.
Isa era la que más necesitaba los entrenamientos, sea lo que sea que había estado haciendo antes de llegar al campo de entrenamiento, no le había servido para nada. Su postura tensa no se relajó hasta que se puso a jugar con el aire, solo que en lugar de un juego infantil, Isa consiguió mover las pocas nubes que había en el cielo y lo dejó completamente despejado.
El resto practicamos un poco hasta que vimos que el poder de Isa nos superaba de tal manera que era incluso humillante. Al final acabamos sentados en el césped y observando cómo creaba remolinos, levantaba las piedras e incluso levitaba mandando el aire hacia el suelo.
No sé cuánto tiempo pasó, ni cuantas horas había estado Isa soltando todo el aire acumulado, pero sí sé que se nos hizo de día, que los primeros rayos de sol aparecían entre las montañas y que el cielo estaba cada vez más azul. Pronto el prado se llenaría de gente dispuesta para salir a la batalla, pero por ahora, los elementos necesitábamos una buena ducha.
ALEXA
Un vuelo nocturno nos permitió alcanzar a los canadienses antes de que estos se acercaran más a la comunidad, aún quedaban muchos kilómetros hasta ella, pero cuanto más lejos estemos de ellos, mejor.
No tardé en convencer al grupo de mi plan, todos eran unos brutos con poco conocimiento de estrategia, pero todos eran fuertes y hábiles tanto con la fuerza bruta, como con la magia.
Conmigo habían viajado tantos como cogíamos en un avión regular, pero aún faltaba más gente y tenía que calcularlo todo para que la batalla no empezase antes de que ellos llegaran. Claudio y Braulio viajaban con ellos y eran los encargados de mantenerme informada, mientras que yo había venido con el hombre sin nombre de los esteroides y los mejores soldados entre mi ejercito.
- ¿Qué es lo que te mueve para que tengas esta misión suicida? – me había preguntado el nuevo sombra mientras sobrevolábamos las queridas tierras americanas.
- Por si no lo sabes, la profecía habla de acabar con todos los sombras y da la casualidad que yo soy una de ellas. – contesté sin apenas mirarle.
En cambio, yo notaba su mirada centrada en mí, como si estuviese estudiando cada movimiento que hacía y cada palabra que decía. En muchos aspectos me recordaba a Billie y a lo mucho que le extrañaba. Él sabría qué contestarle a este tipo, él era más de hablar que yo.
- Sí que lo sé, pero nunca me planteé liderar un ejército. – dijo con algo de sarcasmo. – Tiene que haber algo más, una vendetta contra alguien o algo así.
- No me interesa saber tu nombre por una razón y por esa misma razón, no hablaré más del tema. – y con esta frase, cualquier conversación quedó zanjada en lo que quedaba de viaje.
Pero al tocar suelo, recibí otra buena noticia que incrementaba mi estado de ánimo, mi antiguo grupo de Londres estaba pisando suelo americano. No tardé en darle las coordenadas del lugar al que debían dirigirse y de avisarles para que se preparasen.
- ¿Para cuándo se espera movimiento, jefa? – me preguntó uno de los nuevos mientras me sacaba de mis pensamientos.
- Para el medio día. – contesté mientras me sentaba en una roca que había bajo un árbol.
- Pues entonces debería ir a descansar, mañana será un día muy largo. – un bostezo me delató y evitó que pudiese reprimirle por su impertinencia.
- Está bien, tú te quedarás vigilando. – dije cediendo mi sitio en la roca.
Mañana todo será un caos, volveré a tener a William y a la rubia cara a cara y aunque eso me generaba cierta necesidad de venganza, debía de relajarme y descansar, mañana no es día de errores. Pero como bien he dicho, todo será mañana.
ALYSON
“Sigo sin entenderlo, Madre. ¿Dices que en la batalla pasará algo y que debo dejarles ir? ¿Cómo puedes pedirme tal cosa?” – mi indignación superaba los limites jamás vistos.
Me había despertado en mitad de la noche para darme esta noticia, para decirme, solamente, que algo malo iba a pasar en la batalla a la que se dirigían los elementos, pero que no podía hacer nada por evitarlo.
“No necesitas entender nada más.” – dijo ahora con voz enfurecida.
“Me da igual como te pongas, Madre, pienso decirles que es una trampa.” – me levanté de la cama, fui al armario y cogí lo primero que vi.
Pero no llegué muy lejos, Madre es demasiado poderosa para pertenecer a un mundo de hombres. Mis piernas se paralizaron, mis brazos quedaron en una extraña postura y lo único que me dio tiempo hacer antes de quedar paralizada por completo, es controlar la caída para no darme contra nada.
“¿Cómo te atreves?” – la mente me funcionaba a la perfección, era el cuerpo lo que me había paralizado, ni siquiera podía pestañear, ni hablar. – Madre, por favor…
“Tú te lo buscaste, hija. Prometiste obedecerme y esto es demasiado importante como para permitir un acto de rebeldía por tu parte.” – contestó ella sin un ápice de arrepentimiento.
No supe que más decir ya que sabía que daba igual lo que dijera, solo me quedaba esperar a que Madre me levantara el castigo, pero ¿cuándo sería eso?
“En cuanto la batalla acabe, volverás a moverte. Te necesitaré entonces y has de obedecerme en todo momento, ¿has entendido?” – eso parecía más una amenaza que una información de mi futuro.
“Entendido” – dijo tras unos minutos de dudas.
Solo tenía ganas de discutir con ella, de decirla que no volvería a seguir sus órdenes y que me dejara vivir una vida tranquila. Pero en el fondo sabía que era la rabia la que hablaba por mí y que si Madre había decidido dejarlo en secreto, era por una buena razón, aunque yo ahora no la entienda.
“¡Bien! Pues ahora descansa hija mía, lo que te espera a la vuelta de los elementos, será muy duro.” – y sin más, sentí como me abandonaba y me dejaba casi sola con mis pensamientos.
Y digo casi porque yo nunca estoy sola, ella siempre está ahí, escuchando cada pensamiento que pasa por mi cabeza.
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Capítulo dedicado a.....(redobles de tambores) @Panda000, muchas gracias por tu apoyo y por esperar paciente a que te dedicara un capi :D espero que te haya gustado.
Y hoy traigo noticias...uuhhh!! por fin, Saga Elementos tiene página en Facebook...¡¡¡biennnn!! les invito a darle "Me gusta" y para los que me lean y aún no me tengan en FB, mi usuario es Mysagy Maria ¡¡busquenmé!!
Y ya solo me queda decir que espero que les haya gustado y no se olviden de votar y comentar. Un abrazo gigantesco :D
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