Capítulo 9: La búsqueda
WILL/KAI
Los tíos de mi chica misteriosa me habían dicho que habían salido a dar una vuelta. Casi me dicen el nombre de la chica, tuve que cortarles en mitad de la frase e intentar decir, educadamente, que no estaba interesado en nada más.
Hubiese sido tan fácil dejar que hablaran, sonsacar el nombre de la protagonista de mi obsesión, ¿por qué tenía que hacerlo todo tan difícil?
En fin, me subí en la moto y fui muy despacio, mirando por cada calle y chequeando a toda chica con la que me cruzaba, algunas hasta se sonrojaban al reconocerme. Fui directo hasta la plaza que es donde supuse que su prima se encontraría con sus amigos.
Llegué a una calle casi desierta, iba con la moto casi al ralentí, hacía más ruido que otra cosa. En esta calle solo había una chica que parecía estar buscando algo. No la reconocí de inmediato, era muy atractiva, con unas largas piernas que eran visibles debido a unos pequeños pantalones cortos. También llevaba un top rojo que llamaba mucho la atención, dejaba los hombros al descubierto y se podía ver una piel suave y blanquecina. Me encanta el verano por la cantidad de chicas nuevas que llegan al pueblo.
Pero entonces me fijé bien en su cara, su mirada era dura y aunque llevaba maquillaje, cosa que no me gustaba por cierto, la reconocí en cuanto me miró.
Sonreí por dentro, la había encontrado y estaba claro que alguien había jugado a las modelos con ella. Se la veía incomoda y también algo avergonzada. Pero a pesar de todo, siguió con su actitud de hacer que le importaba menos que la mierda.
Giró todo su cuerpo y se quedó de cara a la pared intentando hacer que no la reconociera, pero ya era tarde. Aparqué la moto de mala manera y me bajé, fui andando hasta estar demasiado cerca de ella y entonces la dije:
- ¿Ocultándote de mí, encanto?
Se giró y me miró con una extraña mirada, parecía nerviosa por mi cercanía. Retrocedió todo lo que pudo hasta la pared. Parecía un cervatillo acorralado, buscando con la mirada la manera de salir de aquí.
- He ido a casa de tus tíos a preguntar por ti. Bueno, no por ti exactamente, sino por tu prima. – la dije para intentar romper el hielo.
- Esta en la plaza. – ella me malinterpreto.
- No la quiero ver a ella. Solo he preguntado por ella porque no sé tu nombre, iba a quedar raro presentarme en casa de tus tíos y preguntar por alguien sin nombre, ¿no crees? – era tan graciosa cuando parecía en desventaja.
- Supongo que habrás preguntado cómo me llamo y que ellos te lo habrán dicho. – otra vez se equivocaba.
- En realidad no, prefiero oírtelo decir. – la mirada que me echó fue de puro desconcierto, la verdad es que no podía culparla, este tema de su nombre era de locos. Pero dije de esperar y así lo haré. – Esperaré a que se te escape a ti solita. Pero sería un detalle que me lo dijeras ahora, quizás, solo quizás, te dejaría en paz.
Parecía que estaba en una especie de trance mental, no decía ni hacía nada, ni siquiera pestañeaba. Entonces algo cambió, pareció darse cuenta de algo y dijo:
- ¿Me enseñas el pueblo? Se lo he pedido a mi prima pero solo hemos llegado hasta la plaza.
- ¿En moto o andando? – contesté a su extraña petición.
Pero no pude evitarlo, la sonreí de una manera que no había sonreído a nadie en muchos años. Realmente me hacía feliz estar con ella, algo incomprensible ya que no paraba de lanzarme miradas de odio y advertencia.
- Andando. – dijo devolviéndome la sonrisa.
Y entonces el tiempo se detuvo, al menos en mi mente se detuvo, recordaría esta hermosa sonrisa de por vida. Da igual que se fuera a ir en unas semanas, esta era una de esas sonrisas que te perseguirán vayas donde vayas, nunca verás una sonrisa igual. Sus ojos se iluminaron y por primera vez no había odio en ellos.
Tenía que serenarme, me faltaba hasta la respiración. Me estaba haciendo débil por culpa de esta niña. Fui hasta la moto y la aparqué de manera más decente, si íbamos a andar, no podía dejarla de cualquier manera. Pero si podía dejarla sin candado, aquí nadie me la robaría.
- Bien, ¿pues por donde quieres empezar? – la dije con un tono de voz algo amargo, aun seguía molesto conmigo mismo por mis sentimientos hacia esa sonrisa.
- Sabes, si no quieres no hace falta que me acompañes. Sé manejarme bastante bien. – dijo ella algo indignada y cruzando la calle para empezar el viaje turístico sin mí.
Salí corriendo detrás de ella y fui andando a su lado sin decir nada. Ella me miraba de reojo y yo no podía apartar los ojos de ella. Tenía que averiguar cuál era el motivo de mi obsesión, es decir, sí, es guapa, pero he conocido a muchas chicas guapas y ninguna me ha hecho esto. Ninguna me ha hecho débil.
- ¿Por qué me miras tanto? – dijo ella parándose en seco – No estoy muy acostumbrada a estar con gente pero estoy segura que esto se considera acoso.
- Que más quisieras pequeña. – contesté con mi sonrisa de conquistador, la que usaba con las chicas para…bueno, ya saben para que.
- Supongo que no lo puedes evitar. – dijo sin más y continuó la marcha.
La seguí ahora sin mirarla, pensando en sus últimas palabras y en su significado, ¿qué habría querido decir con eso de que no lo podía evitar? Tenía que preguntarlo.
- ¿Qué has querido decir? – dije algo seco.
- Pues eso, que no puedes evitar ser como eres. Aquí todo el mundo te trata como si fueras un Dios y cuando llega alguien que te trata como lo que te mereces, te entra esta clase de obsesión o de acoso, como quieras llamarlo. – ni siquiera me miró ni una sola vez, parecía seguir buscando algo.
- No sabes nada de mí. – la dije con toda la amargura que pude, aunque había que reconocer que había dado en el clavo.
Estaba claro que solo me importaba porque yo no le importaba a ella, si llega a ser como el resto de chicas de por aquí, sería una más para mí. ¿Por qué no podría ser como el resto? Sería mucho menos desconcertante, seguramente tendría algún encontronazo con ella y listo, a otra cosa. Pero no, ella tiene que pasar de mí y volverme loco.
- Seguramente sea así, pero es cierto ¿no? ¿Estás harto de la gente como mi prima, besando el suelo que pisas y adorándote con cada cosa que haces? – ahora se había detenido y me miraba con mucha intensidad.
- ¿Acaso eres alguna clase de psicóloga? – dije encarándome a ella.
Sí, estaba molesto porque estaba dando en el clavo con todas sus palabras, estaba molesto por ser tan trasparente para sus ojos y ella ser toda una incógnita para los míos.
- No, no soy psicóloga. Pero sí observadora, conozco a muchos como tú que se creen superiores al resto, el más machito por tener una moto y por ir asustando a la gente con sus palabras y actos. – parecía estar usándome para descargar sus problemas, pero esto me hacía conocer más de ella y por mucho que sus palabras me dolieran, no podía dejar de oírlas. - ¿En serio crees que la mejor manera de que te respeten es ir partiendo la cara a todo el mundo?
- Yo no hago eso, ni voy amenazando a nadie. Ellos son los que creen esa basura y al parecer tú te la crees también. – seguía encarada a ella, mirándola con furia en mis ojos.
Pero ella estaba lejos de achantarse, se encaró también a mí y quedamos a escasos centímetros el uno del otro.
- Has hecho llorar a mi prima del miedo que te tiene. Piensa que me pegaras y humillaras en público por lo que te hice ayer. ¿Acaso crees que se pone así por gusto? Te tiene miedo, como todo el pueblo.
- Y tú, ¿me tienes miedo? – dije con mi sonrisa feroz.
Ella me devolvió una sonrisa mucho más feroz que la mía, por un momento me asustó, pero era su cercanía lo que más me asustaba, mi corazón iba tan rápido que estaba seguro que lo oiría latir.
- No te tengo miedo, William. Más bien debería ser al contrario. – otra vez mi nombre en sus labios y otra vez que odiaba como sonaba.
No la contesté, ni siquiera la dije nada. En lugar de eso me quedé donde estaba, a escasos centímetros de su rostro y respirando su dulce aroma a jazmín. Cada bocanada de aire era un recuerdo de mi madre en mi mente, de su perfume, de las veces que la veía poniéndoselo para salir a una de tantas fiestas que acudían.
Y otra vez me entraron ganas de contárselo todo, contarle quien soy realmente y como soy, lo mucho que odiaba a la gente de este pueblo y lo mal que me llevaba con mi padre porque me obligaba a llevar una vida que no quería.
Quería hablarla de mi madre, de lo que ella significo para mí y que por su pérdida me convertí en lo que soy ahora, un ser amargado y sin verdaderos amigos en los que apoyarme. Y todo por mi culpa, si hubiese actuado de otra manera nada de esto hubiese pasado.
Pero entonces las palabras de Samantha vinieron a mí como una puñalada en el corazón: “Sé lo que es un amor de verano y la huella que deja eso dentro de ti. Por mucho que esos momentos sean los mejores de tu vida, no se lo deseo a nadie. La pérdida es mucho peor, no merece la pena.” Como odiaba a esa mujer por haber sembrado esta duda en mi cabeza.
- Sigamos. – dije separándome de ella y provocándome esa molesta sensación en el estomago que ya se hacía más que familiar.
No volvimos hablar, ella seguía con esa extraña postura de buscar algo y yo ahora ya no la miraba, o no con tanta frecuencia como antes.
Llegamos a una zona que me era muy familiar, al hotel Cost, donde anoche me enrollé con quien ahora será mi futura hermanastra.
La chica fue como olisqueando la zona, era tan extraña… Se paró en seco justo en el lugar donde yo había aparcado mi moto ayer y una cara de autentico pánico se cruzó por su rostros, tanto que me asustó.
- Eh, chica sin nombre, ¿estás bien? – dije acercándome a ella.
- No, para. Aléjate todo lo posible de mí. – dijo señalándome con el dedo la zona más alejada de la calle.
- Pero…
- Que te largues hacia allá, por favor. – ese “por favor” fue lo que me convenció.
No parecía ser de las que rogaran nada, así que debía concedérselo. Me aparté y la observé con mucha atención. Iba de la zona donde yo aparqué la moto hasta la puerta del hotel, ponía caras de asco como si lo que sea que estuviese oliendo no fuese de su agrado.
Entonces entró en el hotel y ahí ya no supe que más estaba haciendo. ¿Qué clase de comportamiento era este? ¿acaso esto se debe de convertir en un misterio más sin resolver? ¿otra cosa que añadir a la larga lista de rarezas de esta chica sin nombre?
EVE
No podía creérmelo, había sombras en el pueblo. Solo Ralph puede mandarme de vacaciones a un sitio donde se esconde uno de los cuatro elementos y el pueblo está lleno de sombras.
Al menos olía dos pero quizás fuesen tres, sus asquerosos olores se mezclaban en mi nariz provocando que mi estomago sufriese las consecuencias y teniendo en cuenta que casi todo el pueblo olía a Will debido a su intensa fragancia, era muy difícil saber cuentos eran.
Llegué hasta el ascensor del hotel y paré en todas las plantas intentando saber en cual estaban alojados. No fue hasta que paré en la tercera cuando noté que la peste se extendía por el pasillo.
La seguí hasta dar con la habitación trescientos trece, llamé sin cortarme un pelo, sin pensar que quizás fuesen más que yo o más fuerte. Bueno, eso último era difícil pero no imposible.
Tardaron en abrir, pero cuando lo hicieron di un buen susto a una anciana que debía de tener unos noventa años. Yo estaba en una postura amenazante y preparada para lo que fuese a aparecer detrás de la puerta. Y la mujer, con la cabeza llena de rulos, dio un buen salto hacia atrás al verme y casi me cerró la puerta en las narices.
- ¿De…desea algo señorita? – me dijo algo temblorosa.
- Eh…no, lo siento. Me equivoqué. – dije relajando mi postura e intentando arreglar la situación con una sonrisa.
- Pues busque a quien busque, será mejor que se comporte de manera más civilizada. Las peleas nunca son buenas. – y tras decir eso, me cerró la puerta.
Ahora había un problema mayor. Estaba claro que había sombras, pero ahora no sabía dónde estaban y había dejado a William solo en la calle, sin protección.
Salí corriendo hacia las escaleras, el ascensor era demasiado lento para mi estado de ánimo actual. Llegué a la planta baja y escuché los gritos del recepcionista pidiéndome que no corriera por el hotel. No le escuché y salí a la calle.
Mi corazón no volvió a su ritmo normal hasta que no le vi apoyado en la pared a la que le había mandado y con mirada de enfado. Pero en cuanto me miró, su enfado se redujo y algo parecido al interés, apareció en su cara.
- ¿Puedo acercarme ya? – me dijo casi a gritos.
- Sí.
Casi sonreía por dentro, ¿qué debía de estar pensando? Debe de estar más que sorprendido por mi actitud. Entonces un miedo me inundó por dentro, ¿y si me consideraba una chalada? ¿y si empezaba a pasar de mi?
“Para Eve, ¿qué te importa lo que él piense? – me dije a mi misma.”
Pero si debía importarme, le necesitaba a gusto a mi lado para poder guiarle por el camino correcto, debía escoger el bando de la luz.
- Siento comportarme así, pero aun no te lo puedo explicar. – la sinceridad ayudaba y el misterio le obligaba a tenerle cerca, al fin y al cabo estaba a mi lado porque aun no sabía mi nombre, en cuanto se lo dijese se iría, tenía que tener algo más. – Prometo que te lo contaré, no tardaré mucho en hacerlo.
- Eres muy rara, ¿lo sabías? – no contesté, simplemente le miré de manera normal, nada de amenazas con mis ojos. Solo una mirada – Está bien, confiaré en que me lo contarás tarde o temprano. Pero ahora…tendrás que compensarme. – dijo eso último con una mirada picarona y divertida.
- ¿Qué es lo que quieres? – dije con desconfianza.
- Una cita.
¿Estaba loco? ¿cómo podía pensar en que caería en sus redes como cualquier chica de por aquí?
- No, no podemos tener una cita. Ni siquiera nos soportamos.
- Está bien, no te lo tomes como una cita. Tómatelo más bien como dos personas que quedan porque una quiere enseñarle algo a la otra. – dijo ahora con esa hermosa sonrisa que me era muy difícil rechazar.
- ¿Quieres enseñarme algo? – estaba perdiendo esta batalla, iba poco a poco, pero iba perdiendo.
- Me gustaría enseñarte algo, si tú quieres claro.
- ¿El qué?
- No tiene gracia si te lo digo. Si quieres saberlo tendrás que aceptar. – otra vez esa sonrisa picara en su rostro.
Ahora ya no sabía cuál de sus sonrisas me gustaba más. La de antes era hermosa, pero esta provocaba que mis piernas se aflojaran. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué no podía comportarme como siempre? ¿Qué tenía este chico que le hacía tan especial?
- Bueno dime, ¿quieres que te lo enseñe o no? – dijo metiéndome presión.
- Sí. – dejé que contestara mi… ¿corazón?
Era la respuesta más sensata debido a que yo tenía que estar todo el tiempo posible cerca de él, pero no había contestado por eso, había contestado sí porque realmente estaba curiosa por saber que era lo que tenía que mostrarme.
- Pues te paso a recoger mañana a eso de las seis. – dijo sin dar más detalles.
- ¿A las seis qué?
- A las seis de la mañana, por supuesto. – dijo entre risas mientras comenzaba a andar nuevo.
Ahora sí estaba intrigada, ¿qué tendría que enseñarme a esas horas que no pudiese hacer a una hora más normal? Y lo mejor, ¿cómo iba a conseguir salir de casa a esas horas sin dar explicaciones?
Entonces me acordé de mi prima, si se había dado cuenta de que no estaba en la plaza, estaría muy preocupada.
- Debemos volver, rápido. No le dije a mi prima donde iba y si no me ve, se va a preocupar, otra vez. – dije mientras emprendía la carrera por el camino por el que habíamos venido.
- Por aquí, es un atajo. – me dijo Will indicándome una calle pequeña que cruzaba la principal por la que íbamos.
Le seguí zigzagueando por las pequeñas calles hasta que llegamos a los bordes de la plaza. De repente me di cuenta de algo, si llegaba a la plaza y mi prima estaba preocupada, esta se pondría a gritar mi nombre como loca y no era así como quería que se enterase William de cómo me llamaba.
Le agarré del brazo, era el primer contacto normal que teníamos, sin contar el de ayer mientras peleábamos en la arena. Él pareció igual de sorprendido del contacto ya que no dejaba de mirar mi mano sobre su brazo.
Pero eso no era lo peor, lo peor era la sensación que trasmitía el roce, era como si la fuerza de su magia entrara en mí, era todo un subidón y tuve que soltarlo de golpe si no quería acabar hiper-ventilando o algo así.
- Eve, me llamo Eve.
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Uff...este capítulo ha estado algo intenso...jejeje!! Bueno, espero que les guste.
Gracias de nuevo a mi dibujante personal, jejeje!! os dejo otro dibujo suyo. Mil gracias Tamar.
No sé si mañana podré subir, ya saben...es viernes :p Pero prometo intentarlo :D
Como siempre, no olviden votar y comentar lo que les plazca. Besos
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