Capítulo 21: Aprender a defenderse

RALPH

- Se que es la primera vez que vengo aquí, Marshall – dije a un trozo de piedra donde estaba gravado el nombre de Marshall y Lydia Murray. No podía creerme que estuviese aquí, en su tumba autentica y hablándoles, no lo había hecho nunca. – No sé qué decir, solo siento que necesitaba desahogarme porque creo que la he fastidiado con Eve. Pero ella debía saber la verdad, ella tenía derecho a saber porque murieron sus padres.

“¡Oh vamos Ralph! ¿Qué estás haciendo aquí? – me dije a mí mismo.”

Me di media vuelta y caminé hacia casa, debía prepararme para volver a Castlesite, ya era miércoles y esas sombras estarían en el pueblo, seguramente con más de los suyos.

Desde que me llamó Steeve y me contó la muerte de dos sombras que había intentado matar a Eve, he estado investigando a la supuesta prometida del padre de Will. Al parecer decía llamarse Samantha, también decía tener una hija, Alexandra, pero no era su hija de verdad, solo pertenecían al mismo clan de sombras. La tal Samantha era la que parecía tener el mando, no le había importado presentarse delante de la reina y pedir su bendición para casarse, aunque esta se lo había negado, al parecer. Pero eso daba igual, William ya había elegido bando y eso solo suponía un peligro para su vida y la de la gente a su alrededor.

- Tengo que poner protección al padre. – dije en un susurro, dejando asombrados a dos ancianos que pasaban por mi lado.

Iban a visitar a sus hijos, eran gemelos y luché con ellos en la hora de su muerte. Venir al cementerio siempre me deprimía mucho, las tumbas se ordenaban por edad a la hora de defunción y en la zona donde estaban los padres de Eve, siempre había muchos nombres que me sonaban, quizás demasiados. Había sido el mejor de mi promoción y había batido todos los récord de la comunidad y aún así, conocía más de la mitad de los nombres que veía a mí alrededor.

Casi corrí para salir de este espantoso lugar, llegué hasta el centro de la comunidad con intención de ir a controlar los preparativos para el traslado de William.

- Señor, señor, - dijo Gabriel, el sabio de la comunidad, el que escucha e intercepta todas las comunicaciones y uso de la magia a través de la tierra - Tiene una llamada.

- Ahora no, Gabriel. Estoy ocupado – dije sin ni siquiera interesarme por quién era.

- Dice que es Gadreel, el jefe…

- Sé quién es. – dije interrumpiéndole.

¿Qué podría querer Gadreel? Hacía siglos que no hablaba con él. Gadreel era el jefe de la comunidad de Montana, Estados Unidos. Él y yo habíamos compartido un par de misiones juntos, no éramos grandes amigos pero si me caía bien.

Seguí a Gabriel hasta la zona de comunicación y me conecté a la tierra para escuchar lo que Gadreel tenía que decir.

“- Cuanto tiempo Gadreel, soy Ralph – dije mentalmente.”

Noté su alegría en cuanto oyó mi voz y como intentaba controlarse para no desvelar la información antes de contármela.

“- Viejo amigo, ¿cómo estás? – su voz seguía pareciendo la de un jefe amable pero autoritario, siempre he envidiado eso de él.”

“- Liado, pero ya sabes, nuestra profesión es así. – dije con una tímida risa – Pero dime Gadreel, no habrás llamado para saber que tal estaba y menos en los tiempos que corren”

“- No, ya sabes que no somos mucho de llamadas de cortesía. – no hizo falta que dijera nada más, sé lo que quería porque lo acaba de pensar. Pero aun sabiendo que lo sabía, me lo contó ya que era lo más diplomático. – Como sabrás, los elementos están a punto de activarse. Hace años, cuando toda la profecía salió a la luz, se acordó de acoger a los elementos en el sitio donde les causara menos trastorno de traslados.”

Recordaba perfectamente esa reunión, fue la última vez que vi a Gadreel y la última vez que se celebró un consejo de jefes de comunidad.

“- ¿Y crees que ese sitio es el tuyo? – dije intentando no faltar al respeto pero haciendo ver que no estaba de acuerdo”

“- Créeme que te entiendo, Ralph. Yo en tu lugar estaría igual. Pero tengo a tres de los elementos bajo la custodia de mis hombres. Solo falta el tuyo para que se reúnan los cuatro. – dijo intentando no hacerse el importante y dando a entender que no quería un conflicto entre naciones.”

Pero no podía decir nada en mi defensa, tiene a tres de cuatro, sin duda la mejor comunidad era la suya.

“- Bien, acepto. Necesito tres visados para entrar en tu país, desde la oficina te mandaré los nombres. – la indignación iba subiendo, pero tenía que concentrarme en no aparentar nada.”

Hubo un momento de silencio, notaba como él se concentraba en mí, en mis emociones y en intentar descifrar mi comportamiento. Yo mientras tanto, intentaba hacer que no se notara mi enfado.

“- Realmente me gustaría que los acompañaras. – me dijo. – Vamos a necesitar toda la ayuda posible en esto, pronto habrá una guerra y lo sabes. Ya no importará las comunidades, ni la política entre ellas. Ahora solo hay dos bandos, luz y sombras. Debemos estar unidos.

“- No solo te llevas mi elemento, Gadreel. Te llevas a mi joya de la corona, la chica que los acompaña es incluso mejor de lo que lo fuimos tú y yo. – debía saber el esfuerzo que realizaba en todo esto. – Ella es como mi hija, prométeme que la cuidarás.”

“- Claro que la cuidaré, aunque si es como dices, no creo que necesite mi ayuda. – me reí de su comentario, espero que ella nunca se entere de esta parte de la conversación, me mataría”

“- Una vez me asegure de que los elementos están unidos y a salvo, crearé un equipo con mis mejores hombres y te los mandaré. También pediré que hagan lo mismo el resto de las comunidades, formaremos un gran ejercito. – el mero hecho de decirlo lo hacía todo más real, más terrorífico y por supuesto, más peligroso”

“- De acuerdo, Ralph. Te mandaré el visado esta misma noche. – entendí que me lo mandaría en mi noche, no en la suya. – Entonces, ¿vendrás?”

“- De hacerlo, lo haría con el grupo de después. No puedo dejar esto desprotegido sin que los sombras sepan que los elementos están unidos – en el momento en que los sombras lo sepan, ellos también formarán su ejército y se despreocuparán del control de los países – Ten cuidado, Gadreel.

Y la conexión se cortó sin necesidad de más despedidas.

EVE

- Llevo aquí encerrado desde el martes por la mañana, necesito poder respirar. – dijo Kai enfadado.

Desde que nos atacaron los sombras, le había llevado a su casa y le había hecho coger toda la ropa que cupiera en su maleta, incluido un pasaporte que me encontré en su habitación y todo el dinero que disponía, que era mucho.

Steeve se comunicó con Ralph el mismo martes para comunicarle lo que había pasado y él nos había ordenado que permaneciéramos encerrados en el hotel hasta que él llegara. Bueno, más que nosotros, quien debía estar escondido era Kai. Yo entraba y salía para seguir guardado las apariencias con mis tíos, pero las noches las pasaba en el hotel. Les decía que me quedaba con mi novio y dado que no eran mis padres, no me decían nada.

Había obligado a Steeve a coger la habitación de al lado para darnos más intimidad a Kai y a mí. No pareció sorprenderle mucho la noticia de que Kai y yo estábamos juntos, la verdad, su actitud conmigo no había cambiado ni un ápice. Eso me hacía que pensar, ¿y si había juzgado siempre mal a Steeve? ¿y si él solo quería acercarse a mí por amistad?

- Lo sé, Kai. Pero te aguantas. – dije mientras le guiñaba un ojo. – Sabes que es por tu bien. Tu futura madrastra está aquí desde ayer y te están buscando.

Era cierto, ayer Steeve y yo fuimos a inspeccionar la casa de Kai y pudimos controlar la llegada de aquellas dos mujeres. No vinieron solas, un pequeño ejército empezó a posarse en los perímetros de la casa, contamos unos diez sombras. El padre no parecía saber nada, los sombras se ocultaban bien.

Pero a pesar de todo esto, de que sabía que le matarían de tenerle delante, Kai estaba siendo un autentico coñazo como protegido. Solo se quejaba y discutía con Steeve, ambos parecían llevarse mejor, incluso diría que a veces conspiraban en mi contra para hacerme de rabiar, pero seguía habiendo tiranteces y en un par de ocasiones, he tenido que separarles para que no llegaran a las manos.

- Lo sé Eve, pero es jueves, los universitarios salen los jueves. – Parecía realmente desquiciado – Hagamos una fiesta, pidamos bebida y pongamos música. Podríamos llamar a Ed y Fank.

- No, lo último que necesitamos es llamar la atención con una fiesta en una habitación de hotel. Esto no es una serie de televisión. – Pero sabía que en parte llevaba algo de razón, aunque era necesario, también era muy aburrido. – Vale, hagamos una cosa. – se me acababa de ocurrir una idea y tanto Steeve como Kai se levantaron de un salto al ver mi entusiasmo. – Necesito que me despejéis la habitación, tirar los colchones al suelo y subir los somieres a la pared.

Y si que debían de estar aburridos, porque obedecieron sin rechistar. En cuestión de minutos, habían extendido los colchones por el suelo, incluso las almohadas y cojines del pequeño sofá, habían despejado cualquier cosa con la que hacerse daño y casi podría decir que parecía una buena sala improvisada de entrenamientos.

- Aprendamos defensa personal. – dije mientras me descalzaba y me subía a los colchones. Kai y Steeve me imitaron. – Lo primero y más importante, evitar que te cojan o te agarren. – miré a Kai con las cejas levantadas en señal de burla.

Usé a Steeve como atacante y fui moviendo a Kai como si fuese un títere. Pero aprendía rápido, solo me hizo falta explicarle un par de veces como librarse de un contrincante que le atacaba de frente, para que ya supiese hacerlo él solo.

Repitió el mismo movimiento hasta que lo controló a la perfección, no le importaba repetirlo mientras estuviera haciendo algo. El movimiento era básico, si el contrincante venía corriendo, solo había que apartarse en el momento justo y golpearle fuertemente en la nuca, debía ser un golpe seco y directo. Si el contrincante iba más despacio, había que usar una técnica de inmovilización, se cogía el brazo más cercano a la altura de la muñeca, se levantaba y le obligaba a girar hacia el lado opuesto. Ahí había dos opciones, que el contrincante no se moviera, lo que haría que le partiría el brazo, o que se moviera y quedara inmovilizado con una mano en la espalda, justo como Kai cuando le atrapó aquel sombra.

- Lo vas haciendo bien. – dije una vez que inmovilizó a Steeve unas diez veces. – Ahora conmigo.

- ¿Qué? No. ¿Y si te hago daño? – se oyó una risa de fondo, Steeve.

- Si consigues hacerme daño, nos iremos de fiesta esta noche. – eso pareció alegrarle momentáneamente hasta que comprendió que perdía de las dos maneras. Si no me hacía daño quedaría su orgullo herido, y si lo hacía, me hería a mí.

Salí corriendo hacia él e intentó esquivarme tal y como le había dicho, pero fue demasiado lento con el golpe, me giré en el momento preciso y agarré su mano. La giré hacia su espalda y le empujé para caer al suelo hacia delante, conmigo a su espalda e inmovilizado.

Tras eso hubo muchos ensayos más y una vez le cogió el tranquillo, pasamos a los golpes directos. Le enseñe todo lo que se le puede enseñar a un principiante, como cubrirse para luego golpear, esquivar y estar atento, técnicas para dar buenas patadas y puñetazos, pero sobretodo defensa, mi principal objetivo era que supiera defenderse. Fue fácil, él ya había aprendido cosas en gimnasios, pero no dejaba de ser novato en esto.

Al final se nos hizo de noche sin enterarnos, Kai parecía entregado al cien por cien en sus entrenamientos. Pero lo más importante, era una esponja, todo lo que le enseñabas él lo absorbía con suma facilidad.

Ahora le tocaba el turno de Steeve, aunque no había conseguido darme ni un solo golpe, he de reconocer que había estado muy cerca en dos ocasiones. Pero con Steeve era otra cosa, él se llevó el primer derechazo de Kai y le tiró al colchón.

- Lo siento, de veras que sí. – dijo mientras le ayudaba a levantarse.

- No es justo que con ella te reprimas y a mí no me dejes ni colocarme. – dijo Steeve para intentar justificarse. - ¿Sabes? Creo que ahora te toca mirar. Eve, deberíamos pelear tu y yo para enseñar, al joven aprendiz, como se hace.

Ni siquiera le contesté, me levanté de un salto y aparté a Kai con un tímido beso. ¡Oh, iba a darle lo que es bueno a Steeve!

- Sabes que no me gustó eso de que te hicieras pasar por mi novio. – dije mientras le lanzaba un puñetazo que él esquivaba sin problemas.

- No digas eso, ambos sabemos que te gusto. – me guiñó un ojo mientras intentaba tirarme al suelo con una patada en la espinilla. Yo salté para esquivarla.

Era un sinfín de golpes y esquivos, apenas habíamos llegado a rozarnos en dos ocasiones, Steeve se estaba entregando al máximo y yo estaba casi al tope de mis posibilidades, pero guardaba un as en la manga.

- Te dejaría ganar si me das un beso. – dijo Steeve mientras me lanzaba un beso.

- ¡Steeve! para esto o te pegaré yo otra vez – dijo Kai mientras se levantaba de su asiento.

Pero no necesitaba que me protegieran, nunca lo he necesitado y las cosas no iban a cambiar porque hubiese alguien en mi vida.

- Pon tu cara de guapito y verás cómo te beso. – enseñé mi puño en plan de amenaza y él captó la indirecta.

Al final llegó el momento de usar mi as, me lo jugaba a una carta ya que había mostrado todas con anterioridad. Se acercó lo suficiente como para que pudiera alcanzarle con la mano, un gancho de izquierdas le hizo agacharse, me acerqué un paso hacia él y le golpeé en el costado, cayó al suelo. Una vez ahí, agarré los dos brazos y coloqué mi rodilla en su espalda mientras tiraba de los brazos hacia arriba.

- ¡RÍNDETE! – le chillé.

- Jamás, antes morir que rendirme a ti. – para él todo era un juego, pero esta lección les iba a valer a los dos, debían aprender que podían morir.

Tiré de los brazos hacia arriba hasta el punto exacto donde sabía que un poco más y se lo partiría. Steeve empezó a gritar de dolor pero no se rendía.

- ¡Ríndete! – dije ahora en su oído.

Aguanté la posición mientras veía como la cara de Steeve se descomponía de dolor. Kai se levantó de su asiento para detenerme pero le lancé una de esas miradas de  advertencia y reculó hasta el asiento de nuevo.

- Me...me rindo. –  le falló la voz debido al dolor.

Le solté y me levanté. Los miré con reproche a los dos y justo cuando iba a comenzar mi charla de en esta batalla muere gente y hay que tomarse las cosas en serio, la puerta se abrió de golpe.

- Pero… ¿qué ha pasado aquí? – dijo Ralph mientras miraba asombrado la habitación.

- Entrenamientos. – contesté mientras me acercaba para abrazarlo.

No tenía buena cara, parecía algo triste, pero sobretodo, parecía cansado. Traía un sobre amarillo bajo el brazo, parecía traer documentación.

- Toma, ábrelo.  – dijo mientras me entregaba el sobre.

Él inspeccionaba la habitación y el destrozo que habíamos hecho con ella, mientras yo sacaba tres papeles con el mismo formato pero con nombres distintos. El escudo del gobierno estadounidense fue lo primero que llamó mi atención, la palabra visado fue la siguiente. Era unos visados estadounidenses para entrar en el país en calidad de turista a nombres de William Kai Giffard, Steeve Golding y Eve Marie Murray.

- Pero… ¿qué? ¿nos vamos del país? – pregunté atónita.

¿Cómo había podido aceptar algo así? ¿Qué clase de negociaciones había hecho? Y además, ¿Estado Unidos? ¿no había otro lugar? No es que tuviese nada en contra, pero nunca me habían gustado los yanquis.

- Sabes lo de la reunión de los jefes de comunidad, la última que hubo hace dieciocho años, ¿verdad? – acepté con la cabeza, en ella se creó un protocolo para actuar en caso de ver un elemento, pero nunca lo había leído, no pensé ser yo quien encontrara uno. – En ese tratado se dijo que lo más importante era unir a los elementos, a los cuatro.

- Pues que vengan ellos. – dije casi como una niña pequeña que no le dan lo que quiere.

- Ya, pero es que resulta, que la comunidad de Montana tiene a su disposición tres de los cuatro elementos. La comodidad premia en estas cosas, es más seguro mover a uno que a tres - ¿Tres elementos una misma comunidad? ¿Cómo era eso posible? – El sábado sale un avión desde Londres hasta Montana, no hemos encontrado uno antes.

Miré el sobre y ahí estaban, tres billetes en clase turista para el vuelo de las cinco de la tarde hasta Montana. Hora prevista de llegada con los cambios horarios, las siete y media del mismo sábado.

- ¿Y cuál es el plan? Debemos hacer algo con los sombras del pueblo y con el padre de Kai – pregunté ahora un poquito desquiciada.

La verdad es que a mí también me estaba afectando esto del encierro, necesitaba acción, necesitaba moverme. Ya casi era viernes, apenas quedaban algo más de un día para el sábado. Pero se me hacía algo peligroso, salir el mismo día del cumpleaños de Kai, simplemente no me parecía una buena idea.

- Había pensado en que salieseis mañana hacia Londres. Steeve y yo nos quedaríamos para asegurarnos que salgáis del pueblo sin problema. Alojaros en un hotel de gama media, no llamen la atención e intenten salir lo menos posible de la habitación. – Vamos, como hasta ahora.

- Pero no puedo irme, mi padre, mi cumpleaños, mi casa,… al menos debo despedirme. – dijo Kai fulminando a Ralph con la mirada.

- Un equipo está viniendo para proteger a tu padre, mañana quedarás con él y te despedirás. Le dirás lo que quieras, me da igual, pero el sábado cumplirás dieciocho años y no necesitarás su permiso para viajar. – de ahí lo de esperar hasta el sábado.

Pero ahora yo también tenía que despedirme. No hacía ni una semana que había llegado a Castlesite y ya me iba. Me sentía culpable por no haber pasado más tiempo con mi familia. Era curioso cómo cambia todo con el paso del tiempo, hace una semana no quería ni verles y ahora no quiero despedirme.

Y me quedaba esa sensación de dejar cosas sin hacer, cosas importantes que se quedaban a medias. Sin duda, el no matar a esa sombra que había intentado llevarse a mi chico, era una de ellas.

Me acerqué a Kai y le abracé. Él me daba rápidos besos en la cabeza y me acariciaba el brazo. Vi como Ralph nos miraba con sumo interés y como le hacía señas a Steeve para que salieran de la habitación.

Esto era lo mejor de este exilio, la cantidad de tiempo que pasaba a solas con Kai. Cada vez que necesitaba de sus abrazos y caricias, mandaba a Steeve a patrullar. Esta vez ni siquiera nos molestamos en colocar la habitación, el suelo lleno de colchones era perfecto…

Me sorprendía, incluso a mí, lo rápido que me había adaptado a esto de tener novio. Hasta hace una semana no quería saber nada de hombres y ahora mírame, acostándome con el chico más perfecto del planeta, siendo él el primero y el último en mi vida.

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Bueno, llegan un par de episodios raros, este entre ellos. Pero los necesito para que empiece la acción y el momento preferido de algunas personas ;-))

Si algunos tenéis dudas hacerca del viaje a Montana, de los horarios y demás...preguntarmelo en un comentario o por privado. Prometo que todo se aclarará en los próximos capítulos, pero no quiero decirlo aquí por si alguien quiere esperar a leerlo. Y si tenéis dudas de más cosas, también podéis preguntar...

Este finde también tengo viaje...así que de nuevo, hasta el lunes :'(

Espero que les haya gustado y no se olviden de votar y comentar lo que quieran. 

MILLONES DE BESOS

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