Capítulo 17: Lo que parece olvidarse con los años.

EVE

Era tan difícil resistirse a él, ahí plantado y mirándome con esa hermosa e hipnotizante mirada azul cielo. Pero tenía que ser fuerte, debía aguantar mis ganas de volver a besarle.

Había pasado un día desde aquel beso, veinticuatro agónicas horas desde el momento más dulce de mi vida. Y en ese tiempo, había pensado en todo eso de los sentimientos, en el reproche de Ralph cuando había dicho que yo no sentía nada. Y la verdad es que tenía razón, desde la muerte de mis padres, mis únicos sentimientos han sido querer ser la mejor luchadora de toda la comunidad e intentar valerme por mi misma en casa para que Ralph no me mandase con alguna familia de acogida o algo así.

Pero había sido lo mejor, es decir, que hubiese ganado haciendo amigos o habiendo tenido un novio. Desde que era pequeña y mi padre me enseñaba los mejores movimientos de un luchador, ya sabía que quería ser la mejor, el tema social solo hubiese servido para entretenerme de mi objetivo final.

Pero ahora ya era la mejor, ni siquiera Ralph me ganaría en una batalla. Entonces, ¿por qué no podía estar con este semi-dios? Pero como antes, el tema social solo serviría para distraernos del objetivo final, que esta vez no era ser la mejor de todos los luchadores, era ganar una guerra. Mis padres habían dado la vida por este objetivo y yo no lo estropearía por un simple encaprichamiento de sus labios.

- Hola – dijo en un susurro.

Pensé que me reñiría, que me gritaría y me diría cualquier cosa por lo que le hice ayer. No debí salir huyendo, debí enfrentarme a mis problemas y afrontarlos como adultos.

- Hola. – contesté en el mismo tono que él. - ¿Qué haces aquí?

Él me miró extrañado y no me sorprende, mi intención original había sido disculparme, pero no podía dejar de pensar en el plan de Ralph y Steeve, ellos debían estar con él mientras yo peinaba la zona en busca de algún rastro de sombras.

- Pues verás, ya sé que no lo mencioné, pero esa de ahí es mi casa. – dijo señalando la lujosa mansión.

- Sí, eso lo supuse cuando me dijiste que eras el hijo del marqués. – dije con el mismo tono que usábamos antes del beso.

Quizás si volvía a ser la piedra que era antes, no me costaría tanto trabajo olvidar el suave roce de sus labios o sus brazos a mí alrededor protegiéndome del mundo.

- Vaya Lara Croft, ¿quieres que volvamos a eso? – contestó con esa chulería que tenía cuando le conocí.

- Quizás sea lo mejor. – nos desafiamos con la mirada, el ambiente estaba tenso y tenía que relajarlo. - ¿Dónde están Ralph y Steeve?

Entonces se acercó a mí con determinación y se quedó a escasos centímetros de mi rostro. Notaba su respiración en mi cara y no pude evitar quedar abrumada por su fragancia, ya no había dudas ahí, él había elegido un bando.

- ¿Qué ha pasado? – dije mirándole con mucho interés, quería saber la razón del cambio.

- Nada, tus amigos están en la playa. Les dije que había sido una insensatez dejarte sola y que no me parecía bien. – dijo poniendo una postura de machito, como si debiera sentirme orgullosa por lo que había hecho.

- ¿Qué has hecho que? – dije casi gritando y separándome de él unos centímetros, en parte por la indignación y en parte porque su fragancia me estaba mareando. Él no contestó así que di por hecho que se lo había dicho. – Pedí yo esta misión. Soy suficientemente capaz de apañármelas sin ayuda. No soy una princesa en apuros que necesita que el príncipe azul la salve.

- ¿Por qué pediste esta misión? No hubiese sido más sensato aparecer tú con… Ralph y dejar al niño ese con esta misión. – cuando habló de Steeve se le encendieron los ojos de pura rabia. Me le quedé mirando sin comprender su actitud.

- Se llama Steeve. Y no tengo que darte explicaciones de porque pido las misiones que pido. – dije encarándome a él y sin darme cuenta, acercándome unos pasos.

- Vaya, pues creo que tengo una ligera idea de porque has pedido esta misión. Me estas evitando. – sin darse cuenta también dio un paso hacia mí.

Ahora solo estábamos a unos centímetros el uno del otro, otra clase de tensión empezaba a aflorar en el ambiente, era una sensación demasiado calurosa. Pero sus palabras habían conseguido enfurecerme del todo.

- ¿Evitándote? ¿Por qué tendría que hacer tal cosa? – dije otra vez casi gritando.

- Porque te gusto y te asusta reconocerlo. – me quedé en blanco.

Le miré durante segundos, tal vez minutos. No era capaz de entender como lo había descubierto, ¿se lo habría dicho Ralph? No, él nunca me traicionaría de esa forma. Pero sí hubiese permitido dejar venir solo a Will para que me encontrara y tener este momento. ¿A caso se creía que era una especie de reconciliación?

- Si no contestas es que llevo razón. Además, todavía recuerdo tus brazos acariciándome y pidiéndome estar más cerca de ti, tus labios rozando suavemente los míos…

- ¡BASTA! – interrumpí lo que hubiese sido una perfecta descripción de todo lo que no necesitaba en estos momentos. Pero tenía que admitirlo, había dado en el clavo y no sería capaz de negar algo así. La verdad otra vez era mi aliada. – Que más da, no importa lo que sienta o deje de sentir, tú estás en este mundo para algo mucho más importante y no estaré ahí distrayendo el futuro de la humanidad.

- Pero, ¿sabes qué? No iré a ningún lado sin ti, no importa cuál sea mi destino, tu estar a mi lado. – aunque a ojos de cualquiera parecía una declaración de amor, yo me lo tomé como lo que era realmente, una amenaza.

Porque eso era una amenaza en toda regla y una coacción también. No podía creer lo que acaba de decir, ¿es que acaso tiraría por la borda todo por lo que miles de personas han muerto por defender?

- No sabes lo que dices. – escupí las palabras con toda la rabia que tenía.

- Quizás no, pero es una verdad que no pienso incumplir. – me miró amenazante, igual que sus palabras.

- Miles, tal vez millones de personas han muerto por lo que solo tú y tres más podéis conseguir. Harás que esas muertes no valgan nada si te guías por un estúpido encaprichamiento de verano. – hice una pausa y le empujé, mi rabia subía y subía – Mis padres murieron por esa causa, no dejaré que ensucies su trabajo por esto. – volví a empujarle. – Irás donde te digan, aprenderás a ser el mejor tal y como llevo haciendo yo durante años y no me volverás a ver nunca más.

Ya no le volví a empujar más, pero ahora sería capaz de matarle con la mirada. Odiaba a este chico, ya lo creo que le odiaba. No podía ponerme más nerviosa ni más enfadada.

- Eve. – era la voz de Ralph que salía detrás unos árboles y que no parecía estar de muy buen humor. - ¿Podemos hablar? En privado.

Fui hacia él no sin antes darle un golpe a Will con mi hombro. Steeve salió detrás de Ralph y me miró con cara de advertencia, eso me hacía pensar que estaba en un lío y que posiblemente, hayan oído mis últimas palabras a Will.

- ¿Es qué te has vuelto loca, Eve? ¿Cómo se te ocurre hablar así a un elemento? – su tono era hostil y parecía… decepcionado por mi actitud, eso me dio pena.

- No puedo estar cerca de él, ya te lo he dicho. Mis sentimientos no me dejan respirar, Ralph. – volvía a usar a Ralph como mi único apoyo, el único al que le podía contar la verdad. – A veces estoy deseando besarle, abrazarle y fundirme con él. Y de repente, estoy odiándole hasta la muerte. En serio, no soy la persona más indicada para esta misión.

Ralph debió de ver el dolor de mis palabras en mis ojos, porque en cuanto los miró, su rostro se relajo y me abrazó hasta que consiguió tranquilizarme.

Al cabo de un rato, cuando consideró que ya era bueno para mí, me soltó y rebuscó en la mochila en busca de algo. Sacó un libro de tamaño mediano, la encuadernación parecía antigua pero las páginas estaban demasiado blancas para ser viejas. Pero no veía la importancia que un libro pudiera tener en esto, así que decidí seguir con la conversación.

- Él ha dicho que no irá a ningún lado sin mí, que le da igual cual sea su destino. Es un insensato pero creo que está dispuesto hacerlo. – hice una pausa en la que él me miraba de manera extraña. – Debes hablar con él, quítale esa idea de la cabeza.

- Para empezar Eve, no veo cual es el problema. ¿Por qué te has preparado para ser la mejor, si cuando te dan la mejor misión, no la aceptas? – eso me dio que pensar, pero las palabras que pronunció a continuación me provocaron un tremendo dolor – Tus padres no estarían orgullosos de esta actitud, estas tirando por tierra todo por lo que ellos han luchado. Tienes la oportunidad de salir en los libros de historia, de guiar a un elemento en todos sus momentos. Eres tú la irresponsable, ¿dejarás que le guíe Steeve solo porque tú no has sido capaz de enfrentarte a tus emociones?

- Pero yo…

- No me contestes ahora. – me interrumpió mientras me ofrecía el libro. – Léetelo, habla de las profecías y leyendas de nuestro mundo. Te marqué las páginas que me gustaría que leyeras

Cogí el libro y me fui. No huía, ni siquiera salí corriendo, simplemente me fui. No era capaz de estar cerca de él después de las palabras que me había dicho, necesitaba pensar en ellas ya que, aunque sabía que tenía razón, no sabía si sería capaz de aceptarlo.

Abracé el libro contra mi pecho, mi mente andaba algo bloqueada y las palabras de Ralph resonaban con fuerza en mi cabeza  “Tus padres no estarían orgullosos de esta actitud” “Tienes la oportunidad de salir en los libros de historia, de guiar a un elemento en todos sus momentos” “¿dejarás que le guíe Steeve solo porque tú no has sido capaz de enfrentarte a tus emociones?”

Esa pregunta era lo peor de todo, la respuesta era no. No podría dejar que alguien como Steeve, con un nivel alto en combate pero medio en las otras ramas, le guiara a él. Pero, ¿encontraría a alguien que me pareciese digno de guiarle? La respuesta a esa pregunta también sería no. Ralph sería el único que tendría opciones, pero aun siendo él, le consideraría demasiado mayor para una misión así.

¿Entonces qué, Eve? ¿Qué propones que sería lo mejor? – me pregunté a mi misma.

Llegué hasta la playa y caminé en sentido contrario al pueblo hasta que se me acabo la playa. Una gran montaña de roca me cortaba el camino, pero era un lugar perfecto para sentarme, busqué un lugar oculto entre rocas que le daba la sombra.

Ojeé el libro por fuera, lo miré y le di todas las vueltas que se le podía dar.

“Lo que parece olvidarse con los años – Por Albert Frut”

Era un libro de la biblioteca de la comunidad, Ralph lo tuvo que coger antes de venir a Castlesite. No lo había leído pero si había oído hablar de él.

Al parecer, el autor había desenterrado todas las profecías y leyendas que alguna vez la gente creyó en ellas, pero que habían sido consideradas mentira o insuficientes por falta de pruebas. Por eso no me lo había leído.

Ralph no me había mentido, había doblado las esquinas de las páginas donde empezaban los capítulos que quería que leyese.

El primero hablaba de los elementos. Según Albert Frut, esta no había sido la primera vez que se había pronosticado su llegada. Las anteriores habían sido todas un fracaso, a veces los sombras los encontraban antes que los de la luz y los aniquilaban. Otras acababan eligiendo el bando de las sombras y habían sembrado un verdadero caos en esa época. Al final los elementos acaban luchando unos contra otros y alguno acababa muerto. En cuanto eso pasaba, según cuenta la historia, los elementos que quedaban vivos perdían su don, ya que producían un desequilibrio en la naturaleza que la magia no era capaz de compensar. Pero de eso último hasta el escritor lo dudaba.

No sé porque Ralph quería que leyese esto, no decía nada que no supiera y lo que no sabía, eran puras conjeturas, no mostraban ninguna prueba de la veracidad de esos datos.

Pero había una segunda marca, solo una más. Abrí el libro por esa marca, estaba más o menos a la mitad, el título del capítulo era: El Embrujo. Y empezaba así:

“Parece que la gente se ha olvidado de esta leyenda. Era muy común a finales del siglo diecinueve cuando todas las novelas trataban de amor y las primaveras eran más floridas.

La definición exacta de Embrujo, en términos mágicos, es la unión de dos almas a través de la magia, es decir, cuando la propia magia decide unir a dos personas por el bien de la humanidad.

Hay muchos que piensan que este hecho no es solo imposible, sino que de ser verdad, te obliga a creer que la magia es capaz de decidir y tomar decisiones. En el caso de que así fuera, estaríamos ante la increíble verdad de que la magia está viva, que es otro ser al que respetar, un especie de Dios que decide y vela por nosotros.

En mi humilde opinión, podría deciros que estoy confuso. ¿Acaso no sabemos todos que la magia es quien decide que personas tienen el don de la brujería y quienes son humanos simplones, sin poder? Y si somos capaces de aceptar eso, ¿por qué no íbamos a ser capaces de aceptar que la magia decida poner un compañero para nuestra vida?

¿Y qué pasaría si yo ahora mismo sembrara una duda en vuestras cabezas? ¿Y si os dijera que todos los que crean estar ciegamente enamorados, están realmente embrujados? Antes, la vida en general era mucho más difícil, el amor no estaba siempre en boca de todos y cuando este llegaba y lo hacía con esa potencia que caracteriza al embrujo, en seguida se sabía lo que era.

Pero hoy en día, tanto por la sociedad como por nuestra manera de ver la vida, esto ha dejado de tener el valor que antes se creía. Dejando al embrujo, como un simple enamoramiento. Pero hagamos una prueba, imagínense separándose de sus parejas, imagínense que él o ella se fuga de casa y los abandona. ¿Cómo se sienten? ¿Acaso sus vidas no están acabadas? ¿Acaso no sienten ese vacío en su estomago que les recuerda la perdida y la separación? Pues mis señores y señoras, en mi humilde opinión, están ustedes Embrujados.”

No lo pude evitar, mientras leía ese último párrafo me imaginé lo que él me pidió, me imaginé a Will yéndose de mi lado y con la certeza de que no le volvería a ver. Las paredes de mis pulmones parecían pegarse unas con otras, impidiéndome respirar. Por otra parte, mi corazón iba a mil por hora y la sangre llegaba a borbotones a mi cerebro provocándome un tremendo mareo.

No puede ser, ¿era esto lo que me quería decir Ralph? ¿Qué estaba Embrujada de Will? Pero es imposible…y no solo porque hace años que no se conoce ningún caso de embrujo, sino porque no puedo estarlo y punto. Me niego a pensar tal cosa.

Seguí leyendo el texto pero ya no decía nada más que chorradas. Hablaba de los últimos casos de Embrujos reconocidos, el último hace más de veinticinco años. Una pareja de Canadá que se había visto obligada a estar separada debido a sus diferentes comunidades y se habían vuelto locos en el intento. A la mujer le dio una sesión de paradas al corazón y él entró en un estado de coma cerebral. Hasta que el médico de él anunció que lo desconectarían y en uno de los episodios buenos de ella, fue a visitarlo por última vez. En cuanto ella se acercó a dos metros de él, este se levantó de la cama como si no hubiese pasado los últimos años en coma.

Una historia muy bonita peor que seguía sin decirme nada. Aunque las últimas palabras del escritor… esas en las que decían “¿Acaso no sienten ese vacío en su estomago que les recuerda la perdida y la separación?” sí, yo sentía eso cada vez que no estábamos juntos y como hoy, se pasaba en cuanto se acercaba lo suficiente.

Y ¿Cómo pudo saberlo Ralph? Él debió de coger este libro antes de salir, es decir, ya sabía la gravedad de mi situación en ese momento a pesar que aun no le había dicho nada. Pero debía de haber algo más de lo que me contaba, él sabía algo que no me había dicho y que no iba a tardar en explicármelo, eso seguro.

Pero aun quedaba reconocer algo, aun no lo había dicho ni verbal, ni mentalmente. Y tenía que hacerlo para poder seguir con mi vida, para poder avanzar y hacer nuevos plantes.

- Estoy Embrujada de William Kai Giffard.

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Bueno, a pesar de mi enfado monumental por lo del plagio, estoy de vuelta.... Espero que mi enfado no se notara en el capítulo, el cual tiene un final muy interesante...

Espero que os gustara y ya saben, espero votos y comentarios...OS QUIERO :D :D

P.D. Gracias a inex90 y rataloca75 por el dibujo, sois las dos geniales :D

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