Capítulo 12: El juego de las preguntas

EVE

Me senté con los pies colgando hacia el mar. El sol estaba ofreciéndonos sus primeros rayos del día que se reflejaban en el agua, convirtiendo el mar en oro líquido. Era el amanecer más hermoso que jamás he visto. No era de las que se levantaba temprano para ver estas cosas, pero no voy a negar que alguna vez sí lo he hecho. Pero ninguna de esas se puede comparar a la hermosura de este lugar, incluso la cueva parecía estar encendida por la luz de la mañana.

Will se sentó a mi lado y por alguna razón no paraba de mirarme, se estaba perdiendo las maravillosas vistas.

- ¿Qué miras? Lo bonito está ahí delante. – dije poniéndome algo colorada por la manera de mirarme y por la cercanía.

- ¿Puedo discrepar ante eso? – preguntó mientras seguía mirándome con una sonrisa bobalicona en la cara. Yo no entendía que había querido decir. – Eres tan graciosa…te tiro un piropo y tú ni te enteras.

Vale, ahora si estaba colorada. Por suerte, el sol nos daba en la cara y yo miraba al precioso amanecer que teníamos delante.

Los minutos pasaban y el sol ya calentaba con fuerza, me quité la chaqueta y me apoye en una de las paredes de la cueva, abrazándome las piernas. Will se sentó justo enfrente de mí, seguía mirándome como si fuese lo más hermoso del mundo y mi desconfianza iba en aumento con cada mirada.

¿Qué era lo que pretendía? ¿acaso me iba a dejar aquí y marcharse? ¿esa era su venganza? No encontraba otro motivo por el que compartir este bonito lugar, precisamente conmigo. Yo, que no le he ofrecido ninguna palabra bonita, el momento más intenso ha sido cuando le dije mi nombre.

- Estoy pensando en jugar a un juego. – dijo él de repente.

Aquí estaba, lo que llevaba esperando desde que me había traído a este lugar. Tenía que haber una razón más que el simple hecho de enseñarme el amanecer.

- ¿Qué clase de juego? – pregunté siguiéndole el rollo, quería saber que era lo que se traía entre manos.

- Lo podíamos llamar… “El juego de las preguntas” ¿qué te parece? – parecía emocionado con la idea.

- Ridículo, pero continua. ¿Cómo se juega?

- No llames ridículo a mi juego, se pondrá de moda y luego querrás los derechos de autor. – dijo con una sonrisa picarona en la cara, eso que ayer me volvió un poco loca. – Pues verás, uno hace una pregunta y el otro tiene que contestar. Si el que contesta dice la verdad, pasa el turno de preguntas al siguiente. Y si el que contesta miente, pues el que pregunta tiene derecho a volver a preguntar. ¿Lo entiendes?

- ¿Cómo sabrás que miento? – dije sabiendo que yo no tendría muchos problemas en saber cuándo mentiría él.

- Lo sabré. Pero si me mientes y luego descubro que me has mentido, me deberás algo.

- ¿Algo como qué?

- Lo que yo quiera, un deseo, un favor, … lo que se me ocurra. – hizo una pausa en la que puso una sonrisa que no sé si quería descifrar. - ¿Juegas?

Esto era un problema, este juego significaba abrirme a otra persona. Si no quería deberle nada, tendría que decir la verdad. Pero no sabía que preguntas haría, quizás dijera algunas que no quería contestar.

Aunque por otro lado, sería un buen momento para confesar mi magia, podría ir derivando las preguntas hacia esa zona, preparándole con mis respuestas a todo lo sobrenatural que está apunto de estallarle en la cara.

- Juego. – dije ahora convencida.

- Bien, pues las damas primero. – dijo haciendo un gesto galán que indicaba que me pasaba el primer turno de preguntas.

¿Qué podía preguntar? Podría aprovechar también para descubrir como la magia pudo elegir a alguien como él para ser un elemento, podría investigarle y conocer sus puntos débiles.

- ¿Por qué me has traído aquí? – dios, miles de preguntas y me voy a una tan personal y a la vez estúpida.

- Porque quería enseñarte este lugar. – eso no era lo que yo quería oír, esta contestación solo había abierto la veda para más preguntas sobre este tema. Pero era su turno. – Empecemos por una fácil, ¿cuál es tu nombre completo?

Bien, esa sí podía contestar.

- Eve Marie Murray – ahora me tocaba a mí y seguía con el tema de antes - ¿A cuántas personas has traído a este lugar?

Me miró sorprendido por la pregunta y entonces un pequeño rubor se posó en sus mejillas, algo que le hizo parecer un poco indefenso ante su eterna postura chulesca.

- Juegas fuerte, Eve. Bien, pues a ninguna, eres la primera que conoce este lugar. – no podía creerlo, ¿yo, la primera? ¿por qué ha decidido compartirlo conmigo? - ¿Por qué has venido a Castlesite?

Otra pregunta fácil pero con posibles respuestas, aunque él eso no lo sabía, por lo que me llevaba a pensar ¿está malgastando sus preguntas o está yendo a algún lado sin que yo me dé cuenta? Decidí contestar con la pura verdad, una que me servirá para ir explicando un poco la parte mágica.

- Estoy en una misión de conocerme a mí misma. Al parecer, me consideran anti-social y creen que viniendo aquí e integrándome con la familia, puedan arreglar lo que consideran roto de mi forma de ser. – sabía que esta contestación abría muchas posibles preguntas, pero quería que las hiciera para así poder explicarle más sobre la magia. Pero ahora era mi turno de conocerle un poco más – Mi prima me dijo que antes no eras así, que no eras un matón de discoteca que va asustando y enamorando a las quinceañeras. ¿Por qué te comportas así?

Di en el clavo, lo pude ver en su cara, pude ver como odiaba el haber iniciado este juego estúpido. Pero lo siento, has de contestar.

- Mi madre murió y mi padre y yo no es que nos llevemos muy bien.

- Pero eso no contesta a mi pregunta.

- Pero sí puedo mentir y te cedo el turno: Me comporto así porque soy una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre y eso me trastorna. – dijo con un humor negro, no tenía gracia pero era obvio que no iba a contestar sinceramente.

- Está bien, como quieras. ¿Por qué no te llevas bien con tu padre? – dije aprovechando lo que me acababa de dar.

- Digamos, para concretar, que él quiere un futuro para mí que no estoy dispuesto a aceptar. – bien, eso podía ser una contestación sincera. Era su turno. – El primer día que nos conocimos, usaste técnicas muy avanzadas de lucha y defensa personal, ¿para que necesitas saber tantas técnicas?

- Planteaste mal la pregunta, esta respuesta es fácil, para defenderme. – vi en su cara como me daba la razón, quizás debió preguntarme contra quien usaba esas técnicas o algo así.

La verdad es que podía usar este momento para explicar muchas cosas, para decirle que era una luchadora que mataba sombras por el bien de la humanidad, contarle que era una bruja y que había dos clases de brujos que llevan enfrentados desde más tiempo del que se recuerda. Decirle que él también formaba parte de este mundo y que debía de elegir un bando.

Pero por alguna razón las palabras no salían, las tenía en la punta de la lengua, era muy difícil conseguir un momento como este, los dos solos y con la conversación ya avanzada. Pero no podía, tenía miedo.

- ¿Qué te pasa? ¿te has quedado sin preguntas? Es tu turno. – dijo para meterme prisa.

¿De qué se supone que tengo miedo? Él debía saberlo, más pronto que tarde al ser posible. Su vida podría correr peligro si no lo sabía. Los sombras podrían encontrarle y él no saber qué hacer en esta situación. Y todo ¿por qué? ¿Por qué tenía miedo? ¿Miedo de qué?

Pero la respuesta a esta pregunta llegó a mí como un latigazo en la espalda. Tenía miedo de que me temiera, de que saliera huyendo de mí por lo que soy.

- ¿Podemos hacer un descanso? – dije algo agobiada. El calor del sol y la humedad del mar se pegaban a mi piel. - ¿Podemos bañarnos aquí?

- A no ser que tengas miedo a saltar, claro. – me dijo con una ceja levantada y mirándome con mucho interés.

Pero no quise pensarlo más, me quité la ropa y me quedé en bañador ante su muy atenta mirada. No sé si lo hacía porque era un salido o simplemente por hacerme de rabiar, pero sea lo que sea, solo conseguía enfadarme.

- Si quieres puedes hacerme una foto, prometo besarla con un lápiz de labios rojo y un corazón al lado. – dije de manera sarcástica. – ¿Vienes al agua o voy sola?

WILL/KAI

Esta chica me desconcertaba enormemente. El juego era bueno aunque de momento el único que ha sufrido las preguntas he sido yo. Yo era el único que se había abierto más de la cuenta, aun seguía sin saber nada de ella.

Pero volvía a tener esa sensación de que quería que me conociera, quería que lo supiese todo de mí para variar. Pero en el momento que he tenido para contárselo, me he echado para atrás, ¿por qué? Habría sido tan fácil…la conversación ya estaba ahí, solo tenía que hablarla de mi madre, de mi segundo nombre y porque empecé a pegar a todo el mundo que lo usaba. Pero no, me he acobardado como un animal herido.

No entendía el motivo, ¿por qué no puedo ser sincero con ella? vale que hasta ahora no lo he sido con nadie, pero tampoco tenía estas ganas de serlo.

Y la respuesta llegó a mí como una gran patada en la espinilla, por miedo. ¿Y si ella comprendía cómo era realmente y no le gustaba? ¿y si no comprendía mi obsesión con mi segundo nombre? ¿y si huía de mí por todo lo que he hecho? Pero ella sabía la mayor parte y seguía aquí, había accedido a este plan de locura.

La miraba pero no veía con claridad, no me di cuenta de que se había quitado toda la ropa y mostraba un precioso y sencillo bikini negro, hasta que dijo:

- Si quieres puedes hacerme una foto, prometo besarla con un lápiz de labios rojo y un corazón al lado. – sonreí ante su sarcasmo. – ¿Vienes al agua o voy sola?

Dejé de mirarla de inmediato, ella me había malinterpretado pero tampoco era la primera vez que lo hacía. Aunque he de reconocer que estaba realmente bien en ropa de baño, su larga melena rubia caía por detrás con pequeñas hondas, sus largas piernas y su piel pálida la hacía parecer una de esas muñecas perfectas que venden en las tiendas de juguetes.

Me quité los pantalones y la camiseta y me quedé en bañador. Ella se asomó al precipicio y empezó a mirar cual era el mejor punto para caer. La verdad es que no era un salto fácil, si te desviabas un poco en el salto, podrías acabar estampado contra la roca.

- ¿Saltamos juntos? – dije ofreciéndola mi mano.

Pensé que me diría que no o que me la rechazaría de un manotazo, pero hoy estaba algo extraña. Su contacto fue como una corriente eléctrica que recorría mi cuerpo, ahora me sentía más entero, como si ya no me faltara nada. Ayer, cuando me agarró del brazo para decirme su nombre, noté la corriente pero no esto, no esta conexión.

- Te…tenemos que saltar justo ahí. – titubeé al principio debido a la sensación, pero conseguí indicarle una zona en la que las rocas estaban más profundas. – En cuanto toques agua, nada hacia arriba.

- De acuerdo. – dijo en apenas un susurro, parecía que a ella también le costaba hablar.

Nos encaminamos hasta el borde de la cueva cogidos de la mano, mi corazón latía a mil por hora y no por el salto, sino por su roce.

Contamos hasta tres y saltamos.

Las gélidas aguas eran como un despertar de mis sentidos. Caímos de pie y ninguno soltó la mano del otro. Vi como Eve me hizo caso de nadar hacia arriba nada más tocar el agua y yo la imité.

Salimos del agua y ella sonreía. Nuestras manos entrelazadas unieron más nuestros cuerpos hasta quedar a una distancia no mayor de veinte centímetros el uno del otro.

- Saltamos – dije devolviéndola mi mejor sonrisa ya que ella me ofrecía la mejor de las suya.

- Saltamos – contestó.

Nos movimos un poco hasta una roca en la podíamos hacer pie, pero nuestra distancia no había sido alterada ni un milímetro. Ella miraba mis ojos y yo miraba sus preciosos ojos verdes claros, ojos que parecían quedar grabados en mi retina con cada parpadeo.

Vale, creo que está más que claro. Me gusta Eve. Me gusta más de lo que ninguna chica me ha gustado nunca. Pero no podía ser, ella se iría. Y ¿luego qué? ¿me quedaría solo y amargado? ¿Echando de menos a alguien que solo fue mía una vez? No, no podíamos.

Pero era tan difícil resistirse a esos labios finos pero algo carnosos. Era como intentar no beberte un vaso de agua en un desierto.

- Es mi turno de preguntas – dijo ella sacándome de mis pensamientos, unos que era mejor salir antes de acabar convenciéndome a mí mismo de que besarla sería lo correcto. Pero al mirarla pude ver la sospecha en sus ojos y volví a temer sus preguntas. - ¿Cuál es tu nombre completo?

No pude evitarlo, me separé de ella, la solté la mano y nadé hasta la roca más cercana a la que estábamos nosotros. El agua parecía retenerme y obligarme a volver, pero supe mantenerme en mi sitio.

Ella lo sabía, estaba claro que sabía cuál era mi segundo nombre. ¿Por qué si no me lo preguntaba de esta manera? Me está poniendo a prueba, sabe que si no se lo digo tendrá un buen motivo para no estar conmigo.

Volví a nadar hacia ella y me pegué todo lo que pude, mi nariz rozó con la suya y su mano buscó la mía de manera inconsciente. Pensé que se asustaría pero aguantó la posición, aguanto tenerme tan cerca, aguanto mi mirada sin ni siquiera pestañear.

- ¿Realmente quieres conocerme? – dije en un susurró, no hacía falta más.

Las aguas empezaron a agitarse a nuestro alrededor, no como si de repente se hubiese levantado oleaje, sino como si la fuerza la generásemos nosotros. Nosotros éramos el origen de las olas, las hondas salía de nuestros cuerpos y Eve las miró con una gran sonrisa, como si comprendiera algo de lo que estaba pasando.

- Sí Will, quiero conocer lo que nadie ha conocido de ti.

Las olas se relajaron de repente y con ellas el latido de mi corazón. Ella quería conocerme y yo quería que me conociera.

- Está bien. Debemos irnos.

Y salí nadando hasta la pared del acantilado. Escalé de manera sencilla los dos metros que había hasta la cueva y cuando fui a ayudar a Eve vi que no necesitaba mi ayuda, ella sola subía con más destreza de lo que lo había hecho yo.

Se puso los pantalones y la camiseta sin importarle lo empapada que estuviera, otra chica no hubiese hecho eso, otra chica hubiese antepuesto su estilo de vestir a conocerme de verdad.

Salimos del acantilado sin decir una palabra, ni siquiera se quejó cuando se tuvo que subir a la moto. Todo estaba yendo muy rápido, ni siquiera quería pensarlo para no arrepentirme, no quería pensar en que me dirigía rumbo al cementerio para presentarle a mi madre, no quería pensar que estaba apunto de decir mi segundo nombre delante de otra persona y que la iba a pedir que lo dijera en voz alta para mí.

“¡Mierda, lo estás pensando, Kai! – me dije dándome un cabezazo mental”

Cogí la carretera del interior y no tuve que conducir mucho, apenas unos minutos hasta salir por la salida que indicaba “CEMENTERIO”

Eve apretó fuertemente sus brazos en mi estomago. No me había parado a pensar en esta posibilidad, ¿y si a ella no le gustaban los cementerios? Pero era tarde, ya estábamos dentro. Hace unos minutos estábamos en un maravilloso lugar, con maravillosas vistas y con maravillosa compañía. Y ahora estábamos en el cementerio del pueblo.

Aparqué la moto en el inicio del camino que llevaba hasta la tumba de mi madre, estaba justo al final, bajo unos árboles llorones, de esos que parecen que sus hojas son lágrimas que caen hacia el suelo.

Bajé de la moto y tal y como había hecho antes, ayudé a Eve a bajar también. Esta vez su mirada era seria y distante. Pero no le di importancia, agarré su mano y fuimos agarrados hasta la tumba.

“Aquí yace Rosalie Giffard. Esposa, madre, amiga.”

- Mi nombre es William Kai Giffard. – dije al llegar a la tumba de mi madre y comprobar que Eve había leído la inscripción.

- ¿Giffard? ¿Cómo el marqués Giffard? – dijo ella con algo de asombro. Al parecer era más lista que el resto de mi ya antiguo instituto.

- Soy, de momento, el futuro marqués del condado de Cambridgeshire – noté la repugnancia de mi estomago ante tal titulo, era la primera vez que lo decía en voz alta.

- Yo soy de ese condado. – dijo ella simplemente, sin nada más que añadir.

- Entiendes porque odio a mi padre. No quiero ser marqués, Eve.

- ¿Nadie sabe quién eres, verdad? Si lo supieran… serían mucho peor, tendrías a todos comiendo en el suelo que pisas. – no supe que decir, solo acepté con la cabeza, ella tenía razón en todo. – Pero, ¿eso no explica lo de las palizas y tu comportamiento en general?

Era el momento, era el momento de contárselo todo de una vez, de decirla quien soy de verdad y lo más importante, como soy. Se acabaron los juegos de preguntas, a partir de este momento ella sabrá todo lo que quiere saber y yo seguiré sin saber nada de ella. Pero no importa, todo a su tiempo.

- Ella es la culpable de mi comportamiento. – empecé a decir mientras señalaba la tumba. – Como te he dicho, mi segundo nombre es Kai, ella me lo puso. Bueno, ella decía que me lo había puesto un brujo en Hawai, que tenía un significado parecido a “el mar” o algo así. El caso es que era su nombre, ella me lo puso en contra de la voluntad de mi padre, que no lo consideraba digno de un marqués. Siempre recordaré lo mucho que le molestaba ese nombre, todo el mundo me llamaba así, incluso ella.

“Pero entonces murió, se fue y con ella mi nombre. No podía soportar oír cómo la gente me llamaba Kai, todos empezaban:  Kai ¿estás bien?; pobre Kai, con lo pequeño que es; Kai esto, Kai lo otro… Y todos esos Kai’s me recordaban a ella, era tan doloroso que no lo soportaba más.

Asique les obligué a dejar de llamarme así, nadie me hizo caso hasta que empezaron las peleas. A partir de la quinta cara que rompí y unos cuantos huesos rotos, todo el mundo me llamaba Will o William. Pero no solo conseguí eso, conseguí que la gente me temiera.

Pero lo prefiero así, ¿sabes? Nadie se acerca lo suficiente como para quedarse y hacerme daño. Tengo a gente con la que divertirme.”

Ya está, lo he hecho, me he confesado. Y me siento liberado, como si me hubiese quitado una gran carga de los hombros. Pero solo para ponerme otra.

Eve me miraba pensativa, una extraña mirada le cruzaba la cara y no sabía que pensar sobre ella. ¿Se iría huyendo de mi? Una sensación de vacío se posó en mi estomago y casi no podía soportarlo. Pero al fin habló:

- ¿Puedo enseñarte, ahora yo, algo? Es importante para mí. – dijo siguiendo con esa extraña mirada.

¿Yo le confesaba mi más profundo y transcendental secreto y ella quería enseñarme algo? ¿Por qué siempre me desconcertaba? No sé muy bien que esperaba, quizás que me pegara y que se fuera ó que me abrazara y me consolara. Qué sé yo… algo.

Pero la curiosidad me mataba, ¿qué tendría que enseñarme ella? estábamos en un cementerio a kilómetros de su pueblo y de cualquier cosa que conociera.

- Claro, lo que quieras. – contesté con algo de incomprensión.

Entonces agarró mi mano y nos pusimos a caminar.

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Ha habido una concentración de Aliens y entre todos han decidido que lo mejor para su estirpe, era quitarme el huevo de mi cuello. Al parecer me consideran altamente peligrosa ya que he estado apunto de asesinar al intruso que se me había metido...jejejeje!!! vale ya, que al final os saco una historia de mi contractura...jajaja!! Muchas gracias a todos por interesaros, en serio, sois geniales.

Bueno, para compensar mi retraso de ayer, os dejo un capitulo bien larguito...espero que os guste y como siempre, no os olvidéis de votar y comentar. GRACIASSSSSSS :D :D :D

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