Capítulo 6: Actitud infantil.

DAYAN

Baje la cuesta corriendo e incluso me caí un par de veces, la voz de Isaura llamándome no se me iba de la cabeza y eso me desconcentraba. Por no hablar del extraño dolor de mí estomago, cuanto más me separaba de ella más me dolía. ¿Qué me está pasando?

Llegué abajo lleno de arañazos y respirando demasiado fuerte, parecía sofocado. Toda mi cabeza daba vueltas, no podía creerme nada de lo que estaba pasando, ¿acaso me gusta Isaura? ¿ella? ¿mi hermana? Un escalofrío me recorrió la espalda al pensar en ella como una hermana, no era mi hermana sino mi amiga y ahora que tenía ganas de besarla no podía seguir viéndola de ese modo.

Iba sin rumbo fijo, andaba sin mirar y sin prestar atención de donde miraba. Me lancé a la carretera sin ni siquiera mirar si venían coches y no me dí cuenta hasta que oí los neumáticos patinar por la calzada.

Paró justo a tiempo, por un centímetro no salgo disparado hacia atrás. La conductora, una mujer morena de pelo corto, bajo del coche con cara de morder a alguien. Pero su nariz se arrugó y se quedó parada mirándome con demasiada intensidad.

- Lo siento, iba pensando en mis cosas. – dije al ver que ella no parecía decir nada.

Había algo raro en ella, no sabía que era exactamente pero su olor me recordó a Isaura. Una mezcla de frutos rojos y jazmín, solo que Isaura olía a mañana de niebla, esa humedad que genera la bruma por las mañanas, el olor a plantas húmedas recién levantadas. Y esta chica olía a algo fresco como pino o hierba buena. Pero a pesar de las diferencias me seguía recordando a ella.

- ¿Estás bien? – dijo al final con una voz dura.

- Sí. – no me gustaba como me miraba, era como si me reconociera pero a la vez como si fuese un logro haberme encontrado. – Debo irme. – dije al final para que dejara de mirarme así.

Salí corriendo y oí sus gritos que me llamaban detrás de mí. Era la segunda vez en el día de hoy que dejaba a una chica gritándome para que volviera.

Llegué a casa y fui directamente a por el móvil, tenía tres llamadas de Isaura y dos mensajes. El primero era de Carol:

“Espero que me pidas perdón por tu comportamiento de ayer, me dejaste en ridículo delante de mis amigas”

Había más cosas por las que pedir perdón, no solo por nuestra pelea de ayer. Abrí el otro mensaje que era de Isaura:

“¿Estás bien? ¿Cómo has podido dejarme así? Estoy preocupada, por favor coge el maldito teléfono”

Dejé el teléfono encima de la cama y me fui a la ducha. Intenté relajarme con el agua pero no había manera de quitarme todo lo que tenía en la cabeza. Acabé sentado en el suelo de la bañera, agarrándome las piernas y dejando que el agua cayera encima de mis hombros.

ISAURA

Llevaba todo el día llamando a Dayan, ni me cogía el teléfono ni me respondía a los mensajes, incluso había llamado a su madre y ella me había dicho que no estaba en casa, ¿qué le ha pasado?

Los recuerdos de la roca no dejaban de volver a mí. Por un momento me engañé a mi misma creyendo que me besaría tal y como yo soñaba que lo hiciera, pero luego salió huyendo. ¿Cómo podía ser tan tonta de seguir teniendo esperanzas? ¿acaso no había sufrido ya bastante? ¿por qué tenía que seguir torturándome por alguien al que no le importaba? De una manera romántica, claro.

Al final tomé una decisión, yo era su amiga y así lo seguiría siendo, así que me metí el móvil en el bolsillo del pantalón y decidí que cuando él quisiera hablar conmigo me llamaría. Además, debe de tener unas cien mil llamadas y varios mensajes míos, si no me contestaba, estaba claro cuál era su respuesta, por mucho que me doliese admitirla.

El resto del día me lo tiré leyendo tumbada en el césped del jardín, hacía calor y a mí me encantaba el aire de la calle. Mi padre vino para la cena lo cual mi madre preparó una suculenta comida para darle la bienvenida.

Había intentado no pensar en Dayan desde que tomé mi decisión, pero el hecho de que mi padre estuviera en casa no hacía nada más que recordarme que él padre de Dayan también estaría y que también comerían juntos. Ahí tendría que ver el móvil o al menos su madre le diría que he llamado.

Pero Dayan no llamó y ya se había hecho hora de irse a dormir. Mañana sería un día muy interesante, vería a Alan después de nuestra cita ¿volvería a besarme en la mejilla? O ¿haría que no me conoce delante de sus amigos? Esa idea me revolvió las tripas. Y también vería a Dayan, aunque solo fuera en el trayecto de ida al instituto, ¿vendría a buscarme por la mañana?

Tarde en dormirme, mis pensamientos y preguntas no me dejaban conciliar el sueño. Al final me puse mi carpeta de música relajante en la que básicamente había música clásica y así conseguí dormirme.

“Era de noche y estaba en el aparcamiento del instituto. Solo había un coche y le reconocería en todos los lados, era el descapotable de Dayan. Solo que no era Dayan el que estaba dentro del coche sino Alan.

Me miró y me sonrió para luego salir corriendo a mi encuentro. Yo seguía parada en medio del aparcamiento sin ser capaz de moverme. Inconscientemente mis labios pusieron una sonrisa radiante para recibir a Alan.

Él se detuvo a escasos centímetros de mi rostro y me dio un beso en la mejilla como ya lo había hecho anteriormente. Pero no fue suficiente esta vez. Me dio otro beso algo más cerca de los labios y luego otro más cerca aún. Y así hasta que no pudo acercarse más sin llegar a rozar los labios y entonces los besó.

Al principio fue lento pero dulce. En seguida sus manos se pusieron en mi espalda y obligaron a mi cuerpo a acercarse más a él. Por alguna razón yo solo podía mover mis labios pero aún así estaba disfrutando del beso.

De repente Alan desapareció porque alguien le había empujado. Y ese alguien era Dayan, el cual miraba a Alan con una mirada asesina que me dio miedo.

Pero todo eso dejo de importar cuando la tierra empezó a vibrar y se abrió una gran raja en el suelo separándonos a Alan y a mí, dejándome a mí en el lugar de Dayan.”

Desperté con un grito de terror y sudando, solo quedaba media hora para que sonara el despertador y estaba demasiado tensa para poder quedarme en la cama, así que fui a darme una ducha de agua fría para despejar mis ideas y cuando salí fue cuando el despertador empezó a sonar.

Mientras me preparaba para ir a clase la duda de si Dayan vendría a buscarme volvía a mi cabeza. Por si acaso cogí dinero para el autobús, aunque si lo cogía llegaría tarde a las primeras horas. Pero llegaría para recriminar a Dayan por su comportamiento.

Pero no tuve que hacer nada de eso, cuando salí de casa, a la misma hora de siempre, ya me estaba esperando un coche. Conocía bien el coche pero no era el que yo quería ver, Alan había venido a buscarme.

En cuanto cerré la puerta de casa él salió del coche y vino casi corriendo a mi encuentro, me recordó tanto al sueño que creo que se reflejo en mi cara.

- Pareces decepcionada. – me dijo con una sonrisa y dándome otro beso en la mejilla. – Buenos días.

Le sonreí todo lo que pude en parte porque no se sintiera mal y para ocultar el rubor de mis mejillas tras el beso.

- Buenos días. Decepcionada no, sorprendida. – era en parte verdad aunque la palabra correcta sería disgustada.

- Dayan me dijo que te lo diría. – le miré extrañada y él me contó la historia. – Me llamó anoche diciéndome que no sabía si le daría tiempo a venir a por ti, tenía que ir a casa de Carol a disculparse de no sé qué.

Sus palabras me hicieron tanto año que tuve que sujetarme en el coche para no caerme. Así que si había tenido tiempo para llamar, solo que no a mí. Y si era capaz de pedir disculpas, solo que tampoco eso era para mí.

No sé si Alan notó mi estado de ánimo pero si lo hizo no lo comentó y yo se lo agradecí, si tuviera que decir una sola palabra me pondría a llorar, estaba en ese punto de último control antes del berrinche.

Lo primero que hice al llegar al aparcamiento fue buscar el coche de Dayan y lo siguiente mirar al suelo donde en mi sueño se había abierto una brecha, pero ahí no había nada. El coche de Dayan si estaba aparcado en uno de los sitios más cercanos a la puerta, eso quería decir que había madrugado para aparcar en los mejores sitios.

- Estas muy callada hoy, ¿estás bien? – me dijo Alan y las palabras que le dije el otro día resonaron en mi cabeza: “He sido sincera al cien por cien, no quiero ocultarte nada” ¿cómo decirle lo que me pasaba sin hacerle daño?

- Solo estoy preocupada, eso es todo, se me pasará. – no era una mentira aunque no era toda la verdad y me sentí mal por eso.

- Como quieras. – dijo algo enfadado.

Él empezó a andar hacia delante como si huyese de mí y yo le seguí hasta que le alcancé y le agarré de la mano para obligarle a frenar. Paró pero mi hizo colocarme justo enfrente para que me mirase a los ojos.

- Lo siento. Ayer discutí, bueno no discutí, no sé qué fue lo que pasó exactamente. Pero el caso es que Dayan no me coge el teléfono y te manda a ti a buscarme. No quería hacerte sentirte mal ni nada de eso, yo quer – me interrumpió en mitad de una palabra poniéndome un dedo en mi boca para que callara.

No dijo nada pero me sonrió y me cogió de la mano. Entramos así al edificio y notaba las miradas de todos en nosotros pero yo no les prestaba atención, la actitud de Alan me volvía loca y me fascinaba al mismo tiempo.

Me acompaño a mi taquilla y me llevó los libros hasta mi aula, era un completo caballero. Se despidió con otro beso en la mejilla aunque este estaba más cerca de mis labios que los anteriores.

Al minuto de haberse ido entró Saray por la puerta con una cara de traer algún chisme nuevo. Nunca pensé que yo llegase a ser el chisme del instituto pero hoy parecía que me había tocado.

- La gente no sabe que decir para llamar la atención. – dijo Saray nada más entrar y sentarse a mi lado. – Pues no van diciendo por los pasillos que has entrado cogida de la mano de Alan Lewis.

Empezó a reírse como si acabara de contar un chiste y la verdad es que yo ya me lo estaba pasando en grande imaginándome la cara que pondrá cuando le diga que es cierto.

La miré muy seria y ella paro de reírse de repente.

- ¿No me digas que es verdad? – los ojos se le abrieron como platos.

- Bien, pues no te lo diré. – la sonreí y ella echó la mirada al techo.

- ¿Alan Lewis? ¿Cómo? ¿Por qué? Y ¿cómo no sé nada? – eso último lo dijo con reproche.

Suspiré para narrarle todo lo que había pasado en el fin de semana, desde cuando Alan me esperaba en el bosque para pedirme ir al baile y la cita del teatro, hasta la extraña discusión que había tenido con Dayan y sus consecuencias.

Luego tuve que narrarle la cita del sábado segundo a segundo, entre medias el profesor entró pero no nos importó para seguir hablando. También me pidió que le contase la discusión con Dayan y todos los gestos y movimientos que hizo, puso demasiado interés en que se lo contara y no supe porque hasta que al terminar la clase dijo:

- Dayan ha estado a punto de besarte.

- NO – grité sin darme cuenta de que estaba gritando. No había sido una pregunta pero yo la contesté igualmente. – Le pasaba algo y no me lo quería contar.

- Sí, ya te digo yo lo que le pasaba. Se sintió necesitado de tus labios y empezó a acordarse de la arpía de su novia. Por eso se fue así de rápido.

Pensé en las palabras de Saray durante mis siguientes dos horas. No podía ser cierto o al menos no debía pensar que lo era. Estaba harta de sufrir por él, estaba harta de su comportamiento y de sus tonterías. Estaba harta de su novia y de que cada vez que me la cruzo me entren ganas de pegarla.

En cambio tengo a un chico al que le importo y que me medio comprende, un chico con el que hablar y con el que salir. Un chico al que al parecer le gusto y quiere estar conmigo y yo en vez de aprovecharlo no dejo de pensar en el comportamiento de Dayan.

Si Saray tenía razón ¿qué le había hecho darse cuenta? Es decir, no ha podido pasar de la noche a la mañana, algo a debido pasar para que él cambiara de actitud de esa manera.

Pero no me molesté en seguir por ese camino, no tenía sentido seguir ilusionándome por aquello. Lo que si estaba claro es que a él le pasaba algo y había que solucionarlo. Así que a la hora del almuerzo fui directamente a por él, estaba decidida y nada me pararía.

Le vi apoyado en una pared mirando a las musarañas con Carol justo enfrente hablándole como si fuese una cotorra. Estaba claro que Dayan estaba a años luz de escucharla y decidí meterme en medio.

- ¿Podemos hablar? – dije con tono severo y sin ni siquiera mirar a Carol.

- ¿No ves que estamos hablando? – me dijo ella con ese tono pedante y creyéndose lo mejor del mundo.

Suspiré y sonreí por dentro de las palabras que se me acaban de ocurrir. Me giré de una forma teatral, como si me diese pereza mirarla, y la dije:

- En realidad solo he visto como tú hablabas. Él ni siquiera te está escuchando así que puedes seguir con lo que estabas haciendo, hablándole a la pared.

La dí un segundo para contestar pero no lo hizo. Así que cogí la mano de Dayan, sin importarme el cosquilleo en el estomago que me entraba al rozar mi piel con la suya, y tiré de él para apartarlo de la arpía.

No me había dado cuenta de la sensación de anhelo en el estomago hasta que se quitó al estar cerca de él.

Miré para todos los lados para comprobar que nadie nos escuchara y cuando estuve segura dije:

- ¿No crees que tú actitud es bastante infantil?

*********************************************************

Bueno, en este capítulo debo hacer una mención especial a mi primer fan "Esther" a la que va dedicado el capítulo. Y deciros que gracias a ella no podré escribir este fin de semana ya que ¡¡¡SE CASAAAAA...!!!!!! ME VOY DE BODA!!!!! yuhuuu!!!   ;-))

Quisiera desearte desde aquí, aunque ya te lo diré mañana, todo lo mejor. Espero que seaís muy felices y poder celebrar juntos vuestras bodas de plata. jejejeje!!!!

P.D. Te queda prohibido leer esto antes de la luna de miel, disfruta y pasadlo muy bien.

Y para el resto, espero que os guste y deciros que lo siento, intentaré escribir el domingo (si no estoy muy perjudicada ;-) jejejeje!!!! )

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top