Capítulo 5: Dudas
ISAURA
La obra fue simplemente magnifica, habían hecho una adaptación de Romeo y Julieta en moderno pero con el lenguaje antiguo, iban en vaqueros hablando en prosa. Al parecer los padres de ambos montaron una empresa en común y la empresa entro en quiebra. El padre de Romeo culpaba al padre de Julieta y viceversa, así empezó la rivalidad entre las familias.
Romeo conoce a Julieta en una discoteca y al principio no sabe que es la hija del rival de su padre y cuando se enteran ya están locamente enamorados.
Tras varios intentos en vano, por parte de ambos, de intentar solucionar los problemas entre las dos familias, deciden fugarse. Los padres de Julieta se presentan en casa de los padres de Romeo acusándoles del secuestro de su hija y en esa disputa muere el hermano de Romeo.
Los fugados se enteran, a través de un amigo, de la muerte del hermano de Romeo y deciden volver, solo que se casan antes para que nadie pudiera decirles nada. Cuando vuelven los padres de Julieta encierran a esta en su habitación sin poder ver a Romeo y tras varios meses de separación ella consigue una droga que le paraliza el cuerpo durante un día. Todos la toman por muerta y Romeo se presenta en el funeral de ella con una pistola en la mano. Tras amenazar a toda la sala con el arma, él se sube al altar y se pega un tiro en la cabeza.
Con el ruido que genera el arma Julieta despierta y ve el cuerpo de su marido tirado en el suelo y con un agujero en la cabeza. Coge el arma y tras unas palabras conmovedoras se pega un tiro en el corazón.
- Vaya, es genial. – dije cuando acabó mientras me limpiaba las lágrimas de la cara.
Alan no dejaba de mirarme y cuando vio lo que hacía me detuvo las manos y me limpió él las lágrimas.
- Es mejor de lo que esperaba. – dijo cuando terminó de quitarme las lágrimas.
Nos levantamos y salimos hacia fuera. Él parecía muy animado, con pocas ganas de irse a casa y la verdad es que yo me lo estaba pasando bien a su lado. Decidimos ir a comer algo y propuso una cafetería a la que se podía ir andando.
Íbamos andando y él no dejaba de hablar de la obra y de lo que le había parecido. Llegamos a un semáforo que no nos dejaba pasar y nos detuvimos en el borde de la acera y justo cuando en el semáforo apareció la palabra “WALK” un coche llegó y se detuvo para dejarnos pasar. No sé como sucedió pero una fuerza involuntaria me hizo pararme delante del coche y quedarme mirando a la conductora.
Era una chica morena con el pelo corto, sus ojos eran oscuros y su mirada era algo agresiva aunque ahora mismo me estuviese mirando con mucha incredulidad. De repente bajó la ventanilla del coche para decirme algo pero se detuvo y arrugó la nariz, como si le hubiese llegado un olor demasiado fuerte. Intenté oler lo que estaba oliendo ella pero solo olía a humedad debido a las nubes que estaban a punto de descargar.
- Isa, ¿pasa algo? – dijo Alan mientras me cogía la mano y tiraba un poco de mí para que siguiese.
Eso me ayudó para salir del estado en el que había entrado y por un momento aparte la vista de la mujer del coche para mirar a Alan y luego volver a mirarla. Empecé andar hacia donde él me iba guiando pero sin dejar de mirar a la mujer que parecía mirarme con el mismo desconcierto que yo la miraba a ella.
Llegamos a la acera contraría y el semáforo de los coches se puso en verde, pero la mujer no salió, el coche que tenía detrás empezó a pitarla como loco y notaba la mirada extraña de Alan. Al final ella salió acelerando demasiado el coche y desapareció en una cuerva. Miré a Alan y él estaba esperando una explicación para mi extraño comportamiento, solo que no sabía cómo explicar lo que me acababa de pasar.
- Creí que la conocía. – dije al final.
Seguimos andando y tal era mi estado de inconsciencia que no me di cuenta de que íbamos cogidos de la mano hasta que llegamos a la puerta de la cafetería y me soltó para dejarme pasar.
Entramos y nos sentamos en una mesa pegada a la ventana. Yo no tenía mucha hambre pero sí estaba algo golosa así que me pedí unas tortitas con nata mientras que él se pidió un bocadillo.
- Entonces que, ¿querrás ir al baile conmigo? – dijo cuando nos sirvieron la comida.
- Pensé que ya había contestado a esa pregunta. – le miré algo extrañada.
- Quiero darte una oportunidad a retirarte. Ahora que has tenido una cita conmigo y ya sabes cómo será, puedes retirarte si no te ha gustado. – aunque me sonreía su tono era serio.
- Me gusta estar contigo. – eso le hizo sonreír más.
- ¿Qué hay de Dayan? – me pilló descolocada su pregunta.
- ¿Qué pasa con él?
- Estás enamorada de él. – debía admitirlo, al parecer mis sentimientos no habían estado tan ocultos como yo creía.
- Sí. – no sé a qué juego estaba jugando pero no iba a mentirle. – No te mentiré al respecto aunque no sé qué esperas conseguir recordándomelo.
- Quería comprobar que no me mentías.
- ¿Vas a dejar de ponerme a prueba? He sido sincera al cien por cien, no quiero ocultarte nada. Pero no puedes estar recordándome a Dayan cada media hora porque así no podré estar contigo. – mi tono fue en aumento y casi acabé gritándole.
- Lo siento, no quería…no era esa mi intención. – dudó a mitad de la frase debido a mi actitud.
- No, lo siento yo. Me he pasado, no debería alterarme tanto. Es solo que yo pensaba que mis sentimientos estaban ocultos y parece que todo el mundo sabe cuáles son.
- Todo el mundo no, Dayan no sabe nada. – le miré de manera intensa y él la interpretó correctamente – Y por mi parte seguirá siendo así.
No volvimos hablar del tema Dayan en toda la noche y esperaba que la cosa se quedara así para el resto de las veces que nos viéramos. Comimos tranquilamente y ahora me tocaba hacer a mí las preguntas personales. Le pregunté todo lo que se me ocurrió, sobre su familia, sus gustos, sus proyectos para el futuro y me dí cuenta que en eso último estaba igual que yo, él quería hacer algo por lo que sentirse orgulloso de si mismo pero aun no había decidido el qué.
Seguía hablando de eso cuando llegamos a mi casa pero cuando llegamos a la puerta se quedó callado de repente. Me miraba con una mirada demasiado intensa y las imágenes de las millones de películas que hay en las que la chica recibe su primer beso en la puerta de su casa pasaron por mi mente.
Bueno, no sería exactamente mi primer beso pero sí sería el más importante. Un año en un campamento de verano un chico me besó en un juego de una botella, pero era pequeña y me pareció algo asqueroso.
Pero debía de pensar si quería recibir mi primer beso así. Siempre me imagine que Dayan me besaba en nuestro lugar secreto pero debía admitirlo, él no me besaría.
Alan se acercó lentamente y cuando estaba a tan solo unos centímetros de mi rostro me sonrió, me dio un dulce beso en la mejilla y dijo:
- Nos vemos el lunes en clase. – se dio la vuelta y se fue a su coche riéndose.
Entré en casa todo lo rápido que pude, subí las escaleras corriendo y me tiré en la cama a hiper-ventilar. ¿Por qué no me había besado? ¿Acaso quería yo que lo hubiese hecho? Y si lo hubiese hecho, ¿qué pasaría después? ¿se lo diría a Dayan? ¿saldría con él de la misma manera que Dayan sale con Carol?
Mi bolso empezó a vibrar y saqué el teléfono móvil que había metido, era un mensaje y era Dayan.
“Quedamos mañana en la roca a la misma hora que hoy?”
No solíamos escribirnos mensajes, si queríamos algo llamábamos y punto, por eso me sorprendió tanto que lo hiciera. Pero si era eso lo que quería:
“Ok. Saldré a las 8.30 por si quieres que te gane en una carrera” – contesté
DAYAN
Por alguna razón no podía dormirme, no dejaba de dar vueltas en la cama y con los ojos abiertos como platos. Había sido una tarde de lo más aburrida y la noche no estaba siendo mucho mejor.
La fiesta en casa de Brenda había sido como todas las fiestas que organizaban el séquito de Carol y para colmo había discutido con ella por culpa de mi mal genio. No paraba de darle vueltas a la cita de Isa con Alan y eso me ponía furioso y lo pagué con Carol.
Al final, cabreado de dar vueltas por la cama, me levanté y fui a la sala de la televisión que había abajo y me tumbé en el sofá a ver programas basuras.
En algún momento de la noche me debí dormir y me desperté a las ocho y cuarto, con tan solo quince minutos para arreglarme. Subí corriendo las escaleras y me puse unos pantalones deportivos largos y una camiseta de manga corta.
Cuando salí Isaura ya me estaba esperando haciendo unos calentamientos, se la veía radiante y feliz y no sabía cómo tomarme eso. Me estaba volviendo loco. Ella me estaba volviendo loco.
- ¿Preparado para perder? – me dijo con una radiante sonrisa nada más verme
- Eso ya lo veremos. – contesté yo mientras me ponía a su lado a calentar y estirar.
Una vez listos nos colocamos en posición y ella dio la salida. Siempre la daba ella ya que yo siempre hacía trampas. Salimos los dos a la vez, la táctica de Isaura era ir siempre a un mismo ritmo y aguantar el esprín para el final, yo era algo más agresivo aunque reconocía que su táctica era mucho mejor, para cuando llegábamos a la mitad yo ya estaba con la lengua fuera y ella estaba como una rosa.
Intenté aguantar todo lo que pude pero como casi siempre ella me ganó, su esprín fue mucho mejor que el mío y eso que normalmente era mi fuerte, pero hoy ella parecía sumamente concentrada en la carrera, en cada zancada que daba y en cada respiración que inhalaba. Solo hacía eso cuando tenía que pensar, algo estaba pasando dentro de su cabeza para que se tomara la carrera tan en serio.
Llegamos al tronco de la entrada del camino y ella me miró con la sonrisa del vencedor. Subimos andando la cuesta sin decir nada, intentábamos recuperar el aire después de la carrera. Así que cuando llegamos a la roca ya estábamos recuperados al cien por cien.
Ella se soltó el pelo igual que hizo ayer y se quedó con los ojos cerrados y disfrutando del aire. Hoy hacía especialmente calor así que me quité la camiseta y me quedé con la espalda apoyada en el suelo.
Isaura me miró de reojo y pude ver como sus mejillas se sonrojaron al ver mi torso desnudo.
- Te has sonrojado. – no era una pregunta sino una afirmación.
- No. – mintió ella desviando la mirada.
Yo sonreí pero no insistí. Lo que sí hice fue quedarme pensativo, no era la primera vez que me veía sin camiseta, me había visto muchas veces en los entrenamientos y en la piscina. Aunque si era la primera vez que me quedaba sin camiseta estando los dos solos.
- ¿Qué tal la fiesta de Brenda? – dijo el nombre con todo el desprecio que pudo.
- Igual que las millones de fiestas que organizan el séquito de Carol, un autentico coñazo. – aunque no la veía la cara sabía que estaba sonriendo. - ¿Qué tal tu cita?
- Bien, la obra fue genial, tienes que ir. – se dio la vuelta y me miró, pero sus ojos se desviaban a mi torso desnudo de vez en cuando.
- Seguro que soy capaz de meter a Carol en un teatro. – dije irónicamente.
Ella solo iba al cine a ver películas de amor en las que el protagonista fuese guapo. Siempre que quería ver alguna película algo más de acción o me iba con los del equipo o con Isaura.
- Sería interesante verlo, Carol en un teatro y sin entender ni una palabra de lo que dicen ya que hablan en verso. – nos reímos los dos de su comentario pero en seguida cambió su cara a una más seria.
La apartó intentando que no la viera pero no lo consiguió, me incorporé y la agarré suavemente de la barbilla para obligarla a mirarme. El contacto de mi mano en su piel me provocó una sensación rara en el estomago.
- ¿Qué te pasa? – sus ojos estaban húmedos y se mordía el labio inferior. Eso solo lo hacía cuando algo le gustaba mucho algo o cuando estaba a punto de llorar, y esta vez parecía lo segundo.
- Nada, estoy bien. – dijo mirándome fijamente.
Hacía varios años que no la miraba directamente a los ojos, por alguna razón sus ojos me ponían ansioso y solo los miraba cuando ella no me miraba a mí. Pero esta vez ella me necesitaba y yo era su mejor amigo.
Levanté mi mirada y por primera vez en mucho tiempo mis ojos miraban directamente a sus preciosos ojos grises. Su mirada era de tristeza pero en cuanto se dio cuenta que la miraba directamente cambio de repente, pasó a tener una mirada de sorpresa triste.
No supe que decirla y los sentimientos que estaba experimentando tampoco me dejaban pensar. Tenía necesidad de ella, de tenerla más cerca, de abrazarla y de estar juntos para siempre, tenía necesidad de… ¿besarla?
¡O Dios mío! Tenía ganas de besarla. Me separé de ella y aparté la mirada todo lo que pude, que no era mucho, mis ojos la buscaban como abejas buscan la miel. Ella me miraba sorprendida y con la duda en el rostro. ¿Qué estaría pensando? ¿Tendría ella la misma necesidad de besarme?
No, no podía pensar así, ella no siente eso, lo hubiese sabido. Y además estaba Caroline, no podía engañarla, a pesar de todas sus cosas ella era mi novia y la quiero, no sé porque, pero la quiero. Siempre acaba consiguiendo que sonría y está enamorada de mí.
Por no mencionar que la relación entre Isaura y yo se rompería si pasara algo, apreciaba más mi amistad que mi necesidad de besarla. Pero era tanta esa necesidad, casi era como un imán.
- Debo irme. – dije mientras me levantaba y me ponía mi ropa.
- ¿Qué? Pero si acabamos de llegar. – parecía enfadada y no la culpo, ella estaba triste por algo y yo me largaba.
El imán volvió a mí en cuanto la volví a mirar a los ojos, por alguna razón ahora no podía apartar la mirada de ella.
Se levantó y puso los brazos en jarra, parecía indignada. Pero ese acto la acercó más a mí y el imán se intensifico aun más. Dí un paso hacia atrás para intentar frenar el imán pero era cada vez más fuerte. Volví a dar un paso hacia atrás pero mis ojos no dejaban de mirar sus labios carnosos y rosados, parecían estar llamándome.
- Lo siento. – dije al fin y salí corriendo dejándola atrás gritando mi nombre con tono indignado.
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He de decir que me costo mucho no hacer que se besaran, pero aun no era el momento.
Espero que les guste y no duden en comentar. Besazos grandes a todos y gracias por leer.
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