Capítulo 24: Ahora eres mi todo.
ISAURA
El día con Dayan había sido estupendo, había sido el mejor cumpleaños de toda mi vida, o al menos lo estaba siendo hasta ahora. Por alguna razón mis nervios estaban a flor de piel, mi estomago me indicaba que algo malo se acercaba y el ver a Dana dando vueltas de un lado para otro y con aspecto nervioso, no ayudaba.
Se suponía que nuestros poderes se iban a activar, pero eso no era razón para este nerviosismo. Según nos había contado Dana no era peligroso. Entonces, ¿por qué se comportaba así?
Salimos del coche y fuimos hacia ella, aun quedaban media hora hasta las siete, habíamos llegado con tiempo de sobra.
- Hola. – dije nada más llegar a ella. - ¿Estás bien?
- Llegáis pronto, no esperaba que llegaseis tan pronto. – dijo con la mirada desenfocada.
- Fuiste tú la que nos dijisteis que viniéramos con tiempo, que no nos pillara conduciendo. – le recriminó Dayan.
Ella no supo que contestar pero su mirada perdida y su tambaleo nervioso me estaban poniendo algo ansiosa.
- Dana, dinos que pasa. – quise que sonara a pregunta pero al final fue una orden.
- Están en el pueblo, me los he cruzado al venir y son más de los que yo puedo derrotar. – dijo mientras nos agarraba de las muñecas y tiraba de nosotros al interior del bosque.
Esta vez nos adentramos mucho más, dimos una buena caminata. Pasamos el pequeño prado donde ayer nos comunicamos con la comunidad, atravesamos una zona de grandes árboles, tuvimos que pasar por encima de un río al que casi me caigo si no llega a ser porque Dayan me sujetó en el último momento.
Así hasta llegar a un pequeño campo de tierra, sin vegetación y sin ningún árbol, era como si algo hubiese caído del cielo destruyendo lo que se encontraba a su paso y dejando un hueco de un círculo casi perfecto entre tanto bosque.
- Vaya, nunca antes nos habíamos adentrado tanto. – dije mientras admiraba el lugar.
A pesar de que era todo un contraste con el resto del bosque, era hermoso. Los árboles cercanos hacían una especie de jaula de este lugar, el suelo era todo marrón, sin ningún hierbajo ni ninguna flor, pero estaba casi seco, algo raro en este bosque. Pero claro, aquí el sol, cuando estaba en lo más alto, debía de pegar con fuerza secando la vegetación a su paso.
Tras la larga caminata para llegar a este lugar, ya apenas faltaban unos minutos para las siete. Miré a Dana que parecía igual de nerviosa. Pero el que más me sorprendía era Dayan, miraba el lugar con horror y algo de reconocimiento.
- No me gusta este lugar, deberíamos irnos. – dijo de repente.
- ¿Por qué? Es perfecto, está alejado y les costará encontrarnos. – dijo Dana la cual estaba igual de sorprendida que yo por la actitud de Dayan.
- He soñado con este lugar y no era un sueño agradable. – dijo él mirando hacia todos los lados y poniendo cara de que reconocía el lugar.
- No hay tiempo para buscar otro sitio, apenas faltan un par de minutos. – contestó ella.
- No tenemos pruebas de que estén aquí. Has dicho que les has visto mientras venías, quizás no les dé tiempo a venir. – dije intentando calmar los nervios.
¿Cómo había pasado de ser yo la que estaba nerviosa a intentar calmar a los demás?
Pero fue terminar de decir mi frase y escuchar voces a lo lejos. Todos nos tensamos y nos colocamos en el centro del claro. Dana se colocó entre las voces y nosotros con una actitud sumamente protectora, me sorprendió la ferocidad de su postura y sus movimientos.
Las voces todavía se oían distorsionadas, eso quería decir que estaban lejos. Dana nos había pedido mediante gestos que no dijéramos nada, no quería que nos oyeran, aunque seguro que nos olían.
Dayan me agarró de la mano y yo le miré con miedo. Entonces él me señaló su reloj y mi corazón se detuvo. Quedaban diez segundos, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno…
Una vez Dana describió esta sensación como una botella que se llenaba. Bien, pues esto no se parecía a una botella, sino a todo un lago llenándose. Era como si me ahogara con tanta energía entrando en mi interior. No era capaz de habla, ni de respirar, ni siquiera de mirar a Dayan para ver como lo estaba llevando él.
Entonces el suelo empezó a tambalearse, la vista se me nublaba, notaba como mi cuerpo caía e incluso oía alguna voz que nos llamaba, pero ya no estábamos ahí para escucharla o al menos, no nuestra conciencia.
Ese pequeño claro marrón había desaparecido, ahora tenía delante una gran pradera verde, con un cielo completamente encapotado y con una temperatura algo más baja que de dónde veníamos.
Estaba en el suelo y estaba sola, pero yo no había venido sola a este lugar. Me levanté y me giré asustada por lo que me iba a encontrar pero mi cuerpo se relajó cuando le vi. Estaba enfrente mía aunque de espaldas, se giró y me miró. Vi la incomprensión en su rostro.
Pero no solo estábamos nosotros, a mi derecha tenía a un chico alto, apuesto y con pinta de prepotente, de esos que desde la primera vez que los ves, sabes que son de los que se meten en problemas. Me miró con el mismo desconcierto que Dayan y unos preciosos y penetrantes ojos azules se clavaron en mí. No necesitaba preguntar para saber quién era, el chico prepotente era agua.
A mi izquierda tenía a una chica hermosa, alta y pelirroja. Su mirada era feroz aunque ella también estaba sorprendida por todo lo que estaba pasando. Me miró y supe en seguida quien era, ella era fuego y casi estaba convencida de que sería una perfecta líder.
Nadie decía nada pero no hacía falta, todos sabíamos quiénes éramos. Una sensación de proximidad a ellos me inundó por dentro, eran mis hermanos, mis aliados, serán mi apoyo en momentos complicados, serán mi familia a partir de ahora.
En esta nueva sensación también iba incluido Dayan al cual le seguía amando, pero un nuevo sentimiento se apoderó de mí. Ahora él era mucho más que mi amado, era mi hermano de magia, mi compañero de batalla, él era mi todo.
Algo dentro de mí empezó a cambiar, era como si hubiese perdido el control de mi cuerpo y lo que sea que lo controlase estaba obligando a mi brazo a moverse hacia el centro del pequeño círculo que habíamos formado.
Lo más extraño de todo es que al resto les estaba pasando lo mismo, pude ver en sus caras como ellos tampoco controlaban ese movimiento. Pero al final sucedió lo que la magia quería que sucediera, que nos tocáramos.
En cuanto nuestra piel entro en contacto, cuatro rayos de luz salieron despedidos hacia el cielo, donde se perdían entre las nubes. Eran rayos de colores, podía intuir el color de cada uno, azul para agua, rojo para fuego y verde para Dayan. Pero apenas podía verlos ya que un rayo gris, idéntico al color de mis ojos, me cegaba a escasos centímetros de mi cara.
Los rayos desaparecieron en el cielo y una esa sensación de antes hacia las tres personas que tenía a mí alrededor, se hizo mucho más fuerte dentro de mí. Ahora si podía decirlo, eran mis hermanos.
Tímidamente fuimos separando nuestras manos y una sensación de vacío apareció bajo mis pies. La pradera desapareció y algo parecido a la gravedad tiró de mí hacia abajo. La imagen fue cambiando de un verde a un marrón. Entonces me di cuenta, había vuelto.
DAYAN
Agarré la mano de Isaura y me miró con temor, la señalé el reloj, quedaban diez segundos, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno…
Una extraña energía que parecía proceder de la tierra iba subiendo por mis pies, era como si me aprisionara, como si me ahogara en ella. Mi corazón latía a mil por hora y mi cuerpo estaba paralizado.
Y no era solo eso, el suelo parecía temblar y la vista empezaba a fallarme, al principio era como si una nube pasara por delante de mis ojos impidiéndome ver. Pero pronto la imagen empezó a cambiar, el marrón que predominaba en ese claro que Dana había elegido, pasó a convertirse en un verde esmeralda y cuando me quise dar cuenta, ya no estaba en casa.
Era un lugar nuevo, una gran pradera verde con grandes árboles a mi alrededor. Isaura no estaba a mi lado y eso me puso ansioso. Me levanté rápidamente, ya que extrañamente estaba en el suelo, y busqué por todos los lados, me giré y ahí estaba, parada y mirándome con la misma incomprensión en el rostro que debía de tener yo.
Y no estábamos solos, había un chico a mi izquierda, era más alto que yo pero no parecía más fuerte. Sus ojos azules delataban el elemento al que pertenecía, era agua. Pero su pose de chulo me molestó ligeramente, y digo ligeramente ya que sentía una extraña conexión con él que me impedía sentir algo más fuerte.
La chica parecía una de esas que serían capaces de morder. Era hermosa, alta y pelirroja, su mirada era feroz aunque reflejaba también la incomprensión del momento. Sus ojos también reflejaban su elemento, era fuego.
Y aquí estábamos los elementos. Nadie parecía estar dispuesto a decir nada pero la verdad es que sobraban las palabras.
Una fuerza extraña tiró de mí obligando a mi mano a dirigirse hacia el centro del pequeño círculo que habíamos formado. No parecía ser al único al que le pasaba ya que todos estábamos haciendo lo mismo.
Nuestras pieles se rozaron y cuatro fogonazos de luces de colores salieron disparados hacia el cielo para perderse entre las nubes. Mi fogonazo era verde, el de la chica fuego era rojo, el del chico agua era azul y el de Isa era gris, como sus ojos.
Las luces se fueron pero durante unos segundos nuestras manos seguían unidas. Ahora sentía algo nuevo hacia las tres personas que tenía delante, era como si fuesen de mi familia, como si de algún modo pudiese confiar a ellos mi vida. E incluso con Isaura, la seguía amando pero ahora era algo mucho más superior, ahora también la necesitaba conmigo en la lucha, la consideraba mi hermana de magia. Ahora ella era todo lo que alguien puede ser para otra persona, amiga, hermana, amante…
Fuimos apartando nuestras manos poco a poco y en cuanto nuestra piel se separo hubo un vacío bajo mis pies, como si estuviera volando y la gravedad tirase de mí hacia abajo. La visión se volvió otra vez borrosa y la imagen volvió a cambiar. Ya no había esa hermosa pradera verde, ahora habíamos regresado a ese lugar que me daba tan mala espina. Estábamos en casa.
Abrí los ojos y tuve una sensación de deja vu, casi podía ver lo que iba a pasar. Busqué con la mirada a Isaura y para mi horror estaba en la misma posición que en el sueño. Intenté recordar lo que venía ahora pero solo reconocía las cosas una vez iban llegando.
El mismo ruido que nos alteró en mi sueño nos alteraba ahora, eran esos tíos que nos encontramos la vez que discutimos en medio de la carretera, la primera vez que vimos a los sombras.
Dana peleaba con los tres, era impresionante verla luchar, parecía estar manejándose a la perfección con los tres. Pero no me dí cuenta de que no estaban solos hasta que alguien levantó a Isaura y esta empezó a chillarle.
Fue extraño y diferente, con su chillido y su rabia le mandó volando por los aires obligándole a soltarla, eso no pasó en mi sueño.
Alguien saltó por detrás encima de mí y caímos los dos al suelo. Caí boca abajo, mi contrincante me obligó a girarme y empezó a golpearme en la cara, pero no me golpeó mucho. Algo en mi pecho me iba guiando, la tierra me llamaba y yo estaba tumbado justo encima de ella.
Todo empezó a vibrar debajo de nosotros y los árboles que estaban detrás del sombra que tenía encima, empezaron a moverse solos. Aunque algo me decía que los estaba guiando yo.
Una rama del árbol más cercano cogió a mi contrincante del cuello y le dejó suspendido en el aire. Se convirtió en una soga para él y por más que pataleaba e intentaba quitarse la rama de su cuello, esta más se apretaba a él, así hasta acabar ahogándole.
Ahora que le veía ahí colgado le reconocí, era el que conducía ayer el coche en el secuestro de Isaura, eso me ayudaría a no tener remordimientos después.
Y el que había atacado a Isaura era el otro, el que iba de copiloto y el que al final le lanzó una bola de fuego que en estos momentos estaba dispuesto a repetir.
Mandé un temblor de tierra que le desequilibró y dejó caer el mechero. Cuando se fue a agachar para recogerlo, Isaura le mandó volando por los aires haciendo que se quedara clavado en una rama que yo había colocado estratégicamente. La rama le atravesó el pulmón y murió casi en el acto.
Todo era igual que en mi sueño pero a la vez muy diferente. Recordaba que había sido una pesadilla, recordaba como mi cuerpo no quería ver algo, como se negaba a girar hacia un lugar, pero no conseguía recordar el porqué.
Miré a Isaura un segundo y lo recordé, pero fue tarde.
- NOOO… - gritó ella.
Su cuerpo se había quedado flojo, la mirada estaba perdida en algún punto de mi derecha, pero como había pasado en mi sueño, no me atrevía a mirar.
Isaura se puso tensa y una solitaria lágrima recorrió su mejilla. Pero su mirada no era de tristeza sino de rabia y venganza. Sea lo que sea lo que había pasado, ella se iba a vengar.
Eso me obligó a reaccionar y giré todo mi cuerpo para mirar hacía donde ella estaba ahora mismo descargando todo su odio.
Mi reacción fue como la de Isaura. Primero mi cuerpo se relajó viniéndose abajo, pero pronto todo eso se convirtió en ansias de venganza y destrucción. La mujer que el otro día llevaba un corset negro y rojo y parecía recién salida de una película de época gótica, había matado a Dana.
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¡¡¡Que emoción!!! Bueno, aquí os dejo un capítulo esperado por muchos. Espero que os guste.
Mañana también será un día de mucho lio para mi y es posible que no pueda subir, espero que me perdonéis. :D :D :D
Como siempre, espero vuestros comentarios y votos. Muchos BESOSSSSSS
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