Capítulo 7: La fiesta.

ADALIA

Paul no me había dicho a qué hora era la fiesta, pero siempre solíamos ir a la misma hora. Salí de casa sobre las diez y cuarto tras varios consejos de mis padres de última hora como: “si la cosa se descontrola, llama a la policía” “no dejes que nadie que haya bebido conduzca después” o el mejor “no hagas nada que no quieras hacer.” Hice unos cuantos “si papá” “no mamá” y me fui. No es que mis padres fuesen muy controladores, pero eran padres.

Cogí la carretera del sur y tras un par de kilómetros cogí un camino sin pavimentar que salía a mano izquierda. Esto me iba a provocar lavar el coche mañana, un coche negro rodeado de desierto no era la mejor de las ideas, pero disfrutaba mucho limpiándolo. Al ser un camino sin pavimentar resultaba algo incomodo con tantos baches, pero ya había hecho el camino en varias ocasiones y me conocía los lugares exactos donde meter las ruedas para no rozar con los bajos.

Tras sortear las montañas que nos hacían de paneles acústicos, llegué a la zona que nosotros llamamos “el descampado” y nada más llegar pise los frenos a tope y me quedé con la boca abierta por el asombro. Al parecer no éramos los únicos que habíamos pensado en venir aquí a celebrar el fin de exámenes, el resto del instituto de último curso estaba también e incluso unos de tercero.

Vi a Paul al fondo del todo que me hacía gestos con la mano y me indicaba que me habían guardado un sitio junto a los coches de Erik y de Kristy, una de las chicas solitarias. Aparque y salí del coche. Habían hecho una hoguera por lo que no hacían falta las luces de los coches.

- Has venido, sabía que vendrías. Que te dije Erik, - dijo Paul mientras me abrazaba muy efusivamente.

Le devolví el abrazo, aunque algo más tímido ya que la mirada de Claris era de puro odio.

- Ya has bebido, chucho. – no era una pregunta, podía olerle.

- Nooo…. – y se empezó a reír como un imbécil.

Mierda, si había bebido significaba que no podría hablar con él sobre el tema del baile y eso. Miré a Erik y tenía la misma pinta de borracho que Paul.

- Mierda Erik, has traído el coche. ¿Cómo se te ocurre? – le dije, pero el solo se rió al escuchar mis palabras.

- Tranquila Adalia, yo lo llevaré. – me dijo Claris.

Era la única que no me llamaba Ada y se lo agradecía, pero también creo que no lo hacía porque no le caía bien. Claris se sacó el carné de conducir el verano pasado pero sus padres no tienen dinero para comprarle un coche y tampoco le gusta beber, lo cual es un perfecto comodín para estos casos.

- ¿Dónde están el resto? – le pregunte a Claris ya que el ambiente de este grupo no me estaba gustando.

- Allí, al otro lado de la hoguera. Mel ha interceptado a Matt. – dijo eso último con cara de asco.

Mi cuerpo se tensó y me dirigí hacía donde me había indicado como una flecha. Ella ya me quitó a David una vez, Matt era mío.

Espera. ¿Cómo he llegado a esa conclusión? Él no era mío y nunca lo sería, el me odiaba tanto como yo a él.

Ya estaba a tan solo dos metros de ellos. Mell coqueteaba con Matt tocándole del brazo y acariciándole de vez en cuando. También estaban Carla, como no, y Jessy. Ahora lo entendía, si Matt estaba alado de Jessy, Mell ya tenía excusa para acercarse y presentarse como la intima amiga de Jessy. Y la dulce de Jessy no la iba a contradecir, pero yo sí.

Y justo cuando me disponía a ello, fue David quien me intercepto a mí.

- Adalia espera. ¿Podemos hablar? – me dijo mientras me agarraba de una muñeca.

Vi como Matt se giraba al oír mi nombre y como me miraba con una mirada extraña en los ojos, como de culpa.

- Si claro. – le dije sin ganas.

- Pero quisiera hablar con la antigua Adalia. – me dijo con todo su morro.

- Vaya, ¿con la antigua Adalia dices? – hice una pausa en la que él acepto con la cabeza. – LA DESTRUISTEIS. – le chillé.

- Lo sé y quería decirte que lo siento, pero sé que tú nuevo yo me escupiría las palabras a la cara. Tal y como estás haciendo. – me dijo encarándose a mí.

- Porque te lo mereces. Y no, no acepto tus disculpas. He sido muy feliz sin ellas estos dos años. ¿Qué te hace pensar que hoy, el día que todo se acaba, las voy a necesitar? – el se quedó callado, no esperaba mi respuesta. Entonces caí. - ¡Oh claro! No te disculpar para hacerme sentirme mejor, sino para sentirte tú mejor. Para no irte de este pueblo con esa culpa.

- ¿Pasa algo? – dijo Matt que apareció por mi derecha sin apenas notar que se había acercado.

- No te metas en esto, seas quien seas. Solo estamos hablando. – le dijo David a Matt encarándose ahora a él.

- Pues la conversación ha terminado. – dije yo.

Y tras un impulso incontrolado, cogí la mano de Matt y le saqué de ahí. Y menos mal, porque le estaba echando la mirada más envenenada que jamás he visto. Eso me asustó pero sobretodo me gustó, me estaba defendiendo. Eso quería decir que le importaba.

Le llevé lejos de la gente y de las miradas indiscretas, detrás de los coches más alejados del bullicio.

- ¿Es aquí donde me matas? ¿Cómo le hiciste a tu profesor que te suspendió? – dijo con tono de burla.

- Sí, por si eres poli, te diré que su cadáver está a cien pasos al sur desde esta posición. – le dije siguiéndole el juego.

Me detuve cuando comprobé que no había nadie pero nuestras manos no se soltaron. Le miré a los ojos, era algo más alto que yo pero tampoco mucho más.

- Siento a ver escuchado la conversación. No era mi intención, pero ese chico no me ha dado buena espina…

- Da igual. – le interrumpí. – Si le hubiese pegado, hasta lo habría disfrutado.

- Puedo volver si quieres. – hizo como giraba para irse pero yo le acerque más a mí para que no se fuera.

Solo que no calcule bien la fuerza y nos quedamos a tan solo centímetros el uno del otro. Su respiración se aceleró y la mía también. Le miré a los ojos y vi un profundo deseo, tanto como el que yo sentía hacía él.

- Quería disculparme por mi comportamiento del otro día. – me dijo en susurros ya que no hacía falta hablar más alto dado lo cerca que estábamos.

Mis rodillas temblaron cuando su aliento me rozo en los labios. Ese extraño olor me volvió a inundar la nariz, jazmín, eucalipto, frutos rojos y moras. Me mordí el labio para saborear su olor.

- A chicos, estáis aquí. – dijo una voz algo lejos pero que se iba acercando.

Matt y yo nos separamos de un salto pero sin darnos cuenta, nuestras manos seguían unidas. Era Carla y cuando nos vio una tristeza le cruzo por la cara. No paraba de mirar nuestras manos y eso me hizo saltarla de golpe. Paul, Erik y Jessy aparecieron justo después.

- Adalia, no veas que careto ha puesto David cuando te has largado. Ha sido un flipe. – dijo Erik casi sin vocalizar.

Mi corazón estaba algo dolido por la separación tan repentina de Matt y sobre todo por la interrupción de Carla. Habíamos estado tan cerca de besarnos…

- Es un imbécil, se lo merece. – le dije a Erik intentando ser sociable cuando lo único que me apetecía es que se largaran todos de aquí.

Carla seguía mirándome con cara triste y de odio hasta que no pudo más y salió corriendo en dirección opuesta a la mía. Mire a Matt y este me miraba con una extraña mirada, pero al final me hizo un gesto con la cabeza que no supe interpretar y salió detrás de ella.

No sabía muy bien cómo interpretar ese acto, podía haberlo hecho para tranquilizarla, pero también podía haberlo hecho porque le gustaba. Los celos y las dudas estaban pudiendo conmigo.

- Adalia, ¿estás bien? – me dijo Paul que ya parecía algo más sereno. - ¿Qué hacíais aquí solos Matt y tú?

¡Oh venga ya! ¿en serio iba a tener que explicárselo? Le miré a los ojos y levanté una ceja en señal de que era algo obvio. El no pareció entenderlo al principio pero al final lo captó y su mirada se volvió algo triste.

- Lo siento. – no sabía que más decir, tampoco es que él se hubiese declarado ni nada de eso.

- No te preocupes, estaré bien. – me dijo intentando poner una sonrisa en su cara.

Me era tan extraña esta situación, ¿cómo se ha podido complicar tanto mi vida en tan poco tiempo? La llegada de Matt no solo había despertado mi corazón, que ya era una estupidez negar que me gustaba, si no también había despertado los celos y el coraje de Paul en mostrarse más abierto conmigo.

Volvimos a la fiesta, había estado buscando con la mirada a Carla y a Matt pero no fui capaz de encontrarles. Llegamos a un punto cerca de la hoguera y me cogí un refresco con cafeína ya que hacía demasiado calor.

No tenía ganas de participar en ninguna conversación así que me apoye en un coche y me quedé hipnotizada mirando el fuego. Algo extraño pasaba dentro de mí cuando miraba las llamas, era como si me llamaran. Veía las chispas saltar en el aire y el humo subir hasta donde alcanzaba la vista. Sentía el calor que desprendía, lo sentía arder en mi cuerpo. Era fuerte y poderoso. Era como si se estuviera activando algo dentro de mí.

- Nooo… - oí el grito desesperado de un hombre y lo siguiente que sentí fue un golpe procedente del lado del grito y caí hacia el otro lado con alguien encima de mí.

- Eh. – me quejé, pero luego ví que era Matt.

Estaba tumbada boca arriba con Matt encima de mí en una postura algo comprometida para estar en público.

- ¿En qué pensabas? – me dijo con tono enfadado.

- ¿Qué? – dije confundida.

Entonces miré a mí alrededor, no sé cómo, pero estaba a tan solo un metro de haberme quemado viva.

- Yo no…yo estaba… y luego… - empecé a balbucear y él me levantó del suelo con mucha delicadeza.

- Tenemos que hablar. – me dijo con el mismo semblante serio que le había visto hoy mientras hablaba con Mell.

No fui capaz de contestarle, seguía en estado de shock, pero dejé que me llevara hacia donde él quisiera. ¿Cómo me había acercado tanto al fuego sin darme cuenta? Si Matt no llega a detenerme, ¿me habría quemado viva?

Escuchaba las voces de mis amigos preguntándome que me había pasado y si estaba bien, pero esta vez era Matt el que me llevaba de la mano hacia un lugar apartado, iba con prisas y tiraba de mí con urgencia y enfado.

- Yo lo siento, no sabía y de repente estaba ahí. – fue una frase sin ninguno sentido pero él pareció entenderme a la perfección.

- No es culpa tuya. Tendría que habértelo dicho antes. – lo dijo más para sí que para mí, pero no me pasó desapercibida la frase.

- ¿Decirme el qué? – había pasado de la culpa a la incomprensión en segundos.

MATT

Nunca pensé que podría sentir tanto miedo como cuando he visto a Adalia acercarse al fuego como si fuese un zombie, pero este nuevo temor lo superaba con creces. ¿Cómo iba a explicárselo todo? ¿cómo decirla que era una bruja destinada a salvar el mundo de un grupo de malvados brujos? Y la pregunta que me daba más miedo, ¿me odiaría después de contárselo? Habíamos estado tan cerca de besarnos esta noche, si no llega a ser por la interrupción de Carla y del resto, quizás esto fuese mucho más fácil.

Aunque quizás un beso solo me hubiese hecho acobardarme ante la idea de que ella pudiese odiarme de verdad, odiarme por venir a trastocar todo su mundo.

Llegamos donde había aparcado el coche, ella ni siquiera se dio cuenta de donde estábamos, seguía esperando una respuesta por mi parte.

- Si no te importa, prefiero conducir yo. – su mirada de desconcierto era muy graciosa, pero era demasiado testaruda.

- ¿Decirme el qué? – volvió a repetir.

No sabía que decirla, pero no quería decírselo aquí. Si montara un escándalo, todo el mundo se enteraría y me metería en un buen lío. Tenía que sacarla de aquí.

- No puedo decírtelo aquí.

- Pues no iré a ningún sitio. – me desafió con la mirada.

Era testaruda y cabezota. Pensé la mejor manera de convencerla y entonces se me ocurrió.

- Necesito mostrarte algo, aquí hay demasiada gente. – hice una pequeña pausa en la que la miré con la mirada más sincera y profunda que podía echarla y la dije. Por favor, confía en mí.

No hizo falta nada más, me tiró las llaves y se subió en el asiento del copiloto. Eso me hizo sonreír ampliamente. Ella confiaba en mí.

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Espero que os guste. No dudeis en comentar lo que se os ocurra. Besos

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