Capítulo 30: Bienvenida.

ADALIA

- Adalia, Adalia ya casi llegamos. – me decía la voz desesperada de Matt.

Aunque había vuelto de entre los muertos aun me encontraba muy débil, mi cabeza me daba vueltas a causa del mareo por pérdida de sangre y la herida me dolía.

- Matt. – volví a decir, pero esta vez quería decir algo mucho más importante. – Te quiero.

- Yo también te quiero, princesa. – oír esas palabras de su boca me hizo sonreír de pura felicidad.

Era extraño que a pesar de todo lo que estaba viviendo me sentía la mujer más feliz del mundo, era imposible que mi alma estuviese más feliz y todo gracias a él. Había vuelto por él y ahora mi felicidad también era por él. Le debía tanto.

Unos zarandeos me hicieron quejarme de dolor, el suelo había cambiado y el todoterreno se movía con sacudidas violentas que hacían que me doliese más la herida.

- Aguanta Adalia, es el camino a la comunidad, apenas faltan minutos. – empezó a besarme por todas partes y aunque parezca extraño, actuó en forma de morfina con mi dolor.

Pasados varios minutos el suelo dejó de estar tan bacheado y fue un gran alivio, aunque por el ruido se notaba que seguíamos en un camino de tierra. Intenté mirar por la ventaba para ver el exterior pero solo podía imaginármelo, entre a la velocidad que pasábamos y los cristales oscuros, no era capaz de ver nada.

Estuvimos bastantes minutos así, de vez en cuando una rama chocaba contra el coche y se hacía añicos debido a la velocidad a la que íbamos. Pero tras ese tiempo el coche empezó a frenar y a tomar curvas más cerradas que me provocaban un dolor agudo que intentaba no demostrar para no preocupar ni a Matt, que no dejaba de mirarme, ni a Paul que le notaba tenso detrás de mí.

Y al final por fin, el coche se detuvo completamente. Alguien abrió la puerta desde fuera y un chico con bata blanca apareció por la puerta. Era corpulento y no tenía pinta de ser muy alto. Su aspecto daba seguridad y tranquilidad pero por alguna razón su cara me ponía nerviosa, no me gustan los médicos.

- Román está muy mal, su corazón se paró hace unos veinte minutos y estuvo así como dos o tres minutos, luego volvió pero su pulso es débil y su respiración también. – dijo Matt tan rápido que apenas le entendí, pero el tal Román si pareció hacerlo.

Mientras hablaba me iban sacando del coche y me subía a algo que parecía una camilla.

- Me dijeron que la apuñalaron, ¿no? – Me destapó la manta que tenía para taponar la herida. – Ha perdido mucha sangre.

“Vaya, debe ser que el ver la sangre le ha llevado a esa conclusión. – pensé de manera irónica”

Pero tanto ajetreo entre sacarme del coche y tumbarme en una camilla me había hecho retorcerme de dolor, casi tanto como cuando me morí antes y eso me asustó.

- Matt, me duele.

- Lo sé, pero ya estamos aquí. Lo conseguiste. – eso me dio ánimos.

Aunque sabía que todavía no había conseguido nada, aun podía morir en el quirófano o en el pos-operatorio.

El tal Román empezó a tirar de mí y entramos en el edificio donde pude ver las tres caras preocupadas de mis hermanos. Intenté sonreírles como pude pero Román no se detuvo y siguió hacia delante.

Noté el momento exacto en el que Matt había dejado de seguirnos porque me vino ese extraño dolor de separación que ya hacía mucho que no sentía.

Intenté concentrarme en lo que había a mi alrededor, pero solo había gente con batas blancas corriendo de un lado para otro. Eran un gran equipo de médicos y enfermeros, había unas tres mujeres dos de las cuales eran enfermeras y la otra era medico, tres enfermeros más y un médico. Me pareció excesivo el equipo y no fui la única.

- ¿Por qué tanto alboroto por una herida de arma blanca? – dijo una de las enfermeras.

- Bueno, no es una bruja normal. De ella depende el futuro de todos. – contestó el médico.

Y no me pareció una buena idea, así lo único que conseguiría era que trabajaran con más presión. Y pude ver eso en la cara de la enfermera que había preguntado, se quedó blanca al comprender las palabras del médico pero reaccionó pronto.

- Muy bien, pues manos a la obra. – y cogió mi camilla y empezó a empujarla hasta meterla en una sala con demasiada luz.

Noté como me echaron un líquido frío en la zona de la herida y como me pasaban un objeto para extenderme el líquido, solo pude intuir que me estaban haciendo una ecografía.

Entonces vino un enfermero por detrás y me puso una mascarilla en la que salía un gas que no olía demasiado bien, me estaban durmiendo. Miré desesperada hacia arriba y vi lo único que quería ver, Matt.

Él se levantó de una silla en la que estaba sentado alado de Isaura y se acercó al cristal mientras me echaba una muy intensa mirada. Yo le sonreí con la sonrisa que había estado usando desde que me apuñalaron. Y me quedé con esa última visión, la de Matt.

Me desperté gracias a un odioso pitido que se me metía en la cabeza y me la hacía retumbar. Durante un segundo no era consciente de nada, de quien soy, de donde estoy, de que ha pasado, de que era ese horroroso ruido. Ni siquiera mis oídos captaban el ruido de ambiente con normalidad, todo era ruidoso y molesto. Mis ojos aun no se habían abierto así que no me podían ayudar para averiguar nada.

Pero en seguida mis oídos se fueron acostumbrando al bullicio y empezaba a identificar sonidos. El primero el pitido molesto, era un monitor cardiaco, de esos que te miden el pulso y la respiración y todo eso. Lo siguiente el bullicio, eran personas que iban de un lado para otro y ahora que mis oídos se estaban acostumbrando, ya no me parecían tan molestos. Es más, cuando comprendí lo que era todo me sentí mucho mejor, esto significaba que estaba viva y que podría volver al lado de Matt.

Ahora mi siguiente paso sería intentar abrir los ojos. Mi sensación de vacío cuando él no está había desaparecido y eso quería decir que él estaba cerca. Esto me dio más fuerzas para abrir los ojos, quería verle.

Lo primero que ví fue una excesiva luz brillante proveniente de un fluorescente, tuve que parpadear un par de veces para acostumbrarme pero aun así seguía teniendo el punto de luz en los ojos y me seguía a todos lados.

No solo la luz, el resto de la habitación también era demasiado brillante ya que era de un blanco impoluto que daba la sensación de más luminoso. Giré un poco la cara para intentar resguardarme de tanta luz y ahí fue cuando le ví, con la cabeza recostada en mi cama y con aspecto de llevar despierto demasiadas horas.

Me quedé observándole durante un rato pero no podía más, necesitaba tocarle. Levanté la mano más cercana a él y la hundí en su suave pelo negro. Sabía que necesitaba dormir pero yo necesitaba ver sus preciosos ojos verdes.

A él pareció gustarle que le acariciara pero solo hasta que comprendió que eso significaba que estaba despierta, entonces levantó la cabeza rápidamente y me dio lo que necesitaba, una mirada de amor con sus preciosos ojos.

- Hola – le dije en susurros y con una sonrisa en la cara.

- Hola princesa, ¿qué tal la siesta? – su cara estaba incluso más relajada que cuando dormía y verle gastando bromas era para mí todo un sueño.

- Ya sabes, si no duermes a mi lado no descanso. – dije mientras me mordía el labio inferior, sabía lo mucho que le gustaba.

- No es gusto que me hagas eso. – se acercó a mí y me beso dulcemente en los labios pero yo necesitaba más.

Con la mano que antes había estado acariciándole le atraje a mí y le obligué a besarme con más fuerza, aunque no pareció que le importara. Notaba su sonrisa mientras me besaba y fue como un especie de chiste que solo entendía él. Me separé para que me lo contara y eso le hizo más gracia.

- Tienes que aprender a observar a tu alrededor. – noté mi ceño fruncido mientras lo decía.

Detrás de Matt no había nada más que un armario y un pasillo en el que supuse que estaría el baño. Giré un poco mi cuerpo para mirar hacia el otro lado y una gran luz me volvió a cegar, por eso no había mirando antes, había una ventana en la que dejaba pasar la luz del sol.

Mientras giraba un dolor agudo, como de pinchazo, me vino del costado, tenían que ser los puntos.

Pero cuando mis ojos se acostumbraron a la luz me percaté de que no estábamos solos, es más, estábamos lejos de estar solos.

Al primero que vi fue a Paul.

- Paul – dije con un nudo en la garganta. Todo lo que había tenido que pasar por mi culpa.

- Estoy bien, pecas. No pongas esa cara. – dijo mientras me sonreía.

Pero no solo estaba Paul, Derek estaba a su lado y alado de este estaban mis tres hermanos y una chica a la que no conocía pero que por su postura debía de ser la chica de Kai. Los sonreí a todos pero antes de decir nada, tenía que hablar con Derek.

- Derek. – le dije seriamente y el vino a mi lado y me cogió de la mano.

- Nos diste un buen susto. Creo que te van a pasar las facturas de las multas por exceso de velocidad. – dijo con su típica sonrisa puesta, pero esa sonrisa no le llegaba a los ojos y sabía que aunque se alegraba de que estuviese bien echaba de menos a Shina.

- Estuve muerta Derek, durante unos minutos estuve muerta de verdad.

- Pero ya estás bien, no te preocupes por eso. – me malinterpreto, yo no iba por ahí.

- Vi a Shina. – eso le cayó y su mirada se volvió triste. – Cuando morí aparecí en la misma pradera donde mis hermanos y yo activamos los poderes, me sentía en paz, los dolores se habían ido. Entonces apareció Shina y me dijo que yo no debería estar ahí, que debía volver. Me mostró lo que estaba pasando en el coche, a Matt haciéndome un masaje cardiaco y me dijo que debía volver. Pero antes de hacerlo me dijo: “Dale las gracias a Derek por recoger mi cuerpo, dile que le estaré eternamente agradecida”

Le miré durante varios segundos para ver su reacción pero este parecía haber entrado en una especie de shock y no hacía ni decía nada. Me asusté y eso se detecto en el monitor cardiaco y Matt también se asustó.

- Derek, ¿estás bien? – dijo mientras le daba un ligero golpe en el hombro.

Entonces una tímida lágrima le cayó por el rostro y me miró con agradecimiento en los ojos.

- Gracias, gracias por todo. – me dio un beso en la frente y salió de la habitación.

- Tranquila, solo necesita tiempo. – me dijo Matt al oído.

Miré a mis hermanos y estos también parecían preocupados por mí, les sonreí como respuesta e Isaura vino casi corriendo y me abrazó. Hice un gesto de dolor pero no quería que se apartara, su contacto era relajante y de alguna manera me calmaba el dolor.

Dayan y Kai se acercaron y se quedaron parados detrás de Isaura.

- Bueno Kai, ¿no me ibas a dar una paliza? – dije recordando sus últimas palabras.

- Nena, cuando salgas de aquí tendrás que volver a entrar de lo mal que te voy a dejar. – dijo mientras me sonreía y me guiñaba un ojo.

- Si yo te evaporo y tú me apagas, tendrá que ser una lucha cuerpo a cuerpo. – él se rió y yo con él.

Isaura me soltó y nos quedamos los cuatro mirándonos unos a otros. Era como la primera vez, los cuatro en circulo y con una extraña fuerza que nos impulsaba a juntar nuestras manos.

Los cuatro lo hicimos a la vez y con su contacto algo me recorrió el cuerpo, fue una especie de corriente eléctrica que me obligó a separarme y acabar tumbada completamente en la cama. Notaba esa energía bajar por todo mi cuerpo, era como culebras de energía buscando algo.

Noté como Matt y el resto se asustaron pero yo no podía decirles nada, no sin antes saber lo que estaban haciendo esas culebras de energía dentro de mí.

Al final parecieron encontrar lo que buscaban, la energía se concentró en mi herida y parecía estar haciendo algo con ella. De repente me provocaron un fuerte dolor que me hizo chillar y retorcerme en la cama. Matt llamó al médico pero para cuando vino ya no hizo falta.

Todo el dolor había desaparecido, todo. Mi visión había vuelto a la normalidad y ahora me movía sin que los puntos me tirasen.

El médico llegó justo a tiempo, me estaba levantando el camisón para verme la herida. Tuve que quitar antes las gasas y el esparadrapo que las sujetaba pero cuando lo hice la herida ya no estaba.

- ¿Cómo es esto posible? – dijo el médico que parecía más atónito que yo.

Pero yo lo sabía, había sido nuestra unión. Mis hermanos me habían curado.

Los miré y ellos parecían haber comprendido, igual que yo, que esto había sido gracias a nuestra unión. Isaura y Dayan empezaron a reírse tontamente y tanto Kai como yo nos sonreímos.

- Bienvenida a la comunidad. – me dijo Kai.

- Bienvenida a mi hogar y ahora el tuyo si quieres. – dijo Matt a mi oído y yo me giré para volver a besarle. - Te amo, Adalia.

- Te amo, Matt.

FIN

**********************************

Aconsejo leer la nota de autor que pongo en el siguiente capítulo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top