Capítulo 21: Despedidas y llantos.
ADALIA
Mi madre me hizo un recogido en forma de moño dejándome algunos pelos sueltos por debajo. El vestido era de largo hasta los pies, la parte de la falda era amplia y con vuelo para luego ajustarse en la zona de la cintura y quedar bien apretada la zona del pecho que tenía un corte de palabra de honor. Aunque lo mejor de todo era la tela, era de seda y muy suave, desde que me lo puse no hacía otra cosa que acariciarlo.
No me maquilló mucho, solo un poco de sombra de ojos, algo de rimen y brillo en los labios. Los zapatos eran otra historia, no solía llevar tacones y estos eran tan grandes como un edificio. Llevaban una plataforma en la parte de delante lo que lo hacía algo más cómodo, pero aun así el tobillo me temblaba cada vez que apoyaba el pie.
- Te meteré una de mis manoletinas en el bolso. (en algunos sitios lo llaman bailarinas) – dijo mi madre y yo le agradecí el gesto.
- Me da la sensación de que las voy a usar muy pronto. ¿Cómo bailar si no puedo caminar? – mi madre me sonrió de una manera extraña, su sonrisa no le llegó a los ojos. - ¿Estás bien, mamá?
Al principio no me contestó, siguió echándome laca en el pelo y retocándome el maquillaje. No la presioné, quería darla tiempo a que pensara la mejor manera de contármelo.
- Es por tú padre, le noto muy raro. Está triste y cuando él lo está yo lo estoy, eso ha pasado desde que le conozco. – dijo con una extraña mirada de pánico.
Eso me asustó, no podía hacer todo lo que tenía que hacer sabiendo que en algún punto del país mis padres están sintiendo pánico y temor por mí. Al menos uno de los dos debe de estar bien para tirar del otro y ese uno debía de ser ella.
- Creo que es por mi culpa. – ella me miró sin comprender. – Creo que no le gusta que me haga mayor, ni que me vaya de viaje con Matt y sus amigos.
Mi razonamiento pareció gustarle más de lo que esperaba, aunque en realidad en su cabeza no podía haber explicación mejor que esa. Me abrazó y empezó a reírse.
- Que tonta soy, pues claro que es por eso. Siempre ha estado obsesionado con lo rápido que crecías y que te irías pronto de casa y cosas así. Supongo que para él esto es como una profecía que se cumple. – y no sabe qué razón tiene en esa frase. – Pero tú no te preocupes por él, ya me encargaré de distraerle en el viaje. Por cierto, ¿sabes dónde voy? Odio hacer la maleta a ciegas…
Ella siguió con sus desvaríos sobre la maleta y sobre donde creía que iría, aunque ni siquiera se acercaba. Pero yo ya estaba feliz, ella me había dicho lo que quería oír, se encargará de que mi padre lo pase lo mejor posible, eso me daba más fuerzas a seguir adelante.
Sonó el timbre de la puerta y mi corazón se detuvo durante un momento para luego iniciar el doble de rápido. Ya eran las siete y Matt ya estaba aquí, ¿por qué todo lo importante pasa siempre a las siete de la tarde?
Me levanté de la silla en la que mi madre me estaba retocando y me eché un último vistazo en el espejo de cuerpo entero que tenía en mi habitación. Apenas me reconocí sin mis clásicos colores negro y el rojo, sin mi aspecto de enfado y con una luz en los ojos que nunca antes había visto.
- Estás muy guapa cariño. – dijo mi madre sorbiéndose la nariz.
- Mamá…No llores. – la abracé y ella me apartó más rápido de lo que hubiese deseado.
- No quiero estropearte el vestido. – se puso a alisar las arrugas inexistentes y yo no la hice caso, la volví a abrazar sujetándola bien para que no se me escapara. – Venga, venga…Matt estará esperando abajo.
Eso me hizo soltarla, mi corazón se volvió a acelerar y mi madre me colocó el último complemento que me quedaba, mi colgante en forma de corazón que él me había regalado.
Me paré a respirar en la parte de arriba de la escalera, mi madre me hizo una caricia en el hombro para animarme a bajar y así lo hice. La parte de atrás del vestido arrastraba por las escaleras y me era más que obligatorio sujetarme a la barandilla para no caerme. Pero en cuanto le ví, todos mis miedos por mis padres y por mi destino quedaron eclipsados por el amor que sentía hacia él. Podría morirme aquí mismo sabiendo que he vivido el amor más grande que una persona es capaz de sentir y que algunas personas ni siquiera se acercan a una mínima parte de lo que yo siento.
Estaba simplemente perfecto. Llevaba un traje negro muy elegante con una camisa granate que la llevaba por fuera dando un aire más moderno y con una corbata fina en negro. También llevaba una caja de plástico transparente con un Corsage rojo a juego con su camisa, una única rosa roja con decorados blancos y una cinta para atarla a mi muñeca.
Me mordí el labio inferior al verle sabiendo lo mucho que le gustaba eso y él me echó una mirada traviesa aprovechando un momento en que mi padre no le miraba. Cuando llegué a su lado él me cogió la mano y la besó para luego ponerme la flor en forma de pulsera.
- Es precioso, gracias. – le dije con una sonrisa.
- Ahora que lo comparo contigo me parece que esa flor no está a tu altura. – me besó en la mejilla justo cuando llegaba mi padre con una polaroid y nos sacó una foto.
La sacó y empezó a agitarla para que se secara y apareciera la imagen. Yo no podía estar más radiante y ni Matt más hermoso. Mi padre le tendió la fotografía a Matt y le dijo:
- Toma, quédatela. – Matt la cogió con mucha delicadeza, como si tuviese miedo a romperla y se la guardó en el bolsillo interior de la chaqueta. – Ahora poneros bien, que os hago una foto.
Después de hacernos varias fotografías con la polaroid cambio de cámara a una reflex digital y con esa nos hizo todo un book fotográfico.
- Bueno Robert déjalo ya, que se tendrán que ir. – mi madre me abrazó noté como volvía a soltar alguna lágrima. – Cariño pásatelo muy bien y llámanos siempre que puedas.
- Claro mamá. – yo también me empezaba a emocionar, ¿los volvería a ver? No, no podía pensar eso, tenía que ser positiva.
Mi madre se apartó de mí y fue a abrazar a Matt para despedirse de él. Yo me quedé mirando a mi padre y ahí no lo pude aguantar más, las lágrimas caían por si solas sin importarlas los que yo pensara.
- No llores princesa, se te estropeara el maquillaje. – yo le sonreía y él me abrazó para decirme al oído y en susurros. – Si en algún momento tienes problemas, piensa que eres puro fuego, úsalo a tu favor sin importarte el resto de los elementos. Y pásalo muy bien y aprende muchas cosas. – eso último ya lo dijo en voz alta.
Me soltó y me limpió las lágrimas de mi mejilla. Su mirada era de puro orgullo y eso me dio más fuerza. Pero en seguida cambió su mirada a una algo más malvada y se dirigió a Matt.
- Con tu vida, lo prometiste.
- Con mi vida.
No hubo más conversación, mi padre le dio la mano y nos deseó buen viaje. Miré a mis padres por última vez en no sé cuánto tiempo y salimos de la casa, yo agarrada a Matt para no caerme de mis altos tacones, que con ellos puestos casi era más alta que Matt. Menos mal que llevaba los otros en el bolso.
Matt se había traído el todo terreno y parecía haberle dado una buena limpieza, en cuanto llegamos a mi puerta yo me disponía a abrirla pero él me detuvo haciéndome girar para quedar mirándole, me besó de una manera algo embarazosa si hubiésemos estado con alguien. Menos mal que estábamos solos, o no.
- Iros a un hotel. – oí como decía alguien en los asientos de atrás del coche. Di tal susto que estuve a punto de caerme de mis altos tacones. Con las lunas tintadas no era posible verle.
- Es Derek, al parecer ha decidido irse andando hasta el instituto. – dijo mirándole con una falsa rabia.
- No, déjale. Tiene que estar descansado para trabajar mientras nosotros nos divertimos. – le miré con cara de maldad y él fingió que se molestaba. Pero Matt empezó a reírse a carcajada mientras se subía en el asiento del conductor.
Durante todo el camino hacia el instituto Derek no paró de hablar, ni siquiera hablaba de algo en concreto pero no era capaz de callar, solo conseguimos que se callara cuando llegamos al instituto y Matt aparcó en mi sitio, porque a pesar de que mi actitud había cambiado completamente la gente todavía no se fiaba. Algo que notó Derek.
- La gente en este instituto es un poco lerda. Teniendo este maravilloso sitio cerca de la puerta y la gente está aparcando fuera del recinto.
- He trabajado duro durante dos años para ganarme el derecho de tener el mejor sitio. – le dije poniendo mi mirada de furia, la había usado de forma natural durante dos años, aunque ahora no me salía igual era capaz de repetirla.
El pareció asustado y Matt se rió con más ganas, de alguna manera había debido de ver la burla en mi cara. Al final Derek se recompuso y sacó una caja del bolsillo de su pantalón.
- Y yo que os había traído un regalo…no os lo merecéis. – dijo haciendo teatro y saliendo del coche con un falso cabreo. Salimos también y le miré con cara de suplica. – Está bien, toma.
La caja parecía de joyería, era cuadrada y del tamaño de la palma de mi mano. Matt ya había llegado a mi lado y miraba a la caja y a Derek. Yo miré un momento a Matt y este me animó para que lo abriera. Y así lo hice.
Dentro de la caja había dos anillos de plata, uno más grande que otro. Ambos tenían varias inscripciones gravadas, los dos tenían en la parte de arriba el símbolo del doble infinito, el mismo que había en la puerta del motel. Y en el anillo más pequeño ponía el nombre de MATT y en el más grande el de ADALIA.
Mis manos me temblaban cuando Matt cogió el anillo más pequeño y me lo puso en el dedo anular de la mano derecha y luego lo besó. Me quedé contemplando el anillo sin saber que decir, me quedaba perfecto y me sentaba realmente bien. Miré a Matt y este tenía un brillo especial en los ojos, algo que no supe identificar, pero cogí su anillo y se lo puse en el mismo dedo de la misma mano donde él me había puesto el suyo.
Nos volvimos a besar aunque esta vez con algo más de decoro pero aun así Derek carraspeó a nuestro lado y Matt volvió a mirarle con cara de estar a punto de matarlo.
- Soy yo quien os hace un regalo y ¿no hay ningún beso para mí? – dijo poniendo la mejilla para que le besara.
- Lo llevas claros. Pero gracias. – le dijo Matt mientras le enseñaba el anillo.
Pero yo sí le besé en la mejilla y le di un fuerte abrazo.
- Ves, ella sabe agradecer los detalles. – me devolvió el abrazo y me susurró al oído. – Gracias por estar con él, eres lo mejor que tiene.
Hoy estaba siendo un día de emociones y de llantos y en esta ocasión no podía ser menos, al parecer estar dos años sin derramar una lágrima por nada ni por nadie me estaba pasando factura.
Pero me recompuse rápido y Derek me devolvió a los brazos de Matt que me esperaba más que ansioso.
- Pasarlo bien. Nos vemos al terminar. – y Derek se fue llevándose el coche con él.
- ¿No se iba a quedar para vigilar? – dije mirando la parte de atrás del vehículo.
- Va por Shina, ahora vuelven. – me cogió la mano y empezó a tirar de mí hacia dentro.
Parecía algo raro por la manera en que lo había dicho, ¿por qué Shina no había venido con nosotros? ¿para qué dar tanto viaje?
Entramos en el instituto, era la primera vez que estaba aquí dentro con él. Los pasillos estaban desiertos, todo el mundo debía de estar ya en el gimnasio. Iba agarrada del brazo de Matt para no caerme con mis vertiginosos zapatos a los que les quedaba hasta el primer baile, luego me los quitaría.
La puerta del gimnasio estaba abierta y para llegar a la zona de baile había que pasar por una especie de cortina que se parecía a un telón de teatro. Pero una vez traspasado la decoración cambiaba por completo, todo estaba lleno de globos y cintas de colores. Había ponche y más bebidas sin alcohol, pero sobre todo había muchas niñas vestidas de princesas.
- Dime que al menos puedo echarle alcohol al ponche. – dijo Matt que parecía opinar igual que yo acerca de la decoración.
- Dios, sí por favor. – le conteste poniendo los ojos en blanco.
Encontramos al resto de mis amigos al fondo y mientras nos acercábamos empezaron a vitorear, aplaudir y señalar en nuestra dirección. Con eso consiguieron que todo el mundo dejara de bailar y se parase para mirarnos.
Noté las miradas de asombro de muchos y las que iban algo más envenenadas como las de Mell y su grupo de seguidoras. Matt también pareció notarlo porque cuando ya llevábamos la mitad del recorrido hacia el grupo él se paró y me hizo girar para que todo el mundo me contemplara bien.
- Soy pelirroja, no hace falta que me ponga más roja de lo que soy. – le dije mientras me abrazaba a él para que dejara de darme vueltas.
Me levantó la barbilla para que le mirara y me besó delante de todo el mundo. Lo bueno es que cuando ponía sus labios sobre los míos el resto del planeta se desintegraba a mí alrededor, lo malo es que cuando se separaba el planeta volvía de repente en forma de silbidos y más vítores.
Ví la cara de rabia de Mell y recordé la noche de la hoguera, en cómo se acercó a él demasiado cariñosa, la sonreí en respuesta y ella me miró de la misma manera que la miraba yo desde hace dos años.
Tras dejar de ser el espectáculo de la fiesta, fuimos donde estaban el resto de nuestros amigos y ví a Paul que iba acompañado de Claris. Él iba muy sexy, llevaba unos vaqueros y una camisa con americana encima, también llevaba corbata pero tenía el nudo a la altura de los segundos botones de la camisa.
Claris también iba muy guapa, solo que era raro verla sin el maquillaje siniestro y sin ir de negro. Había elegido un vestido azul verdoso, era corto y realzaba su figura. El resto de las chicas también estaban radiantes y los chicos parecían haberse puesto de acuerdo para llevar la misma ropa, solo Matt y Paul iban diferentes al resto de la sala.
Mell, como organizadora de la fiesta y representante de los alumnos, se subió al escenario donde había un dj profesional pinchando discos. Tal y como había predicho, iba a ver una coronación para el chico y la chica más votados. Se supone que debes de votar en función de gustos y vestimenta y cosas así.
- Como ya sabéis, solo pueden entrar en dicho concurso aquellos que han estudiado en este centro. – dijo Mell mirándome a mí, como si el no subir ahí me fuera a amargar la noche. – A las once de la noche se acabará el plazo para votar y a las doce se hará la entrega de las coronas al rey y a la reina de fin de curso.
Hubo aplausos y gritos por todo el gimnasio y Mell quedó muy satisfecha con la reacción de la gente.
- Y aunque no pueda ser rey, cosa que me duele en el alma, - dijo con sarcasmo. - ¿crees que me dejaran votar?
- Olvídalo Matt. ¿A caso crees que me gustaría ser la reina de cualquiera de estos? – dije señalando a la zona donde estaban los chicos más populares del instituto.
- Sí, mejor olvidarlo. Acabaría celoso y pegando a alguien por ponerte las manos encima. – dijo intentando no reírse, solo que no lo consiguió y acabamos los dos riéndonos a carcajadas.
Hoy estaba siendo un día de muchos altibajos, entre la despedida de mis padres, mis agobios por el viaje de mañana, mis agobios por mi destino, por los regalos inesperados de mis nuevos amigos y sus frases de agradecimientos. Pero sobretodo por la intensidad de mis sentimientos hacia Matt, eran tan fuertes que las palabras que dije a continuación me resultaron las palabras más fáciles de pronunciar de toda mi vida.
- Te amo, Matt.
- Te amo, Adalia.
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Aunque me encanta este capítulo, reconozco que me ha quedado algo sensiblero...Cuando terminé de escribirlo estuve a punto de borrarlo, pero en mi anterior historia me recomendaron hacer más momentos de estos y por eso he decidido dejarlo.
Aun así espero de todo corazón que os guste y ya os doy las gracias de antemano por vuestros votos y comentarios, jejeje...!!!! ;-P
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