Capítulo 20: La mañana de la fiesta.
MATT
Me levanté temprano, como siempre, solo que hoy era algo especial. Adalia no tenía clases, lo cual significaba que podía quedarse toda la mañana en la cama si quisiera. Pero yo no, y no solo porque su madre ya estaba despierta sino porque tenía que hacer cosas, tenía que ir a hablar con el padre de Adalia.
Me detuve un segundo antes de irme, Adalia dormía plácidamente y su cara era tan alegre que me molestaba tener que irme, ¿Cuándo llegaría el momento en que nos despertáramos los dos a la vez y nos quedásemos toda la mañana en la cama? Sin miedo a que sus padres nos pillen y sin tener que salir por la ventana.
Le retiré un mechón de pelo de la frente y la bese suavemente para no despertarla. La dejé una nota en la almohada:
“Tengo cosas que hacer por la mañana, Derek quiere salir mañana a primera hora así que déjate la maleta hecha.
Te pasaré a buscar a las siete. Se me pasará lentísima la mañana sabiendo el vestido que te pondrás por la noche, ya te echo de menos y no me he ido. Te quiero, Matt”
Salí por la ventana y fui bajando agarrándome a una enredadera que apenas tenía plantas y una vez abajo lo primero que hice fue ir al motel. Una ducha rápida y cambiarme de ropa. Mientras me ponía unos vaqueros y la primera camiseta limpia que encontré no podía dejar de mirar mi traje para esta noche, en el fondo deseaba que llegase ya pero sabía que después eso traería una huida en toda regla. Además, debíamos hacerlo de tal manera que los sombras supiesen que nos habíamos ido y eso solo traería una persecución. Odiaba que Adalia tuviese que estar en el centro de todo esto.
Cerré las puertas del armario con demasiado ímpetu y Derek que dormía en la habitación se despertó.
- ¡Tronco, ten más cuidado! Algunos intentamos dormir. – dijo mientras daba un bostezo y se estiraba.
- ¿Y Shina?
- Patrullando la casa de Adalia. Anoche se encontró con el rastro de esos dos imbéciles que han puesto para seguirnos, pero la dije que pasara de largo, como si no lo hubiese notado.
- Bien, que sigan pensando que no sabemos nada. – dije mientras terminaba de ponerme los zapatos. – Por cierto, Shina debería subir a por la maleta de Adalia en cuanto nos vayamos de su casa para la fiesta. Yo me encargaré de dejar la ventana abierta. – el aceptó con la cabeza.
- ¿A dónde vas a estas horas? – dijo incorporándose y con mirada curiosa.
Era la pregunta que intentaba evitar, no podía contestarle a eso. Aunque parecía algo diferente respecto a seguir las normas y eso, no podía decirle que iba a advertir al padre de Adalia de los sombras que había por el pueblo.
- A dar una vuelta.
- ¿Quieres que te acompañe? – tenía que mentir mejor, había puesto su cara de sospecha.
La mejor mentira es la que se parece a la verdad
- Aun no le he pedido permiso al padre de Adalia para salir con su hija, quiero hacerlo bien. Sobretodo si me la voy a llevar de “viaje de vacaciones” – pareció convencerle ya que se volvió a dejar caer en la cama.
- Entonces paso, si te saca un arma intenta no hacerla volar por los aires.
- Eso es de mucha ayuda, gracias. – y salí de la habitación antes de que se arrepintiera y decidiera acompañarme.
Hoy era viernes, día laborable. La comisaría estaba cerca del motel así que decidí ir andando, pero me arrepentí en el momento que empezó a darme el sol.
Llegue sudando a la comisaría y el aire acondicionado de esta me hizo tiritar durante unos segundos. Un hombre de unos cincuenta y muchos estaba en la puerta para atender y derivar a las visitas.
- ¿En qué puedo ayudarte, chico? – me dijo observándome de arriba abajo. Era una cara nueva, eso debía de disparar todas sus alarmas mentales.
- Quisiera hablar con el ayudante del Sheriff el señor Thompson. – me miró incluso con más detenimiento. – Dígale que soy Matt Esbeck.
Se quedó durante unos segundos mirándome con mucho detenimiento. Era un señor más bien gordito y con bastantes canas. El uniforme le sentaba algo justo y ni siquiera llevaba la pistola puesta.
Cogió el teléfono de su mesa y apretó un botón. No espero mucho a que se lo cogieran.
- Hay un chico que pregunta por usted, dice que es Matt Esbeck. – esperó a que la otra persona le contestara y no debió gustarle mucho lo que dijo porque me volvía a mirar con esa mirada de alerta y peligro pero al final se relajo y dijo – Sí señor, ahora le acompaño a su despacho. Acompáñame.
Yo le seguí por toda la comisaría, el despacho estaba justo al final y mientras lo cruzaba me iba fijando en el personal. El padre de Adalia debía de ser el policía más joven, todos tenían pinta de estar a punto de jubilarse.
Llegamos al despacho, llamó dos veces a la puerta y abrió. El padre de Adalia estaba casi oculto tras una montaña enorme de papeles pero cuando me miró le cruzó una mirada de preocupación. Yo le sonreí para que se relajara, no quería que pensara que Adalia estaba mal.
Pase y el señor de recepción cerró la puerta tras de mí. Al principio no decíamos nada, el me indicó con un gesto de que me sentara y así lo hice. Pero tras un largo rato de silencio el padre de Adalia lo rompió:
- ¿Cuándo os la lleváis? – dijo con voz derrotado.
- Esta noche, pero ella no sabe nada. A ella le he dicho que salimos mañana por la mañana, así hará la maleta.
- ¿Y por qué no esperar hasta mañana?
- Ayer encontramos donde se esconden los sombras, están en las alcantarillas y son demasiados. Al parecer hoy vienen más. No podemos esperar, Derek quería haber salido ayer y conseguí aguantar hasta hoy.
- Es arriesgado aguantar hasta esta noche y lo sabes. Opino como Derek. – dijo el padre fulminándome con la mirada.
- Ella prometió a su madre ir al baile, ¿qué crees que pasaría si la digo que tiene que romper su promesa? – A Derek y a Shina no podía darles estos argumentos pero a él sí y debía de entenderlos mejor que nadie.
Su mirada se relajó y me miró con aprecio. Aunque parecía derrotado y cansado, desde que le dije que me la iba a llevar a estado durmiendo mal por las noches, le oía levantarse e incluso en alguna ocasión tenía que esconderme debajo de la cama ya que entraba para comprobar que Adalia estuviera bien.
- Eres bueno para ella. – eso me sorprendió y a la vez me sonrojó. - ¿Qué quieres que haga?
- Estaría bien que os fuerais de viaje. Así los sombras no os relacionaran con ella.
- Un viaje… - se quedó pensativo y de repente sonrió. – A Claudia le encantará la idea, siempre me está diciendo que tiene ganas de ir a la playa.
Sacó un ordenador portátil de un cajón y se puso a buscar los primeros vuelos que salieran hacia algún lugar costero.
- ¿Lo verá como algo precipitado? – pregunte curioso.
- Todo depende de cómo se lo plantes. Si le digo que es una sorpresa y le obligo a meter de todo en la maleta, estará encantada de cooperar. – siguió tecleando durante varios minutos, poniendo caras de indecisión hasta que debió encontrar lo que buscaba. – El primer vuelo que hay es a Hawaii, eso le encantará. Sale hoy a las doce de la noche, es perfecto porque nos dará tiempo a ver salir a Adalia y llegar al aeropuerto en una hora.
Casi parecía haberle hecho un favor con esto del viaje, estaba entusiasmado. Cogí uno de los papeles que tenía para notas encima de la mesa y le apunté los cuatro números de teléfono y a quien correspondía cada uno.
- Prometo escribir cuando lleguemos a la comunidad. Usted escriba cuando lleguen al aeropuerto y cuando lleguen al hotel de Hawaii– dije entregándole el papel y cogiendo una de sus tarjetas de ayudante del sheriff. Él pareció aceptar mis órdenes.
- Cuida de ella, por favor. – dijo volviendo a su cara de angustia y desesperación.
- La cuidare con mi vida, eso ya lo sabe. – el pareció satisfecho con mi contestación aunque no cambió su expresión.
ADALIA
La mañana se me pasó lentísima, estuve haciendo la maleta tal y como me había dicho Matt que hiciera en su nota. Aunque me parecía una partida precipitada no iba a discutir sobre eso, ya habían aguantado bastante para que yo pudiera ir a la fiesta de fin de curso.
El caso es que una vez que hice la maleta no supe que más hacer. Metí un poco de todo, aunque ví que necesitaba mucha ropa de abrigo ya que solo tenía unas cuantas sudaderas de manga larga y una única chaqueta demasiado fina. ¿Habrá tiendas en la comunidad?
Estaba tan nerviosa por todo, por la fiesta, por el viaje, por mis padres que se quedaban aquí…que a tan solo una hora de la hora de comer salí hacia el centro comercial a comprarme ropa. Cogí algo de dinero que me regaló mi padre y le dije a mi madre que no tardaría en volver.
Una vez fuera de casa ví a Derek que estaba dando un paseo por mi calle, ¿Cuántos paseos se habrá dado ya por los alrededores de mi casa?
- Pareces algo…ansiosa. – pareció que le costaba encontrar las palabras,
- Matt me ha dejado una nota de que quiere salir mañana y no tengo ropa de abrigo. – sonrió ante mi comentario. – Voy a ver si encuentro algo en el centro comercial. ¿Me acompañas?
- No tengo más remedio.
Se subió en el asiento del copiloto y yo me dirigí hacia el centro comercial ahora el doble de nerviosa. No solo tenía que preocuparme por todo lo obvio, sino que ahora me tengo que encargar de darle conversación a Derek.
Pero fue una tarea fácil, Derek se enrollaba con cualquier cosa que le dieras. Empecé preguntándole ¿cómo era la comunidad? Y él tuvo conversación hasta llegar a la primera tienda de ropa.
Solo había un pequeño apartado donde había ropa de abrigo, por lo general nadie compra ropa así por aquí. Al final compre uno vaqueros algo de tela gorda, unas camisetas de manga larga y dos jerséis de lana. En una tienda de deportes compre unas mallas de algodón grueso y más sudaderas de manga larga.
Derek aguantó todas mis quejas de lo mal que me sentaba la ropa pero me dio igual, estaba segura que no iba a soportar el frío, yo no, yo era fuego, necesito calor.
Al final llegué a casa unos minutos tarde. Derek no quiso entrar a comer y yo no insistí, me dolía algo la cabeza de escucharle hablar sobre todo.
Subí a mi cuarto y guarde todas las compras en la maleta, tuve que guardar algunas cosas en una mochila ya que no me cogían todas, me puse ropa de estar en casa y baje a comer.
Mi madre estaba entusiasmada con el baile de esta noche, ya sabía el recogido que me iba hacer en el pelo y que maquillaje me iba a poner. Esto se iba a traducir en toda una tarde sentada en una silla dejando que me molden como quisiera. Y no me importaba, en realidad solo decidí ir a la fiesta porque ella sería más feliz.
Aunque he de reconocer que ver a Matt con traje iba a tener su punto. Ya me lo imaginaba a los pies de la escalera, esperando ansioso a que yo bajara con mi bonito vestido rodeado de mis padres.
Pero antes de eso íbamos a tener una sorpresa añadida. Mi padre dejó un papel en la silla de mi madre y me guiñó un ojo mientras lo hacía. Mi madre llegó de la cocina y vio el papel, puso una cara extraña y lo cogió.
Al principio parecía no entender lo que ponía, pero pronto su cara se ilumino y miró a mi padre primero y luego a mí.
- ¿Qué venga? ¿Dime qué es? – dije ansiosa a mi madre.
- En realidad no lo sé. Aquí solo pone: “Haz la maleta y mete de todo. Nos vamos de viaje”
Mi corazón se detuvo y mi cara se iluminó, esto había sido idea de Matt, seguro. Si mis padres estaba fuera del pueblo no correrían peligro y encima se divertirían y no estaría todo el día preocupados por mí.
- Pero, ¿Cuándo salimos? – preguntó mi madre que le había cambiado la cara de alegría por preocupación.
- En cuanto se vaya Adalia para la fiesta.
- Es muy precipitado, Robert. ¿Por qué tan pronto?
- Bueno, la cosa está tranquila en la comisaría y siempre andas diciendo que quieres irte de viaje. Y estamos en verano.
- Deberíamos esperar al menos hasta que se vaya la niña. – dijo mirándome a mí y luego a mi padre.
- La niña, como tú dices, se va mañana por la mañana. – eso lo confirmaba, había sido idea de Matt. Aun no les había dicho que salíamos mañana.
Mi madre pareció convencida y salió corriendo hacer las maletas. Estaba atacada, no paraba de protestar por lo precipitado que era todo pero en su voz se notaba la alegría que eso le producía y la curiosidad por donde la llevarían.
Mi padre después de comer se metió en el despacho y al cabo de un rato entré y cerré la puerta.
- Papá, ¿podemos hablar? – el estaba en su mesa, con la cabeza sujeta por sus manos y con aspecto derrotado. - ¿Estás bien?
- No, cariño ¿Cómo estarlo? Te vas a ir a librar una guerra. – eso me asustó, nunca antes lo había visto así, una guerra. Pero debía tranquilizar a mi padre.
- Derek dice que soy muy buena, soy mejor que ellos. Ya domino todos los elementos, aunque el fuego es el mejor. – intenté ponerle una sonrisa pero no tengo muy claro que fue lo que salió en mi cara.
- Prométeme que te vas a cuidar y que no dejaras que te pase nada. – una solitaria lágrima recorrió el rostro de mi padre y yo fui a abrazarle.
- Lo prometo papá, lo prometo. – y sin saber muy bien como, ambos empezamos a llorar y a abrazarnos como si no nos volviéramos a ver nunca más.
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Espero que os guste. BESOS Y GRACIAS ;-))
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