Capítulo 19: Los preparativos para la fiesta.
MATT
Hoy era el día de la entrega de notas y graduación, en lugar de hacerlo el mismo día de la fiesta aquí lo hacen por separado. La explicación que me dio Adalia era que así el día de la graduación lo podían pasar con sus familias y no de fiesta como hacían en otros pueblos.
Por eso hoy Adalia me había dado el día libre, al parecer se iba de comida con sus padres para aprovechar sus últimos momentos con ellos antes del viaje y aunque me había pedido que les acompañara, sabía que sus padres necesitaban tiempo a solas con Adalia.
Así que dejamos a Shina protegiéndola desde lo lejos y Derek y yo no fuimos a hacer algo que a ninguno de los dos nos hacía ninguna gracia, comprar un esmoquin para la fiesta.
- ¿Crees que podré meter los gastos del esmoquin en la cuenta de la comunidad? – le pregunté a Derek mientras esquivamos a un dependiente que venía a preguntarnos si nos echaba una mano.
Yo no paraba de recordar mi precioso traje de Marco Aldany que tengo guardado en el armario de mi casa en la comunidad. Pero claro, cuando salí en esta misión no pensé que lo fuera a necesitar por eso sigue en el armario de mi casa.
- Tú mételo, te encargas de tener satisfecha a un elemento. – me dijo con una sonrisa de burla.
Yo le golpee por su grosería y cogí un traje y me fui a probármelo. Era un traje básico negro, no era un esmoquin pero era algo más moderno. Cogí también una camisa granate y una corbata negra. No quería ir como el resto de los chicos de instituto con sus esmóquines y camisas blancas, yo quería que ella luciera en todos los sentidos y para eso yo tenía que destacar.
La camisa tenía un corte recto por debajo para poder llevarla por fuera, era más corta que la chaqueta para que no saliera por detrás. Salí para que Derek me viera y él estaba ligando con una de las dependientas pero lo dejó en cuanto le miré con mala cara.
- Tú puedes volver a casa con un ligue y yo no. No me parece justo. – dijo de broma
- Adalia no es un ligue. Bueno dime, ¿qué te parece? – le dije mientras levantaba los brazos para que me viera bien.
- Que me gusta lo que Adalia está haciendo contigo, pareces más feliz y más sensato. – me dijo sin hacer caso al traje
- Eso es porque soy más feliz y lo sería aun más si me dijeras que te parece el estúpido traje. – las charlas con Derek me encantaban pero solo tenía unas cuantas de horas para comprar todos los preparativos para la fiesta y Derek estaba haciendo que me retrasara.
- Lo que me parece es que tenías que haber traído a Shina para esta misión de busca y captura de traje para fiesta. – se apoyo en una pared y se cruzó de brazos mientras me observaba. No pareció gustarle mucho y la verdad es que a mí tampoco, el traje no terminaba de convencerme.
Derek levantó un dedo y salió corriendo en busca de la dependienta. Ya pensaba que me había abandonado cuando vino con un traje en la mano y la dependienta en la otra.
- Pruébate este, Marie dice que es el más bonito de la tienda. – dijo dándome el traje.
La tal Marie se me quedó mirando con una mirada tímida y yo le hice un gesto con la cabeza para darla las gracias. Supongo que en un pueblo pequeño las caras nuevas como nosotros brillaban por su ausencia, eso explicaría que estuviese tan colorada.
Me probé el traje y en cuanto me lo puse fui corriendo a mirar el precio. El diseñador no era conocido pero me sentaba incluso mejor que el Marco Aldany que tenía en mi casa. Lo bueno de que el diseñador no fuera conocido es que era más barato pero aun así se me escapaba del precio que pretendía gastarme.
Salí fuera y Derek estaba en una postura demasiado cerca de la tal Marie, ella estaba roja y encantada a la vez. Tuve que carraspear con la garganta para que se percataran que ya había terminado de ponerme el traje.
- Ahora sí que eres digno de ella. – me dijo Derek.
- Conozco a todos los chicos de este pueblo, serás el foco de atención entre las mujeres, seguro. – dijo Marie a pesar de que nadie le había pedido opinión.
- Pero yo quiero que lo sea ella, no yo. – eran sentimientos contradictorios, no quería eclipsarla pero quería estar lo más guapo posible para ella.
- ¿Quién es ella? Quizás la conozca. – le dijo Marie a Derek.
Yo no me molesté en contestar, estaba claro que en cuanto saliéramos de la tienda ella llamaría a todas sus amigas a extender un chisme nuevo en el pueblo.
- Se llama Adalia, es pelirroja…
- Se quién es. – dijo cortando la descripción de Derek. – No te preocupes, ella ya brilla por sí sola. Parece tener una llama encendida y brilla por donde pasa.
Estaba claro que la conocía pero parecía sorprendida de que yo estuviese con ella y era curioso porque yo estaba sorprendido de que ella quisiera estar conmigo.
Decidí llevarme el traje a pesar de mis motivos económicos para no hacerlo. La dependienta se quedó algo triste cuando nos fuimos pero se la notaba que ya tenía intención de coger el teléfono y llamar a todo el pueblo.
Todavía me quedaba el Corsage (brazalete con flores que se llevan a las fiestas de graduación) y los zapatos. Lo último fue muy rápido pero lo del Corsage me costó. Su vestido era gris y mi camisa roja, no sabía en qué color cogerla.
- Creo que el rojo le va perfecto. – me dijo Derek señalando un Corsage con una única rosa roja en el centro y unos pequeños decorados blancos a su alrededor.
Mientras yo pagaba Derek se fue sin decirme a donde y como no venía me quedé durante un buen rato esperando en la puerta de la floristería. Y empecé a pensar en casa, en cómo había cambiado mi concepto de casa, ahora la comunidad era el sitio donde me había criado y me había convertido en lo que soy ahora. Pero mi casa ya no estaba ahí, o no al menos mientras Adalia no estuviera. Ahora mi casa estaba a su lado, sea cual sea el sitio donde ella estuviese ese sería mi hogar.
Y un pensamiento me llevó a otro y este a otro y así hasta que un enorme pánico me inundó. ¿Qué pasaría cuando ella se encuentre con todos sus hermanos? Sus destinos estaban claros, debían acabar con todos los sombras, eso se traducía en una guerra y ella en el centro de todo. ¿Cómo la protegería en una guerra? ¿cómo soportar la posibilidad de que la pasara algo? Estaba claro, no podía soportarlo.
Derek vino al fin y justo a tiempo porque ya me estaba volviendo loco. Venía con una pequeña bolsa en la mano y una sonrisa de haber hecho algo.
- Os compré un regalo, pero no te lo daré hasta que no os vea desfilando hacia la fiesta. – dijo Derek guardándose la pequeña bolsa en el bolsillo de los pantalones.
Cuando metió la mano en el bolsillo dio un salto y puso cara de susto, como si algo le hubiese mordido la mano. Sacó el pequeño teléfono gris al que se le encendían todas las luces.
- Es necesario que vibre de esa manera. – dijo dándome el teléfono como si fuese algo repugnante
- ¿Cómo te enterarías si no? – cogí el teléfono y lo abrí. Era Shina y mi corazón se aceleró en el momento. - ¿Qué pasa Shina? ¿Está Adalia bien?
Noté la mano de Derek en mi hombro para que me calmara pero yo solo quería saber lo que Shina tenía que decir. Porque era muy extraño que hubiese llamado a Derek por teléfono, eso solo podía significar que pasaba algo.
- ¿Ella? Sí, sí. – parecía confusa por mi pregunta y me estaba poniendo enfermo. – He encontrado un rastro y es sumamente asqueroso.
- Pero y ella, ¿lo ha notado? – estaba ansioso y Shina no me daba ninguna respuesta.
- Está comiendo en ese restaurante tan pijo, ha pedido pescado y sus padres han pedido carne. Ella está sonriente y parece pasárselo bien. ¿Podemos ir ahora al tema importante? – dijo Shina con sarcasmo.
- Sí. ¿Dónde has notado el rastro?
- Estaba patrullando por los alrededores y noté el rastro en el callejón de la parte de atrás de una cafetería. Una que hay paralela al restaurante. – sabía cuál era, había comido ahí alguna vez antes de conocer a la madre de Adalia.
- Vamos nosotros para allá. Tú quédate ahí y nos informas de cualquier movimiento.
- Acepto, pero no recibo ordenes tuyas. – y colgó.
- Parece que le caigo mejor. – dije mirando el teléfono como si me hubiesen dado una bofetada. – Ha encontrado un rastro, vamos a ver.
Fui conduciendo yo el todoterreno ya que sabía donde teníamos que ir. El sol estaba en su máxima altura y calentaba el doble, en cuanto salí del coche me puse a sudar. Gracias a Dios el callejón que había mencionado Shina estaba a la sombra y ella tenía razón, apestaba.
Deberían de ser muchos para dejar una fragancia así pero ahí no había ni rastro de nadie. Había unos cuantos contenedores de basura a rebosar, habían empezado a dejar cajas de cartón por el suelo. También había unas cuantas puertas traseras de los locales de alrededor pero a ninguna le llegaba la fragancia de los sombras.
Eso era raro, parecía que habían llegado hasta el centro del callejón y luego se habían evaporado. Seguía andando, inspeccionando la zona de cabo a rabo, cuando tropecé con algo, una alcantarilla.
- Derek, mira esto. – dije señalando la chapa que cubría el agujero. - ¿Crees que pueden estar ahí escondidos?
- Esa sería una buena explicación a porque no hemos notado su fragancia.
Salió corriendo al coche y yo miraba para los lados y para arriba para comprobar que nadie nos viera lo que estábamos a punto de hacer.
Derek llegó con la mochila en la mano y se puso de espalda a la calle para que nadie le viera sacar el arsenal de armas que llevaba ahí dentro. Había un poco de todo, navajas, cuchillos, machetes e incluso pistolas, aunque no nos gustaba usarlas porque, aunque eran más efectivas, si topábamos con un brujo con un nivel avanzado de magia podría volverse en nuestra contra. Nosotros sabíamos hacerlo, había que dar un gran impulso de aire a la bala para que en vez de ir hacia delante, la bala retrocediera. También era fácil que hubiese accidentes y que acabaras disparando a quien no querías, si en vez de controlar la bala lo que pretendes es intentar quitarle la pistola con el aire, este podía disparar y dar a la persona incorrecta.
Pero aun así me guardé una en la parte de atrás del pantalón y cogí uno de los machetes como primera defensa. Abrí la tapa de la alcantarilla y la aparté hacia un lado, Derek entró primero y yo le seguí echando un último vistazo por si alguien nos había visto.
Derek sacó dos linternas de su mochila ya que la única luz era la que venía de la alcantarilla abierta. Lo primero que nos vino fue el olor a sombra, tuve que toser dos veces para quitarme la arcada de la garganta tapándome la boca para que no se me oyera, luego nos vino el ruido del agua fluyendo por el pequeño rio que teníamos alado nuestra y por último unas voces a lo lejos.
Empezamos a andar hacia las voces, cada vez el olor era peor y las voces se escuchaban más definidas. Decidimos apagar las luces y guiarnos por nuestros instintos. Yo iba andando con la mitad de mi cuerpo pegado a la pared, no quería caerme al agua.
Doblamos una esquina y casi estuve a punto de tirar a Derek al suelo ya que se había parado de repente. Ahora le veía la cara eso quería decir que había luz en algún punto. Me hizo gestos con las manos indicándome que a la vuelta de la esquina estaban los sombras y que había al menos unos quince. Esos eran demasiados.
También me indico que no íbamos a atacar y que nos quedaríamos a escuchar lo máximo posible. Al principio no parecían hablar de nada interesante, se escuchaban varias conversaciones a la vez e incluso los típicos ruidos de una timba de pocker. Pero pronto oímos una voz más alta que las del resto, ese parecía ser el jefe y no estaba muy contento con el trabajo de sus chicos.
- Os pedí que la matarais y casi acabáis muertos. Os pedí que no dejarais que cumpliera dieciocho años y ni siquiera os acercasteis a felicitarla. – reconocía esa voz, era la misma que había oído el primer día que los ví. Y debía estar hablando con los que nos atacaron en el parque. – Así que decirme, ¿Cuál es vuestra escusa?
Al principio no se oía nada, pero pronto uno empezó a tartamudear.
- Esstta muy biieennn prottegidaa, señor. – esa era la voz del que iba mal vestido.
- Son tres y tienen un nivel diez. – dijo el que parecía tonto.
Nosotros, los brujos de la luz nunca usábamos los números para catalogar si éramos buenos o no, pero los sombras sí lo hacían, ellos lo veían como una competición y les encantaba alardear de sus números.
- Bueno, eso ha cambiado un poco. – dijo el jefe con voz de superioridad. – No habrá nada que puedan hacer contra los diecisiete que somos más los once que vienen mañana. En cuanto estemos listos atacaremos.
¿Veintiocho? ¿Van a ser veintiocho? De repente el miedo a la guerra que se avecinaba pasó a un segundo plano, nunca llegaríamos a esa guerra si no conseguíamos salir del pueblo sanos y salvos.
- A ver, tú y tú, intentad arreglarlo. Tenéis que seguirla y darme informes cada media hora de su posición y de la posición de sus protectores. – era la voz del jefe y supusimos que se lo decía a los mismos que nos habían atacado en una ocasión. – Pero recordad, no os acerquéis. Os olerán en seguida.
Se oyeron ruidos de sillas arrastrándose y un “sí señor” por partida doble. Yo miré a Derek con cara de horror y el parecía estar pensando lo mismo que yo, había que salir de aquí. No deberían vernos y saber que habíamos escuchado toda la historia.
Salimos corriendo de ahí, usaba la poca luz del móvil para ver donde pisaba y parecía que Derek estaba haciendo lo mismo detrás de mí. Subí por las escaleras todo lo rápido que pude y ví luz de linternas en cuanto Derek empezó a subir.
Fuimos descuidados pero la situación lo requería. Deberíamos haber ocultado nuestro olor para que no lo notasen. Llevábamos una especie de colonia que imitaba el olor de los sombras pero solo pudimos echarlo en el callejón, ya que no nos dio tiempo a usarlo en la alcantarilla. Otro de los descuidos fue la tapa de la alcantarilla que nos la habíamos dejado abierta aunque de haberla cerrado ellos hubiesen notado el cambio de luz.
Fuimos perfumando la calle hasta llegar al coche y una vez ahí bajamos un poco las ventanillas y nos escondimos para no ser vistos.
- ¿Crees que se enteraran de la alcantarilla? – dijo Derek
- No lo sé, pero seguro que después de la bronca que les ha echado su jefe no se atreverán a decírselo.
En cuestión de segundos oímos que pasaban por alado del coche y al oír lo que decían me dieron la razón.
- Tú has cerrado la alcantarilla. – le dijo el mal vestido al tonto
- La tenías que cerrar tú.
- Yo creía que lo hacías tú. – fue lo último que oímos con claridad ya que seguían su camino sin notar nuestra presencia.
Una vez que vimos que no corríamos peligro salimos en busca de Shina y le contamos todo lo que habíamos oído. Ella pareció asustada y dijo que era una insensatez esperar.
- Tenemos que esperar. Ella debe de ir al baile. – les dije al ver que parecían dispuestos a llevársela a rastras.
- Pero es arriesgado. Ella es mucho más importante que ese estúpido baile. – me reprochó Shina.
En el fondo no podía decirles nada, ellos llevaban razón y yo lo sabía, ¿qué era un baile comparándolo con todo este mundo? ¿con la cantidad de personas que dependen de que ella esté sana y salva para enfrentarse a su destino? Pero ella tenía que vivir esa experiencia antes de que su vida cambiara de forma radical.
- Está bien, nos iremos nada más terminar el baile. – sentenció Derek. – Shina, tu descansaras por la tarde para hacer el primer turno de carretera. En cuanto termine el baile salimos corriendo de aquí.
Me pareció justo así que acepté. Aunque había algo más que debía de dejar claro.
- Adalia no sabrá nada de esto hasta después del baile. Le diremos que salir de noche era lo mejor y que ya hemos perdido demasiado tiempo. – ambos parecieron aceptarlo.
- ¿Sus padres serán un problema? Aunque este plan no es negociable, no me gustaría ver mi cara en algún cartel de se busca.
- Yo me encargo de sus padres.
ADALIA
El día había sido perfecto. Para empezar le dí con las notas a todos los profesores en las narices e incluso alguno vino a felicitarme y a decirme que era la sorpresa de esta promoción. Había sacado un ocho y medio de media, solo medio punto menos que la mejor nota de nuestra promoción. Hasta mis padres estaban sorprendidos por mis notas.
Ellos también pasaron un gran día, en la graduación recibieron toda clase de halagos como: “a tú hija se la ve mejor” “dicen que sus notas han sido estupendas” “está guapísima”. Mi madre estaba encantada con todos los comentarios y mi padre estaba encantado viéndome sonreír y gastar bromas a mis amigos.
Luego la comida fue estupenda, pasamos un rato agradable y por la tarde nos fuimos a jugar a los bolos donde les dí una paliza a ambos. Pero ahora venía la mejor parte del día, iba a ver a Matt por primera vez desde que se fue esta mañana.
Me había puesto un pijama, parecía casi un vestido, me lo regaló mi madre hace dos cumpleaños y solo me lo había puesto una vez. Estaba recogiendo la ropa del baño cuando Matt entró por la ventana.
- No es justo, - dijo nada más verme. – si llego a saber que me esperarías así hubiese venido antes.
- Te he echado de menos.
Se acercó con decisión y me demostró con besos que también me había echado de menos.
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Cada vez se pone más interesante...Ya sabéis, comentad y votar...Besos
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