Capítulo 11: Esto sí que no me lo esperaba.

ADALIA

Estaba en problemas, eso lo tenía claro. No solo por estar escondida en el jardín con un chico al que mi padre no conocía, sino por algo más, algo que todavía no era capaz de entender pero que sin duda entendería muy pronto.

Mi padre nos había pedido que le acompañásemos dentro, lo que no me esperaba es que nos iba a encerrar en su despacho. Por algún motivo, Matt se colocó por delante de mí, como si estuviese protegiéndome de mi padre, eso no nos iba a ayudar en este momento, le agarré sin que mi padre me viese y le coloqué a mi lado, en una postura algo más civilizada.

Una vez en el despacho, mi padre cerró la puerta con cerrojo para evitar que entrara alguien o que saliésemos nosotros, todavía no lo tengo claro. Fue a sentarse a su sitio, una butaca negra con ruedas y apoyabrazos. Delante tenía una mesa de madera oscura llena de papeles de la comisaría. Sabía que tenía una pistola en el segundo cajón de la mesa, cuando era niña la encontré y dí un susto de muerte a mi madre.

El resto de la decoración del despacho era básicamente cuatro estanterías de suelo a techo repletas de toda clase de libros, desde libros relacionados con su trabajo como leyes de diferentes estados o reglamentos y usos de armas, hasta novelas policiacas, clásicos o sobrenaturales. También había un mueble que tenía un montón de fotografías nuestras y algún cuadro de paisajes irreconocibles que al parecer mi propio padre pintó. Yo nunca le había visto con un pincel, pero él asegura que son suyos.

Matt estaba observando uno de los cuadros de reojo. Era un bosque repleto de arboles y a lo lejos había una cascada con un poco agua. Todo era verde y marrón, excepto la parte del agua que era blanca. Matt se tensó y se acercó al cuadro para verlo más de cerca.

- Yo conozco este sitio. – dijo para mi asombro. – La cascada solo está así a principios de otoño, luego ya llega la nieve y deja de aparecer agua. En primavera y verano está mucho más llena.

El comentario de Matt sobre el cuadro me había dejado descolocada. Él seguía mirándolo con algo de añoranza en la mirada, mi padre miraba a Matt de una manera que no era capaz de comprender.

Quizás le estaba dando demasiada importancia, quizás mi padre solo sienta lo típico que siente un padre cuando ve a su hija con un chico escondida en el jardín. Quizás si empiezo por lo básico…

- Papá, este es Matt, un amigo que he conocido esta semana. – dije señalando a Matt que ahora miraba a mi padre directamente a los ojos y con cara de enfado. – Matt, este es Robert, mi padre.

Siguieron mirándose detenidamente sin decirse ni una palabra y yo ya me estaba empezando a cansar de estos preámbulos. ¿A qué estaba esperando mi padre para reñirme? ¿y por qué tenía que estar presente Matt? ¿y por qué Matt miraba a mi padre de ese modo?

- Eres un desertor. – le dijo Matt a mi padre.

- MATT. – le reñí aunque no entendía muy bien porque.

Pero lo que vino a continuación era algo que ni yo ni nadie se esperaban. Mi padre se levantó de la silla con una mirada vengativa, fue directo hacia Matt el cual estaba parado, esperando a que él se acercara. Lo más sorprendente fue mi actitud, a penas fui consciente de que me estaba moviendo, pero cuando me quise dar cuenta estaba entre mi padre y Matt, protegiendo a Matt y encarándome a mi padre. Yo, encarándome a mi padre, ¿qué pretendía? ¿acaso pelearía con mi padre por proteger a Matt? Por mucho que me doliese, la contestación a esa pregunta era sí, yo también moriría por él.

A mi padre se le salían los ojos de su sitio al ver mi actitud, nunca le había visto tan enfadado. Por lo general era un hombre tranquilo y sin muchos cambios de humor. Ahora mismo, no reconocía a este hombre como mi padre, parecía otra persona.

Sin apenas mover mi postura, cogí la mano de Matt, fue un acto reflejo, necesitaba su apoyo. Y en cuanto le toqué note esa sensación que ya había sentido antes, estaba en casa. Esa sensación se debió de transmitir en mi cara porque mi padre cambio su actitud de repente, pasó del enfado al entendimiento en cuestión de un segundo. Se acercó más a mí y me abrazó.

Al principio no comprendía nada, mi padre me abrazaba y me susurraba palabras tranquilizadoras al oído, palabras como: tranquila, todo irá bien, tú no te preocupes,… El problema es que no entendía nada, no sabía porque mi padre me decía esas cosas, lo que estaba claro es que necesitaba esas palabras como necesitaba respirar. Aunque no supiese que es lo que le estaba pasando por la cabeza.

Al cabo de un rato mis ojos se inundaron de lágrimas y tuve que esconder mi cara en su camiseta para que nadie me viese llorar. Todas las emociones volvían a mí de golpe, cosas en las que no había querido pensar, cosas como que era una bruja, que había gente que quería matarme, que estoy destinada a algo que desconozco y que hay más como yo, que necesito irme de mi pueblo, separarme de mi familia y amigos para cumplir ese destino, pero por encima de todo Matt. Las emociones que tenían que ver con él eran las emociones más fuertes.

Pero otra cosa que venía a mi mente eran las palabras de Matt hacia mi padre: “Eres un desertor.” ¿Qué pude significar eso? ¿Mi padre había desertado de algún lugar?

Me separé de él y le mire a los ojos, no hizo falta mucho más para que empezase hablar.

- Sí, soy un desertor – dijo mirando a Matt. – Pero no es lo que piensas. La magia me obligó hacerlo, intenté resistirme, pero como bien sabéis no hay nada que pueda con el amor.

Mientras iba diciendo todo eso me soltó y me devolvió a Matt. No entendía nada de lo que me decía, ¿acaso mi padre sabía algo de la magia? Las piezas se iban formando en mi cabeza. Mi padre de viaje a Phoenix, conocer a mi madre y dejarlo todo por ella, ¿pero que dejaba? ¿dejaba la magia? ¿a su comunidad? ¿mi padre también era un brujo?

- Eres un brujo. – dije en un susurro apenas audible.

Era la primera vez que lo decía en voz alta y aun no me podía creer que lo estuviese diciendo.

- Sí cariño.

- Y sabías lo mío. – no era una pregunta.

Otras piezas se iban juntando en mi cabeza, como la obsesión de mi padre cuando nací de buscar un lugar más apartado y seguro para vivir. Seguro que lo supo en el primer momento que me vio.

- Estaba en Phoenix en una misión, una banda de sombras estaba creando el caos en uno de los barrios pobres de la ciudad. Mi equipo y yo llegamos y exterminamos a todos los sombras, fue todo un éxito, sin ninguna baja. – aunque nos lo estaba contando era obvio que su mente estaba ahora mismo viajando al pasado. – Decidimos ir a celebrarlo, elegimos la cervecería más cara de la zona, ya que íbamos a gastos pagados. Ahí conocí a tu madre, en el momento que la ví supe que era mía, era una extraña atracción, algo de lo que habíamos oído hablar pero que ninguno había vivido nunca.

“Cuando descubrí que era humana, intenté alejarme de ella, en nuestro mundo es ilegal enamorarse de un humano. Quise irme de la ciudad en ese mismo momento pero a la vez no podía abandonarla, cuanto más me separaba de ella más me dolía.

En el camino de vuelta a nuestra comunidad, despisté a mi grupo y huí todo lo lejos posible. Me dirigí en sentido opuesto a Phoenix y usé la magia para que pudieran localizarme. Después me cambié el nombre y cogí un avión y busqué a tu madre.

El primer año me sentía un desertor, un traidor, una vergüenza para mi familia y amigos. Se supone que una persona bendecida con el don de la magia debe elegir un bando o el de la luz o el de las sombras y yo abandoné completamente ese mundo. Pero aunque me sentía el peor de los brujos, era mejor que estar sin ella.”

Se quedó pensativo y yo también, no podía evitar las comparaciones entre lo suyo con mi madre y lo que había entre Matt y yo. Yo también sentí esa posesión de que era mío, también me duele cuando estoy lejos de él y me enfrentaría a mi propio padre para protegerle.

Miré a Matt y él parecía algo pensativo también, pero seguía mirando a mi padre de una manera rara, como si le juzgase. Entonces comprendí el porqué, mi padre también había intentado resistirse a mi madre solo que no lo había conseguido, ¿le consideraba débil por eso? Le fulminé con la mirada y él me echó una de esas sonrisas de burla que tan poco me gustaban.

- ¿Sigues sintiéndote igual? – le pregunté a mi padre para intentar olvidarme de Matt por un rato, aunque lo veía casi imposible, había ocupado una parte de mi cerebro.

- No. – dijo poniendo cara de desacuerdo. – Después de ese primer año llegaste tú. Supe que eras una de los elementos en cuanto el médico te puso en mis brazos, incluso pude intuir que eras el elemento del fuego. Desde ese momento supe que estaba haciendo lo correcto, la magia lo quería así. La unión entre tu madre y yo era para que tu llegaras al mundo.

- Has dicho que incluso podías intuir el elemento que soy, ¿pero desde cuando lo sabes? Que soy Fuego, me refiero. – seguía  sin poder creerme que salieran estas palabras de mi boca.

- Cuando solo tenías dos años, la casa tenía chimenea por aquel entonces, estuviste apunto de quemar la casa. – sabía algo de eso, una vez me dijeron que parte de la casa sufrió un pequeño incendio y que hicieron una reforma para quitar la chimenea. – Tu madre piensa que fue un mal funcionamiento de la extracción del humo, pero yo estaba contigo, te enfadaste porque no te cogía en brazos e hiciste crecer el fuego. Luego habido alguna ocasión más, pero eso ya lo sabes.

Claro que lo sabía, me había marcado los dos últimos años de mi vida. Recuerdo como fue mi padre el que lo arreglo todo para que los padres de Mel no me denunciaran.

- Hay algo que no entiendo. – dijo ahora Matt que había dejado de mirar a mi padre con esa censura para mirarle con algo de respeto. – Si abandonaste el mundo de la magia un año antes de que Adalia naciera, ¿Cómo es posible que conozcas la profecía?

- Bueno, siempre estaba atento de cualquier noticia por si me estaban buscando y eso. Un día, entré en un bar y la fragancia característica de la magia me inundó. Me quedé escuchando detrás de una puerta y les oí hablar de la profecía. Por aquel entonces nadie se la creía y yo tampoco. Pero la fragancia de Adalia es tan fuerte que era imposible no creer.

Matt pareció aceptarlo, me miró y me sonrió tímidamente. No entendía nada de él, tan pronto estaba enfadado y rechazándome con la mirada o, como ahora, me miraba con deseo y necesidad. Me estaba volviendo loca.

- Entenderás que su destino no es estar aquí. – le dijo Matt a mi padre al cual no pareció gustarle mucho esa frase.

- Lo sé, aunque no me guste. Sé que está destinada a acabar con los sombras junto con tres personas más.

- ¿Qué? ¿Puedes repetir eso? Yo, ¿acabar con TODOS los sombras? – dije la palabra todos gritando.

- ¿No se lo habías dicho? – dijo mi padre a Matt.

- Con esas palabras exactamente no. Le he dicho que es una bruja importante y que tiene un destino por delante. – mi padre parecía desesperado con Matt.

MATT

Su padre parecía exasperado con migo y en el fondo tenía razón, debí contárselo antes, nunca debí darlo por hecho.

- ¿Cuándo os iréis? – dijo con tono de enfado.

- Aun no lo sabemos, hoy vendrán más luchadores para ayudarme. – me puso cara de no entender. – Hay sombras en el pueblo, ayer solicite ayuda, no sabía que había otro brujo en el pueblo.

Ahora me pregunto cómo no lo percibí antes, supongo que es la fragancia de Adalia la que me impedía notarlo. Y ahora que le tengo más cerca puedo ver como se parecen ambas fragancias, en vez de menta como Adalia él olía a hierba buena, pero la fresa la tenían en común.

- ¿Sombras? ¿en el pueblo? – intenté evitar reírme, ahora se parecía mucho a Adalia. Repetía lo que había dicho en forma de pregunta. – Y ¿qué le diremos a tu madre? – le dijo ahora a Adalia.

- No lo sé. Tampoco he pensado mucho en ello, todavía intento asimilar todo esto. – se quedó mirando a la nada, sus ojos estaban tristes desde el momento en que su padre la había abrazado antes.

Antes de ese momento había visto rabia contra su padre e incluso se había encarado a él cuando pensaba que me iba atacar. Me mire la mano que ella me había cogido en ese momento y empecé a sentir la añoranza de no tenerla conmigo. La deseaba tanto que no me dejaba respirar. Y la historia de sus padres no me había ayudado mucho. Si su padre estaba en lo cierto, ¿significa que nuestra unión también está destinada? ¿Qué la magia quiere que esté con ella? ¿y que por mucho que quiera no me voy a poder resistir?

Pero no quiero resistirme, eso es lo que lo hacía peor, yo quería estar con ella, quería abrazarla, cogerla de la mano, besarla y acariciarla, quería estar con ella de todas las maneras posibles. Quizás cuando lleguen Derek me pueda relajar algo.

Derek y Shina eran los mejores luchadores de mi comunidad. Derek y yo nos conocemos desde pequeños, íbamos juntos a la escuela de entrenamiento, él siempre ha sido mejor que yo pero solo porque tenía más control sobre sí mismo, en cambio yo siempre iba a lo loco y sin pensar, por eso me pasó aquello por lo que estoy aquí.

Pero la relación entre Shina y yo no se puede catalogar como amistosa. Más bien me odiaba a muerte. Hace unos años ella y yo tuvimos un momento algo intenso en el que nos enrollamos. Al parecer, yo le gustaba desde siempre pero ella no significaba nada para mí, solo fue un momento de debilidad. Acababa de discutir con mi instructor, fui a pasear por los bosque de alrededor de mi comunidad para relajarme cuando me la encontré. Ella fue muy agradable, estuvimos hablando y poniendo verde al instructor como una hora, luego la conversación se metió en terrenos más personales y sin querer darme cuenta, tenía su lengua en mi boca. La cosa no pasó de ahí, la aparte con toda la delicadeza que pude y le dije que no me interesaba, pero desde entonces nunca ha vuelto a ser lo mismo.   

Adalia y su padre seguían hablando de que decirla a su madre del viaje, no parecían estar llegando a ninguna conclusión y yo ya no aguantaba más en este despacho, necesitaba salir, necesitaba estar asolas con Adalia.

- Porque no simplemente la decís que se va de viaje de verano. En plan vacaciones y eso.

Se me quedaron mirando como si hubiese resuelto el hambre en el mundo.

- Está bien, yo me encargo de tu madre. Vosotros preparaos para partir. – dijo su padre que también parecía harto de estar aquí encerrado.

- Debemos hacerlo bien. Los sombras deben saber que nos hemos ido para que mi fragancia no les lleve hasta vosotros.

- Bueno, pero hoy no va a ser. Es tu cumpleaños y no me puedo creer que todavía no te haya felicitado. – dijo su padre mientras se levantaba de la silla e iba hacia ella. – Muchas felicidades cariño. – y se volvieron abrazar.

Yo me moví hacía la puerta, quería hacerles ver mi necesidad de salir. Esta mañana había sido algo intensa para mí, descubrir que su padre es un desertor y que encima me diga que no voy a poder evitar estar con Adalia, me hacía tener sentimientos de toda clase.

- ¿Habéis desayunado? – nos pregunto el padre. Adalia negó con la cabeza – Pues entonces, ha desayunar.

Y sin decir nada más sobre el tema, salimos de aquel despacho.

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