4: El gobernador de ciudad Capital
Ciudad Capital
En la mañana Marck Reim, el gobernador de ciudad Capital llegaba a las instalaciones centrales escoltado siempre de cuatro guerreros, mientras él iba llegando los demás guerreros se dividían y se colocaban en fila haciendo una entrada para que él pueda pasar.
—Buenos días mis guerreros —decía el gobernador mientras caminaba por los pasillos de las instalaciones. Él, un hombre de ojos verdes y ropa negra holgada—. Hoy es un gran día porque el capitán Benner irá a las 12 ciudades elementales a buscar nuevos guerreros, tienen que estar listos porque ellos llegarán con sed de gloria.
Segundos después el mencionado capitán llegó a las instalaciones como si hubiera sido invocado.
—¡Buenos días gobernador! —fue lo primero que dijo el capitán llamado Arthur al llegar.
—Hola capitán Benner, ¿no deberías estar ya partiendo en busca de nuevos guerreros? —preguntó extrañado el gobernador después de detenerse y girar su cuerpo para conversar con el capitán Benner—. ¿A qué has venido aquí?
—He venido para hacerle una petición —respondió el capitán de piel canela haciendo gestos con sus manos.
—¿Una petición?, ¿qué será? —interrogó el gobernador llevando su mano derecha a su barbilla y luego miró los ojos café claros del capitán Benner—. Bien, te escucho solo porque me intriga saber que es lo pides.
—¡Gracias señor! —agradeció el capitán Benner esbozando una ligera sonrisa—. ¿Me dejaría reclutar guerreros en ciudad Cristal?—. Dijo finalmente su petición con total seriedad.
—¿Qué has dicho? —preguntó Marck Reim, no sabía cómo sentirse ante tal petición—. ¿Reclutar en ese lugar tan asqueroso donde dejan vivir a esos espectras y dúo elementales que no deberían ni siquiera existir en este mundo?
—Explícame tus razones —preguntó el gobernador.
—Porque me he dado cuenta que las veces que he ido hay gente con un excelente potencial, que le serviría mucho a ciudad Capital —empezó a explicar sus motivos—. Así podremos seguir superando a ciudad Espectra, además de que sería muy beneficioso para usted también.
El gobernador Reim se quedó pensativo por unos segundos, estaba muy serio hasta que decidió hablar.
—Acepto tu petición con tal de que yo gobierne una ciudad digna cómo esta y demostrar que es totalmente superior a las demás y así finalmente imponer mis leyes en todo el planeta —contestó Marck y al final mostró una mirada y sonrisa con cierta maldad—. Con guerreros talentosos puedo ser el gobernador de todas las ciudades en el mundo.
—¡Gracias por aceptar mi petición! —el capitán Benner se agachó para realizar un gesto de reverencia hacía su gobernador—. Ahora si me marcho.
Eventualmente el capitán Benner se marchó de las instalaciones.
El gobernador de llamativos ojos verdes se sentó sobre una gran silla de color dorado, muy cómoda, después de sentarse sintió un gran alivio, disfrutaba sentarse en aquella silla que solo podía ser usada únicamente por él, pensaba acostarse y tener una siesta debido a que tenía un botón especial que hacía que la parte superior de ella se inclinara hasta que pasara de ser una silla a una cama.
Marck no pudo disfrutar su siesta ya que ni bien cerró sus ojos la gran puerta se abrió de un solo, eran dos guerreros que llegaron de las calles de ciudad Capital y llevaron a un hombre con aspecto débil y cansado, encadenado.
El motivo por el que lo llevaron a las instalaciones centrales era porque había quemado un cartel del gobernador, un delito fatal para cualquiera habitante o turista de ciudad Capital.
—¿Así que te atreviste a quemar un cartel mío?, ¿sabes que eso es un grave delito? —preguntó muy molesto el gobernador mirando al hombre desde su silla—. ¿Qué puedes morir por eso?
—¡Si lo sé! —el hombre encadenado sin miedo contestó—. Lo hice con mucho orgullo y no me arrepiento de nada.
—¿Que acabas de decir? —el gobernador estaba furioso.
Se levantó, bajó de la gran silla dorada, posó sus pies descalzos sobre el pequeño muro en dónde se situaba su silla y bajó por las cortas escaleras del muro.
—Pues ya verás lo que te haré por ser un insolente —dijo él mientras se acercaba más al hombre encadenado y cuando finalmente estuvo lo suficientemente cerca comenzó a darle patadas en su abdomen, cuello y cabeza hasta que el hombre encadenado que estaba arrodillado cayó al suelo pero eso no detuvo a Marck que lo continúo pateando.
—Y ahora llegó tu fin —mencionó Reim con frialdad y luego de decir eso, señaló con su dedo meñique derecho hacía el corazón del encadenado y de su dedo salió aire en forma de bala, el cuál acto seguido atravesó el corazón del pobre hombre que de forma inmediata murió.
El gobernador se reía sin más al ver como el hombre que lo detestaba había muerto.
—Eso es lo que te merecías —dijo tajantemente él con una cara de locura y malicia total.
Mientras tanto en ciudad Cristal, el capitán Benner estaba por llegar, los habitantes de Cristal emitían muchos comentarios, tanto buenos como malos.
¡Si vienen!
¡No es solo un rumor!
¡El rumor ya es una realidad!
¡Ya vienen, están cerca!
¡Yo quiero que me recluten!
¡Esos bastardos!, ¿a qué vienen?
¡No queremos soldados del maldito de Reim!
A pesar de que el capitán Benner ya estaba reclutando Kenneth seguía en su casa durmiendo, hasta que se cayó de su cama y se levantó inmediatamente debido al golpe y al susto de la caída.
—¿Qué hora es? —sus ojos se abrieron al recordar lo importante que era ese día.
Miró la hora de un viejo reloj colgado en una pared.
Rápidamente fue por su ropa, se inclinó para abrir el último cajón de un pequeño ropero que tenía, del cajón sacó un pantalón blue jean que se lo colocó con rapidez al igual que una camisa negra con mangas y otra chaqueta de color naranja.
—¡Maldición! —exclamó molesto consigo mismo—. ¿Cómo es posible que hoy, justo hoy me levante tarde, cuando siempre me levanto temprano?
"¡Qué suerte tienes Kenneth!", pensó mientras arrugaba su frente.
Ni siquiera comió.
Mientras corría iba preguntando el lugar específicamente en dónde habían llegado para reclutar.
Le preguntó a una señora y ella muy amablemente le dio la información.
—¡NO! —escuchó gritar a la señora que había dejado una cuadra más atrás—. ¡No me mates!
Él muchacho giró su cabeza para saber qué era lo que ocurría, ahí pudo observar cómo le robaban la cartera a la señora, no lo pensó ni dos veces y enseguida fue a ayudarla.
Corrió y encendió sus puños de fuego, él ladrón se asustó al ver que era perseguido por Kenneth con sus manos de fuego, pero eso no lo detuvo y empezó a acelerar más el paso, aunque eso no fue suficiente y Kenneth lo terminó alcanzando, le quitó la cartera de sus manos.
—Si vuelves a robarle a alguien más voy a quemar tu cara —exclamó con furia mirando al ladrón, con su mano derecha lo sostenía de la camisa mientras que mantenía su puño derecho en llamas para intimidarlo.
Luego de eso procedió a devolverle la cartera a la señora de edad avanzada que le agradeció por su noble gesto.
Sin embargo haber perseguido al ladrón hizo que se atrasara aún más, por lo tanto no tuvo más opción que aumentar su velocidad al correr.
Al llegar al lugar del reclutamiento se llevó una gran decepción.
—Bueno ya vámonos —mencionó el capitán Arthur Benner—. Eso fue todo por hoy, debemos de seguir reclutando en las demás ciudades.
Mientras ellos se preparaban para irse en el tren, Kenneth los miraba subirse, se sentía triste al ver que perdía su oportunidad.
—¡NO! —exclamó Kenneth haciendo énfasis en la "o"—. Aún no se pueden ir, ¡Falto YO!
Gritó desesperado y con todo su aliento, en ese momento acaparó la atención de todos, incluso del mismo Capitán Arthur Benner.
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