28. El ejército de Marck Reim
La desaparición de Kenneth era algo trágico para Kate, no dejaba de recordarlo de manera constante, observaba el paisaje por la ventana de su cuarto que daba al bosque, uno de los lugares más concurridos por los dos.
Una nueva tragedia se había sumado a la vida de Kate, su abuela había fallecido a la edad de ochenta y tres años, algo trágico no solo para ella sino también para sus hermanos, Nate era el que menos mostraba un rostro de tristeza por su abuela Rena pero sin dudas quien más sufrió era nada más y menos que la menor de los tres hermanos Norris, Sofía Norris de trece años de edad.
A paso lento como si se tratara de un zombi, Kate se dirigía hacia el cuarto de su hermana menor que quedaba a unos cuantos metros del suyo. Caminar por aquellos pasillos tan vacíos la llenaban de melancolía al recordar que con su abuela Rena caminaban juntas muy felices a prepararle algo delicioso a su padre, Lionel.
No tenía muchos ánimos pero sabía que antes de tocar la puerta debía cambiar la expresión apagada y triste de su rostro por el de una alegre, pensó que quizás eso ayudaría a levantarle el ánimo a Sofí quien no salía mucho de su cuarto desde que su abuela falleció.
Alzó su brazo derecho y dio tres golpes a la puerta de color rosa pero Sofí no contestó sin embargo Kate sabía a la perfección que su hermana estaba despierta que no estaría durmiendo a esa hora porque la conocía muy bien después de todo Kate fue como su segunda madre en la vida ya que sin lugar a dudas Sofí no recuerda mucho de los momentos con su madre, para ella su madre siempre fue su abuela Rena.
—Sofí —llamó Kate haciendo énfasis en la "í"—, Sé que estás adentro oigo el catre rechinar.
Se quedó en silencio esperando escuchar la voz de su hermana pero Sofí no emitió ninguna palabra.
—Vamos Sofí ábreme la puerta, tengo que hablar contigo —expresó Kate tratando de no sonar molesta—, No hagas esto más difícil.
Su hermana una vez más no contestó.
—Está bien no me dejas otra opción —anunció Kate alejándose unos cuantos centímetros de la puerta de color rosada.
La segunda de los hermanos Norris movió sus manos con delicadeza de izquierda a derecha para tratar de girar la perilla de metal, esta se movía bruscamente debido a la acción de Kate.
—¡Déjame en paz! —exclamó con furia Sofía.
Su gritó causó una onda expansiva que empujó a Kate lo suficiente para que atravesara la pared de otros tres cuartos.
La onda expansiva fue captada por algunas personas pero en especial por su padre Lionel que sintió un pequeño cosquilleo en su cabeza mientras hablaba por teléfono.
«¿Qué es lo que está pasando?», se preguntó mentalmente.
Luego llevó sus dedos índice y medio hasta su cien derecha y empezó a captar telepáticamente las mentes de sus tres hijos debido a que sabía a la perfección que cuando tenía esos pequeños cosquilleos en la cabeza solo se trataba de dos razones: la primera referente a que una persona desconocida poseía y había utilizado poderes de carácter mental mientras que la otra razón, la más importante para él, se debía más a un sistema de alerta cuando sus hijos usaban sus poderes, el sistema de alarma que había desarrollado era algo nuevo para él pero decidió crearlo por los constantes escapes de sus hijos mayores Nate y Kate a otros rincones alejados de su ciudad.
Lionel no quería que se volvieran a escapar, no quería que estuvieran en peligro.
—¡Las encontré! —dijo Lionel sin quitar los dedos de su cien.
Guardó el teléfono en uno de sus bolsillos delantero para luego despedirse de las personas que lo acompañaban y así finalmente emprender vuelo hasta llegar donde sus hijas, las protagonistas de un suceso que afectó a muchos de los trabajadores y transeúntes de la torre central de ciudad Espectra.
Voló lo más rápido que pudo, cuando llegó a los exteriores de la torre ya sabía a donde dirigirse debido al enorme hoyo que estaba en el décimo segundo piso.
Al entrar por el hueco que quedó en aquel piso notó como varias estructuras estaban destruidas y al observar como la mayoría de las cosas de la habitación de su hija menor estaban destruidas se preocupó.
—¿Qué pasó aquí? —preguntó inmediatamente cuando vio pasar a uno de sus trabajadores.
—Señor Lionel al aparecer hubo una riña entre sus hijas —Le comentó un hombre de aspecto delgado y de talla baja.
—¿Una riña por qué?
—Eso no lo sé señor...solo puedo decirle que quien ganó fue la pequeña Sofía.
Al escuchar la palabra "ganó" quedó mirando de manera extraña a su trabajador por el comentario un tanto desatinado.
—¿Dónde están? —preguntó Lionel observando a todos lados.
—Por aquí señor —Llegó otro trabajador que con su brazo izquierdo extendido le indicaba el paradero de sus dos hijas.
Tras caminar por algunos pasillos notó como una Kate adolorida estaba siendo asistida por unas enfermeras y un médico, al costado de Kate estaba su pequeña hija Sofía quien no dejaba de mirar cómo estaba Kate y así mismo no dejaba de llorar.
Lionel estuvo a punto de regañarlas pero sabía que no era el momento para hacerlo con todo lo que ellas habían pasado, esperó alrededor de dos horas pues ese fue el tiempo que le indicó el medico en que podía volver a su hija.
Antes de llegar al cuarto en donde estaba Kate ya más estable escuchó y observó por la ventana la conversación que las dos hermanas tenían
—Perdóname mucho hermana —suplicaba Sofía llorando levemente mientras estaba sentada en la camilla junto a su hermana mayor—. No quería hacerte daño, no quería que te pasara nada...esto es culpa mía.
Después de terminar de hablar lloró con más fuerza.
—No Sofí no llores —Kate le sobaba su cabeza con ternura—. Fui yo quien tuvo la culpa, debí entender que si no querías hablar conmigo era mejor marcharme.
—No yo fui la tonta... —contestó la pequeña Sofía entre sollozos con su cabeza apoyada sobre el abdomen de su hermana mayor—. Lamento esto, lamento haberte lastimado, no quiero que te mueras y me dejes como mi mami o como nuestra abuelita Rena lo hicieron, no lo soportaría.
Ella no dejaba de llorar.
Las últimas palabras de Sofía le llegaron a Kate tanto que derramó unas cuantas lágrimas.
Kate con las pocas fuerzas que tenía abrazó a su hermana, las dos empezaron a llorar muy fuerte, era una escena tan conmovedora que su padre, Lionel, trataba de hacerse el fuerte y no llorar al igual que ellas.
El entró unos segundos después captando las miradas de sus dos hijas.
—¡Papá! —dijeron al unísono con sorpresa.
—Hijas mías —comentó Lionel acercándose a ellas—. Me alegro que nada grave les haya pasado.
Las abrazó a ambas.
—Papi la culpa fue mía —expresó Sofía colocándose de pie—. Si tienes que castigar a alguien es a mí.
Lionel quedó sorprendido al ver como la pequeña de sus tres hijos pensaba tomar toda la responsabilidad de sus actos, demostrando ser más madura en ciertos casos que sus hermanos mayores.
—No pequeña —Lionel le sobó su cabellera—. Tú ni nadie tiene la culpa de lo que has pasado últimamente y peormente de haber demostrado tus extraordinarios poderes por primera vez.
—Tienes razón papá —Kate miró a su hermana y a su papá—. Hasta yo llegué a pensar en algunas ocasiones que Sofí jamás tendría poderes y muchos menos uno tan destructivo como ese, como siempre es tan dulce.
—Tienes razón hija, hoy oficialmente todos los integrantes que quedan de la familia Norris tienen poderes y como era de esperarse todos tenemos poderes de carácter mental. No puedo sentirme más orgulloso.
La pequeña Sofía estaba atenta ante la conversación de su padre y de su hermana mayor.
—Papi —dijo acercándose a su padre—. Pero no me gusta mi poder, es muy destructivo.
Lionel se agachó un poco para darle un beso en la frente a su hija.
—No hija mía no tienes nada que temer —Lionel se mostraba seguro con sus palabras—, Todo lo contrario yo te enseñaré todo lo que tienes saber acerca de tu poder, confía en mí.
Las palabras de su padre la llenaron de confianza y lograron que ella pierda por ese momento el miedo a sus poderes.
La oscuridad de la noche inundó la ciudad unos minutos antes de que el reloj de la iglesia más grande de ciudad Espectra marcara las siete.
Rondando por las calles de la ciudad se encontraban Jack y Esmeralda conversando acerca de una nueva y posible estrategias para encontrar a Kenneth que hacía más de una semana que no lo habían visto desde que Kyle intentó matarlo.
Ellos al ser sus amigos más cercanos confiaban plenamente en que el aún no estaba muerto.
—¿Quieres un helado? —dijo Jack señalando un pequeño quiosco que en su parte superior estaba un letrero que decía: "Helados Neón".
Esmeralda asintió, Jack sonriente se dirigió hacia el quiosco, ella lo siguió no sin antes mirar hacia el cielo estrellado deseando poder encontrar pronto a Kenneth, esa era la razón por la cual seguía aun en ciudad Espectra, sus padres preocupados por ella la llamaban todos los días aconsejándole que no se inmiscuyera en problemas o en peleas en donde ella no podría ganar pero Esmeralda siempre le decía que tenía a sus amigos cerca y que con ellos nada malo podría pasar, a pesar de que ella casi no mentía tuvo que hacerlo con sus padres ya que no les contó que Kenneth estaba perdido, la preocupación de sus padres hacia ella sería tan grande que mandarían personas a llevarla de vuelta a ciudad Diamante.
En el momento en que ella llegó al quiosco Jack ya tenía en sus manos el helado de coco con nueces y además estaba bañado en crema de chocolate, Esmeralda pidió un helado de fresa con grageas y un poco de virutas de chocolate.
Una vez que Jack pagó los helados continuaron con su recorrido hasta que llegaron a una zona en donde no había casi nada de personas, ellos llegaron a la gran puerta que permitía la entrada y salida de todas las personas y transportes de la ciudad.
Se sentaron dispuestos a comerse sus helados, mientras Esmeralda disfrutaba comiendo su helado Jack no dejaba de mirarla, se sonrojó extrañamente, luego sacudió su cabeza.
—Esmeralda... —dijo con voz tranquila él.
—¿Qué es eso? —preguntó Esmeralda señalando con su dedo índice hacia unos arbustos que estaban a unos cuantos metros de ellos dos.
Jack volvió a sacudir su cabeza.
—¿Qué cosa? —Jack preguntó y rápidamente miró lo que Esmeralda señalaba.
En los arbustos se notaba unas extrañas luces de color morado, azul y celeste.
Jack sin tener miedo alguno caminó hacia los arbustos pero una voz lo detuvo.
—Vaya que eres valiente —comentó alguien justo de donde los arbustos brillaban de forma extraña.
—¿Quién eres? —preguntó Jack mientras creaba una espada de hielo y en ese instante su helado cayó al suelo—. ¡Muéstrate!
Esmeralda también creó una espada de diamante pero ella no dejó caer su helado solamente lo envolvió en diamante y lo guardó en su cartera que tenía colgada en su hombro izquierdo.
—Tranquilos... —dijo aquella persona dando unos pasos hacia adelante mostrándose ante Jack y Esmeralda—. No vinimos a pelear.
—Ustedes —exclamó Jack sorprendido al ver que eran Sagit y Shaila—, ¿Qué hacen aquí?
Jack sostuvo con más fuerza su espada por precaución.
—¿Entonces qué hacen aquí? —Los interrogó Esmeralda creando otra espada de diamante más pues sabía que eran peligrosos—. ¿A quién vienen a cazar ahora?
Shaila jugó con su cabello por uno segundos mientras miraba las espadas de diamante de Esmeralda, dando a entender que le daba igual si la atacaba, sabía que su amado Sagit siempre estaba ahí para protegerla.
—Nosotros sabemos dónde está Kenneth —dijo Shaila tajantemente alzando su ceja derecha mostrándose completamente segura.
Al escuchar las palabras de Shaila, Esmeralda deshizo sus espadas en un santiamén.
—¿Cómo pueden corroborar eso? —preguntó Jack con cautela por si acaso se tratara de una trampa.
Sagit dio unos pasos hacia adelante mientras sacaba de su bolsillo un extraño objeto tecnológico.
—Con esto —Alzó su mano para mostrar en el aire aquel objeto con una extraña pantalla. En la pantalla estaba un mapa que mostraba un punto rojo que se movía, aquel punto rojo se encontraba dentro de Ciudad Capital—. Le di un rastreador tipo pastilla que dura en el organismo exactamente por un mes o un poco más.
Esmeralda se acercó a Jack e inclusive quiso ir a tomar el artefacto con sus propias manos para confirmar lo que Sagit y Shaila les decían pero Jack poniendo su brazo izquierdo delante de ella la detuvo.
—Espera Esmeralda, no son suficientes razones para creer si es verdad —comentó Jack aun desconfiando de ellos dos—, ¿Por qué le colocarían un rastreador a él?
—No tendríamos razones para venir hasta aquí y mentir —expresó Sagit moviendo sus manos de un lado a otro mientras hablaba—. La unica razón por la que le colocamos un rastreador fue porque inicialmente los cazadores teníamos pensado entregarle a su amigo al gobernador Marck Reim y el rastreador era nuestra carta bajo la manga si Kenneth se llegara a escapar pero dado a todos los inconvenientes que pasaron los cazadores murieron a excepción de nosotros dos, entonces les dimos las coordenadas a Reim para que atrape a Kenneth confiando en que nos daría una suma exorbitante de dinero pero el malnacido no cumplió con el trato y por tal motivo queremos vengarnos de él pero para aquello necesitamos su ayuda.
—¿Nuestra ayuda? —preguntó Esmeralda, estaba atenta a todo lo que Sagit decía.
—Sí, desde un inicio pensábamos ir nosotros dos a vengarnos de Reim y robarle dinero pero debido a que la seguridad en ciudad Capital está más estricta se nos haría muy difícil hacerlo los dos...por eso hemos venido con ustedes ya que estamos seguros que harían lo que fuera por rescatar a su amigo Kenneth —Le tocó el turno a Shaila de hablar acerca del plan
—Una vez escuchada estas razones... —Sagit guardaba el artefacto en su bolsillo nuevamente—. ¿Aceptan venir con nosotros?
—¡Sí aceptamos! —exclamó una voz muy familiar para Jack y Esmeralda.
Drake acababa de llegar de manera muy cautelosa logrando no ser captado o percibido por ninguno de los cuatro.
—¡Drake! —exclamaron al mismo tiempo sorprendidos Jack y Esmeralda—. ¿Qué haces acá?
—Los andaba buscando y escuché su conversación —contestó Drake con normalidad.
Jack y Esmeralda lo observaban de pies a cabeza debido a que no podían creer lo bien que se había escondido.
—Perfecto ahora que somos cinco esto será más fácil —comentó Sagit sin darle importancia a que Drake los estuviera observando desde las sombras.
Sacó otro objeto tecnológico de sus bolsillos, el nuevo objeto era una pequeña cajita de color rojo.
—Genial pensé que no me dejarían ir con ustedes —exclamó Drake con gran emoción—, ¿Y cómo nos vamos hasta allá?
—En esto —dijo Sagit mientras lanzaba hacía al frente el objeto pequeño que al chocar con el suelo poco a poco sus partes brotaban hasta que tomó su forma final, un Jet de color rojo vino.
Jack, Esmeralda y Drake quedaron fascinados con el medio de transporte aéreo que estaba frente a sus ojos.
No esperaron mucho y sin más se marcharon hacia Ciudad Capital, unos con el deseo de venganza mientras que otros con el deseo de volver a ver a su amigo Kenneth.
Estaban frente a frente una vez más Kenneth y Marck mirándose fijamente separados por unos pocos metros de distancia en la cabina que poco a poco estaba deteriorándose, ambos no emitían ninguna palabra, ambos estaban atentos ante cualquier movimiento que desatara el inicio de la contienda más esperada por ellos mismos.
—Al fin —expresó Kenneth sin quitar su mirada hacia su gran rival dando unos pasos hacia delante de forma sigilosa para acercársele.
Los movimientos que su cuerpo hacia dejaban en evidencia que tan solo esperaba el primer ataque por parte de su gran rival.
Marck también dio unos ligeros pasos hacia delante y se detuvo extrañamente para empezar a hablar.
—Lamento decepcionarte Kenneth pero aún no es la hora de nuestra pelea —comentó Marck con un tono de voz misterioso. En su cara se formó una extraña sonrisa, se notaba que algo tramaba, algo que seguramente para Kenneth no sería muy bueno.
Kenneth no entendía de que se trataba solamente presentía que Reim tendría preparado algo que quizás lo pondría en aprietos, ya conocía ciertas mañas de su rival.
El gobernador de ciudad Capital rápidamente alzó sus brazos posicionándolos hacia al frente y abriendo las palmas de sus manos lanzó una ráfaga de aire, Kenneth se protegió con un muro de hielo que pudo soportar la feroz ráfaga pero al estar detrás del muro no notó lo que Marck estaba por hacer.
Casi al mismo tiempo en que Reim lanzó la ráfaga, del suelo de la cabina que estaba hecho a base de tecnología se formó el cuerpo femenino de un robot, aquella inteligencia artificial resultó ser la parte sólida, tangible y visible de Feminar.
Kenneth cerró los ojos por unos instantes debido a la ráfaga pero en esos segundos Feminar extendiendo sus brazos metálicos agarró los extremos del muro de hielo hasta llevarlo lejos de la cabina con un solo impulso de los propulsores que tenía en la planta de sus pies robóticos.
El objetivo de su acción era llevar a Kenneth hacía el campo de batalla que ya estaba destrozado para que se reuniera con sus amigos a enfrentar al ejercito de Marck Reim, que tenía como plan agotarlo y hacerlo entrar en desesperación para que en el momento de su encuentro ganarle con más facilidad, Marck al tener más edad que Kenneth había ganado experiencia en el momento de las batallas, tenía preparado más de un truco bajo la manga.
—¿Qué está pasando? —preguntó Kenneth antes de soltarse del muro de hielo rompiéndolo con un fuerte puño para caer directo hacia el campo de batalla. Para amortiguar su caída creó un tobogán de hielo en donde cayó sentado y bajó por el hasta llegar acostado bocarriba sobre un piso con un hielo un poco más suave de lo normal.
Cuando deshizo el hielo se levantó y pudo observar con más detenimiento a Feminar, la robot parecía muy humana debido a que tenía el cuerpo similar al de una mujer de más de veinte años, su cabello rubio y largo llegaba hasta su espalda baja, con lo único que se la podía diferenciar era con sus ojos que eran azules intensos y que por dentro de ellos unos rayos se movían de un lado a otro sin cesar.
—Kenneth acá estamos —exclamó Maia después de que volteo a verlo cuando escuchó los ruidos de su caída.
A unos metros lejos de él, ella y sus demás amigos alzaban sus brazos dominantes lo más alto posible para que Kenneth los reconociera con todo el polvo que aún estaba en el aire esparcido.
Martin, Maia, Cesar y Emmanuel trotando llegaron inmediatamente hasta donde Kenneth había caído.
—¿Qué pasó? —preguntó Emmanuel mirando a Kenneth extrañado de verlo en el campo de batalla y no en la cabina de Marck Reim—, ¿No se suponía que estabas pateándole el peludo trasero a Reim?
—¿Cómo sabes que tiene el...? —preguntó Kenneth frunciendo el ceño—. Mejor no pregunto...
—Pues porque tiene barba...y hay un mito acerca de los hombres que tienen barba... —respondía Emmanuel tratando de no reírse pero fue imposible pero al final con una mirada sombría que Maia le dedicó optó por callarse.
Kenneth se rio con la pregunta de Emmanuel pero luego su rostro se tornó serio.
—Fue una especie de mujer robot que me trajo hasta acá —contestó Kenneth arrugando su frente mientras miraba hacia el cielo—. No sé porque lo hizo pero por las palabras de Reim seguro trama algo...
—Lo mismo nos pasó a nosotros —añadió Cesar.
—Sí —dijo Martin—, Estábamos ayudando a evacuar a las personas restantes pero esa mujer apareció de repente.
Maia que estaba escuchándolos atenta pensó en la razón por la cual Feminar los había llevado a todos en el campo de batalla.
—Quizás... —Comenzó Maia a hablar llamando la atención de sus amigos pues su tono de voz se tornaba interesante—. Nos trajo hasta acá para atraparnos y que sucumbamos aplastados o quizás quiere que nos enfrentemos a algo o alguien.
Unos aplausos interrumpieron la conversación que ellos estaban teniendo.
—Bravo —comentó Ivo que se encontraba subido sobre unos escombros y a su lado izquierdo estaba Taled mientras que a su lado derecho estaba Log.
Los tres aplaudían al mismo tiempo sonriendo al ver las caras de sorprendidos que tenían Kenneth y sus amigos.
—¿Ustedes...? —mencionó Kenneth aun sorprendido al verlos vivos una vez más.
—Aún queda mucho que hacer —declaró Taled antes de girar ligeramente su cabeza hacia atrás.
Detrás de ellos llegaba la capitana Ibeth, el capitán Raven y el capitán Lang pero ellos no eran los únicos que llegaban pues más atrás de ellos se encontraba Feminar liderando un gran ejército conformado por cientos de Mortalinos, Ejecutores y Bulcos, todas las bestias biomecánicas que habían enfrentado en los desafíos nuevamente aparecieron con el objetivo de matar a cada uno de los amigos de Kenneth y a él solamente dejarlo exhausto.
—¡He aquí el ejército de Marck Reim! —Orgulloso Raven abrió sus brazos de par en par victorioso.
Kenneth y sus amigos observaban como poco a poco cientos de las bestias biomecánicas se acercaban a ellos.
—Esto se ve mal —comentó Kenneth un poco preocupado—, Si queremos ganar debemos pelear todos unidos y sacar nuestras mejores técnicas.
Los brazos de Maia empezaban a envolverse en rayos mientras que Emmanuel movía sus manos para crear sus rayos de energía.
—No Kenneth tú debes descansar —Martin juntaba las palmas de sus manos como si fuera a orar mientras hablaba—. Nosotros nos encargaremos de esto, tú debes descansar y aguardar para pelear con Reim.
Maia, Cesar y Emmanuel asintieron aceptando lo que Martin decía.
—Lo sé...pero no puede dejar que se enfrenten solos a todo un ejército completo —contestó Kenneth con una seriedad que no la manifestaba con frecuencia—, Yo los ayudaré de todas maneras, además tengo que calentar un poco antes de pelear con Reim.
—No tienes remedio no —comentó Emmanuel mirando la determinación de su amigo.
En cierta parte el hombre de sangre espectra se sentía contento de haber encontrado un amigo como Kenneth.
—Entonces no perdamos tiempo y acabemos con ese ejército de una vez por todas —añadió Maia ya con su cuerpo completo envuelto en rayos morados y azules.
Todos asintieron antes de empezar a atacar.
—¡Clones de madera! —exclamó fuerte Martin con sus palmas aun juntas. Del suelo emergieron pequeños trozos de madera que poco a poco se iban transformando en sus versiones hechas de madera— ¡Clones de tierra!
Del suelo destrozado del campo de batalla surgieron versiones de Martin completamente hechas de tierra.
—Si ven ya no somos cinco contra mil —indicó Martin volteando a ver a sus amigos—. Ahora somos cuarenta contra mil....
—Que gran diferencia —dijo sarcásticamente Emmanuel.
—Con mis clones de hielo seremos más —expresó Kenneth antes de crear veinte clones suyos para enfrentar al ejercito de Marck Reim.
—Genial ahora somos sesenta y cinco contra mil —recalcó Emmanuel riendo ligeramente con sus chistes—. Eso significa que no moriremos tan rápido como pensaba...
—¿Te puedes poner serio alguna vez en tu vida? —cuestionó Maia arrugando su nariz.
Emmanuel rio a carcajadas.
—No —contestó haciendo énfasis en la "o" con voz chillona después de terminar de reírse—. Esa es mi característica, eso es lo que me hace único en que este equipo...tú por ejemplo eres la gruñona, Kenneth es el galán y más hábil del grupo, Martin es el más viejo y por ende con más experiencia, Cesar es el nuevo, todo débil, el calladito del grupo y yo soy el gracioso, el que más habla.
Después de hablar Emmanuel se impulsó en el aire lanzando rayos de la planta de sus pies al suelo que pisaba. Una vez suspendido en el aire empezó a lanzar rayos de energía a un gran número de Mortalinos que se acercaban hacia ellos, cuatro Mortalinos cayeron rápidamente luego a unos cuantos Ejecutores encerró en los campos de fuerza para marearlos y así dispararles sus rayos de energía.
Martin y Kenneth enviaron primero a sus clones con espadas hechas de sus respectivos elementos.
—Ahora es mi turno —dijo Maia antes de teletransportarse hacia un grupo de Ejecutores que derrotó cuando les cortó la cabeza con la punta de sus dedos envueltos en rayos cortantes.
A otro grupo de Mortalinos los electrocuto hasta haceros explotar, con sus puños llenos de rayos destrozaba Mortalinos por doquier además realizó una gran hazaña que le permitió acabar con muchos Bulcos al extender sus brazos hacia al frente para luego aplaudir muy fuerte y así desintegrarlos con su elemento trueno, su velocidad en el campo de batalla era algo que nadie más igualaba, sin duda un gran aporte en la batalla contra el ejército de Marck Reim
Martin por su parte envolvió todo su cuerpo en tierra para crearse una armadura resistente a los atacantes y así obtener más fuerza de lo normal para que sus golpes sean más efectivos, comenzó a asestar puñetazos a muchos Mortalinos que caían al suelo muertos por los feroces golpes que le propinaba, además envolvía por completo con tierra a tantos Bulcos como podía para luego destrozarlos al encajarles fuertes golpes con un martillo de tierra creado por el mismo, también mató a unos cuantos Ejecutores cuando los atrapaba en grandes cárceles de madera después de arrebatarles sus hachas, las cárceles no solo tenían el propósito de inmovilizarlos sino también que de cada una de sus rejas de madera se desprendían muchas astillas filosas de gran tamaño que terminaban atravesando cada parte importante de sus grandes cuerpos.
Muchos Ejecutores caían al enfrentarse con Kenneth debido a que ya conocía sus debilidades y el las aprovechaba para congelarlos, cortarles sus extremidades además de sus cabezas con su ya famosa espada de hielo, además congelando el suelo que pisaban los Mortalinos lograba hacerlos resbalar para luego empalarlos al hacer emerger enormes picos puntiagudos del suelo helado.
Por otra parte Cesar se alejó un poco de sus amigos debido a que no quería lastimarlos al usar sus poderes, caminó y aumentó un poco su velocidad hasta asegurarse de estar lo más lejos posible de sus nuevos amigos para empezar a pelear como lo estaban haciendo los demás.
Al estar frente a un grupo de Bulcos que se arrastraban sobre los escombros de la arena batalla empezó a empuñar sus manos unas cuantas veces hasta que luego las abrió para expulsar el polvo que había generado, en menos de cinco segundos un considerable grupo de esos pulpos gigantes fue atrapado por una cortina de polvo creada por el mismo Cesar, la cortina no solo les dificultó ver si no también las partículas de polvo poco a poco empezaron a explotar una detrás de otra sin parar.
—Lo están haciendo muy bien para solo ser cinco personas —comentó la capitana Ibeth quien observaba la batalla sentada en uno de los escombros.
—Son cinco y unos cuantos clones de ellos también, es por eso que aún no se mueren —dijo Raven molesto al ver como el ejército de Marck Reim caía poco a poco contra un pequeño grupo.
—No querido Raven —refutó Ibeth—, No son solo los clones, ellos cinco aun no mueren porque son muy buenos en batalla, esa es su clave.
El capitán Lang solamente los escuchaba sin quitar la vista a la batalla mientras que Ivo, Log y Taled también estaban atentos a la contienda aunque por ratos se distraían con la conversa del capitán Raven y de la capitana Ibeth.
—Con tus palabras parece que los estuviera apoyando —declaró Raven mirando fijamente a su compañera capitana—. ¿No será que aun sigues enamorada de su torpe amigo...? Ese que controla el aire...no recuerdo su nombre...
Los ojos de la capitana Ibeth se abrieron más de lo normal al escuchar esas palabras, las que más le resonaron en su cabeza fueron: enamorada, torpe, aire; pues esas definían a la perfección a Drake.
—No nada que ver... —mintió Ibeth sin mirar a Raven a la cara pues eso la delataría—. Ni siquiera recuerdo su nombre tampoco.
—Eso espero... —dijo Raven en modo de advertencia y luego guardó silencio para continuar observando la batalla.
A pesar de que los cinco junto a los clones hacían un gran trabajo derrotando a cada uno de los seres biomecánicos poco a poco se estaban cansando sin embargo más Ejecutores, Mortalinos y Bulcos llegaban sin parar.
Los clones perdían fuerza debido a que sus creadores Martin y Kenneth estaban un poco más cansados y por lo tanto eran aplastados y despedazados por los Ejecutores y los Bulcos.
Durante los primeros cuarenta y tres minutos de la batalla Kenneth y sus amigos tuvieron la ventaja pero después se estaban empezando a agotar y a la vez más seres biomecánicos llegaban sin parar.
—Nos están acorralando —expresó Emmanuel mientras no dejaba de atrapar a Mortalinos y Bulcos con sus campos de fuerza para luego lanzarlos lo más lejos posible hacia donde se encontraban los capitanes de las tropas de Reim junto con Ivo, Log y Taled.
Raven se alertó y justo cuando alzaba su brazo para crear una mano gigante de tierra que los protegiera Ivo lo detuvo con sus palabras.
—No capitán Raven —exclamó Ivo colocándose de pie—. Para demostrar nuestra fortaleza y porque el gobernador nos eligió yo detendré ese ataque.
Cuando terminó de hablar sus brazos se estiraron y a su vez crecieron al igual que sus garras para atrapar los Mortalinos y Bulcos encerrados en los campos de fuerza pero no lo hizo debido a que Taled se le adelantó.
—Es verdad nosotros nos encargaremos —comentó Taled antes de lanzar potentes ráfagas de aire de las palmas de sus manos y así contrarrestando el ataque de Emmanuel.
Ivo estaba molesto con Taled por haberle robado el protagonismo en ese momento pero decidió no reclamarle en frente de los tres capitanes que se encontraban con ellos, solamente lo miró con repudio.
—Creo que es momento de enviar a los nuevos seres biomecánicos —avisó el capitán Lang mirando a la mujer robótica—. ¡Feminar ahora!
—¡Entendido capitán Lang! —contestó Feminar mientras que los rayos de sus ojos bailaban más rápido de lo normal. En unos segundos un fuerte estruendo se sintió por todo el campo de batalla anunciando la llegada de los nuevos refuerzos del ejército de Marck Reim— ¡Híbridos emerjan!
De repente aparecieron un gran número de seres de apariencia grotesca pero con características ya vistas anteriormente por Kenneth y sus amigos pues se trataban de una nueva especie de ser biomecánico hecho con los tres seres anteriores.
Bulcolinor, ese era el nuevo nombre de las bestias biomecánicas, entre sus características estaban: sus grandes brazos con los cuales sostenían hachas, no tenían piernas o pies sino un sinnúmero de tentáculos y su cabeza era muy similar a la de los Mortalinos con dientes muy filosos y baba chorreando cada segundo.
—Por un demonio lo que faltaba —bufó molesto Kenneth al ver llegar a los Bulcolinores al campo de batalla.
Las nuevas bestias hibridas estaban sedientas de sangre, mientras avanzaban movían sus hachas de un lado a otro con ansias de desgarrar y matar a los enemigos de su amo Marck Reim.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top