23. El color de tus ojos
—¡Disculpe! —dijo Kenneth al momento de dar la vuelta para quedar frente a frente con la mujer que lo seguía—. ¿Necesito algo mío? ¿Por qué me está siguiendo?
—Perdón, perdón Kenneth... —contestó la mujer con su rostro sonrojado demostrando estar claramente apenada—, ¿Eres Kenneth verdad?
El joven muchacho asintió.
—¡Perdón si te incomodó que te haya perseguido pero es que necesito tu ayuda urgente! —exclamó la rubia voluptuosa antes de llorar muy fuerte.
Ella lo abrazó muy fuerte, él no entendía nada.
—¿Qué pasó? Cuéntame... —dijo Kenneth separándola de su cuerpo lentamente.
—Es que unos hombres...que creo son de ciudad Capital, están golpeando a mi tío —contó la rubia mujer sin parar de llorar—, Te reconocí cuando te vi en la calle, sé que eres muy fuerte...¿me podría ayudar?
Sin pensarlo dos veces Kenneth decidió ayudarla, la rubia lo agarró de la mano y se lo llevó hacia un edificio que en mal estado.
Ella le indicó que su tío se encontraba en el último piso tratando de defenderse.
Al dejar atrás a su guía por correr con todas su fuerzas Kenneth fue el primero en entrar a la habitación del último piso con la gran disposición de ayudarlos.
En el momento que entró notó que había varias cajas de cartón vacías y además muchos papeles tirados por todo el suelo.
—¿Señor, dónde está? —Kenneth miró a su alrededor sin encontrar al supuesto hombre—. ¿Está bien? —hizo una pausa para examinar el lugar—. Su sobrina me pidió que lo ayudara.
—No estaba bien pero ahora lo estaré —comentó un hombre que acababa de llegar a la habitación también.
Kenneth giró su cabeza para observarlo, la voz le resultaba muy familiar.
—Hola Kenneth al tiempo que te veo —comentó el hombre con una amplia sonrisa en su rostro.
—¡Raven! ¿Qué haces acá? —preguntó Kenneth atónito de encontrarse con uno de los hombres más confiables que Marck Reim puede tener.
Mas intrigado estaba Kenneth al notar a la rubia que le había pedido ayuda estaba muy cariñosa con Raven.
—¿Acaso es una trampa? —preguntó Kenneth mirando con ojos de furia a la rubia mujer.
—¡Exactamente muchacho! —contestó la rubia juntándose a Raven—, Perdón por mentirte solo hago mi trabajo...
—Fue muy fácil, incluso el joven Kenneth que controla dos elementos no podía negar a alguien que le pidiera ayuda... —dijo Raven sonriendo victoriosamente cada vez más—, Y menos a esta mujer tan hermosa, no te culpo muchacho tienes buen gusto.
—¿En serio? —preguntó Kenneth frunciendo el ceño mientras a la vez movía sus manos preparado para pelear—. ¡Pues no la tendrán tan fácil!
Kenneth corrió en dirección hacia ellos con sus puños que poco a poco se estaban endureciendo por el hielo que los cubría pero antes de que llegara a golpear a Raven cayó al suelo cuando recibió el impacto de un dardo tranquilizante en su cuello.
—Pues esto déjame decirte que esto está muy fácil —Raven se acuclilló para hablarle a Kenneth antes de que cayera desmayado por completo.
Al notar que en efecto Kenneth ya estaba dormido por el efecto del dardo sonrió y se reincorporó para luego tomar su celular de su pantalón verde, rápido revisó la sección de contactos de su teléfono para realizar una llamada.
—Señor Marck, lo tenemos...no fue tan complicado —dijo Raven hablando por teléfono—, Ahora lo llevaremos inmediatamente a ciudad Capital, ya solo nos quedan tres más por capturar.
En la silenciosa y un tanto fría noche de la playa un pequeño barco estaba siendo remado por una persona, un hombre de gran tamaño y también de un muy buen peso corporal debido a sus grandes y fuertes músculos que lo hacían sobresalir sobre un montón de gente en donde quiera que él estuviera.
El hombre de cabello negro como la noche estaba remando con todas sus fuerzas a una impresionante velocidad que no cualquiera podría lograr. No estaba solo en el barco, que aun al ser pequeño llevaba consigo dos personas más, una mujer y otro hombre más, la primera una mujer de cabellos dorados y sobre todo crespos, ella a diferencia del hombre que remaba no tenía su cuerpo tan trabajado, más bien gozaba de una complexión delgada y de una cintura fina mientras que el otro hombre que también estaba a bordo del pequeño barco que ellos habían robado era un hombre que estaba muy pálido y con algunas heridas en su cuerpo, estaba inconsciente.
La rubia delgada no ayudaba al hombre de cuerpo atlético, ella estaba tratando de curar las heridas de su acompañante que no lograba abrir los ojos.
Pasaron varios minutos hasta que el remador dejó de hacerlo con rapidez limitándose a hacerlo con más calma, después de todo ya estaban más lejos de sus perseguidores, un grupo de piratas.
El hombre que ya remaba con más lentitud giró su cabeza para observar a su acompañante herido, observaba como la delgada mujer le quitaba la camisa para poder curarlo con mayor eficacia. Ambos se miraron por un momento sin decir nada pero claramente pensando muchas cosas, al pasar los segundos ambos se rieron por la felicidad de encontrar al joven que estaba acostado inconsciente sin saber que pasaba a su alrededor.
Cuando terminaron de verse a los ojos y sonreír ambos continuaron con sus actividades.
La mujer de ojos café oscuros agarró otra venda para luego colocarla en el pecho descubierto del joven que dormía después de haber tenido una gran pelea. Mientras levantaba con cierto cuidado su cuerpo notó como una gota llegó del cielo al pectoral derecho del joven inconsciente, inmediatamente alzó su cabeza para confirmar que iba a llover y después de unos cuantos segundos más gotas empezaron a caer desde el cielo.
El hombre que nuevamente empezó a remar rápidamente giró su cabeza para mirar por unos instantes a su acompañante y moviendo ligeramente su cabeza de arriba abajo, la mujer ya sabía qué hacer.
—No te preocupes ya lo hago —comentó con seriedad la mujer, sus ojos repentinamente se tornaron de un color amarillo intenso.
Alzó su brazo derecho para abrir las palmas de sus manos por completo.
De su mano emergieron unos rayos extraños del mismo color del que se habían tornado sus ojos. Los rayos poco a poco se fueron uniendo unos a otros para quedar como una gruesa capa que los cubría de la lluvia que llegaba repentinamente.
—¿Por qué con tus poderes no creas un gran barco para llegar más rápido a tierra? —preguntó el hombre dejando el remo por sus pies.
—No puedo —contestó con voz aguda la mujer—, Si creo un barco los piratas lo notaran con gran facilidad...¿quién no se daría cuenta de un barco de color amarillo navegando en la noche?
La mujer continúo vendando las partes del joven que estaba herido.
—Tienes razón Esther —dijo Adán dándole la razón a su acompañante—. No podemos permitir que nos quiten lo que les robemos nosotros, ya tenemos mucho dinero y oro gracias a ellos, solo nos faltaría un poco más de comida.
—Sí, lo que les robamos fue muy poco —agregó Esther observando los pocos peces que pudieron hurtar.
Después de esa corta conversación que tuvieron decidieron comer algo de pescado y luego de unas horas finalmente llegaron a tierra, decidieron dormirse ahí en el barco, gracias a las habilidades de Esther pudieron dormir con tranquilidad cuando ella creó un ancla para evitar que el barco se dejara llevar por los movimientos del mar.
Al día siguiente ambos se despertaron al recibir directamente los rayos del sol que por la capa amarilla de Esther se proyectaban más de lo normal en sus caras y en el resto de sus cuerpos desprotegidos de ropa.
Al darse cuenta como ya no les quedaba comida Esther decidió ir a robar al local más cercano que encontrara de la playa dejando a Adán que cuidara y vigilaba al joven que habían rescatado.
Esther no tardó mucho tiempo en llegar al barco junto a sus acompañantes debido a que en su caminar un hombre le había hecho el favor de llevarla a un pueblo pequeño en su carro. Ella estaba deseosa de comer pan así que por lo tanto robó en tres panaderías diferentes y con ayuda de sus habilidades se le hizo fácil escapar.
Adán haciendo uso de gran fuerza rompió el barco pequeño de un solo puñetazo, se llevó cargado en sus brazos al joven herido para luego marcharse junto con Esther a un lugar abandonado cerca de la playa, ellos optaron por quedarse en el mismo lugar hasta que su acompañante herido se despertara y estuviera más capacitado para viajar.
Al final terminaron refugiándose en una casa abandonada de dos pisos, dentro de la casa nada servía ni siquiera los lavamanos, además las ratas pasaban de un lado a otro, las tres personas que permanecían dentro del hogar deshabitado trataban de hacer el menor ruido posible para que las personas que pasaran cerca de la casa no los escucharan, no querían llamar la atención, querían pasar desapercibidos durante un buen tiempo.
—¡Seguiré tratándolo! —comentó Esther antes de sacarles las vendas que el joven herido tenia envueltas en sus brazos—. No dejaré que muera
—¡Es que no puede morir! —comentó con cierta frustración Adán mirándola fijamente—. No debemos dejar que se muera, tenemos que encontrar a los demás, tenemos que encontrar a los que son iguales que a nosotros, es el como nosotros...entre similares debemos apoyarnos, no olvidemos nuestro objetivo.
La mujer estaba por decir unas palabras pero fue interrumpida por su acompañante que pasó sus dedos a sus labios para hacerla callar y todo porque escuchó unos ruidos muy cerca de la casa.
—¿Qué pasó Adán? —preguntó en voz baja Esther con leve preocupación en su rostro.
Ella no dejaba de observar a todos los rincones y en especial al joven herido, su prioridad era salvarlo.
—Me pareció oír unos pasos en la parte baja de la casa —contestó Adán con total seriedad mirando por los huecos que la unión de cada tabla del piso dejaba en evidencia.
—¿No serán...los dueños de la panadería? —preguntó Esther mirando al techo como tratando de recordar los eventos de sus robos de la mañana.
—¡Seguramente! —contestó Adán con seguridad—. ¡Ya regreso...me encargaré de ellos!
La expresión de seriedad que Adán tenía en su rostro cambió por una llena de emoción y algo de maldad.
—¡No demores mucho!
—¡No tardaré! Esto será rápido —Adán se levantó con precaución.
Al levantarse los ojos de Adán se tornaron de un color rojo intenso y a su vez las uñas tanto de sus manos como de sus pies se volvían más grande en cada segundo que pasaba, además sus colmillos de igual manera crecían poco a poco, sin nada más que pensar o platicar bajó de las escaleras de manera sigilosa, no quería que sus perseguidores se dieran cuenta por donde el atacaría.
—¡Sal de ahí maldita ladrona! —gritó muy fuerte uno de los tres panaderos que estaban en el piso de abajo buscándola.
—¡Sé que estás aquí! —exclamó otro de los panaderos.
—¡Si no vienes...iremos por ti...para divertirnos contigo...! —agregó el tercer y último panadero que la buscaba.
Unos cuantos pasos se escucharon de un momento a otro, los panaderos se alertaron observando por todos lados, luego ellos escucharon un ruido de algo cayéndose. Los tres comenzaron a mirar por el suelo y a las otras puertas que estaban en la casa abandonada.
Empezaron a asustarse y más cuando escucharon el sonido de un animal rabioso, no podían tratar de disimular su miedo, tragaban saliva y sudaban por los nervios.
—Puede oler su miedo —dijo Adán desde algún lugar de la sala de la casa abandonada causándoles más miedo a los panaderos.
—¿Quién dijo eso? —preguntó uno de los panaderos.
—¡Yo! —contestó Adán quien se encontraba trepado en el techo del piso de abajo esperando a atacarlos.
Después de revelar su posición saltó encima del panadero que hizo la pregunta.
El panadero sorprendido quedó asustado al tener frente a frente a Adán que tenía un aspecto muy aterrador con sus ojos rojos, sus dientes y sus garras filosos.
Los demás panaderos agarraron sus pistolas y empezaron a disparar a Adán que apenas en la oscuridad de la casa abandonada se lo podía notar aunque fuera de tarde. Las balas fueron completamente inútiles contra Adán debido a que todo su cuerpo estaba rodeado de una extraña luz del mismo color de sus ojos, de color rojo, que lo dejaban en evidencia ante los panaderos revelando su ubicación con más facilidad a la vista humana.
—¿Cómo es posible? —preguntó uno de los panaderos que le había disparado totalmente sorprendido.
—Eso es inútil...mejor retírense si no quieren sufrir una muerte rápida —anunció Adán mirándolos con furia mientras dejaba al panadero en el suelo y se dirigía hacia los otros dos.
Los tres panaderos al ver el comportamiento bestial y al notar lo decidido que estaba Adán por matarlos si no se marchaban, no lo pensaron dos veces y sin más se fueron a toda prisa.
Adán solamente reía al ver como corrían despavoridos los tres panaderos.
—Eso corran como gallinas —dijo para sí mismo aun riéndose de lo sucedido pero su risa se esfumó cuando escuchó otra voz.
—¡Sí, efectivamente aquí están!—escuchó Adán decir de una voz familiar para él.
—¿Esa voz...? —se preguntó Adán tratando de recordar de quien se trataba.
No tuvo mucho tiempo para recordar porque empezaron a disparar directo al primer piso de la casa, aunque a él las balas no lo herían para nada se alertó y agrandó sus garras aún más.
Intentó mirar por uno de los hoyos de las paredes dañada de la casa abandonada pero en un instante un grupo de hombres de hombres armados con escopetas y espadas derrumbó una pared dejando un gran hoyo, que dejaba entrar la luz del sol.
—¿Ustedes? —preguntó levemente sorprendido Adán.
—Sí estúpido grandote...¿pensaste que podías escapar tú y la perra de tu novia de nosotros? —exclamó uno de los piratas mientras lo apuntaba con su escopeta.
Adán no emitió palabra alguna, estaba sumamente furioso al escuchar como trataron a su novia pero a la vez estaba frenético, sonreía debido a que el enojo era lo que lo hacía más fuerte, esa era su característica, que mientras más se enojaba más fuerte se volvía.
Al dar un grito bestial los piratas empezaron a dispararle, cosa que fue totalmente inútil, las balas al impactar su cuerpo solamente caían sin causarle algún daño, Adán dio un salto y empezó a atacar a los piratas, con solo puñetazos sus rivales caían uno a uno, incluso los piratas que usaban espadas no podían herirlo.
A sus rivales no les quedó de otra que enfrentarlo cuerpo a cuerpo, cosa que tampoco surgió efecto porque Adán detenía sus golpes con facilidad, cada vez que un pirata estaba por asestarle un puñetazo él lo detenía en seco agarrándole las manos y rompiéndoselas en el acto.
Adán no solo era bueno con sus puños sino que además sus patadas eran muy efectivas para derrotar a sus rivales fácilmente.
Poco a poco en la contienda el gran número de piratas cayó.
—¡Esto es inútil nunca podrán contra mí! —exclamó seguro Adán con una espada en sus manos dispuesto a matar el ultimo pirata en pie—, Ninguna cosa que hagan les resultará, ni siquiera pudieron hacerme retroceder.
Adán estaba muy dispuesto a acabar con su rival cuando de repente se percató de que a lo lejos un extraño rayo estaba por impactarlo, el rayo fue mucho más rápido que él así que lo impactó de lleno en su hombro derecho haciéndole caer la espada de sus manos.
Aunque el rayo no le causó alguna herida si pudo mandarlo unos pocos metros atrás.
—Yo creo que ahora te pude hacer retroceder —comentó el líder de los piratas mirando con enojo a Adán debido a que había matado a casi toda su tripulación—, Primero te robas mi tesoro, mi comida y ahora has matado a la mayoría de mis hombres, eso no te lo perdonaré maldito ladrón...ni a ti ni a la perra de tu novia.
Nuevamente Adán se enojó por el insulto hacia Esther, así que fue con todas sus fuerzas a aniquilar a su rival pero no aun así no pudo evitar que el líder pirata lanzara un rayo que proyectaba con su espada hacia el segundo piso, un leve grito de dolor se escuchó luego de que el rayo llegó al segundo piso, el grito había sido de Esther quien había recibido el rayo directo en su frente por salvar al joven herido que aun con todo el ruido no despertaba.
—¡Maldito! —exclamó muy fuerte Adán antes de propinarle un puñetazo a su rival, el líder pirata sorprendentemente detuvo su puño con el filo de su espada que estaba envuelta en rayos.
—¡No será tan fácil matarme! —anunció el líder pirata después de detener el puño de Adán.
—Eso ya lo veremos —Adán sonrió al ver que su rival le resultaría más complicado de vencer.
Adán intentó asestarle otro puñetazo con su brazo izquierdo pero nuevamente este se vio esquivado por la poderosa espada del líder pirata que retrocedió solamente para lanzar una ráfaga de rayo usando su espada.
En ese momento el pirata fue el sorprendido al notar como el segundo rayo que le lanzó no tuvo el mismo efecto en Adán. El hombre de ojos rojos sonrió mientras agarraba la espada de otro pirata que estaba cerca de donde él se encontraba, estaba dispuesto a pelear espada con espada.
Sin esperar mucho tiempo ambos se abalanzaron con sus espadas hacia adelante pero cuando finalmente ocurrió el primer choque de espadas algo sorprendente sucedió, la espada del líder pirata se quebró en un santiamén y todo gracias a que Adán había envuelto la espada con su energía que esta estaba cubierta de una luz roja.
El capitán de los piratas retrocedió al sentirse acorralado.
Sin pensarlo dos veces en un solo movimiento Adán decapitó al capitán pirata con la espada y dando un leve salto llegó cerca del último pirata que quedaba para clavarle su propia espada con brutalidad en la boca matándolo en un instante.
Después de que Adán se deshizo de todos los cuerpos sin vida de los piratas regresó inmediatamente para ver cómo se encontraba su amada Esther, que para su suerte no tuvo heridas graves.
Cuando la noche llegó el joven herido despertó volviendo su color de piel normal, intentó sentarse aunque con algo de dificultad logró hacerlo.
—¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? —preguntó con cierta desesperación observando a Esther y a Adán—, ¿Quiénes son ustedes?
—Tranquilo —dijo con voz relajante Esther acercándose a él con lentitud—, Nosotros te rescatamos, por poco y morías, disculpa no sé tu nombre.
—¿En serio, ustedes me rescataron? —preguntó incrédulo el joven herido intentando levantarse—. ¿Por qué un grandote musculoso y una flaquita con cabello similar al de un brócoli me rescatarían?
—Eso es porque somos iguales a ti —contestó Adán mientras sus ojos se tornaron de color rojo—. Estamos buscando más como nosotros, sabemos que hay más, nuestra búsqueda recién empieza.
Su novia Esther hizo lo mismo y volvió sus ojos de color amarillo.
—¿Por eso? —dijo el joven herido con una mirada que expresaba que ya entendía la verdadera razón de su rescate—. Discúlpenme si desconfié de ustedes pero es que últimamente no he rodeado de personas confiables —sus ojos se tornaron blancos y solo así descubrió que ellos decían la verdad y volvió sus ojos a la normalidad—. Me llamo Kyle, solo puedo agradecerles por rescatarme y quiero decirles que estoy con ustedes porque yo también quiero saber más sobre esto.
Una vez que Kyle terminó de hablar al igual que sus nuevos amigos también cambió una vez más el color de sus ojos por su característico color blanco.
La luz de la vela que estaba cerca de ellos se apagó repentinamente por el viento que soplaba con más fuerza en los cuartos de arriba de la casa abandona pero al suceder esto los tres solamente rieron de manera tétrica mientras que en ese piso solo podía captarse con claridad sus ojos de diversos colores lo que daba un aspecto un tanto lúgubre y a la vez inquietante.
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