12. Los revolucionarios
Dos personas iban caminando sigilosamente por las calles y barrios abandonados o pocos frecuentados por los civiles, guerreros, capitanes, personas de alto rango o incluso olvidados por el mismo gobierno de Marck Reim.
El primero, un hombre de piel morena vestido de un abrigo verde oscuro al cuerpo y con un pantalón largo del mismo color, al caminar trataba de ser lo más silencioso posible, iba con una daga en su mano derecha que al igual que su mano izquierda estaba cubierta por unos guantes de color negro.
La segunda persona era una mujer de estatura baja aunque se veía más pequeña a lado de su acompañante de gran altura. Ella llevaba el mismo atuendo que el hombre solo que con la diferencia de que usar un chaleco de color negro sobre su abrigo que le cubría desde su clavícula hasta antes de llegar a la región de su ombligo. Ella no llevaba ningún arma para defenderse, no la necesitaba suficiente tenía con sus habilidades espectras para pelear.
Mientras ambos caminaban por las casas desgastadas y algo dañadas, no dejaban de mirar a todos lados, no querían ser descubiertos por los hombres de Marck Reim, las calles estaban repletas de basura y demás objetos ya dañados así que por lo tanto tenían que también tener mucho cuidado por dónde caminaban, sus zapatos de cuero eran muy buenos frente a objetos metálicos o piedras, no se dañan con facilidad más bien era todo lo contrario las piedras pequeñas o maderas podrían romperse sí las personas las pisaban con zapatos así.
De repente el hombre de la daga no se dio cuenta que pisó una piedra, causando que se resbale un poco sin caerse totalmente y a su vez eso causó que se rompiera la piedra logrando hacer ruido en esa zona que se creía inhabitable.
Ambos se detuvieron y no dieron un paso más, miraron por todos hasta que escucharon un ruido que provenía de un quiosco mediano de franjas rojas y blancas de una conocida empresa de comida chatarra que funcionaba hace mucho tiempo, pero debido a los cambios que sufrió el mundo ciertas cosas se habían perdido.
Los ojos de la mujer de cabello corto se vieron más rasgados de lo normal, su mirada era fija hacía el quiosco, no mirada nada más. Se veía decidida, sabía que tenía que pelear sí era alguien aliado a Marck Reim y de igual manera el gran hombre de tez morena también lo sabía.
La mujer alzó su mano derecha y la posicionó al frente, separó levemente sus dedos unos de otros hasta que lo extraordinario sucedió, sus uñas empezaron a crecer con más rapidez, el crecimiento se detuvo cuándo sus uñas alcanzaron una longitud de treinta centímetros y a su vez el hombre empuñó con más fuerza su daga, el ruido que provenía del quiosco se hacía más fuerte hasta que de repente lo que se escondía detrás del quiosco por fin salió y para su suerte solamente era una gran rata que probaba la vieja comida chatarra.
Ellos se sintieron aliviados bajando así la guardia y nuevamente las uñas de la mujer llegaron a tener su longitud normal.
—¡Vaya susto! ¿No? —exclamó el hombre aliviado mirando a su acompañante con una sonrisa.
—Tú te asustaste porque yo no... —contestó con seriedad la mujer llamada Kalania—. Yo estaba dispuesta pelear con cualquiera que apareciera frente a nosotros ¿Y tú Búfalo?
—¿Incluso con Reim? —contestó con una pregunta Búfalo riéndose fuerte pero luego se tapó la boca con su mano izquierda para no hacer tanto ruido.
—Por supuesto no tengo nada que temerle a ese hombre —contestó Kalania—. ¿Y tú?
—Claro que sí, de igual manera yo —respondió Búfalo poniéndose serio esta vez.
—No perdamos tiempo. Debemos llegar pronto porque hoy comienza todo —dijo Kalania antes de seguir caminando y de igual manera Búfalo la siguió.
Ellos continuaron caminando de manera sigilosa hasta que llegaron a una estación de trenes subterráneos, la puerta de entrada estaba cubierta por muchos escombros de otros edificios y de algunas casas.
Se acercaron lo suficiente e inmediatamente Búfalo alzó un plástico que dejaba al descubierto un gran hoyo que permitía el paso al subterráneo. Kalania entró primero y una vez que lo hizo, Búfalo también entró, él mismo puso el plástico para tapar el hueco nuevamente, lo hizo con mucho cuidado para que no sea tan fácil reconocer esa entrada.
Bajaron las escaleras con más rapidez y se dirigieron hacía un tren que estaba a seis metros a la derecha de las escaleras, antes de llegar al tren del mismo transporte alguien salió alzando su mano, ellos no se preocuparon porque aquél hombre era un compañero suyo que los esperaba para seguir con su destino.
—¡Hasta que al fin llegaron! —exclamó alzando su voz el hombre contento de verlos.
—Perdón Antonio una rata nos distrajo —se disculpó Kalania estirando su mano para que Antonio se la sujete y así ayudarla a subir al tren.
Una vez que Antonio ayudó a subirla, Búfalo subió también.
—¿Una rata? —preguntó incrédulo Antonio antes de coger el timón del tren para que empiece a andar.
—Sí ¿Verdad Búfalo? —contestó Kalania y rápidamente miró a Búfalo.
—¡Sí así es! —confirmó Búfalo.
—¿Me están jodiendo, verdad? —exclamó Antonio riéndose muy fuerte sin despegar la mirada hacía al frente.
No faltó mucho hasta que finalmente llegaron a una gran entrada que a diferencia de las demás estructuras esta se veía cómo nueva, estaba completamente hecha de un metal nuevo y en cada extremo tenia agujeros por todos lados.
Los tres bajaron del tren y saludaron a los que vigilaban la entrada, que eran cuatro hombres con armas.
Continuaron avanzando por el túnel. Aunque al ser un túnel en la parte en dónde entraron era mucho más grande y ancha, en cada esquina habían casas de campaña de tamaño mediano y todas de color blanco, las personas que vivían en las tiendas en la mayoría eran pobres debido a que no pudieron pagar sus casas o no tuvieron los suficientes recursos para mantenerse en ellas gracias a los requisitos que el gobierno de Marck Reim pedía, ex guerreros, personas que fueron esclavos, bi elementales, elementales y demás personas que se oponen al gobierno de Reim, en fin todas las personas que estaban ahí son las que forman parte del Escuadrón Revolucionario.
—¡Ya llegamos! —dijo Búfalo al entrar a una tienda que se diferenciaba de las demás debido a que esta era mucho más grande y de color negro. En aquél lugar estaba el líder del escuadrón leyendo noticias sobre Marck Reim de muchos periódicos.
—¡Que bien! —exclamó el líder levantándose de su silla con rapidez y luego colocó el periódico a su estado original—. Cuéntenme... ¿Está todo listo para hoy?
—¡Sí! —contestó Kalania sonriendo esta vez pero su sonrisa era de esperanza, sabía que lo que iban a hacer no solo era algo bueno para ellos sino para las demás personas.
—¡Perfecto mis colegas! —dijo el líder sonriendo y abrazando a los tres.
Siempre los ha apreciado mucho y a su vez confía plenamente en ellos.
—¿Y quiénes seremos los principales además de ti Martin? —preguntó Antonio de brazos cruzados.
—Pues seremos Kalania, Antonio y yo —contestó Martín lo cual no fue del todo agradable para Búfalo—. Solamente los tres.
—¿Y yo? —refutó Búfalo desanimado, era uno de los más ansiosos por enfrentarse a Marck Reim.
—Antonio tú aparecerás después con el resto del escuadrón, nosotros tres seremos los primeros en infiltrarnos a la casa del gobernador, sí van más las cosas podrían complicarse además con nosotros tres será suficiente aunque sea para distraerlo —dijo Martín, de ahí Búfalo no refutó más, el al igual que todos los que conforman el Escuadrón Revolucionario confiaban en Martín y aceptaban la mayoría de sus decisiones.
—Bueno entonces no perdamos tiempo y prepárense que vamos por Reim —dijo Martin sacando un cuchillo del bolsillo izquierdo de su pantalón para clavarlo en el periódico específicamente en el rostro de Marck.
Cuando el salió de la tienda de campaña varias personas ya lo estaban esperando con sus armas, otros ya estaban alistándose y preparándose.
Todos se reunieron alrededor de él.
—Hoy comenzara la revolución, el gobierno de Reim se desterrara para siempre —empezó a hablar Martin con voz fuerte—. Kalania, Antonio y yo iremos primero, una vez que la primera fase del plan inicie les avisaremos a ustedes para que actúen en la siguiente fase así que recuerden "No más Reim" —les explicó Martin aumentando sus esperanzas.
—¡No más Reim! —exclamaron todos al mismo tiempo alzando sus manos mientras que otros levantaron sus armas.
Martin, Kalania y Antonio ya estaban cada vez más cerca de la gran casa del gobernador, esta tenía muchos guardias por todos lados y en el segundo piso estaba el capitán Lang observando que todo estuviera perfectamente bien y que no hayan disturbios o algo extraño cerca del lugar, con los constantes sucesos en donde las personas iban a la gran casa con sus armas a protestar para que abandone su gobierno de una vez por todas.
Kalania y Antonio estaban en un restaurante que quedaba muy cerca de la gran casa, ambos de frente mirándose, Antonio le daba la espalda a la gran casa mientras que Kalania observaba todo lo que ocurría al estar de frente, ambos disimulaban ser una pareja de novios, bebían jugo de naranja.
Los dos estaban preparados para actuar en cualquier momento.
—Cuando comiencen a temblar las cosas ustedes sigan con el plan —les decía Martin a sus dos compañeros por medio de su intercomunicador.
—¡Entendido! —dijeron en voz baja los dos tocando levemente su oreja para ocultar sus intercomunicadores.
Ambos tenían que ser precavidos y no dejarse descubrir, los dos tenían desventaja de tener sus cabellos cortos, ni siquiera Kalania poseía el cabello largo después de todo ella desde muy pequeña le ha gustado tener el cabello así, la hacía sentir diferente y fuera de lo normal, eso es lo que siempre decía cuando alguien le preguntaba porque tenía el cabello así.
Martin usaba un sombrero mientras observaba la gran casa desde la terraza de una vivienda algo más alejada que el restaurante, apagó su intercomunicador para luego mover sus manos de un lado a otro y así mover la tierra.
Las personas que estaban cerca se asustaron, muchos pensaron que era un fuerte temblor o algo parecido pero el remesón terminó por unos momentos hasta que nuevamente empezó a moverse la tierra con más fuerza, las personas empezaron a salir de sus casas, las cosas se caían de sus sitios hasta que Martin se lanzó de la terraza, el quedó acostado bocabajo contra el suelo, la gente que estaba cerca fueron a observarlo, una mujer se acercó a su cara para revisar si estaba muerto o no pero Martin la hizo asustar cuando el gritó como loco y se levantó de un solo moviéndose de manera extraña haciendo movimientos arrebatados a su vez que lograba que la tierra se alzara hacia arriba como pequeñas montañas y así seguía por toda esa calle hasta que uno de los guerreros que estaba afuera de la gran casa decidió ir por él.
—¿Qué te sucede? —preguntó el guerrero cuando llegó y lo vio haciendo destrozos—. ¿Estás loco o qué?
Martin se detuvo y lo miró fijamente, el guerrero se asustó ante su mirada hasta que de repente Martin lo golpeó haciendo emerger una roca del suelo, los demás guerreros al ver eso decidieron ir a ayudar a su compañero.
El líder del Escuadrón Revolucionario empezó a correr hasta que se me metió por un callejón ante la mirada atónita de las personas, los guerreros lo persiguieron y a la vez le disparaban.
—¡Alto ahí! —decían una y otra vez.
Martin no tuvo más opción que detenerse porque si no saldría herido o eso quería hacer pensar, los guerreros lo tenían acorralado apuntándolo con sus armas.
—¡Arrodíllate! —le gritó uno.
Martin no dijo ni hizo nada.
—¡Arrodíllate ya o morirás loco de la tierra! —gritó otro apuntándolo mientras se le acercaba más. Martin se iba agachando lentamente hasta que quedó arrodillado, otro de los guerreros sacó unas esposas y fue a ponérselas.
El elemental de tierra aun con su cabeza agachada no hacía ningún movimiento hasta que de repente la alzó y sonrió. Colocó sus dos manos sobre el suelo para levantar sus piernas y así darle una patada al guerrero de las esposas dejándolo noqueado.
Los demás guerreros al ver eso no lo pensaron ni dos veces y empezaron a dispararle pero fue ahí cuando Martin actuó y moviendo sus manos hizo brotar la tierra del suelo para cubrir las piernas y brazos de los guardias, después de que los retuvo, utilizó la ropa del guerrero que dejó noqueado para más después juntarse con sus dos compañeros.
Mientras él ya estaba al frente de la gran casa observó cómo dos guerreros entraban y se dirigían hacia la puerta, pensó que eran Kalania y Antonio, cuando continuaban caminando uno de los guerreros colocó la mano por su hombro y alzando su dedo índice para hacer crecer levemente su uña así pudo darse cuenta que los dos guerreros si eran sus compañeros, se alegró, sabía que todo seguía su curso y hasta ese momento no tenían problemas.
El entró y los siguió, ellos lo esperaron ya en el otro lado de la gran casa.
—Chicos muy bien sigan así —los felicitó en voz baja para no levantar sospechas cuando se acercó a ellos.
Ellos no contestaron nada, tan solo movieron sus cabezas con ligereza.
Al entrar comprobaron que no se hallaban tantos guerreros como en la parte de afuera y además la mayoría de los guerreros estaban saliendo de la gran casa para ir a pelear contra "El loco de tierra", como le habían denominado a Martin por lo que había hecho.
Cuando avanzaron se percataron de que la capitana Degens también iba a salir pero como no querían pelear contra nadie más a excepción del gobernador se desviaron, sin embargo Ibeth se dio cuenta de aquello.
—¿Ustedes a dónde van? —preguntó la capitana Degens alzando su voz.
Los tres se detuvieron.
—Vamos a avisar a los demás —contestó Martin agachando su cabeza para no ser descubierto.
La capitana Ibeth notó que algo raro estaba pasando se veían muy sospechosos así que le alzó su cabeza para mirarlo de frente.
—¡Ustedes mírenme cuando les hablo! —gritó molesta debido a que no recordaba el rostro de Martin. Kalania y Antonio le hicieron caso, la miraron y fue ahí cuando Antonio sacó su largo bastón y con él le dio un golpe en el abdomen a la capitana.
La capitana fue tumbada por el golpe unos pocos metros hacia adelante, se levantó enseguida y aunque su cara expresaba que le dolía sacó dos pistolas de sus bolsillos y empezó a dispárales, Antonio giró su bastón metálico para protegerse de las balas mientras que Martin creaba escudos de tierra para proteger a Kalania y a el mismo.
Martin se protegía con su escudo a la vez que movía su mano derecha hacia abajo para que del suelo que pisaba la capitana Degens brotaran ramas para enredar sus pies y así lo hizo, la capitana Ibeth cayó al suelo mientras todo su cuerpo se envolvía por muchos ramas, ella intentaba zafarse haciendo fuerza con sus brazos, pero no lo logró.
—¡Esto no me detendrá! —gritó la capitana con rabia antes de que una rama tapara su boca.
Ellos siguieron avanzando rápidamente para evitar sospechas y también más peleas.
Al abrir la puerta de un cuarto que quedaba cuatro metros más delante de un pasillo algo angosto se toparon con su objetivo.
El gobernador Marck Reim estaba saliendo del cuarto.
—¿Y ustedes qué hacen acá? —preguntó extrañado Marck.
—Pues... —dijo Martin mirando a sus compañeros—. ¡Venimos a derrotarte!
Cuando terminó de hablar Antonio intentó golpearle el rostro pero no lo logró debido a su intangibilidad.
Marck sonrió, mientras que los demás se veían sorprendidos, girando sus manos y moviéndolas hacia adelante lanzó ráfagas de aire para impulsarse hacia atrás, a la vez las ráfagas tumbaron a sus tres enemigos.
—¿Piensan derrotarme? —preguntó dudando de la capacidad de sus rivales.
—¡Claro que si! —anunció Kalania antes de ir hacia a él con sus garras dispuesto a matarlo.
Marck Reim no hizo nada, tan solo se quedó estático mientras que Kalania llegó a él pero no pudo desgarrarlo, el aún seguía usando su intangibilidad, al hacer eso Kalania paso por el cuerpo intangible de Marck Reim hasta una pared pegándose la frente fuertemente y acto seguido cayó de rodillas.
—Una menos faltan dos—comentó antes de sonreír muy seguro de sí mismo y rápidamente miró alrededor del cuarto pero no logró ver a Antonio ni a Martin.
—¿Y los otros dos? ¿Escaparon? —preguntó frunciendo el ceño.
—¡Eso es lo que tú crees! —gritó Antonio desde el cuarto escalón de una escalera lanzándole su bastón metálico.
—No aprenden... ¿Verdad? —dijo Marck antes de repeler el bastón con una ráfaga de aire. Antonio corrió hacia la derecha para evitar ser golpeado por su propio bastón pero Marck no dejaba de lanzarle ráfagas de aire.
—¿Y tú otro compañero acaso tuvo tanto miedo de mí que escapó como una sucia rata? —preguntó el gobernador Marck Reim quien no dejaba de lanzarle ráfagas que cada vez aumentaban más de tamaño y fuerza.
—¡Él no tiene miedo! —contestó Antonio tratando de esquivar las ráfagas.
—¿Y tú sí?
—¡No, pero a ese puño sí! —contestó Antonio sonriendo esta vez.
—¿Cuál puño? —preguntó intrigado Reim sin saber de qué hablaba Antonio.
—¡Este puño! —anunció Martin, el cual había creado una mano de tamaño mediano de tierra con la cual logró golpear directo a Marck Reim en todo su cuerpo.
El gobernador salió volando por varios metros debido al fuerte golpe.
—¡Te dije que veníamos a derrotarte! —comentó Martin sonriendo por haber hecho su gran movimiento mientras desvanecía su puño de tierra.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top