1. Ojos azules

—Eres especial —El hombre de traje fino y elegante hizo una breve pausa—. Eres más especial de lo que crees, nunca lo dudes.

Hermes miró a los ojos de Kenneth, llenándolo de confianza.

—Gracias Herme... —Kenneth sonrió nerviosamente— Tío, gracias tío, perdón aun no me acostumbro a esto, es algo tan reciente.

—No te preocupes puedes llamarme como desees —Hermes miró la ventana del vagón, observaba el hermoso paisaje que se mostraba a pocos metros del tren—, Incluso para mi es súper raro que un joven como tú me llame así o que yo te llame sobrino, es lo mismo.

Los dos se encontraban sentados en los asientos de uno de los últimos vagones del nuevo y novedoso tren, fabricado con tecnología de ciudad Capital en conjunto con la tecnología de ciudad Espectra, las viejas rencillas entre las dos ciudades se habían acabado una vez que Marck Reim fue encarcelado. Esta nueva etapa o también llamado periodo de paz fue muy bueno y aportó muchos beneficios para las diversas ciudades, ayudó mucho en el turismo y en la economía.

Pero la paz nuevamente empezaba a esfumarse de a poco.

Una explosión muy leve que se originó en los primeros vagones asustó a los usuarios, muchos empezaron a gritar, se desesperaron tanto que incluso quisieron bajarse del tren que estaba en movimiento.

Al escuchar la angustia de las personas Kenneth se levantó de su asiento y corrió directo hacia los vagones principales.

—¿Pero qué vas hacer Kenneth? —cuestionó Hermes al ver a su sobrino irse sin más.

—¡Voy ayudar! —Kenneth regresó a mirarlo de forma fugaz para luego continuar su caminar.

Para llegar más rápido congeló el suelo que pisaba para deslizarse con más agilidad además de que así esquivaba con facilidad a las personas que se habían levantado de sus asientos atemorizados por la pequeña bomba.

No tardó en llegar hacia el vagón número tres, el cual era el afectado, miró con rapidez hasta notar un agujero lo suficientemente grande como para que una persona pasara sobre el.

—¿Qué pasó? —preguntó mirando a las personas que se aglomeraron para evitar salir lastimadas.

—Un hombre con una túnica negra se levantó de su asiento y con su bastón hizo explotar el techo del vagón —explicó una mujer algo agitada, ella señaló el agujero—, Él está allá arriba.

—¡Gracias! —dijo Kenneth antes de saltar hacia el agujero impulsándose con el espaldar del asiento.

Al llegar sobre el techo del vagón número tres observó a su alrededor y notó al hombre descrito por la mujer corriendo hacia el vagón número seis.

Velozmente empezó a seguirlo deslizándose por el metal que congelaba.

—¡Alto ahí! —gritó el muchacho de cabello negro.

El hombre de la túnica se detuvo y giró su cabeza, luego continuó corriendo.

—¡Parece que será a las malas! —expresó Kenneth chocando sus puños que de a poco se iban congelando.

Abrió las palmas de sus manos y acto seguido de estas emergieron agujas de hielo que iban directo hacia el hombre misterioso, que se detuvo y con un movimiento rápido movió su bastón hacia adelante, luego lo giró, de la punta del arma metálica apareció una especie de filo cortante de color rojo, que posteriormente usó para deshacerse de las agujas de hielo que poco a poco crecían más y más.

Kenneth quedó sorprendido con la agilidad que mostró su enemigo.

—¿Quién eres? —preguntó el muchacho.

—Eso no te incumbe —contestó el hombre con seriedad—. Porque hayas derrotado a Marck Reim no significa que te tengo miedo.

El hombre de la túnica adoptó una pose de combate con su bastón en mano, se despojó un poco de la túnica que cubría su cabeza, revelando su calvicie.

—¡Así me gusta! —Kenneth sonrió, estaba feliz de volver a enfrentarse contra alguien que no sean sus amigos, quería probar si su entrenamiento con Hermes había dado sus frutos—. ¡Es hora de comprobarlo!

Movió sus puños que luego pasaron a ser filosas puntas de espadas, corrió hacia su enemigo, el hombre de la túnica hizo lo mismo, el bastón chocó contra el brazo derecho de Kenneth, el muchacho intentó atacar con su otro brazo sin embargo su enemigo fue ágil al protegerse del arma metálica.

El hombre intentó asestarle una patada pero Kenneth congeló todo su cuerpo para endurecerlo pero a pesar de esto la patada del hombre calvo fue lo suficientemente fuerte como para hacerlo retroceder un poco.

Los puños de hielo chocaron contra el bastón por unos cuantos segundos, generando sonidos fuertes cada tanto.

Kenneth saltó hacia atrás para evitar una estocada veloz, a su vez creó una capa protectora un poco gruesa para evitar que su enemigo matase a alguien del vagón número siete con el bastón.

—¿Estas peleando conmigo o estás protegiendo a estas personas? —cuestionó el hombre de la túnica que levantó su bastón para luego lanzar rayos que emanaban de la punta de su arma metálica.

—¡Ambos! —respondió el joven de ojos azules esquivando los ataques de su enemigo a la vez que generaba escudos de hielo para recibir el impacto con tal de que los vagones no sufrieran más daños—. ¿Sabes? Esto ya me cansó.

Miró al cielo y luego a su enemigo, chasqueó sus dedos y una neblina apareció de la nada opacando la visibilidad del hombre calvo.

—¿Esto es nieve? —El hombre miró la palma de su mano.

—Error te despreviniste —habló Kenneth apareciendo a escasos metros de su enemigo, el hombre intentó atacarlo con su bastón pero no se pudo mover, Kenneth había estaba congelando casi todo su cuerpo a excepción de su cabeza.

—¡Maldición! —gritó enojado el hombre, furioso de no poder hacer nada para defenderse—. ¡Sonríe ahora porque tiempos oscuros vendrán y solo los integrantes de Vuka seremos los que sonreiremos al final!

El rostro alegre de Kenneth cambió, se tornó serio.

—¿Vuka? —Se preguntó a la vez que estaba sorprendido con la revelación de su contrincante—. ¿Dónde está Gin Barren? ¿Ustedes lo tienen?

El hombre de la túnica empezó a reírse.

—¿Ese vejestorio? —Las palabras del hombre solo hacían enojar al joven de apellido Cooper—. Seguro debe estar muerto o al menos al borde de la muerte.

—¿Dónde? —gritó Kenneth—. ¿Dime dónde?

Lo agarró de los hombros apretándolos un poco para provocarle dolor a su enemigo pero dejó de tocarlo cuando observó cómo salía espuma de la boca de su enemigo además de que sus ojos se tornaron blancos.

Debido a lo sucedido el tren se detuvo en medio camino, tuvieron que llamar a los guerreros más cercanos para que se encargaran del cuerpo del hombre que se suicidó utilizando una pastilla de cianuro.

Todos los pasajeros tuvieron que bajar del tren para ser revisados y comprobar que nadie tenga relación con el hombre o con Vuka.

—¡No sé qué le pasó! —exclamó Kenneth pensando en cómo vio al hombre morir frente a él—. De un momento a otro botó espuma de la boca, eso fue extraño, yo solo quería saber si de verdad Vuka tiene cautivo al maestro Gin como se rumorea pero eso pasó.

—No tienes que lamentarte, no es tu culpa además ese hombre seguro usó una pastilla de... —dijo Hermes pero fue interrumpida por otra voz, la voz cansada de un hombre.

—Cianuro, seguro usó una pastilla de cianuro, es muy común entre esos rufianes, más de lo que crees —habló un hombre rubio, alto, con cabello gris y sobre todo de avanzada edad, el hombre se les acercó.

—¿Pastilla de cianuro? —preguntó Kenneth mirando al hombre que cargaba una maleta de metal.

—Sí, también conocida como píldora del suicidio o píldora letal, es una capsula o tableta que contiene una sustancia que es altamente letal, y si, esta sustancia él es cianuro, cuando una persona la ingiere lo hace para causa su propia muerte de manera inmediata —contestó el hombre—, Esto lo hacen en muchos casos para evitar una muerte inminente y mucho más dolorosa como por ejemplo por medio de una tortura aunque también para asegurar que no pueda llegar a ser interrogado y así revele información altamente confidencial.

—¡No tenía idea! —admitió Kenneth sorprendido con la explicación del señor que cargaba un sombrero negro—. Gracias por la explicación señor...¿señor?

—Morgan Dane, así me llamo aunque muchos me dicen Dr. Dane —dijo el hombre con una gran sonrisa—. No hay de que muchacho, siempre me gusta andar dando explicaciones de todo, es un mal hábito que tengo.

—¡Mucho gusto señor Morgan, digo Dr. Dane! —dijo el muchacho—. Yo soy Kenneth Cooper y él es mi tío Hermes.

—Ya decía yo, usted es el famoso Dr. Dane, uno de los científicos más famosos del mundo y uno de los más importantes, mucho gusto yo soy Hermes Varz —ambos estrecharon sus manos.

—¡Gracias me adulas Hermes pero no tienes que presentarte, ni tu ni Kenneth, ustedes también son tan famosos como yo aunque no por los mismos motivos —El Dr. Dane sonrió y luego miró a Kenneth—. Bueno el joven lo es mucho más, creo que incluso más que yo.

—No es para tanto —expresó Kenneth.

La conversación fue interrumpida por uno de los guardias del tren que les avisó a todos los pasajeros que podrían regresar a sus asientos.

—¡Oh me gustaría seguir charlando con ustedes pero tengo que volver a mi asiento, no vaya a ser que alguien me lo robe o alguien lo explote! —Kenneth y su tío rieron al mismo tiempo por el chiste del Dr. Dane que no tardó en irse cuando ellos dos se despidieron también.

—Volvamos a nuestros asientos, ya quiero llegar a ciudad Espectra y hablar con Lionel sobre Vuka, ellos son un gran problema, me preocupa que aún no sepamos sus verdaderas intenciones.

Un viejo y arrugado mapa de color caqui producto de una pequeña ráfaga de aire salió volando hasta llegar a un zapato, ligeramente gastado y con algunas señas de garras.

El dueño del zapato se detuvo al sentir aquél papel, inclinó su cuerpo lo suficiente, sostuvo el mapa con sus manos y lo elevó hasta dejarlo al nivel de sus ojos.

—¿Y bien a dónde vamos? —preguntó Kyle mientras cargaba una pesada mochilla sobre su hombro derecho.

Miró a su acompañante de pies a cabeza pero se detuvo al observar lo que el hombre de ojos rojos observaba con detenimiento.

—¿A dónde vamos? —Kyle empezando a frustarse, arrugó su frente—. ¡Pregunté!

—Ya te escuchó... —comentó la mujer que acompañaba a aquellos dos varones—, No querrás hacerlo enojar.

La mujer llamada Esther hizo un gesto con su cabeza para que Kyle dejara de preguntar.

—Ya lo he visto enojado antes y sinceramente me da igual —contestó Kyle haciendo caso omiso a los consejos que Esther le daba.

A pesar de tener ya casi dos meses conviviendo con ellos dos, Kyle aún no se acoplaba. Eso tenía su propia justificación puesto que siempre ha sido desconfiado pero solamente permanecía junto a ellos por dos razones principales: La primera se debía a que Adán y Esther fueron quiénes lo salvaron y la segunda debido a que ellos le habían comentado algunas cosas sobre el origen del color y poder de sus ojos, quería saber toda la verdad.

—Iremos a un pequeño pueblo llamado Magara que queda muy cerca de ciudad Madera —mencionó Adán mirando a sus dos acompañantes—, Allá se encuentra nuestro siguiente compañero o compañera. Al parecer activó sus ojos hace dos días cerca de ahí, es lo único que sabemos, de ahí no los ha vuelto a activar, debemos ir hasta allá y buscar respuestas.

Kyle hizo un mohín y luego se marchó para dejar la maleta en el carro que ahora ellos usaban, un troper que había sido robado por Esther y Adán.

—¡Yo quiero manejar! —exclamó Kyle y rápidamente se colocó en el asiento del conductor.

—¡Alto ahí niño! —Adán alzó voz—. No sabes conducir.

Colocó su mano derecha sobre la ventana del carro, usando su poder apretó un poco el metal, dejando la marca de su mano en el medio de transporte, lo que quería era intimidar a Kyle.

—No me intimidas grandote —espetó Kyle con el ceño fruncido—, No me llames niño, sí tú solo eres mayor por 5 años y sí quiero conducir lo hago y punto.

Los ojos de Adán brillaron de forma intensa, mostrando su característico color rojo.

En un santiamén arrancó la puerta delantera del carro, la cual lanzó lo más lejos que pudo.

Kyle sonrió.

Inmediatamente los ojos de Kyle brillaron de un mismo color, de color blanco, pestañeó una vez y acto seguido Adán salió volando debido a los rayos provenientes de los ojos de Kyle, la espalda de Adán quedó sobre la puerta que él mismo arrancó.

A pesar del fuerte golpe Adán no recibió daño alguno, se levantó, dio un gran salto para asestarle un puñetazo que dejaría inconsciente a Kyle, pero el ojiblanco actuó rápido y creó dos muros de hielo que se destrozaron segundos después producto de la gran fuerza de Adán, además de que destrozó su auto por completo.

—¡Genial ahora no tenemos carro! —dijo sarcásticamente Esther.

Kyle utilizó sus clones para rodear a su rival, los diez Kyle lanzaron espadas tras espadas, Adán grito, elevó sus brazos y dejó que las espadas llegarán a su cuerpo que estaba rodeado por una bruma de color rojo.

Al entrar en contacto con su cuerpo, las espadas se rompieron en muchos pedazos pequeños, mientras que otras tan solo se derretían lentamente.

Adán golpeó el suelo que pisaba, levantó varias piedras grandes que fueron lanzadas a Kyle, quién transformó su brazo derecho en un martillo de hielo para detener las rocas pero el martillo se rompió debido a la gran fuerza con la que Adán lanzaba las rocas.

—Pensé que nos llevaríamos bien al ser iguales a ti pero parece que no —exclamó Adán más furioso a cada instante, sus ojos rojos brillaban con intensidad. Apretaba sus puños, las venas de sus brazos se marcaron aún más pero la pelea se interrumpió cuándo los tres sintieron un cosquilleo en sus barrigas al mismo tiempo que sus ojos brillaron.

—Utilizó sus ojos una vez más —Adán estaba calmado, el aura roja que envolvía su cuerpo se desvaneció, sus ojos volvieron a su color natural.

—Debemos ir rápido, antes de que "él" la encuentre —agregó Esther.

—¿Y cómo vamos a ir a Magara si el grandote destruyó nuestro medio de transporte? —Kyle caminó hasta dónde los restos del carro quedaron.

—¡Fácil! —Esther habló primero antes de que Kyle y Adán comenzaran a pelear de nuevo—. Ya encontraremos algo que robar.

Los tres se pusieron en marcha, debían ir por su próximo acompañante, no podían perder más tiempo, su plan no podía retrasarse más de lo que ya lo estaba.

Al día siguiente el trio peculiar llegó a Magara muy temprano en la mañana, ellos habían robado dos motos que encontraron afuera de un bar a la medianoche.

La moto de color roja la usó Kyle mientras que Adán manejó la negra junto a Esther.

Encontrar a su objetivo no fue nada difícil debido a que varios habitantes de Magara estaban horrorizados con una joven muchacha que si era provocada por cualquier persona con tan solo mirarlos les generaba un fuerte dolor en todo su cuerpo, pero lo que más les aterraba era que cuando lo hacia sus ojos brillaban, mostrando un color azul muy intenso.

Algunos creían que estaba poseída o al menos algo similar, muchos llegaron pensaron que era perteneciente a ciudad Espectra debido a que en el pueblo de Magara habitan mayoritariamente personas que controladoras del elemento madera, los habitantes del pueblo no la querían ni ver, la discriminaban por ser diferente a ellos.

El gritó de una mujer llamó la atención de todos los pueblerinos, los tres buscadores sabían que se trataba de ella, los tres fueron detrás de un grupo de personas que iban a observar lo que pasaba.

—¡Él no te hizo nada! —exclamó entre sollozos una mujer tendida en el suelo mirando a su esposo como yacía en el suelo sin vida, quién lo había matado era la joven mujer de cabello negro que la miraba con frialdad—. ¿Por qué lo mataste?

—¡No lo maté! —contestó la joven de piel blanca—, Él se cruzó en mi camino y por mirarme con perversión "extrañamente" se desmayó y se rompió el cuello con esa roca.

La muchacha del flequillo señaló la roca.

—¡Mentira! —un hombre apareció en la escena—, Yo vi cuando tus ojos brillaron de un color azul y segundos después el hombre se quejaba a la vez que miraba y tocaba todo su cuerpo antes de caer al suelo.

—¡Es verdad! —agregó una señora un poca regordeta—, Yo también la vi, debemos hacer algo, ella es un peligro.

Las personas que estaban aglomeradas observando la escena empezaron a apoyar a la mujer que lloraba desconsoladamente por su esposo, gritaban y abucheaban a la joven que parecía no importarle lo que los demás dijeran.

—Tiene razón —un hombre alto que resultó ser un policía de la ciudad de Magara llegó al lugar de los hechos—. ¡Señorita venga conmigo!

El hombre intentó acercarse a la joven pero en un santiamén los ojos de ella brillaron con su característico color azul y acto seguido el policía cayó al suelo para luego retorcerse de dolor, a la vez que gritaba, un hombre que estaba cerca del policía no dejó que chocara con el piso, con cuidado lo sostuvo en sus brazos.

—¡Eres peligrosa! —de la palma derecha del hombre surgió una lanza de madera que fue enviada hacia la joven chica.

Esther actuó de forma rápida al crear un campo de fuerza de color amarillo para proteger a la muchacha pelinegra sin embargo ella creó un muro de agua que ralentizó la lanza.

El campo de fuerza fue inútil pero sirvió para llamar la atención, los pueblerinos que observaron todo giraron su cabeza para descubrir quién había hecho aquello.

—¡Alto ahí! —los ojos de Adán se volvieron rojos, trono sus dedos—. Matarla no es una buena opción para ustedes.

Adán los miró de forma amenazante.

Los ojos de Kyle y Esther brillaron con sus respectivos colores. Los pueblerinos quedaron asombrados y a la vez asustados pero aun así decidieron pelear contra el trío de recién llegados.

Adán derrotó con suma facilidad a la mayoría, Esther y Kyle hicieron lo mismo, las personas de Magara no eran tan buenos peleadores.

—¿Quiénes son ustedes? —interrogó la joven problemática después de observar como el trio de desconocidos derrotó con facilidad a sus contrincantes, sin titubear se acercó al trío—. Sus ojos brillan como los míos aunque no del mismo color.

—Somos cómo tú —contestó Esther sonriendo con sinceridad.

—Hemos venido a buscarte, hay más cómo nosotros... —agregó Adán—, Solo si nos juntamos todos podremos saber nuestro origen y los secretos que esconden nuestros ojos anormales.

—Eso si me interesa, hace poco descubrí estos dones oculares y me intriga saber más sobre ellos, por cierto soy Azalia —La joven estaba feliz de encontrarse con ellos tres—, Pero aún no me han dicho cómo se llaman, seguro tienen un nombre ¿verdad?

—¡Mucho gusto Azalia! —dijo Adán sonriendo—, Ella es mi novia Esther, él es Kyle y yo soy Adán.

—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Azalia mirando a sus tres nuevos amigos.

—Vamos a buscar al siguiente anormal —dijo Kyle mientras sus ojos blancos brillaron con intensidad.

Su búsqueda apenas comenzaba, aún faltaban por reclutar a unos cuantos más, aquél grupo que de apoco iba creciendo se convertiría en uno de los más temibles, apenas estaban empezando pero eso solo los volvía más peligrosos.

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