Capítulo 7: Los preparativos de Boda
Esmeralda
— ¡Te he ganado! — Chilló Noda.
— No, hemos llegado los dos a la vez. Mi tigre saltó en el último momento —reproché.
Después de una carrera bastante larga, a lomos de unos impresionantes tigres blancos, habíamos llegado a la muralla del pueblo. Bajamos de los animales y acto seguido éstos se giraron y desaparecieron en el bosque. Nos quedamos, mi amigo y yo, mirando por un breve momento el caminar de los tigres. Después Noda se giró y me sonrió.
— De verdad que me gustaría tener tu don.
— Ojalá pudiera transmitírtelo.
— Algún día lo harás, siempre se cumple lo que deseas — concluyó mi amigo.
Caminé despacio hacía la muralla, ésta era enorme y bien edificada. Rodeaba todo el pueblo y sólo se podía atravesar por medio de la puerta de entrada que era enorme. En esta ocasión estaba abierta, dado que había mercado. Noda y yo lo atravesamos en silencio, admirando el ajetreo de los habitantes de Kiau.
Miré detenidamente al pueblo. Hoy como cada mañana el mercado estaba lleno de personas que vendían o venían a comprar. Me adentré por los caminos del pueblo dirección a la plaza mayor, a un paso apresurado. Noda me persiguió intentando mantener mi paso.
— ¿No hay muchas personas en el pueblo? Más de lo normal — pregunté admirando la alegría del pueblo.
— Dicen que hoy vendrá el Príncipe Charles al pueblo para comprar preparativos para su boda — confesó mi amigo.
— ¿El Príncipe se casa? — pregunté verdaderamente sorprendida.
— Sí, se casa por conveniencia. Su majestad quiere juntar el reino de Kiau con el reino de Nebai. Para ello se casará con la princesa Navit.
Mientras caminaba, chuté una piedra que había en el camino. Bufé alto, no me parecía justo. Sentí compasión por el príncipe.
— Tiene que ser triste casarse sin querer a la otra persona.
— Esmeralda, hoy en día es más importante la paz que el amor entre los reyes. Si Charles se casa ya no habrá más guerras entre estos dos reinos.
Pensé detenidamente las razones que me daba Noda. Aunque no lo compartía tenía sentido.
— Supongo que alguien se tiene que sacrificar por el beneficio de todos — dije cabizbaja.
— ¿Estás bien? — me preguntó Noda cogiéndome de la mano.
— Sí, es sólo que me parece injusto. Condenar tu vida al lado de una persona que no amas, por preservar la paz del pueblo ¿Su paz quién se la puede proporcionar?
Mi amigo me miró extrañado. Su ceño estaba fruncido. ¿Estaba enfadado?
— ¿Conoces al príncipe?
— Nunca lo he visto — dije sinceramente — pero apenas paso por el pueblo.
— Tampoco te pierdes mucho — dijo Noda un poco molesto.
Le miré sin entender qué le pasaba. Entonces pasamos por fin por el muro del pueblo de Kiau. Los dos íbamos con dos cestas llenas de leña y con dos liebres que había cazado, en la bolsa. Nos dirigimos a la misma esquina de siempre.
Las personas pasaban de largo sin mirar nuestro puesto. Era muy extraño dado que yo era la mejor con la caza de arco. Las presas morían al instante y no la dejaba llena de sangre como los otros cazadores. Entonces, ¿Por qué no me compraban y ni si quiera se acercaban al puesto?
— Voy a descubrir lo que pasa — dijo Noda enfadado.
— Como quieras — dije sin mucho entusiasmo.
Mi amigo se fue pisando fuerte y yo con mi poder hice aparecer una sillita para sentarme. Pasó una hora aproximadamente, ni Noda ni compradores aparecieron. Tenía mucho miedo de volver a casa con las manos vacías así que, con mi poder, hice aparecer ropas, vestidos y pieles de animales. También sillas de montar a caballo y frutas. Entonces mi parada empezó a captar la atención de los demás. Por último hice aparecer joyas muy bonitas.
Ya había personas antes pero ahora se amontonaban, congestionando así, la calle entera. Todas iban vestidos de plebeyos, aunque podía detectar alguna dama, esposa de un señor feudal, mirando mis joyas. Observé a todas esas personas y atendía lo más rápido posible.
Un hombre con ropa de plebeyo se acercó lentamente y se posicionó enfrente de mí. Se aseguró que le viera dado que se apoyó en la mercancía y me observó fijamente. Éste tenía los ojos verdes esmeralda y el pelo rubio como el oro. Me miraba con admiración e intensidad. Rápidamente me perdí en sus ojos y me dejé arrastrar por el encanto de su mirada. Inconscientemente me acerqué más a él, tanto que podía notar su aliento en mi rostro. En nuestro alrededor podía escuchar a la muchedumbre que intentaba llamar mi atención para comprar, pero yo estaba hipnotizaba por este hombre.
En ese preciso instante llegó Noda. Al principio se quedó boca abierto por la cercanía que tenía con el hombre misterioso y porque inexplicablemente nuestro mercancía había crecido. Cuando se le fue el asombro, se puso manos a la obra y comenzó a atender a las personas. Gracias a la intervención de mi amigo, el chico de los ojos verdes pudo captar toda mi atención. Seguía observándole, aunque con la llegada de mi mejor amigo, me había alejado un poco de su rostro. Esperé a que él diese el primer paso y menos mal que lo hizo dado que tenía la garganta seca por su presencia.
— Hola, ¿tiene alfombras grandes y rojas?
Le miré fascinada. Su tono de voz era dulce, constante y amena. Ésta te invitaba acercarte a él y cumplir cualquier deseo que tuviese.
— No — contesté sincera — pero le puedo conseguir ahora mismo si le urge demasiado — dije cerrando los ojos preparándome para hacer aparecer las alfombras con mi don.
Entonces Noda me cogió del hombro con urgencia, llamando así mi atención.
— Se lo conseguiremos para mañana. Es que tenemos la mercancía más grande en las afueras. Sólo lo traemos al pueblo por encargo. Pero no se preocupe nos dice la cantidad que quiere y mañana mismo las tendrá.
El hombre misterioso se quedó extrañado ante la intervención de mi amigo. Su ceño estaba fruncido, no parecía enfadado, sino más bien como si estuviese esforzando e descifrar una adivinanza.
Yo a la vez miré impactada a Noda y deseé poder leer su mente. Como casi siempre pasaba, cuando deseaba algo con tanta intensidad, se acababa por cumplir.
Esmeralda, es peligroso que uses tu poder. Hay muchas personas y te pueden acusar de bujería — pensó mi amigo.
Asentí con la cabeza para darle a entender que le había escuchado y miré al chico de ojos verdes. Las personas de alrededor se habían desperdigado y nos encontrábamos los tres solos en la parada.
— Mañana a esta misma hora tendrá sus alfombras. Dígame, ¿Cuánta cantidad quiere? — pregunté mirando al hombre.
Observé que en el ojo derecho tenía una pequeña mancha de color azul. Pude verlo porque el chico se había vuelto a acercar tanto, que casi nuestras narices se tocaban.
— Pues aproximadamente treinta. Si necesito más vendré otro día — dijo lento y como si me cantara.
En medio de mi ensoñación, a causa de la voz del hombre, no me había recordado que Noda estaba presente. Por ese motivo salté cuando éste bufó con enfado. Mi amigo se acercó y nos separó con los brazos, haciendo así, que hubiera más distancia entre mi cuerpo y el del chico. Agradecí mentalmente a Noda que me salvara del canto de sirena de este hombre. Me estaba haciendo algo raro ¿Me estaba haciendo algún hechizo? ¿Sería un brujo?
— Señor — interrumpió mi compañero — ¿para qué quiere tantas alfombras si no es muy indecoroso preguntarle?
El chico le miró con poco interés. Claramente entre los varones se veía ya una cierta rivalidad. No se caían bien y el sentimiento era mutuo.
— Sí, es atrevido por su parte preguntar eso. Pero se lo diré porque tarde o temprano se enterará. Las alfombras es para la boda del Príncipe Charles. Soy su siervo y he venido a comprar sus ropajes.
Justo cuando acabó la frase, un guardia empezó a tocar la trompeta que simbolizaba el himno real. Todos automáticamente, se callaron y se hizo un silencio sepultral.
— Atención — comenzó a gritar el soldado a viva voz — ante ustedes el Príncipe Charles de Kiau.
Las personas enseguida se postraron tocando su frente al suelo. En ese momento pasó una carroza negra y verde, colores del emblema del pueblo. No pude percibir más información dado que Noda me cogió de la mano y me obligó a postrarme en tierra.
— ¿Estás loca? — me recriminó mi amigo — No arrodillarse ante la autoridad del reino se considera alta traición.
— Perdona, me había quedado absorta mirando la carroza — balbuceé con mi nariz tocando la arena.
— Hoy estás demasiado despistada — me contestó mirando al suelo y con tono enfadado.
Volteé mi cabeza a su posición y le miré molesta. No entendía que le pasaba. Desde que habíamos entrado al pueblo se comportaba de una manera insoportable e irritable. Seguí arrodillada, como la mayoría del pueblo, esperando unos minutos más para que pasara todo el séquito del Príncipe. Cuando dejé de escuchar pisadas, empezaron el pueblo a volverse a levantar y volver a sus quehaceres.
Decidí ponerme en pie y volver a la conversación con el hombre misterioso. Pero al volver a mi puesto, no encontré a nadie. Éste había desaparecido y con él todo el hipnotismo que sentía. Miré hacia todos los lados intentando encontrar a ese individuo tan especial, pero no lo conseguí. Encima de la ropa de mi puesto, encontré diez Kiens (las monedas del pueblo) y una nota con una letra preciosa y delicada.
"Mañana a la misma hora, Esmeralda".
Me quedé petrificada, ¿Cómo sabia este extraño mi nombre? ¿Me presenté ante él? Recapitulé en mi mente la conversación que mantuve con el chico. Lo único que conseguí es extrañarme más, dado que no había pronunciado mi nombre en ningún momento. Me quedé quieta, pensando en qué significaba eso.Noda al notar que me había puesto blanca de golpe, cogió la nota entre mis manos y la leyó.
— Esto no me gusta — Concluyó — no he mencionado tu nombre ¿Cómo lo sabe entonces? Yo creo que es un espía o un bandido. ¿has visto cómo te miraba? ¿Y si es algún siervo del Príncipe que se encarga de demascarar brujas?
— Eso es ridículo Noda, un espía ¿De quién? Apenas aparezco por el pueblo y soy muy cuidadosa en usar mi don delante de la gente. Además ¿Por qué me iba a robar si fuera un bandido? Me ha dado diez Kiens. Con esto puedo dar de comer a mi familia un mes. Un bandido no tendría tanto dinero.
Mi amigo me cogió la cara con ambas manos para obligarme a que le prestara atención, dado que intentaba alejarme y dejar la conversación. Me sentía incómoda.
— Lo sé Esmeralda pero tengo miedo de que te hagan daño. Sabes, te observaba raro como si se esforzarse en adivinarte, en descifrar algo a través de la mirada.
— Cierto, yo también lo he notado. Su mirada me transmitía... — reflexioné por un momento y cerré los ojos para recordar esa sensación — paz y serenidad. Me quitó toda preocupación y me hizo sentir que podía confiar en él.
— ¡Y cometer estupideces! — me chilló Noda.
Le miré sorprendida ante su reacción. Me escapé de sus manos y le di la espalda. Ya no pude aguantar más y le contesté.
— ¿ A ti qué te pasa? Estas insoportable.
— Esmeralda eres única y especial — dijo cruzando los brazos y preparándose para darme un sermón. Ambos hablábamos en susurros para que no nos escuchasen — Yo entiendo tu don pero los demás no lo entenderán. Cuando algo no se entiende se le coge miedo. No se molestarán en preguntar te acusarán de bruja. Si te ven de ese modo te llevarán a la hoguera. Así que, cuídate y no vuelvas a hacer aparecer las cosas delante de la muchedumbre.
Agaché la cabeza y asentí. Tenía razón, había sido una estupidez hacer aparecer tantas cosas en mi parada. Lo peor de todo es que casi hago aparecer las alfombras delante del chico. Me di cuenta que le debía mi vida a mi amigo por habérmelo impedido.
Por otra parte me daba igual que me mandasen a la hoguera. Para mí, mi vida no valía nada. Sentía que no podía vivir como quería, ni amar a quién quisiera. Pero para mi familia si valía, porque gracias a mí y a Noda podían comer casi cada día.
— Tienes razón — dije rendida — como siempre.
Observé la bolsa donde guardábamos el dinero. Tenía nada menos que cincuenta Kiens. Nunca antes había ganado tanto dinero. Podría estar más de dos meses sin cazar ¡podríamos comer todos los días y varias veces!
— Vámonos, que hoy tenemos un gran botín.
Noda sonrió y contemplé que era la primera vez que lo hacía desde que habíamos entrado en Kiau. Le di la mitad del dinero a él y la otra me lo quedé yo. Guardamos la ropa que sobró y la mercancía en un carro (que anteriormente en mi estado de locura había hecho aparecer) y nos fuimos del pueblo.
Mientras caminamos por el bosque yo tocaba suavemente la nota que mehabía dejado el extraño. Quería conocerle más y volver a verlo. Deseaba sumirada y sobretodo la sensación que me producía. Sonreí al recordar que mañanale volvería a ver.
Zoey
Estaba petrificada por la visión que se había presentado delante de mí. Esmeralda hacía unos segundos había aparecido pidiéndome ayuda. No entendía nada su petición de socorro. Negué con la cabeza para despejar mis ideas. Decidí contemplar mí alrededor. Me giré para contemplar Naélium. El mar de colores estaba en calma brillando bajo la luz del sol del atardecer. ¿En Naélium anochecía? Nunca había estado en este mundo de noche.
— ¡Zoey, corre ven! — chilló Zeth desde la lejanía — dirígete al bosque.
Giré sobre mis talones dejando el océano a mi espalda. Delante de mí se alzó un bosque enorme y hermoso. Comencé a correr adentrándome en lo más profundo de los árboles. Cuando ya me había adentrado, de pronto los animales empezaron a cantar melodías dispares pero hermosas. En el bosque se respiraba vida y esperanza. Era tan hermoso que no me hubiera importado quedarme en este lugar a vivir. En lo alto de un árbol se encontraba una lechuza blanca como la nieve. La reconocí al instante, era la misma que me condujo a Zeth en aquella ocasión que viajé por primera vez con la mente. Cuando conocí a Dalila por primera vez y me enfadé con Zeth porque pensaba que me había engañado.
Sonreí al animal y me acerqué un poco más para contemplarla. Escuché como los arbustos de detrás mio comenzaban a sacudirse. No me asusté, esa lechuza era demasiado hermosa como para dejar de contemplarla.
— Zoey estas aquí — dijo Zeth con dificultad. Parecía que había corrido un maratón.
— Sí perdona, estaba mirando a la lechuza blanca.
Zeth me miró extrañado y después contempló el bosque.
— No veo ninguna — dijo ya más tranquilo dado que había recobrado el oxígeno.
Me giré en redondo y verifiqué que mi novio tenía razón. La lechuza ya no estaba. Lo dejé estar. Me alejé de la rama y sonreí a mi alma gemela.
— ¿Qué querías Zeth?
— He descubierto algo muy interesante. Ven que te llevo.
Mi alma gemela tendió la mano y yo se la cogí. Caminamos los dos juntos por un camino adornado de hojas secas y otras de colores. Los árboles se alzaban con una excelente grandeza y los animales se asomaban para curiosear a estos dos humanos. Cerré los ojos y me dejé llevar por él. Aquí en Naélium podía ver, pero eso no significaba que no se me hiciera extraño usar mis propios ojos. Cerré los párpados porque me gustaba la sensación de confianza que había logrado a lo largo de los años. Confiaba en mi guía, caminaba al ritmo de sus pasos, escuchaba el latido de su corazón bombear con cada exhalo que salía de sus hermosos labios.
— Ya estamos — proclamó Zeth parándose de golpe.
Abrí los ojos y me quedé de piedra al contemplar lo que tenía delante de mí. Era una casa enorme, tan grande que tenía que alzar el cuello para ver donde terminaba. Era de color marrón, aunque en una parte se podía diferenciar un color negro. Rápidamente pensé que antiguamente en esa casa hubo un incendio, en algún tiempo. Lo que más me llamó la atención era que la casa se camuflaba con el bosque. La naturaleza se había fusionado con la madera de ésta. Las enredaderas se mezclaban y subían por cada centímetro de ésta.
— ¡Una casa! — exclamé extrañada — ¿De qué año crees que será?
— No lo sé. Pero parece muy antigua.
Miré una vez más la casa y me animé a acércame. Zeth me siguió con ánimo. Era la primera vez que descubríamos algo hecho por el hombre en este mundo. Yo tenía tanta curiosidad por saber quién vivía ahí. ¿Estaría dentro?
— ¿Crees que está habitada? — pregunté a mi alma gemela con un susurro.
— No lo sé, pero vamos a descubrirlo.
Entonces alargó la mano y la posó encima del pomo. Mi corazón paró en seco.
¿ Quién es ese extraño hombre que quiere comprar alfombras?
¿Cómo sabe el nombre de Esmeralda?
¿De quién será la casa que descubren Zoey y Zeth?
¿Seguirá habitada?
¡Todas las respuestas en el siguiente capítulo!
Hasta aquí el nuevo capítulo. ¡Me ha costado mucho pero por fin está aquí!
¡Nos leemos pronto!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top