Capítulo 3: El bosque
Esmeralda
Caminaba por el bosque despacio, muy lentamente. En mis manos se encontraba mi arco de madera resistente y fuerte. Conforme iba caminando intentaba disfrutar de la brisa del viento, del silencio. Buscaba alguna pequeña presa para cazar y así poder alimentar a mi familia. Había muy pocos días que conseguía cazar lo suficiente para venderlo. Cuando pasaba eso, entonces me pasaba una semana sin pisar el bosque. Por una parte me alegraba, por otra me desesperaba: amaba el bosque.
En estos días la vida era muy dura. Nuestro reino estaba en amenaza de guerra contra un pueblo vecino. Era muy peligroso pasear por el bosque, el lugar donde el Rey de Kiau* no se preocupaba en proteger. Así que era normal ver merodear muchos bandidos por los laberintos de árboles. Yo temía por eso, pero mi familia era muy humilde y apenas podíamos comer al menos una vez a la semana. Nuestra sobrevivencia recaía sobre mis hombros, eso hacía que me tomase muy en serio mis salidas al bosque. Es cierto que con mi don podríamos ser extremadamente ricos, pero yo quería ser legal, ganarme la vida por mis esfuerzos y no por una forma mágica.
Mientras paseaba miraba el cielo con admiración. Me gustaba su magnitud y su libertad. Deseaba otra vida, más tranquila y menos peligrosa. Una vida donde no esté al orden del día la muerte y no tener que preocuparme por llegar a comer algo al final del día. Pero sobretodo algo que deseaba con todas mis fuerzas y lo mantenía en secreto era: enarmonarme, vivir una gran historia de amor.
Suspiré alto al venirme a la cabeza la imagen mía cogida de la mano de otro chico. Sabía que eso nunca iba a suceder. Mi madre se ocuparía de que no sucediese. Entendía sus razones y su preocupación, aunque no la compartía. Mi madre era una completa paranoica y todo por esa mujer que se cree vidente e hechicera. ¿Qué te podrías esperar de alguien que mata animales, no para comerlos si no para sacar su sangre y dibujar dibujos raros en el suelo?
El caso que esa sabía pronosticó a mi madre una terrible maldición, antes de que yo naciera. Ella dijo que me enamoraría de un hombre que estaba marcado. Ese hombre no podía mentir, los "Dioses" le otorgaron el don de la sinceridad. Ese hombre me amaría con todo su ser y bondad. Por desgracia, y esto era lo que temía mi madre, ese hombre sería el culpable de mi muerte. Por ese motivo mi progenitora evitaba que saliese con chicos y me mantenía en secreto. Para los del pueblo, yo había muerto al nacer y mi madre sólo había tenía un hijo varón. Yo vivía encerrada en casa y sólo salía a cazar o a vender al pueblo con la condición de que con mi don disimulara mis rasgos.
Por eso mi gran afición al bosque, la naturaleza para mí era sinónimo de libertad. Aquí no tenía que esconderme podía ser yo misma. Ahora que paseaba por los caminos repletos de hojas sentía que mi valentía aumentaba.
De pronto noté como si alguien me observara entre los matorrales. Dicho arbusto empezó a moverse. Levanté mi arco y lo puse a punto de mira. Saqué una piedra de mi bolsillo y sin dejar de apuntar con mi arma chuté la piedra hacia él. Entonces una liebre, bastante grande, salió corriendo. Yo era muy buena con el arco, tenía rapidez y muy buena puntería. No me costó nada disparar y acertar en su minúsculo corazón. Satisfecha me acerqué al animal y le quité la flecha. Había sido un disparo limpio, la liebre murió al instante.
— Perdóname — dije con un hilito de voz — gracias a tu carne mi familia podrá comer hoy. Tu muerte no ha sido en balde.
Dejé de recitar mi pésame que siempre hacía y me erguí del suelo. Puse la caza colgando de mi cinturón. Entonces sin previo aviso algo saltó encima de mí haciendo que cayera de culo. Escuché unas risillas muy familiares y mi enfado fue en aumento.
— ¡Siempre tan despistada, Esmeralda! — decía entre carcajadas.
— ¡Noda, eres idiota! Me has asustado ¡bruto!
Noda se puso de pie y me ayudo a levantarme. Me sacudí el pantalón de polvo y le miré con una mirada de reproche. Él me devolvió una mirada cálida llena de ternura. No me podía enfadar con él, esa mirada siempre sacaba lo mejor de mí. Noda era mi único amigo, mi amigo secreto concretamente. El único que me aceptaba tal como era y me ayudaba a cazar y a recolectar frutas para mi familia.
Le conocí en un día de lluvia. Había acabado de cazar, sólo pude matar a 2 pájaros que buscaban refugio. Sabía que yo no iba a cenar, se lo daría a mi madre y a mi hermano. Ese día los bandidos merodeaban por el bosque y me pillaron a mitad de camino hacia mi casa. Querían robar mi caza y lo peor de todo me querían a mí. Entonces de la nada apareció Noda. Era un experto en batalla y los ganó sin ningún esfuerzo. Ese día pudieron comer mi familia, gracias a él.
Enseguida nos hicimos grandes amigos, aunque siempre a escondidas y con temor de que nos descubriera mi madre.
— Hacía tiempo que no te veía por aquí — dijo mi amigo comenzando a caminar.
—Mi madre se puso enferma y tuve que ocuparme de mi hermano.
Noda me miraba con tristeza y a la vez con dulzura. Su cuerpo era grande y corpulento, imponía bastante. Nadie le pondría 17 años, todos pensaban que tenía 22. Mi amigo pasó su brazo por mis hombros y se adaptó a mi paso.
— Siempre te ocupas de tu hermano, Esmeralda. No es necesario que tu madre se ponga enferma. Eres el pilar de la familia, tú haces el papel de madre.
Miré al suelo y admiré la variedad de hojas. El bosque estaba muy hermoso en otoño y se respiraba un aroma a tierra mojada. Suspiré y miré a los ojos de Noda.
— Daría lo que fuera por cambiar mi situación. Esto no es vida, ojalá pudiera vivir como tú.
— Ser huérfano no es una vida de rosas. Estoy solo y lucho cada día para poder sobrevivir.
— Pero eres dueño de tu vida: Tienes libertad para elegir — desvié la mirada nuevamente. Su presencia a veces me cohibía.
Mi amigo me tocó, me levantó la cara para que le mirara. Entonces me puso en la mano un cesto lleno de leña, que no había visto hasta ahora. Esa leña las podía vender en el mercado junto con algunos animales que había cazado. Hoy era un buen día, tenía bastante para comer como para vender.
— Sé que deseas libertad — siguió hablando mi compañero — pero sé que no podías vivir sin tu familia. Vives para ellos, son tu razón de existir.
Entonces en sus ojos se le veía una chispa de tristeza. Yo le devolví la mirada repleta de lágrimas. Tenía razón, yo amaba mi familia. Pero eso no quitaba que a veces sintiera mucho estrés y agobio.
— Gracias por la cesta. Iré al pueblo a vender la mercancía. ¡Hoy comemos pan! — dije con una gran sonrisa.
Comer pan era sinónimo de ser rico. Era una comida muy cara, dado que el trigo no crecía en Kiau, si no en los alrededores. Era muy peligroso coger la cosecha. La gente moría por ello, los bandidos se ocupaban de que acabara así. Por eso el pan se vendía tan caro.
Caminé más contenta deshaciéndome del abrazo de Noda. Puse las presas que iba a vender dentro de la cesta de leña. Las otras la guardé en mi alforja para más tarde cocinarlas. Mi amigo caminaba detrás de mí con aire melancólico. Su estado de ánimo había bajado y no entendía por qué. Decidí animarle con lo único que poseía: Mis dones. Antes de que pudiera decirle nada Noda se me adelantó.
— ¿Quieres jugar un rato?
Sonreí ante la pregunta. Él siempre me ayudaba ver lo bueno de la vida a ser optimista. Nos lo pasábamos muy bien juntos.
— Por qué no — dije con un aire misterioso — Además así llegaremos al pueblo más rápido, que caminando.
Cerré los ojos y deseé con todas mis fuerzas unos tigres blancos. De pronto aparecieron dos enfrente de nosotros. Se tumbaron y agacharon la cabeza como señal de sumisión.
— ¿Tigres blancos? —preguntó Noda — ¡cómo mola tener tus poderes!
— A veces "Molan" — dije levantando mis manos haciendo las comillas — y otras veces pesan.
— En mi humilde opinión son una pasada — mi amigo me miró con una tremenda admiración.
— Anda sube — dije sin poder esconder una sonrisa.
Nos acercamos a los tigres. Me puse directamente encima de uno que tenía los ojos azules. Me quedé mirando a mi compañero de viaje con un aire divertido. Él se acercó al suyo no muy convencido, no se sentía seguro al lado del felino de ojos marrones.
Tranquilo Noda, no te hará nada, los he deseado de tal forma que son inofensivos — pensé.
Noda se armó de valor y se sentó a horcajadas encima del animal.
— ¿Ahora qué? — preguntó mi impaciente amigo.
— Acaríciale la cabeza y dale esto.
Acerqué mi mano y la abrí dejándole ver un fruto de color marrón. Había deseado que lo tigres fueran vegetarianos y se alimentaran de estos frutos. Así sólo obedecería aquellas personas que le diesen de comer. La única que podría encontrar ese fruto era yo, dado que salía de mi imaginación.
— Entonces sabrá que eres su amigo, no comida — dije admirando el pelaje de mi tigre.
Mi amigo no dudo y le ofreció el fruto al felino. Éste lo olió y sacó su lengua tímidamente para comérselo. Entonces le acarició la cabeza.
— Levántate — ordenó Noda.
El tigre se levantó poco a poco y comenzó a andar pausadamente. Yo hice lo mismo con el mío y me puse a la altura de mi amigo. Era muy emocionante caminar encima de estos animales. Te hacían sentir poderoso, capaz de todo. En ese momento, éramos el animal más peligroso del bosque. Podía escuchar como las liebres corrían atemorizadas y las ardillas saltaban de árbol en árbol para ver mejor el espectáculo.
Me agaché para no darme contra una rama que peligrosamente estaba muy baja. Automáticamente abracé al animal. Me sentía muy agradecida por el paseo y por la seguridad que me otorgaba. Mientras pensaba y disfrutaba del paseo, Noda miraba a todas las direcciones de una manera nerviosa. Me extrañé ante su reacción.
— ¿Qué te pasa? Te veo nervioso...
— Tengo miedo de que nos vea alguien. No es muy normal caminar encima de unos tigres.
— Por aquí nadie viene por los bandidos y si viniese alguno ellos lo olerían — le miré esperanzada de que le tranquilizara mis razones — pero si quieres podemos ir más deprisa. ¡Hagamos una carrera de tigres! — dije retándole.
— Te ganaría seguro — dijo sonriendo y relajándose por fin.
— Uno, dos y ...
— Tres — chilló Noda.
Salimos corriendo los dos, galopando a lomos de los tigres blancos. La velocidad era nuestra brisa y el bosque nuestro aliado. Esta amistad había nacido de la nada. Quién nos iba a decir que por nuestra amistad, el futuro iba a cambiar. Mientras tanto, éramos unos adolescentes de 17 años jugando a ser héroes y ser mayores.
Abel
Miraba enfurruñado la pantalla de mi ordenador. Allí se presentaba, en forma de puntitos, todos los Gifts que pertenecía a mi organización. Estaban situados en el mapa de Barcelona y de los pueblos de alrededor. De esta forma, podía saber la ubicación de cada Gift. Los que tenían el color "Rojo" significaba que estaban de ronda rutinaria. Paseaban por distintos barrios para asegurar que los Alfas no armaran jaleo, ni problemas. Observé la pantalla, todo estaba tranquilo pero eso para mí era malo. Adón siempre tenía un plan y para agravar la situación tenía en su poder el gen del creador de los dones. En mi humilde opinión, no creo que él desperdiciara la oportunidad de utilizarlo. Pero sobretodo: vengarse de mí y de mi familia.
Estaba tan embelesado con mis pensamientos, que no percibí los golpes sordos que estaban resonando en la puerta. La persona que estaba al otro lado, tuvo que picar tres veces para que pudiera reaccionar.
— Pasa Abril — dije lentamente con mis ojos aún fijados al monitor.
Abril era una Gift excepcional. Su habilidad en temas técnicos era insuperable, sin contar que ella tatuaba los Sings. Era muy valiosa para mí, por eso la puse como mi mano derecha.
Antes de levantar la mirada, vi que dos Gifts estaban en las ramblas de Barcelona. De pronto alrededor salieron puntitos negros. Esos puntos representaban los policías.
— ¿Pero qué...? — solté extrañado levantando la mirada.
Entonces me quede perplejo cuando la vi enfrente de mí. Su cabello era rubio y su cuerpo era esbelto. Sus labios eran carnosos, rosados y muy excitantes. Sus ojos marrones me miraban con añoranza y alegría, mezclada con desengaño y dolor.
Sabía quién era y también sabía que mi corazón aún le amaba, nunca dejó de amarla. De pronto mi Sign revivió y sentí una gran calidez. Pude percibir como ella cerraba los ojos y sentía lo mismo. Era una prueba más de que éramos almas gemelas.
— Noa... — le llamé casi sin aliento — ¿Estás aquí de verdad?
Ella asintió con la cabeza y sonrió. Esa sonrisa hizo que mi corazón diese un vuelco. Ella había venido, a pesar de haberla abandonado junto con Zoey ¿Me habría perdonado?
— Estas preciosa, no has cambiado nada.
— Esa es la ventaja de ser inmortal ¿Verdad, Abel?
Noté su tono de reproche pero intenté ignorarlo. Nada estropearía este rencuentro, no después de 13 años de separación.
— Estoy tan contento de verte — dije levantándome para darle un abrazo.
Ella levantó las dos palmas de las manos y desvió la mirada. No quería que le tocase.
Pues no, no me ha perdonado — pensé.
Asentí entendiendo la postura de mi ex y me volví a sentar en la silla. Ella me imitó la acción. Tragué saliva, estaba tan contento por verla que no me había parado a pensar del porqué de su visita.
— Dime ¿Qué necesitas? — dije con ternura.
Ella me miró con curiosidad. Veía como se debatía entre decírmelo o no. Su cuerpo estaba tenso y hacía movimientos repetitivos con las piernas. Me recordó cuando me confesó que estaba enamorada, muchos años atrás. Su postura y su reacción son iguales. Eso significaba que era muy importante lo que quería decirme. Tragué saliva e intenté darle seguridad con mi mirada.
— He venido hablar sobre Zoey — dijo casi en un susurro.
Asentí con la cabeza. Nuestra hija era el fruto más hermoso que habíamos creado. Y lo poco que habíamos hablado en estos años era para hablar de ella.
— Zoey está bien, Adón se fue no te preocupes — dije tranquilizándola.
— No es eso. Lo he pensado bastante y... creo que ya es hora de que se lo digamos.
Me quedé perplejo y con los ojos como platos. No me podía creer que me pidiese eso. No, no lo iba a hacer era demasiado pronto.
— No creo que sea el momento Noa. Las cosas están muy tensas entre ella y yo. Necesito que confíe en mí para cuando se lo cuente, si no, todo lo que hemos esperado se irá al traste.
— Lo sé Abel, pero si Adón tiene el gen creador hará cualquier cosa para conseguirla. Zoey corre peligro.
Negué con la cabeza efusivamente. No iba a dejar que pasara, aún no. Sería un completo shock.
— No — dije tajante.
— Hay que llamarla a ella, antes que lo haga Adón.
— Si lo hacemos ahora Zoey se asustará y corre el riesgo de perderse a sí misma — me toqué la sien con la mano, me dolía la cabeza.
— ¡Si no lo hacemos ahora, Zoey morirá! — chilló Noa y unas lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.
Antes de que pudiera contestarle empezó a sonar el teléfono. Lo cogí enfurecido.
— ¿Qué pasa? — dije cortante.
— Perdona, señor — habló Abril al otro lado del teléfono — pero le tengo que comunicar algo muy urgente.
Miré a Noa como se enjuagaba las lágrimas y se tapaba la cara para que no le viese llorar. Tenía ganas de abrazarla entre mis brazos, de besarla.
— Perdona Abril, es que me has pillado en mal momento. Dime por favor, ¿Cuál es la urgencia?
— Blanca ha llamado. Ella y Zoey están en las ramblas y ha empezado una lucha contra varios Alfas.
— Vale envía a todos los Gifts que estén de ronda rutinaria. Que dejen lo que estén haciendo y vayan enseguida — dije mirando la pantalla y por fin entendí el porqué de la presencia policial.
Observé como la mayoría de puntos rojos se volvían azules, señal de que estaban en una misión. Abril era muy rápido en informar y dirigir a los Gifts. Apenas se lo había dicho y ya estaba hecho.
— Hecho, señor.
Volví a mirar la pantalla. Vi que en el zoo había dos Gifts de color rojo ¿Qué diablos estaban haciendo ahí?
— Abril, ¿me podrías decir quién son los Gifts que están en el Zoo? — pregunté extrañado.
Mientras tanto Noa se había levantado de su asiento dispuesta a irse.
— Un momento, ahora mismo se lo digo — me contestó Abril.
Tapé el teléfono con la mano y me levanté de la silla corriendo a cortarle el paso a la persona que amaba.
— No te vayas, Noa por favor quédate y hablamos.
— No tenemos nada de qué hablar Abel. Si no quieres decírselo a Zoey, respeto tu decisión. Pero tarde o temprano se enterará.
Le cogí de la mano suavemente. Cerré los ojos para disfrutar de su tacto y acerqué su cuerpo con el mío. Milagrosamente no me había rechazado. Abrí de nuevo los ojos y le miré atentamente. Levanté mi mano libre y le acaricié la mejilla. Ella se dejaba tocar y jadeaba de una manera muy sensual. Deseaba que la besara o ¿era mi imaginación?
Me acerqué poco a poco y le besé tímidamente los labios. Ella dejó escapar un gemido. Eso me animó a abrazarla y besarla más intensamente. ¡Cómo le había echado de menos! Había soñado tanto este rencuentro, su sabor era mejor de lo que recordaba. Entonces de golpe ella se separó y todas mis esperanzas de volverla a tener conmigo desvanecieron.
— Abel, no puedo — dijo bajito y no muy convencida — ya no es lo mismo, me has hecho mucho daño. No sólo a mí, también a Zoey.
— Iré a poco a poco, Noa pero no me niegues el volverte a conquistar. Estamos destinados a estar juntos ¿Recuerdas?
Ella sonrió aunque no le llegó a los ojos. Asintió tímidamente y se alejó de mí. Antes de salir por la puerta se paró y se enfrentó por última vez.
— Piensa seriamente en decirle eso a Zoey, entonces yo me replantearé lo de intentarlo de nuevo
— Eso es chantaje.
— Eso es amor de madre — concluyó.
Entonces desapareció por la puerta. Me puse el teléfono al oído.
— Abel ¿estás? — preguntaba Abril.
— Sí, sí dime
— Los que están en el Zoo es Isaac y Zeth
— Y ¿Qué hacen ahí?
— No lo se
— Da igual, ahora les llamo cuando me centre.
— Vale señor, necesita algo más.
— Un respiro — dije susurrando.
— Eso es complicado, Abel — y colgó.
Volví a mi mesa y pensé en lo que me pidió Noa ¿Estará preparada Zoey en saber la verdad? Sinceramente yo creo que no.
¿Quién es Noda?
¿Qué es lo que le tienen que contar Abel y Noa a Zoey?
¿Qué hará Adón con el gen?
¿A quién tienen que llamar los padres de Zoey?
¿Volverán a estar juntos Abel y Noa?
¡Hola mis Gifts!
Primero perdonad por la tardanza pero estoy casi para subir a exámen teórico del carnet del coche y he estado ocupada. Dentro de poco empezaré de nuevo a trabajar y no sabré con qué frecuencia podré actualizar. Pido paciencia: LO BUENO SE HACE ESPERAR.
NO OBLIDARSE:
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Os amo mis Gifts
¡Nos leemos pronto!
Palabras del texto con *
Kiau: Reino donde vive Esmeralda. Dicho reino está situado en medio de un bosque y de otro pueblo llamado Nebai. Dicho pueblo envidia las ganancias de Kiau y quería conquistarla para ganar sus riquezas. No podían hacer nada en el pueblo, dado que estaba protegido por el ejército.Por ese motivo se esconden en el bosque para atacar a los habitantes.
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