Capítulo 2: Un cadáver, un felino y un Curasangre
Zeth
Contemplé el cielo nocturno con un sentimiento de melancolía. Respiré hondo para que el olor de las flores se metiera por mis fosas nasales. A pesar de que estaba en una misión, me permití un tiempo para descansar y relajarme. Estos últimos meses habían sido caóticos y estresantes.
Zoey sufría de una gran ansiedad y algo en ella había cambiado. Yo sabía que era por algún efecto secundario de volver a tener los dones, pero ella no paraba de rallarse. Pensaba que se estaba volviendo loca porque cada vez las alucinaciones eran más frecuentes. Por eso íbamos más a menudo a nuestro mundo, Naélium. Ella decía que allí se le disipaban y parecían que desaparecían. Yo estaba dispuesto a lo que sea para volver a verla sonreír.
Cerré los ojos y respiré hondo. Ladeé la cabeza de lado a lado, para despejarme las ideas. Estaba trabajando, tenía que tener la mente despejada. Entonces noté como la persona que tenía a mi lado se cambiaba de posición. Estaba demasiado inquieta. Abrí los ojos y la miré atentamente.
—¿Qué te sucede Isaac?— pregunté alertado mirando a todos lados — ¿Has visto a un Alfa?
El chico de ojos azules y piel blanca me miró con tristeza. En su cara se reflejaba dolor y mucha tensión. Isaac miró alrededor de una manera nerviosa, como si temiera que nos viera alguien. No estábamos haciendo nada malo, sólo hacíamos la ronda. Nos encontrábamos en el parque de la Ciutadela*. Es un parque bastante grande y con un gran lago incorporado. Por el día, el lago estaba repleto de barcas y por la noche lo iluminaban. Aún en la oscuridad se podía percibir la preciosidad de la naturaleza.
Isaac no me había contestado, así que me erguí de la hierba y me puse enfrente de él para verle mejor el rostro. Tuve cuidado con no tocarle, dado que si lo hacía se pondría en funcionamiento mi don. Ver el pasado, presente y futuro de cualquier persona no siempre ha sido agradable. Sobre todo cuando sabes cómo va a morir. Ese era uno de los motivos por los cuales no tocaba a nadie, salvo a Zoey.
Volviendo a mí amigo. Le observé atentamente. Su mirada era muy intensa. Su piel estaba blanca. Era normal dado que era albino pero comenzaba a verse un poco pálido. Se le veía como si estuviera enfermizo, como si sufriera de hepatitis o algo parecido. Suspiré entendiendo lo que de verdad le pasaba.
— ¿Cuánto tiempo llevas sin beber sangre? — pregunté lo más dulce posible, dado que no quería que sonase a interrogatorio.
Isaac torció la boca haciendo una mueca. Huyó de mi mirada hacia el lago.
— Bastante. Estoy de vacaciones así que no puedo ir a trabajar al hospital.
Asentí levemente. Isaac era un Curasangre. Se alimentaba del dolor y del sufrimiento de la persona. Un Curasangre buscaba curar a través de la mordida. Cuando lo hacía, renovaba la sangre curando así al paciente. Por eso se doctoró en Oncología, concretamente en el cáncer de leucemia. Ignoraba como mordía a los pacientes sin que le descubriesen. Nunca se lo he preguntado, ni lo haré. Era más feliz en mi ignorancia.
Miré alrededor para cerciorarme que estábamos solos. Dudé unos instantes en lo que iba a hacer. No sabía si se iba a enfadar conmigo o al contrario se lo iba a tomar a broma. Su personalidad siempre había sido tomarlo toda a broma, supongo que eso daba honor a su nombre cuyo significado era risa.
Volví a mirarlo luchando conmigo mismo para saber qué hacer, pero me decidí cuando noté cómo a Isaac le daba un espasmo. Según él a veces el monstruo, que habitaba dentro de su mente, le daba sacudidas.
— No puedes seguir así, amigo. Te volverás loco, perderás la poca cordura que te queda. Entonces el Curasangre habrá ganado la partida.
Le puse el brazo delante de su boca. Observé atentamente su reacción. Él apretó la mandíbula y me dio un manotazo. Aparté el brazo lentamente sintiéndome imbécil por haberle propuesto que me mordiese.
— No, gracias. No te ofendas Zeth, pero no eres mi tipo — dijo con una leve sonrisa.
— ¿A si? Y ¿Cuál es tu tipo? — pregunté aprovechando que había vuelto el Isaac bromista.
— Alguien que tengas más pelo y haya tenido un pasado más desdichado. Me mola chupar cicatrices emocionales.
Ambos reímos por el doble sentido de la frase. Me levanté y le ofrecí la mano para ayudar a levantarse. Automáticamente la baje cuando me di cuenta de mi gesto. Era muy difícil no tener nada de contacto con alguien. Deseaba poder controlar mejor mi don y que no funcionase siempre que mi mano hacía contacto con otra persona.
Mi amigo me miró y sonrió. Llegué a la conclusión que sabía cómo me sentía. Yo como él teníamos una lucha. A mí me encantaría chocar las manos o dar un abrazo a un amigo cuando lo necesita. Y ahora tenía la sensación de que Isaac necesitaba una palmada en la espalda y sentirse respaldado. Eso, no se lo podría dar, sólo podría darle mi apoyo moral.
Nos quedamos en un silencio un poco incómodo. Isaac intentaba mantener las sacudidas que nuevamente el monstro le producía. Yo en cambio puse atención a un sonido. Era un pato que nadaba tranquilamente por el agua. Mi amigo y yo nos giramos al unísono para contemplarlo detenidamente. El animal iba seguido de tres patitos más. Se dirigían a una masa de tierra situada en el centro del lago. De pronto me vino una idea para ayudar a Isaac.
— Vamos a dar un paseo — dije comenzando andar al lado opuesto del lago — así te despejas un poco.
Mi compañero de misiones se levantó y me siguió contento por poderse mover. El aire le ayudaba a controlar su sed o al menos eso me confesó un día.
— ¿A dónde vamos? — preguntó manteniendo mi paso.
— A que bebas algo.
— Zeth no...
— No hay discusión — dije tajante — al menos no me negarás una cerveza ¿no?
Isaac se rió y se relajó por fin. Seguimos dando una vuelta a paso lento disfrutando de la noche. A pesar de que era verano había muy poca gente en el parque, ni rastro de Alfas. Para mí era mejor así, podría a llevar a cabo mi plan sin problemas. Isaac iba a beber algo, de esta noche no pasaba. No penséis que voy a matar a alguien para dárselo a él, no estoy tan loco... aún.
— Zeth, quería darte las gracias.
Eso me pilló de sopetón. Estaba tan sumergido en mis pensamientos que me había olvidado de que él estaba a mi lado. Quedé pensativo ante esta confesión. A Isaac le costaba mucho abrirse de esa manera. Intenté aprovecharme de la situación.
— El síndrome de abstinencia te está afectando bastante. Te estás volviendo cursi.
Isaac me dio un empujón riéndose. Me encantaba verle así, despreocupado y viviendo al máximo.
— En serio. Gracias porque no usas tu don conmigo. Sé que te cuesta bastante y aun así respetas mi privacidad.
— Intento usar mi don lo menos posible.
— ¿A si? Díselo a Zoey. Aquel día en Gimnasia casi recibe un balonazo en toda la cara — soltó unas carcajadas.
— ¿Cómo sabes que usé mi don?
— Vamos Zeth, se vio a leguas. Yo estaba en clase corriendo detrás de Blanca. Tú estabas detrás mío corriendo sin dificultad. De golpe te fuiste a la profesora y le dijiste que te estabas mareando.
— Supongo que actuar no es lo mío.
— Ni ligar tampoco. No creo que a una chica le guste recibir un balonazo.
— Pero ahora Zoey y yo estamos juntos ¿no? Ha funcionado — dije parándome en seco.
Isaac me imitó y se puso cara a cara.
— Sin duda ¡Amo y señor del cortejo! — dijo haciéndome una reverencia.
No pude aguantar más y exploté a carcajadas. Isaac se irguió y se quedó paralizado. Noté como intentó aguantar la respiración. Cerró los ojos y apretó los puños. Me quedé quieto contemplando su reacción y esperé a que dijera algo.
— ¿Dónde estamos? — preguntó lentamente intentando no respirar.
— De tapeo — dije manteniendo el humor.
— No, Zeth ¡¿Dónde estamos?! — preguntó secamente.
— Enfrente del Zoo de Barcelona — dije como si no fuera de gran importancia.
— ¿Estás loco? ¿Pretendes que me meta por la noche en el Zoo y me alimente de animales?
Percibí cómo cerraba los puños y su mandíbula se apretaba. En cambio sus ojos pasaron a un azul cristalino señal de que su sed aumentaba considerablemente. Levanté las manos en señal de rendición. Nunca había visto a Isaac enfadado y sinceramente me estaba acojonando.
— Vale ha sido mala idea. Sólo quería ayudarte, no te ves bien amigo.
Él suspiró y contó hasta diez en voz alta. Sus ojos volvieron al azul oscuro y dejó de apretar la mandíbula.
— Está bien. Perdona sé que quieres ayudar. Pero Zeth yo me alimento del sufrimiento, no de la sangre. Un animal no sufre como una persona.
— Ahí te equivocas, estos animales de aquí sufren por no tener libertad. Ese sentimiento creo que nos une como iguales ¿no?
Isaac ladeó la cabeza. Vi en su mirada la duda. No me gustaba que ningún animal muriera. Era defensor de los animales. Pero mejor animales que no personas, me auto convencí. Además si no se alimentaba pronto Isaac podría desviarse y atacar sin discriminación. Yo no quería estar en aquel momento de locura.
— Mira hacemos una cosa. Entramos damos un paseo. ¿Nunca has querido de niño ir al Zoo?
— ¿Y qué haremos si pierdo los estribos? — preguntó Isaac ignorando mi pregunta.
— Llamamos a los "Olvidadores"*.
— Lo tienes todo pensado ¿no? — me miró acusatoriamente.
Sonreí y me di la vuelta dirección a la puerta. Había ganado la discusión.
Pasamos por debajo del gran mural que anunciaba el Zoo de Barcelona. Saltamos con mucha facilidad las barreras y la valla.
— ¿Dónde está el vigilante? — susurró Isaac.
— No tengo ni idea, pero si aparece no habrá problemas en noquearlo.
— Ya, eso te lo dejo a ti amigo. Prefiero no acercarme por ahora a humanos — dijo con un tono de misterio — soy peligroso.
Entonces abrió la boca dejándome ver los colmillos. Negué con la cabeza y le mostré los míos a consecuencia.
— Muy blancos pero no los tienes igual de grandes — me retó Isaac.
— No usamos la misma pasta de dientes.
Dejamos nuestra pequeña broma y caminamos por las calles del Zoo con nuestras linternas. No sabíamos por dónde ir. El recinto era enorme.
— ¿Hacia dónde vamos? — preguntó Isaac.
— Cierra los ojos y huele el ambiente. El que te llame la atención síguelo.
Él sin rechistar cerró los ojos y nos quedamos en absoluto silencio. Escuché como algunos animales hacían ruidos. El ambiente estaba vivo. Disfruté de esta sensación de magia. Cuando abrí los ojos vi como Isaac se iba escopeteado. Salí corriendo detrás de él. Pasamos por algunos hábitats de animales. Como el oso hormiguero, los tucanes y leones.
Isaac corría muy rápido y casi me era imposible alcanzarle. De lo rápido que iba me tropecé con una piedra y caí de bruces.
— ¡Mierda! — farfullé.
Me levanté del suelo y me sacudí los pantalones que estaban llenos de arena. Decidí ir a paso lento dado que ya había perdido a mi amigo. Después de un buen rato de caminar me cansé y me fui a sentar en un banco. Justo enfrente había un recinto enorme, compuesto por rocas y hierba. El hábitat estaba separado de mí por un barranco bastante profundo para que el animal que lo custodiaba no saltara. Imaginé que tendría que ser muy peligroso para que hubieran puesto tantas medidas de seguridad.
Por curiosidad me acerqué al cartel. Estaba dispuesto a leer la descripción cuando percibí un sonido. Levanté la linterna hacia la dirección del ruido. Me quedé paralizado cuando vi de qué se trataba. Había un cuerpo humano tendido en la roca, deduje que era un cadáver dado que había mucha sangre. Agachado junto a él había una persona, reconocí la ropa.
Mierda, no puede ser — pensé — ¿ha atacado al vigilante?
— ¡Isaac! — chillé lo más bajo que pude.
El aludido se giró y me miró. Sus ojos azules cristalinos se vieron en la oscuridad como si fueran dos cerillas. Tenía una mirada de felino y porque era mi amigo si no saldría corriendo del miedo. Suspiré hondo descartando esa posibilidad y miré la forma en cómo llegar hasta él. Me saqué del cinturón como una cuerda metálica que usábamos para llegar a las azoteas cuando teníamos que entrar a la fuerza algún sitio. Últimamente los Alfas tenían como hobbie secuestrar a gente en los bancos o edificios. Para poder entrar usábamos esta herramienta para sorprenderlos.
Volviendo al Zoo, tiré la cuerda hacía una roca que a simple vista parecía segura. Salté con decisión y aterricé a escaso metros de mi amigo. Caminé decidido y me quedé al lado de Isaac contemplando al cadáver.
Éste tenía un estado pésimo. Estaba totalmente desfigurado. Estaba seguro que aunque un familiar de la víctima viniese a verlo no lo reconocería. Seguidamente pude notar que tanto los brazos como el torso estaban desgarrados. Por último pude apreciar que le faltaba una pierna. Me quedé con la boca abierta. ¿Cómo pudo hacer esto Isaac en unos minutos?
— Te juro que no he sido yo — me dijo Isaac mientras se levantaba y se ponía a mi altura.
Aún seguía con los ojos felinos. Tragué saliva. Había sido valiente en la lejanía pero al tenerlo enfrente imponía bastante. Encima se podía apreciar sus colmillos, encajaba bastante bien con el estereotipo de vampiro. Entonces escuché un gruñido a mi derecha.
— ¿Qué es eso? — pregunté alarmado.
— Es un tigre de Sumatra.
— ¡¿Un qué?! — pregunté pegando un vote.
— Tranquilo, no se acercará. Me tiene miedo.
— No me extraña — dije en un susurro.
— Te he oído.
— Perdón. De todas formas mantente cerca de mí. No quiero ser la cena del tigre.
Isaac se rió. Volvió agacharse al cadáver y le abrió la camisa. Pude apreciar que por la ropa que era un hombre. Más o menos de 30 años, moreno y de complexión atlética. No se podría saber nada más de él por su estado.
— Si no has sido tú, entonces... ¿Ha sido el tigre? — pregunté despacio con temor a ofenderle.
— No, bueno no del todo. Los arañazos del brazo y del torso como la mordedura del costado lo ha hecho el tigre. Tiene su olor. Pero la deformidad de la cara y la falta de una pierna ha sido obra de otra cosa.
— ¿Cómo sabes que no se lo ha arrancado el tigre y lo tiene en su cueva?
El me miró con una sonrisa y se señaló la nariz. Se me olvidaba que por ser un Curasangre tenía los sentidos más desarrollados.
— Puedo oler que ha sido obra de un humano. La sangre de la víctima es de A negativo, mientras que el que le cortó la pierna es de A positivo. Además el corte es demasiado limpio para que haya sido el tigre. Parece que se lo han cortado con un arma muy afilada.
— ¿Sabes diferenciar el tipo de sangre con el olor? — pregunté atónito.
— Sí. No sólo me atraen las personas con un pasado trágico. También me atraen con un tipo de sangre característico.
— ¿Cuál? — pregunté con una gran curiosidad.
— A positivo — contestó levantándose y mirando hacía el banco donde antes estaba sentado.
— A que adivino que Blanca es A positivo.
— ¡Acertaste! Has ganado un turrón de azúcar — dijo bromeando — también tu novia. Por eso ambas me enloquecen.
Me lo quedé mirando con la boca en forma de "o". Él se reía por mi reacción. De golpe escuchamos un ruido y una luz de linterna a lo lejos.
— Mierda el vigilante — dije señalando el lugar a Isaac.
— Hay que mover el cuerpo no puede verle. Esto tenemos que investigarlo nosotros antes que la policía.
— Pues dime donde lo metemos – dije retándole.
Isaac miró alrededor buscando un lugar. Yo me ponía cada vez más nervioso. Veía como la luz de la linterna se acercaba más y más a nuestra posición.
— ¡Ahí! — dijo Isaac señalando la cueva donde el tigre se escondía.
— Ni de coña. Yo no me acerco a ese bicho.
— Si es un lindo gatito — dijo imitando a piolín.
Negué con la cabeza. Pero sin escuchar mis lamentos salió disparado hacía la cueva. Momentos después el tigre salió corriendo hacia mi dirección. Me tiré al suelo al momento que el animal saltaba por encima de mí. Isaac volvió a mi situación y cogió los brazos del cadáver.
— Coge la cabeza ¡deprisa!
Le hice caso y nos escondimos en la cueva. Vimos como el tigre nos miraba con odio. Le habíamos quitado la casa. El vigilante en ese momento llegó al hábitat del tigre.
— Hola Dorado — dijo con cariño — ¿haciendo un paseo nocturno?
El tigre le miró con desgana y se sentó en el suelo. Abrió la boca enseñando los dientes. De vez en cuando dirigía su mirada hacia nosotros y después hacia el vigilante.
— Lo sé, hace calor para dormir en la cueva. Da un paseo a ver si te refrescas. Ahora nos vemos.
Acto seguido el vigilante se alejó y comenzó a tatarear una canción que me era conocida. Isaac y yo salimos de la cueva con el muerto en los hombros.
— ¿Le estaba hablando al tigre? — pregunté.
— Es lo que hace la soledad. Empiezas a hablar con los animales.
Sonreí, imaginando al vigilante hablar con cada animal. Entonces noté como me vibraba el móvil. Con la mano libre lo cogí.
— ¿Sí? — dije levemente dado que estaba haciendo un gran esfuerzo para que no se me cayera el muerto.
— Zeth, ¿dónde estás?
— Hola Abel, gracias estoy bien — dije con desgana.
Isaac mirándome dejó el cadáver en el suelo y se acercó al tigre lentamente. Me sorprendió que esté no saliera corriendo. No le tenía mucha confianza pero dejó que le acariciara. Me quedé por un momento alucinado.
— Zeth, en serio dime dónde estás. He enviado algunos Gifts a buscaros a ti y a Isaac y dicen que no os encuentran.
— Es que estamos en el Zoo.
— Y ¿qué hacéis en el Zoo?
— Investigando y siguiendo algunas pistas.
No me gustaba mucho Abel. Era el padre de mi novia pero también era el que la había abandonado. No me gustaba estar bajo sus órdenes, por eso hacía las misiones a mi manera e iba donde quería. Desde que me fui de la ODDSI me hice una promesa a mí mismo: Nunca más estaría bajo la autoridad de un líder, como fue Adón. Eso se lo dejé bastante claro al padre de Zoey. Por otra parte, Abel me dejaba ir a mi aire supongo que por mi novia. Buscaba su perdón aunque esta se lo negaba. Yo no me metía entre ellos, dado que quería que la decisión la tomase mi chica sin dejarse llevar por otras personas.
— Y ¿Qué has descubierto? — preguntó Abel despistándome de mis pensamientos.
— Un cadáver. Tiene algunas heridas sospechosas. Puede ser obra de algún humano, pero no estamos seguros. Me gustaría investigar a fondo el asunto antes de dejárselo a los policías. Por eso te pido que mandes a los Olvidadores y algunos Gifts para trasladar la víctima.
— Vale ahora mismo te los mando. Por cierto Zoey y Blanca han tenido un altercado en las ramblas con los Alfas. Se ha montado una gorda. Tenemos a un Alfa detenido. Vamos a interrogarle, quiero que estés presente.
— Perfecto ahora voy para allá.
Colgué.
Isaac se acercó lentamente.
— ¿Trabajo?
— Como siempre.
— Tranquilo vete, yo me quedo con mi amigo — dijo señalando al pobre hombre muerto.
— Lo siento Isaac, no has podido alimentarte.
— Descuida, estoy acostumbrado. Tengo que controlarlo.
Le sonreí.
Volví a saltar el recinto. Me fui con paso decidido a la salida del Zoo. No sé qué estaba pasando, pero de una cosa estaba seguro: No era nada bueno.
Palabras en el texto con *
Parque de la Ciutadela: fue durante muchos años el único parque de la ciudad de Barcelona . Fue construido en los antiguos terrenos de la fortaleza de la ciudad (de ahí su nombre ), a imagen y semejanza del del Jardín de Luxemburgo de París .
Está situado en el barrio de la Ciutat Vella , en el triángulo comprendido entre la estación de Francia , el arco del triunfo y la Villa Olimpica , entre el paseo Pujades, el paseo Picasso y la calle Wellington. Dispone de diez accesos y tiene una extensión de 17,42 hectáreas, sin contar el Zoo de Barcelona .
En el parque se ubica el antiguo Arsenal de la Ciudadela, sede actual del departamento de Cataluña.
(Información sacada de Wikipedia).
Olvidadores: Organización que se encarga de limpiar los escenarios de altercados de batallas en que se ven involucrados los Gifts. Están divididos en dos secciones:
1. Limpiar la escena. Tiene un don que rebobina el tiempo al pasado dejando la escena tal y como estaba antes del suceso.
2. Borran la memoria a posibles testigos.
¿Quién ha matado a este hombre?
¿Porqué le falta una parte de su cuerpo?
¿Porqué Abel quiere que Zeth esté en el interrogatorio del Alfa?
La respuesta en el siguiente capítulo.
¡Hola mis Gifts!! Un nuevo capítulo más de Naélium. Primero pedir perdón por la extensión del capítulo. Me he emocionado al escribir pero la inspiración me llegó de golpe.
Votad, comentad y añadir en lista de lectura.
¡Nos leemos pronto!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top