Capítulo 16: La Ciudad perdida
Zoey
Mi cuerpo se relajaba conforme iba bajando más metros. Esa soledad que había temido tantos años, ahora me resultaba placentera y llamativa. El silencio puro y delicioso que experimentaba mi cabeza, era algo inaudito. Desde que nací escuchaba dentro de mi cabeza todas las mentes de mí alrededor, pero por una vez aquí reinaba la paz. Envidié por un momento a los camaleónicos, habían decidido, con absoluta certeza, un hogar donde vivir. Un sitio donde la paz y el bullicio de la ciudad parecían sólo susurros.
Perdí la noción del tiempo, no me acuerdo cuanto rato estuve en el fondo del mar dejando que mi cuerpo flotara sin mover ningún músculo. Todo parecía fácil, todo parecía un sueño. No me había dado cuenta, cuanto deseaba esa paz. Desde que conocí a Zeth y entré a la ODDSI, mi vida había cambiado completamente. Todo eran batallas, engaños, mentiras, mitos, alucinaciones con la Zoey de espejo, amores, desengaños... Deseaba volver atrás y no tener que preocuparme por salvar el mundo de un tío imbécil como Adón. Pero teníamos que hacer algo, si no la humanidad estaría perdida.
Mi mente luchaba por volver al mundo real, mientras que mi corazón me incitaba a quedarme quieta donde estaba para disfrutar un poco más de la tranquilidad. No sé qué habría pasado si no hubiera escuchado a Blanca por medio de mi Sign.
—Chicos tenéis que ver esto, parece que nos hemos adentrado en la película de la sirenita—dijo con una voz que parecía de emoción.
Una parte de mi mente, admiró la tecnología que había creado Abril y Abel. Antes de hacer ésta misión, Abril había modificado nuestros Signs. Había hecho algo parecido a mi don de leer mentes. Podíamos comunicarnos debajo del agua por medio de los tatuajes y la voz sonaría dentro de nuestras cabezas. Sólo teníamos que tocarnos el Sign, pensar en las personas que queríamos dirigirnos y enviar el mensaje. Para Zeth y Blanca éste invento era el mejor de los que había hecho Abril, para mí era mi día a día. Ahora tendría más voces en mi cabeza ¡Qué ilusión!
—La ciudad está rodeada de algas grandes y asquerosas. Intenta no tocarlas —respondió Zeth, haciendo que volviera a la realidad.
Escuchaba como ambos tenían conversación de cómo entrar en la ciudad, para hacerlo en lo máximo de sigilo. Yo aún disfrutaba de mis minis vacaciones flotando en las aguas.
—¿Zoey, dónde estás? —Preguntó de golpe Blanca— ¿Por qué no contestas? ¿Estás bien? ¿Te ha pasado algo?
—Voy a buscarte—dijo con determinación Zeth.
—No, tranquilos estoy bien. Sólo estaba disfrutando del silencio.
—Joder, Zoey, no des estos sustos—me regañó Blanca.
—Dirígete al este durante dos kilómetros, allí notarás que las aguas están más frías y espesas. Eso significará que estás cerca de la ciudad de Disney—me dijo Zeth.
Mi alma gemela sabía cuándo preocuparse por mí y cuando no. Daba gracias a que no era muy protector, sólo cuando era necesario. A veces parecía que él sí podía leer mi mente y saber cuándo necesitaba mi espacio.
—Ahora voy para allá, esperar a que llegue ¡no entréis!—Contesté lentamente.
Aún con mi cuerpo frotando y suspendido en el mar, me obligué a mover los dedos de las manos. Seguidamente las piernas. Noté cómo mi cuerpo se quejaba por el movimiento, no quería perder el privilegio de la serenidad. Pero ya era tiempo de volver al trabajo. Hice una inhalación profunda. Una parte de mi celebro admiró la píldora que hacía que pudiéramos respirar debajo del agua. Ni siquiera al coger aire el agua osaba entrar en mi cuerpo ¿Cómo lo haría?
Dejé el rollo científico para Abril y Abel y comencé a moverme lentamente. No sabía dónde estaba, pero seguramente encima de mí estaría el puente del puerto. No pensé en volver a la superficie no quería que los "humanos" se asustasen, no quería llamar la atención. Así que descendí todo lo que pude hasta que mis pies tocaron la arena.
Era la hora de utilizar otro artefacto muy práctico que me fabricó mi amiga "la tatuadora" exclusivamente para mí. Era como un mando, muy pequeño que se ataba entre el dedo pulgar y la muñeca. Tenía dos botones. Me acordé cuando me lo dio Abril y mi cara de póker al no entender qué demonios era eso.
—¿Has oído hablar de la ecolocalización? —me preguntó Abril en su sala mientras me modificaba, otra vez, mi Sign.
—¿Lo que usan los murciélagos para no estamparse con las paredes? —contesté.
—Más o menos es así. Los murciélagos lo usan para encontrar comida y poder volar a sus anchas en la oscuridad. Éstos emiten ondas sonoras por sus bocas y nariz. Cuando las ondas llegan a una pared u objeto producen ecos. Éstos a su vez rebotan y vuelven a las orejas del animal.
Me quedé pensativa un buen rato.
—¿Me estás diciendo que me vas a transformar en un murciélago?
Mi amiga se rio a carcajadas y me dio una palmada en mi mano libre, señal de que le había gustado el chiste.
—No boba, voy a programarte el Sign. Utilizarás éste mando para producir sonidos y el Sign recogerá el eco, haciendo que puedas ver (en la medida de lo posible) los objetos que tengas alrededor. No te puedo asegurar que puedas ver totalmente, a lo mejor verás alguna sombra, pero lo justo para que puedas desenvolverte por el mar.
Toqué suavemente el mando que me había puesto delicadamente en las manos. Lo presioné y escuché un leve sonido. Al hacerlo vi como una onda gigante salía de mis manos e iluminaba la estancia. Los objetos iban iluminándose poco a poco. De la oscuridad absoluta, éstos iban apareciendo tímidamente haciendo que me pudiera situar, aunque enseguida desaparecía.
—¿Funciona? —preguntó Abril.
Sonreí ante su pregunta.
—¿Dudas de tus cualidades?
—La verdad es que no, pero lo fabriqué para utilizarlo en el agua, no en la superficie.
—Pues sí funciona, aunque no dura mucho. Pero lo suficiente para situarme. Muchas gracias—dije dándole un enorme abrazo de agradecimiento.
Sonreí al recordar la escena. Estando en el agua, notaba el mando más resbaladizo pero a la vez más denso. Presioné con decisión el mando y una onda atravesó el mar aproximadamente uno 10 kilómetros desde mi situación. Me sobresalté al darme cuenta que alrededor de mí nadaban los peces, ajenos a mi presencia. Parecían que hacía una coreografía cada uno cumpliendo su papel, dirigiéndose a quién sabe dónde pero sin chocarse entre ellos.
Dirigí mi cuerpo al este, cómo me había dicho Zeth y comencé a nadar lo mejor que pude. De vez en cuando presionaba el botón para no chocarme con algunos peces o para saber que me dirigía en la dirección correcta.
Después de unos largos minutos, llegué a la ciudad junto a mis amigos. Ellos estaban escondidos detrás de un cascote grande, que en sus mejores días fue un barco.
—Hola, Zoey—me saludó Zeth contento y dándome un beso en la cabeza—debajo del agua te ves preciosa.
—¿Funciona ese cacharro? —preguntó Blanca, ignorando el cumplido de mi novio.
—Perfectamente—contesté riéndome de la situación.
Entonces lo volví a utilizar y logré ver la ciudad. Eran como ruinas pero se podían ver perfectamente que algún ser inteligente lo habían construido. Había columnas corintias, arcos de las puertas preciosos, estatuas de ¿Sirenas?
Absorta por la situación empecé a nadar hacia la ciudad, para atravesarla. Mis compañeros me seguían por la espalda. Cada uno íbamos armados: yo con mis dos dagas características, Zeth con su espada que se podía encoger (obsequio de Abril) y Blanca... ella no quería armas decía que le valía su don de la electricidad. Aunque yo le recordé que estábamos en el mar y si hacía chispas acabaríamos todos muertos.
La ciudad era hermosa, bella y a la vez parecía abandonada. El aura transmitía soledad y tristeza. Alrededor de ésta, se alzaban unas algas enormes y aparentemente asquerosas.
—¿Crees que siguen viviendo aquí? —Preguntó mi amiga— parece abandonado.
—Están escondidos—contestó Zeth—noto que nos observan.
—Saben esconder sus pensamientos, dado que no logro escucharlos—dije extrañada.
—Puede ser que no puedas leérselo en su estado de "sirena" —me animó Blanca.
Asentí levemente con la cabeza. Nunca había tenido el privilegio de conocer a un camaleónico, podría ser que su genética es distinta y que mis dones no funcionen con ellos. Eso era bueno y a la vez malo. Si tuviera que luchar con uno de ellos no podría anticipar sus movimientos en la lucha. Mala cosa.
Seguí nadando lentamente hasta llegar a una especie de plaza redonda. Allí en el centro se encontraba una estatua preciosa, echa de mármol. Me acerqué mucho más, hasta estar a escasos metros del rostro de la estatua. Lo toqué con las manos.
—¡No puede ser! —exclamó Zeth.
—¿Es él? —preguntó Blanca al borde del llanto.
Pasé mis manos lentamente por su cabeza, brazos, dorso pulsando impulsivamente el mando para poder admirar más la construcción. Después de unos minutos, estaba convencida.
—Sí, es él—dije volviéndome hacia ellos— es Isaac, no hay duda.
—¿Por qué cojones hay una estatua de Isaac en el fondo del mar en la ciudad de los camaleónicos? —preguntó Zeth.
— ¿He llegado a conocerlo a fondo? —se preguntó así misma Blanca— ¿Isaac, nos ha estado engañando todo el tiempo? ¿O es Aini quién conoce a los camaleónicos?
—Ya habrá tiempo de averiguarlo—dije intentando calmar la situación—hay que encontrar al...
Entonces sentí que algo húmedo y resbaladizo nos lanzaba varios metros hacia atrás. Di varias vueltas sobre mí misma hasta que pude llegar a una columna y sobreponerme.
Al estar más o menos estabilizada, pulsé el mando y detecté con admiración que una sirena estaba luchando con Zeth. Le daba con la cola y lo enviaba lejos. Blanca intentaba cogerla por la espalda, pero ella era más rápida que nosotros, dado que estaba en su hábitat.
Nadé lo más rápido posible hacia su posición y le ataqué con mis dagas. Ella me esquivó de una manera sencilla como si estuviera bailando conmigo. A su vez ella me atacaba con su cola y me intentaba dar zarpazos en la cara. Hubo un momento que logré inmovilizarla contra una pared presionando sus brazos y su cola con mis piernas. Debajo del agua no tenía mucha estabilidad, pero lo suficiente para hacer que estuviera quieta y poderla contemplar.
Su pelo era largo, pero se podría camuflar perfectamente con las algas que rodeaba la ciudad. Su estructura era densa y asquerosamente viscosa. Sus ojos, negros, eran enormes, casi ocupaba toda su cara. Eran profundos e invitaba a profundizar en su ser. Su nariz parecía pegada y estampada contra su cara. Apenas tenía dos agujeros por donde el bicho podría respirar.
Sus labios eran carnosos, perfectamente perfilados que daban ganas de besar. Ahora entendía el mito de que los hombres no se podrían resistir a sus encantos. Pero lo que más llamaba la atención (aparte de su cola) era las branquias que se le marcaban en el cuello. Desde esa distancia podía notar cuando ella las abría y cerraba.
Me miraba intensamente y por un momento dejó de resistirse en escapar. A pesar de mi ausencia de la visión y la poca que me ofrecía la ecolocalización, podía sentir como ella me inspeccionaba como si me analizara. Intenté hablar con ella de una manera civilizada.
Levanté la mano, donde estaba mi Sign, lentamente y se lo puse en la frente. Lo hice con el mayor cuidado que supe hacer, para no asustarla. Ella me seguía observando con ¿admiración? Cuando mi mano tocó su piel, la sentí suave. Le envié algunos pensamientos a su cabeza.
—Necesitamos tu ayuda—le dije en la oscuridad, dado que la mano donde tenía el mando la tenía ocupada en su mente—Allí arriba existe un tío imbécil que se cree el Rey del mundo. Se empeña en dominar éste planeta.
No obtuve respuesta, pensé que mi don no estaba funcionando. Si no podía leerle la mente, podría ser que tampoco podría transmitirle los míos, ¿no? Le solté su otra mano y me alejé un poco para dejarle espacio. Quería demostrarle que yo no era una amenaza.
—Necesitamos que tú y tus amigos nos ayuden para enfrentarnos contra él.
—Vosotros sois iguales—dijo lentamente, su voz era siseante como si hablase una serpiente.
—Nosotros somos los buenos—contesté al mismo tiempo que aparecían Zeth y Blanca detrás de mí.
—No lo creo—dijo de una manera amenazante—los dibujos que tenéis dicen lo contrario.
La Sirena señaló la muñeca de Blanca y a mi mano que ésta en su frente, con cara de odio y rencor. Se estaba refiriendo a los tatuajes que nos hicimos en la ODDSI ¿Ella conocía a Adón?
—Todos los humanos sois mentirosos y engañosos. Lo único que amáis es la avaricia, el poder...
—Estás describiendo perfectamente a Adón—dijo Zeth de modo sarcástico.
—¡Y vosotros estáis con él aceptando sus motivos y sus métodos!—dijo chillando.
Entonces noté que ya no estábamos solos. Los tres nos volvimos de golpe y vimos una docena de delfines rodeando la ciudad. Éstos animales tienen fama de ser buenos y juguetones. Pero sus auras eran demasiada oscura e intensa. No eran amigables seguro. Pronto quedó demostrado cuando uno de ellos, vino nadando a toda velocidad hacia nosotros con las fauces abiertas.
La sirena con un movimiento rápido, me propició un colazo en la cara haciendo que "volara" contra una columna. Al mismo tiempo los delfines atacaban de dos en dos a mis amigos. Éstos los esquivaban como podían, casi siempre sin ningún éxito. Nuestros movimientos eran ridículos debajo del agua.
Busqué con ayuda de la ecolocalización al ser mitológico. Nadaba a toda velocidad hacia la estatúa de Isaac. Me dirigí allí con la rapidez que mis piernas humanas me permitían nadar. Conseguí agarrarla del pelo, gracias a que un pez (bastante enorme) se chocara con ella. Ella, al notar el amarre se giró y me gruñó. Me enseñó los dientes, largos y afilados.
Sin que pudiera prevenir su ataque, me mordió el cuello, arrancando un pequeño trozo de carne. Sentí mucho dolor, pero lo peor fue que empecé a sangrar con rapidez.
La sirena me dirigió una sonrisa triunfal, entonces abrió la boca y emitió un sonido agudo y tremendamente insoportable. Los delfines pararon de atacar y se volvieron hacia ella. Parecía que ella les estuviera hablando y los animales le siguieran fielmente.
Mientras yo me arrancaba un trozo de camiseta y me vendaba como podía el cuello. Me estaba desangrando rápidamente, sin mencionar que la píldora que me permitía respirar, estaba agotando su efecto.
Entonces los delfines comenzaron a nadar en varias direcciones como si huyeran de algo. La sirena me miró con algo de lástima en los ojos.
—Nada lo más rápido que puedas ¡ya vienen!
Intenté contestarle pero el dolor y el poco oxigeno que podía respirar hacía que me agotara más y más. De lejos pude percibir a dos peces enormes con aletas bastante típicas, que todo humano teme.
—¡Chicos, hay tiburones! —informé a Zeth y a Blanca—correr hacia la superficie para ver dónde queda la orilla.
—¿Zoey, estás herida? —preguntó Zeth.
Rápidamente noté unas manos en mi cuello. Al principio le propiné un golpe pero después reconocí a mi alma gemela.
—Tranquilo estoy bien, ¡vete, corre! —le grité.
Blanca nadó y se puso delante de nosotros. Los tiburones se acercaban más y más. Zeth intentaba nadar conmigo a cuestas pero yo estaba demasiado débil y él con la lucha también no estaba en buena forma.
—Intentaré noquearles con electricidad,
—Tendrás que dirigirle sólo por su cuerpo Blanca, si no, ¡nos matarás a todos! —dijo Zeth intentando llevarme hacia la superficie— estamos en el maldito mar.
—Lo sé, lo sé pero es nuestra única oportunidad.
Mientras Zeth me llevaba, con la ecolocalización logré detectar a la sirena que estaba escondida detrás de una roca. Levanté mi mano donde estaba mi Sign, con la otra me guardé el mando y saqué mi daga. Me rajé la mano para que viera que no estaba con Adón, mi Sign era para mí otra cosa. Mi tatuaje era signo de que por fin había abierto la luz. Había desafiado a Adón, demostrándole que no era como él. Usaría mis dones para el bien común y no para mis intereses personales como mi rival. La Sirena me miró con fascinación.
¡Ayúdanos! —pensé con la esperanza de que con mi don le pudiera mandar el mensaje telepáticamente—somos diferentes, sólo queremos que Adón no se salga con la suya.
Miré por última vez la estatua y sonreí.
Ojalá estuviera Isaac para que lo vieras. Él también necesita ayuda, Adón le ha hecho algo—pensé mirándole por última vez al ser.
Ella abrió su boca de par en par y miró los tiburones que estaban rodeando a Blanca. Mi amiga enviaba pequeñas corrientes eléctricas al tocarlos. Sabía que se estaba controlando, dado que si lo hacía a lo grande todo el mar mediterráneo acabaría achicharrado. La Sirena por fin reaccionó, asintió con la cabeza y ayudó a Zeth a llevarme a la superficie.
Antes de llegar pude ver a una mujer mayor nadando con facilidad hacia nosotros. Levantó la mano y de ella salió una luz blanca, tan blanca que tuve que retirar el mando para no cegarme el celebro. Llegado a éste punto la pastilla perdió su efecto, con ello el oxígeno y a consecuencia perdí las consciencia.
— ¿Por qué hay una estatua de Isaac en la ciudad de los camaleónicos?
— ¿Qué tiene que ver él con ellos?
—¿De qué conoce la Sirena a Adón?
—¿Porqué reconoce el Sign?
—¿Quién es la anciana que los ayuda? ¿y por qué los ayuda?
¡Todas las respuestas en el siguiente capítulo!
Mis queridos Gifts, por fin estoy de vacaciones y gracias a ellos he podido escribir éste capítulo que hacía meses lo tenía atravesado. Espero que os haya gustado y os espero en el siguiente.
PD: En el encabezado os dejo un documental sobre sirenas ¿Son reales o no? Cada uno que saque su conclusión
¡Felices vacaciones y verano!
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