Capítulo 15: Kaliska
Zoey
Intentaba coger todo el aire que mis pulmones osaban llenar. La carrera que habíamos hecho, era como una maratón. A pesar del cansancio y la sensación de que me iba a desmayar por falta de oxígeno, no dejaba de pensar en mi amiga.
Después de la escena del Alfa en el metro y ese "zombi" maloliente, habíamos conseguido escapar sin ser vistos. Claro que para conseguirlo, tuvimos que correr por las alcantarillas. Había sido un gran reto para mí, dado que iba a ciegas, nunca mejor dicho. Zeth había cogido a Blanca en brazos, dado que la chica se había quedado indispuesta. No podía meterme en los ojos de mi chico, desde que lo conozco nunca he podido. Mientras que mi amiga, estaba en estado de shock y su mente prácticamente estaba en blanco.
Así que, fui corriendo por las alcantarillas sin rumbo fijo y sin ver un pimiento*. Me guié básicamente por el olfato. Es cierto que el olor a basura y desechos era bastante fuerte, pero el olor a sal era algo perceptible. Al no tener vista mi olfato era bastante bueno, así que pude guiarnos hasta el puerto de Barcelona, cerca de la parada del metro Drassanes. Allí se situaba el centro comercial Maremágnum, al lado de la estatua tan famosa de Colon.
El edificio comercial se encontraba en medio del mar. Para poder llegar del puerto al Maremágnum, se tenía que pasar por un puente móvil. En él, había bancos para poder admirar el mar y las embarcaciones. Mi madre me había hablado que en éste puerto se encontraba alguna embarcación del príncipe de España o de algún político importante. A mí, simplemente me daba igual. Nunca me había llamado la atención el mar, dado que el agua da la sensación de inmensidad. Cuando una persona no puede ver, esa sensación aumenta así que, sí lo reconozco me da miedo el mar.
Después de un rato, decidí sentarme en un banco cerca del muelle. Me sumergí en los ojos de algún transeúnte y pude localizar uno vacío. Zeth con Blanca en brazos, me siguió. Al llegar sentó a mi amiga en el centro de los dos.
—Voy a llamar a Abel, para contarle lo del metro y lo de... Isaac—dijo mi novio en susurros.
—Sí, que llamen a los Olvidadores para borrar toda pista de los Alfas y de nosotros. Sobre todo los restos del zombi y del petróleo viscoso—contesté seria.
—¡Perfecto! Y que también borren la memoria a las personas que estaban en el andén ¡Qué jaleo*!—dijo Zeth.
Entonces el chico se alejó de nosotras y pude escuchar cómo le contaba por encima lo sucedido a mi "padre". Dejé de escuchar para mantener toda mi atención en Blanca. Ella estaba confusa por lo de Isaac. Su mente iba muy deprisa. Las imágenes de los últimos acontecimientos y los recuerdos, se iban mezclando sin control.
Le cogí suavemente la mano a mi amiga, pero ésta me rechazó. Su dolor estaba presente y necesitaba poner en claro su mente.
—Ese no era Isaac—contesté a una pregunta que se hacía ella en su mente—era otra personalidad que lo dominaba.
—Lo sé—dijo seria—pero todo este tiempo ¿Cómo sé cuándo Isaac era Isaac y no ese tal...?
—¿Aini? —pregunté al recordarme de ese ser endemoniado.
—Aini, sí. Todos esos momentos que estábamos juntos. Todas las veces que viajábamos a nuestro mundo, esas veces que me decía que me amaba ¿Era Isaac o Aini con ganas de ganarse mi confianza y matarme?
Ella suspiró y comenzó a llorar en silencio. En su mente apareció ella y el Curasangre en una montaña nevada, estaban en la cima. A pie de la montaña se podía ver una casita de madera que parecía muy acogedora. En el horizonte se podía ver el mar y una isla bien grande. En ella sobresalían los árboles y arbustos. Tanto la naturaleza como la playa me eran muy familiar. Me quedé un rato pensando, hasta que me vino a la mente algo y con ello miles de preguntas. Se parecía al Naélium, el mundo de Zeth y mío. Pero era imposible que Blanca pudiera viajar a nuestro mundo, dado que los Signs son únicos y especiales. Esta curiosidad lo guardé en lo más hondo de mi mente, ya haría mis investigaciones. Ahora sólo me importaba el estado psicológico de mi amiga.
—Blanca, tú conoces a Isaac—le dije para animarle—Sabes cuándo te miente o no. Además si fuese Aini quién estaba contigo, te hubiera matado ya. Créeme cuando te digo que ese ser está desesperado por tu sangre. En cambio no volvió a morderte. Isaac supo controlar a Aini, por lo tanto fue él en todo momento.
Mi amiga se quedó un rato pensativa y entonces rememoró las veces que ella le pidió que le mordiese y él se negó. Después de unos segundos decidí salir de su mente dado que sus recuerdos iban a una dirección demasiada intima. Quería darle un poco de privacidad.
—Supongo que tienes razón—contestó—y estoy haciendo una montaña de arena. Pero ahora se ha ido. Por favor Zoey, tu que le has leído la mente dime ¿Hay algún resto de la conciencia de Isaac? No ha desaparecido ¿Verdad? Aini no le ha dominado por completo.
Reflexioné esas preguntas. En verdad no tenía ni idea si Isaac volvería a ser el mismo. Estaba claro que llevaba años combatiendo y luchando con Aini. Ahora que el demonio había ganado, no sé qué sería de él.
Volví a coger la mano de mi amiga y esta vez, ella me correspondió. Puso su cabeza en mi hombro intentando no gimotear. Su tristeza me invadía y no podía evitar sentirme culpable ¿Habría tenido alguna posibilidad de ayudar a Isaac a controlar a Aini? ¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué no le había leído la mente a ese ser antes?
—No te puedo prometer cosas que no sé. No he escuchado más la voz de Isaac, desde que Aini tomó su cuerpo. Pero su esencia sigue estando. A lo mejor ese ser diabólico lo mantiene durmiendo para poder así dominarle.
Ella asintió levemente, intentando cogerse a cualquier explicación que le diese esperanza. Después nos quedamos en silencio. Mientras la conversación de Zeth con Abel, estaba llegando a su fin. Mi chico al colgar el teléfono, volvió a nuestra posición.
—Despertaré a Isaac—soltó de golpe Blanca— Si Aini lo tiene dormido o dominado haré lo imposible para derrotarlo. Ese cuerpo pertenece a mi chico, ese demonio tiene que desaparecer.
—Te ayudaremos—contestó Zeth por los dos—estamos contigo. Además, no puedo vivir sin meterme con Isaac. Ya los chistes de vampiros no tienen gracia si él no está para escucharlos.
Asentí levemente, dando entender que estaba de acuerdo con mi novio. Isaac es uno de los nuestros, haremos que vuelva sin duda.
—En la organización buscaremos información sobre Aini—dije volviendo al trabajo—pero ahora tenemos que buscar a ese tal Camaleónico y convencerlo que luche a favor nuestro.
—¿Cómo haremos para que quiera estar de nuestro lado? —preguntó Blanca—por lo que nos contó Abel, ellos llevan años huyendo de todos los Gifts e incluso de los humanos. Es decir, aman la privacidad.
—Es verdad, pero ahora peligra el mundo, SU MUNDO aunque no lo quieran reconocer. Al menos ellos viven en él —señaló Zeth.
—Bueno chicos nos toca un baño ¿Estamos listo? —pregunté directamente con ganas de que empezase la acción.
—Sí—contestaron ambos.
Entonces cada uno cogimos una pastilla de color naranja. Antes de salir de la organización, Abel nos la dio diciendo que era especial. Nos permitiría respirar bajo el agua aproximadamente cuatro horas. La clave era tragarla justo antes de lanzarse al agua. Así que nos dispusimos a obedecer esas órdenes.
Cogí la pastilla que tenía guardada en mi pantalón. Me levanté del banco y me acerqué a la orilla seguida de mis amigos. Los transeúntes comenzaron a pensar que estábamos locos. Estábamos llamando la atención, pero daba igual. Ya con lo del metro, el modo sigilo ya no era factible.
Me metí la pastilla en la boca y me la tragué. Era pequeña así que fue fácil tragarla sin agua. Esperé a escuchar como mis acompañantes también se lo tragaban.
—Si lo veis, acordaros de informar a los otros por medio del Sign—dije decidida.
—Esa sirena o tritón no se escapará—dijo Zeth.
—Espero que no te atonte con su cante—contestó Blanca de broma. Aunque se le notaba bastante distante.
Suspiré bien alto y por una vez agradecí no poder ver. Escuchaba las gaviotas, el sonido del agua golpear el embarcadero, las personas pasear por nuestro alrededor. Intenté negar el miedo que estaba sintiendo dentro de mi ser. El mar siempre había estado presente en mis pesadillas y ahora me tenía que adentrar en él. Pero tenía que hacer algo para que Adón no ganase la partida. Así que cogí aire (algo innecesario dado que ya estaba notando el efecto de la pastilla) y salté al agua seguida de Blanca y Zeth. Lo primero que sentí fue lo fría que estaba el agua y que no estábamos solos.
En algún lugar del puerto
Una anciana que parecía estar fuera de lugar, estaba sentada en un banco cerca de un trio de adolescentes. Ella los observaba como alguien observa un animal fiero: Atenta y distante. Estaba deseosa de entrar en acción y dejarse ver. La anciana sabía que ella aún no había despertado, el muchacho que hizo el conjuro lo hizo bastante bien. Pero ya era tiempo de que despertara y comenzara a reinar su mundo, Naélium. Ya era tiempo de que volviera a resurgir de sus cenizas y que sus habitantes volvieran a su hogar.
Con éstos pensamientos, la anciana, se acercó al mar justo donde los adolescentes se habían sumergido. Sacó una flauta de madera, tallada con dibujos y colores llamativos. Comenzó a tocarla suave, tanto que las personas que estaban a su alrededor no escuchaban la melodía. Después de tocarla, admiró el mar.
—Que lo invisible, vuelve a ser visible—dijo en susurros— es hora de que vuelvan a rencontrarse. Esta vez será diferente, Camaleónica.
Entonces tiró el instrumento al océano, ésta se deshizo lentamente. Parecía que no fuera de madera si no de papel. Cuando acabó la anciana se lanzó al mar, dispuesta a contar todo del pasado y hacer que se vuelva presente.
Noda
Me encontraba en el bosque persiguiendo a la anciana misteriosa. Después de caminar más o menos una hora, llegamos a una pequeña cascada.
—¿Vives...aquí? —pregunté señalando la masa de agua que caía de una roca bastante alta.
—Vivo dentro de la roca, lo que comúnmente se denomina "Casa cueva" —dijo haciendo las comillas con las manos.
Entonces atravesó las aguas, pero éstas se apartaron de su cuerpo, evitando así que Kaliska se mojara. Cada vez me fascinaba más la magia que procesaba la mujer. Supongo que por ello decidí hacer ésta locura: Ir a su casa para pedirle algo aparentemente imposible.
Me quedé parado viendo como el agua volvía a su estado normal. A través de ella podía percibir la silueta de la Sabia, que iba de un lado hacia el otro. Respiré hondo y atravesé la cascada quedando totalmente mojado. Me giré mirando el agua y preguntándome porque no se había apartado como lo hizo con Kaliska.
—Tienes el corazón roto—dijo la mujer de espaldas a mí—la naturaleza percibe nuestras emociones.
La miré con desconfianza y observando la casa. Tenía miles y miles de instrumentos de madera. Flautas decoradas de muchas formas, tamaños y colores. En un rincón se encontraba un caldero que en la superficie se podía percibir un humo transparente. La estancia era oscura, la iluminaba unas velas estratégicamente bien puestas. Al otro lado de la habitación se encontraba una cama que no parecía muy cómoda.
—Dijiste que no eras una bruja—dije señalando el caldero.
—Y no lo soy, esa es mi cena. Lleva horas hacer la comida en un caldero viejo y maltrecho.
No le creí mucho pero ciertamente me daba igual. Estaba dispuesto a conseguir lo que quería. Kaliska se sentó en una silla y me invitó a sentarme en la otra que estaba al otro lado de una mesa. Encima de ésta, se encontraba mínimo diez flautas de una manera desorganizada.
—El orden no es tu fuerte—dije burlándome de ella un poco, por venganza.
—Soy Sabia, no una chacha. Además aquí sólo vivo yo, es decoración Kaliska.
—Ya y ¿cómo te entretienes? Ya sé, tocando la flauta a los árboles para hipnotizarlos ¿verdad?
La mujer me miró con desagrado y la cascada, que estaba justo a mi espalda, comenzó a caer de una manera atronadora. Tenía que recordarme, que ésta vieja podía dominar la naturaleza. Aún me acordaba del árbol, que bajaba las ramas para poder ser acariciado por la anciana. Decidí ser más amable con ella, quería que estuviese de buen humor, para el favor que le iba a pedir.
—Éstas flautas son mágicas—dijo Kaliska interrumpiendo mis pensamientos— con ellas puedo hacer cosas imposibles.
—¿Por qué tienes tantas? —pregunté casi sin darme cuenta, hasta que la pregunta salió de mi boca.
Ella se levantó de la silla y sacó la cafetera del fuego (que no sabía cuándo la había puesto) y sirvió su contenido en dos tazas. Después con un paso lento, volvió a la mesa y me puso la taza delante. Le miré con desconfianza, no conocía ésta mujer, tampoco sabía que quería de mí.
—Es té, querido Noda, no te voy a envenenar — bebió de su taza — al menos por ahora.
—No me has respondido a la pregunta—dije ignorando sus palabras y rechazando el "té".
—Tengo tantas flautas, porque cada uno tiene un dueño. Es decir que las flautas pertenece a todos los habitantes de éste país. Yo tengo una y tú tienes una.
—¿Para qué sirven? —pregunté observando de nuevo la estancia y admirando la cantidad de instrumentos que había. Mínimo allí había mil.
—Al tocar esas flautas se puede ver el pasado, presente y futuro de su dueño. Yo las fabrico cada una y les otorgo ese poder.
Mi boca de pronto se quedó seca. Me quedé tan absorto por ésta información que inconscientemente agarré la taza y pegué un sorbo. No sabía nada mal.
—¿Cómo funcionan?
—Si las tocas y a la vez deseas con el corazón lo que quieras ver, entonces aparecerá delante de ti.
—Quiero tocar la mía—dije con un tono de autoridad.
Kaliska me sonrió, su sonrisa era terrorífica. Algo tramaba y no era nada bueno. Pero eso no iba a impedir salirme con la mía.
—Noda, en verdad tú quieres otra cosa, no tu flauta ¡Dímelo de una vez y no me hagas perder el tiempo!
Le miré con dureza y saqué la daga que hacía unas horas había acuchillado al árbol gigantesco. La anciana me estaba sacando de mis casillas. Pero tenía razón, estaba dando muchos rodeos.
—Quiero que Esmeralda se enamore de mí —dije sin tapujos.
—Eso es imposible—me contestó en seguida.
—¡¿Porqué?! —chillé y me levanté derramando el té.
—Mi magia es de luz. Tengo estos poderes porque lo uso para el bien. Obligar a otra persona a sentir emociones en contra de su voluntad no está en mi ética moral. Ese es trabajo de otro ser.
—¡Entonces no me sirves de nada, vieja inútil!—dije con furia.
Tiré la mesa al suelo y escuché como la cascada empezaba a sonar tan fuerte que parecía una tormenta ¿O podría ser que se acercara una tormenta?
—No te dejes llevar por el odio y el dolor, Noda. No te ayudará en nada. Esmeralda está destinada a estar con Charles, no contigo.
—¿Eso lo dice mi flauta? —pregunté ahora amenazándola con la daga.
Ella miró mi arma como un perro mira una hoja. No le provocaba ningún miedo y parecía que se mofaba de mí. Después de unos segundos movió los hombros en señal de rendición.
—Te daré tu flauta y verás el futuro que te espera. Pero ten cuidado, no todo es lo que parece ser—me dijo levantando un dedo y señalándome.
Entonces de debajo de su túnica maltrecha me ofreció una flauta de madera de color negro y gris. Era muy hermosa con adornos dorados. La cogí con urgencia y resistí las ganas de tocarla en ese mismo instante.
—Una cosa más—dije ahora tocando mi daga en su cuello— quiero que me digas quién es ese ser que puede cumplir mi deseo, de que Esmeralda se enamore de mí y dónde puedo encontrarle.
—¿De verdad es eso lo que deseas, Noda? —me dijo apartando la daga lentamente y mirándome con sus ojos celestes.
—Sí—contesté convencido.
Kaliska se levantó lentamente de la silla y comenzó a recoger la mesa que había tirado. Parecía que dentro de ella estaba se estaba librando una batalla. Presentí que ese ser fantástico no era nada bueno, si era opuesto a la Sabia. Yo sólo deseaba que no estuviera como una cabra como Kaliska, lo demás me daba igual.
—Quiero prevenirte. Ese ser es peligroso. Engaña, miente y hiere a su antojo. Yo no iría en su búsqueda, pero— dijo levantando la mano para impedir que le reprochara— te diré lo que quieres saber, porque desgraciadamente es tu destino.
Entonces cogió aire me miró a los ojos y dijo:
—El ser que buscas se llama Aini y lo encontrarás en el reino de Samán.
¿Por qué Kaliska ayuda Noda?
¿Qué tiene que ver Aini en todo esto?
¿Conseguirá Zeth, Blanca y Zoey encontrar al Camaleónico?
¿Qué es lo que busca La anciana de los tres protagonistas?
Las respuestas en el siguiente capítulo :D
¡Nos leemos pronto!
Palabras del texto con *:
— "Sin ver un pimiento": Es decir, que no puede ver absolutamente nada.
— Jaleo: Mucho alboroto y lio.
¡¡¡Hola mis queridos Gifts!!! Espero que os haya gustado éste capítulo tan intenso y sorprendente. Os espero en los siguientes capítulos....
Paz
PD: El video del encabezado son sonidos del bosque, para que os hagáis una idea de cómo sería estar en Naélium :D
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