Capítulo 13: El primer Sign de la Historia

Esmeralda, en el castillo del Rey Charles

—Dejadnos a solas—ordenó el Rey.

Los guardias me soltaron despacio, parecía que tuvieran miedo de que hiciera algo contra ellos. Seguidamente hicieron una reverencia y se marcharon por un lateral de la sala. Tan pronto que estuvimos a solas, Charles me sonrió. Le devolví la sonrisa. Quería agradecerle por salvarme la vida pero no sabía por dónde empezar. Él se acercó y me acarició el rostro. Cerré los ojos y ladeé la cabeza para que su mano acunara mi cara.

—Gracias, me has salvado—susurré mirándole a los ojos. Esos extraños ojos que me hipnotizaban.

Hoy había sido un día muy movido, lleno de sorpresas y emociones. Había descubierto que el extraño siervo era verdaderamente el Rey Charles. Seguidamente me había besado y había sentido algo muy fuerte. Más tarde me habían condenado a muerte y me habían juzgado. Afortunadamente había salido ilesa gracias a éste hombre.

Charles se aproximó más a mí. Me acarició los labios y posó su nariz encima de la mía. Suspiró fuerte y cerró los ojos. Parecía que se regocijaba con mi perfume.

—Esmeralda ¿Qué me has hecho?

Le miré sorprendida, no esperaba esa reacción por su parte. Él abrió los ojos y me miró intensamente.

—Mi vida se basa en hacer lo mejor para mi pueblo. Antes lo hacía sin rechistar porque era mi deber. Pero desde que te conozco se me hace más difícil cumplir como Rey—se giró me dio la espalda.

Se aproximó a un armario y cogió una copa que rellenó con vino. Me hizo una señal por si quería una. Le rechacé lo más elegantemente posible. Me apoyé en una columna y decidí seguir ésta conversación que no sabía a dónde iría a parar.

—¿Qué es lo que no puede cumplir, Rey?—pregunté evitando su mirada.

—Trátame de tú, Esmeralda—dijo animándome con una sonrisa—Después del beso y que sabemos los secretos del otro, creo que ya me puedes titubear...

Él se acercó y rozó su labio con el mío de una manera rápida. Mi bello del cuerpo se erizó haciendo que temblase por el magnetismo. Cerré los ojos un minuto para mantener la compostura y seguidamente los abrí esperando que siguiese con la conversación. Charles cambió su gesto de alegría por enojo. Algo que había pensado le hacía sentirse mal.

—Dentro de poco me casaré con Navit, la princesa del reino vecino. Pero es un casamiento sin amor, dado que ni la conozco ni la he visto nunca—Me sonrió y me suplicó con la mirada—yo no quiero casarme con ella, no la amo ¿Tengo que condenarnos a ella y a mí a un matrimonio sin amor?¿Tengo que sacrificarme para mantener la paz de dos reinos? ¿Tengo que renunciar a ti, ahora que nos estamos conociendo?

Me separé de él al acordarme de la boda. Tenía razón, él tenía que hacer lo correcto. En sus manos estaba el futuro de Kiau. Charles no iba a quitar la seguridad del pueblo por tener un desliz con una sierva insignificante. Agaché la cabeza comprendiendo la situación y me dispuse a irme. Él me cogió del brazo parando mi marcha.

—Mi deber es casarme, pero no puedo evitar lo que siento por ti. Es como si nuestro destino fuera estar juntos ¿No es raro que ambos tengamos dones? Nadie en este reino y los alrededores lo tienen. No es casualidad que sintamos que estamos conectados.

Charles cogió mis manos y las acarició. Sentí una electricidad que iba de mi mano hacia mi cabeza.

—Hay mucho en juego — dije bajito reteniendo las lágrimas — estamos hablando del futuro de todos. No quiero que por mi culpa haya una guerra. Yo sólo soy una sierva. Navit puede ser una buena Reina y con el tiempo la acabarás amando. El tiempo todo lo cura ¿no?

—Lo que acabas de decir es cierto. Hay mucho en juego pero el amor no se aprende, nace de lo más dentro del corazón. Por eso dime que no sientes nada por mí y te dejaré marchar. Jamás te buscaré, vivirás tranquila dado que nadie del reino irá a tu encuentro.

Le miré con lágrimas en los ojos. Pensar en no verle más y no poderle besar me dolía de una manera insoportable. Nunca había sentido algo tan fuerte. Charles se acercó y me besó despacio, lentamente. Ese beso en él parecía una promesa, más para mí era una despedida. Le separé despacio.

—Perdóname—dije sin mirarle—pero no siento nada por ti.

—Esmeralda, no me puedes mentir ¿Recuerdas? Mi don detecta que estás mintiendo.

—No PUEDO sentir nada por ti—rectifiqué.

Antes de que pudiera contestar, aparecieron dos guardias arrastrando a Noda de malas maneras. Lo miré asustada pero él me la devolvió con alivio.

—Señor Rey—dijo el guardia más corpulento—éste hombre ha entrado en el castillo sin ser visto. Quería robarle sus pertenencias.

—Eso no es cierto—protestó mi amigo.

El guardia de baja estatura le bofeteó. Yo chillé y me acerqué al soldado con la mano levantada. Charles me la cogió con delicadeza y me la bajó.

—No vuelvas a levantar la mano—me susurró en el oído—por éste gesto te puedo encarcelar por desafiar a la autoridad. Yo no lo haré pero alguno puede usarlo en tu contra.

Tenía razón, pero mi instinto de proteger a mi amigo era más grande que la razón. Noda me miraba extrañado. Tragué saliva, seguro que cuando estuviéramos a solas me haría miles de preguntas. Por ejemplo de cómo fui tan tonta para que me pillaran y me acusaran de bruja.

—No hace falta bofetearle—dije en voz alta ignorando lo que me dijo el Rey en mi oído—lo conozco, es un amigo. Es de fiar, yo respondo por él.

Charles me miró analizándome, seguidamente observó a Noda. Al final hizo un gesto y los guardias se retiraron dejándonos a los tres a solas. Mi amigo miró al Rey y a mí. Sabía lo que estaba viendo. La conexión inexplicable que había entre ambos. Noda pasó de largo y me abrazó fuertemente. Yo lo recibí de buen grado.

—Estas bien, Alda — me llamó mi amigo, con el apodo cariñoso que usaba hacia mi persona—cuando te vi atada en la hoguera me horroricé.

El Rey carraspeó. Ambos le vimos y vi en su mirada una chispa de celos.

—Esmeralda es inocente—dijo lento pero con un tono severo—así que es libre.

—Gracias—contestó Noda un poco incómodo por su reacción—Creo que va siendo hora de irnos.

Mi amigo me cogió de la mano suavemente y me llevó a la puerta. Charles me cogió de la otra evitando así avanzar.

—Nos volveremos a ver—prometió—Tenemos una conversación pendiente.

Miré nuestras manos y le miré a los ojos. Sentí un profundo dolor, tenía que despedirme. No me interpondría en el futuro de Kiau. La paz en el reino era más importante que mi vida amorosa. Él tenía que casarse y así proclamar la paz entre dos pueblos. Ésta sería la última vez que nos volveríamos a ver. Era lo mejor para el reino, aunque para mi corazón fuera un quebranto intenso.

—Adiós, Rey—dije aguantando las lágrimas.

Agarré la mano a Noda y dejé que me llevase a las fueras del castillo. La plaza donde antes se amontonaba el pueblo, estaba desierta. Parecía mentira que hacía un par de minutos estuviera en la hoguera atada. Bajé la cabeza y seguí a mi amigo hacia la puerta. Los soldados del portón del castillo nos echaron una rápida ojeada y con un gesto de desconfianza nos dejaron marchar. No respiré tranquila, hasta que mis pies pisaron las hojas secas del bosque.

Durante el camino a mi casa le expliqué a Noda lo que había pasado. Le conté que me había asustado y había salido corriendo. Que deseé un caballo con tan mala suerte que me estaba observando un niño. Lógicamente no le conté lo del beso ni lo de mis sentimientos hacia el Rey.

Mi amigo escuchaba atentamente y me regañó por haberme expuesto. Recibí el regaño de buen grado, tenía toda la razón. Después él me contó cómo se coló en el castillo, hubo un silencio incómodo.

—Nunca he pasado tanto miedo—me confesó—eres muy importante para mí. No sé qué me hubiera pasado si te hubieran acusado y matado.

Le miré con ternura. Es tan dulce y siempre tan atento conmigo. Era como el hermano mayor que nunca tuve.

—Siempre serás mi amigo Noda. Creo que aunque me hubiera muerto volvería de entre los muertos para verte.

Él sonrió pero no le llegó a los ojos. La palabra "amigo" no le gustaba pero era lo que sentía. Ya me confesó años atrás que sentía algo especial por mí y yo le contesté que no le podía corresponder. Y ahora que había conocido a Charles, sabía lo que significaba amar o al menos la sensación de querer estar con una persona hasta la eternidad. Lo que sentía por Noda no era más que un amor fraternal.

Llegamos a una explanada llena de flores y rocas. Él se sentó en una roca y dio unos golpecitos a su lado para que me sentara. Me miró con esperanza y me cogió las manos.

—Alda, nunca te he pedido nada pero hoy casi que te pierdo me he dado cuenta del terror que tengo a perderte. Necesito asegurarme que estés bien...

—Estoy bien—le interrumpí.

—Ya lo sé. Pero necesito una señal o algo que me diga que estés bien a pesar de que estés lejos y no te pueda ver.

Le miré y le acaricié la cara. Sabía lo que me estaba pidiendo aunque no sabía cómo. Noda quería que usara mi don. Pensé detenidamente qué hacer para que mi amigo se sintiera tranquilo. Por fin encontré la solución y recé para que funcionase dado que era la primera vez que usaba mi don para estos menesteres. Suspiré muy hondo, le besé la mejilla contenta por lo que iba acontecer.

—Confía en mí—dije en voz baja mientras él me dedicaba una de sus mejores sonrisas.

Acto seguido le subí la túnica blanca, desgarrada y maltrecha que teníamos los que pertenecíamos a la clase baja. Admiré el dorso de Noda. Era fuerte y se marcaba bastante los músculos. Las horas de caza y cortar leña con el hacha se le hacía notar en su cuerpo.

Intenté desviar mi mirada de su cuerpo y puse mi mano en un pectoral. Cerré los ojos dispuesta a usar mi don una vez más. El bosque era el único lugar que me sentía segura para poder convocar mis deseos. Cerré los ojos y deseé con todas mis fuerzas. Noté como aparecía algo debajo de mi mano. El tacto era rugoso pero agradable. Los abrí y aparté la mano para ver lo que había creado. Sonreí y me sentí tremendamente satisfecha por mi hazaña.

En su pectoral había dibujado dos símbolos de color rojo. Eran unas huellas de tigres. Parecía que le estaba desgarrando el pecho. Lo había creado así para rememorar los paseos por el bosque que hacíamos con nuestros tigres blancos.

Noda se miró el pecho y seguidamente me miró sorprendido. Por su cara sabía que le había gustado mi regalo.

—¿Qué es esto? —me dijo tocándose y frotando el dibujo para que se borrara.

—Me has pedido una señal. Es un símbolo eterno como mi alma. Mientras que lo tengas, significa que estoy bien pero si algún día desaparece o sufre algún cambio, significará que me pasa algo. Ésta justo en tu corazón para que me recuerdes. Es mi regalo para que tu alma se encuentre serena.

Él me miró agradecido y me abrazó muy fuerte.

—Gracias—me dijo con sentimiento—espero que nunca tenga que recurrir a buscarte porque éste símbolo cambie.

—Estaré bien Noda—le prometí—tú me protegerás.

—Nunca lo dudes.

Nos levantamos de la roca y volvimos a retomar la ruta hacia mi hogar. No paramos de hablar alegremente del futuro. Sin saberlo, había escrito ya mi destino.



Zoey

El metro reposaba en las vías de la estación de "Drassanes". Estaba parado, según las autoridades tenía una avería pero en verdad un Alfa aliado de Adón lo había hecho parar. Dentro estaba completamente vacío excepto por la presencia de Blanca, Zeth, Isaac, el Alfa, una caja misteriosa y yo. La cosa viscosa que salía de las manos del seguidor de la ODDSI, iba por sus anchas por el metro ensuciando y dejando un rastro de color negro. Estábamos prisioneros por el "petróleo" o al menos ese nombre le puse al sentir que subía por mis piernas y me paralizaba todo el cuerpo. Estaba consternada por la situación y sobre todo por el estado de mi amigo Curasangre.

Me quedé pálida cuando noté una mente diferente en el cuerpo de Isaac. Parecía que era otra identidad, otra persona. Entré en los ojos de Blanca absorta y sin poder creerme lo que estaba viendo.

Intenté zafarme de mi encierro. El petróleo que el Alfa había lanzado contra mí y mis compañeros nos apretaba más y más. Da igual lo mucho que me movía era inútil escaparse. A penas podía respirar con esa cosa pegajosa en mi boca.

—Por fin sale de su escondite, Majestad Aini—dijo sarcásticamente el esbirro de Adón.

—Mucho cuidado con tus palabras esclavo. No olvides con quién hablas. No estoy muy contento con las palabras de antes.

El Alfa hizo una pequeña reverencia pero no mostró ningún amago de culpabilidad. Se notaba que no aceptaba la autoridad de Aini.

—Perdone Señor, mi Jefe quiere hablar con usted. Dice que es la hora de que cumpla su parte del trato.

—Yo decidiré cuando. Él no es quién para mandarme. Aún no están preparados.

"¿Preparados quiénes y para qué?—Preguntó Blanca en su mente.

—Le dices a Adón que la próxima vez que quiera hablar conmigo que lo haga personalmente. Que no envíe a su perro faldero.

El hombre gruñó en forma de respuesta. Le dio la espalda y dejó al Curasangre aún con el petróleo por el cuerpo. Fue al lado de la caja, la acarició como si ahí dentro tuviera un tesoro escondido. El tufo* que salía de ahí era asfixiante e insoportable.

—Yo ya he cumplido con mi misión. Estás avisado de que él requiere su presencia.

—¿Me estas amenazando sucio Gift?—Preguntó Aini usando la voz de Isaac.

Me quedé pensativa ante ésta reacción suya. Todas las personas que teníamos dones éramos Gifts. Era nuestra manera de diferenciarnos de los "humanos". Pero para Isaac o más bien Aini, era como repugnante. No se consideraba un Gift. Parecía que él estaba en un estado superior pero ¿A qué se debe esos aires de superioridad?

—Ni más lejos Señor Aini. Adón no es una persona muy paciente...

—Me consta que es así. Por él, que estamos en éste lío. La paciencia es una virtud que muchos no lo saben aprovechar.

Entonces el Alfa hizo una mirada rápida a la escena. Con su mano hizo un gesto pequeño y el petróleo de los asientos y del suelo empezó a encogerse para volver a su origen.

—De todas formas, ha pasado mucho tiempo. Ha estado años dormido, escondido detrás de un humano. Este mundo ha cambiado, nos ha beneficiado a nosotros. Adón ésta seguro de una cosa: Ya ha llegado el tiempo ¡El reinado está cerca! —dijo destapando la caja—¡Que te diviertas!

Acto seguido se transformó completamente en petróleo y se escapó por la rendija de la puerta. Nos dejó solos ante esa caja que por la peste que se intensificaba, no había nada bueno. Al irse el Alfa el petróleo que impedía moverse al Curasangre se desvaneció dejándole libre. Aunque aún la sustancia estaba alrededor del metro impidiendo que pudiéramos ver el exterior por las ventanas.

El Curasangre no hizo ningún movimiento, contemplaba la caja dado que estaba saliendo algo de ahí dentro.

Primero vimos como sacaba dos manos mugrientas y de un color verde. Parecían que tenían escamas y que le iban devorando la carne de los brazos poco a poco. En algunas partes se podía observar como asomaba el hueso, desquebrajando los músculos dejándolos expuestos. Seguidamente se pudo apreciar lo que sería una cabeza, completamente calva sin pelo. Por su tamaño y grosor parecía un hombre. Éste se irguió con dificultad y nos miró con ansia. Su imagen era completamente horrible. Sus ojos eran azules cristalinos que parecía que podían atravesar tu alma con sólo una mirada. Sus ojeras eran muy profundas como si, hubiera estado noches y noches sin dormir. Todo su rostro y cuerpo estaba repleto de sangre y carne que colgaban de un hilo. Carecía de mandíbula y pómulos. La piel de su dorso parecía que había sido arrancada dado que sólo se percibía sangre y músculos. Las piernas estaban más o menos decentes. Me fijé que tenía un tatuaje en la rodilla ¿Anteriormente había sido un Gift? Me extrañé ante aquello. Éste hombre parecía sacado de una película de terror, sinceramente parecía un Zombie del cuál le había succionado el alma.

Éste, ante nuestra atenta mirada, abrió lo poco que le quedaba de mandíbula e hizo un gruñido aterrador. A Blanca se le escapó un chillido haciendo que empezáramos actuar. Escuché como Zeth gritaba algo que no se le entendía por tener la boca tapada con la cosa viscosa. Yo empecé a zarandearme para poder quitarme las ataduras del petróleo. Pero éste se hacía más duro con cada movimiento que hacía.

Aini se quedó clavado esperando al que el Zombi llegase a su posición. Cuando el monstruo llegó a él, el Curasangre le dio una patada en el estómago haciendo que se doblara. Seguidamente le dio un puñetazo en la mandíbula dejándolo en el suelo. El zombi le cogió de los tobillos haciendo que perdiera el equilibrio. Contra todo pronóstico se puso encima de Aini y empezó a lanzar mordiscos al aire, mientras el Curasangre hacia todo lo posible para que no llegara a morderle.

Inmediatamente me vino a la mente, el recuerdo de la primera vez que vi a Isaac siendo un Curasangre. En la misión de la feria del Prat, donde mordió por primera vez a Blanca. Antes lo intentó conmigo aunque no lo llegó hacer. Ahora era el cuerpo de mi amigo quién iba a recibir un mordisco de alguien. En un momento de despiste de Aini, el ser sin alma le mordió en el antebrazo derecho haciendo que su sangre saliera a borbotones. El Curasangre chilló con todas sus fuerzas y lo empujó haciendo que el monstruo saliese volando.

Éste cayó en el suelo cerca de la posición de Blanca, Zeth y mía. Por un lado, Aini intentaba parar la hemorragia del brazo haciendo un torniquete con su cinturón. Por otro, el Zombi ya se había levantado y le llamó la atención mi amiga. Estábamos todavía atados con el petróleo y éramos claramente unas víctimas fáciles para él.

El zombi se paró enfrente de mi amiga y olisqueó el ambiente. Desde los ojos de Blanca podía ver al monstruo en primera persona. Éste cerró los ojos para disfrutar el perfume de mi amiga. Al cabo de un minuto los abrió y su mirada se intensificó. Su boca tenía un tic nervioso. Se movía de arriba abajo de una manera rápida, parecida al aleteo de una mariposa. Levantó los brazos de una manera urgente dado que transmitía una necesidad abrasadora de alimentarse.

Sin previo aviso se abalanzó encima de Blanca. Ambas gritamos, mi amiga por el miedo, yo por no esperarme la reacción del monstruo. Pero justo cuando le iba a morder en el brazo, Aini apareció por detrás. Lo cogió por los hombros y lo estampó contra el suelo.

Entonces le cogió de la mano y se la arrancó de cuajo*. El Zombi ni se inmutó, parecía que no le dolía lo que sí que le puso furioso el hecho de perder algún miembro más de su cuerpo. Ya le faltaban algunos, supongo que querría reservar los que aún conservaba.

—Esta es mía—dijo Aini refiriéndose a mi amiga.

—Podríamos compartirla—le contestó el Zombi.

Me quedé parada al escucharle hablar. Mi poco conocimiento sobre estos seres, era que no hablaban y no tenían raciocinio. Pero el poder hablar significaba que tenía la capacidad de elegir, que tiene alma. Es peligroso e impredecible.

—Tú ya no vas a comer nada porque te voy a mandar donde tendrías que estar—dijo Aini.

Entonces levantó el brazo, puso la mano en la cara del Zombi y apretó con todas sus fuerzas. Lo normal hubiera sido que, al destrozar la parte superior del cuerpo, saliera disparado los sesos*. Pero lo que verdaderamente ocurrió es que el zombi se convirtió en cenizas.

Noté como los pensamientos de Blanca fue de auténtico terror. Ella aún no entendía que Isaac ya no era Isaac, sino una identidad llamada Aini. Para los ojos de mi amiga, su novio se había vuelto loco y había matado a un zombi dejándolo en polvo.

Al ser eliminado el monstruo, el petróleo que había sido nuestra pequeña cárcel, se disolvió dejándonos libres. Zeth se acercó a mí y me besó en la sien, aunque inmediatamente se puso delante de mí para que "Isaac" no me hiciera daño. Blanca, en cambio, se acercó a Aini y le miró preocupada.

—Isaac mírame—dijo de una manera de súplica.

Aini se puso a dibujar en el suelo con las cenizas del exzombi. Se levantó lentamente y respiró hondo.

"Sangre pura de una sufridora" —pensó Aini.

Entonces se giró y sus ojos eran de color azul cristalino intenso. Su postura era de autoridad, sus gestos de dureza, su mirada abrasadora y sus colmillos... ¡Menudos colmillos! Eran tan grandes que parecía de una auténtica culebra. Su mente lo único que dominaba era la sed de sangre, no pensaba en otra cosa.

—Isaac no está, se ha ido. Nunca volverá—Dijo Aini enseñando los colmillos.

—Zoey por favor, dime que está Isaac en algún lado de su ser. Léele los pensamientos. No ha podido desaparecer—dijo mi amiga llorando y derrumbándose en el piso.

Intenté buscar algún indicio de mi amigo. Alguna señal de que él aún existía pero no hallé nada. Isaac estaba desaparecido. Negué suavemente con la cabeza y Blanca se tapó ambas manos llorando desconsoladamente.

—Isaac no volverá, ahora estoy yo: Aini, el Señor de los Samaelitas.

Entonces hizo el amago de tirarse encima de mi amiga, pero me puse en medio justo a tiempo. Noté como sus colmillos se incrustaban en mi hombro. Escuché como succionaba con energía y a la vez como se me escapaba de mi interior. Algo dentro de mí se despertaba y el mundo de alrededor temblaba. Sentí que la cabeza se me iba y perdí la noción del tiempo.

Cuando volví en sí, percibí que Zeth le había dado una patada en el pecho a Aini y éste me había soltado. Justo en ese momento las puertas del metro se abrieron de par en par. Centenares de transeúntes estaban expectantes en las puertas. El ser que había dominado a Isaac nos dedicó una mirada de odio, haciéndonos una promesa. Esto no acababa aquí, nos volveríamos a ver. Las personas entraron al vagón a borbotones y Aini desapareció entre ellos. Zeth cogió a Blanca en volandas dado que se negaba a moverse del suelo. Mi amiga había entrado en estado de shock.

—Vamos—chilló mi alma gemela por encima del bullicio de la gente—tenemos que encontrar a un camaleónico lo antes posible. Creo que Adón ha encontrado un aliado más.

Salimos del metro infernal justo cuando cerraban las puertas.


En el metro detrás de una columna, una anciana miraba con atención al trío de adolescentes que corrían por los pasillos. Tragó saliva al entender lo que estaba por acontecer. Se aproximaban tiempos muy duros. Ya iba siendo hora de involucrarse de nuevo en el mundo de los Gifts. Porque todo se estaba cumpliendo. Ya estaba escrito y pronosticado por ella.

—Ojalá tu despertar sea en la luz—susurró la anciana mientras subía lentamente las escaleras mecánicas dirección al puerto de Barcelona.


—¿Qué os parecido la historia del primer Sign?

—Se está rompiendo los mitos de los tatuajes ¿Piensas que habrá algo más detrás?

—¿Pensáis que Esmeralda y Charles se volverán a ver?

—¿Quién es Aini?¿Por qué aparece ahora?

—¿Qué hace un Zombie en ésta historia? (seguro que os lo habéis preguntado al leer la última parte XD)

—"El tiempo ha llegado, el Reinado está cerca" ¿A qué se refiere el Alfa con esto?

—¿Qué sucederá con Isaac?

—¿Quién es la anciana que observaba a los Gifts?

¡¡Todas las respuestas en el siguiente capítulo!!

Gracias a todos por esperar éste capítulo y por apoyarme en seguir escribiendo ésta maravillosa historia. Ya más o menos se está formando y se acerca grandes cosas XD espero veros a todos por aquí.

¡Nos leemos pronto!

Palabras del texto con *:

Tufo: Olor muy fuerte y desagradable.

Arrancar de cuajo: Sacar de raíz algo que está metido en un lugar o cosa.


PD: Canción que me ha ayudado a escribir

Canción: Stronger

Autor: Kelly Clarkson


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