Capítulo 11: La Hoguera y el Hangar
Esmeralda
Atada de pies y manos en la hoguera, busqué con la mirada a alguien que conociera entre la muchedumbre. Necesitaba a una persona a quién aferrarme, a quién mirar mientras moría. Al menos sentiría que estaba en casa y no en medio de una plaza acusada y con miles de pueblerinos pidiendo mi muerte.
Después de mucho buscar encontré al fondo del todo, casi en la puerta de salida a Noda. Iba haciéndose paso a codazos para llegar lo más cerca posible. Cuando había una acusación, si era de improviso lo hacían en las afueras del castillo del Rey. Para que todos "disfrutaran" del espectáculo, abrían las puertas y todo Kiau podría ver como quemaban a un inocente. Ésta vez no había excepción, gracias a las puertas abiertas pudo entrar mi amigo y así me pude sentir acompañada.
Mi amigo consiguió llegar a unas filas atrás de mi posición. Su mirada era de auténtico terror, sus ojos estaban llenos de preocupación y dolor. Seguro que si estuviera a mi lado me diría: "Te lo dije, éste hombre te hacía ser descuidada", "Te dije que no fueras sola ante el Rey".
Noda, después de mirarme a mí, miró al Rey y su semblante cambió. Lo reconoció y ató cabos. El sirviente que compró las alfombras era el mismísimo Charles en persona. Abrió la boca en forma de "o" y se llevó las manos a ésta. Volvió a dirigir sus ojos a mí. Yo le sonreí aunque el gesto no llegó al fondo de mí ser.
Hubo un intercambio de miradas. Deseé con todas mis fuerzas poder leerle la mente y como siempre ocurría, empecé a escuchar su voz en mi cabeza.
¿Qué ha pasado Esmeralda? ¿Te ha descubierto? ¿Hiciste aparecer algo delante de él? ¿Cómo vamos a salir de ésta?
Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar su voz de preocupación y desesperación. Dejé de escuchar sus pensamientos cuando el Rey empezó a hablar.
— Hace un instante, me han presentado a una sierva delante de mi presencia... — dijo lentamente y con un ritmo constante.
Mi cuerpo temblaba sin parar. El miedo comenzaba a paralizarme todo el cuerpo. La boca se me quedaba seca. Paseé mi mirada por la muchedumbre. Todos estaban callados, atentos al discurso del Charles. Se notaban que lo respetaban y lo amaban. Harían cualquier cosa que el Rey dijera, eso sin duda. Suspiré levemente y miré mis pies. Alrededor habían puesto leña y lo habían bañado de aceite.
"¿Por qué me iba a salvar Charles? — Pensé — apenas nos conocemos. Sí, nos hemos besado pero eso no significa nada. Él es un Rey de justicia. Para los ojos de los demás soy una bruja, por eso merezco morir".
Volví a mirar a ese hombre que hacía escasos minutos me había besado. Mi mente volvió a ese momento tan hipnotizador. Sus labios eran suaves y jugosos. Su cuerpo caliente y apacible. Moví la cabeza para deshacerme de esos pensamientos. Estaba a punto de morir y yo pensando en los labios del Rey. Volví a prestar atención a Charles.
— ... la acusáis de brujería — Seguía el hombre más poderoso del reino con su discurso — más yo no veo indicio alguno de que así sea. Por ese motivo pido que el niño acusador suba aquí para declarar.
De la muchedumbre salió el niño pelirrojo muy seguro de sí mismo. Las personas le dejaban paso para llegar antes al tablado. Subió cada peldaño para llegar a la tarima donde yo estaba atada. El pequeño me dedicó una mirada de odio y desprecio. Acto seguido se acercó al Rey. Al llegar se postró de rodillas y esperó a que Charles hablara.
— Pequeño, explícame con cada detalle, qué has visto — le pidió muy amable y con una tranquilidad absoluta.
— Sí Señor — dijo el niño poniéndose en pie con un hilillo de voz aguda pero segura. Parecía un adulto a punto de dar un discurso.
Observé a esa diminuta persona. Sus ropas no eran de siervo, parecía más bien un hijo de la corte. Tragué saliva, eso significaba que su palabra valía mucho ante el Rey y ante esta sociedad. Mientras hablaba paseaba por la tarima seguro y con aires de grandeza. Sabía cómo hablar delante del público y se sentía cómodo ante la situación.
Charles se mostraba atento ante su relato y lo trataba más bien como un adulto, no cómo un niño de 11 años que más o menos esa sería la edad que tendría. Dejé de pensar en esos menesteres y presté atención al muchacho que hablaba y gesticulaba sin parar.
— ... Ésta mujer salió de la nada corriendo como alma que le lleva el diablo. Se acercó a esa esquina — señaló con el dedo a la esquina opuesta a la que estábamos.
Empecé a tiritar ante la explicación. Dejé de mirar al niño y me concentré en la cara de Noda. Le miré con arrepentimiento. Tantas veces que él me había avisado que tuviese cuidado y yo sin hacerle ningún caso. Él me devolvía la mirada con tensión. Se le veía con ganas de salir corriendo. Agaché la cabeza, cerré los ojos y escuché la última parte de la explicación.
— Cuando llegó casi a mi posición dijo en voz alta: "Deseo un caballo" y de pronto apareció.
El muchacho dejó por fin de narrar y se hizo un silencio sepulcral. A pesar de la muchedumbre que había, no se escuchaba nada. Abrí los ojos y vi que todos los presentes miraban al Rey esperando un veredicto. Él en cambio miraba al muchacho y no al pueblo. Su mirada estaba como ausente ¿estaba usando su... don?
Finalmente me miró y pude ver una luz de esperanza en sus ojos. Se volvió al público que estaba ansioso.
— He escuchado las dos partes y he llegado a una conclusión.
Todos estaban con expectación. El niño me miró con odio y me señaló los pies. "Arderás en el infierno" dijo susurrando pero vocalizando bien para que le pudiera leer los labios. Me encogí y noté como unas gotas de sudor bajaba por mi espalda. No había solución. Ese condenado crio me ha visto usando mi don y su palabra valía mucho ante el Rey. En cambio la palabra de una sierva acusada de brujería no valía nada. Mi vida estaba perdida. Éstos serían mis últimos minutos. Miré a mi amigo Noda y le dije "Lo siento" vocalizando para que me entendiera.
— No hay pruebas suficientes — siguió diciendo Charles en voz alta y tajante —. Para ser justo si ella fuera una bruja — se giró y me señaló — necesitaría que hubieran más testigos y que se exhibiera delante de todo el pueblo. Por otra parte está lo del "conjuro". Podría ser una casualidad que ese caballo apareciese. Ella lo deseó, pero puede ser que algunos caballos hayan escapado de los establos.
Al terminar la frase me miró detenidamente y haciéndome un gesto. Capté la indirecta y rápidamente deseé (en mi mente, no cometería de nuevo el error de decirlo en voz alta) que las puertas de los establos se abriesen.
— ... y en ese preciso momento — siguió el Rey — apareciese uno. Quiero ser justo y no la sentenciaré a muerte, por falta de pruebas.
Se escuchó algunos abucheos, el pueblo no estaba contento con la resolución. Pero rápidamente se callaron cuando cuatro caballos salieron de una calle al galope. Algunas personas tuvieron que apartarse de golpe tirándose al suelo para no ser golpeados por dichos animales. Algunos soldados se fueron detrás de los caballos para lograr atraparlos.
Entonces el pueblo empezó a verme de otro modo. Ya no me miraban con odio, ahora sólo me miraban con recelo. El niño, que aún estaba en la plataforma al lado del Rey, se acercó a mí tímidamente. Temí por sus palabras dado que más amenazas e insultos no podrían aguantar. Mi estado anímico estaba por los suelos. El muchacho, al llegar por fin a mi situación, me miró con arrepentimiento.
— Lo siento mucho, te he acusado injustamente. Cuando vi el caballo aparecer me asusté. Tengo mucho miedo a las brujas, dicen que se comen a los niños.
Le observé con determinación. Era la primera vez, desde que estaba en la plataforma, que se comportaba como un niño. De todas formas no entendía su cambio repentino de aparecer. Hacía un momento me acusaba como si fuera un adulto, ahora era un niño arrepentido y aterrorizado.
Asentí con la cabeza. No me salían las palabras, había mucha tensión en el ambiente. Charles me sonrió con alivio e hizo señas para que el niño bajara de la tarima. Entonces un guardia se acercó y le susurró algo al Rey. Él se puso rígido y por un momento le vi con aire preocupado. Se dirigió a la muchedumbre un poco nervioso.
— Algunos me pedís seguridad. Todavía dudáis de la verdadera naturaleza de la acusada. No la hemos podido juzgar por falta de pruebas, pero tampoco las hay que aseguren su absoluta inocencia.
Me miró un momento. En su mirada me transmitía una señal de alerta. Se volvió a girar de cara al público.
— Por ese motivo, yo Rey Charles de Kiau doy mi palabra. La condenaré a muerte si vuelve a ver algo extraño, haya pruebas o testigos. Se hará justicia.
Cuando acabó de hablar, el pueblo entero se quedó en silencio. Poco a poco algunos abandonaron la plaza otro cuchicheaban entre ellos. Vi como Noda se retiraba a la esquina donde había deseado el caballo. Pronto la plaza quedó vacía. Los guardias me soltaron y me llevaron de vuelta al castillo seguido del Rey ¿Es que esto no acabaría nunca?
Zoey
— ¿Otra vez por aquí, Zoey? — me preguntó una voz en medio de la absoluta oscuridad.
Me levanté despacio. Estuve atenta a cualquier sonido que estuviera a mí alrededor. No escuchaba nada. Busqué alguna mente conocida, tampoco hallé ninguna. Esa voz que me había hecho la pregunta comenzó a reírse de una manera aterradora. La reconocí, era la Zoey del espejo.
— Intuyo que aún no te has decidido hablar con nuestro adorado padre — volvió a comentar.
— Cállate y déjame en paz — dije caminando lentamente y tanteando a mí alrededor para poder orientarme.
— Sabes si tuvieses el valor de hablar con Abel, entenderías mejor lo que Adón pretende hacer.
— ¿A qué te refieres?
— Tienes la solución. Nuestro padre sabe la verdad, sabe qué pretende hacer la ODDSI. Cuando veas la consciencia de Kylian sabrás una mínima parte de todo. Es tu decisión ¿Es mejor vivir en la absoluta ignorancia y ser feliz o afrentarte a la dura verdad que te dolerá?
— Ya me ocuparé de eso. Yo sólo quiero que me dejes de molestar. Conseguiré destruir Adón con ayuda de Abel o sin su ayuda.
La voz volvió a reírse pero ésta vez a carcajadas. No sé porque, aunque sabía que era una alucinación y era mi consciencia quién me hablaba, parecía que fuese otra persona. Alguien que se hubiera metido en mi cabeza para amargarme la vida o ayudarme, esperaba mejor que fuera lo segundo.
— Te doy un consejo: Empieza por el libro que encontraste tú y Zeth en Naélium.
— Ésta en un idioma que no entiendo.
— Puede ser que no lo estás leyendo correctamente.
Me quedé pensativa ante ésta información. Decidí ir sin falta después del interrogatorio a ver Abril.
— ¿Pero cómo ...
No pude acabar la pregunta porque noté como mi consciencia estaba volviendo a la luz. La otra Zoey apareció por un momento enfrente de mí y me dijo "Adiós" con la mano de una manera burlona. Ésta chica se estaba ganando varias cachetas, lo haría si no fuera mi misma cara.
— Zoey ¿Estas bien? — Conseguí identificar la voz de mi alma gemela.
Abrí los párpados de una manera inconsciente. Presté atención para escuchar lo que estaba a mí alrededor. Detecté las mentes de Abel, Blanca y Kylian. Supe que estaba Zeth a mi lado por su olor, su exquisito olor.
— Vamos a llevarla a una habitación, para que se tumbe — indicó Blanca.
— No, no, estoy bien. Sólo darme un tiempo para recuperarme. Ayúdame a levantarme Zeth — pedí.
Mi pareja hizo lo que le pedí. Recordé lo que me había pasado. Había intentado leer el alma del Alfa y Abel me había electrocutado o lo que fuese que hacía esa cosa. Cuando me recuperé, volví a meterme en las cámaras de la organización. Percibí de nuevo la sala. Todos estaban al lado mío, preocupados por mí. Al ver que ya estaba bien, Abel volvió a su posición detrás de la mesa de mandos. Zeth se puso al lado del ataúd de cristal donde yacía el doloroso Kylian y Blanca se quedó pegada a la pared más cercana de Abel.
Me acerqué de nuevo al agonizante Alfa. El alma de éste aún flotaba por encima de su cuerpo. Aunque estaba liberada y no tenía el habitáculo encima de él encarcelándole dejándole libre, éste no tenía fuerzas de huir.
Cuando llegué a su posición, levanté la mano nuevamente. Mi Sign volvió a arderme intensamente. Sin titubear por fin lo toqué. Salí de las cámaras para concentrarme mejor y cerré los párpados centrándome en la oscuridad. Al principio no noté nada. Era ridículo lo que estaba haciendo, un alma no tiene pensamientos ni recuerdos ¿o sí?
De pronto empezaron a venirme imágenes sin parar, demasiado deprisa y sin mucha nitidez. Eran muchos recuerdos, pero los que más había eran de su niñez. Intenté adelantar hasta lo más próximos pero estaban muy borrosos. Kylian tenía éste recuerdo o posible pensamiento muy escondido. ¿Se lo había provocado o alguien se lo ha borrado para que el Alfa no recuerde nada?
Me esforcé para parar alguna imagen y conseguí que un recuerdo parase. Éste parecía que era el lugar que había descrito Kylian. Me adentré de lleno en su recuerdo como si estuviera allí dentro, viviéndolo.
El Alfa se situaba en un coche grande, demasiado grande ¿una furgoneta quizá? Nuestro protagonista estaba de copiloto con más seguidores de Adón. Supe que eran ellos por sus típicas chaquetas de cuero negra y el Sign del jefe bordado en el pecho izquierdo. Los Alfas iban armados con una actitud muy nerviosa. El conductor no tenía muy buena cara, parecía que estaba enfadado con el mundo. Kylian evitaba dirigirle la palabra porque sabía que tenía mal carácter.
Se escuchó un ruido en la parte de atrás, como si alguien estuviera gritando pero algo le amortiguara el sonido. Nuestro Alfa giró la cabeza para detectar de donde procedía el sonido. En la parte de atrás de la furgoneta (ahora si lo pude constatar que así era) habían cuatro Alfas con sus armas apuntando a seis civiles. Éstos estaban atados de manos y con vendas en los ojos. Me pude fijar que había tres chicos y tres chicas jóvenes y aparentemente de buena salud ¿Podían ser algunos de ellos los dos cadáveres que encontramos en el Zoo o en el bunker? Estaban tan desfigurados que no se le podía reconocer, pero podrían ser ellos.
El auto permanecía en silencio, mientras, Kylian no paraba de pensar y preguntarse porqué Adón quería a unos humanos normales y no a Omegas. Su misión era matar o secuestrar la organización rival, pero ésta vez el jefe le asignó secuestrar civiles y llevarlos ante él. Estaba muy confundido y por primera vez sintió curiosidad. Casi siempre hacía todo lo que le mandaban sin preguntar y sin pensar en las consecuencias, pero esta vez era diferente. No le agradaban los humanos pero tampoco los odiaba, prefería matar a Omegas que a éstos.
Por fin llegaron a su destino. Kylian bajó del coche seguido del conductor gruñón. Se dirigieron a la parte de atrás y abrieron las puertas del coche. Salieron los humanos junto con los Alfas y se dirigieron a un hangar enorme, tan grande que Kylian tuvo que levantar la cabeza para poderlo ver entero.
En la entrada estaba situados un gran despliegue de Alfas. Llegaban sin parar coches que dentro llevaban más civiles. También se encontraban camiones con cajas que entraban y salían del hangar. Fuimos directamente a la puerta de éste y los vigilantes que la custodiaban nos dejaron pasar sin mediar palabra.
Al entrar, Kylian vio una cantidad de Alfas desperdigados por el lugar. Donde quiera que dirigías tu mirada no dejabas de ver chaquetas negras. Parecía un hormiguero, tan lleno que parecía que no cabía ningún alfiler. Al final del todo se podía percibir una máquina bastante grande y un grupo de civiles atados haciendo una cola, como si esperase un turno ¿Turno para qué?
— Gracias equipo ocho — dijo un guardia que el Alfa no había visto antes — ya nos encargamos nosotros. Volved a la base.
Kylian se dio la vuelta sin rechistar. Pero en vez de volver al coche decidió ir andando. Deseaba un poco de aire y soledad. Se despidió con la mano al Alfa gruñón, éste le enseñó el dedo corazón y cogió el coche dando un acelerón.
Kylian comenzó a blasfemar y se fue directo a un pequeño monte. Decidió ascender por él para poder admirar el hangar. Le encantaba los edificios grandes, su estructura. Si no hubiera sido un Alfa hubiera sido ingeniero urbano sin duda.
Al llegar a lo más alto se giró y pudo ver el hangar al completo. Era hermoso, firme y hacía sentirse a uno pequeño a su lado. Desde ahí pudo ver que al lado opuesto de la entrada, se encontraba una puerta con camiones donde algunos Alfas cargaban objetos dentro de ellos. Kylian tenía mucha curiosidad, quería saber qué objetos eran y por qué lo guardaban como un secreto, dado que ni él mismo sabía que hacían ahí dentro. Así que se dirigió a aquella puerta agachado para evitar ser visto.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca se horrorizó al ver lo que estaban cargando dentro del camión. Los Alfas cogían brazos, piernas, dorsos, cabezas humanas etc y los tiraban a un camión azul. En otro camión lanzaban cadáveres casi enteros que tenían la cara desfigura. El Alfa se alarmó mucho por lo que estaba viendo. La ODDSI era despiadada, les gustaba armar jaleo y matar Omegas pero no habían llegado a éste extremo. Kylian sabía que había descubierto algo que no estaba autorizado y que si le descubrían estaría metido en un buen lío, hasta podría morir por aquello. La curiosidad mató al gato, es un buen refrán y él lo iba a saber. Cuando se dispuso a girarse e irse pitando de allí, notó un fuerte golpe en la cabeza y una gran oscuridad se apoderó de su mente.
De vuelta a la sala de interrogatorios bajé la mano y me aparté de la cama de Kylian, hasta que toqué la pared con la espalda. Aún tenía las imágenes de esos cuerpos descuartizados y sin rostros en la memoria, en mi cabeza.
— Zoey ...
Zeth se había acercado y lo escuchaba a sólo unos cuantos metros de mi posición. Por su voz sonaba cuidadoso y preocupado.
— Amor, ¿estás bien? — preguntó lentamente como si no quisiera asustarme.
Entonces me tocó, sentí como una electricidad que me quemaba todo el cuerpo. La tensión, la ansiedad, esas imágenes pudieron conmigo y rompí a llorar. Me abracé a Zeth, me sentía avergonzada por parecer débil, por llorar, pero mi cuerpo necesitaba desahogarse.
Escuché la mente de Blanca. Ella como Zeth y Abel habían visto lo del hangar en los monitores. Mi amiga había vomitado instantes antes y se sentía mareada. A pesar de su estado se sentía preocupada por mí, por lo que ésas imágenes podrían afectarme. Yo no lloraba tanto por las imágenes de los cadáveres, si no, por cada persona muerta que estaba saliendo del hangar. Esos humanos eran inocentes y no se podían defender ¿Qué les hacían a esos humanos? ¿Por qué les cortaban los miembros? ¿Por qué les desfiguraban la cara? No entendía como alguien podía llegar a tremenda maldad, que matase a tanta gente y no le importase lo más mínimo.
Después de llorar, ya me encontraba más relajada. Me separé de Zeth y me adentré en las cámaras del centro. Tenía que dejar de lamentarme y ponerme manos a la obra. Esas vidas dependían de nosotros, al menos, poder llegar a salvar algunos pocos.
El alma de Kylian aún estaba consciente aunque muy débil. Me acerqué a él con la esperanza de que, al despertar ese recuerdo, me ayudase un poco más.
— ¿Te acuerdas dónde está ese hangar? — pregunté decidida, dispuesta a destruir ese edificio para evitar más muertes inocentes.
El alma me miró con desgana. Estaba cansado y estaba deseoso de dormir, se le notaba. En cierta manera no sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que entré en la sala, pero estaba segura que horas.
— Es un hangar situado a pocos kilómetros del Prat de Llobregat. Casi al lado del parque de Sant Cosme. Pero no te aconsejo ir, al menos que quieras morir. Acabarás como esos humanos inútiles. En eso se lo agradezco a Adón de quitar alguna escoria de la sociedad.
Mi ira llegó al límite y me tiré contra él. Lo traspasé y me caí de morros. Kylian empezó a reírse y noté como Zeth me cogía para controlarme.
— Suéltame — le ordené. Él automáticamente me obedeció.
Me acerqué otra vez al alma, pero esta vez levanté mi mano que tenía mi Sign y le cogí por el cuello. Apreté lo más fuerte que pude.
— Da gracias que te necesitamos por información, si no, ¡te mataría! — dije chillándole a medio metro.
— Entonces no eres tan diferente a nosotros — dijo con una débil voz.
Entonces le solté y toqué mi Sign con la otra mano. Me ardía mucho, parecía que estaba tocando un fuego con la palma de la mano. Algo me pasaba, me notaba distinta. Mi carácter había cambiado, mis poderes habían mejorado sin contar con las alucinaciones con la otra Zoey ¿Qué leches me estaba pasando?
Me giré en redondo y me dirigí a la puerta sin mediar palabra. Escuché que todos dejaron la sala y me siguieron, no sin antes desconectar la máquina dejando el alma del Alfa en su sitio.
— ¡Zoey, espera! No pienses que eres igual a ellos. Tú tienes compasión y amor a la vida — dijo Blanca intentando animarme.
— Gracias Blanca, pero ahora mismo me interesa más salvar a los humanos que mi propia autoestima.
— ¡Escuchad! — chilló Abel llamando nuestra atención — Nos hemos rencontrado hace poco Zoey, pero te he podido conocer bastante para saber qué quieres invadir ese hangar. Lo haremos pero necesitamos más personal y más tiempo.
— ¡Pero no hay tiempo! — chillé — cada minuto que pasa muere un humano más.
Zeth me cogió la mano para sentirme acompañada. Sabía que él estaba de acuerdo conmigo. Abel se acercó a mí lentamente con aire de misterio.
— Creo que llegó la hora de aliarnos con los Camaleónicos — dijo mi padre.
En un lugar de la ODDSI
Adón se encontraba en su despacho, impasible mirando todo el papeleo de las experimentaciones. Todos habían sido un fracaso con la excepción de alguno pero no era un éxito rotundo. No entendía en qué fallaba, aunque sí sabía que pieza del puzzle le faltaba. Sin duda era ella pero ¿Cómo haría para que viniese a él por su propia voluntad?
Mientras el jefe estaba en sus pensamientos, entraron en la sala Marc (su asistente personal), Cornelius (su científico más cualificado) y Dalila la única Gift de la antigua ODDSI que le seguía siendo fiel.
— Perdone que le moleste pero ha querido entrar — dijo Marc nervioso.
— No pasa nada Cornelius es siempre bienvenido.
— ¿y yo? — preguntó Dalila coqueta — Sé que te gusta mi compañía.
Rodeó la mesa y le dio un beso en los labios. Él se dejó besar pero no le correspondió. Nunca había sentido amor por ella, sólo añoranza dado que se parecía a ella: al amor de su vida. Adón ignoró a la chica, pero le hizo una seña para que se sentara en sus rodillas. Ésta sin dudar obedeció. Seguidamente miró a su cinetífico y le hizo una seña para que se sentara en la silla enfrente de él.
— Marc quédate — dijo animándolo a sentar en la silla de al lado — dime Cornelius que sucede.
— El experimento da fallos, da igual las veces que lo intentemos es un absoluto fracaso.
— Entiendo, eso ya lo sabía — dijo pensativo — Me parece que le necesitamos.
— ¿A quién? — preguntó Marc.
— A un Samaelita — dijo con una sonrisa maléfica en su rostro.
— Imposible — contestó el asistente — Todos se perdieron en la oscuridad.
— Bueno queda algunos escondidos — intervino Cornelius — pero no sé si querrá colaborar. Adón y él no acabaron muy bien.
— En eso no te preocupes, soy muy persuasivo cuando quiero.
Marc tragó saliva. Su persuasión era muy diferente a lo que los demás se imaginaban. Siempre acababa en muerte. Dalila por su parte no dejaba de acariciar a su jefe el pecho y las piernas. Estaba completamente ajena a la conversación.
— Y ¿Dónde está escondido? — preguntó Marc.
— En lugar donde menos se espera encontrar a un Samaelita — dijo Adón con misterio.
— En la luz — terminó Cornelius.
El asistente se quedó pensativo ante esa confesión. Un Samaelita era oscuridad, muerte y destrucción ¿Cómo se podía esconder en la luz?
— Marcharos — dijo Adón.
— Una cosa más — soltó Cornelius — Los Omegas han conseguido información de Kylian. Le han interrogado con la máquina de almas.
— ¡¿Cómo es posible?! — chilló el jefe enfadado — Si le borrasteís la memoria.
— Ha sido Zoey, con su "nuevo" don ha podido ver la inconsciencia del alma del Alfa.
— ¡Incompetentes! — volvió a chillar Adón — ¡Matarlo! Que no saquen más información y salid de mi vista.
Marc se levantó sobresaltado mientras que Cornelius se mostraba tranquilo. Ambos se marcharon de la sala, mientras que Adón posicionaba a Dalila encima del escritorio de malas maneras y la abría de piernas.
— ¿Qué les hacen los Alfas a los humanos en el hangar?
— ¿Por qué les cortaban los miembros?
— ¿Con qué se lo cortan?
— ¿Por qué les desfiguraban la cara?
— ¿Qué son los Camaleónicos?
— ¿Qué son los Samaelitas?
— ¿Por qué Adón necesita a los Samaelitas para cumplir su plan?
Todas las respuestas en el siguiente capítulo.
Hola mis Gifts!!! Aquí os traigo un nuevo capítulo, el primer capítulo de Naélium del año 2017 Feliz año a todos!!! Espero que os haya gustado.
PD:
1 — Las fotos una es del auténtico Hangar que existe de verdad y el del parque, es el parc nou del Prat que también existe.
2 — La canción del encabezado que me ha ayudado a inspirarme es:
Canción: Banda sonora de Amelie
¡Nos leemos pronto!
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