Capítulo 10: Alma Torturada


Zoey

Nada más entrar detecté unas mentes conocidas. Estaba Blanca, deseosa de saber cómo se llevaría a cabo el interrogatorio. Abel que acababa de entrar, Zeth que como de costumbre sólo detecté su presencia y finalmente Kylian. Me puse al lado de mi amiga y le cogí la mano.

— ¿Puedo? — pregunté bajito y con mucha precaución.

Blanca me abrazó tiernamente.

— Por supuesto — dijo rotundamente.

Como me había dado su permiso me tomé la libertad de tomar sus ojos y así poder ver a través de ellos. La sala de interrogatorios era completamente diferente a las salas que usan los polis humanos. El asiento del que va a ser interrogado, era una cama individual, de metal y con pinta de no ser muy cómoda. Ésta estaba dentro de una vitrina de cristal, para poder ver al detenido dentro. Me recordaba al ataúd que salía en el cuento de Blancanieves, aunque éste estaba reforzado, se podría apreciar algo mágico alrededor de él.

Mi amiga estaba tan estupefacta como yo, pero era consciente de que veía gracias a sus ojos, así que, empezó a observar toda la sala muy detenidamente para que pudiera ver todos los detalles.

Encima de la "cama" estaba suspendido en el aire un rectángulo de cristal grande y muy largo, casi llegaba al techo de la sala. Parecía estar hecho del mismo material que la vitrina de abajo. Del rectángulo salían miles de cables por todos lados hasta llegar a una mesa de mandos enorme situada al lado nuestro.

Kylian ya estaba situado dentro del ataúd. Se mostraba ausente, como si estuviera ahí pasando el rato y no a punto de ser interrogado. No sabía si su actitud era de ignorancia por no saber cómo le iban a interrogar o por arrogancia, pero estaba segura que iba a cambiar su comportamiento al empezar la sesión.

Al lado de Kylian estaba Zeth, como custodiando el ataúd y evitar posibles enfrentamientos entre el Alfa y nosotros. Aunque no sabría cómo podía él escaparse de allí parecía irrompible y muy seguro.

Abel estaba detrás de la mesa de control. A mi padre le encantaba eso, tener el control de todo. De un interrogatorio, de mis misiones, de mis sentimientos... En fin, allí permanecía impasible y con una sonrisa maléfica esperando a empezar el interrogatorio. Se veía ilusionado y eso me daba un poco de miedo ¿De qué era capaz mi adorado padre para sonsacar información de Adón?

Al otro lado de la sala, al lado de la puerta de salida, estábamos Blanca y yo. Estábamos de oyentes no se nos permitía participar en el interrogatorio dado que éramos nosotras, quién le habíamos detenido. No sabía por qué había esa norma, de que si detienes un Alfa no lo puedes interrogar. Esa norma se hizo porque un día un Gift al detener a un seguidor de Adón hubo un enfrentamiento. El Alfa mató a la hija del Gift. Éste en el interrogatorio lo degolló sin compasión durante el mismo. Ese no sería mi caso, pero no quería discutir con Abel. Acepté las condiciones para quedarme a escuchar.

Una vez más mi amiga observó la estancia. Ahora le llamó la atención las paredes igual que a mí, dado que eran de diferentes colores y muy llamativos. Una era amarillo fuerte como los chalecos que utilizaban los policías o las ambulancias de emergencias, otra de color rojo sangre, otra de naranja butano y la última era de color verde fluorescente.

Esos colores daba a la habitación un aire alegre y despreocupado, todo lo contario a lo que sentíamos Blanca y yo.

¿Por qué tienes estos colores las paredes? — Preguntó Blanca en mi mente.

— No tengo ni idea — contesté lo más bajito que pude.

Nunca he estado en un interrogatorio, espero que no haya sangre — pensó Blanca.

Le apreté la mano suavemente para que supiera que estaba de acuerdo. Mi amiga desde que está con Isaac cambió su concepto de la sangre. Evitaba ella misma sangrar y que no hubiera alguien herido cerca de Isaac. Quería proteger a su alma gemela, aunque últimamente Isaac tenía suficiente autocontrol. Desde que lo reclutamos en la feria del gallo del Prat, no tuvo más problemas ni más muertos a sus espaldas. Aun así, mi amiga evitaba cualquier cosa que le pudiera incomodar a su novio.

De vuelta al presente, Abel pulsó algunos botones y la sala cobró vida. La cama se iluminó y el cubo de cristal, que estaba suspendido en el aire, bajó hasta encajar con la cama. Donde se mantenían juntos había una pequeña abertura, exactamente no sabía cuál era su función.

— Kylian Alfa — dijo Abel alto y claro — estás aquí para ser interrogado ¿Te comprometes a decir la verdad y colaborar con los verdaderos Gifts?

¿Por qué le pregunta si quiere colaborar si está aquí en contra de su voluntad? — pensó mi amiga.

— ¿Será una rutina? — le pregunté a Blanca en susurros — a lo mejor se tiene que decir siempre antes de empezar como en los juicios de los humanos, eso que dicen: "Juras decir la verdad..."

El Alfa empezó a reír interrumpiendo nuestro susurrante diálogo. Seguidamente empezó hacer gestos obscenos y a burlase de Abel.

— Yo sólo obedezco a Adón ¡los demás sois basura! — Kylian observó toda la estancia y se me quedó mirando. Desde los ojos de Blanca percibí un aura de desprecio — sobre todo la ciega. Ya te cogeré en otra ocasión. Esto no queda así.

— Cuando quieras — le desafié y dejé escapar una sonrisa sarcástica.

— Como no quieres colaborar se te hará la segunda parte del interrogatorio. "La subconsciente" — dijo Abel.

Entonces Zeth cogió unos cables y los introdujo en la parte de arriba de la cama.

— Dulces sueños Kylian, que sueñes con Alfas bonitos —se rió mi novio.

Antes de que éste pudiera contestar, se quedó totalmente dormido. Blanca y yo nos quedamos en suspense ¿Qué significaba el interrogatorio subconsciente? Mis dudas se vieron incrementadas cuando apareció un Kylian translúcido dentro del cubo rectangular. Estaba como atado a su cuerpo que yacía dormido por medio de una tela transparente. El Kylian transparente empezó a parpadear frenéticamente. Empezó a chillar de dolor, se retorcía y parecía que no podía mirar a ningún lado ¿Observar su alrededor le producía dolor?

Abel pulsó otro botón y el translúcido chico dejó de gritar, aunque no pudo mantenerse en pie, se quedó de rodillas encima de su cuerpo físico.

— Ahora volvemos a empezar — siguió Abel como si la conversación hubiera seguido y el Alfa no hubiera sufrido nada en lo más mínimo — vas a colaborar y a decirnos lo que trama Adón.

— Sí — dijo despacio y transpirando. Kylian se mostraba cada vez más translúcido. Como si se le apagara la vida.

— Bien, le dijiste a Zoey que Adón estaba preparando algo... ¿de qué se trata?

— No dije eso...

Automáticamente y sin dejar de que el chico se explicara, Kylian volvió a gritar de dolor y hacer posturas imposibles. Después de unos segundos que se hicieron eternos. Por fin dejó de chillar y se tumbó en el suelo del cubo.

— ¿Tienes el dedo un poco suelto, no? — preguntó Kylian a Abel.

Recibió otra tortura más de parte de mi padre, para recriminarle. El Alfa harto de sentir tanto dolor, levantó las manos en modo de rendición.

— Dije — empezó a decir muy cansado, volviendo al tema de la interrogación — que el planeta cambiará y que sólo Adón podrá salvarlo.

— ¿A qué te refieres? — preguntó Abel.

El Alfa se sentó encima de su cuerpo y miró todo a su alrededor. Levantó las manos para taparse los ojos, como si un sol radiante le estuviera cegando ¿Qué le provocaba eso?

— Sólo soy un sirviente — susurró con un poco de rabia. Me daba la impresión que no estaba muy satisfecho con su categoría dentro de la organización — sé muy pocas cosas, no se nos permite saber más de la cuenta. Tan sólo he escuchado rumores de que han visto algunas cajas muy grandes dentro de camiones. Éstos entraban por una puerta secreta de la ODDSI.

— Y ¿Qué llevan esas cajas? — preguntó Zeth.

— No tengo ni idea, yo me ocupo de detectar Omegas y matarlos.

Nos dedicó a todos una mirada de odio. Para ellos éramos Omegas, la última escoria dado que traicionamos a Adón. Yo cada día agradezco y no me arrepiento de haber tomado la decisión de abandonar la ODDSI. Era lo mejor que había hecho en la vida.

— ¿Cómo sabes que el mundo cambiará? — pregunté al recordar la frase que me dijo en las ramblas. Me había saltado la norma de no hablar, pero me daba igual.

El me observó con mucho dolor. No sabía qué hacía esa máquina pero estaba aliviada de no estar en su lugar.

— Lo he visto — dijo al fin — vi a un hombre entrar en un hangar y salir muerto, destrozado y malformado. No sé qué hay en ese hangar pero tampoco quiero saberlo. La curiosidad con Adón mata y yo amo mi vida.

— ¿Dónde está ese hangar? — preguntó Blanca siguiendo mi ejemplo.

Kylian paseó su mirada entre Blanca y yo. Por su cara, parecía que intentaba recordar algo. Abel se estaba impacientando, así que, le volvió a preguntar pero al ver que no contestaba volvió a pulsar el botón. El Alfa gritó de una manera desgarradora. Sus gritos eran intensos y parecía interminables. No pude aguantar más ver su sufrimiento, sus chillidos eran cuchillos que perforaban mis tímpanos.

— ¡Parad!, ¡Ya basta! — grité, escupiendo las palabras por la urgencia que tenía de escuchar silencio — creo que si no lo dice es porque no lo sabe, no lo tortures más.

De pronto se produjo un silencio agradable y tan deseable para mi persona. El Kylian translúcido yacía tumbado en el rectángulo y me miraba agradecido. Zeth se movió de posición hasta estar al lado de Abel.

— ¿Qué piensas? — le preguntó a mi padre.

— Creo que Zoey tiene razón, no creo que lo sepa. El alma y la inconsciencia no puede mentir.

Me quedé fascinada. Blanca automáticamente observó a Kylian. Yo en sus ojos, comencé a fijarme en el Alfa. Al final entendí todo. El Kylian translúcido era el alma, su esencia. La tortura que le producía esa máquina era la más cruel que había conocido. Torturar el cuerpo se podía soportar y curar en algunos meses. En cambio el alma y la mente tarda bastante o en ocasiones, nunca llega a recuperarse. Las consecuencias eran irreversibles. Obligabas a las persona a decir la verdad, si no corría el riesgo de quedarse vegetal. Sin importar la vida de esa persona, Abel seguía torturándole. Pensé en mi padre y la cantidad de veces que habrá usado ésta máquina y me entró náuseas.

En ese momento Blanca ya había atado cabos como yo y observaba detenidamente la máquina. Era tan excepcional robusta y con pinta de poder absorber el alma. Mi amiga seguía los cables con la vista e intentaba adivinar cómo funcionaba verdaderamente.

Cómo último vistazo observó al cuerpo físico de Kylian. Se alarmó cuando detectó que le salía sangre por la nariz y las orejas. La imagen era horrible y escandalosa, pensar que una máquina era capaz de hacer eso a una persona.

Blanca no pudo sopórtalo más, miró a Zeth y a Abel que estaban discutiendo que hacer. Yo por mi parte salí de los ojos de Blanca y me adentré en la cámara de la sala de interrogatorio.

Miré los botones y localicé el botón que ponía evacuación del rectángulo y lo pulsé. Éste subió arriba muy lentamente, dejando el alma de Kylian libre. Estaba suspendida en el aire pero demasiado herida para moverse. Me acerqué al alma y me quedé inmóvil pensando si era buena idea lo que quería hacer.

— No esperes que te dé las gracias porque no lo haré — dijo el alma — dijo en un murmullo lleno de dolor.

— Tampoco lo esperaba — contesté sinceramente.

Levanté la mano donde estaba mi Sign. Noté como me comenzaba a arder. Kylian me miraba sorprendido.

— ¿Me quieres tocar? — preguntó aún hiperventilando — soy un alma, me traspasarás.

Eso era cierto, era una estupidez lo que pretendía hacer. También es verdad que mis dones había cambiado, yo estaba cambiando. Tenía nuevos poderes, me sentía... diferente. A veces pensaba que no era yo, no me reconocía. No sabía por qué habían cambiado y hasta dónde llegaba mi poder.

Quería experimentar mis poderes hasta que no pueda más. Kylian comentó que había visto personas entrar en un hangar para, seguidamente, salir muertos y destrozados. Los Alfas mataban gente pero ¿Para qué? ¿Qué hacían en ese hangar? ¿Qué cosa u objeto hacía tremendo destrozos? Y sobre todo ¿Qué clase de mente retorcida y cruel se le había ocurrido eso? Sólo a Adón se le podía haber ocurrido, su personalidad maléfica e inhumana.

Decidida acerqué mi mano a Kylian y deseé con todas mis fuerzas que funcionase. Mi Sign ardía con más intensidad conforme me acercaba, hasta que finalmente le toqué. El alma era firme y muy blanda aunque tenía la sensación de que si apretaba más podría aplastarla sin más.

Alrededor mío escuché sonidos de admiración por la sala. Todos estaban fascinados por lo que había conseguido hacer.

— ¿Cómo lo ha...? — Dejó en el aire Blanca.

— Zoey voy a poner las cámaras interiores, intenta adentrarte en su mente — dijo Zeth.

Las cámaras interiores, eran unas especiales que creó Abel exclusivamente para mí. Podían reflejar en las paredes de la sala de interiores, lo que podía leer en las mentes o ver a través de los ojos.

No sabía si podría ¿se puede leer la mente de un alma? ¿Éstas tienen pensamiento? O ¿será como adentrarme en la inconsciencia de Kylian?

Mientras estaba meditando noté como el Alfa cobraba fuerzas e hizo el intento de escapar. Abel al ver sus intenciones pulsó el botón, sin darme tiempo de apartar la mano del alma. Noté como si miles de chuchillos me atravesaran el cuerpo. Mi alma estaba siendo forzada a separarse de mi cuerpo. Por un nanosegundo creí que mi alma se había esfumado de mi cuerpo y vagaba por la estancia. En ese instante también percibí que mi ceguera desaparecía y podía ver con mis propios ojos.

Cuando mi padre se dio cuenta de su error dejó de pulsar el botón, mi ceguera y mi alma volvieron a la normalidad. Kylian y yo caímos a la vez al suelo dejando mi consciencia en mi querida oscuridad.

Esmeralda

Contemplarle de cerca, observar esos hipnotizadores ojos y saber que era el Rey de Kiau, me horrorizaba completamente. Mi cuerpo temblaba de una manera descontrolada. El sudor me caía por la frente sin limitaciones ¿Este era mi fin?

Ese siervo, el cual me atraía sin saber por qué, que me confesó que veía algo raro en mí, era Charles. Era famoso por dar justicia, por decir la verdad. Decían que Charles sabía cuándo una persona mentía, pero nadie sabía cómo lo hacía. A mí eso me daba igual, sólo me importaba salir hoy con vida y lo tenía muy complicado. Todavía escuchaba al pueblo pidiendo mi muerte e incluso dando golpes a la puerta. Mi ánimo caía en picado con cada golpe que escuchaba ¿Cómo podían esas personas sin conocerme de nada, odiarme tanto hasta desear mi muerte?

— Bien — dijo Charles — soltarla e iros. Hablaré con la acusada en privado.

— El pueblo exige su muerte — se anticipó el soldado.

— Tendrá justicia como siempre, pero primero debo hablar con ella.

Los soldados me soltaron enseguida.

— Sí Señor — dijeron al unísono levantando el brazo y posicionando la mano en la frente.

Seguidamente desaparecieron por un ala lateral de la sala. Ahora estábamos a solas, tragué instintivamente. Esperé a que él empezara hablar. Levanté la mirada y vi que me miraba con curiosidad, no con acusación.

— No soy una bruja — dije rápido y deseando que toda esta pesadilla acabase — no es lo que parece si me dejaras explicarme...

Esperé a que me interrumpiera pero no lo hizo. Al contrario, estaba atento y su mirada era cálida, llena de curiosidad por saber todo de mí.

— Adelante Esmeralda — me invitó con su dulce voz a proceder mi explicación.

Le miré extrañada. No me esperaba esta reacción. Casi nadie quería escuchar, dado que la palabra "bruja" era una palabra tabú, con mucho poder negativo. Con temor me acerqué un poco a él. Sólo le había contado lo de mis poderes a Noda, por ese motivo tenía miedo ¿Cómo iba a reaccionar el Rey? ¿Me creerá que es un don y no poderes ocultos mezclados con brujería?

No me quedaba otra elección, tenía que contárselo para poder salvar la vida. Deseé con todas mis fuerzas que me creyera.

— Nací con una extraña habilidad — seguí con mi explicación — cada cosa que deseaba, si lo deseaba con mucha intensidad y de corazón aparecía delante de mí. Pero salía de mi imaginación, yo no invoco a dioses, ni demonios, ni hago sacrificio de animales ni de niños. Soy una persona totalmente normal.

Él seguía mirándome profundamente dentro de mi ser. Como si me analizara cada palabra, cada gesto, cada movimiento. Pensé que no lo había entendido, por eso decidí demostrárselo.

— Por ejemplo si deseo un caballo...

Cerré los ojos y usé mi don. De pronto a nuestro lado apareció un caballo blanco, con la piel de terciopelo. El animal se agachó con forma de reverencia.

— O si prefieres más alfombras rojas para tu casamiento...

Hice aparecer tres carros repletos de alfombras preciosas. El Rey seguía sin mostrar ninguna emoción. Su mirada estaba dedicada sólo a mí, como si los objetos que aparecían alrededor nuestro, no significase nada. Así que me rendí, dejé de usar mi don y agaché la cabeza demostrando mi derrota. De nada había servido que se lo demostrase, es más, seguramente le había confirmado a él que era una bruja.

— Es tan increíble que no me extraña que no me creas... soy un monstruo.

Noté como Charles se acercó más a mí. Levantó su mano y me tocó la cara. Le miré automáticamente y volví a sentir esa electricidad de antes.

— No eres un monstruo — dijo lento y suave — Tienes un don, eso te hace especial.

Me sonrió y miró mis labios. Detecté que tenía deseos de besarme. No lo culpaba con esta electricidad yo también lo deseaba. En vez de besarme sigo hablando.

— Yo también tengo un don — confesó sin temor el Rey — detecto las mentiras. Sé cuando alguien es sincero. Odio las mentiras por eso doy ejemplo de hacer lo correcto y digo la verdad en todo momento. Por eso me llaman el Rey justo. La justicia tiene que ser para los sinceros.

Charles levantó la mirada y me penetró con ella en lo más fondo de mi ser. Apreté los puños para evitar el impulso de echarme a sus brazos.

— Eres sincera Esmeralda, no eres una bruja.

Suspiré de alivio al escucharlo. Tocó su frente contra la mía. Nuestras narices se tocaban y ambos nos miramos los labios.

— Por eso me gustas. Desde que te conocí has sido absolutamente sincera conmigo, no como tu amigo...

— Demasiado — le interrumpí e ignorando el comentario sobre Noda — tu presencia me hace ser muy descuidada.

— ¿Te pongo nerviosa? — preguntó aun mirándome los labios.

— No — contesté tragando saliva.

— Mientes muy mal Esmeralda. Incluso si no tuviese mi don, sabría que me estás mintiendo.

Cerré los ojos. A mí se me notaba mucho cuando mentía, por eso evitaba a toda cosa hacerlo. Pero ante el Rey era distinto, me daba mucho miedo admitir mis sentimientos.

— No sé mentir — confesé — por eso vivo escondida. Mi don no me hace fácil vivir sin llamar la atención.

Charles se acercó a mis labios una vez más y los rozó tiernamente. Me quedé paralizada, no sabía cómo reaccionar.

— Esmeralda si no quieres que te bese dímelo.

Mi respiración empezó a hiperventilar. Deseaba sus labios, lo deseaba desde el momento que lo conocí pensando que era el siervo del Rey. Pero todo cambió cuando supe quién era en realidad. Me daba igual que fuera el Rey de Kiau, si no que se iba a casar con Nabit una princesa del reino vecino.

Por otro lado estaba la profecía que me relató la sabia. Dijo que me enamoraría de un hombre que siempre diría la verdad, pero me llevaría a la muerte ¿Era Charles ese hombre?

Cuando volvió mis pensamientos al presente, percibí que él esperaba mi respuesta. No le contesté, mi cuerpo se estremeció al deseo y eso fue suficiente para que Charles empezara a besarme. Lo hizo suave, lento como si saboreara mi saliva. Mis brazos volaron a su cuello y los suyos a mi cintura. Nos acercamos todo lo que pudimos, hasta el punto de querer traspasar mis huesos entre los suyos. Mi cuerpo se estremecía por todas las sensaciones y emociones que recibía.

Pero todo duró muy poco cuando el pueblo que estaba afuera comenzó a chillar más fuerte y a dar golpes contra la puerta. Parecía que en cualquier momento la echarían a bajo. Querían la resolución, querían mi muerte y rápido. Nos apartamos al instante por el sobresalto.

— Piden mi muerte — dije lentamente mirándole a los ojos con miedo.

— Habrá justicia — dijo él alargando los brazos y apareciendo así los guardias.

Éstos me cogieron y me llevaron a la puerta principal justo cuando la estaban abriendo. A fuera se habían amontonado muchas personas deseosas de ver el espectáculo. Nada más salir me concentré en una pequeña tabla de madera que estaba al lado derecho de la puerta. No me había dado cuenta que existía hasta ese momento.

Los guardias me llevaron allí a rastras y me empujaron en contra del madero de malas maneras. Con una cuerda me ataron las muñecas por la espalda rodeando así la madera.

La muchedumbre silbaba y pedían justicia. En sus ojos podía percibir miedo, odio y preocupación. Yo en cambio pensaba en que mi muerte fuera lo menos dolorosa posible.


Zeth

Abrí la puerta lentamente. La casa que habíamos encontrado Zoey y yo en Naélium era grande por fuera pero por dentro parecía un castillo más que una casa. Mi novia se quedó de piedra, con la boca en forma de "o" exclamó un quejido de sorpresa. La casa era muy bonita, adornada de alfombras rojas y flores. Las miré extrañado. Éste edificio tenía que tener cientos de años por su apariencia en el exterior, en cambio dentro parecía que estuviera habitada. Las flores estaban vivas y resplandecientes. No había ni una mota de polvo. Todo estaba absolutamente ordenado y limpio.

— ¿Quién vive aquí? —preguntó Zoey.

— Parece que es una persona. Hay pocas pertenencias y no hay juguetes. No hay niños.

Nos separamos ambos por cada lado de la casa. Me adentré en una estancia que parecía la biblioteca. Me acerqué a una estantería. Había cientos de libros aparentemente muy antiguos, tanto que parecía que se iban a desintegrar con sólo una caricia. Entre las estanterías había un pequeño pasillo que llegaba hasta un escritorio muy grande y acogedor. Éste estaba repleto de otros tantos volúmenes, hojas, plumas para escribir. Pero hubo algo que me llamó mucho la atención.

En el centro del mueble descansaba un pequeño libro, muy viejo y mal conservado. Alrededor de este tenía una pequeña tela para mantenerlo cerrado. Lo cogí suavemente y miré su portada. Era de color marrón tanto por delante como por detrás. Miré las hojas que eran amarillas, concomidas por el tiempo.

Desaté lentamente la tela para no romperla y pasé poco a poco página por página. No entendía nada. El idioma era desconocido para mí. Se parecía algo al japonés pero no era exactamente esos caracteres. Seguí pasando las páginas. En algunas había dibujos del bosque, de animales que nunca había visto y de plantas desconocidas. De pronto al pasar la última página me quedé de piedra.

— Mira lo que he encontrado — habló mi novia detrás de mi quitándome de mi ensueño.

Me volteé para mirarla. En su mano tenía una especie de túnica antigua, como de sirviente y en la otra mano un arco muy bien conservado. No dije nada ante esos objetos porque aún estaba en shock.

— ¿Zeth qué pasa? — preguntó alarmada viéndome pálido.

— Ven acércate, tienes que ver esto.

Ella se asomó por encima de mi hombro y ambos nos quedamos fascinados ante ese libro. En una de sus páginas estaba dibujado nuestro Sign. Muy bien perfilado y repasado. Lo más curioso que había varios modelos. Todos eran con forma de "Z" pero cada uno con un diseño característico.

— ¿Qué significa esto? — preguntó Zoey

— No tengo ni idea. Será mejor enseñárselo a Abril.


— ¿Podrá Zoey leer la mente del alma de Kylian?

— ¿Dónde estará ese hangar?

— ¿Qué harán ahí dentro?

— ¿Qué planea Adón para gobernar el mundo?

— ¿Cómo saldrá airosa Esmeralda de su acusación?

— ¿Qué hará Charles para salvar a la gitana?

— ¿De quién será esa casa?

— ¿Estará habitada?

— ¿Qué es ese libro?

— ¿Por qué tiene el Sign de Zeth y Zoey?

¡Todas las respuestas en el siguiente capítulo!

¡Hola mis Gifts! Perdón por la tardanza, la inspiración viene cuando menos te lo esperas. Lo malo que se mantenga dormida XD

¡Hasta la próxima!

PD: Canción del encabezado

Artista: Yiruma

Canción: Kiss the Rain


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