Capítulo 0: ¿Zoey Vidal?
Zoey
— Respira, Zoey se pasará el dolor — dije hiperventilando.
Me encontraba en el lavabo de mi casa. Mi cuerpo pesaba, sentía como si me hubiera atropellado un tráiler. Mi mano, donde se situaba mi Sign, ardía de una manera insoportable. Mis ojos blancos me picaban y lloraban. No sabía a ciencia exacta hasta cuándo podría aguantar tanto dolor.
Hacía una semana escasa que Abel, mi padre, me devolvió los dones y mi querida ceguera. Pero algo iba mal, no era como antes. Mi cuerpo constantemente temblaba y mi mente luchaba contra algo que aún no había descifrado. Por ese motivo, me sentía más débil y sin fuerzas para hacer las tareas cotidianas. En mi cabeza reinaba un ruido, como si habitasen allí un enjambre de abejas. Las pasé a llamar los ocupas de la olla. Era una pequeña broma que me hacía para comprender mejor ese dolor, darle forma y motivo. Abel decía que si lo hacía de esta manera, me sería más fácil canalizar el dolor y así disminuiría con el tiempo. Poco a poco aprendí a convivir con él y le cogí bastante cariño, aunque eso no quitaba que aún seguía existiendo.
Abrí el grifo y toque el agua con los dedos. Deseaba refrescarme los labios, la cara, la cabeza. Cualquier cosa sería un alivio para aguantar este calor que salía de dentro de mi cuerpo.
— ¿Qué te está pasando? — pregunte en voz alta.
De pronto noté una sacudida. Me cogí fuertemente a la pica del lavamanos. Chillé de dolor y desesperación, deseaba que parase todo. Entonces ocurrió que mis ojos comenzaron a abrirse poco a poco. Dejé la oscuridad, mi amada compañía, y di la bienvenida a la luz cesante.
Cuando recobré la vista lo primero que contemplé fue las palmas de mis manos. Mi Sign, que estaba situado en mi mano derecha, brillaba intensamente de un color rojo intenso. Me quemaba y notaba como si mi mano fuese un foco de luz.
Entonces de pronto escuché una risa horripilante. Levanté la mirada y allí, en el espejo del lavabo, estaba mi reflejo. Pero éste tenía vida propia, me sonreía de una manera desafiante y mostraba sus dientes blancos perfectos de una manera amenazante.
— ¿Quién eres tú?— pregunté alarmada.
— ¿No me conoces, Zoey?
Me giré en redondo para ver si había alguien detrás de mí, pero sólo pude percibir la puerta de salida. Allí no había nadie más.
— Qué terca eres Vidal. Siempre desconfiando de las personas que te quieren. Aunque pienses que no, yo te tengo bastante aprecio.
— Tú no sabes nada de mí — dije reprimiendo un quejido.
— Se bastante de ti. Sé que eres una niña que no quiere perdonar a su padre. Y el motivo es muy simple: Tienes miedo de perderle otra vez.
— Mi padre me abandonó y me hizo creer que estaba muerto. No puedo perdonarlo, mi dolor me lo impide. Tú no sabes lo que he sufrido.
— Zoey, tú y yo somos iguales. Sé lo que piensas y lo que sientes. Pero no soy tan estúpida como tú. Sé ver lo que tengo delante.
Le observé confusa y de golpe me retorcí. El dolor aumentó sin avisar.
— ¿Qué me estás haciendo? — balbuceé.
— No chica, que te estás haciendo tú. Tu obsesión por vengarte de Adón te está consumiendo. Además sabes que lo tuyo con Zeth tiene una fecha de caducidad.
— Por ahí no sigas — le advertí.
— Sabes que acabareis como Esmeralda y Charles. Si sigues queriéndote vengar de Adón, tú morirás como Esmeralda, y Zeth se olvidará de ti como el Rey.
— ¡Calla! — chillé mientras le di un puñetazo al espejo. Éste se rompió en mil pedazos.
Mis manos comenzaron a sangrar y caí al suelo junto con los trozos de cristal.
— No podrás escapar de mí, ambas somos Zoey. Yo formo parte de ti — dijo mi otra yo.
Lloré de dolor y produje un sonido aterrador. Me quedé casi sin aire, mis pulmones no aguantaban tanto movimiento. De pronto la puerta del lavabo se abrió y con ella mis ojos volvieron a la oscuridad.
— Zoey, ¿Qué pasa? — preguntó Zeth alarmado.
— El Sign — dije levantando mi mano para que lo viera— me duele y me hace ver alucinaciones.
Zeth me cogió la mano y besó el tatuaje. Me cogió en volandas y me llevo al salón de la casa. Cogió un botiquín y comenzó a curarme las heridas.
— Supongo que es la anestesia — comentaba Zeth, intentando darle sentido a lo que había ocurrido — Eres la única a la que le han vuelto a poner el gen de los dones y el Sign. Desconocemos los efectos secundarios que puede producir una renovación de dones.
— ¿Crees que Abel ha añadido algo malo?
— ¿Insinúas que tu padre es capaz de engañarte otra vez?
Puse mi cabeza en su pecho y cerré los párpados. El dolor de mi cuerpo iba menguando. La cercanía a mi alma gemela hacía que sintiera una gran serenidad. Su presencia completaba la ausencia que mi alma padecía.
Intenté pensar en lo sucedido en el lavabo y en Abel. Ya no confiaba en nadie, su engaño me hizo tanto daño, que me afectó emocionalmente. Pero poco a poco con ayuda de mis amigos y Zeth pude volver a confiar. ¿Por qué estaba volviendo hacia atrás? ¿Hice lo correcto en pedirle a mi padre que me devolviera los dones?
Apreté bien fuerte a Zeth y sollocé con la misma fuerza. Mi novio me abrazó y me acunó entre sus brazos. Sus caricias era un bálsamo para mi estado anímico.
— ¿A qué tienes miedo? —Preguntó mi alma gemela a la vez que me levantaba la barbilla para ver mis ojos blancos.
— Tengo miedo a perderme. A perder mi identidad, a perder la confianza. A volver a perder mí autoestima y vuelva a caer.
Zeth me besó tiernamente. Sus labios carnosos pedían a gritos ser besados por los míos. Me di el lujo de saborearle. Mis lágrimas se detenían al lado de mi boca. Él me las limpiaba con la lengua. Tendría que ser un gesto sexual, pero Zeth lo hizo tan tierno que parecía una caricia sin sentido.
— Nunca dejarás de ser mi Zoey. Yo te ayudaré a volver si comienzas a perderte.
Sonreí ante su confesión.
— Vamos a Naélium — dije llevando mi mano, donde estaba mi Sign, a su cuello dónde se situaba el suyo.
— Vamos a nuestro mundo de gran libertad — concluyó él.
Seguidamente abrí los ojos y enfrente de mí se encontraba el mar de colores tan característico de nuestro mundo. Zeth se dio la vuelta, dando así la espalda al mar, y comenzó a correr dirección al bosque. Yo tenía la intención de seguirle pero entonces vi aparecer una mujer de pelo largo y negro a pocos metros de mí. Me acerqué a ella al mismo tiempo que se daba la vuelta. La reconocí de inmediato.
— Hola Esmeralda ¿Qué haces aquí?
Ella miró mis ojos pero parecía que no estuviera aquí. Parecía una grabación. Sus ojos estaban vacíos, sin alma.
— ¡Ayúdame! — suplicó — ¡Ayúdame a salvarlo!
Acto seguido, desapareció. Me quedé perpleja. ¿A quién o a qué tenía que salvar?
— ¡Zoey, corre ven! — chilló Zeth— dirígete al bosque.
Entonces me dirigí hacía su voz con un mar de dudas. ¿Qué estaba pasando en Naélium? Y ¿Qué me está pasando a mí?
¡Hola Mis Gifts! ¿Me echabais de menos? Yo sí XD he tardado relativamente poco en subir el primer capítulo. Ya estaba pensado desde hace unos meses o así. Espero que os guste esta segunda parte de Dones y sea de vuestro agrado.
¡Nos leemos en el próximo Capítulo!
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