Capítulo 33 Final B: "Me importa un rábano mis dones, yo quiero a Zeth"
Zoey
Estaba frente a la silla. Mi mente iba a cien por hora, buscando los pros y los contras de cada decisión.
La primera opción: la ventaja que tenía era que seguiría con mis dones para poder defenderme y salir de esta guerra que se había creado. Pero la desventaja era que Zeth se quedaría en coma permanentemente.
La segunda opción: esta lección conllevaba la pérdida de mis dones. En cierta manera llevaba toda mi vida deseando no tener dones, ser normal. Recuperar aquello que me habían arrebatado, poder ser una persona corriente. Estaba delante de mí, la posibilidad de poder volver a ver. Era lo que había deseado desde siempre, lo que había querido. Por otro lado, Zeth no estaría en coma, no estaría sufriendo como estaba sufriendo en ese momento. El inconveniente que había era que no se acordaría de mí y amaría a Dalila. Pero me confortaba que al menos sería feliz.
Me acerqué a la silla lentamente y me senté con cierto miedo. Tanteé los respaldos de la silla y noté un pequeño botón. Suspiré hondo.
— Lo hago por ti, Zeth. Al menos uno de los dos será feliz.
Con los ojos llenos de lágrimas pulsé el botón. Enseguida sentí como una descarga recorría todo mi cuerpo, pero más intensamente en el cerebro. Comenzó a dolerme todo el cuerpo como si un fuego abrasador me quemara todo mi ser. Mi mano, en donde tenía mi Sign, la notaba como si se desintegrara. Cómo si el tatuaje se fuera borrando poco a poco y dolorosamente. Al cabo de unos minutos intensamente delirantes, todo cambió.
El dolor lo sustituyó una tremenda calma y serenidad. Abrí los ojos, vi una luz blanca muy fuerte. Me tapé los ojos como acto reflejo y me levanté de la silla tambaleándome. Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, pude admirar que estaba viendo con mis propios ojos. Entonces me acordé del intenso dolor que había sentido hace escasos minutos en mi mano.
Observé primero mi Sign, el cual, se estaba borrando poco a poco. Lo toqué suavemente pero ya no tenía ese relieve que señalaba que estaba vivo. También intenté usar mi don meterme en las cámaras, pero era como darse contra un muro una y otra vez. Ya no había nada que podía usar con mi don. Ya no podía leer mentes, ya no había ningún rastro de que alguna vez fui un Gift.
Analicé mis emociones. Siempre había deseado no tenerlos y ahora me sentía vacía, como si no fuera yo, como si viviera una vida que no me pertenecía ¿Podría ser que mi destino siempre había sido ser un Gift y mi padre contribuyó para que se hiciera realidad? Yo había pensado todo lo contrario y que me maldijeron al otorgarme los dones. Por primera vez extrañé volver a ser como antes. Ser invidente y tener dones.
A continuación mis ojos se llenaron de lágrimas. Intenté distraer estos pensamientos observando la sala. En el lado derecho había muchas pantallas. En una de ellas se veía a Zeth. Entonces recordé por qué había accedido a sentarme en esa silla. Lo había hecho por él y estaba segura que lo volvería hacer, sólo por él. Merecía la pena perder la esencia, mi esencia lo que era Zoey con sus dones y sus problemas de visión, por Zeth. Miré el teclado que estaba debajo de las pantallas, me fijé más concretamente, en la tecla que ponía "Despertar". Estaba a punto de pulsar el botón cuando de pronto, apareció Adón en la puerta.
— Hola Leyre, veo que elegiste la segunda opción.
— Despierta a Zeth ¡ya! — dije rabiando.
— ¿Sabes una cosa? Eres una egoísta. En verdad tú deseabas por todos los medios ser normal. En esta circunstancia te he dado elegir a Zeth y quitarte los dones o no tenerlo y si tus Dones. Pero piénsalo, si te hubiera dado a elegir entre quitarte tus dones o a Zeth ¿A quién elegirías?
Le miré desafiante.
— Claramente a Zeth.
— ¡Error! Hubieras elegido no tener tus dones. En el fondo de tu corazón hubieras entregado hasta tu alma para ser normal. Sabes que tengo razón, Zoey.
Contemplé al jefe de una manera amenazadora. Antes me hacía sentir intimidada. Ahora que lo podía ver con mis ojos, era un hombre tremendamente imponente. Su presencia hacía sentir a cualquier gigante en una insignificante Hormiga. Intenté poner toda mi voluntad en no sucumbir al deseo de arrodillarme. Noté que él estaba usando su don en mí, muy sutilmente. Levanté la cabeza y seguí manteniéndole la mirada. Él, en cambió, sonrió y eso me aterrorizó.
Adón sacó un pequeño mando y apretó un botón. Desde la pantalla vi como Zeth se despertaba, pero aún seguida atado de pies y manos.
— Muy bien — dijo con misterio — ahora toca la segunda fase. Que se olvide de Zoey Vidal.
Noté como la rabia de repente resurgía de lo más profundo de mi ser y salía sin ningún control. Saqué de repente la daga de mi manga y le corté el brazo. Como consecuencia se le cayó el mando de su mano. Acto seguido me lancé sobre él y comencé acuchillarle por todo el cuerpo. Él me empujó dándome contra la pared. Escuché como el hueso del brazo hacía un ruidoso clack. Se me escapó un grito de dolor. No podía mover el brazo, deduje que se me había roto.
— Ahora al no ser un Gift ya no eres inmortal, así que te puedo matar. Te prometo que lo disfrutaré.
No había pensado en esa posibilidad. Él no me había dado la opción de quitarme el Sign para mi beneficio, si no, para poderme matar. Empezó acercarse lentamente para mantener el suspense. De reojo vi en la pantalla del ordenador cómo Blanca entraba en la sala y le quitaba todos los cables a Zeth. Intenté desviar la atención de Adón para darle tiempo a mi amiga.
— A ti lo que te pasa, Adón es que te fastidia que mi madre se quedara con Abel.
Él paró en seco. Sus brazos empezaron a temblar. Podía percibir su ira aunque ya no tuviera mis dones. Su cara roja lo delataba.
— Ese es un tema que no te concierne.
A pesar, de que su tono era claramente una señal de advertencia de no seguir con ese tema, no le hice caso.
— Te fastidió saber que tenían más que una aventura. Tenían un destino porque eran almas gemelas y encima de su amor nació una pequeña y muy sana. No entendías porque tu hija estaba enferma y yo no.
Adón cada vez se le veía más rabioso. Con su físico, grande y musculoso parecía un gorila en potencia. Por fin vi en la pantalla como Zeth salía de la sala por su propio pie. Respiré tranquila, no me importaba mi pellejo con tal de que Zeth estuviera bien.
— La culpa de todo lo tiene Abel. Se metió en mi vida, le permití entrar para que curase a mi hija. No sólo la mató, si no, que se quedó con mi mujer. Estoy harto de perder siempre, de no tener lo que amo y quiero. Pero contigo, Zoey es diferente.
Me quedé extrañada por lo último que dijo ¿Adón acababa de decir que me amaba? No, habré escuchado mal. Adón me odia con todo su ser, sus ojos así me lo dicen. Entonces observé como su autocontrol llegaba a su fin. Temiendo por mi vida me levanté lo más deprisa que pude con un dolor insoportable en el brazo. Abrí la puerta con la intención de marcharme pero por desgracia él me cogió de pronto y me estampó contra la puerta. A consecuencia la nariz me empezó a sangrar abundantemente.
— ¿A dónde crees que vas niñata?
Me limpié la sangre con la manga de la sudadera.
— Me voy, dado que no tengo nada que hacer aquí.
Adón buscó el mando y pulsó la tecla con una sonrisilla triunfante. Me lo quedé observando con una mano en la puerta y con la otra a duras penas sostenía la daga.
— Adón un consejo: Deja de lado el pasado y vive el presente.
Él se giró para mirar la pantalla. En ese justo momento le lancé la daga al corazón, cuando él empezó a girarse lentamente. Cerré la puerta y puse la llave que anteriormente le había robado en el forcejeo. Me alejé cojeando rápidamente por los pasillos. Por uno de ellos apareció Marc, el cual recibió un puñetazo en la cara sin parar de andar.
Intenté orientarme e ir a la sala de control. Allí estaría Abel intentando manejar los mandos para que la ODDSI no mandara la señal de socorro. Adón tenía aliados muy fuertes en el extranjero. No queríamos que se nos complicara más la cosa. Caminaba a un ritmo constante, demasiado lento para mi gusto. Me dolía horrorosamente el brazo y eché de menos el poder curativo del Gift. Llegué a la sala enorme de entrenamientos y allí reinaba una auténtica guerra.
Pude ver a lo lejos a Isaac saltar de lado a lado mordiendo a todos los que osaban acercarse. Más allá estaba Eloy y Alán con sus dagas intentando no ser heridos. Observé atentamente la sala. Había cuatro puertas, una de ellas ponía sala de control. Corrí hacia esa dirección.
Mientras corría un aliado de la ODDSI me atacó levantando un hacha, si un hacha, lo esquivé de milagro. Le di una patada detrás de la rodilla y le hice caer. Saqué la daga del brazo herido tan rápido como el dolor me permitía, y le rajé el cuello.
Alguien empezó a dispararme justo cuando me postré en tierra. Isaac, se puso enfrente de mí usando una lámina de acero del suelo como escudo.
— Estas herida, Zoey tómate unos segundos hasta que te cures — me dijo gritando encima del barullo.
Le miré directamente. Pude ver en sus ojos señal de sorpresa, comprensión y ¿dolor?
— Zoey ¡Puedes ver! Pero ¿Cómo?
— Ya te lo explicaré, necesito llegar a la sala de control — dije señalando la puerta.
— Tranquila ve, yo te cubro.
Salí disparada hacía la sala. Cuando llegué a la sala de control estaba completamente destruida. En un rincón había empezado un fuego que se estaba extendiendo como la espuma. En el suelo había un cuerpo inmóvil y mal herido. Esforcé la vista y pude reconocer quién era. Intenté correr hasta ella pero me cortó el paso una figura.
Apreté la mandíbula cuando supe de quién se trataba.
— Me estoy empezando a hartar de ti. Y tengo muchas razones para romperte la cara a trizas.
— Tranquila, Zoey esto no va contigo. Abril me desafió y acabó mal. ¿Quieres acabar como ella?
Miré al cuerpo inmóvil de mi amiga. Tenía la cara medio quemada. Aún estaba viva podía escuchar como agonizaba. Su posición estaba demasiado cerca del fuego. Tenía que llevármela de allí y rápido.
— Dalila, voy a contar hasta cinco. Si no te quitas del medio te arrancó el pelo de cuajo. ¿Lo has entendido? ¡traidora!
— ¿Traidora? Que yo sepa nunca he sido tu amiga para traicionarte.
— Pero de mi madre sí.
— Aaa... te refieres a Noa. No fue una traición, Zoey. Yo amaba a Adón. Respeté la decisión de ella de estar con él. Al fin y al cabo era mi amiga. Quería su felicidad y si su felicidad era estar con el hombre que amaba, lo aceptaba. Pero de pronto se fue con el investigador más imbécil de la organización y rompió el corazón a Adón. No lo podía permitir. Si no lo quería, que me lo dejara a mí. ¡Qué no jugara a dos bandos!
— No entiendo nada, Dalila — dije con cierto nerviosismo. Veía como cada vez el fuego se acercaba más a Abril — ¿Si amas a Adón, porque quieres estar con Zeth?
— Para joderte la vida. Eres una criatura inmunda. No tenías que haber nacido. Fue nacer tú y cambiar todo. Cambió Noa y cambió Adón. No entiendo que ve él en ti.
— ¿A quién te refieres?
— Adón ¡imbécil! Él te ha elegido a ti.
— ¿Para qué? — Chillé dado que el suelo volvió a temblar.
No la dejé contestar, dado que me lancé encima de ella. Vi que el fuego empezaba a quemar los pies de mi amiga y salté con urgencia. Comencé a tirarle del pelo a Dalila con fuerza, quedándome mechones del mismo en la mano. Ella se retorcía e intentaba pegarme. Pero yo ponía todo mi empeño en no dejarle espacio.
En uno de esos forcejeos ella me propinó un fuerte golpe en el brazo herido. Chillé de dolor. Ella me empujó y me apartó de encima suyo. Ahora era Dalila quien estaba a horcajadas encima de mí y comenzó a darme puñetazos en la cara. Los recibía de pleno dado que sentía el dolor tan intenso del brazo herido que no podía defenderme.
Entonces para poder salir de la situación, con el brazo bueno, lo alargué al lado derecho de mi posición y tanteé la zona. Conseguí coger un cuchillo militar que rápidamente reconocí de la organización de Abel. Con un rápido gesto se lo clavé en el ojo profundamente. Ella se apartó y comenzó a chillar blasfemias.
Me levanté lo más pronto posible y recogí a Abril no sin antes apagar el fuego con un extintor que estaba peligrosamente a punto de ser invadido por el fuego. Desistí la idea de apagar toda la sala con el extintor. Perdería mucho tiempo y las Arenas estaba a punto de derrumbarse. Así que cogí a Abril puse su brazo alrededor de mi cuello y la cargué con todas mis fuerzas dejando su peso en el brazo bueno.
La puerta por donde había entrado, estaba abarrotada de escombros que habían caído a causa de los temblores. Afortunadamente la sala tenía una salida de emergencia. Me dirigí hacia ella lo más rápido que pude con el fuego pisándome los talones. Pegué una patada y la puerta salió disparada.
— ¡Vamos, Abril! ya casi estamos fuera. Aguanta un poco más.
Caminamos por un largo camino hasta que por fin llegamos al ascensor que comunicaba con el centro comercial. Entonces el suelo tembló de una forma bestial, el techo empezó a caerse trozo a trozo. Al ver la situación, corrí lo más rápido que pude arrastrando a Abril para llegar al ascensor. Desafortunadamente éste estaba totalmente destruido y a su alrededor descansaban decenas de cadáveres tanto del bando de Adón como de mi padre.
— ¡Zoey, ven aquí! he encontrado una salida.
Me di la vuelta y vi a Ramiro el siervo de mi padre.
— ¿Dónde están todos? ¿Han salido ya? — pregunté a Ramiro, dejando que cogiera por el otro brazo a Abril.
— No lo sé. Todo es un caos, un infierno ¡salgamos de aquí! Tu padre nos ordenó ponerte a salvo y eso es lo que voy hacer.
— Pero Zeth, mis amigos, mi padre...
— Ya es tarde, Leyre — dijo con urgencia.
— Está bien ¡ pero no me llames Leyre!
Sin más preámbulos, Ramiro me cogió del brazo y con el otro a mi amiga. Nos obligó a meternos dentro de las alcantarillas de Barcelona dejando atrás a toda mi familia.
¡Hola! ¿Como estáis mis Gifts? No os preocupéis que aún quedan unos capítulos más para seguir. Pero ya casi esto se acaba.
¿Qué os parece este final B?
¿Os gusta más el A o el B?
Aún queda un poco más porque si lo ponía todo en este capítulo se haría eterno.
Os prometo que mínimo habrá 2 capítulos más.
¡Nos leemos pronto!
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