Capítulo 23: Ella sabe algo


Zoey

Me encontraba en el mundo de fantasía, ese que se creó de la nada al tocar nuestros tatuajes. Anteriormente, nos habíamos quedado en mi habitación con el cerrojo puesto. Me había acercado a él, le había besado y seguidamente le había tocado el tatuaje para poder estar en nuestro mundo.

Miré al mar disfrutando de poder ver. En este mundo me sentía liberada de mis dones. Parecía que se desvanecieran o se desactivaran. Sinceramente yo ignoraba el por qué. En verdad me importaba un comino. Sentirse normal era una sensación liberada, con una calma que nunca pude sentir.

Suspiré tan profundo y dejé que mis pulmones cogieran ese aire tan especial. Me sentía especialmente feliz, muy feliz. Miré a mi lado. Allí permanecía Zeth tumbado con los brazos detrás de la cabeza y los ojos cerrados. Parecía que estaba profundamente dormido. Observé a ambos lados donde había un bosque espeso y al lado opuesto el desierto súper negro.

— Alguna vez tendremos que ir a investigar este lugar... — susurré aún pensativa.

— Tenemos mucho tiempo por delante para investigar.

Sonreí con timidez ante la visión de vernos juntos por mucho tiempo.

— Tendremos que ponerle nombre a este lugar.

Zeth se levantó lentamente y me miró pensativo.

— No se me ocurre muchas cosas... mmm... ¿Donelándia?

Me puse a reír.

— Parece un parque de atracción infantil — dije entre carcajadas.

— A ver, piensa tú.

Me quedé pensativa, no me venía nada a la cabeza era muy complicado poner nombre a un lugar tan... irreal. Me quedé contemplando el mar fijamente. Entonces un nombre apareció en mi mente, como si yo ya supiese el nombre de ese lugar. Me pareció extraño pero lo dejé estar.

— Mmmm... ¿Naélium?

— Nai... ¿qué?

— Naélium con "e", es una palabra inventada pero interesante como este lugar.

Zeth miró alrededor.

— Me gusta Naélium parece latín. La mitología romana y griega me parece... sexy. Sobre todo el mito de Eros y Psique.

Me ruboricé al recordar el mito. Él también se había sentido identificado. Me alegré de no ser la única. Sería nuestro mito y nuestra historia. Miré al mar otra vez mirando como las olas rompían con las rocas cambiando así de color, era hermoso... muy hermoso.

— El día de la feria — comencé a hablar de repente — Eloy, antes de llevarnos a la ODDSI llamó por teléfono a una tal asociación de "los olvidadores" ¿Quiénes son?

— Es una organización que se encarga de limpiar la escena después de una lucha. Sobre todo si es un sitio público. Está dividido en dos secciones: La primera sección se encarga de dejar el sitio tal cual estaba (tienen un don que puede rebobinar el tiempo y dejar el sitio como estaba antes del altercado). La segunda se ocupa de borrar la memoria a testigos para que no nos delaten.

Pensé en esto. Estaba claro que Adón nunca dejaba un cabo suelto. De pronto me acordé de algo de mi amiga, había cambiado repentinamente.

— Blanca esta súper contenta — dije de pronto y cambiando totalmente de tema — he visto,  más bien he intentado leer su mente pero me he dado cuenta que está diferente. Ha cambiado totalmente el suceso de Isaac. Para ella, el mordisco nunca existió.

Le miré extrañada y esperando que me diese una explicación. Ya sabía lo que había pasado, pero quería que me lo explicase él mismo.

— Sí — dijo Zeth interrumpiéndome —  vino a buscarme un día en el entrenamiento y me suplicó que le cambiase ese día.

— ¿Y lo hiciste?

— Sí, lo hice — agachó la cabeza. No se le veía orgulloso de haberlo hecho.

— Yo creo que hiciste bien. Gracias a ti Blanca ha vuelto a sonreír — dije intentando animarle.

Zeth no dijo nada. Seguía evitando mirarme. No me gustaba verle así, intenté cambiar de tema.

— ¿Has visto el Sign de Isaac?

— Sí, es igual que el de Blanca.

Me giré lentamente, levante mi mano con la palma hacia arriba donde se veía el tatuaje. Lo puse al lado de su cuello para compararlo. Ambos empezaron a brillar de una forma amarilla como dorada.

— ¿Tú crees que tendrán su propio Naélium?

Zeth me miró con una mirada llena de ternura.

— Puede ser, pero no será igual de hermoso que el nuestro.

Me acerqué y puse mis brazos alrededor de su cuello. Le besé tiernamente con dulzura saboreando cada instante. Noté como el mundo de alrededor cambiaba. Salía el sol y su calor nos envolvía de una forma muy agradable.

Zeth me empujó suavemente poniéndose encima de mí. Me besaba con gran pasión como nunca lo había hecho. Poco a poco sentí como mi temperatura corporal aumentaba repentinamente. El sol apretaba con fuerza y nuestros cuerpos parecían que iban a quemarse.

Zeth levantó mi camiseta lentamente dejándome la barriga fuera. Me acarició detenidamente las cicatrices de una forma muy sensual y electrizante. De pronto dejó de besarme, puso su frente con la mía, ambos respirábamos entrecortadamente por la excitación.

— Alguna vez me contarás el porqué tienes estas cicatrices —dijo en un susurro. Parecía que me quería hipnotizar con el objetivo que me sincerara con él.

Abrí los ojos, aún me sorprendía que pudiera ver. Este sitio me encantaba podía ver y estar con la persona que amaba ¿Qué más podía pedir? Este era mi perfecto paraíso. Estuve tan entretenida pensando en esto que no me acordé de que Zeth esperaba alguna explicación.

— Es una combinación de muchas cosas: de baja autoestima, de sentirme un bicho raro, de no tener amigos, de tener que lidiar con los dones, de la muerte de mi padre...

— No hace falta que digas más...

Zeth bajó la cabeza y empezó a besar una por una las cicatrices, era una sensación extraña y a la vez muy sensual. Subió más la camiseta hasta que se me podía ver el sujetador, pensé que se quedaría observando mis pechos pero no fue así. Siguió la trayectoria de la cicatriz más grande y besó mi hombro donde me clavé la tijera hacía ya tanto tiempo. Acto seguido se separó y me miró a los ojos.

— Intentaré por todos los medios que nunca más vuelvas a sufrir.

— Ya lo haces— le dije totalmente sincera.

Entonces empezó a sonar un sonido sordo. Miré a Zeth con mala cara, no me quería ir de nuestro mundo. De Naélium.

— Creo que tendríamos que volver— dijo Zeth desganado.

Volví a escuchar el ruido ahora más insistente.

— De vuelta a la realidad... — dije mientras mis ojos volvían a la oscuridad.

De vuelta a mi habitación detecté cuál era el origen del ruido. Mi madre golpeaba ahora con fuerza la puerta.

— Zoey por amor de Dios, abre ¡No lo hagas!

Quité el cerrojo y abrí la puerta.

— ¿Qué no haga qué?

Mi madre me miró y seguidamente a Zeth. Me había metido en sus ojos. Me sentía más cómoda pudiendo ver.

— Pensaba que estabas haciendo...

Sus pensamientos era un caos. Estaba mezclando recuerdos, con pensamientos imaginativos. Todos acababan igual, yo sangrando en el suelo. Aún mi madre sentía miedo de que me cortara otra vez.

— Mama tranquila, ya hace tiempo que no... — cambié de tema al ver que mi madre ahora miraba intensamente a Zeth —...   estaba estudiando.

Ella miró al fondo de la habitación. Zeth le saludó tímidamente. Me dí cuenta que no les presenté. La única vez que mencioné a Zeth a mi madre, ésta acabó enfadada conmigo y una advertencia de que me alejara. No sabía cómo reaccionaría cuando le dijera que estábamos saliendo. 

Para empezar suave la conversación, levanté los brazos para darle un abrazo a mi madre. Como todas las veces que lo hacía cuando me venía un arrebato de cariño. De repente mi madre se le cambió el humor. Se puso rígida y por un momento dejó de respirar. Yo no sabía que había pasado, porqué mi madre se había quedado en ese estado. Ella me cogió del brazo y me llevó arrastras al comedor. Zeth extrañado, nos siguió.

— ¡¿Qué... qué has hecho!? — chilló de una forma que nunca la había escuchado.

Me quedé muda no sabía a que se refería.

— ¿Cómo te ha encontrado? , ¿Qué te ha hecho?

Hablaba tan deprisa y sus pensamientos iban tan acelerados que no entendía nada. Eso hacía que me sintiera más confusa.

— Tú — dijo mi madre a Zeth — ¡aléjate de mi hija y no vuelvas más por aquí!

— Tranquilízate, Noa — contestó él — yo nunca haría daño a Zoey.

— ¡Ya se lo has hecho insensato! — cogió mi brazo me abrió la palma de la mano y se la señaló — ¡le has llevado al camino de la muerte sin saberlo!

Me quedé perpleja. Mi madre sabía algo de los tatuajes ¿Cómo se había enterado? , ¿Conocía a la ODDSI?

— Mamá, estoy bien no te preocupes.

— ¡No! — me chilló muy cerca de la cara — Ese tatuaje es como la miel, es dulce y da una sensación de bienestar. Pero entonces te das cuenta de que detrás hay un oso enorme feroz con ganas de devorarte. ¡Huye Zoey! no vuelvas ahí ¡Aléjate de todo aquel que lleve ese símbolo!

Me quedé boquiabierta. Estaba claro que mi madre sabía algo de la organización. Había reconocido el Sign ¿entonces ella también fue en su día una Gift?

— Noa ¿conoce usted el significado de esto? —preguntó Zeth señalando su tatuaje del cuello.

Mi madre abrió los ojos como platos al ver el Sign de Zeth. Tragó saliva y negó con la cabeza fuertemente. Parecía que quisiera quitarse algo de la mente.

— Desgraciadamente lo conozco y por eso todo aquel que lo lleve tiene todo mi odio y rencor. No permitiré que mi hija pertenezca a esa... ¡a esa mierda!

Intenté adentrarme en su mente para entender algo de lo que pasaba. Pero algo me impulsó fuera de esta. Me caí de rodillas por la fuerza invisible. Me llevé las manos a la cabeza porque sentía un dolor de cabeza bestial. Zeth me ayudó a levantarme.

— ¡No la toques! — chilló mi madre fuera de sí.

— ¿Por qué? — pregunté con lágrimas en los ojos.

Sentí y percibí tanto odio y dolor por parte de mi madre. Ese dolor sólo podía ser por algo personal. La organización le había hecho algo, algo muy gordo. En ese momento empezó a sonar mi móvil. Lentamente lo cogí y me lo puse en la oreja.

— Zoey Vidal ¿Dígame?

— Hola Zoey , soy Marc.

— ¿Marc?, ¿Quién diablos es Marc?

Estaba demasiado alterada por la situación de mi madre que olvidé mis modales. Pero en ese momento no me importó lo más mínimo.

— El secretario de Adón

— A vale. No sabía que existías.

Se produjo un silencio incómodo. Había sido demasiado sincera y brusca. Tenía que tranquilizarme antes de ver Adón. De lo contrario la cosa podría empeorar.

— Ejem. Adón quiere que vengáis a la ODDSI. Zeth y tú. Tiene misiones para vosotros.

— Ahora vamos— dije un poco extrañada.

¿Cómo sabia Marc que Zeth estaba conmigo? Lo dejé estar, ya lo pensaría luego. Acto seguido colgué. Escuché la respiración de mi madre. Estaba disgustada y enfadada al mismo tiempo. Decidí que no era el momento de hablar con ella. Sería algo pendiente de aclarar.

— Zeth, tenemos que irnos.

— Vale. Voy a por la mochila y nos vamos.

Mi madre me cogió de ambas manos. Su mente estaba llena de preocupación. Tenía miedo de que éste fuera el último momento de que me viera con vida.

— Zoey por favor ¡no vayas! Te lo suplico.

— Mamá, estoy bien. Más que bien, tendré cuidado. Se cuidar de mí misma. Me han enseñado a luchar si fuera el caso.

— No, Zoey. No sabes en qué te estás metiendo. Hazme caso y no vayas.

— Mamá no puedo decir que no. Es una norma, no me puedo negar. Estaré bien, voy con Zeth.

Él volvió aparecer. Me tocó el hombro y salió de casa.

— Zoey hay algo que tienes que saber. Algo que te he ocultado para protegerte, porque te quiero...

Me paré en seco ante tal confesión. Mi mente estaba dividida entre quedarme y escuchar a mi madre o irme con Zeth a hacer esa misión. Me acerqué a mi madre y le di un abrazo.

— Volveré y hablaremos de este asunto. Escucharé todo lo que tengas que contarme.

— Prométeme que tendrás cuidado, Zoey. Si la cosa se pone mal, huirás. Prométemelo.

— Lo prometo — le dije demostrando una gran sonrisa.

Me giré y salí por la puerta con la sensación extraña de que mi vida iba a cambiar radicalmente.

Noa

Observé como mi hija y su amiguito desaparecían por la puerta del comedor. Sentía un tremendo temor por ella. Sabía quién estaba al mando de esa organización y las cosas que hacían. Podía parecer un paraíso, un sitio libre donde da igual lo que hicieras o quién fueras. Allí eras bienvenido. Pero ese ambiente se creó a costa de sufrimiento, de MI sufrimiento.

Todo era por mi culpa. Había vuelto a esta ciudad. Sabía que corría el riesgo de que nos encontraran aquí. Pero volví. Esta ciudad me daba esa sensación de hogar. Después estaba él. Lo echaba de menos. Pero otra vez estaban amenazando a mi hija. No lo permitiría. Adón no me la quitaría ¡ella es mía!

Me senté en la silla intentando poner en claro las ideas. No permitiría que hiciesen daño a mi hija de ninguna manera. La protegería con mi vida si fuera necesario.

Levanté un poco el pantalón de mi pierna derecha. Observé el tatuaje que descansaba en mi tobillo. Lo toqué suavemente sintiendo el relieve. Los recuerdos vinieron a mi mente como fotogramas. Mi salvación era él, siempre había sido él. Ahora estaba segura de eso.

Metí la mano en el bolsillo y saqué el móvil. Busqué en la agenda su nombre. Lo encontré y mi corazón dio un vuelco. ¡Hacía tanto tiempo que no sabía nada de él! ya no se acordaría de mí. Pero era la única salvación para Zoey.

Miré atontada la pantalla del móvil. De pronto sentí un gran vacío y dolor en el pecho. No era algo físico, si no emocional. Rompí a llorar fuertemente. Tiré el móvil al suelo y el nombre de Abel desapareció de la pantalla.

¿Qué sabe Noa?

¿Ella es una Gift?

¿Quién es Abel?

¿Qué misión le encargará Adón a Zoey y a Zeth?

Todas las respuestas en el siguiente capítulo.

¡Gifts, recordad que esta la sección de preguntas a la escritora y a los personajes! Dejad la pregunta en comentarios.

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¡Nos leemos pronto!

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