Capítulo 14: La ODDSI

Zoey

Estaba súper nerviosa. Mis dedos no paraban de temblar mientras Zeth me llevaba por el centro de Barcelona.

— Zeth al menos dime donde vamos... — dije agarrada a su hombro.

— Ya te lo diré. Me estoy vengando por el día del Carmelo.

— Eso es jugar sucio — dije indignada.

Zeth paró de repente, se giró obligándome a bajar las manos. Él me agarró la cara.

— Confía en mi Zoey — dijo con una voz dulce y tranquila.

Por un momento pensé que me iba a besar, pero se giró puso mi mano en su hombro y siguió caminando. Tuve la tentación de ver a través de los ojos de los transeúntes pero me contuve, dado que le había prometido no hacerlo a Zeth.

Suspiré profundo y dejé que me llevase. Con él dirigiéndome sería capaz de ir hasta el fin del mundo. Entonces noté que entramos en una especie de plaza enorme. Escuchaba una cantidad de coches pitando, circulando y había gente que a veces se tropezaba con nosotros. Extendí mis oídos para ver donde estábamos. Una pareja de turistas discutían que parada de metro coger. Fui más lenta para escuchar la conversación.

— Rosa, si cogemos la línea verde y nos bajamos en Cataluña ya llegamos.

— Pero si cogemos la roja llegamos antes, hay menos paradas... en Plaza España están las dos líneas.

Ajá! — saltó mi mente. Estamos en plaza España y lo he descubierto sin usar mis dones. En plaza España aparte de otros edificios y lugar turísticos, había un centro comercial que se llamaba "Las Arenas". Antes era una plaza de toros, pero desde que quitaron esta festividad en Barcelona lo convirtieron en un centro comercial enorme de tres plantas. ¿Era aquí donde nos dirigíamos?

Zeth me tocó y vio mi presente. Escuché una sonrisilla, pensaba que se iba a enfadar pero no fue así. Siguió caminando con pausa para poder esquivar a los transeúntes.

De pronto el sonido cambió. Ya no se escuchaba el ruido de los coches lo sustituyó una manada de voces tanto orales como mentales. Sentí que mi cabeza intentaba abarcar toda la información pero sin éxito, produciéndome así, un terrible dolor de cabeza. En el Gran Vía 4 me pasó lo mismo pero al poder concentrarme en los pensamientos de Blanca, los otros, automáticamente, disminuían de volumen e incluso desaparecían en ocasiones. Pero en este momento no podía leer la mente de Zeth, así que no podía refugiarme en ningún sitio.

Zeth comenzó a caminar un poco más deprisa, escuché un sonido y deduje que entrábamos en un ascensor. El dolor de cabeza se hacía más agudo, mi cabeza pedía a gritos ser liberada. Solté el hombro de Zeth y me llevé las manos a la cabeza, casi no podía aguantarme de pie. Si seguía así me iba a desmayar.

— ¿Estás bien? — preguntó Zeth con preocupación.

— No, necesito estar en un sitio menos... ruidoso. Aquí hay muchas personas.

— ¿Cómo es este dolor?

Hice una mueca de dolor e intenté escuchar a alguien que estuviera en el ascensor, pero para mi desgracia no había nadie salvo nosotros dos. Rechisté con frustración.

— Pues como si tuvieras un enjambre de abejas incrustadas en la cabeza — dije casi con lágrimas en los ojos.

Zeth me cogió de la mano y sentí un poco de alivio.

— ¿Mejor? — preguntó Zeth con tono de felicidad.

— Sí mucho mejor ¿cómo lo has hecho?

Zeth hizo un suspiro profundo, deduje que era por el dolor de cabeza que tendría. Mi dolor de cabeza el cual estaba compartiendo conmigo.

— Como veo los tres tiempos (pasado, presente y futuro) siento también las emociones de las personas: su alegría, tristeza, dolor... ¡todo!  Si quiero puedo compartir esas emociones con ellas. Aunque nunca lo he hecho y ha funcionado. Tú eres la primera.

— Gracias — dije con una sonrisa y ruborizándome — pero te estaría mucho más agradecida si me dijeras donde estamos. 

Aunque ya sospecho donde estamos – pensé.

— ¿No puedes aguantar la intriga, eh? —dijo con un tono de rintintín — te lo diré porque este dolor de cabeza me está volviendo mas sincero y blando.

Sonreí, noté como su mano se amoldaba a la mía. Estábamos cogidos de la mano sentía su calidez. Me encantó este gesto de complicidad, este gesto era más íntimo que cogerle del hombro. Deseé que no me soltara al menos durante un rato más.

— Claro que no te soltaré —dijo de golpe.

Me quedé flipada de que supiera lo que pensaba, unos segundos después lo comprendí.

— Aún no me acostumbro a tu don. Es injusto que tu sepas todo de mí y yo de ti poco – dije poniendo morritos.

— Quéjate a los que repartió los dones.

— Ya, claro — dije en modo de reproche.

Todavía el ascensor seguía bajando y fue cuando me di cuenta que hacía bastante tiempo que descendíamos.

— Te diré donde estamos — dijo Zeth — estamos en el centro comercial "Las Arenas". Está situado en plaza España. En el subterráneo es donde se encuentra la ODDSI.

Escuché un pitido y automáticamente se abrió las puertas del ascensor. Caminamos un poco hasta que escuché la mente de un hombre. Me di cuenta que hasta ese momento no noté que ya no me dolía la cabeza. La causa era porque ya no habían personas presentes, estábamos los tres solos: Zeth, el hombre desconocido y yo.

La voz de la mente de esta persona era triste y desolada. Tenía una gran soledad, lo único que deseaba era acabar su jornada e irse a tomar una cerveza y ver alguna serie de zombis. Zeth se acercó al hombre y él claramente lo reconoció.

— Hola John ¿como va la vida? — dijo Zeth con una amabilidad extrema.

— Aburrida como siempre

En ese momento se fijó en mi presencia, me miró de arriba abajo. Me fascinaban sus pensamientos tan profundos y llenos de tristeza.

— Veo que traes a una nueva Gift... ¡Bienvenida!

— Gracias — dije extrañada y preguntándome como lo sabía.

— Pasad — siguió hablando John.

Zeth me volvió a coger la mano y me guió más adentro de aquel lugar. Maldije el echo de separarme de John. Sus ojos me proporcionaban una visión hermosa de Zeth, (aunque seguía siendo una sombra para mí, pero al menos lo veía) ahora volvía a estar a ciegas. Quería saber quién era ese hombre y cómo sabía que yo poseía un don. Movida por mi curiosidad decidí desahogar mis dudas.

— Zeth ¿Quién era el hombre que hemos dejado atrás?

Él carraspeó como si se preparara para un gran discurso.

— Es el guardián de la ODDSI. Él utiliza su don para vigilar la puerta y así evitar que no entre nadie que no pertenezca a la organización.

Se calló y esperó a mi reacción. Aún seguía a flor de piel mi curiosidad. Era como una niña pequeña que esta descubriendo el mundo y no para de preguntar el porqué de las cosas. En verdad descubría un nuevo mundo, ya había convivido con mis dones pero no con personas que tenían la misma peculiaridad.

— ¿y cuál es su don? — dije muerta de curiosidad.

— John puede ver a una persona y cuando digo ver es ver más allá de su físico. Puede ver su alma, su manera de ser, su personalidad, sus dones y claro lógicamente si tienes el tatuaje de la organización...

— Entonces... — dije interrumpiéndole — él al mirarme ¿ya sabe que dones tengo?

— No, sólo que tienes dones. No sabe en concreto cuales son. Su poder no llega a más de eso.

— Nunca me acostumbraré a que otras personas tengan dones. Es muy extraño no sentirme un bicho raro porque he estado toda mi vida sintiéndome así.

Zeth se paró completamente, me apretó la mano y con total sinceridad me dijo:

— Eso se ha acabado. A partir de ahora: esta es tu casa. Te presentaré al director de la ODDSI: Adón Muñoz.

Acto seguido abrió una puerta y me acompañó dentro. Allí noté la presencia de alguien, alguien que imponía y me ponía nerviosa al instante. Sus pensamientos eran incoherentes y me hacían confundir dado que no tenía ningún sentido.

— Hola Adón — dijo Zeth con tono de respeto y algo de... ¿temor?

— Señor Zeth que agradable sorpresa. ¿ya encontró la persona especial?

Se produjo un silencio incómodo. Yo me extrañé ante esta pregunta ¿él buscaba a una chica especial?

— Se llama Zoey Vidal es una Gift.

— Señorita Zoey... — dijo de una forma arrogante.

Sentí como todo mi cuerpo se erizaba, este hombre me daba mala espina y su poder de imponer se sentía con cada palabra de su boca.

— Señor Adón... —dije en un susurro—.

— Creo señorita Zoey, que sabe ya algo de la existencia de la ODDSI. Eso si Zeth ha hecho sus deberes.

Tragué saliva, este hombre me ponía muy nerviosa. Mis manos me sudaban y mi boca de repente se quedó seca. No pude contestarle así que Zeth me sacó las castañas del fuego.

— Sí, Adón — dijo él.

Zeth se mostraba tranquilo, sereno aunque algunas palabras las forzaba como si sintiera odio por este hombre.

— Bueno — continuó Adón — ODDSI es una organización que da oportunidad de encajar en un mundo, donde tener dones es algo anormal. Sabemos que cada uno tenemos un don pero el 90% de las personas no logran descubrirlo en su vida...

Sentí como él se había levantado de su asiento y poco a poco escuché como su voz se acercaba más a mí hasta situarse frente a frente. Ante esta proximidad sentí un escalofrío y la necesidad de salir corriendo.

— ... pero el 10% que lo encuentra esta perdido, hasta que nosotros los encontramos.

Paró un momento la explicación. Sentí como Zeth se estaba desesperando. Escuché que se alejaba y se sentaba en un sillón emitiendo un sonido sordo.

— ¿Qué es lo que ofrecemos a los Gifts? — preguntó retóricamente Adón — pues le damos un lugar donde pueden actuar como deseen, un entrenamiento para perfeccionar sus dones. La seguridad para que nadie sospeche de ellos y lo más importante una gran suma de dinero si aceptas hacer ciertas misiones.

— ¿Qué misiones? — se me escapó la pregunta.

Rápidamente bajé la cabeza y cerré la boca. Por una extraña razón sentía que tenía que respetar y no reprochar nada a Adón.

— Eso lo sabrás en su determinado momento — dijo en forma de reproche.

Me encogí como si fuera a golpearme ¿cómo podía sentirme tan abrumada?

— La pregunta es... — siguió Adón — ¿quieres pertenecer a la ODDSI?

Pensé en las ventajas y desventajas. El dinero me importaba un rábano, ya tenía suficiente de mi padre. Lo que más me interesa es tener un lugar donde poder ser yo y lo más importante: Estar con Zeth, no tener secretos para así poder confiar el uno en el otro. Escuché como Adón resoplaba de impaciencia y asentí con la cabeza.

— Muy bien, te diré por encima las normas.

De repente noté como alguien me cogía suavemente de los brazos, me puse tensa.

— Tranquila soy yo — dijo Zeth.

Me llevó hasta un sillón y me sentó.

— Primera norma — continuó el jefe — no debes hablar de la existencia de la ODDSI, sólo con los Gifts que pertenecen a dicha organización o por orden mía.

Segunda: no puedes usar tus dones en contra de tus compañeros a no ser que sea por entrenamiento.

Tercera: es obligatorio hacerse el tatuaje de la organización donde se crea conveniente y la forma que deseé la tatuadora...

Abrí la boca para reprochar algo pero sentí una tensión insoportable así que la cerré.

— Cuarta — dijo alzando la voz — si eres enviada a una misión hay que hacerla sin rechistar sea lo que sea, o si no serás expulsada y repudiada. Si fuera el caso ya no podrás tener ningún contacto con nadie de la ODDSI.

Cinta: Se me debe respetar y no utilizar los dones contra mí. Yo haré lo mismo a no ser que sea estrictamente necesario.

Uff, había mucha información no sabía si me recordaría de todo.

— Sexta: todos los miembros de la ODDSI son inmortales, es su destino y no se puede cambiar y séptima y última norma — dijo despacio dándole mucha importancia — no habrá ninguna relación amorosa entre Gifts. Puede obstaculizar el funcionamiento de la organización.

Esto me dejó completamente blanca. Mi corazón enseguida empezó a bombear sin remedio, Adón notó mi cambio de humor.

— ¿Algún problema señorita Vidal?

Incapaz de articular palabra negué con la cabeza.

— Vale, pasaremos a firmar el contrato de fidelidad de la ODDSI.

Me dio un bolígrafo en la mano y me lo puso en el papel, firmé. Seguidamente me cogió un dedo, el contacto con su piel fue... repelente una electricidad negativa. Tenía ganas de apartar la mano pero no lo hice. Después de cogerme el dedo, sentí como algo húmedo y lo estampó en el papel.

— Bienvenida Señorita Vidal, espero que merezca la pena su incorporación.

Acto seguido Zeth me cogió del brazo y me llevó fuera del despacho infernal.


Unos minutos después

Adón se sentó en su placentero sillón. Orgulloso de sí mismo, se encendió un puro. Abrió un cajón del escritorio y sacó unos documentos donde se veía la foto de Zoey Vidal. Adón sonrió:

— Ya falta poco. Me vengaré ¡ lo juro!


¿Qué opináis de Adón?

¿Qué se trae entre manos?

¿Que os parece las normas de dicha organización?

¿Que futuros Gifts habrá en la ODDSI?

Las respuesta esta en el siguiente capítulo!!

Hola mis Gifts!!! Comentad y votad si os gusta, gracias por leer otro capítulo de Dones.

Nos leemos pronto!


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