Capítulo 10: La cita
Zoey
Me encontraba sentada en mi cama preparada para salir. Había quedado con Zeth. Durante días le había intentado evitar. Quedaba con Blanca casi todos los días. Íbamos de compras, a la feria, a caminar por la playa...
Pero llegó un momento que no pude evadirlo más y acepté su cita. Él quería que nos sincerásemos. A mi verdad, lo que fuese él no me importaba. Sólo sé que él era el único que mis propios ojos han podido ver y eso no tiene que ser casualidad.
La coincidencia de que Zeth es el mismo chico que he soñado durante toda mi vida, el pequeño detalle que él es el único al que no puedo ver a través de otros ojos y al que no puedo leer sus pensamientos. Eso sólo podía significar una cosa: él era especial, era como yo... tenía que tener algún poder.
Pero lo más importante era que siempre había estado enamorada de él, sin conocerlo personalmente. A raíz de tenerlo siempre en mis sueños, esos ojos me habían capturado, atrapado desde hacía tiempo.
Él, desde el día del Gran Vía 4, me había pedido desesperadamente un momento para hablar, pero no estaba segura. La cantidad de personas a las que había confiado mi historia y todas me habían traicionado. ¿Él sería capaz de guardar mi secreto? En mis sueños siempre había sido un chico misterioso, eso no quería decir que no fuese peligroso.
Además ¿quién podría interesarse por una persona invidente y poder aunque fuera un poco, ser amada? Crecí casi sin saber que significaba amor, las continuas burlas, acusaciones, todas las veces que me habían dicho que era una loca... me habían convertido en un trozo de hielo. No podría darme el lujo de amar a una persona, ¿Qué podría ofrecer yo?, ¿Cómo puedes amar cuando nadie te ha amado?
De todas formas decidí otorgarme una oportunidad, al menos escuchar lo que él me quería decir. Quería saber porque tiene tanta curiosidad por mí. Si sólo es para aprovecharse de mi don o, por lo contrario, es amor. Todo esto rondaba por mi cabeza, empecé a ponerme tan nerviosa que decidí esperarlo abajo.
Cogí mi bastón, me puse las gafas de sol y bajé. En la calle se respiraba a un aire otoñal. Era la primera semana de octubre pero aún hacía bastante calor, así que me dispuse a ir a comprar un helado, a la heladería de al lado de mi casa. Finalmente entré en el local, Álex la dueña, me esperaba tranquilamente en el mostrador.
– Hola Zoey – dijo con una alegría que le caracterizaba – tenemos sabores nuevos, ¿los quieres probar?
Me adentré dentro de sus ojos, automáticamente me vi a mí, con mi camiseta favorita y unos vaqueros que me hacían una buena figura.
– Pues dime cuales hay – dije para que la vendedora mirase distintos helados – .
A través de sus ojos los vi, mientras ella iba diciendo en voz alta.
– Pues de Chocolate, de menta, de naranja ...
– Dame el de pistacho – dije sin dudar – .
Ella me observó detenidamente y noté confusión en su mente. Pensaba en cómo lo podía saber, si ella no lo había mencionado. Intenté inventarme una excusa pero estaba tan espesa, por los nervios de la cita con Zeth, que no se me ocurría que decir.
– Zoey, ¿pediste mi helado de pistacho?, te dije que quería ese exactamente – dijo Zeth saliendo de no sé dónde.
– Mmmm si... – dije sin saber exactamente que decir– .
La dependienta se le borró toda confusión y empezó en su mente a alagar lo guapo que era Zeth. Esta Chica era un poco superficial.
– Y para ella – siguió Zeth – de chocolate.
Álex, Saliendo de la ensoñación se fue a por los helados. Zeth pagó y salimos de la tienda. Nos acercamos a un banco y esperé a que él empezara la conversación.
– Zoey tienes que tener más cuidado, alguien más puede notar que eres especial. Toma te intercambio el helado – dijo ofreciéndome el helado de pistacho.
Di un lamido a mi helado y agaché la cabeza.
– No podrás huir eternamente... tarde o temprano me lo tendrás que explicar. Lo sabes ¿Verdad?
– ¿Por qué es tan importante para ti? – dije indignada, deseando dejarlo correr, ya me era suficiente aceptar lo bicho raro que soy como para ir contándolo por ahí.
– Porque... – dijo Zeth despacio y analizando cada palabra que decía – yo soy como tú y siento lo mismo que tú.
Me quedé parada sin saber que creer, dado que parecía que había dobles intenciones.
– Confía en mí – dijo cerca de mi oído de un modo sensual y atractivo -.
Me reí y me ruboricé por su acercamiento. Me alejé poco a poco de él yendo al otro extremo del banco.
– Es difícil – dije totalmente sincera – me pides algo que por ser demasiada confiada me hicieron sufrir mucho.
– Yo no lo haré – dijo Zeth – ¿Que puedo hacer para que confíes en mi?
Me quedé pensativa. No estaba segura si quería contarle mis dones. El sospechaba algo raro, pero supongo que él le dará una explicación fuera de lo sobrenatural ¿no? Por otra parte había algo en sus palabras, que me decía que podía confiar en él. Después de meditar unos minutos lo decidí. Era difícil pero así me demostraría de verdad si podría hacerlo.
– Vale, voy a hacerte una prueba. Si la superas te prometo y doy mi palabra, que te contaré toda la verdad.
– Suficiente – dijo Zeth – dime que quieres y lo haré.
Pobre, no tenía ni idea de lo que se le venía encima.
– Si vienes conmigo a Barcelona a un sitio que quiero enseñarte, ahí te diré la verdad.
– Genial – dijo impaciente – y... ¿Dónde esta la dificultad?
– Pues – contesté rápido – que tienes que llegar hasta ahí con los ojos vendados. Yo te guiaré hasta Barcelona. Así vivirás y sabrás lo que se siente en mi situación sobre todo cuando estas tú.
Recordé las veces que intenté meterme en su cabeza y el dolor físico y psicológico que me producía. Sin tener en cuenta que me quedaba totalmente a ciegas dado que no me podía meter en sus ojos.
– ¿Cuándo estoy yo? – Preguntó tartamudeando – .
– Sí, pero paciencia ya te contaré todo.
Cogí un pañuelo negro de mi bolso. Era un regalo de mi madre. Para aprender a orientarme mi madre en forma de juego se tapaba los ojos para que no pudiese ver a través de ellos. El juego consistía en saltear unos objetos guiándole yo, por medio de la orientación. Dejando atrás el recuerdo estiré el brazo con el pañuelo para que él se fijara en él.
– Que, ¿aceptas el reto? – pregunté mostrando una sonrisa – .
– Claro – dijo él desafiándome – .
Le toqué el hombro y le rodeé para ponerle el pañuelo a los ojos. Escuché las mentes de mí alrededor. Se preguntaban que hacíamos y algunos se alarmaron al ver que cogí la mano de Zeth y la puse encima de mi hombro para guiarle.
– ¿Haces esto muy a menudo?- preguntó Zeth.
–¿El qué? ¿vendar los ojos?
– No, salir con chicos.
Me quedé quieta. Su cuerpo tocaba ligeramente mi espalda. Y el hombro donde él tenía su mano sentí que me empezaba a arder. Él me hacía sentir tantas cosas de una manera incontrolable. Yo no quería que él se diese cuenta de cómo me afectaba su sola presencia. Así que intenté disimular.
– No tanto como quisiera.
– Zoey, eres muy mala mentirosa.
– Oye, ¿cómo sabes que miento?
– Ya te dije que era especial, sé más de ti que tú misma.
Tragué saliva. ¿Qué sabía de mí?
– ¿Cómo? – pregunté en voz alta.
– Tranquila Zoey, ya falta poco para que te lo cuente.
Me paralicé al escuchar esas palabras que él mismo decía en mi sueño. Di por zanjado la conversación. Y comencé a caminar. Iba comiendo mi helado de pistacho. Ya Zeth se había terminado el suyo. Le acerqué a una papelera para que el tirase el envoltorio.
– Bueno allá vamos – dije con ganas de ver como superaría la prueba.
¿ Conseguirá llegar al sitio sin incidentes?
En el próximo capítulo los dos protagonistas se sinceraran mutuamente.
¿Conseguirá Zeth que Zoey se meta en su organización?
Os espero en el próximo Capitulo!!!
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Nos leemos pronto!
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