Capítulo 6: La casa Misteriosa
Isaac
Desperté sobresaltado, con la respiración agitada. La cabeza me daba vueltas y sentía que me iba a estallar. Me incorporé lentamente y miré con asombro a mi alrededor. Árboles enormes daban sombra a un sol abrasador, plantas verdes adornaban la tierra y hojas secas hacían una especie de alfombra para mis pies ¿Dónde estoy?
Cerré los ojos intentando recordar lo que había pasado. Recuerdo estar preso en mi propio cuerpo. Que éste, estaba siendo dirigido por Aini. Seguidamente recordé la liberación cuando el Samaelita abandonó mi cuerpo para pasar a ocupar el suyo propio.
Recordé a Blanca, recordé el sabor de su sangre, el cómo bajó el líquido por mi garganta y cómo esto hizo que todas las moléculas de mi cuerpo se activaran. Sentí felicidad a la vez que tristeza. Todos los recuerdos amargos que mi alma gemela tenía, yo se lo había absorbido. Recordé que uno de los más doloroso fue ver que yo ya no estaba, si no Aini.
—Blanca ... — susurré tocándome los colmillos.
Entonces me acordé del hechizo que hizo Zoey. Ahora era Esmeralda, seguramente utilizó el mismo encantamiento que Aini para entrar en mi cuerpo. Lo que me pareció extraño fue que mi amiga nunca mencionó nada de eso. Pero para ser justos, yo tampoco lo mencioné en su día.
Comencé a caminar por el bosque, buscando a alguno de mis amigos. Notaba como todo estaba vivo. Como si una extraña magia me estuviera observando. Respiré hondo y noté un olor que me era familiar. Ahora volví a oler a conciencia y la reconocí ¡Blanca estaba cerca!
Seguí su rastro corriendo tan rápido como mis piernas me lo permitían. Escalé en un árbol y comencé a saltar de uno en uno dado que así iba más deprisa. Por el camino contemplé que había animales que nunca había visto. Especies raras y mágicas.
Una especie de lémur me perseguía, dejando un espacio prudencial. El animal era de color amarillo chillón. Sus patas parecían garras de águila, mientras que su cuerpo parecía como un cocodrilo. Lo único que se asemejaba al lémur, era su cabeza y su cola de anillos. Me lo quedé mirando con extrañeza, en cambio él tenía confianza ¿No tenía miedo de mí? ¿ni de mis colmillos?
Por fin llegué a una explanada. Aquí los árboles acababan dejando ver un gran claro. En medio de éste, estaba Blanca inconsciente. Salté lo más alto que pude para situarme al lado de ella. Le cogí en brazos y le acaricié suavemente la cara.
—Blanca, amor, despierta — dije en un susurro.
Ella comenzó a moverse y abrió los ojos de golpe. Entonces sentí una gran sacudida. La solté de golpe y me puse a convulsionar sin remedio. Blanca se levantó y miró a ambos lados asustada. De pronto se dio cuenta que era yo y dejé de sentir esas sacudidas.
—Isaac, perdona — chilló acercándose a mí y abrazándome — no sabía dónde estaba.
—Lo sé, tranquila — dije recobrando la respiración — dame un minuto.
Ella se sentó a mi lado concediéndome ese tiempo. Me puse a contemplarla. Su pelo largo rubio, su ropa, manchada y llena de sangre. Ya en su cuello no se podía ver la mordida dado que se había curado, pero un reguero de líquido rojo se había secado en su ausencia. Me preocupé por si había bebido demasiado. Mi sed, la desesperación, el miedo, la alegría de volverla a ver... hizo que me nublase el juicio y sólo quisiera alimentarme de ella. Hacía mucho tiempo que ya no le besaba, que no disfrutaba de su compañía. Demasiado tiempo encarcelado en mi propio cuerpo.
Levanté mi mano y le giré suavemente su cara para verla mejor. Su tez estaba saludable, eso significaba que no me había pasado.
—¿Zoey? ¿Estará bien? ¿Estará por aquí? — preguntó Blanca.
—Creo que Esmeralda ha retomado su cuerpo — dije recordando lo que pasó — puede que esté dormida en algún lugar de su mente.
—Ella intentó contármelo antes de que todo se complicara... decía que veía a otra Zoey, la escuchaba y tenía alucinaciones.
Pensé detenidamente. Yo escuchaba Aini en mi mente y éste en ocasiones me enviaba visiones. Sé lo molesto que es y que puede llevarte hasta la locura. Zoey ha tenido que batallar sola y seguro que ha luchado con Esmeralda durante tiempo. Pero al final dijo que Zoey se había rendido ¿Por qué?
Miré a Blanca una vez más y agradecí el hecho de que ella me despertara de mi letargo. Sin querer volví a mirar su cuello ensangrentado. Puse mala cara.
—¿Qué pasa? — preguntó ella.
—Miraba por si te había hecho... daño — dije señalándole el cuello.
Ella se lo tocó y notó que se había curado. Se encogió de hombros y suspiró. Noté algo extraño en su mirada ¿Deseo?
—Pensé que me iba aterrar en el momento que me mordieras pero... —se tapó la cara y se puso su cabello detrás de la oreja — en verdad me sentí bien, me sentí deseada... Sentí que compartías algo conmigo, algo especial, te estabas abriendo a mí, me aceptabas en tu mundo. Tú me deseabas y yo te deseaba a ti.
Me quedé paralizado ante esa confesión. Ella sintió ese acto como deseo, en cambio para mí fue alimentación, para coger energías... para mí era algo repulsivo alimentarse de alguien a quién amas, mientras que ella lo ve como algo de amor.
Blanca levantó su mano y con sus dedos me abrió la boca. Absorto por sus palabras dejé que lo hiciera. Con su dedo me tocó los colmillos y dejó que se incrustara en él. Noté como salía sangre de su dedo y su sabor de pronto llenó mi boca. Le aparté la mano suavemente y le miré con determinación.
—Lo que hice estuvo mal... — dije intentando buscar las palabras correctas — en ese momento te vi como alimento para poder coger fuerzas. No era deseo Blanca, un Curasangre siente placer en beber y absorber tu tristeza, no siente placer y deseo sexualmente hablando...
—Eso no lo sabes — dijo girando la cabeza para que no le viese sus facciones — nunca hemos hecho nada de eso
Caí en la cuenta que tenía razón. Siempre que la cosa se descontrolaba, la apartaba y nunca dejaba que llegase a más. No me lo había pedido o al menos no tan directo. Me levanté y miré alrededor, intentando despejar esas ideas. Ella al ver mi cambio de actitud, me imitó. Me dirigí al lado opuesto por donde había venido, dado que vi un camino.
Blanca caminó detrás de mí. Me señaló un árbol que estaba justo al lado del camino. Era bastante ancho y grande. A pie del árbol había como una cama de hojas ¿Quién había hecho esto? Parecía humano, no de animal. Entonces mi alma gemela se rió, me giré para ver qué pasaba.
—¿No sabes lo que es? — preguntó juguetona — es un lecho para estar juntos. Seguro que era una pareja, de amor imposible. Seguidamente sonrió.
Me puse rojo, pero no quise hacer ningún comentario. Así que volví a la marcha por el camino. Blanca seguía mirando alrededor.
—¿Seguimos en el bosque de los suicidios? — preguntó ella con asombro al ver la misma especie de lémur que había visto yo antes saltando por los árboles.
Me paré de golpe al ver algo entre la maleza. Era una casa de madera pequeña y parecía bastante acogedora.
—No, estamos en otro lugar — dije señalando la estructura.
Blanca corrió hacia ella con bastante entusiasmo. No entendí por qué tanta alegría, pero la seguí. Se paró enfrente de la puerta mirando un símbolo que había en ésta. Lo tocó suavemente y éste se iluminó. De pronto la puerta se abrió lentamente y sin hacer ningún ruido. Ambos nos miramos sin saber exactamente qué hacer.
—No perdemos nada en entrar dentro — dije — puede ser que averigüemos algo de dónde estamos.
Blanca asintió. Juntos entramos en la casa, escépticos en lo que nos íbamos a encontrar.
Blanca
Nada más entrar en la casa, noté algo especial. Noté un aura de amor, de sueños, de esperanza y de incertidumbre. Aquí se había vivido algo especial, momentos cruciales, algo extraño... Miré a Isaac para ver si él sentía lo mismo que yo. Él estaba absorto mirando las estanterías que estaba repletas de libros.
Mire con admiración la casita. Tenía varias ventanas, no eran muy grandes, adecuadas al tamaño del edificio. Lo malo que no tenía vidrios y se podía notar el aire cálido entrar por ésta. Me dirigí al pequeño salón dónde se situaba una chimenea. Al lado había una cama pequeña, me senté en ella. Metí mis manos en la almohada y toqué algo. Lo cogí y lo miré. Era un anillo hermoso con una piedra de color verde esmeralda. No pude evitar la tentación y me lo puse en el dedo. Entonces tuve una visión.
En ella se veía a Esmeralda y al Rey Charles desnudos. Podía notar su amor, su esencia, sus deseos, sus anhelos... pero a la vez sentía pesar, rabia, ira, traición. Noté como mis ojos se humedecían. Sentía unas ganas tremendas de ponerme entre los dos. Quería alejarlos, urgentemente.
—Blanca — escuché que me llamaba Isaac. Él se encontraba de espaldas a mí — he descubierto un libro muy interesante. Su idioma es muy complejo, un idioma antiguo.
No podía hablar, no podía moverme, la visión reinaba mi mente, mis sentidos, encarcelada en ver cómo se amaban esos dos, como si me lo estuviera arrastrando por toda mi cara, su amor.
—¡Ya sé dónde estamos! —exclamó mi alma gemela — estamos en Naélium y creo que éste libro es muy importante. Puede que nos ayude a saber cómo hacer volver a Zoey. Éste símbolo es idéntico al Sign de Zeth y Zoey, igual como el de Esmeralda y Charles.
Intenté chillar para pedir ayuda a Isaac. Pero mi cuerpo estaba inerte, mis músculos se habían quedado petrificados y mi mente prisionera de esa visión. Notaba cómo la visión quería penetrar en mi mente, dominarme, cada vez sentía más ira...
—Tenemos que buscar a Kaliska — siguió mi novio hablando — seguro que ella conoce éste idioma. Si nosotros estamos aquí, ella seguro que también. Tenemos que ayudar a Zoey y volver a nuestro mundo. Vete a saber lo que está haciendo Adón o peor aún Aini.
En la visión Esmeralda mostraba su cuerpo desnudo, insinuándose, acariciándose... Quise tocarla para apartarla de Charles. Levanté la mano y la toqué entonces mi mente entró en sus ojos. Ahora era yo Esmeralda y vi como Charles me miraba con deseo.
—Blanca, ¿Estás bien? — preguntó Isaac.
Ahora lo sentía más cerca pero no lo podía ver. Sólo podía ver al Rey, nada más. Noté como alguien se sentaba al lado mío. Supuse que era mi alma gemela.
—¿Me escuchas? ¿Qué te ocurre? — ahora estaba alarmado. Ya se había dado cuenta que algo me estaba sucediendo.
Seguidamente me tocó y entonces mi cuerpo se volvió loco. Lo cogí con fuerza y lo tumbé en la cama. Me puse encima. Yo seguía viendo a Charles y noté como Isaac también se introducía en esa visión. Ahora cada uno ocupábamos la mente de esos dos amantes.
Me acerqué a su cuello y comencé a olerlo. Olía a desierto, batalla, sudor y a sangre. Una sensación de calidez me recorrió todo el cuerpo. Él, en cambio, levantó sus brazos y me empujó hacia él. Había demasiado espacio entre los dos, necesitábamos fundirnos.
Acerqué mi boca a la suya y le besé tan apasionadamente que el deseo emergió de una manera atroz. En mi visión Charles gemía de placer, mientras que Isaac gemía de desesperación. Sentía que él intentaba pararme, pero cómo estaba prisionero de la misma visión, no podía, sus manos no reaccionaban como él quería.
No podemos — noté que decía Isaac en mi mente — puedo matarte.
Sé que no debo — le contesté telepáticamente — pero mi cuerpo no me responde. Esmeralda ésta al mando.
Mi mano voló hacia las manos de él. Las cogió y se las puso en mis senos. Noté como el cuerpo de él daba un pequeño respingo y su excitación estaba llegando poco a poco. De pronto empecé a dar círculos con mis caderas, lentamente para provocarle más y más.
Por favor Blanca — Suplicó Isaac — no sigas no podré aguantar más.
Eché la cabeza hacia atrás cuando noté su erección al rozar con mis piernas, con mi ropa interior. Comencé a dar descargas pequeñas para animarle a seguir. Ésta acción pareció que le excitaba más.
Me estás volviendo loco chispitas — dijo en mi mente — voy a perder el control.
—Ámame — salió de la boca de Esmeralda, de mi boca en verdad.
Isaac no pudo controlarse más, me levantó y me puso debajo suyo. Se puso entre mis piernas. Empezó a desnudarse con urgencia a la vez que me desnudaba a mí. Sus manos paseaban por todas las partes de mi cuerpo. Cada caricia que recibía, era una ola de calor que inundaba todo mi ser. Mi cuerpo estaba listo para ser amado y él lo estaba deseando.
Isaac comenzó a oler mi cuello y noté su lengua recorriendo desde mi oreja hasta mi hombro. Lo hacía de una manera sensual y tierno. Sentí la lucha que tenía en morderme o no. Esmeralda en la visión cogió por las caderas a Charles con las piernas, mi cuerpo la imitó. Ahora que estábamos desnudos ambos, noté como él deseaba entrar dentro de mí. Apreté con fuerza mis muslos y al final nos fundimos. A la misma vez que Isaac me mordió el cuello. Noté como sus colmillos se hincaban en mi carne. Sentí un dolor agudo por ello, pero rápido se fue al sentir un gran placer después. Lo que más me excitaba era escuchar a Isaac como tragaba sonoramente. Succionaba la sangre cada vez que exploraba mis entrañas.
Ahora que éramos uno, sentía todo su dolor, su pasado: Contemplé las veces que había matado para alimentarse, vi a Kimberly en un sótano casi muerta, sentí su desesperación y el alivio al ver que era la primera vez que no mataba a la persona de la que se alimentaba. Compartí su miedo por no controlar a Aini, vi su terror al ver que éste lo dominaba.
Él se apartó un poco y pude ver entre la visión y lo nublado de mi vista, a Isaac con la boca ensangrentada y sus colmillos enormes fuera de su boca. Me miraba con deseo y con ganas de devorarme. Giré mi cabeza para que me mordiese el otro lado del cuello. No se lo pensó se acercó y me mordió con fuerza. Succionaba con urgencia a la misma vez que daba grandes embestidas.
Empecé a notar como mi cuerpo iba llegando a un precipicio. Nunca había sentido nada igual. Mis piernas temblaban sin remedio e Isaac empujaba más fuerte al notarlo. Dejó de succionarme la sangre y comenzó a besarme. El sabor de mi sangre, era agria, como hierro, pero en sus labios lo sentía como miel. Comencé a gemir fuerte y él a gruñir sin remedio.
Perdí el tiempo que estuvimos fundiéndonos entre los dos, lo único que sabía que mi cabeza daba vueltas y me sentía mareada. Isaac volvió a girarme la cabeza, pero ésta vez me mordió el hombro.
—No puedo más — me confesó entre succiones y con la voz ronca— déjate llevar.
Le contesté con un gemido. Entonces mi cuerpo entero tembló y llegué al clímax. En unos segundos después Isaac me imitó. Acabamos agotados, sudorosos y ensangrentados. Él salió de dentro de mí y puso su cabeza en mi pecho. Me sentía bien, amada, pero a la vez muy mareada. La visión dejó de dominarnos y por fin fuimos dueños de nuestras mentes. Isaac se incorporó y me miró. Le sonreí y le miré con gran amor.
—Te amo — dije con la voz quebrada.
Él levantó su mano y tocó aquellas partes donde me había mordido. Frunció el ceño. Con mi mano intenté borrarlo. Él rio ante ese gesto. Me besó en la boca.
—Yo también te amo, Blanca.
Me quedé parada al darme cuenta de lo que habíamos hecho. Era la primera vez que habíamos hecho el amor, pero no éramos conscientes en el momento del hecho ¿o sí?
—¿Qué ha pasado? — pregunté aún exaltada y acalorada por el encuentro — no podía reaccionar, mi cuerpo no me respondía.
—No lo sé — dijo poniéndose rojo — pero no he podido evitarlo Blanca, deseaba morderte, deseaba... — se quedó mirando mis senos descubiertos — amarte.
Dejé de apretar mis mulos en su cintura y dejé que se colocara al lado mío. Sentía mis piernas dormidas. El cuerpo entero me pesaba.
—¿Estás bien? — preguntó al ver que no podía moverme — ¿Te he hecho daño?
Negué con la cabeza lentamente.
—¿He bebido demasiado sangre? ¡Mierda! — dijo buscando con la mirada algo.
Entonces un ave entró por una de las ventanas de la casa. Se asemejaba a un Ave fénix. Se posó en la cabecera de la cama y nos miró.
—¿Quiénes sois vosotros? — preguntó enfadado — y ¿Qué hacéis en mi casa?
Mi novio se levantó con urgencia al escucharlo. Intentó taparnos con nuestra ropa, dado que estábamos desnudos. Me incorporé rápido para ayudarle, pero entonces mi mente cayó en el mundo de los sueños.
¡Hola mis queridos Gifts!
Hoy un capítulo diferente con un contenido más adulto, espero que os guste
Y nos leemos en el próximo sábado con el capítulo 7.
Acordaros que el viernes subiré un Audiolibro en Youtube de Dones, el capítulo 1.
¡Nos leemos y nos escuchamos pronto!
Encabezado:
Canal: MartitaraBookVlogs
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