Capítulo 33: Una noche de color rojo
Kaliska
Hice un hechizo sobre la casa para que Esus no pudiera escuchar los ruidos que provenían de ésta. No podía dejar de pensar en Kiara y si tenía dotes de partera. Lo último que supe, era que el niño venía mal. Estuve rezando en que no naciera muerto. Pero, por una parte, sería conveniente que mi hermano pensase eso.
Le lancé un hechizo y Esus saltó por los aires. Lo hice más bien para alejarlo más de la casa. Desgraciadamente ya había visto a las chicas y lo que estaba pasando. Estará esperando a que nazca. Tenía que ganar tiempo.
—Hermano ¡Cuánto tiempo sin verte! — dije poniéndome delante de la casa — pensaba que estabas escondido en tu castillo de Serkan violando a mujeres.
El Dios se levantó y me miró con cara de póker. Suspiré al verle. En verdad había pasado siglos desde la última vez que lo vi. Aunque no había tenido mucha relación, lo había echado de menos. No era el más poderoso, ni el más listo de los hermanos, pero de los hombres era el que me caía mejor. Tampoco era un logro sabiendo que el otro era Aini.
—Sigues siendo igual de sarcástica — dijo poniendo los ojos en blanco — he estado ocupado. Por lo que veo tú también.
Entonces señaló la casa. Sonreí ante la sensación que sentía. Dentro de él nacía el misterio, las ganas de reconocimiento y orgullo. Pero todavía su lado oscuro no había evolucionado tanto como a mi otro hermano. Esus podía reinsertarse y decidir hacer lo correcto. Sólo necesitaba un empujón.
—Un poco sí — dije acercándome a él lentamente — pero por culpa de tu hermano, que siempre va haciendo cosas que no tiene que hacer. Veo que colaboras en sus planes ... ¿No habrá cambiado tus gustos, hermano?
Esus saltó y me tiró al suelo. Se situó encima de mí y me enseñó los colmillos. Al tenerlo tan cerca pude entrar en sus recuerdos. En ellos estaba mi hermana, Ranavalona, chillando porque Esus estaba abusando de ella. Me dio un gran asco y lo empujé lo más lejos de mí. Él sonrió, me había mandado esa imagen como símbolo de su masculinidad. Teníamos diferentes conceptos de lo que significaba ser un hombre.
—¿Qué quieres? — pregunté sin rodeos aún asqueada por la imagen que tenía en la cabeza.
—Ese Kiaunte — dijo señalando de nuevo la casa — que está a punto de nacer será muy poderoso. Aini lo quiere para educarlo.
—¿Educarlo en la magia oscura? — dije a sabiendas de que Kiara había conseguido sacar al niño vivo.
Me puse un poco nerviosa. Por el conjuro, Esus no había escuchado los gritos y el llanto del bebé, pero la sangre si lo olería. Sus sentidos están muy desarrollados si cambia el viento puede ser el fin.
—Tenemos planes muy importantes para él — dijo sonriendo — y por fin ha llegado al mundo.
El viento cambió de una manera violenta y mi hermano aspiró profundamente. Fue directo hacia la casa. Le lancé un hechizo, pero éste la esquivó. Volví a intentarlo, pero saltó y aterrizó delante de la puerta. Corrí lo más rápido que pude y lancé un hechizo, ésta vez en el niño justo a tiempo de que el Dios entrase en la casa.
Éste se quedó pasmado en la puerta, observando la escena. Aproveché ese momento para lanzarlo a la chimenea como hace escasos minutos, había hecho lo mismo él conmigo. Me dirigí al niño y se lo quité de los brazos de Kiara.
Lo observé, estaba como dormido, dado que le había lanzado el hechizo del sueño. Toqué su cabecita lentamente y éste dejó de respirar. La Hina se quedó con la boca abierta y se levantó. Esmeralda, sudada y con lágrimas en los ojos, respiraba con dificultad. Perdió la conciencia por el esfuerzo y gracias a Yutai que no pudo ver lo que iba a pasar a continuación.
Kiara me arrebató el niño y se lo puso en la oreja para escuchar el corazón, pero éste no latía. Me miró con rabia y pude ver como se iba poniendo roja por momentos. En ese momento Esus atacó a la Hina y le mordió el cuello. Mientras intenté llevarme al niño fuera de la casa, pero el Dios, me cogió del tobillo y me caí de bruces*.
Por suerte pude poner la mano, para que el niño no sufriera ningún daño. Chillé cuando noté que Esus me estaba mordiendo la pierna y me arrastraba para dentro. Conseguí cogerle del cuello y le apreté lo más fuerte que pude. Llamé, por medio de mi mente, a
lobos y éstos vinieron corriendo entrando en avalancha en la estancia. Atacaron sin piedad al Dios y éste les iba lanzando hechizos sin parar. Dos de ellos les arrancó las cabezas y los otros dos les hirió haciendo que no se pudieran mover. Sufrí cada herida que recibían, dado que estaba muy conectada con ellos. Me sentí débil, emocionalmente como físicamente.
—Si vamos a luchar utilizando a terceros, puede que tú salgas perdiendo — dijo con una sonrisa llena de sangre.
Entonces noté como el ambiente empezó a helarse. La temperatura cayó en picado. El fuego de la chimenea se apagó y se congeló la leña. Escuché de fondo un sonido muy violento. Kiara se lenbantaba lentamente, Esus le había absorbido demasiada sangre. Se le veía muy cansada. Pero a pesar de su estado se arrastró como pudo al lado de Esmeralda para protegerla.
Apreté al niño junto a mi pecho y contemplé la mirada de mi hermano. Estaba disfrutando con cada segundo de la lucha. Hacía mucho que no había guerras en Naélium, ahora que él era el causante de éstas, lo estaba viviendo con intensidad.
—Entrégame al niño y entonces dejaré que tus queridas amigas, vivan — dijo lentamente pero con la amenaza latente — aunque heridas.
No le respondí, pero cogí al niño y lo apreté contra mi pecho. Hacía rato que no respiraba, eso me estaba poniendo muy nerviosa. Como no le contesté, Esus se puso furioso y chilló. En ese momento una decena de caecus* entraron en la casa como un huracán. Atacaron a Kiara y a Esmeralda. Después vino otra oleada y fueron directamente para mí.
Me mordieron principalmente los brazos, dado que intentaba proteger al niño de los animales. Sentía el veneno que me inyectaba cada pequeño mamífero de éstos. Vi como Kiara quedaba inconsciente con la cara hinchada, como Esmeralda tenía los brazos morados. Saqué toda mi fuerza de voluntad y convertí a Rocks en un Halcón y a la vez produje con una mano una bola de fuego para hacerlos huir.
Rocks hizo su trabajo y espantó a todos los Caecus. Estaba muy débil y el veneno de los animales estaba haciendo mella en mí. Esus se acercó a mí, esquivando los cuerpos de los lobos y algunos cadáveres de Caecus hasta llegar a mi ubicación.
—Hermanita — dijo con el tono que odiaba — reconoce que has perdido. Siempre has cometido el mismo error.
Levanté la cabeza e intenté mirarle. Mi vista se estaba nublando y sentía un verdadero dolor.
—¿Cuál es? — tartamudeé.
—Que quieres tenerlo siempre todo bajo control — dijo sacándome el niño de los brazos — y cuando ves que no es así, comienzas a dar palos de ciego.
Suspiré al ver que mi hermano olía al niño y lo observaba detenidamente. Comenzó a temblar de enfado cuando se dio cuenta que el niño estaba muerto. Si no estuviera tan colocada por el dolor del veneno lo estaría disfrutando. Entonces Esus me miró con tal odio que pensaba que me iba a matar y después miró con la misma intensidad al niño.
"Yutai, por todo el amor, no permitas que Esus se lo coma" — recé en mis pensamientos.
El Dios tiró el niño al suelo con rabia. Vi por el rabillo del ojo como salía sangre de su cabeza, pero apenas podía prestarle atención dado que mi hermano me había cogido del cuello con intensidad. Comenzó ahogarme con fuerza. Mientras le miraba en los ojos. Si me iba a matar que sea mirándome a los ojos.
¡Esus! — se escuchó en la estancia — ¡suelta a tu hermana!
Éste no hizo caso y arrugó la nariz a consecuencia.
Ella sólo está cumpliendo con mis deseos — volvió a hablar — ella es de agrado para mis ojos.
—¿Yo soy de tu agrado, madre? — preguntó con ironía.
Nunca es tarde para que lo seas — contestó.
Entonces algo cambió en Esus. Esas palabras le calaron hondo. Su semblante, su actitud de engreído había cambiado. Me soltó de golpe y caí en el suelo como si fuera un muñeco. Me miró por última vez, seguidamente me dio la espalda y se quedó en la puerta.
—Aini no se dará por vencido — dijo con la cabeza baja — hará cualquier cosa para ser el Rey de Naélium. Con aprobación de madre o sin ella.
Acto seguido se fue y me dejé llevar por el veneno a un sueño inquieto.
Kiara
Desperté con un fuerte dolor de cara. Esos dichosos bichos se habían ensañado. A penas podía abrir los ojos por completo. Lo primero que vi, fue a Esmeralda con los brazos casi negros. Estaba al principio de gangrena. Me arrastré hacia ella y la olí. Esto pintaba mal. La miré con atención y entonces recordé.
Flashback
—Papá ¿Qué son los Caecus?
Él me miró con una sonrisa. Sus dientes eran muy blancos y grandes. No tenía alas, pero era muy guapo. Mi mami, que estaba sentada a su lado, lo miraba como si fuera su juguete favorito. Siempre se decían te quiero y se daban besos.
—Son animales mamíferos, voladores. Son muy venenosos y pueden matarte — dijo para darme miedo.
Me fui con mamá por el miedo. No quería que los Caecus me comieran.
—No te preocupes, princesa — dijo papá — tú tienes poder. Si muerdes la herida y bebes la sangre, podrás curarte.
Fin del Flashback
Abrí la boca y mordí su muñeca. Bebí su sangre hasta que vi que su brazo volvía a tener su color natural. Hice lo mismo con el otro brazo. Al beber sangre, yo también me curé y ya pude ponerme de pie.
Observé la masacre a mi alrededor. Cadáveres de lobos, Caecus, a Kaliska a un lado y al otro extremo el bebé. Corrí hacia él y lo cogí en brazos. Sangraba por la cabeza y no respiraba. Lo tumbé con delicadeza en el suelo y comencé a intentar revivirlo.
—¡Kaliska! — chillé con urgencia — ¡Kaliska!
Ésta se despertó lentamente y parecía muy desconcertada. Su cuerpo estaba hinchado. Comprendí que si no la curaba no iba poder hacer nada para el bebé. Así que corrí y le mordí en el cuello, justo en la vena principal así se curaría todo su cuerpo. Chupé con rapidez y energía. Cuando la Sabia recobró las fuerzas, me empezó a dar puñetazos. Aún sentía que su sangre no estaba limpia así que seguí bebiendo.
—Kiara ¡Para! — dijo con urgencia — ¡para!
Sentía un frenesí. La sangre de mi amiga era como miel para mi paladar. Era como chocolate o cualquier dulce que podías llevarte a la boca. Nunca había probado una sangre tan buena. No podía parar, no podía separarme, con sólo pensar que tenía que dejar de beber me era insoportable.
—Kiara escucha mi voz — susurró Kaliska — tu eres más fuerte que el deseo. Puedes dejar de beber, sólo piensa en los momentos que hemos estado unidas. En cómo te enseñé la medicina, en cómo te contaba historias...
Agarré su cabeza y la incliné hacia atrás para que el cuello estuviera más accesible. Su sangre era como una droga. No podía, no podía...
"Lo siento" — pensé sabiendo que mi amiga lo estaba escuchando.
Entonces noté como su sangre, cuando entraba en mi boca se convertía en polvo. Automáticamente comencé a toser y me separé con urgencia. Miré a Kaliska para saber qué había pasado, pero ésta observaba detrás de mí. Entonces vi que Esmeralda sujetaba a su hijo y me miraba con desesperación. Había sido cosa de ella y se lo agradecí eternamente.
De pronto me di cuenta de lo que había hecho. Había bebido sangre de una Diosa, algo que se pagaba con la muerte. Me hinqué de rodillas y comencé a llorar.
—¡Perdóname! — supliqué.
Mi vida no me interesaba, si no, mi amistad con ella. Kaliska se había convertido en mi madre desde que la mía fue asesinada. Se lo debía todo y yo le había mordido y casi le chupo hasta la última gota de sangre. Era imperdonable.
"No digas nada" — dijo la diosa en mi mente — "Esmeralda no sabe que soy una Diosa. Quiero que siga así".
Asentí y entonces me di la vuelta de cara a ella y me agaché haciéndo una reverencia. Lloré y también le supliqué perdón a Alda.
—Os vi heridas y sé algo de medicina, pero aún no lo domino y se me ha ido un poco de las manos y...
—¡Vale! — chilló Esmeralda — ya hablaremos más tarde pero ahora mi importa mi hijo — comenzó a llorar — ¡Está muerto!
Kaliska se levantó de pronto y pidió a la gitana que se lo diese. Ésta al principio se negó, abrazando al feto con ambas manos. Lloraba con desesperación. La Sabia esperó por un momento con paciencia. Al final se lo entregó.
Kaliska le toco la cabeza y le curó las heridas. Seguidamente le besó la frente y éste se puso a llorar. Seguidamente le devolvió al niño a su madre.
—Dale de mamar — le ordenó — la leche le dará fuerzas y hará que concluya el hechizo.
—¿Qué hechizo? — preguntó Alda al desnudarse de cintura para arriba y dándole el pecho al niño.
—El de protección — contestó.
Me levanté del suelo y me dirigí a la puerta. Temía que volviese Esus, además necesitaba aire limpio. El olor de la sangre de Kaliska me estaba en enloqueciendo ¿Por qué me ha afectado tanto su sangre? ¿Por qué sabía diferente? ¿Había algo que ver que era una Diosa?
Kaliska sabía mis pensamientos pero me miró con cara de decir: "Luego te lo explico".
—Esmeralda, el bebé no está a salvo si está contigo — dijo la Sabia — Esus podía volver y matarlo.
—Él piensa que está muerto — dije en su defensa.
—Pero es un Dios, no se le puede engañar tan fácilmente.
La Gitana acunó con ternura a su hijo. Si no fuera porque estaba repleta de sudor y manchada de sangre, esa imagen era hipnótica. Nunca me la había imaginado como madre, pero en verdad era muy dulce.
—No quiero separarme de él — dijo en un susurro — ya he perdido a Charles, no voy a perderlo a él. Es lo único que me queda de su amor.
—Por eso, para no perderlo tienes que alejarlo de ti — dijo la Sabia con mucha paciencia — Kiara se ocupará de él. Lo protegerá, lo educará y le recordará que su madre le ama con intensidad.
Me quedé petrificada. Yo no sabía de ese detalle. Kaliska sólo me había pedido cuidar de Esmeralda en su embarazo y después en su parto ¿Ahora resulta que tenía que hacer de niñera?
—¿Hasta cuándo? — preguntó Alda despistándome de mis pensamientos.
—Hasta que haga el conjuro para salvar Naélium.
—¿Hasta cuándo? — volvió a preguntar pero ahora con rabia.
—Hasta los dieciséis años — confesó al fin.
Esmeralda empezó a llorar con intensidad y acunar al bebé que ya se había quedado dormido en su pecho. Se podía percibir su dolor, su angustia. Me recordó a mi cuando tuve que alejarme de mi madre. Pero, por lo contrario, la mía estaba muerta, Esmeralda no.
—¿Cuánto tiempo me queda? — dijo entre llantos.
—Un día, si pasamos más de un día Esus se puede dar cuenta.
Esmeralda asintió y se fue a la cama con el bebé. Me acerqué a ella para intentar consolarla. Ella me sonrió y me dejó acariciar a su hijo. Era tan pequeño, tan frágil, tan hermoso...
—¿Cómo se llama? — pregunté sin pensar.
—Daren* — dijo después de una larga pausa.
—¿Qué significa?
—Nacido en la noche — concluyó.
Me tumbé a un lado suyo y vimos como por la puerta asomaba tímidamente los primeros rayos de sol.
Palabras del texto con *:
Caerse de bruces: Caerse de cara de forma muy abrupta.
Caecus: Son murciélagos, pero tiene una variante. Sus mordeduras tienen un veneno muy potente. Por cada mordedura, el Caecus proporciona la mitad de su cuerpo en veneno. Éste produce hinchazones, heridas, gangrena, dolores muy agudos... Por una mordedura, te dejan cicatrices permanentes, puedes perder el miembro que ha sido herido o en lo peor de los casos la muerte.
Daren: Origen nigeriano, significa "Nacio por la noche". Hijo de Esmeralda y Charles.
¿Porqué a Kiara le cuesta tanto resistirse a la sangre de Kaliska?
¿Qué hará Esmeralda?
¿Huirá con el niño o dejará que se desarrolle el destino?
¿Te ha gustado el nombre del bebé?
¿La escena de lucha ha sido entretenida?
¿Cuál de los Dioses te gusta más?
¿Por qué no quiere Kaliska que sepa Esmeralda que es una diosa?
¡Hola mis queridos Gifts!
El primer capítulo de Catarsis del año. Éste capítulo ha sido largo pero a la vez entretenido. Tengo que advertir que el siguiente capítulo de Naélium en el pasado, será un capítulo muy triste. Yo al escribirlo casi acabo llorando.
Estoy pensando en subir a parte, la mitología de Naélium. En principio dejaría Catarsis como está, pero si alguien quiere leer la mitología antes de leer toda la saga que lo tenga a su disposición ¿Qué os parece?
Esto es todo por hoy, hasta el sábado que viene.
¡Nos leemos y nos escuchamos pronto!
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