Capítulo 28: Nacimiento FlashBack

Kiara

Los chillidos de Esmeralda hacían que me tronase la cabeza. Su desesperación y preocupación por el nacimiento de su hijo era palpable. Se había puesto de parto de un momento a otro, justo cuando Kaliska había salido a hacer algo que no había querido decirme. Maldije por mis adentro a esa Sabia sabelotodo.

"Si todo lo sabes, ¿Cómo no has visto llegar el nacimiento de la criatura?" — pensé indignada.

—No estoy preparada para ser madre — dijo con esfuerzo mi amiga — no me ha dado tiempo a hacerme a la idea ¡No puedo!

—¡Si puedes! — le contesté mientras le daba la mano — eres fuerte, amable, dulce y tienes grandes poderes. Tienes todo lo necesario para cuidar a un bebé.

Ella chilló por un momento y volvió a hiperventilar. Cuando dejó de sentir el dolor siguió hablando.

—¿Cómo sabré hacerlo bien? ¿Cómo es ser madre?

Negué con la cabeza, no sabía su respuesta.

—Creo que es instinto — dije con la mirada perdida — cuando ves que una persona diminuta depende de tus decisiones, de tu amor, de tu sacrificio...

Esmeralda me observó con extrañeza, yo le sonreí en forma de respuesta.

—Créeme, sabrás hacerlo. Yo te ayudaré, las dos le cuidaremos y le enseñaremos a luchar con la espada — dije sonriendo — le enseñaré a volar.

Esto último no lo decía de forma literal, dado que no tendría alas. Me refería a volar, a ser libre a tomar sus propias decisiones, a que no tendrá que luchar para ser aceptado, porque será un niño muy amado. Tres mujeres estarán locas de amor por él y les enseñaría lo mejor de cada nación.

Miré con preocupación a mi amiga. No paraba de gritar y de respirar muy rápido. Sin dudas el niño empujaba para salir. Quería salir de su encierro. Toda ésta situación me hizo recordar a mi infancia. Mientras cargaba a Esmeralda en brazos y la llevaba a la casa, mi mente no pudo evitar viajar años atrás y revivir mis recuerdos.

Flashback

—Kiara es un monstruo — dijo judas.

—¡No es verdad! Ella es mi amiga — dijo Makai

—No es una Lux, ni tampoco un okotadi — explicó Keanu

—Por eso, es un monstruo — concluyó Judas.

—Soy Kiara — dije llorando — soy igual como vosotros ¿Qué tengo que hacer para que me dejéis formar parte de vuestro grupo?

Todos los días pasaba lo mismo. En las clases de canto, mis "amigos" se burlaban de mí porque mi padre no era un Samaelita. Se reían porque escondía las plantas de ordre en mi mochila. Me hubillaban porque no cantaba bien como los Lux, pero tampoco tenía una conexión a la oscuridad como los Okotadi. Nada se me daba bien como un Samaelita, parecía que había nacido en la nación equivocada. Por ese motivo no podía adaptarme con mis amigos, con el pueblo, con la nación. Siempre busqué la aprobación de todo el mundo, menos de mis padres que me amaban por cómo era.

Mi padre es un Curasangre. Es hermoso con ojos claros y pelo de cobre. Es un Curasangre que se dedicaba a la medicina. Mis padres se conocieron cuando mi madre salió de misión a los bosques de Kiau. Mi madre es una Lux y tenía que llevar un mensaje al Rey de dicha nación. Pero resultó que en el viaje de vuelta sufrió un accidente y mi madre se partió un ala.

Mi padre estaba de expedición por el bosque buscando hierbas medicinales y la vio caer. Él la curó, no solamente físicamente, si no le dio un motivo por el que vivir. Se enamoraron enseguida, ellos dijeron que fue cosa de... magia. Pero nuestras naciones no ven con buenos ojos una relación entre un Samaelita y un Curasangre. Así que llevaron su relación en secreto. Al poco tiempo mi madre quedó embarazada de mí y aunque afortunadamente nací con apariencia de un ciudadano de Samán, eso significaba que no podía tener contacto con mi padre.

Muy pocas veces ví a mi padre, pero para mí era un héroe. Amó a mi madre sobre todas las cosas y en mi cumpleaños siempre se las ingeniaba por mandarme un regalo. Por medio de un animal, de un amigo, de un cargamento de alimento de lo que fuera. Mi padre me quería y yo a él sin dudar. Pero a raíz de que mi sangre no era como los demás, mis compañeros de nación comenzaron a sospechar que, no era un Samaelita de sangre pura. Al final mi madre confesó y me declararon un Hina. No me podían expulsar de la nación, dado que dejaría en ridículo ante las demás naciones, pero no tendría los mismos privilegios que los demás. Mi vida se resumiría en una cosa. En ser esclava del Rey y Dios Aini.

Desde que me declararon Hina, he estado intentando hacer cualquier cosa para que me aceptaran y me devolvieran los privilegios de la nación. Pero nada había resuelto ese pequeño problema. Ahora con mis recién 15 años cumplidos, estaba en mi "fiesta" de cumpleaños cuando mis "amigos" de toda la vida comenzaron a burlarse de mí. No era ninguna novedad.

—Hay una, que puedes hacer para demostrarnos que eres uno de nosotros — siguió hablando Judas.

—¿Qué dices? Ella no dejará nunca de tener la misma sangre — dijo entre dientes Keanu.

Judas le miró y puso su dedo índice en su boca, quería que se callase y le dejara hablar.

—Tienes que demostrar que eres igual de valiente como nosotros — dijo sonriendo.

Al decir esto, Judas abrió sus alas que eran de color gris y las alzó para demostrar su hermosura y señalar su poder. Judas tenía fama de ser el más valiente, dado que era el encargado de dar alimento a la Mantícora, la mascota de Aini. Nadie quería ese trabajo, pero a él le gustaba. Señal de que no estaba bien de la cabeza.

—No es buen idea, Kiara — me intentó convencer mi amiga Makai — no tienes que demostrar nada, tu eres una Lux preciosa y valiente.

Judas y Keanu la empujó y mi amiga cayó en el suelo. Los dos sonrieron y me miraron con intensidad.

—Si haces esto, incluso Aini te tratará como una igual — siguió ahora Keanu.

—¿Qué debo hacer? — pregunté decidida a que me acepte nuestro Rey. Si me aceptaba él, los demás no tendrán más remedio que aceptarme.

—Tienes que coger la piedra más hermosa que tiene en el cetro el Rey — concluyó Judas.

Fin del Flashback

Puse a Esmeralda en la cama y cogí un cubo con agua. Sábanas limpias y algunas herramientas que Kaliska había hecho aparecer con su magia. Le separé las piernas a mi amiga y pude ver cómo algo asomaba en su entrepierna.

—¡Rocks! — chillé desesperada — Llama a Kaliska ¡Yaaaaaaa!

Entonces escuché como la Sabia aparecía en la puerta. Le miré muy preocupada pero justo cuando iba a entrar, escuché una voz.

—Cuanto tiempo sin verte, Hermana

Esmeralda volvió a chillar y vi cómo se abría cada vez más su zona baja. Pero algo iba mal, lo que se veía no era su cabeza, era .... SU TRASERO.

—¡Kaliska algo va mal! — chillé ahora desesperada — el niño viene mal.

La Sabia se giró al escuchar esto y justo algo le golpeó y voló hacia la chimenea. Me levanté del susto lista para socorrerla. Por la puerta apareció alguien alto, tremendamente hermoso y extrañamente familiar para mí. Mi amiga chilló de dolor de nuevo y pude ver como sangraba. Intenté meter la mano para ayudar al bebé salir pero estaba demasiado encajado.

—Aquí huele ... demasiado bien — dijo el extraño que había entrado — Kaliska no me has dicho que tenías un regalo por aquí.

—¡Rocks! — chillo la Sabia.

Éste entró en la casa y se puso entre nosotros y ellos. El chico misterioso se rió a carcajadas al ver que un fénix insignificante se ponía de guardaespaldas. Pero entonces Kaliska le dio poderes y se transformó en un fénix hermoso pero enorme. Rocks sacó fuego por su boca y lo lanzó fuera de la casa.

—Haz que nazca el bebé, sano y salvo — me ordenó Kaliska levantándose lo más rápido que podía — yo me ocupo de Esus.

—Perdona, ¿Esus? — pregunté sorprendida.

Pero la Sabia no me contestó y salió por la puerta. Rocks se quedó para ayudarnos y yo me dispuse ayudar a mi amiga. Ella volvió apretar y yo a la vez metí mis manos para intentar sacar las piernas del bebé.

—Yutai, madre de todos nosotros, ayuda a ésta pobre mujer — recé en voz alta.

En ese momento se desató una guerra fuera de la casa.

Flashback

Hoy es mi cumpleaños a la misma vez que es el día de la oscuridad. Éste día se produce un eclipse y los Samaelitas lo adoran dado que aman a la NADA. Yo sinceramente me gustaba más la luz, el fuego, el rayo... pero también es cierto que no era igual que mi nación. Aprovechando que todos estaban de fiesta y hay que decir borrachos y colocados, me colé en el castillo de Aini. Había esquivado guardias, había pasado por encima de algunos que habían caído al suelo desmayados porque no le cabían más alcohol en la sangre. Llegué por fin en la sala del trono. No había nadie vigilando, esto me extrañó, pero no me importó, dado que lo que quería era coger esa dichosa piedra preciosa e irme lo más rápido de aquí.

Así que me acerqué al trono. Allí fijado en un lateral, reposaba el cetro. Era de oro, muy hermoso con dibujos de ascuas de fuego esculpido por el mango. Cuando llegaba a la bola de arriba, allí había un centenar de piedras hermosas. Una de ellas destacaba de gran manera. Era mucho más grande, color verde Esmeralda y brillaba con destellos. Intenté cogerla, pero estaba incrustada en el cetro.

Pensé lo más rápido que podía para separarlo. Vi que había en la sala, antorchas que decoraban e iluminaba toda la sala. El fuego, era fuego mágico creado en Samán. Sonreí cuando lo cogí y me acerqué al cetro. Acerqué la antorcha a la piedra preciosa. Comenzó a calentarlo, tanto que hizo una grieta alrededor de ésta. Entonces hice fuerza y la saqué. Me quemé un poco la mano, pero no me importó.

Observé con detenimiento la piedra, era verdaderamente hermosa y de ella emanaba una especie de magia. Notaba como esa magia me llamaba, escuché como algo me animaba a seguir mirando la piedra. Me quedé absorta mirándola, no podía reaccionar ni pensar en otra cosa.

—Has robado una cosa muy importante para mí, pequeña Kiara — escuché una voz.

Seguidamente pegué un respingo y la piedra se me cayó al suelo. Rápidamente fui a cogerlo, pero ésta se alzó al aire y se fue directamente a la mano de Aini.

—La necesito — dije poniéndome de pie y mirándole directamente, algo que no se podía hacer.

Aini sonrió ante mi valentía o mi estupidez depende de cómo lo mirase.

—¿Por qué? — preguntó acercándose a mí con lentitud.

—Para que mis amigos me acepten — dije sin miedo.

El Rey puso la piedra en el cetro de nuevo y ésta se unió sin problemas. Luego cogió el cetro y comenzó a caminar dándo vueltas alrededor de mí.

—Me recuerdas a mí, Kiara — dijo caminando lentamente — queriendo demostrar de lo que eres capaz. Saltándote las reglas para así llevar acabo tu plan. Pero todo tiene sus consecuencias.

Le miré con temor, dado que Aini era famoso por ser cruel, aunque yo nunca lo he visto. Pero su aura, su sonrisa maniaca y su falsedad cuando hablaba... le delataba. Estaba en serios problemas.

—Cuando alguien osa en robarme lo paga con su vida — dijo cogiéndome de repente mi ala derecha — pero veo que eres especial, Hina. Tu actitud, valentía y tu rebeldía puede serme de utilidad. Así que no te quitaré la vida.

Respiré hondo ante ésta confesión. Así que me relajé, bueno un poco. Aini me daba miedo y no es para menos.

—Pero no te quedarás sin castigo, ¡Guardias! — gritó.

Entonces apareció dos guardias arrastrando a mi madre. Ella me miró. Le habían dado una paliza. Corrí hacia ella y le abracé ¿Qué había hecho? Por mi culpa estaba así.

—Mamá perdóname — dije llorando — sólo quería que me aceptaran. No sabía que iba acabar así.

—Kiara, no hagas ningún trato — me ordenó — diga lo que diga no hagas ningún trato.

Le dieron un golpe en el estómago y un tercer guardia me cogió de las alas. Noté dos finas espadas alrededor de ellas. Para un Samaelita que le amenazaran por cortar las alas, era como si te matasen. Era nuestra identidad, nuestra libertad... Me puse rígida y quieta para que no se le fuera la mano.

—Dejaré que se vaya tu madre si haces un trato conmigo — dijo parándose Aini entre mi madre y yo .

—¿Cuál es el trato? — pregunté mirando como la cara de mi madre sangraba.

—Que te conviertas en mi sierva

—Ya soy un Hina, una esclava — dije en forma de queja.

—Ser una sierva, querida Kiara, no sólo haces los trabajos más sucios, si no que vivirás conmigo y harás todo lo que yo diga. Desde trabajos como recados, hasta ser mi amante — esto último lo dijo sacando su lengua.

Me dio una arcada y conseguí mantenerla a raya. Mi madre negaba con la cabeza, no quería que aceptase el trato. Confiaba plenamente en mi madre. Ella siempre me había dicho la verdad. Siempre supe que era una Hina y quién era mi padre. El amor nunca me había faltado en mi vida. Ella era mi heroína junto con mi padre. Así que decidí obedecerle. Le debía eso, dado que me había equivocado.

—No — dije mirándole — no desobedeceré a mi madre. Ya le he defraudado.

—¿Estas segura? — dándome una última oportunidad.

Miré a mi madre y ella me sonrió.

—Te quiero Kiara, haz siempre lo que tu corazón te diga. Ayúda a tus amigos y sobre todo, no dejes que personas que lleven a la NADA en su corazón ganen la batalla.

—Te lo prometo mamá — le dije llorando.

No sabía por qué lloraba, pero sentía que mi madre se estaba despidiendo de mí y eso me dolía. Pero no cambiaría mi decisión.

—Pues que así sea — dijo y levantó las manos.

Entonces en un abrir y cerrar de ojos, a mi madre le arrancaron las alas y luego la degollaron delante de mí. Pegué un chillido y corrí hacia lo poco que quedaba de mi madre. Noté como algo dentro de mí se desgarraba. Miré a Aini con ganas de venganza. Él sonrió y me miró como si fuera una escoria. Me levanté para enfrentarme a él y en ese momento apareció una vieja entre ambos.

—No seas tonta chiquilla — me dijo.

Acto seguido desaparecimos del castillo de Aini.

Fin del Flashback

Respiré lentamente mientras cogía los pies del niño con una mano y con la otra buscaba los brazos de éste. Esmeralda estaba muy cansada de empujar y temía que el niño dejase de respirar.

—Vamos amiga — le dije ahora metiendo la dos manos y juntando los brazos al cuerpo del niño — empuja por última vez. Éste niño va salir, te lo prometo.

Tal como prometí a mi madre, que iba ayudar a mis amigos y a que no ganara la NADA. Éste niño iba a salvarnos e iba a nacer cueste lo que cueste. Alda hizo un último esfuerzo. El niño por fin salió y lloró.

Palabras del texto con *:

Keanu: Nombre de origen americano significa Montaña.

Makai: nombre de origen indígena significa persona limpia, pura.

Judas: Salió en el libro de Naélium, concretamente en el capítulo 17: Samaelitas. Siginfica: Hombre traidor.

¿Quién es Esus?

¿Qué opináis del pasado de Kiara?

¿Hubierais aceptado el trato de Aini?

¿Qué pasará entre Kaliska y Esus?

¿Qué quiere Esus?

¿Os ha gustado saber un poco la historia de Kiara?

¡Hola mis queridos Gifts!

Un sábado más con un gran capítulo un poco largo. Espero que lo hayaís disfrutado. Los próximos capítulos del pasado de Naélium serán un poco tristes pero necesarios.

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¡Nos leeremos en el próximo sábado!

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