Capítulo 18: No soy una damisela en apuros


Esmeralda

Sentía una terrible sensación de libertad, pero a la vez de incertidumbre por el futuro. Notaba el aire que hacía que me pelo bailase a sus anchas juntándose con el cabello casi kilométrico de mi nueva amiga.

Kiara me llevaba cogida en brazos e íbamos volando a baja altura entre los árboles. Me querían ocultar como daba lugar. Ya no podía estar en la casa de la Sabia, dado que últimamente muchas personas iban a pedirle ayuda. Incluido mi amigo Noda, que ahora resulta que quiere que me enamore de él. Siempre he sabido de sus sentimientos, pero pensaba que respetaba los míos y no iba hacer cualquier cosa para obligarme a sentir amor por él.

Kaliska me prometió que no iba a conseguir nada, no existía ningún conjuro que obligase a enamorarse de otra persona. Eso me relajó bastante. Pero, aun así, sentía en algún sitio de mi corazón, tenía la angustia de pensar que Noda pudiera hacer cualquier cosa. Incluso matar a Charles. La Sabia me dijo que no me preocupase que tenía que concentrarme en tener al bebé. Así que le ordenó a la Samaelita que me llevase en un escondite, para que así, Noda no me encontrase y estuviera tranquila.

Así que íbamos de camino a ese lugar. Kiara volaba bajo para camuflarse con el bosque. Sus alas vistas desde arriba, eran de un color verde con la misma similitud con las hojas de la naturaleza. Levanté la vista para ver a mi ángel guardián.

—¿Qué miras? — me habló sin mirarme.

—Tus alas — dije sincera.

—¿Qué les pasa? — preguntó haciendo una vuelta en 360 grados para esquivar una rama.

—Son mágicas — dije admirándolas — inusuales... hermosas ¿Todos los de tu nación son iguales?

Kiara bajó su cabeza y me miró por un instante. Pude percibir una pequeña sonrisa. Resultaba que no era tan seria como yo creía. Noté cómo iba yendo más lento y bajando de altura. Parecía que estábamos llegando a nuestro escondido.

—¿Los Kiauntes sois tan problemáticos como tú? — dijo al fin.

Sonreí ante su pregunta. A mí, sí me caía bien. Su trato era tosco sí, pero sincero. Hoy en día, con lo de la profecía y de las locuras de Kaliska que hablaba con acertijos y misterios... necesitaba a mi lado alguien que me dijera la verdad, aunque lo dijera con crueldad.

—Creo que en eso soy experta — dije ahora mirando hacia el suelo — aunque no lo haga intencionadamente.

Entonces noté como ella se ponía en vertical y sus pies tocaron tierra firme. Esperé que me dejara en el suelo, pero no fue así. Me llevó en volandas caminando a un paso lento pero seguro.

—¿A dónde me llevas? — pregunté desesperada por caminar por mí misma.

—A una nueva casa — dijo mirando los árboles — pero hay que hablar con el dueño.

Cuando acabó de decir eso silbó una canción hermosa y melódica. Era suave, delicada y dudé mucho que se escuchara más allá de nosotras. Intenté tocar con las puntas de mis dedos la hierba, pero Kiara me levantó más arriba para que no lo hiciera ¡Qué fastidio!

Entonces un ser pasó volando por al lado nuestro. Dejaba como llamas a su paso, pero no daban calor, sólo dejaba una luz roja. Segundos después se posó en una rama cerca de nosotras y ahí pude ver qué era un Fénix precioso.

—¡Cuánto tiempo sin verte! Mi plumado amigo — dijo la Samaelita con alegría.

—¡Kiara! — contestó el pájaro acercándose rápidamente.

La Samaelita me soltó de golpe haciendo que cayese en el suelo y abrazó con dulzura al Fénix. Me quedé contemplando la escena. Era la primera vez que veía algún gesto de amor en ella. Claramente sentía más emociones con un pájaro, que en un Naelita.

Me levanté del suelo y observé mi alrededor. Los árboles eran altos, verdes y abundantes. Delante de mí estaba una casa. No era muy grande pero me pareció muy acogedora.

—Lo siento — siguió hablando el pájaro — no lo encontré.

—Lo sé Rocks — dijo Kiara caminando hacia mi posición — sé que si no, me hubieras ido a buscar. Sabía que había pocas posibilidades.

La Samaelita se puso al lado mío y esperé que me regañara. Pero sólo pude ver que sus ojos estaban vidriosos. Lo que le había dicho Rocks (así fue como llamó al pájaro) le había afectado. Levanté mi mano y le cogí la suya. Deseé con mi don que se sintiera mejor. Ella cerró los ojos y suspiró fuerte. El Fénix voló hacia mi posición volando y se acercó.

—¡Hola pajarita! — me dijo en tono seductor — Soy Rocks y seré tu guardián.

—Me siento alagada — dije siguiéndole el rollo — y protegida.

—No subestimes a un Fénix de fuego — dijo ahora Kiara que ya no tenía los ojos llorosos — se puede cargar a un poblado entero si se enfada.

Me soltó la mano con un gesto agresivo y caminó hacia la casa. La abrió con delicadeza y entró sin decirme nada. Le seguí, ya harta de su poca educación, seguida de Rocks. Éste silbaba la canción que antes había silbado Kiara.

—Creo que con un "Gracias" habría sido suficiente — dije enfadada.

Entonces entré. Era una casa pequeñita con pocos muebles. Sólo había una cama para dos personas. Una chimenea, una mesa y sillas. La Samaelita se giró en redondo y se acercó a mí con furia. Me parece que no le había gustado mi comentario.

—Mira estoy aquí para evitar que te alguien te mate — dijo señalándome con el dedo — no para ser tu amiga ¿Estamos?

—No necesito que nadie me defienda — dije con los puños cerrados — No soy una damisela que sólo sabe estar en casa. Soy una Mujer que sabe luchar, que sabe defenderse.

—¿Sí? — dijo mirándome de arriba a abajo — tienes toda la apariencia.

—No me subestimes — dije ahora señalándole con el dedo.

Entonces sonrió con picardía. Me cogió de las muñecas y me arrastró afuera. Después me tiró hacia el suelo. Me protegí por inercia la barriga, aunque no me di ningún golpe. Me levanté de golpe y esperé que hiciera algo. Rocks salió y se quedó en la ventana. Kiara sacó su espada que resplandecía luz y me desafió con ella. Yo me quedé mirándola sin decir ninguna palabra. ¿Qué pretendía?

—Si quieres que no te trate como una damisela en apuros — dijo con la espada en alto — demuéstrame que puedes defenderte.

Me erguí aceptando su petición.

—Si te gano — dije haciendo aparecer mi arco en mi mano — me trataras con respeto y no con dureza.

—Vale y si te gano yo — dijo mirando ahora a Rocks — no saldrás de ésta casa para nada y podré tratarte como me dé la gana ¿Esta claro?

Suspiré.

—Transparente.

Seguidamente me moví hacia los árboles. Kiara me siguió volando. Era rápida, pero yo conocía el bosque cómo si fuera mi propia piel. Escalé un árbol con una rapidez extrema. Desde allí le disparé una flecha hacia el pecho, pero ella la rechazó con la espada. Voló y se posó a escasos metros de mí en una rama.

—Eres rápida — dijo mirándome con desafío — pero un arco es un arma de largas distancias. ¿Qué harías si te atacara alguien de frente?

Entonces se abalanzó contra mí. Ambas nos caímos del árbol. Antes de llegar al suelo ella giró y caí encima de ella. Hice aparecer una espada. Me levanté y le desafié. Kiara me sonrió y comenzamos una guerra de espadas.

Mis conocimientos con la espada eran pocos. Noda y yo jugábamos a ser caballeros del Rey. Ambos aprendimos así, jugando. Confié que esas tardes jugando con la espada, hayan servido de algo. Kiara tenía un gran dominio con la espada. Sus pasos, su baile de pies eran impecables. Yo iba a trompicones, pero eso no me detenía. Me estaba cansando y comenzaba a marearme. Así que hice aparecer un escudo para rechazar los ataques de la Samaelita. Ésta protestó al verlo, pero siguió luchando. Mis fuerzas se estaban debilitando y el mareo aumentando. Sentía náuseas y el bosque entero daba vueltas. Estaba a punto de caerme y Kiara lo sabía.

Caí de rodillas, dado que no podía mantenerme de pie. La Samaelita levantó su espada para atacarme y entonces vi como una llamarada pasó entre nosotras. Ambas nos quedamos mirando a Rocks. Éste alzo el vuelo y se quedó a escasos metros de nosotras.

—Declaro la pelea en empate — dijo con una voz de potente — pero ya se acabó, se está haciendo de noche.

Era cierto, con la lucha no nos habíamos dado cuenta que estaba anocheciendo. Sentí unas nauseas severas y comencé a vomitar al lado. Kiara dejó que acabara y luego me dio la mano.

—Eres una digna rival — dijo sincera.

—Lo mismo digo — dije limpiándome con la manga la boca.

Cogí la mano y ambas caminamos hacia la casa.

—¿Por qué te enamoraste de un Rey? — me preguntó de golpe.

—No lo sé — dije mirándole a los ojos —.

—¿Sabes que por culpa de él vas a morir? — dijo poniéndose en medio de la puerta.

Asentí con la cabeza. Empezaba a entenderla. Kiara era independiente ¿No creía en el amor? Puede ser o un amor le ha destrozado.

—Así es, pero gracias a él haré otra vida — dije tocándome la barriga.

Extendió su mano, se la cogí.

—Kiara, soy una Hina.

—Esmeralda y sólo soy una humana.

Kaliska

Caminaba con decisión por el bosque. Había pasado dos semanas desde que Kiara y Esmeralda se fueron al escondite. Espero que no se hayan matado entre ellas. Tenía noticias para ella y teníamos que hacer algo. La hora del pacto entre las naciones de Kiau y Nebai estaba llegando y el bebé no había nacido. Así que necesitaba un empujoncito con magia para que eso sucediera.

Por fin llegué a la casa y me quedé impresionada al ver que las chicas estaban luchando con las espadas. Le miré la barriga a Esmeralda, pero como era de esperar, no se le notaba. Estaba de dos semanas nada más. Entonces vi a Rocks volando y se acercó a mí.

—Bienvenida Kaliska — dijo con educación — aunque tu presencia significa malas noticias.

—Tienes una percepción equivocada de mí — dije caminando hacia la casa.

—Ya lo veremos — dijo siguiéndome.

Kiara fue la primera en darse cuenta de mi presencia. Tiró la espada y esperó a que llegase.

—La Sabia se digna a aparecer — dijo la Esmeralda.

—Ha llegado Navit a Kiau — dije de golpe.

La Kiaunte me miró con determinación. Sabía que la llegada de la princesa significaba que la boda se iba a producir en breve. El amor que sentía hacia Charles se tendría que acabar al proceder esa fecha. Al menos si respetaba a la esposa o se respetaba así misma.

—¿Has venido sólo para decir eso? — contestó Kiara a la defensiva.

—He venido para deciros que tiene que nacer como muy tarde antes de dos semanas — dije señalando la barriga de Esmeralda.

—Eso es imposible — dijo la portadora del bebé — un embarazo es de nueve meses.

—Para mí no hay nada imposible — contesté con orgullo.

—¿Por qué tiene que tenerlo antes? — preguntó Rocks a mis espaldas.

—Porque es su destino — contesté con suavidad.

Esmeralda hizo desaparecer la espada y se sentó en la hierba. Se quedó pensativa por un momento. Escuché sus pensamientos. Por una parte, deseaba ser madre, por otro se cuestionaba si tenía que decirle a Charles de que iba a ser padre y por último se olía algo raro. Yo le dije que ella iba a salvar Naélium junto con su hijo, pero no le dije que iba a sufrir, por ello.

—y ¿Si me niego? — dijo abrazándose a sí misma.

Miré a Kiara y ésta me devolvió la mirada. Ella me era fiel y sabía que si le pedía que la atase durante unas semanas lo haría. Nuestra amistad era bastante potente. Pero algo había cambiado. Notaba que Kiara le había cogido estima y Esmeralda a ella ¿Qué había sucedido en éstas dos semanas?

—Puedes, pero ¿Podrás tener ese cargo de conciencia? — dije intentando darle psicología — El mundo tal y como lo conocemos depende de ti y de él — dije señalándole el vientre — si el no nace antes puede que todo el mundo muramos. Incluido Charles.

Se quedó por un momento observando a la Hina y ésta me miraba a mí. Suspiró fuerte y asintió lentamente. Entonces alargué mi mano y señalé sus entrañas. Comencé a conjurar un hechizo mientras Esmeralda gritaba de dolor. Cuando acabé su barriga había crecido como si estuviera de nueve meses. Le faltaba poco para ponerse de parto. Esmeralda se tumbó en la hierba y se tocó la barriguita. Lloró con intensidad mientras miraba a Kiara, a Rocks y finalmente a mí.

—Sé que voy a morir — dijo tajante — pero prometerme que él vivirá feliz y que lo protegeréis siempre.

Me quedé de piedra ¿Cómo sabía que iba a morir? Yo lo sabía claramente, aunque no sabía exactamente cuándo iba a ser. Kiara le cogió de la mano, le sonrió y dijo:

—Te lo prometo — dijo sincera — aunque tenga que dar mi vida por él.

Hasta aquí el capítulo... espero que os haya gustado. Mientras lo escribía, mi intención era explicar que pasó en ese tiempo en que Charles esperaba la fecha de la boda. En Naélium vimos a través de los ojos de Noda lo que pasó y lo que hizo él, pero ¿Qué le sucedió a Esmeralda en todo este tiempo que Noda viajó a Samán para encontrarse con Aini?

Espero que os haya gustado éste capítulo y esteis tan ansiosos de saber la continuación como yo.

¡Nos leemos y nos esuchamos pronto!

P.D:

El vídeo del encabezado es la segunda parte de la Reseña Libro vs Película de Harry Potter y la piedra filosofal.


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