Capítulo 12: Zombis

Abril

Conducía la moto en silencio, acompañada de Zeth. Éste no estaba muy comunicativo desde que salimos de la organización de Abel. Sabía que estaba muy preocupado por la situación, pero ante todo por Zoey. Era una incertidumbre su paradero. Si soy sincera, no tengo esperanza de que vuelva o al menos que si vuelve, sea la misma. Pero esos pensamientos me los he callado, dado que no quiero que Zeth vuelva a sufrir más.

Estábamos en medio de una misión de encontrar un libro sagrado. Allí se describía hechizos y conjuros para viajar a Naélium. Su nombre es: "Itinerantur Yutai" *. Tengo que decir que es un nombre muy raro para un libro sagrado, pero no le voy a reprochar a quien sea su autor, si no al ladrón que se lo llevó.

Ese ladrón es Adón y por eso estamos Zeth y yo con dos motos de camino a la Sede de "los malos" en una Barcelona vacía y apocalíptica. Gracias a mi don, de un escudo protector, éramos invisibles para esos seres que han gobernado la ciudad.

Mientras íbamos por las calles, no pude evitar sentir un dolor en el pecho. Ésta estaba bajo nuestra vigilancia. Teníamos que guardarlos, sanarlos, estar con ellos ... ahora la mayoría están muertos o escondidos. Le habíamos fallado ¿Qué habíamos hecho mal? ¿Cómo podemos solucionar éste desastre? No podemos resucitar a aquellos que desgraciadamente han muerto ¿O sí? El poder de Kaliska era inimaginable, si ella ha conseguido que Esmeralda se rencarnase, ¿podía volver a la vida a miles y miles de personas?

Contemplé con horror mi querida ciudad. Los establecimientos estaban en llamas o saqueados. Había cuerpos mutilados tirados por las calles. Algunos habían sido devorados por los Zombis, otros no habían resistido la Dynami y se habían muerto. Parecían que le habían dado un infarto. Yo misma hace una semana vi con mis propios ojos a uno que murió. Estaba caminando, en bucle, intentando quitarse algo de encima. De pronto miró al cielo y cayó al suelo. No se volvió a levantar.

Los que aún se mantienen en pie, son como cáscaras vacías. También es cierto que su comportamiento es bastante raro. Son inteligentes en cierto modo, pero en ocasiones parecen bastante tontos. Hace poco vi a un Zombi que estaba en la calle, peleándose con otro que estaba dentro de un establecimiento. Le gritaba, le gruñía e incluso proporcionaba golpes. En uno de esos golpes rompió la mampara del establecimiento haciendo que se viese lo de dentro. Allí no había nadie. El Zombi se había estado peleando con su reflejo todo el tiempo. Cuando éste se dio cuenta de su estupidez, volvió a caminar como alma errante por la calle ¿No os parece bastante estúpido?

Metida en éstos pensamientos no me di cuenta que había llegamos a nuestro destino, al Splau. Es un centro comercial ubicado al lado del campo de fútbol del Español. Tiene bastantes tiendas, es grande y está al aire libre. Afortunadamente tiene verjas de hierro. Cornelius, la mano de derecha de Adón, aprovechó esto para así esconderse y utilizar lo que quedaba del centro comercial en su centro de investigación personal. Según Abel, Adón se encuentra desparecido. De la única que ha tenido noticias es del científico loco, que sigue sus planes a pesar de la ausencia de su amado jefe.

Aparcamos la moto a una distancia prudencial del centro comercial. Miré a Zeth y éste me dedicó una sonrisa que no le llegó a los ojos. Seguidamente sacó su daga y me hizo señas para que fuera adelante, dado que yo mantenía el escudo de invisibilidad. Seguíamos en silencio, caminando lentamente para no llamar la atención de esos seres. Había pocos, eso era muy raro, pero muy raro ¿Qué estaba pasando? Mi compañero de viaje me hizo una señal y nos escondimos detrás de un coche que estaba completamente desguazado. Alguien le había quitado las puertas, las ruedas... sólo quedaba el chasis ¿Había alguien con vida por aquí? Entonces me di cuenta de lo que Zeth me estaba señalando.

Un grupo numeroso de Zombis estaban alrededor del campo de Español. Algunos entraban, otros salían. Parecía que estaban entrando en un mercado, para coger comida, dado que los que salían, salían manchados de sangre ¡Allí había personas vivas y las estaban devorando! Rápidamente nos pusimos en marcha y nos dirigimos a entrar. Íbamos con pie de plomo para no hacer ruido y llamar la atención. Mis poderes permitían que no nos viera, pero si hacíamos ruido nos podían localizar.

Conseguimos entrar por un milagro, dado que varios se ponían en el medio. Otros se peleaban por un trozo de pierna que habían arrancado de alguien. Miré con desagrado al ver la pelea. Parecían perros salvajes peleándose por la comida.

Entramos por pasadizos donde antiguamente las personas iban para coger su asiento. Cuando salimos a la superficie casi se me escapa un grito. Había aproximadamente una veintena de cadáveres en el centro del campo y allí por lo menos un centenar de Zombis devorando las carnes. La imagen era grotesca y a la vez irreal. Éstas cosas sólo pasaban en las películas de Resident Evil*, no en la vida real.

Intenté observar cada rincón para ver si por un milagro alguien estuviese con vida. Zeth me tocó el hombro y negó con la cabeza.

—Hemos llegado tarde — susurró muy bajo — vámonos antes de que nos detecten.

Asentí con la cabeza.

Nos dispusimos a irnos. Caminamos a contracorriente contra los Zombis. A veces nos subíamos encima de los asientos para no chocar contra ellos. Cuando por fin llegamos de vuelta, a los pasillos Zeth se tropezó con un hierro que estaba en el suelo. Dos Zombis se giraron y comenzaron a oler. Zeth y yo nos pegamos a la pared y nos quedamos en silencio.

—¿Comida? — preguntó uno de ellos.

—Si fuera comida estarían ya corriendo — contestó uno que parecía más inteligente.

En ese preciso instante, mi naturaleza humana falló. Me vino unas ganas tremendas de estornudar. Me intenté tapar la nariz para que se me pasase. Zeth me puso su mano también al ver lo que estaba pasando. Se me pasó y ambos respiramos aliviados. Varios Zombis aparecieron por la puerta (uno llevaba una mano desgarrada) de camino a la salida. Pasaron muy cerca de nosotros. Olían fatal, a sangre, sudor, putrefacción y a polvo... Mierda a polvo, era alérgica a los ácaros y entonces...

—¡¡¡Achís!!!!! — se me escapó sin remedio.

Todos miraron a nuestra dirección. Me dio un ataque de alergia y no podía dejar de estornudar. Mi escudo se cayó dejándonos al descubierto.

—Vaya, nuevos amigos — dijo el Zombi que tenía un trozo de mano de un cadáver.

—No corren — dijo con alegría el Zombi tonto del pueblo.

—Lo harán — contestó el listo.

Entonces nos atacaron. Zeth los esquivó y le dio una patada al tonto haciendo que estampase su cara contra la pared. Yo en cambio con la daga le corté la cara al Zombi que tenía la mano desgarrada. El listo se quedó mirando la situación esperando para atacar. Cuando habíamos noqueado a los otros dos, el último se quedó mirándonos con una gran sonrisa. Su cara era aterradora. Le faltaba el moflete derecho haciendo que su dentadura se viese. Le falta un ojo y el que tenía era de un color negro. Carecía de pelo y se le podía ver la piel en carne viva. Las escamas de color verde le habían aparecido por todo el cuello hasta llegar a las orejas. Sus vestimentas estaban desgastadas y ensangrentadas. Toda su apariencia gritaba ¡Peligro! Pero en cambio estaba quieto y mirándonos con arrogancia.

Abrió su boca y comenzó a chillar. Su grito era potente, intenso y se le podía escuchar hasta el otro lado de la provincia. Sin duda lo hacía para llamar la atención de todos los Zombis de alrededor. Zeth me cogió del brazo listo para salir corriendo, cuando el Zombi se calló y se quedó mirándonos. Seguidamente se deshizo en cenizas en silencio. No quedamos fascinados. Cuando las cenizas desaparecieron, apareció un chico un poco más mayor que nosotros.

—Nos os quedéis ahí embobados — dijo — moveros.

Entonces todo se complicó.

Zeth

Corríamos por los pasillos como alma que lleva el diablo. Una oleada de seres sedientos de sangre y carne nos perseguía. Abril y yo con las dagas intentamos apartar a los Zombis de nuestro camino. El chico misterioso que nos había salvado tenía una espada, bueno más bien una Katana, e iba dando espadazos a diestro y siniestro. Cada vez que le daba a un Zombi, los mataba dejando sólo las cenizas. Es muy bueno y gran luchador. Seguro que se llevaría bien con Sora.

Dicho chico se conocía bastante bien el campo de fútbol y nos condujo hasta una especie de sótano. Ese sótano tenía una puerta bastante fortificada. Cuando Abril y yo pasamos tuvimos que ayudarlo a cerrarlo. Una vez cerrada, escuchamos como miles de Zombis se estampaban contra ella.

El chico se rió a carcajadas. Sin duda era una risa histérica y nerviosa. Ahora que estábamos a salvo, me permití observar mejor al recién llegado. Tenía buen ojo para detectar dones, por eso Adón me encargó buscar a Zoey hace un tiempo atrás. Mi sexto sentido me decía que éste chico tenía algo, seguro.

—Gracias por Salvarnos — dijo Abril entre respiraciones. Estaba agitada por la carrera que habíamos hecho.

—Era lo mínimo que podía hacer, al ver lo estúpidos que sois — dijo yéndose más allá de la puerta — Nunca subestimes la estupidez humana.

Lo último lo dijo en susurros más para él que para nosotros. No me gustó ninguno de los comentarios.

—¿Tontos? — pregunté enfadado.

Llegamos a una gran sala. A un lateral había varias literas alienadas. En frente estanterías que supuestamente tendrían que tener comida, pero sólo pude ver una lata del Mercadona de judías blanca. Después en la otra parte de la sala había varios monitores donde se podía ver los distintos pasadizos y el campo en sí. Allí todavía deambulaban algunos Zombis devorando lo poco que quedaban de cadáveres. En otro monitor se veía el otro lado de la puerta donde nos encontrábamos. Había una cantidad de ellos intentando atravesarla. Algunos se habían puesto encima de otros. Era una locura.

—¿Cómo si no? os adentrarías en un sitio repleto de Zombis sin ningún plan, sin refuerzos y... ¿con sólo dos dagitas? — señalando nuestras armas — eso es un acto de locura.

—Tenemos algo más que dagas —rechisté — tenemos dones.

Abril me miró sorprendida, dado que nunca confesábamos nuestros dones a humanos. Pero ahora, en los tiempos que corren, que los muertos caminan entre nosotros ¿Qué más da que se enteren de que existen personas con poderes?

—Lo sé — dijo sentándose en una silla — aunque no son muy útiles.

Nos quedamos sorprendidos tanto Abril como yo ¿Cómo que lo sabe? Seguro que él era un Gift, no me cabía duda.

—Te vi — dijo señalándome — aquel día en el metro. Cuando un Zombi salió de una caja maloriente. Estabas tu y dos chicas más.

Me acerqué a él poco a poco con la boca abierta. Se suponía que el metro estaba vacío ¿Cómo que él nos vio?

—Un Vampiro, o alguien con colmillos — dijo haciendo las comillas con las manos — mató ese Zombi. Me pareció raro que nadie dijera nada de ese suceso, pero yo sé lo que vi. Me tomaron por loco.

Abril se aceró al muchacho y se sentó en el otro asiento. Vi por el rabillo del ojo una mesa al lado, como las mesas de dibujo. Me acerqué y vi varios libros, cerrados y abiertos. Parecían investigaciones, datos, dibujos, armas, de todo un poco. Había estado ocupado sin duda.

—Pero luego boom, todo esto explotó — dijo señalando los monitores — Desde aquí los comencé a investigar.

—¿Qué has descubierto? — dijo Abril interesada.

Aunque le importaba más el hecho de que Cornelius y toda la ODDSI estaba al lado y éste pobre hombre estaba aquí escondido. Pienso que no saben de su existencia, si no, le hubiera mandado a matar hace mucho.

—Se les puede matar clamándole algo en el cerebro....

—Vaya novedad — dije con fastidio — en todas las pelis de Zombis se ve eso.

—Sí, pero se necesita sangre de demonio para que mueran

—¡¿Cómo?! — preguntamos al unísono.

Él se levantó, se acercó a su mesa repletas de libros, cogió un libro y volvió a nuestra posición. Lo abrió y nos señaló unos garabatos y dibujos.

—Aquél día que te vi en el metro — se dispuso a explicar — seguí a ese chico que había matado al Zombi.

—Isaac ... — susurré.

—Aini — me corrigió Abril.

—Aini — dijo señalando el chico a Abril y con los ojos como platos — así dijo que se llamaba cuando estaba peleando con el Zombi. Desgraciadamente perdí su rastro, pero cogí un poco de su sangre.

Nos quedamos callados, pensando en ésta confesión.

—No penséis que soy un loco y ando cogiendo sangre por ahí, es sólo que me pareció muy extraña. Su sangre no se coagulaba y es más... tenía una apariencia mágica.

—Sí, algo así — dije sonriendo — y ¿qué hiciste con la sangre?

—Siempre me ha gustado la cultura Japonesa y por Hobbie hacia clase de Katana. Era muy bueno la verdad. Así que se me ocurrió bañar la sangre de ese tal Aini con la Katana. Hizo una especie de humo mágico y seguidamente cada vez que le doy a un Zombi con la Katana, éste se convierte en cenizas.

—Interesante — dije pensando en lo que habíamos descubierto.

—Pero exactamente no es un demonio — justificó Abril — él es un Curasangre.

—Isaac, pero Aini es un Samaelita — dije discrepando con mi amiga.

—¿Cuál de las dos sangres es la que mata a éstos seres? — preguntó Abril en el aire.

El chico nos miraba con expectación. No se estaba enterando de nada, pero le interesaba el tema. Eso estaba claro. Me giré y volví a mirar las cámaras. Algunos Zombis habían desistido y se habían largo de la puerta. El campo de Fútbol estaba vacío. Sólo habían dejado un rastro de sangre y algunos huesos.

—¿Qué ha pasado aquí? — pregunté señalando a los monitores.

—Éramos unas veinte personas — dijo intentando no mirar el monitor — pero éste es un sitio pequeño. Al principio era suficiente. Era seguro, teníamos comida, un lugar donde dormir... pero la comida se gastó y se desesperaron. Un lumbrera* se le ocurrió la idea de salir a buscar otro sitio mejor. Era un charlatán y con sus palabras consiguió convencer a todos, menos a mí. Les intenté detener, pero no me hicieron caso y... no llegaron ni a la salida. Ahora estoy aquí sólo.

Abril le cogió de las manos y le sonrió. Se puso el pelo detrás de la oreja y miró a mi situación.

—¿Tienes un tatuaje? — preguntó al ver su Sign — y no eres de esos...

—Soy una Gift — dijo tajante — una persona con dones

El chico se quedó con cara de Póker, acto seguido me miró a mí.

—Somos los buenos y venimos en una misión — dije enseñando mi Sign del cuello — Podemos detener esto, pero necesitamos un libro sagrado.

—Nos vendría muy bien tu ayuda con la Katana — dijo Abril alegre — y creo que conoces muy bien el lugar ¿Te unes a nosotros?

Él nos miró a los dos y seguidamente a los monitores. No podía leerle la mente, pero seguro que estaba sospesando los pros y los contras. Entonces nos volvió a mirar y asintió con la cabeza. Se puso la Katana en la espalda y acto seguido se puso de pie.

—¿Cómo te llamas? — pregunté.

—Mi nombre es Egan*.

Palabras del texto con *:

"Itinerantur Yutai": Libro de hechizos exclusivo para hacer viaje entre mundos y tiempos. Se necesita una magia muy avanzada para poder realizarlo. La única que tiene ese poder, sin necesidad de utilizar éste libro, es Kaliska.

Resident evil: Me encanta los juegos y las películas no lo puedo negar. También me gusta mucho el libro "Diario de un Zombie" de Sergi Llauger, que hice una reseña en un mini libro titulado "Esa portada me suena" recomiendo leer la reseña y el libro por supuesto.

Un Lumbrera: Un listo, alguien que le ha venido una idea descabellada.

Egan: Nombre relacionado con el mito del fuego, que define a un chico con luz propia.

¡Hola mis queridos Gifts!

Un sábado más y con ello, un capítulo nuevo de Catarsis

¿Qué pensaís del nuevo personaje Egan?

¿Pensaís que es un Gift?

¿Estará Adón vivo?

¿Consiguirán el libro sagrado?

Todas las respuestas en el siguiente capítulo

¡Nos leemos y nos escuchamos pronto!

Pd:

Video del encabeado:

Nombre: Reseña de Mulán: Película vs Libro

Canal: ShammerFighter

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