Capítulo 11: El Ave Fénix Parlanchín
Isaac
—Creo que tu polluela se ha muerto de la impresión — dijo el fénix que descansaba en el cabecero de la cama.
Puse mi oreja en el pecho desnudo de Blanca. Gracias a Dios ella aún respiraba. Había succionado demasiado sangre y ahora estaba anémica ¡Mierda! Sabía que no era buena idea intimar con ella. Me levanté, completamente desnudo, buscando algo por la casa. Primero algo líquido, alcohol para despertarla y algo de comer.
—No sé si lo he dicho, pero ésta es mi casa — siguió el pájaro hablando — ¿te importaría tener el decoro de vestirte? Me da igual el cuerpo humano, pero es un poco tentador verte el gusano colgando.
Me reí ante el comentario. Es cierto que el miembro podría tener la apariencia de un gusano. Busqué por el suelo mi ropa interior y me lo puse. No quería que el pájaro le viniese ideas dañinas. Después de dar vueltas y vueltas por la casa y no encontrar nada me acerqué al pájaro. Éste ladeó su cabeza.
—¿Ésta es tu casa? —pregunté con urgencia.
—Sí, bueno, es prestada — dijo autocorrigiéndose— hasta que regrese la verdadera dueña.
Pensé un momento en lo de la dueña, pero primero quería despertar y ayudar a Blanca. Lo demás era segundario.
—¿Tienes algo para ayudarla ? — dije señalando a mi alma gemela — ha perdido mucha sangre.
—Dirás que te has pasado de copas ¿no? — dijo rascándose la ala con el pico.
Le miré con cara de horror ¿Cómo sabía que le había mordido yo? ¿Sabía lo que habíamos hecho hace unos minutos antes?
— Tranquilo, no te estoy acusando. Entiendo que una pajarita tan bonita te haya vuelto loco. Está bien tomar un chupito, pero otra es tomar la jarra entera.
Me fui a coger a Blanca, que cada vez estaba más pálida. Si no me daba prisa se iba a morir. Necesitaba sangre o algo.
—¿Sabes cómo ayudarla? — le pregunté — eres un fénix ¿no? Tus lágrimas son curativas.
El pájaro voló hasta mi chica. Miró las heridas del cuello y del hombro. Ya no sangraba, pero había quedado rastro.
—Primero: no todos los fénix tienen poderes, segundo yo no lloro NUNCA y tercero no te conozco ¿Por qué iba a llorar por alguien que no conozco?
—Por favor ¡haz algo! — le supliqué — no puedo perderla, no puedo.
—Valeeee — dijo con un tono fastidioso — maldito Curasangre — esto lo dijo en voz baja.
—Te he oído — dije con rábia.
El Fénix voló hasta encima de la chimenea. Picó la puerta de un reloj que parecía bastante antiguo. Allí dentro había un pequeño frasco. Lo tomó con cuidado en su pico y volvió volando hasta mi situación. Me puso el frasco en mi mano.
—Éste es un poción que vuelve las cosas a como estaba antes — dijo a regañadientes o mejor dicho a regañapicos — si pones una gota en cada herida éstas volverán a ser como antes. Es decir, como si no la hubieras mordido.
—¿Ella recordará algo? — pregunté y le puse una gota en las heridas apresuradamente.
—Claro — dijo el Fénix — volverá como antes, pero no hace milagros. Ella recordará que su novio le da al alpiste.
Dejé de escuchar el último comentario. Las heridas de Blanca habían sanado. Con mi camiseta le limpié la sangre y comprobé que ya no estaban las marcas de mis dientes. Parecía que no había pasado nada. Ella abrió sus ojos y me miró.
—¡Buenos días! — le dije con lágrimas.
—Buenos días mi vampiro — dijo ésta con ganas de bromear.
Ella se levantó lentamente de la cama. El Fénix se posó en sus piernas y le miró detenidamente. Blanca se dio cuenta en ese mismo instante que seguía desnuda. Pegó un pequeño bote y se tapó sus pechos con las piernas. Me reí ante su reacción. Me levanté, cogí la ropa y ambos acabamos de vestirnos.
—Los humanos sois muy raros — dijo el pájaro después de que ya estábamos vestidos — yo siempre voy desnudo y no armo semejante escena.
Blanca se levantó de la cama y se acercó a la chimenea. El Fénix estaba posado encima de éste.
—¿Cómo te llamas? — preguntó Blanca.
—Mira ella tiene más educación que tú — me restregó el pájaro.
Mi alma gemela se rió y me miró con dulzura. Estaba muy feliz. Sabía que era por el efecto de haberme alimentado de ella. Ahora tenía el efecto de felicidad en su sangre. No le duraría mucho.
—Me llamo Rocks* pertenezco a la banda de los Alba — dijo alzando la cabeza en señal de orgullo.
—Yo Soy Blanca y ese que tiene la boca manchada de sangre es Isaac — dijo mi novio riéndose.
Automáticamente me intenté limpiar la boca tan rápido como pude. Había estado tan preocupado por ella que me había olvidado de mi apariencia.
—Dijiste que ésta era tu casa — siguió Blanca — perdona por nuestro atrevimiento. No solemos ser tan.... Irrespetuosos.
—No te precupes, he visto muchos Curasangre alimentarse. Aunque ellos se alimentan más de la planta odre que de otro ser.
—¿Planta odre*? — preguntó ella quitándomelo de la boca.
—Es una planta que crece en las tierras de los Curasangre. Es su alimento habitual. Sólo beben sangre humana o animal para curar. Son los médicos del lugar — dijo cansado de dar explicaciones — él tiene que saberlo
Dirigió su cabeza hacia mí. Yo me encogí de hombros porque no tenía ni idea de lo que me estaba hablando. Rocks fingió no darse cuenta y siguió hablando con mi alma gemela que claramente le caía mejor que yo.
—Sí, es mi casa — dijo Rocks — pero agradezco que venga alguien por aquí. Llevó años viviendo sólo. Echo de menos a mi familia. De volver a mi hogar.
—¿De dónde eres? — pregunté curioso.
Me acerqué a ellos y animé a Blanca que se sentara a una silla. Yo me senté en otra cerca del fuego de la chimenea.
—Mi hogar es en Serkan — dijo apenado.
—Serkan es donde viven los Curasangre ¿no? — dije intentando recordar el mapa que nos enseñó Kaliska aquel día que nos habló por primera vez de Naélium.
Rocks me miró extrañado.
—Somos viajeros — dijo Blanca intentando salvarme — es la primera vez que veníamos aquí a Naélium. Nos puedes decir, donde estamos ¿Por favor?
—Por supuesto nena, si me lo pide una pajarita tan mona como tú — dijo flirteando con Blanca — estás en el bosque que rodea la ciudad de Kiau.
Volví a la estantería donde había dejado el libro, ese de un idioma bastante extraño. Lo abrí y seguí camniando hasta situarme al lado de Rocks. Éste me miró y voló hasta mi hombro. Mi olfato detecto un olor extraño. El pájaro olía a cenizas, lava y a sol. Extrañamente me hizo sentir en casa. En mi mente apareció una imagen de una tierra blanca con lagunas de lava. Entre la lava crecían unas flores bonitas. Al verla se me hacía la boca agua.
—¿Dónde has encontrado éste libro? — preguntó Rocks despistándome de mis pensamientos.
—Estaba en esa estantería — dije dándole poca importancia — ¿Sabes que son estos dibujos de aquí? Le pregunté a Rocks señalándole el libro.
—Son los objetos mágicos de Naélium — dijo con un tono misterioso — dicen que aquél que posea éstos objetos puede gobernar todas las naciones. Serías dueño y Señor. Podrías crear un nuevo Naélium, aunque si cae en manos malvadas también puedes destruirlo.
Blanca y yo nos quedamos mirándonos mutuamente. Si se puede gobernar Naélium, eso quiere decir que lo puedes gestionar a tu antojo. Con eso podíamos volver a la tierra. Pero si nosotros habíamos venido aquí, seguramente los demás también incluyendo a Adón y Aini.
Recordé que Adón quería gobernar primero la tierra y después Naélium. Si él estaba aquí, sin duda irá a buscar éstos objetos. Teníamos que ir a buscarlos antes que él.
Blanca con urgencia me cogió el libro e intentó leerlo, pero tanto ella como yo, no teníamos ni idea del idioma que estaba escrito.
—No lo entiendo — dijo con rabia.
—Claro — dijo Rocks — está en un idioma antiguo. Ése idioma se hablaba cuando Yutai creó a los otros Dioses.
—¿Sabes quién puede entender éste libro? — pregunté mirando al pájaro con pena.
—Si — dijo asintiendo frenéticamente — mi amiga Kaliska
—¡Kaliska! — chillamos Blanca y yo a la vez.
—¿La conocéis? — preguntó ahora el pájaro intigrado.
—Digamos que estamos aquí, por culpa de Esmeralda y ella — diije susurrando.
—¿Esmeralda ha vuelto? — preguntó el pájaro ahora volando. Daba círculos por el techo de la casa. Se le veía feliz.
—No lo sabemos, pero puede ser que sí — dijo Blanca con el ceño fruncido.
—¡Tenemos que ir a buscarla! — dijo Rocks con alegría — Volveré a ver a mi amiga y ya no estaré sólo. Seguro que Kaliska está con ella, son muy buenas amigas. Somos un trío de amigos — ahora cantaba en voz en grito. A veces era insoportable.
Miré a mi alma gemela. Parecía triste. Ya el efecto de la felicidad había pasado.
—¿Estás bien? — le pregunté en susurros para que el pájaro parlanchín no nos escuchara.
—Esto es una pesadilla — me confesó — me quedé sin ti porque Aini había gobernado tu cuerpo y ahora Zoey... Esmeralda es una bruja.
—¡No es una bruja! — chilló ahora Rocks poniéndose en mi cabeza — Ella es la Kiaunte más poderosa de todo Kiau. Su poder es grandioso. Por debajo de Kaliska, pero grandioso.
—Yo discrepo en eso — refunfuñó Blanca como si tuviera cinco años.
—¿Sabes dónde está la casa de Kaliska? — le pregunté intentando cambiar de tema para evitar que Blanca le lanzase rayos al pobre Fénix.
—Sí — dijo Rocks — allí fue donde conocí a Esmeralda. Yo os guiaré ¡Vamos!
Seguidamente desapareció por la ventana de la casa. Blanca y yo nos volvimos a mirar. Ella aún sostenía el libro en sus manos. Se lo guardó en su riñonera, aquella que llevábamos en las misiones, parecía que había resistido al viaje entre mundos. Se acercó y me dio un beso rápido en la boca. En ese momento me percaté de que tenía un anillo en su mano que no le había visto antes.
—¿Éste anillo? — pregunté levantándole la mano.
—Lo encontré en la cama antes de... — se puso roja y tragó saliva.
Le puse un dedo en la boca y no dejé que terminara. En algún momento de tranquilidad hablaríamos de lo ocurrido. Lo que tenía claro que no se volvería a repetir. Al no controlarme casi le mato. Ya no le volvería hacer el amor, aunque me muriese por dentro.
Ella me besó el dedo suavemente y me sonrió. Entendió perfectamente e hizo un gesto con la mano tipo "mi boca está sellada". Seguidamente me cogió la mano y me llevó a la salida. Allí se podía ver a Rocks volando y cantando.
—¿Listo para una nueva aventura? — me preguntó.
—Siempre — le sonreí.
Palabras del texto con *:
Rocks: Un ave Fénix. Pertenece a la banda de los Alba. Una pequeña población de ave Fénix que habita entre las rocas volcánicas de la nación Serkan, allí viven los Curasangre. Por eso no se sorprende al ver que Isaac se ha alimentado de Blanca.
Planta odre: se ha mencionado antes en Naélium en el capítulo 26 la Profecía. Como dice Rocks, es una planta que crece en Serkan y es el alimento de los Curasangre. Ésta planta crea una sustancia parecida a la sangre. Ésta sustancia satisface, le da minerales, vitaminas y llena a éstos seres.
¡Hola mis queridos Gifts!
Un sábado más os traigo un nuevo capítulo. Hemos conocido a Rocks, un nuevo personaje ¿Qué pensaís de él? ¿Os gusta su personalidad?
Espero que os haya gustado el capítulo y nos vemos el próximo sábado.
¡Nos leemos y nos escuchamos pronto!
PD: Video del encabezado:
Tag de los videojuegos// ShammerFighter
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