Memorias...

De la saga de BLOOD AND DEATH, llega: Memorias de un Vampiro antiguo.


Siglo V después de cristo, año 515, es la fecha de su nacimiento, una época totalmente diferente a la actualidad del siglo XXI, en el que vivía ahora.

A pesar de sus tanto siglos continuaba conservando esa necesidad de mantenerse con ciertas cosas que caracterizaron sus años pasados, como el estar sentado en jardín de la casa victoriana en la cual vivía, observando las estrellas, esperando que ella saliera después de acostar al niño.

Esa rutina era lo que mas le agradaba, el sonido del arrullo de su tono bajo al intentar que el se durmiera, el andar lento pero seguro de sus pasos cuando bajaba las escaleras y ese suspiro que siempre soltaba al salir ante la paz de la noche estrellada.

No cambiaría nada de lo que tenia por nada del mundo.

―Esta noche me siento nostálgico ―le susurro ―pienso en mi hija y me pregunto si estará bien.

―Claro que esta bien, ella deseaba que Anthony estuviera bien, que fuera un niño normal y tomo la decisión mas acertada para ella y para el niño.

―Sigo pensando que si el recordara a sus padres...

Se acomodo sobre el cesped y miro las estrellas, entonces le dijo para alejar los recuerdos malos de el.

―Cuéntame sobre eso ―pidió después de unos minutos en los que noto que la mirada de Yunho estaba en otro sitio, en otra época ―dime como era entonces.

―Ya te conté eso infinidad de veces...  ―le dijo el con una leve sonrisa ―mejor entremos a descansar.

―¿Descansar en la noche? ―rio Cassiel ―no hagas bromas Jung Yunho, cuéntame sobre esa época, me gusta imaginarlo todo mientras escucho tu voz con ese tono calmo, puedo visualizar cada cosa que dices...

―Te contare sobre mi niñez entonces ―dijo al fin Yunho pocos minutos después.

―Si.

Cassiel se acomodo mejor y cerro los ojos con la intención de visualizar cuanto el decía.

―Nací en el siglo 515 después de cristo, no tenia hermanos, mis padres eran aun muy jóvenes pero en esa época era normal ya que nadie lograba alcanzar la edad de los 40, las enfermedades, la pobreza y las guerras no lo permitían... ―comenzó a relatar Yunho.


SIGLO 515 D.C.


Vivía en una aldea pobre en una zona pesquera en la cual solo estaban su padre y madre, ambos jóvenes menores de 18 años, no existía entonces nada mas que trabajar para lograr sobrevivir, el nacer en una familia pobre ya te condenaba a ser siempre pobre y no había posibilidad de cambiar esto, por ello ademas de trabajar en el campo de los dueños de la finca mas cercana su padre era pescador y le enseño a su único hijo los oficios con los que el día de mañana se ganaría el pan.

Pero el joven Yunho, no era como los demás niños, el no se interesaba por esas cosas, su mente iba mas allá y su deseo ansia de conocimiento lo habían vuelto un ser despreciado por los demás, incluso por los adultos a quienes no les agradaba por ser un niño demasiado silencioso y observador, que se cuestionaba todas las cosas que lo rodeaban, preguntando y preguntando, sin aceptar lo que se enseñaba.

Para Yunho cuanto lo rodeaba representaba una incógnita y sentía como un deber el poder descifrarlas.

Así sus primeros años de vida fueron algo aislados para el niño que no solo preguntaba sin descanso sobre el porque de todo, sino que había desarrollado también sus propias teorías y esto lo volvía aun mas extraño a la vista de los demás aldeanos.

―Las estrellas, la luna y el sol, padre deben de tener un origen, estoy seguro que no es como dice el anciano del pueblo, no se trata de dioses que...

―¡Callate Yunho! ―ordeno su padre ―¿porque razón siempre haces eso? ¿Porque razón te cuestionas todo?

―Padre, es que...

―Lo único que debes saber es como pescar y sembrar, es lo único que debe importarte, algún día tu tendrás una familia a la cual alimentar y de que aprendas bien el oficio depende eso.

―No me parece justo tener que romperme el lomo para alguien mas y recibir a cambio solo migajas ―se quejo Yunho que entonces tendría cerca de 10 años de vida.

―Yunho... ―dijo su padre intentando mantener la calma ―no te das cuenta de que con tu actitud te perjudicas y a nosotros, ya todos en el pueblo nos miran extraño por como eres, tu madre sufre cuando las otras mujeres de la aldea se burlan de ella y dicen que tuvo mala suerte porque no puede tener mas hijos y el que tiene esta loco.

El niño apretó fuertemente los dientes conteniendo la replica enfurecida, el no estaba loco, el era normal, sabia que no era como los demás, sabia que tenia algo diferente pero no lo podía evitar, su mente le exigía el conocimiento, le pedía a gritos que preguntara, que investigara...

―Lo siento.

Era lo único que podía decir, era lo único que salia de su boca.

Cuando cumplió los 12 años, Yunho se había vuelto un joven alto, que ya mostraba la clase de atractivo que tendría al llegar a ser un hombre, las jóvenes de la aldea le sonreían al pasar y varias parecían interesadas por el.

Después de esa conversación con su padre, Yunho había intentado ser como los demás chicos de la aldea, sin mas propósito que aprender el oficio de los padres para poder tener asegurado alguna clase de futuro, por así decirlo y también para casarse con alguna chica del pueblo.

Sin embargo, sin que nadie lo supiera Yunho había adquirido la costumbre de alejarse de la aldea para recorrer todo cuanto le fuera posible, seguro de que la vida fuera de allí era diferente, seguro de que mas allá de lo que su vista lograba captar había un mundo que si lo podría comprender.

En una de esas salidas logro llegar a la aldea siguiente, esta era menos pobre que la suya y por lo tanto las chozas y los sembrados eran un poco mejores que los de su aldea, sin embargo aun la pobreza estaba presente.

Ya con ese leve avance Yunho estaba satisfecho pues, como pensó los aldeanos en ese sitio no eran tan estrechos de mente como lo eran en su aldea.

Recorrió el lugar mas rápido de lo que imagino y para cuando termino, se dijo que para la próxima vez iría aun mas allá, pues estaba seguro que la tierra no terminaría tan fácil como decía su padre y si así fuera, estaba dispuesto a llegar hasta el otro extremo de la tierra, allí donde se terminaba y habitaban los dioses.

―Tu no eres de aquí... ¿eres de la otra aldea?

Yunho se sobresalto al escuchar la voz de la niña que se sentó junto a el, mientras meditaba sobre el camino que tomaría para alcanzar la próxima aldea.

―Si, queda por allí ―respondió apuntando hacia donde vivía.

―¿Y que haces aquí?

―Solo estoy de paseo.

―¿De paseo? ―pregunto la niña riendo y Yunho la miro directamente por primera vez.

Tenia el cabello de un tono tan suave que parecía del color del sol, eso le pareció extraño, ya que todos a quienes conocía tenia el cabello oscuro, ademas sus ojos tenían el tono del mar con unos destellos suaves amarillentos, que la daban el aspecto a los ojos de un gato.

Ella se lo quedo mirando, esperando a que el reaccionara de alguna manera, pero Yunho tan solo volvió la mirada hacia el frente nuevamente.

―Entonces...¿como te llamas?

―No tengo nombre ―dijo ella sin mucho preámbulo ―cuando nací mi madre murió y mi padre al ver el color de mi cabello y mis ojos pues me abandono y se marcho de la aldea.

―Pero...¿donde vives, con quien?

―Vivo en aquella dirección ―señalo hacia el final de la calle donde ellos estaban sentados ―con una anciana que es ciega, ella fue quien se hizo cargo de mi y yo creo que es porque no puede ver mi aspecto.

―No hay nada malo con tu aspecto ―le dijo de inmediato Yunho volviendo la mirada hacia ella ―eres como cualquier otra persona.

―¿También eres ciego? ―pregunto extrañada la chica con tono triste ―en la aldea dicen que soy mala y que traeré desgracias a la aldea entera, por eso nadie me habla ni me dejan estar cerca de los otros niños y casi siempre me la paso en casa pero hoy tuve que venir a cambiar los huevos de las gallinas mi madre por algo de arroz, solo que... no logro que nadie...

―Nadie los quiere porque te tienen miedo ―concluyo Yunho.

―Si.

Yunho sintió de inmediato una conexión con esa pobre chica que al igual que el era despreciada y alejada por tener algo distinto.

El sabia lo que se sentía ser menospreciado por la diferencia que era palpable, el tenia el aspecto que cualquiera tenia en la aldea pero su mente no y en el caso de esa chica su rostro era distinto y eso era la causa por la cual la apartaban, como lo apartaban a el.

―Mi nombre es Yunho ―le dijo ―yo podría tomar esos huevos, y darte a cambio el arroz ―ofreció ―pero...debo ir hasta mi casa en mi aldea, se que mi madre los querrá cuando los vea.

Le dijo observando los grandes y blancos huevos en la cesta junto a ella.

―¿En verdad?

―Claro, podrías esperarme aquí... regresare con el arroz rápido.

―¿No es lejos?

―No tanto, ademas corro muy rápido y como tengo piernas largas la distancia se hace mas corta ―le dijo sonriendo ―espera aquí, ya regreso.

―Esta bien.

Yunho se puso en pie y corrió a toda velocidad, esperando que su padre continuara en el campo y su madre no se diera cuenta de que tomaba algo del arroz que tenia guardado.

Llego poco después a su casa, casi sin respiración pues había corrido sin detenerse la larga distancia que separaba ambas aldeas.

Su padre continuaba en el campo como esperaba pero su madre estaba sentada bebiendo un te frente a la mesa, al verlo levanto la mirada y le sonrió.

Yunho intento controlar la respiración pero era difícil pues estaba todo sudado y respiraba con rapidez.

―¿Hijo estas bien?

―Si.

―¿De donde vienes? Pareces tan agitado.

Yunho miro a su alrededor, la mesa cuadrada, tres sillas de madera, un caldero donde su madre cocinaba, unos cajones donde guardar los alimentos como el arroz y algunos utensilios en los cuales comían, una ventana pequeña, el suelo de tierra y las paredes de adobe, era todo cuanto había en ese sitio, mas allá una habitación que compartía con sus padres, en donde había dos camas y una mesa mas pequeña entre ambas, eso era todo lo que constituía su hogar, cómodo, limpio y seguro... su hogar.

Vio sobre la mesa junto a su madre, la bolsa de arroz y suspiro pensando como hacer.

―Madre ¿hay huevos? ―pregunto Yunho.

Pensaba robar algo de arroz para la chica desconocida pero prefirió decir la verdad pues conocía el corazón bondadoso de su madre.

―No hijo, lo siento, los que teníamos se los di a tu padre esta mañana antes de que se fuera a trabajar, el lo necesita mas que nosotros.

―Si, entiendo...¿te gustaría tener unos cuantos? ―pregunto.

―Seria bueno, pero la ultima gallina la hice el día de tu cumpleaños, ya no podremos comer huevo hasta que ahorremos para otra gallina y un gallo, así ya no nos faltara, dijo tu padre que trabajaría un poco mas para comprarlos al señor de la casona.

―Madre... hay una chica que tiene muchos huevos y solo quiere a cambio de eso un poco de arroz y nosotros tenemos suficiente, podría llevarle el arroz y traerte los huevos.

―¿En serio? ―pregunto la mujer mirando el saco de arroz ―debemos cuidar el arroz hijo, para no quedarnos sin nada durante el invierno.

―Lo se, pero creo que ella tiene unos 20 huevos en su cesto y los quiere cambiar todos por un poco de arroz.

―¿20 huevos? ―su madre dudo con el rostro iluminado ―tu padre podría desayunar uno cada día, con lo que le hace falta...su trabajo es tan difícil...

Yunho la dejo pensarlo, ella parecía estar calculando las porciones para los próximos días y al final asintió poniéndose en pie, tomo una saco mas pequeño y vertió la medida que le pareció adecuada al precio de los huevos y se lo dio.

―Toma hijo, creo que es un buen negocio.

―Regresare pronto mamá.

Salio corriendo de nuevo en dirección a la aldea cercana con el saco de arroz.

Al llegar, lo primero que vio fue a unos niños que rodeaban a la niña y se burlaban de ella riendo, mientras le lanzaban los huevos de la cesta a la cabeza, en tanto ella se abrazaba a si misma llorando.

―Por favor, esos huevos son para alguien que los cambiara por arroz, lo necesito para mi madre ―lloraba y suplicaba mirando como los niños tomaban los huevos de la cesta ―por favor no los rompan.

Yunho dejo caer el saco de arroz y corrió hacia donde ellos estaban enfurecido.

―¡Basta! ―les grito golpeando al primero que tenia mas cerca, luego comenzó a pelear con los demás, pero le ganaban en numero por lo tanto al ver que no podría hacer mucho, se lanzo sobre la chica y se quedo allí recibiendo por ella los golpes.

―La fenómeno tiene novio ―decían riendo ―seguro es otro fenómeno como ella.

"Levantate y pelea"

Yunho dejo de escuchar las voces de los que los estaban atacando cuando esa voz en su cabeza sonó fuerte y clara, como si dentro de su mente alguien estuviera atrapado.

"¡Eres mas poderoso que ellos, levantate ahora!"

Yunho se levanto de pronto impulsado por lo que sea lo estaba guiando.

"Primero el que tiene la piedra" ―dijo la voz y Yunho ataco a ese primero ―"Ahora ve por el que tiene los huevos"

Yunho le dio con el puño cerrado al que había tomado la cesta derribandolo, luego giro hacia el tercero pero este al verlo se horrorizo y salio corriendo y tras de el todos los demás.

Miro al único que aun permanecía en el suelo y lo miraba como si estuviera viendo a un fantasma.

"¡Matalo, has que pague!" ―grito la voz pero Yunho movió la cabeza negativamente.

―No, eso no ―murmuro.

"Matalo, se lo merece"

―¡No! ―grito Yunho.

Para ese momento el chico que estaba en el suelo se levanto y salio corriendo tras los demás.

Yunho lo observo y luego giro hacia la chica que estaba en el suelo y lo miraba entre fascinada y aterrorizada.

―Ya estas a salvo ―dijo Yunho y se extraño porque su voz no parecía su voz.

―¡Por favor no me hagas daño! ―suplico la chica llorando ―solo quería algo de arroz para mi madre que esta muy débil.

―No te haré daño, solo quería ayudarte ―le respondió Yunho estirando la mano hacia ella pero a mitad de camino levanto la mano a la altura de su rostro al notar que no eran como siempre.

Su piel tenia un tono mas oscuro y sus uñas parecían las garras de alguna clase de animal.

Comenzó a temblar y miro a la chica con temor.

―¡Que es esto! ¡Que sucede!

La gente de la aldea comenzó a aparecer, a lo lejos los niños que Yunho había golpeado regresaban pero con los adultos, entonces la niña, se levanto del suelo, tomo lo poco que quedaba de sus huevos, le agarro la mano, corrió por la bolsa con arroz y se lo llevo arrastrando hacia el lado opuesto.

―¡Vamos Yunho, corre!

Yunho corría a toda velocidad junto a ella, mientras los aldeanos les lanzaban piedras, hasta que lograron alejarse y perderlos.

Se detuvieron a la orilla del mar, dejándose caer en el suelo casi sin aire.

Yunho se sentó y se miro las manos que ahora eran normales como siempre.

―¿Que me paso?...¡Viste mis manos!

―Si, y creo que se lo que te paso, dejame descansar, después iremos a mi casa, mi madre te dirá lo que sucedió, pensé que todo lo que ella me contaba era mentira pero ahora me doy cuenta que no, ademas has traído el arroz y debo ir por mas huevos.

―Pero mis manos...

―Mi madre te dirá, lo prometo.

Yunho asintió mientras ella se lavaba el rostro y descansaba unos minutos, luego caminaron hacia la casa de ella, rodeando la aldea para evitar a los que le lanzaban piedras y los maldecían.

―¡Madre!

―Niña, como has tardado ―le dijo dijo la anciana de cabello blanco, que caminaba despacio, con una larga rama a modo de bastón, pero a mitad de camino se detuvo y miro hacia donde estaba Yunho.

Sus ojos eran tan blancos como su cabello pero a Yunho le parecía que ella podía verlo a pesar de eso y se sintió cohibido.

―¿Quien es el muchacho que viene contigo?

―Se llama Yunho y es de la aldea cercana ―respondió la chica, tomando unos huevos del gallinero improvisado que estaba a un lado de la rustica choza ―me cambiara los huevos por el arroz.

―¿Que sucedió con los que llevaste antes?

―Los niños de la aldea los rompieron casi todos.

―Esos niños son unos malvados, gracias jovencito por ayudar a mi niña.

―No se preocupe señora ―dijo Yunho limpiándose la nariz que tenia sangre seca.

―Niña trae mis unguentos para que pueda curar a tu amigo.

―Si madre.

La niña se metió dentro de la choza en tanto la anciana se sentaba sobre un tronco cortado y le hacia señas de que se acercara.

―Ven, deja que toque tu piel...hace tanto tiempo que no toco a uno de ustedes.

―¿De nosotros? ―pregunto Yunho sentándose en el suelo frente a la anciana, mientras pasaba la mano delante de sus ojos, seguro de que esa seora si podía ver.

―Un niño mitad humano mitad Guminho.

Yunho frunció la nariz y estaba por levantarse para salir de allí cuando ella lo tomo del brazo y lo obligo a permanecer sentado.

―¿Tus padres no te lo dijeron?

―Señora, creo que ya debo irme.

―Toma madre, aquí esta ―le dijo la niña regresando ―terminare de reunir los huevos para Yunho madre.

―Ve tranquila mi niña, yo curare a tu joven amigo.

―No hace falta señora en serio...

―Quedate quieto pequeño... ¿acaso no deseas saber mas sobre tus orígenes reales?

Yunho miro a la chica de cabello casi como el sol y ojos de gato salvaje, ella le sonrió y le hizo señas de que aceptara, entonces se quedo quieto asintiendo también.

―Si, si quiero.

Continuara...

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