⠀⠀chapter two:
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capítulo dos, primer acto ▎❛ es como un huracán
que busca llevarse todo a su alrededor. ❜
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⠀⠀⠀Jay Halstead colocó en el pizarrón el retrato de la chica que lo había atacado en el almacén, no tenían ni idea de quien era ni que estaba haciendo en con la gente de Don Vittorio. Sin duda era nueva en la banda, ¿como no? Si no había registros de quién era ella, era como si hubiese salido de la nada. Ninguno en la unidad sabía quién era esa muchacha de ojos azules y largo cabello castaño que le había dejado el ojo morado.
── ¿Dijiste que medía como un metro sesenta y seis? ── Adam Ruzeck, una de las nuevas incorporaciones de la unidad, se acercó al detective Halstead.
── Sí, algo así.
Una risa burlona no pudo ser contenida por el oficial, Jay le dió una mala mirada por encima del hombro. ── Lo siento hermano, es que, ¿como una chica tan pequeña te deja un ojo morado?
Jay no le respondió, se dió media vuelta y se sentó en su escritorio. Apoyó su barbilla en su puño, se sentía incapaz de quitar la mirada de aquél retrato que hizo el artista de la estación, había algo en esa muchacha que le llamaba la atención, y no solo a él, el sargento y la detective Erin Lindsay tenían aproximadamente quince minutos discutiendo en la oficina del jefe luego de que Jay llegara con el retrato.
── ¿De qué crees que estén hablando? ── le preguntó a Adam, este se encogió de hombros.
── Yo en tu lugar no haría preguntas.
Alvin Olinsky, uno de los detectives con más experiencia en su campo de trabajo, apartó la mirada de aquél retrato y se fijó en el detective Halstead. Jay frunció el ceño y abrió la boca para decir algo pero fue interrumpido por la sargento Trudy Platt que iba subiendo la escalera apresurada.
── Tienen que venir a ver esto ── les dijo. ── ahora mismo. ── todos, incluidos Erin y Hank Voight, se apresuraron en bajar las escaleras hacia la recepción.
Ahí, apoyada en el escritorio, con un par de anteojos oscuros y una sonrisa arrogante en el rostro, estaba ella. La chica del almacén.
── ¡Ella es la que me atacó! ── exclamó Jay Halstead señalando a la muchacha. Ella soltó una risa que en otra ocasión parecería encantadora.
── Sí, sí, solo deja de llorar. ── dijo haciendo un gesto con la mano y restándole importancia.
Hank dio un paso adelante y se detuvo frente a la muchacha. ── ¿Qué haces aquí?── pregunto con voz dura y el ceño fruncido, casi todo el equipo de detectives mostraba confusión.
── ¿Es así como me recibes luego de cinco años, papá ? ── pregunto divertida. Jay Halstead frunció el ceño tras esas palabras y paseó su mirada entre la recién llegada y su jefe, luego volvió a mirar a la chica que ya lo estaba mirando. ── Deberías ir a que te revisen eso, detective. ── señaló su ojo morado.
── Tenemos que hablar, ahora. ── ordenó el sargento hacia su hija. La chica asintió y lo siguió con la mirada fija en Halstead, le guiñó un ojo y siguió su camino hacia el área restringida para los de Inteligencia.
El detective Halstead se giró hacia Erin mirándola en busca de una explicación, de toda la unidad era muy probable que ella tuviera las respuestas a sus dudas. ── ¿Voight tiene una hija? ── pregunto el ojiverde a su compañera.
── Si── respondió ella acompañado de un suspiro. ──, hace tiempo que no la veíamos, lo último que supimos de ella era que había sido asignada a un caso importante, nada más. ── explicó antes de volver a su puesto de trabajo como los demás.
── ¿Ella es policía? ── preguntó sorprendido. ── ¿Y esta trabajando como uno de los narcotraficantes más grandes del país? ── agregó. Erin meneó su cabeza sin saber que contestarle a Jay.
── Debe ser esa su misión. ── y se encogió de hombros. Jay dirigió su mirada a la oficina del sargento donde se veían claramente a padre e hija conversando.
── ¿Por qué no me dijiste que estabas en la ciudad? ── preguntó Hank. Kennedy sonrió y tomó asiento en una de las sillas tapizadas en cuero.
── Papá, es una misión encubierta ── recalcó. ── la idea de estar encubierta es que nadie sepa dónde estoy. ── dijo cruzándose de brazos.
── Yo sigo siendo tu padre, Kennedy, tengo derecho a saber dónde está mi hija. ── dijo con elevando la voz ocasionando que la chica frente él pusiera los ojos en blanco. ── no me mires así, ¿tú atacaste a uno de mis detectives? ── preguntó.
── ¡Tenía que hacerlo! ── exclamó ella. ── ¡iban a poner en riesgo una de investigación de cinco años! ── gruñó. Hank le hizo una seña con la mano, tal y como hacia cuando era pequeña, haciéndola callar.
── Y tú interfieres en la investigación del asesinato de una niña de dieciséis años.
── ¿Qué? ── pregunto la detective. ── ¿que asesinato? ── Hank paso su mano por su rostro suspirando y posó sus ojos en la muchacha.
── Una joven fue encontrada en Washington Park con un disparo en la cabeza, los testigos dicen haber visto una camioneta negra que se dirigía a ese almacén de ayer. ── explicó Hank, sabía que no podía hablar del caso con personas fuera de la unidad pero sabía que esa información podía ser útil a su hija.
Kennedy frunció el ceño, no dijo nada por un par de segundos. ── Y creen que fue alguien de Don Vittorio.
── Sí, eso es lo que parece, y ayer logramos atrapar a varios de sus hombres pero ninguno dice nada. ── le dijo Hank.
── Llevo cinco años investigando a esta gente, papá ── Kennedy se inclinó hacia adelante en la silla. ──, su redada de ayer puede arruinar lo que he estado haciendo, era la primera vez que me dejaban ir a ese almacén y pueden empezar a sospechar. ── añadió con un suspiro. ── sé con quién estoy lidiando y sé que no dejarás el caso, pero necesito que tú unidad sepa en qué se está metiendo.
── Vamos. ── le ordenó señalando la parte de afuera de su oficina. Kennedy se levantó de la silla y camino hacia la salida, pero al agarre de su padre la obligó a detenerse. ── te he extrañado mucho, Kenny. ── admitió.
── Y yo a tí, papá. ── dijo antes de acercarse y rodear con sus brazos a su padre, acto que duró un par de minutos, luego, continuaron hacia donde estaban el resto de los detectives de la unidad.
Automáticamente, todos observaron con atención a la hija de Hank buscando el parecido entre el sargento y la chica. Kennedy aprovecho eso para observarlos a detalle a ellos también, empezó por el detective Olinsky, lo conocía de toda la vida básicamente; Luego, la detective Lindsay, rodó los ojos cuando está la miró, su relación era bastante complicada; Un par de detectives, uno con el ceño fruncido y el otro que parecía confundido, los detectives Dawson y Ruzek; Finalmente, con un moretón en su pómulo y una expresión de total seriedad, el detective Halstead quien no apartaba la mirada de ella y era más que obvio que estaba furioso por el golpe que le había propinado la joven.
── Muy bien, escuchen ── habló Voight llamando la atención de su unidad. ──, ayer hicimos una redada en uno de los almacenes donde Vittorio D'Amico empaqueta su producto para distribuirlo en la ciudad. Está señorita es la oficial Kennedy Voight y ha estado investigando de cerca a este grupo criminal, y asegura que tiene información importante sobre D'Amico que podría beneficiarnos a todos. ── señaló a su hija indicándole que era su momento de hablar.
── Don Vittorio D'Amico es uno de los más influyentes en el mundo de narcotráfico, como todos deben de saber, hace cinco años un camión lleno de anfetaminas llegó a la frontera con Canadá y cinco guardias fueron asesinados para hacerlos callar, el caso llegó a la unidad de narcóticos y me enviaron junto a otros dos detectives para que me infltrara, soy la única que queda de esa misión ── comenzó a decir. ──, la noche de ayer una entrega importante iba a darse, sin embargo, ustedes llegaron antes de que pudieran poner todo en el camión lo que casi arruina los últimos seis meses de mi investigación, apenas me ganaba a mis compañeros pero esto sin duda será una alarma para ellos. ── agregó.
── Continúa.
── Vittorio D'Amico tiene una mano derecha la cual me ha comunicado cada uno de los planes que tienen para sus entregas, pero sin darme demasiados detalles hasta está misma mañana que me ha llamado para confirmar que la entrega de ayer se hará esta noche cerca de otro de los almacenes de Vittorio. ── finalizó.
── Entonces volvemos a donde estábamos. ── murmuró el detective Halstead con molestia.
── Silencio niño bonito, aún no termino── le dijo Kennedy. ── la segunda de D'Amico, Emily López, dijo que la entrega se hará a las diecinueve horas, en el mismo parque donde encontraron a su víctima. ── explicó señalando la foto de aquella muchacha latina que se encontraba en el pizarrón.
── Emily López, ¿Que sabemos sobre ella? ── pregunto Hank a sus detectives.
── Eh, tengo algo por aquí── comentó Adam Ruzeck──, Emily López, llegó desde México hace casi nueve años y desde entonces trabaja junto con Vittorio D'Amico, es la que principalmente se encarga de ir a las reuniones para hacer 'negocios'. ── explicó apoyándose en el escritorio detrás de él.
── Don Vittorio la envía a ella porque no quiere caer en trampas de la policía. Es la única persona en la que confía, pero no dudaría en ofrecerla a cambio de la libertad.── explicó Kennedy.
── ¿Quién más irá a la entrega? ── preguntó Antonio Dawson hacia la muchacha.
── Bruno Cortés, Peter Johns y William Parker ── contestó Kennedy──, siempre participan en las entregas y las reuniones, son como los perros guardianes de Emily. ── explicó. Sus ojos se desviaron al detective que había golpeado dada a la mirada que este le daba, se sentía nerviosa por la manera en que él la detallaba con cuidado.
El teléfono de la chica Voight vibro en su bolsillo indicándole que le había llegado un mensaje. ── Emily quiere verme en media hora, cerca del parque. ── dijo.
── Ruzeck y Olinsky, vayan a hablar con la familia de la víctima, averigüen que relación tenía una chica de dieciséis años con Vittorio D'Amico ── ordenó el sargento. ──, Halstead y Lindsay, vayan con Kennedy y no la dejen sola en ningún momento. ── los primeros dos asintieron y desaparecieron escaleras abajo yéndose de la estación de policía.
── No necesito guardaespaldas. ── gruñó hacia su padre.
── No me importa, vayan. ── ordenó dándole una última mirada a su hija. La detective apretó los labios y resopló con frustración antes de volverse hacia el par que la observaba.
── No sabía que estabas en Chicago. ── comentó Erin acercándose a Kennedy con una sonrisa forzada decorando su rostro.
── Nunca me fui de Chicago, Erin. ── respondió cruzándose de brazos. La de cabello rubio asintió con la cabeza, le dió una mirada a Jay y este avanzó.
── Deberíamos irnos. ── indico Jay ante la clara tensión que se formaba entre las detectives. Kennedy asintió con la cabeza y avanzó por las escaleras hacia la estación de policía.
── Yo iré a verme con Emily, ustedes manténganse alejados, no quiero que sospechen ── dijo deteniendose abruptamente y girándose a donde estaban los detectives.
── Deberíamos ponerte un micrófono y-
── No, no ── Kennedy interrumpió a Erin──, nada de micrófonos, solo ── hizo una pausa y saco su teléfono, el que usaba para comunicarse con sus superiores y compañeros, y se lo dio a Jay. ──, yo los llamaré, no hagan nada sospechoso. ── les ordenó antes de salir de la estación colocándose los anteojos oscuros.
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El auto de los detectives se detuvo a una distancia decente del auto de Kennedy Voight, ambos visualizaron a la hija del sargento cuando salió de su auto y caminaba hacia el parque, quedando a la vista de los transeúntes y los detectives.
── ¿Hija de Voight? ── pregunto Jay hacia Erin quien puso los ojos en blanco por segunda vez. ──, lo siento, es que no me trago esa historia. ── se encogió de hombros.
── La conocí cuando Hank y su esposa me acogieron, pero nunca nos llevamos bien.── comentó Erin mirando a su compañero por una milésima de segundo.
── ¿Y eso por qué? ── pregunto con interés──, bueno, no es que ella sea muy simpática, pero-
── Solo no nos llevamos bien── interrumpió Erin──, mira, ahí está. ── señaló a la latina, Emily López, quien se acercaba con cautela a la detective. El teléfono que estaba en el bolsillo de Jay comenzó a vibrar indicando que había entrado una llamada, inmediatamente la contestó logrando escuchar la conversación de la infiltrada.
── Marianne.── la llamó la latina. Kennedy se giró hacia su amiga y elevo una ceja.
── ¿Que pasa? ── pregunto. Emily observó a su alrededor con leve nerviosismo y luego miro a la detective.
── ¿Donde estabas? ── pregunto de golpe. Kennedy frunció el ceño.
── ¿Qué?
── ¿Donde estabas? ── repitió.
── Fui a── por el rabillo de su ojo visualizó uno de los autos de uno de los hombres que trabajaban para D'Amico, maldijo internamente por no haberse percatado de que la seguian──, tuve que ir a quejarme con la policía, mis vecinos están haciendo reparaciones y es una molestia. ── mintió. Emily la miro con duda pero si expresión cambio rápidamente.
── Es que... no pasa nada── suspiro. ──, ¿irás a la entrega de esta noche? ── pregunto un poco más calmada.
── Claro.
── Marianne, ¿hay algo que necesites decirme? ── pregunto Emily examinando a Kennedy. La chica sonrió y negó, detrás de Emily apareció Bruno con una expresión seria en su rostro.
── ¿Ahora estás con la policía, Marie? ── pregunto con molestia. Kennedy frunció el ceño de nuevo y paso su mirada de Bruno a Emily.
── ¿Qué?
── Te vimos con la policía. ── gruñó el hombre acercándose a Kennedy. ── ¿qué hacías con la policía? ── preguntó con total seriedad en su rostro logrando hacer que una sensación de miedo recorriera la espina dorsal de la chica.
──Y-ya lo dije── balbuceo. ──, fui a denunciar el ruido que hacen mis vecinos── repitió su mentira. ──, nunca he hablado con la policía de no ser necesario, ¿acaso sabes que estupideces estás diciendo? ── inquirió hacia Bruno.
── ¿Cómo sabemos que no mientes? ── gruñó.
── Mira, no seas imbécil── Kennedy se acercó al hombre, Emily observaba la situación en silencio. ──, si hablara con la policía caeríamos todos, ¿no es así?
Bruno saco una pequeña navaja del interior de su manga y apoyó la punta en el abdomen de la detective.
── Tiene un arma.── dijo Jay hacia Erin mientras acercaba su mano a la manija de la puerta pero su compañera lo detuvo.
── No, ella sabe lo que hace, espera. ── Erin observaba con atención como Kennedy miraba a Bruno con el ceño fruncido, Jay dirigió su atención hacia la detective esperando que nada malo pasara.
── Estás haciendo el ridículo, Bruno. ── gruñó Kennedy. El otro embozo una sonrisa divertida y luego cambio su expresión a una de seriedad.
── ¿Sabes lo que le pasa a los soplones?
── ¿Qué les pasa? ── le retó. Emily decidió intervenir a pesar de que estaba temblorosa, a Kennedy le extranaba su actitud.
── No es una soplona, vamos. ── ordenó a Bruno siendo ignorada por este. ── vamos. ── repitió. Bruno guardo la pequeña navaja sin despegar la mirada de la detective quién también permanecía completamente seria.
── Nos vemos en la entrega. ── dijo Kennedy hacia Emily.
── Nos vemos en la entrega. ── afirmó la latina. Finalmente, ambos se fueron dejando a Kennedy sola nuevamente. La hija del sargento saco de su bolsillo el teléfono que utilizaba exclusivamente cuando trabajaba como Marianne Wesley y habló hacia los detectives de Inteligencia.
── Lo sabía, están sospechando. ── dijo en voz baja.
── ¿Harán la entrega está noche? ── preguntó Erin. Kennedy asintió mientras caminaba hacia su auto.
── Sí, lo acaba de confirmar, ¿no escuchaste?
Tanto Jay como Erin pusieron los ojos en blanco tras las palabras de la chica Voight. ── Tienes que hacer que Don Vittorio aparezca en el parque con las drogas, solo así podremos atraparlo. ── dijo Jay. Kennedy bufó.
── ¿Y como hago eso, niño bonito? ── inquirió──, él decide a que entregas asistir y a cuáles no. ── explicó con molestia.── bien podría aparecer hoy o en dos meses.
── Bueno, tendremos que organizar una entrega lo suficientemente grande como para que quiera asistir. ── dijo Erin mirando a Jay.
── ¿Y como planeas hacer eso, Erin? ──dijo Kennedy mirando hacia el auto donde estaban los policías.
── Bueno, tal vez sea hora de presentes a unos amigos, Marianne.
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