⠀⠀chapter six:
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capítulo seis, primer acto ▎❛ lo siento si digo "lo siento"
muchas veces. ❜
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⠀⠀⠀En la Unidad de Inteligencia los detectives corrían de un lado a otro tras haberse revelado un vídeo que podía ser el que probará que Emily López había sido la asesina de la adolescente en Washington Park. Antonio Dawson dio un paso adelante para explicar a sus compañeros lo que tenían.
── Este vídeo lo hemos rescatado de una tienda cercana a la escena del crimen. ── explicó.
── ¿Se ve quién es el asesino? ── pregunto Erin Lindsay.
── Míralo por ti misma. ── Antonio reprodujo el vídeo.
En la imagen se podía ver claramente como la víctima, Meredith Johnson, caminaba por el parque mientras escribía mensajes de texto en su teléfono, luego, al levantar la mirada, retrocedió al observar una gran figura que se acercaba de manera amenazante hacia ella. Cuando la chica hizo el ademán de darse la vuelta, el sujeto sacó un arma y le apuntó, segundos después, disparó. El sujeto se dió media vuelta dispuesto a abandonar la escena cuando una figura más pequeña corrió y sacó algo de los bolsillos de la adolescente son vida, ambos volvieron por el mismo camino que antes sin percatarse de la cámara de seguridad que captaba sus rostros, eran Bruno y Emily.
── ¿Qué más tenemos de este tal Bruno? ── pregunto Hank Voight a sus detectives.
── Lo tengo── habló Jay ── Bruno es un inmigrante Colombiano que llegó al país hace aproximadamente quince años, desde entonces a logrado escapar de inmigración un par de veces, pero lo atraparon hace tres años, Vittorio lo trajo de nuevo al país y desde entonces se mantuvo trabajando para él desde las sombras. ── explicó el detective Halstead.
── Vayan por ellos, tenemos lo suficiente para acusarlos. ── ordenó el jefe.
El sonido del teléfono de Antonio llamó la atención de los detectives y este se apresuró a revisar lo que había llegado──: es Kennedy, dice que la entrega se hará ahora mismo.
── leyó el mensaje.
── Muy bien, cambio de planes ── dijo Hank ──, quiero que tú y Jay vayan a la entrega, cuando tengan las drogas atraparemos a Vittorio, a Emily y Bruno. ── explicó el nuevo plan. Jay y Antonio asintieron y se fueron a preparar para luego dirigirse al punto de encuentro.
── ¿Has hablado con ella? ──pregunto Jay hacia Antonio, refiriéndose a Kennedy, al momento del ingresar al auto.
── ¿Qué? ── preguntó el detective── oh, ¿después que la arrestaste y luego la llevaste esposada por toda la estación? ── Jay asintió──, solo unos minutos.
── ¿Sigue enojada? ── pregunto.
── Un poco ── respondió Antonio. ──, pero no te preocupes── agregó al ver la expresión de Halstead── seguiste el protocolo, solo que le molestó que al trabajar juntos tú no le explicarás porque la estabas arrestando y que era lo que estaba pasando. ── dijo mientras conducía. Pero Jay solo podía pensar en cómo hacer para que la hija del sargento volviera a comportarse de buena manera con él.
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Kennedy miraba con nerviosismo el reloj que rodeaba su muñeca, frente ella estaban Emily y Bruno observando con atención los movimientos de la detective encubierta frente a ellos.
── ¿Estas bien? ── pregunto Emily colocando una mano en el hombro de Kennedy.
── Sí. ── la detective de apartó bruscamente del agarre de la latina y posó su mirada en el auto que se acercaba por el final del callejón.
El auto se detuvo frente a ellos y de el salieron Antonio y Jay con una expresión de seriedad.
── Marianne ── saludó Antonio quién se acercó mientras Jay lo seguía de cerca──, ¿Ya tienen el producto? ── se dirigió hacia Emily quien aún parecía desconcertada tras la acción realizada por Kennedy minutos antes.
── Jacob es un hombre con prisas. ── se burló Bruno. Antonio frunció el ceño y miro al hombre.
── Hagamos negocios, o nos iremos. ── intervino Jay al notar en el rostro de Kennedy una preocupante expresión de nerviosismo.
── Muy bien── habló Emily── muéstranos el dinero. ── pidió. Jay se acercó al auto y abrió la cajuela dejando ver una gran mochila que contenía el dinero para hacer la compra, Emily sonrió satisfecha y les hizo una seña para que entraran al almacén donde cerrarían la venta.
Emily y Bruno dirigían a los detectives por el oscuro pasillo, Kennedy parecía nerviosa y eso no era algo típico en ella, por lo general ella se encontraba con una expresión impasible en su rostro, lo cual hacia que se parecía más a su padre, por lo que el detective Halstead estaba algo preocupado por la actitud de la chica.
── ¿Estás bien? ── susurró hacia Kennedy.
── Sí, eso creo.── respondió sin estar muy segura.
── ¿Segura? ── Kennedy asintió y Jay se quedó callado ya que se estaban acercando a un lugar del almacén que estaba lleno de personas con armas y estaban rodeando un escritorio de madera oscura.
El primer pensamiento de Kennedy fue que quería salir de ahí, más aún después de lo ocurrido esa mañana, cuando Bruno la amenazó con dispararle en la cabeza si algo salía mal, pero sabía que siendo una detective de la policía de Chicago debía mantener la compostura, a su lado, Antonio y Jay no habían abandonado sus papeles y permanecían completamente serios.
── Don Vittorio, ya están aquí. ── informó Emily, el hombre de traje oscuro se levantó del sillón de cuero y observo a los recién llegados sin expresión alguna.
── ¿Tú eres Maia Wesley, cierto? ── preguntó en dirección a Kennedy, ella se sintió confundida, había visto a ese hombre un par de veces y le parecía extraño que ahora no supiera su nombre y actuara como si no la conociera.
── Soy Marianne. ── corrigió la chica, el hombre asintió con la cabeza.
── Marianne, cierto── una sonrisa macabra se cruzó por su rostro cosa que hizo a Kennedy sentirse incómoda──, soy algo malo con los nombres, espero me perdones.
── No pasa nada. ── la chica trato de esconder el temblor en su voz, trato.
── Y ustedes son Javier y Kyle. ── señaló a los detectives de Inteligencia.
── Ryan y Jacob. ── corrigió Jay con seriedad.
── Mil disculpas── sonrió Don Vittorio── si me siguen por aquí── hizo una seña ──, los guiaré a donde se encuentra su producto. ── los tres detectives siguieron al hombre dirigiéndose a una de las múltiples mesas llenas de paquetes muy bien envueltos llenos de drogas.
── Esto es por lo que vinieron. ── comentó Emily con una sonrisa.
── Eso espero. ── le dijo Antonio con seriedad. Una risa seca abandonó los labios de Don Vittorio llamando la atención de los presentes.
── ¿Saben? ── dijo en voz baja──, no es muy común que hagamos negocios con personas que no conozco── explicó con calma──, y mucho menos me gusta hacer negocios con policías. ── añadió sacando un arma del bolsillo de su abrigo.
Instintivamente, los detectives levantaron sus manos y las dejaron a la vista del narcotraficante. En las afueras del almacén, los demás detectives permanecían alerta y en espera de la señal de Antonio.
── ¿Qué? ── preguntó Jay.
── La verdad no sé si alguno de ustedes dos es policía, aunque bien podrían serlo── rió, el arma se movió hacia Kennedy y está se mantuvo quieta──, pero sí sé que ella lo es. ── aseguró.
── No soy policía. ── se apresuró a decir Kennedy con las manos en alto.
── Marianne, deberías dejar de mentir ahora mismo. ── Don Vittorio mantenía su arma en dirección a Kennedy.
── No estoy mintiendo. ── aseguró la chica con nerviosismo, no era la primera vez que estaba delante de un arma, pero si era la primera vez que se sentía tan vulnerable.
── Baje el arma, nosotros solo veníamos a hacer negocios. ── intervino Antonio.
── Lo siento, señor Jacob, estoy tratando de resolver algo por acá, deme un segundo. ── dijo hacia el detective Dawson. ── me parece muy interesante la manera en que logró engañar a mis empleados, como logró engañarme a mi en su momento, pero me parece que dejó algunos cabos sueltos cuando hacía sus visitas a aquél sargento, señorita. Un poco irresponsable de su parte.
── Esto es solo una confusión── volvió a hablar Antonio al ver como Kennedy palideció──, no perdamos la cabeza. ── y ahí estaba, la palabra clave. Los detectives de Hank Voight entraron al almacén con rapidez y en poco tiempo ya se encontraban rodeando a Don Vittorio y a sus hombres.
── ¡Policía de Chicago! ── anunció Hank Voight── bajen sus armas. ── ordenó.
── Viniste preparada, ¿no es así? ── rió Don Vittorio.
── Baja el arma, ahora mismo. ── ordenó Erin.
── ¿Bajar el arma e ir a la cárcel? ── inquirió Vittorio──, no lo creo── negó mientras Erin le apuntaba──, si caigo, no seré el único en hacerlo. ── apretó el gatillo. Un intenso dolor recorrió el cuerpo de Kennedy cuando la bala impacto en su hombro derecho, luego el sonido de los disparos por parte de la policía hacia Don Vittorio y sus seguidores fueron la banda sonora cuando Ruzeck y Halstead tiraron de ella hacia el suelo y la sacaron del área de fuego.
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La sala de interrogatorios donde ya habían estado previamente era aterradora para Emily López, quien además tenía una herida en brazo tras haber sido rozada por una de las balas en el fuego cruzado. Alvin Olinsky y Hank Voight estaban frente a la latina con la esperanza de que se dignara a hablar.
── Emily, te tenemos en la grabación como cómplice del asesinato. ── dijo Hank──. Solo debes decirnos que Bruno fue el de la idea, tal vez así podremos ayudarte.
── ¿Creen que es así de fácil? ── inquirió la jóven.
── Lo es. ── afirmó Hank.
── No, no lo es── negó la latina──, si saben que hablé con ustedes van a matar a toda mi familia.
── Don Vittorio está muerto, no les hará nada. ── aseguró Hank.
── ¿Creen que Don Vittorio era el único que daba las órdenes ahí? ── la frunció el ceño── él sabía que algo así pasaría en algún momento, él tiene múltiples ayudantes, nos mataran a todos. ── dijo con nervios. Hank golpeó la mesa con fuerza logrando sobresaltando a la morena.
── Una detective de la policía está herida y podría ser muy grave── Hank estaba levemente inclinado sobre la mesa de metal y tenía una mirada que hacia que Emily se sintiera aterrada──, así que te recomiendo que hables si no quieres que llamemos a inmigración, allá nadie podrá protegerte.
── Sargento── Antonio entro a la sala de interrogatorios con una sonrisa de satisfacción en su rostro── Bruno ya habló. ── el rostro de Emily palideció tras oír esas palabras.
── Llévenla a una celda. ── ordenó el sargento.
── Emily López estás bajo arresto por ser cómplice de el asesinato de Meredith Johnson y por robo. ── Antonio arresto a la morena y la guío por el pasillo hacia las tumbas.
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── Hey── Jay se asomó por la puerta y visualizó a Kennedy inclinada sobre su cuerpo tratando de alcanzar las agujetas de sus botas── ¿necesitas ayuda con eso? ── preguntó.
── Un poco, creo. Adam dijo que me ayudaría pero creo que fue a coquetear con una enfermera.── una pequeña risa, seguida de un quejido de dolor, abandonó los labios de la detective. Jay se acercó y ayudó a Kennedy a atarse las agujetas de las botas mientras está permanecía en silencio.
── Gracias. ── murmuró Kennedy hacia Jay.
── No es nada── murmuró también el detective──, ¿qué tal tú hombro? ── pregunto señalando el hombro herido de la chica.
── Solo un disparo, nada importante. ── rió. Jay sonrió y negó con la cabeza divertido tras el comentario de Kennedy.
El silencio que se instaló entre ambos fue largo, pero no era completamente incómodo, simplemente se quedaron así por un par de segundos──: Lo siento. ── dijeron al mismo tiempo.
── Y-yo, lo siento, Jay── se disculpó Kennedy──, se que me comporté como una perra contigo y solo estabas haciendo tú trabajo.
── Si lo hiciste── rió el chico, Kennedy rió suavemente a su lado──, pero está bien, también fue mi culpa, debí avisarte que tú padre te quería ver.
── ¿Estamos bien? ── pregunto Kennedy mirando a Jay, el chico embozo una sonrisa y asintió.
── Estamos bien, Voight── Jay le hizo una seña a Kennedy y está arqueó un ceja──, vamos, te llevaré a casa. ── Kennedy se levantó de la camilla y camino hacia Jay.
── Tengo mucho tiempo sin estar en casa. ── comentó mientras caminaban por el pasillo del hospital.
── ¿Cuanto tiempo? ── pregunto Jay con interés.
── Cinco años, Sherlock. ── se burló Kennedy. Jay puso los ojos en blanco hacia ella.
── Linda manera de agradecer que soy tú chófer. ── comentó con ironía.
── Soy muy especial. ── Kennedy sonrió.
── Lo sé.
Al llegar al auto, Kennedy suspiro tras darse cuenta de que por fin era libre, solo debía hacer un informe y su vida volvería a ser lo que había sido antes, aunque eso le aterraba muchísimo porque su rutina estaba completamente dedicada a Don Vittorio, se moría de ganas por pasar tiempo con su familia y recuperar aquellas amistades que perdió cuando empezó la misión. Una nueva etapa para ella se acercaba, nuevos amigos, nuevas memorias, y aunque no sabía si era lo correcto, ella se preguntaba si Jay Halstead sería parte de esa nueva etapa.
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