04 | En mi mente

Cuando llegó a casa con curitas de patitos debajo de la manga percibió el exquisito olor del estofado y se relajó, había música resonando en las paredes de la casa, un suave jazz que hizo a Seungmin y a su padre sonreír, ambos dejaron sus cosas en el sillón de la sala y se dirigieron a la cocina, su padre tomando la delantera dejándolo atrás quejándose. 

Al estar por fin en la cocina presencio tarde el beso de bienvenida de su madre hacia su papá, los adultos giraron a verlo en cuanto fingió una arcada.

Su madre se veía muy feliz, ella le sonreía con picardía mientras le hablaba. — Ve a cambiarte la ropa niño asquiento — Seungmin hizo un puchero de indignación mientras se daba la vuelta para ir a su cuarto a cambiarse. —, ¡y te lavas las manos antes de bajar! 

— ¡Si, mamá!

Su humor era contagioso, Seungmin no se sorprendió al sentirse feliz aún a pesar de lo que había sucedido en el colegio, lo había olvidado incluso por un momento, pero lo recordó cuando se quitó la ropa para cambiarla por una más cómoda.

Vió las curitas en su brazo, cortesía de Jisung, y sonrió con tristeza, dolía todavía pero eso no era lo que le molestaba. Había visto las mismas curitas en las muñecas de Jisung, significaba que no había cumplido su misión.

Todavía no podía proteger a Han Jisung, pero se aseguraría de hacerlo. 

Se colocó una camisa suelta y de manga larga y unos shorts holgados y fue hasta el baño para lavarse las manos, trataba de pensar en una solución para eliminar la marca en su brazo, las curitas eran llamativas y no eran fáciles de cubrir aún con la manga larga, Jisung le había dicho que aplicara pomada pero no sabía donde la guardaban sus padres y ciertamente no quería acercar nada a la herida, esta ardía con el más mínimo movimiento. 

Bajó al comedor entre saltos, tenía que actuar normal frente a sus padres y asegurarse de no levantar sospechas. ¿Por qué de pronto su vida sonaba tan distinta? 

— ¿Cómo te fue en el colegio hoy, Minnie? 

Preguntó su madre en medio de la comida, Seungmin levantó la cabeza de su plato, con las mejillas llenas y algunas migajas de arroz en sus labios. 

— Ben, Jusung jugo conmego. — habló con la boca llena, su padre negó divertido al verlo y lo imitó con ironía. 

— No hables con la boca llena, termina de comer. 

Asintió con una sonrisa y tragó lo que tenía en la boca. Su padre lo aprobó con un asentimiento y luego miró a su esposa interesado, esperando, no preguntó nada antes de que la mujer entornara los ojos con cariño, sabiendo lo que quería saber.

Ella se giró hacia el menor. — Minnie, papi y mami tienen una reunión importante hoy en la tarde, ¿te molestaría quedarte solo? — Seungmin vió los ojos de su padre brillar. —. Regresaremos temprano, a las nueve. 

— ¿Me quedaré solo? — cuestionó, solo para confirmar y con algo de expectativa. —. ¿Cómo un niño grande? 

Su padre asintió. — Como un niño grande, Minnie. 

Sus padres se fueron a las cinco, ambos vestían de gala, su padre con un esmóquin negro no tan formal, no traía corbata y llevaba los dos primeros botones abiertos, mientras que su madre lucía un vestido color crema que se amoldaba perfectamente a su figura, unos pendientes de cristal que brillaban con la luz de su hogar y un moño suelto que le daba un aspecto jovial y fresco. 

Ambos se despidieron de él con un beso en la frente y le dijeron que podía pedir pizza para la cena, que había dinero en la encimera de la cocina y que si terminaba sus deberes podría ver televisión hasta tarde. Seungmin estaba gustoso de obedecer así que los despidió en la entrada y en cuanto el carro desapareció calle abajo se encerró en la casa para disfrutar de su tarde.

Se la paso entre juegos con carritos y dinosaurios tamaño hormiga que invadían la ciudad, sin embargo cerca de las siete se obligo a hacer sus deberes cuando su mirada por fin pudo encontrar su mochila abandonada.

Por suerte no demoró tanto como pensó, era malo prestando atención en clases pero bueno memorizando las cosas y resolviendo ejercicios, cuando terminó los deberes pendientes bajo hasta la sala y tomo el teléfono en mano para poder llamar a la pizzería, fue difícil que el encargado le entendiera en donde vivía pero por suerte encontró un papelito en la mesa que tenía anotado la dirección, el hombre del otro lado pareció estar más contento con eso que con su explicación de que vivía al lado de su vecino.

Mientras esperaba su orden se dedicó a ver televisión, trataba de matar el tiempo y creyó que las caricaturas serían una buena distracción pero no parecía estar captando su atención por completo.

Cuando el programa de Doki cambio a Pokémon se perdió entre sus pensamientos y un imperceptible puchero se poso en sus labios, recordaba entonces los sucesos en el colegio, a Jisung, Minho y Hyunjin, se preguntaba que haría de ahora en adelante, que sería de él en los siguientes días ahora que Hyunjin quería "jugar" con él. Nunca habría podido imaginar de que existían juegos malos y siniestros para niños de ocho y diez años, sentía curiosidad, ¿de dónde sacaba Hyunjin sus ideas?

A pesar de todo eso sentía que entendiendo el juego en el que también estaba metido Jisung podría protegerlo mejor, conocía las reglas así que podría ayudar a Jisung a no romperlas y ser castigado, si deberes era lo único que Minho le pedía a Jisung para no maltratarlo Seungmin podía ayudar con eso. 

Eso lo hizo pensar que Minho era tal vez uno de los niños más violentos y rudos que jamás había conocido, Seungmin no sabía con exactitud las cosas que el de cabellos marrones le hacía a Han pero suponía que nada bueno, mientras que Hyunjin era... bueno, el era un misterio.

Era violento sin duda pero no parecía rudo, no tenía ese aire salvaje que Minho destilaba, parecía controlado, muy opuesto a Minho quien era como una alarma que sonaba y molestaba todo el tiempo, Minho se hacía notar en la multitud, llamaba la atención por su personalidad extrovertida, a Seungmin le caería bien si no fuera alguien malo, pero Hyunjin estaba del otro lado de la balanza, era como una sombra solitaria que aparecía en los momentos menos esperados, que te asustaba con solo verlo y cuando te atrapaba parecías desaparecer para todo el mundo, te hundías en su sombra hasta que nadie te viera. 

Hyunjin era el escalofrío que le recorría cuando pensaba en lo que le esperaba en el colegio. 

Pero por alguna razón, de la cual no está seguro como... de cierta forma pensaba que podría soportar cualquier cosa de Hyunjin...

Fue cuando el timbre sonó que Seungmin pudo salir de su ensismamiento, fue por los billetes sobre el muro de la cocina cuando reconoció al repartidor de pizza por la ventana, regresó a la puerta de entrada, recibió la pizza y entrego el dinero exacto y con una despedida el chico de las pizzas se marchó dejándolo solo nuevamente.

Aunque no por mucho tiempo, poco después de que dejara la pizza en la cocina y abriera la caja, para que esta se enfriara un poco y pudiera tomarla sin quemarse, sus padres llegaron avisándole con un toque en la bocina.

Ellos dejaron el auto en la cochera y lo alcanzaron en la cocina, aunque portaban sonrisas en sus rostros Seungmin sentía que había algo raro en la forma en la que se movían por la casa o como a veces se miraban entre sí. 

Luego de que ellos cambiaran sus ropas se dispusieron a cenar juntos en la sala mientras miraban una película, Seungmin estaba inmerso en ella pero al parecer no sus padres, ellos susurraban cosas entre sí que él a penas lograba escuchar por la bulla de la televisión. 

Escuchaba nombres de personas que no conocía, una reunión, un viaje, una entrega, un problema. 

Supuso que eran cosas del trabajo por lo que no se preocupó de ello y siguió concentrado en la película. Cuando esta acabó sus padres lo acompañaron hasta su habitación, lo arroparon y le desearon buenas noches antes de cerrar la puerta de su habitación y dejándolo en la oscuridad, con unas pequeñas luces verdes en el techo producto de las estrellas que había pegado ahí que tenían una iluminación que solo podía verse en la noche. Las observó por algunos minutos antes de que quedara profundamente dormido, siendo la expectativa de mañana lo último que tuvo en mente antes de que todo para él se apagara. 

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