02 | Somos familia
Jisung no aceptó su ayuda, él quiso ignorarlo, pero Seungmin era persistente y lo siguió de todos modos, no lo dejó solo en ningún momento, Jisung entendía entonces porque Hyunjin los había llamado cachorros.
En la hora de salida Seungmin siguió a Han como un halcón, miraba a todos lados como si fuera un espía encubierto en su primer día de trabajo, no era nada sutil y llamaba la atención de los que pasaban a su alrededor. Jisung ya se había dado por vencido con él, era claro que nada afectaría la decisión del niño, por lo que lo dejó ser.
— ¿Tus papás no saben lo que ese niño te hace? — preguntó entonces Seungmin mientras su mochila sonaba con cada salto que daba, había dejado su modo encubierto y ahora seguía lado a lado a Jisung, tratando de sacar plática.
El castaño no habló por un largo rato antes de suspirar y por fin responder — Ellos no deben saberlo, es parte de las reglas.
Aquello interesó al pequeño Seungmin quien giró a verlo con los ojos abiertos. — ¿Cuáles reglas?
Jisung hizo una mueca mientras apuraba su paso tratando de dejar atrás al menor pero este era rápido y lo alcanzó sin problema, ese fue su último intento para escapar de él y había fracasado.
— De verdad, Seungmin, no deberías meterte en esto. — le recordó el castaño con exasperación, nunca nadie había interferido entre él y Minho, muchos los habían visto, Minho a veces no tenía problemas con el lugar donde acorralaba a Jisung para pedirle los deberes, pero el tenía una reputación que hacía que nadie quisiera meterse con él.
Un niño con una familia rica y una actitud presuntuosa y violenta era suficiente para que sea intocable. Lee Minho había tenido miles de peleas en la escuela pero casi ningún reporte, su tío pagaba bien para que ni él ni su primo, Hwang Hyunjin, pudieran salir afectados por cualquier cosa que hicieran.
— Estoy dentro desde que te ayudé, él también quiere pegarme, ¿no lo viste?
— Sí pero es diferente, tú aún puedes salirte, yo no, estoy atrapado. — Jisung no podía creer lo terco que era este niño.
— Si los dos estamos atrapados será más fácil ayudarnos ¿no crees? mamá dice que dos son mejores que uno — Seungmin le regaló una sonrisa al castaño, hizo que Jisung se riera con incredulidad, ¿podría existir alguien más iluso que Kim Seungmin?. De pronto Seungmin chilló, asustando a Han. —. ¡Mira!, ahí está mi papi.
Un hombre de cabellos marrones y gran porte vestido pulcramente con un traje marrón oscuro se acercó hasta ellos luego de bajar de su auto, portaba una gran sonrisa en su rostro mientras guardaba las llaves de su coche en uno de los bolsillos de su saco.
— ¡Hola Minnie! — saludó el hombre enérgico alzando a Seungmin en sus brazos en cuanto lo tuvo cerca —, ¿cómo estás campeón?
— Bien papi — contestó Seungmin con la misma energía, Jisung podía entender ahora de donde había salido la personalidad del niño —, mira, este es mi amigo Han Jisung.
Aunque Jisung no había aceptado nada Seungmin ya lo consideraba su nuevo amigo.
— Un gusto muchacho, soy Kim Samuel.
Jisung dio una una reverencia junto a una sonrisa nerviosa. — Mucho gusto, señor Kim, soy el compañero de Seungmin y el presidente de la clase 3-B.
— Un chico inteligente, me alegra que Seungmin haga tan buenos amigos — Seungmin sonrió orgullos por el elogio. —. ¿Tu padre aún no viene por tí? ¿Quieres que te lleve? — preguntó el hombre, Jisung dio una sonrisa apenada antes de negar.
— Ese es el carro de mi papá — señaló un auto gris estacionado no tan lejos de ellos — será mejor que me vaya, hasta pronto.
Jisung dió una última reverencia y se despidió con la mano de Seungmin para empezar a caminar hasta el auto de sus padres quienes al verlo lo saludaron desde la ventana con una sonrisa. Han sentía que podía respirar tranquilo, ya estaba con ellos, pronto estaría en casa.
Del otro lado Kim Samuel le hizo una seña con la cabeza a su hijo para dirigirse al auto a lo que el menor asintió contento y dejó que este lo llevara cargando.
— ¿Cómo te fue en tu primer día? — preguntó su padre en cuanto estuvieron dentro del auto y con Seungmin asegurado con el cinturón en los asientos de atrás.
Seungmin dudó, quería contarle a su padre lo que había pasado hoy pero el miedo de que él hiciera algo y esos niños se metieran de nuevo con Jisung lo asustaba en demasía, el había prometido proteger a Jisung, eso iba a hacer, aún si el mayor no quisiera su ayuda, él la necesitaba.
— Me fue bien, todos fueron muy buenos conmigo.
Lee Minho estaba de visita otra vez en casa de sus tíos, su madre y los papás de Hyunjin tenían una reunión esa noche y estaban preparándose juntos. Mientras tanto él jugaba con la consola de videojuegos en el cuarto de Hyunjin y hacía muecas raras, la bolsa de chetos a su lado se encontraba vacía al igual que su botella de gaseosa y él aún sentía hambre.
Gruño completamente hastiado cuando la pantalla le mostró en letras grandes la palabra Game Over.
— Agh — refunfuño mientras daba vueltas en el suelo —, estoy cansado de esto. — sin más que aceptar su derrota temporal reinició la partida, iba a mostrarle al juego quién era la perra de quién, sin embargo aún había algo que no podía sacar de su cabeza y lo estaba desconcentrando de sus planes.
— Entonces déjalo — contestó Hyunjin quien estaba sobre su cama leyendo un cómic japonés que Minho no entendía, su madre no veía necesario que aprendiera el idioma aún.
Minho lo miró de reojo. — No hablo de esto — señalo la pantalla —, hablo de Jisung.
— Entonces déjalo — volvió a repetir el mayor.
Minho pausó la partida cuando perdió por fin el rumbo de sus pensamientos, y se sentó frente al mayor con los brazos cruzados.
— Estoy cansado de que no cumpla las reglas — dejalo repetía Hyunjin —, de que huya de mi —dejalo —, de que piense que puede escapar.
Hyunjin dejó su comic boca abajo sobre la cama y miró fijamente a Minho en el suelo, negó ante la vista perdida del chico, odiaba cuando Minho no podía hallar soluciones sencillas a problemas banales.
— Entonces enséñale — los dedos de sus manos tamborilean sobre la cama mientras él no abandona su vista de su primo —, hazle saber quién es la presa... y quién el cazador.
Minho pareció contento con su respuesta porque al instante asintió efusivamente como un niño pequeño cuando le dan su dulce.
Minho era muy expresivo, demasiado susceptible, tan manejable.
Hyunjin sabía que era fácil deshacerse de alguien como Minho, no le gustaba, empezaba a molestarle pues tendría que enseñarle, después de todo, eran familia.
El azabache hizo una mueca antes de bajarse de su cama y salir de su habitación dejando atrás a Minho y su partida. Caminó en dirección a la cocina y cuando llegó pudo ver a su madre y a su tía, ambas charlaban animadamente, en cuanto notaron su presencia su madre fue la primera en hablar.
— ¿Terminaste de hacer tus cosas? ¿O solo vienes a molestarme? — Hyunjin no culpaba a su padre por querer abandonar a esta mujer.
Ignoró sus palabras y fue a buscar en las alacenas otras bolsas de papitas.
— Aquí están, cariño — lo interrumpió su tía mientras le tendía tres bolsas de papitas —. Dile a Minho que ya no coma de los cheetos, le caerán mal en la noche.
Hyunjin sonrió pequeño por eso y con un suave "gracias" abandonó la cocina con la mirada afilada de su madre en él.
Hwang Hyunjin era un niño que tenía pocas personas que le caían bien, las podía contar con los dedos de una sola mano. Estaba su papá, que le enseñó cosas que él agradece saber y nunca lo dejó fuera en lo que Hyunjin cuestionaba, luego estaba Minho, que a pesar de ser un niño fácil era su fiel pupilo y él le iba a enseñar grandes cosas y por último estaba su tía.
Aquella mujer de cabellera castaña y ojos cual cordero había sido más una madre para él que la propia, recuerda perfectamente la primera vez que estuvo agradecido con ella por pensar en él, fue en las vacaciones de invierno, habían ido a la cabaña en el bosque por consejo de su madre, el primer día Hyunjin estaba malhumorado, se paseó por toda la casa entre gruñidos y refunfuños, había salido al patio para ver qué hacían todos cuando la pelota de bádminton de su papá le golpeó en la frente. La primera en correr hacia él fue su tía mientras que Minho se partía de risa, ella claro, cuido de él mientras que su madre disfrutaba de su chocolate caliente y la hermosa vista. Su padre fue otro cuento aparte, él se rió en silencio y luego susurró un perdón.
En cuanto ingresó de nuevo a su habitación le tiró a Minho una de las bolsas de papita cuando vio que este se iba a llevar otro cheto a la boca.
— Tu mamá dice que te va a dar diarrea si sigues comiendo eso.
Minho por supuesto se quejó.
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