Ejemplo 2:

Lo exprimiré con fuerza, hasta que se le salgan los ojos, escucharé su chillido con una sonrisa, y sacudiré su cuerpo en todas direcciones. Sus sonidos excitarán a los depredadores, que dando saltos mostrarán sus dientes. Lo arrojaré a ellos sin piedad alguna, y jugarán con él de nuevo y de nuevo... A ver, ¿qué piedad debo tener con un juguete para perros?

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