Recoge La Correspondencia
1. Lo que es una coincidencia.
10 de marzo 2018
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— ¿Qué tal la nueva casa, hijo? — miré al rededor y sentí que era un lugar normal, pero agradable.
Suponía que era agradable.
— Tiene una bonita puerta roja y los vecinos no son ruidosos. — Me alegré de eso, el vecindario era tranquilo hasta el punto que podría defir que se respiraba paz, pero aún así me preguntaba si habrían más chicos de mi edad.
— ¿Y aún no haces amigos? Hacer amigos es importante. Eso podrá sacarte de tu rutina de dormir hasta la 1 de la tarde, Hyungwon. — Papá rio y en mi rostro se formó una nueva mueca, dormir era lo que más amaba luego de la poesía, era lo que me mantenía básicamente vivo.
— Mamá me inscribió en una escuela donde hay clases extracurriculares, así que tendré que ir muy temprano y regresar muy tarde. Podrás ser feliz, te lo aseguro.
— Eso se oye bien. Y por favor, dile a mamá que la llamaré después para acordar tu viaje en vacaciones; tu hermana Jaein estaría feliz de que vengas para la navidad.
— Sí, de acuerdo. Lo haré.
— Perfecto, ten mucho cuidado y llamame si necesitas cualquier cosa.
— Ok.
— Adiós, Hijo. Te amo.
— Yo también, cuidate.
La llamada terminó, miré al rededor nuevamente y me dediqué a subir a mi habitación con la mente centrada en que debía terminar de desempacar. Las cajas estaban nombradas alfabéticamente, sin embargo, todavía me costaba asimilar que tendría que ver dónde ubicar mis libros y la colección de CDs que con tanto esfuerzo había estado reuniendo.
Tardé al menos unas tres horas acomodando todo y aún faltaba mi ropa.
No podría describir lo agotador que resulta ser mudarse de casa, ni siquiera lo imaginé así una vez viajé de Incheon a Seúl. En mi opinión, no me sentía del todo bien de tener que viajar del lugar que fue mi hogar por tantos años, pero aceptaba con claridad que mamá estaría recibiendo una mejor oferta de trabajo en la capital y eso era algo que sólo siendo una tonta rechazaría; la animé a tomar el trabajo, sí, terminamos viajando a una nueva ciudad donde prácticamente conocía a nadie
¡A nadie!
Nuevos amigos, nuevas oportunidades. Dicen por ahí.
Luego de tomar un baño calenté pizza en el microondas y me puse a ver Highlander, la serie efectivamente era más vieja que mi misma abuela, pero no podía ignorar el hecho de que amaba su banda sonora — QUEEN — y la cual idolatraba; añadido a lo otro, me encantaba que la serie fuera de personas que vivían en la edad media y que viajaban en el tiempo.
Básicamente el 70% de las películas y series de los 90s eran de esa temática y a mi parecer resultaba espectacular, como Back to the future o Terminator, por ejemplo.
Me agradaba la idea de poder saltar de un tiempo a otro, las películas lo mostraban como un tipo de habilidad súper valiosa que podía ser arriesgada si se era irresponsable, sí, pero al final de cuentas era una habilidad ¿no? Si pudiera tener algo igual, seguramente viajaría a la época en que Freddy Mercury estaba con vida, iría a uno de sus conciertos y pediría su autógrafo o solamente invertiría en la bolsa de New York y ahora sería multimillonario...
Todo depende.
Mi nombre es Chae Hyungwon, amo los días de lluvia, el café, los libros — de verdad amo la literatura — las películas, la música, los autos, las patinetas y básicamente todo lo que tiene que ver con ruedas; me encanta conversar y también divertirme, no me gustan los dias calurosos o no poder dormir, me gusta hablar y de hecho soy buen conversador, mis padres están divorciados y son mejores amigos, además tengo una hermana menor que vive en los ángeles junto a papá y su nueva esposa.
Bastante básico.
Intuía que no era demasiado difícil de sobrellevar, nuestra familia siempre fue unida a pesar de las dificultades o diferencias que pudiéramos tener y creo que mis padres eran lo suficientemente maduros para aceptar cuando algo funcionaba y cuando no; lo mismo aplicó para su matrimonio y no fue sino cuestión de tiempo para que lo resolvieran en un acuerdo pacifico que me llevó a quedarme junto a mi madre en Corea, simplemente porque me resultaba más cómodo que viajar al otro lado del mundo.
Igualmente visitaba a mi padre una o dos veces al año.
Viéndolo así, se podría decir que no era especial de ningún modo, yo sólo era un chico interesado en otros chicos de su edad, en dormir, comer y jorobar la existencia con mis problemas existenciales que ya eran muchos durante lo que fue mi adolescencia; ya saben, el acné, la ropa, las citas, el sexo, cosas básicas y necesarias para alguien de 16 años que usualmente acostumabraba a vivir su vida común y corriente.
Viendo la pantalla seguí comiendo de la pizza que estaba deliciosa, me gustaba, pero absolutamente nada era mejor que una buena hamburguesa con Coca-Cola. El programa terminó y mientras buscaba qué otra cosa más ver, la puerta principal de la casa se escuchó y supuse de inmediato que era mamá.
— Estoy en casa. ¿Cómo está el mejor hijo del mundo? — Su voz sonó cariñosa y sonreí feliz de verla.
— Hola, mamá, bienvenida a casa. ¿Cómo estuvo tu día de trabajo? — Ella movió su cabeza en círculos notándose verdaderamente agotada, me levanté para llevarla al sofá, la tomé de los hombros y le di un masaje.
— Hoy fue agotador, los primeros días de trabajo siempre son así. No te preocupes. — me agradaba sentir su cálido toque, ella acarició mi mano con ese profundo afecto y sonriendo besé su cabeza. — ¿Cómo te sientes tú?
La pregunta era sencilla y lo cierto es que no me era difícil decir o decidir sobre cómo me sentía en el momento. — La casa es agradable. Me gusta.
— Igualmente extrañaré Incheon, aunque Seúl no está mal. — Concordé con ella; hasta ahora todo fue agradable y no tenía queja sobre nada en particular, yo estaba intentando sacar lo mejor de todo.
— No es por nada, pero mañana comienza la escuela y quizá pase desapercibido o me molesten por no ser de aquí ¿qué opinas, mamá? Papá dice que debo buscar amigos, pero ¿y si nadie quiere ser mi amigo? — planteé la posibilidad, porque era cierto que esas cosas sucedían.
Mamá lo pensó y habló luego se considerar varios puntos.
— Opino que un chico atractivo y joven como tú, con un auto e ingenio, puede llegar a ser alguien muy querido. Eres dulce, mi amor, sabrás bien qué hacer.
— Trataré — sonreí y me dirigí a la cocina — Hice pizza para la cena. — le grité yendo al refrigerador.
— Sólo si hay helado.
Mamá era de verdad divertida.
◇◇◇
— Este es el antiguo salón de juntas del consejo, iba a ser remodelado hace unos años, pero los directivos de la escuela decidieron que era mejor agrandar las canchas de fútbol. Desde ese entonces ha permanecido abandonado.
— Es bonito. — Miré el espacio que estaba a medio limpiar, los ventanales permitían que un buen baño de luz entrara alumbrando cada rincón y se sintiera tan agradable. Me gustaba.
— Suelen pasarlo por alto, pero también pienso que es un buen lugar. Quizá algún día sea usado de nuevo. — Salí permitiendo que mi nuevo compañero cerrara la puerta, miré por el pasillo y lo noté vacío; ese lado de la escuela era tremendamente tranquilo y embriagante.
— ¿Y hasta qué horas son las clases extracurriculares? — Me dediqué a preguntar lo que más me interesaba, quería saber si al menos podía llegar a dormir a casa un poco antes de la cena o si, por el contrario, debía aguantar algún tipo de actividad aburrida y poco interesante.
No era por nada, pero me gustaba mucho más dormir.
— Hasta las 5. — respondió y evité hacer una mueca de dolor. — Puedes escoger cualquiera de los clubes que están disponibles e inscribirte. Hay natación, fútbol, judo, baloncesto.
— Verás, siendo honesto no me interesan los clubes, sólo quiero llegar a casa a una hora apropiada para dormir. — fui sincero de una vez, se veía que podía confiar en él para expresarle mi sentir y fue correcto, porque de inmediato sonrió y asintió la cabeza comprendiendo.
— Tranquilo, no es obligatorio. Puedes ser un estudiante regular si es que lo deseas.
— Wow, eso es un alivio.
No querría pertenecer a ningún club nunca.
Seguimos recorriendo cada rincón de la escuela, se suponía era mi primer día y la inducción estaba yendo muy bien, porque no solamente el vecindario donde vivía era agradable, sino que también lo era el plantel donde estudiaría; creí que iba a ser peor, pero en su lugar todos mis compañeros eran amables.
Me dediqué a seguir al presidente de nuestra clase, aprendí sobre los horarios, los lugares más importantes a los que debía dirigirme si necesitaba reportar cualquier situación y los horarios de salida y entrada, era lo único que me interesaba; era eso suficiente.
Mi primer día pasó así.
◇◇◇
"En los últimos informes meteorológicos, se muestra que las próximas semanas habrán índices altos de lluvias y algunas ventiscas. Se recomienda salir con ropa abrigada y paraguas... "
Me moví por la sala limpiando, recogí los paquetes de frituras y fui directo a la cocina. Era fin de semana y creía debía hacer algo divertido como salir y comer en algún centro comercial, pero en realidad no tenía muchas opciones ya que recientemente había entrado a la escuela y no tenía a nadie de mi entera confianza con quien pudiese pasar el tiempo, no siendo suficiente, mis vecinos parecían ser todos ancianos de más de ochenta años porque no escuchaba ni un silbido y eso no me permitía tratar de establecer una amistad con alguien que no terminara pinchandome las mejillas o hablándome sobre la guerra de Corea.
Solté una queja al ser consciente de que estaba al borde del serio aburriento.
Miré la hora en la pared notando que eran casi las cuatro de la tarde y recordé que pronto sería hora de conectarme para hablar con mis amigos de Incheon; por lo visto era lo único interesante que haría ese día, no había nada más. Subí las escaleras animado luego de dejar todo listo abajo y entrando a mi habitación pude ver a través de la ventana una silueta inusual, regresé en mis pasos y me asomé observando al chico que sacaba la basura, era parcialmente fornido, tenía el cabello castaño y ¿saben qué era lo mejor de todo?
Era joven.
¡No todos por ahí eran ancianos!
Me asombré, fui corriendo a buscar mis binoculares, y cuando por fin los hallé en una de las repisas que decoraban mi habitación, volví a asomarme con cautela viendo que regresaba a su casa. Por detrás estaba bien, es decir, tenía un cuerpo regular y chasqueé la lengua en el momento en que terminó de entrar a su casa sin ningún problema.
Era una lástima, porque podría ir y presentarme, pero aquello no estaba generandome mucha confianza. Dejando los binoculares a un lado regresé a la cama, tomé el portátil y abrí Skype.
Ya habría otra oportunidad.
◇◇◇
— Mucho gusto, soy Yoo Kihyun. — Tomé la mano que me extendió el chico que se sentaba justo delante de mí, sonreí porque era muy amable y también atractivo.
— Soy Hyungwon.
— Lo sé, te has vuelto muy popular por estos días. Cuéntame, Hyungwon ¿De dónde vienes? — apoyé el mentón en mi mano y lo miré atentamente, de repente me provocó coquetear y hacerme el tonto.
— ¿De dónde crees que soy? — Su mirada y sonrisa fueron agraciadas, el se inclinó en la mesa y susurró muy cerca de mi oído; levanté una ceja porque él también era osado.
— Pierdes tu tiempo conmigo. — Su risa causó que me riera también, Kihyun era divertido y en poco tiempo me di cuenta de eso, de que sería un muy buen amigo; uno valioso.
— Tenía la esperanza, has jugado con mis sentimientos. — fue pretensioso de mi parte y mi amigo ahí en frente simplemente negó con la cabeza cualquier posibilidad. — Igualmente deberías intentar ir a mi casa, tengo una cama muy cómoda y comida.
— Me gusta.
— ¿Qué tal el viernes?
— ¿Y por qué no hoy? — Lo pensé, pero eso ya tenía una buena respuesta establecida.
— Me gusta probar suerte los viernes.
— Estupendo. Extraño, pero interesante.
Nos hicimos íntimos amigos, unos que comenzaron una amistad con ciertas reglas que no fueron difíciles de seguir; comprendía que Kihyun estaba enamorado de algún tipo llamado Son Hyunwoo, sabía su nombre porque lo único que salía de su boca era eso y nada más, estaba lo suficientemente informado y lo comprendía.
Para mi era más que suficiente.
Y era extraordinario, porque en la escuela se rumoraban cosas tontas todo el tiempo acerca de nosotros, mamá no había mentido cuando dijo que podría llegar a llamar la atención un poco más de lo normal, ella no metía; todo el tiempo estaba rodeado de personas que me preguntaban de dónde venía, qué hacía, a qué club me uniría, cómo era que había conquistado a Kihyun y mi amigo constantemente se reía de mis actuaciones, de mis sonrisas forzadas y de las diferentes veces en que casi quería enloquecer.
El único momento que tenía de absoluta paz era cuando estaba junto a él en mi habitación, simplemente siendo nosotros mismos y hablando de cualquier tontería que se nos ocurriera; justo como todo los viernes.
— ¿Y de qué color te lo tinturarás esta vez? El negro que tienes me gusta. — Kihyun entró en la cama con algo de comida, me gustaba su cuerpo y la manera en que encajabamos tan bien, pero no habían más sentimientos que de amistad. Mirándolo y volviendo a la laptop pensé en lo que quería y fue sencillo decidir.
— Quiero cortarlo y teñirlo de rojo.
— ¿Rojo? — lo oí masticar y asentí.
— Lo he estado pensando por un tiempo, lo vi en un Idol y me pareció interesante intentar.
— Y pensar que rechazaste tal oportunidad. Habría sido bueno para ti. — Asentí y cerré la laptop concordando en que quizá habría sido enorme, pero sinceramente no tenía ganas de sufrir de por vida.
— Odio no poder dormir.
— Ya lo creo. — Kihyun se rio dando el último bocado a la tostada de pan tajado, se acomodó entre las cobijas y me miró atentamente; supuse que tenía curiosidad sobre algo, así que esperé por lo que diría. — Hyungwon ¿Siempre vivirás así? ¿No hay nadie que te guste?
Me puse a pensarlo.
Nunca sentí había la necesidad de reconsiderar algo igual hasta el momento, es decir, comprendía y me gustaba leer sobre el amor, verlo en otras personas y saber que había algo lindo que crecía entre parejas, pero además de eso...
Nada.
— No. — Respondí y Kihyun golpeó el lado de la cama que se encontraba vacío, me senté acariciando su cabello y me imaginé siendo novio de alguien tan comprensivo y cálido como lo era él. — Debo estar mal ¿no?
— Sólo no ha llegado el indicado para ti, Hyungwon. — Kihyun sonó muy seguro de lo que decía, así que asentí aceptando que quizá era algo como eso. — Tal vez el destino te tiene preparado algo más grande.
—¿Algo así como mi alma gemela? — lo pregunté haciendo que mi amigo se diera vuelta en su estómago y asintiera animado.
— ¡Sí! Un alma gemela sería espectacular. Debería haber alguien que ame la poesía y la música tanto como tú.
— Lo dudo — lo dudaba en serio — pero me conformo con que le guste el sexo y mi cara.
— ¿Tu cara? — Kihyun soltó a reírse de mi petición tan particular. — ¿cómo tu cara?
— Por supuesto — aseveré siendo confiado — debe aprenderse cada detalle de mi rostro, admirarme y quererme tal y como soy. No importa si mis labios son enormes como para ser un hombre o mis ojos demasiado grandes, mucho más de lo normal.
— Vamos, eres demasiado egocéntrico.
— Eso también. No debería de haber problema si se da cuenta de lo egocéntrico y terco que puedo llegar a ser. Y mi sentido del humor, Kihyun, sería increíble si tan sólo se riera de lo que digo sin ninguna queja.
— Pero tus chistes son muy malos.
— Si me ama de verdad tendrá que comprender ¿no? — él lo pensó y asintió levemente estando de acuerdo — Además tiene que ser atractivo, inteligente y...
— ¿Y?
Me quedé pensando en ello, en lo que me gustaría experimentar si alguna vez llegara a enamorarme; el amor era mostrado en la poesía como un sentimiento enorme que era versátil, muy dulce o a veces amargo, podría ser incluso imposible llegar a conocerlo y lo único que deseé en ese momento, era poder tener a ese alguien para siempre.
— Sólo quiero alguien que me ame bien por el resto se mi vida, nada más.
◇◇◇
Entré a la habitación con la entera intención de bajar la laptop a la sala, en el camino a ella me detuve en la ventana, tomé los binoculares y vi hacia la casa de mis vecinos.
Ahí vi al chico de antes.
Analizándolo con cuidado me di cuenta que era muy atractivo — al menos eso era fácil de ver desde donde estaba — centrado en ello me imaginé pasando al otro lado de la casa, quizá podría intentar hablarle y ver qué tipo de persona era, pero el toque de alguien me robó todo el aliento.
— Deberías hablarle.
— ¡Mamá! — Ella miró insistentemente hacia afuera y yo me puse pálido del susto. Dejando los binoculares me senté en la mesa recuperando el aliento y acomodando mis pensamientos que estaban dispersos.
— ¿Irás?
— No, claro que no. — me negué en primera instancia — Ni siquiera lo conozco. Quizá no soy el tipo de persona que compagina bien con él o tal vez me ignore y se vaya. Hablas con la señora que vive ahí ¿no?
— ¿Eso crees? — ella miró hacia afuera — Parece un chico diferente y su madre también es muy amable; puedes intentarlo y ver.
— No lo sé — lo pensé por unos cortos segundos y me lavanté dispuesto a no darle más vueltas al asunto. No pretendía que nada igual fuera a hacerse demasiado grande o importante en mi vida; no lo necesitaba.
— Entonces ¿Qué quieres para cenar? — esa pregunta me pareció mucho más interesante e importante de responder, sabiendo ya lo que quería levanté la mano animado.
— ¡Camarones! — Mamá sonrió, rodeandome la cintura con su brazo comenzamos a salir en medio de una animada charla sobre lo que sería de la cena y dejé el tema de mi vecino en el olvido.
Yo no era demasiado complicado, mis pensamientos por lo general estaban centrados en cosas muy sencillas y sustanciales que me eran importantes y alcanzables. Sí tenía sueño, dormía; si tenía hambre, comía; si quería jugar con alguien, lo hacía y no me tomaba demasiado pensar sobre las cosas más allá de lo normal.
En ese entonces no tenía idea que llegaría a enamorarme tan profundamente, hasta casi perder la razón y cada uno de mis sentidos, que mis pensamientos estarían yendo siempre a esa persona, esa única persona que me llenaba mucho más que cualquier cosa.
Ojalá hubiese sabido desde un principio cuán precioso sería Hoseok para mi, quizá así habría podido haber hecho más por él.
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Hola, mis personas favoritas.
Espero que les haya gustado los capítulos hasta el momento, nos leemos en el siguiente!
Gracias por apoyar! 💕
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