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Tres ráfagas de luz dorada avanzaban por el espacio. Eran tres hombres, vestidos con una deslumbrante armadura. Eran Caballeros Dorados de Athena. El primero de ellos era el más adelantado en la carrera, su armadura tenía alas grandes y patas de caballo como si fuera un pegaso, llevaba a una bebé en brazos que lloraba por la velocidad que el hombre alcanzaba.
Aioros de Sagitario, protector de la novena casa del zodiaco, tenía una cara preocupada y a la vez decidida. Lo seguían Saga de Géminis, protector de la tercera casa, y Shura de Capricornio, protector de la décima casa.
Saga y Shura lanzaban sus ataques con la energía de sus poderosos cosmos hacia Aioros, que los esquivaba lo mejor que podía, pero Saga consiguió herirlo, desviando a Aioros y dejándolo caer, pero, Saga murió en el intento.
Mientras esa pelea llegaba a su fin, un hombre algo viejo exploraba adentro de una montaña helada, a lado de su mayordomo, quien se preocupaba por la salud de su amo.
Éste hombre era Mitsumasa Kido, un hombre millonario. Estaba explorando hasta que Aioros, malherido, callera en el centro, con la bebé aún en sus brazos, enfrente de un monumento parecido a un obelisco dorado con los signos del Zodiaco.
Mitsumasa Kido: ¡Sabía que era real! ¡lo he estado buscando por semanas!
El señor Kido escuchó el llanto de una bebé, observó la cuna dorada en la que estaba y los ojos verdes y cabello lila de la bebé.
Mitsumasa Kido: ¿Y tú que haces aquí pequeña? ¿Cómo llegaste a un lugar como este?
El señor siguió observando con cierta admiración el lugar, hasta que vió a Aioros malherido, corrió lo más rápido que pudo hacia él, y dejó a la bebé al lado del caballero.
Mitsumasa Kido: ¿Se encuentra bien? *voltea a ver a la bebé* ¿lo conoces?
Aioros empezó a hablar con los últimos alientos que le quedaban.
Aioros: Cui-cuídela.
Mitsumasa Kido: ¿Mande?
Aioros: Cui-cuídela, e-ella es mu-muy importante pa-para este mundo.
Mitsumasa Kido: ¡Usted va a estar bien, sólo déjeme ayudarlo y-!
Aioros: N-no se mo-moleste, de todas formas, mi ti-tiempo se ha a-acabado, pe-pero cumplí con mi de-deber.
Mitsumasa Kido: ¿Cuál deber?
Aioros: Aunque no lo cre-crea, ella es la re-reencarnación de Athena, la dio-diosa de la guerra y la sabiduría, e-ella no pue-puede morir, se-sería una desgracia.
Mitsumasa: ¿Pero qué hago con ella?
Aioros: Po-por favor, cuí- cuídela y prepárela para los pe-peligros que enfrentará, cua-cuando cu-cumpla la mayoría de e-edad, dí-dígale la verdad, que va-vaya al Santuario y e-enfrente al Pa-patriarca que i-intentó a-asesinar a Athena y e-engaña a-al pue-pueblo con una fal-falsa. E-encuentre a Pe-perseo y a A-aquiles que serán los a-aliados e-en sus lu-luchas.
Mitsumasa Kido: Pero...
Aioros: Só-sólo hágalo, n-no me que-queda mu-mucho tiempo, y e-ella ti-tiene que es-estar vi-viva...
Mitsumasa: Le prometo que la cuidaré lo mejor posible.
Aioros le agradeció con su último aliento.
Aioros: Gra-gracias
Mitsumasa se volteó a ver a la bebé, Athena, y cuando volvió su mirada a Aioros éste ya había desaparecido en luz dorada dejando sólo su armadura.
Mitsumasa Kido: La armadura dorada de Sagitario...
El señor Kido tomó la armadura con cuidado y a la bebé y se marchó a su mansión en Grecia.
<Dejemos de momento al señor Kido y vayamos al nacimiento de un héroe>
En medio una isla del Mediterráneo, se encontraba un templo al estilo griego con serpientes dibujadas en las paredes y una hoz y un escudo reflectante en el centro de éste, se veía a simple vista que tenía muchos años de existencia pero estaba en buen estado.
Repentinamente, comenzó a aparecer una luz esmeralda, que poco a poco formó un bebé, de cabellos rubios con un dorado singular y ojos rojizos sin lucir malvados, al contrario, ojos llenos de alegría y determinación.
Una mujer paseaba por ahí, acababa de llegar a la isla con una barca con remos que había atado a la orilla, ella seguido iba a la isla y admiraba el pequeño templo griego, pero le llamó la atención escuchar el llanto de una bebé.
Ella se acercó y entró al templo con cuidado. Inmediatamente notó a la bebé y la recogió.
Dánae: ¡Hola bebé! ¿Qué haces aquí en un templo como éste?
La bebé sólo rió por la amigable voz de Dánae, mientras ella observaba el templo.
Dánae: La hoz de Hermes, las serpientes, el escudo... ¿será que eres Perseo?
Dánae alzó a la bebé que estaba vestida con una túnica de seda blanca y detalles dorados.
Dánae: ¡Por fin te he encontrado hijo mío! Pero parece que decidiste reencarnar en una chica. Creo que te pondré Adara.
Dánae se llevó a la niña feliz de haber reencarnado y de haber encontrado a su hijo, que nacería con el poder del cosmos
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Palabras: 844
Holi!!!! Volví a actualizar :D espero que les haya gustado el cap, que les parece el nombre de Adara ? Lo busqué quen internet y decía que quien tuviera el nombre tenía mucha sensibilidad y esa es una de las carácterísticas de Perseo junto con la humildad, sin más explicaciones me despido !!!
-c va volando >:3-
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