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Al escuchar bullicio dentro de la sala, los hermanos salieron corriendo lo más sigiloso posible a sus respectivos aposentos.
Al estar cada uno en su futón, guardan silencio un par de horas mientras fingían dormir, sin embargo, no supieron cómo o cuándo, pero, al abrir los ojos, el sol mañanero ya los estaba recibiendo.
El príncipe heredero trató de acomodarse en su lecho una vez más siendo interrumpido por unos pequeños golpes en la puerta.
—Majestad, espero que haya tenido un buen dormir —dice una de las sirvientas del otro lado del tatami —, el motivo de mi interrupción es porque el Rey quiere verlo de inmediato.
El príncipe cerró los puños con fuerza ante la adelantada noticia que escuchó anoche, acomoda sus cabellos de mejor forma antes de responder.
—Gracias, Suma, iré en seguida.
Se levantó del futón, se cambió el kimono por uno más elegante, se colocó su adorno de joyas en la cabeza después de peinarse y encintó su cintura con una hermosa tela de seda roja.
Al salir, cada uno de los guardias lo saludaba con reverencias y sonrisas, aún que dentro de él, el pánico lo estuviera devorando.
Cuando llegó a la sala del trono, suspiró una última vez. Las puertas se abrieron mientras era presentado a sus padres.
Su andar fue pausado y rígido, demostrando su nerviosismo y pánico por lo que su progenitor debía de decir.
Hizo una reverencia al estar frente a sus reyes. Ellos, con recelo, miraban a su más grande heredero no creyendo en lo que dirán. La Reina, fingiendo compostura y serenidad fue la primera en hablar.
—Kyojuro.
—¡Majestad! —contestó él.
—Anoche, Príncipe —continuó el Rey—, recibimos la alentadora noticia de poner fin a la guerra que lleva arrasando con nuestras tierras desde hace años.
El príncipe aguanta la respiración.
—Sin embargo, el precio a la paz que nuestro pueblo anhela, es tu vida.
—Su alteza real —incluye la Reina al ver a su heredero con la piel pálida—, se refiere a que, la paz que se quiere se obtenga mediante una unión marital con el emperador lunar, teniendote a ti de partido.
Kyojuro cae de rodillas ante la noticia, por supuesto que esperaba algo como esto, pero tenía una diminuta esperanza de haber escuchado mal, su mirada sin brillo no puede separarse del suelo lo que permite que su madre pueda llorar en silencio con más confianza.
Su reunión se ve interrumpida por un nuevo soldado que entra, hace reverencia y detrás de él, llega el Duque Enmu con su cotidiana sonrisa.
—Majestad, el Duque ha recibido la carta de contestación del Emperador.
Todos los presentes se tensan de inmediato, Kyojuro, el más afectado, se coloca de pie como puede para escuchar lo que su —ahora— futuro marido deba de decir.
—Adelante, Duque. —dice el Rey.
Con sorna, el Duque aclara su garganta con unas cuantas toses fingidas, abre una carta que llevaba oculta en su cinta de la cintura y procede.
—"En virtud de lo comunicado por mi Duque de confianza, acepto la oferta de matrimonio para poner un merecido fin a las inumerables y arraigadas batallas que hemos llevado a cabo durante dos siglos sin descanso, incluyo que, con el compromiso, perdonaré todo acto de traición, burla y falta de respeto que se haya hecho a mi nombre, mi pueblo o a mis ancestros.
Espero que, con mi unión con la persona elegida, finalmente podamos abrazarnos con amistad como en el pasado y que los tratos mercantiles sigan aumentando y beneficiando a ambos reinos.
Sin embargo, añado que, sin importarme que se enamore de mi o no, la persona elegida permanecerá a mi lado hasta que los sabios dioses me lleven junto a ellos.
La boda se efectuará mañana en la octava vigilia, por lo que se requerirá que mi prometida/o sea llevado a mis tierras esta misma tarde.
Firma, Soyama Akaza, quincuagésimo cuarto gobernante del Imperio de la Luna."
Entonces, un espantoso silencio se hace presente en la sala del trono, Kyojuro toma con fuerza sus ropas y las arruga, estropeando su perfecto planchado.
La Reina, adolorida por la situación, decide romper el protocolo de parentesco y corre a abrazar a su hijo mayor mientras las lágrimas caen por sus mejillas arruinando su maquillaje.
A su vez, las mucamas y sirvientas llegan con las maletas donde yace las vestimentas del príncipe, Kyojuro, al verlas, abraza a su madre y se refugia en ella como si fuera un niño.
Unos segundos después, el hijo menor de la familia aparece para encontrar la desgarradora escena de despedida, el Rey, al ver aparecer a su menor heredero, no puede soportarlo más y corre hasta su familia para abrazarla por última vez.
Y Kyojuro, antes de partir, decide atesorar el último momento que tendrá con su familia.
Pd: creí que era lunes
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